CAOS



Fue en 1979 cuando, después de la realización de varias reuniones entre elementos libertarios españoles y mexicanos, se decidió la edición de la revista Caos. Cabe precisar que nosotros no estuvimos presentes en ninguna de esas reuniones, por lo que las informaciones que sobre ellas tenemos nos llegaron de rebote.

Según parece, el objetivo era el consolidar una especie de unión entre los integrantes de la revista Tierra y Libertad y la gente afín a Ricardo Mestre Ventura, quien posteriormente fundaría la Biblioteca Social Reconstruir. Finalmente, en el mes de junio, aparecería el primer número de Caos.

Habida cuenta de la amistad y camaradería que nos unía con sus principales promotores terminamos, a partir del tercer número, convirtiéndonos en los distribuidores de la revista.

El impacto que esta publicación tuvo entre la intelectualidad de la ciudad de México, no fue nada despreciable, y aunque el primigenio objetivo de unión entre los integrantes de la revista Tierra y Libertad y la gente de Ricardo Mestre Ventura, por desgracia no pudo ser alcanzado por diferencias de visión acerca del papel y contenido de la revista, continuó cada grupo con su respectiva publicación. Pero, la aparición de Caos marcó un hito en el desarrollo del incipiente movimiento libertario mexicano, al convertirse en una especie de convergencia del pensamiento crítico.

Una de las características que marcaría a Caos lo sería su diseño, y en lo particular, los grabados que en cada numero se incluían. También, los ensayos y artículos, por lo general de intelectuales de gran renombre internacional como Savater, Castoriadis, Garcia Calvo, Pierre Clastres, Bataille, Lefort, Cioran, entre otros, despertaban un particular interés sobre todo entre ciertos sectores estudiantiles.

Todo marchaba dentro de la lógica propia de una publicación independiente hasta que, en el número cinco, el Consejo editorial decidió insertar un texto con el título de Poemínimos, poniendo como autor al poeta de Silao (ciudad del Estado de Guanajuato), Efraín Huerta, a quien precisamente la editorial Siglo XXI le había editado un poemario con ese título.

Por supuesto que los Poemínimos de la revista Caos no eran más que una broma propia de mentes jóvenes provocadoras con un espíritu jodedor . Hasta la fecha ignoramos la o las razones que movieron al Consejo editor a publicar semejante desatino, debido a que nosotros tan sólo nos concretábamos a la distribución de la revista y no participábamos en el Consejo editorial.

Aquello logró armar un escándalo mayúsculo, puesto que varias de las personas que se sintieron ofendidas, amenazaron con demandar judicialmente a la revista, habiendo también quienes enfocaron sus enojos a los insultos e incluso a amenazas de violencia física.

En esos poemínimos se daba rienda suelta a deseos de burlarse y pitorearse de varios intelectuales mexicanos consagrados, o sea las vacas sagradas e intocables, ridiculizándolos, pero, claro está, cuidándose de dar la cara, cosa que podría ser reprobable. No supimos y hasta la fecha no sabemos, quien o quienes escribieron aquella niñería provocativa, sin embargo, después de entrevistarnos con algunos de los personajes blanco de aquella provocación, determinamos terminar nuestra labor como distribuidores. Y es que no podíamos hacer otra cosa, ya que no ibamos a asumir broncas y provocaciones ajenas, las que, si bien desde un punto de vista meramente comercial pueden incluso considerarse afortunadas porque promueven la venta, son al mismo tiempo nefastas puesto que restan seriedad a la publicación en sí, y lo que es peor, crean una animadversión que no viene al caso. Por lo menos esa era nuestra óptica.

Fue precisamente bajo aquel panorama desolador, en 1981, cuando decidimos caminar por nuestro propio sendero editando un periódico al que denominaríamos El Compita, invitando a colaborar al Consejo editor de la revista Caos, precisándoles que no había ni rencores ni bronca alguna de nuestra parte, sino que simplemente no deseábamos meternos en camisas de once varas.

Así, en el número seis de Caos, aparecería un mensaje medio burlón en el que los editores de la publicación daban cuenta de nuestro retiro como sus distribuidores.

Posteriormente, y ya nada más por no dejar, publicose el séptimo número de Caos, el cual sería el último de una publicación que, lo repetimos, marcó un hito en el desarrollo del incipiente movimiento libertario mexicano.

Chantal López y Omar Cortés



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