Juana Rouco Buela

El ideal anarquista:Una brújula segura



PRESENTACIÓN

Perteneciente a una generación que hubo de desarrollarse cotidianamente dentro de los cauces de una fortisima lucha de clases a nivel internacional, Juana Rouco Buela (1889-1969), actuaría políticamente en la corriente anarquista tan en voga por aquellos años.

Originaria de España, emigró, junto con su familia a la Argentina, país en el que el anarquismo, a principios del siglo XX, tenía una muy considerable fuerza que notoriamente lo situaba como el país en el que con más presencia contaba la ideología libertaria. Gracias al libro que ella publicaría en el año de 1964, y que ahora coloco en los estantes de la Biblioteca Virtual Antorcha, podemos conocer buena parte de su desarrollo en cuanto militante de la Federación Obrera Regional Argentina.

Su labor en tanto mujer militante anarquista, se manifestó en muchas actividades, de entre las que podemos destacar su participación en cuanto cofundadora, en el año de 1907, de un Centro Anarquista Femenino que tenderá a fomentar la unión de las mujeres bajo el ideal libertario, distinguiéndose, además, en no pocos movimientos sociales, algunos de ellos de considerable envergadura como lo fue el relacionado con la famosa huelga inquilinaria de 1907, cuya participación le atraería su deportación a España al serle aplicada, cuando contaba con dieciocho años de edad, la represiva Ley de Residencia, muy utilizada, por cierto, por el Estado Argentino, para deshacerse de infinidad de activistas libertarios procedentes de diferentes paises de Europa.

Tal y como ella misma lo señala, sería deportada un 25 de enero de 1908 con rumbo a Barcelona, España. De ahí pasaria a Madrid, luego a Marsella y posteriormente a Génova. En todas estas ciudades europeas contaría con el apoyo y auxilio de compañeras y compañeros libertarios, lo que evidencía su pertenencia a un amplio movimiento de ideas y lucha presente a nivel internacional.

Seria durante el año de 1910, que Juana Rouco Buela volveria a territorio sudamericano, movilizándose rumbo a Uruguay, y fue precisamente en Montevideo, en donde editó su primer periódico, La Nueva Senda, el cual sería quincenal y en un tiempo relativamente corto alcanzaría notoriedad. Pero nuevamente hubo de enfrentar la amenaza de una deportación, y, buscando evitarla, decidió trasladarse a París sin conseguirlo, y alcanzando llegar tan solo a Brasil, radicándose por varios años en Rio de Janeiro, siendo, nuevamente, apoyada por los elementos libertarios residentes u originarios de Brasil. Y fue en territorio brasileño que le sorprendió el inicio de la denominada primera guerra mundial.

Para 1917 regresaría a Argentina, en tiempos en los que el fuerte proceso de lucha de clases alcanzaba uno de sus puntos más álgidos, como producto de los sucesos desarrollados en Rusia, lugar en el que el movimiento revolucionario ponía a prueba las diferentes tendencias y alternativas existentes en el campo obrero. Los enfrentamientos, no sólo teóricos, sino también estrategicos y prácticos, entre las corrientes bolchevique y anarquista repercutirían, con fuerza, en el mundo entero, y Argentina no podía ser una excepción, por lo que Juana hubo de ser testigo presencial de las consecuencias que tales divergencias tenían para la lucha político-social argentina. Las polémicas y rompimientos entre anarquistas y comunistas; entre socialistas y anarquistas; e incluso, la aparición de serias cuarteaduras en el seno mismo del anarquismo, constituyeron pan de todos los dias durante aquellos tiempos de pasiones desbordadas y mares de confusión. Parecía que en el campo social el fenómeno de la biblica Torre de Babel irrumpía con toda su violencia, impidiendo la comunicación entre corrientes y tendencias.

Tocole también enfrentar amargos y violentos momentos como los ocurridos durante la tristemente celebre semana trágica de enero de 1919, cuando rios de sangre proletaria inundaron Buenos Aires. Su labor como militante y organizadora de la Federación Obrera Regional Argentina, se manifestaría con su alternativa orgánica para los trabajadores y trabajadoras de la costura, a través de lo que ella denominó, la Federación Obrera de la Aguja. Igualmente destacó en cuanto conferencista durante la larga gira que en compañía del veterano anarquista Pedro López, llevó a cabo recorriendo buena parte del territorio argentino, trasportándose de pueblo en pueblo a la manera de los denominados gaviotas anarquistas.

De su actividad durante aquellos años, han quedado algunas anécdotas como la que nos relata en relación a la primera actuación que como cantante tuvo la hija de un compañero anarquista que con solo doce años de edad participó en un evento libertario, tocandole a ella, a Juana, entrenarla para el acto. La niña se llamaba: Libertad Lamarque.

Y sería durante aquella época cuando Juana Rouco Buela desarrollaría uno de sus más interesantes proyectos: la edición del periódico Nuestra Tribuna, periodico anarquista, diseñado, editado y escrito por mujeres.

El periódico, cuya periodicidad era quincenal, empezó con un tiraje de mil quinientos ejemplares, llegando a alcanzar, en la cúspide de sus tres años de existencia, un tiraje de cuatro mil.

Sobre Nuestra Tribuna, Juana escribiría:

Hubo muchos que auguraban su pronta desaparición, ya que era una quijotada sacar un periódico anarquista, escrito y dirigido por mujeres, pero fue una realidad que vivió quincenalmente tres años y despertó el entusiasmo de las mujeres del mundo, pues fue el único periódico internacional anárquico que hasta hoy se haya conocido escrito por mujeres.

Nos llegaban colaboraciones de todas partes del mundo, la compañera de Ricardo Flores Magón, Milly Witkop Rocker, o sea la compañera de Rocker, que nos mandaba sus colaboraciones desde Alemania, Angélica Arratia de Perú, Federica Montseny, Herminia Brumana y tantas otras.

Para Juana, era evidente que en el movimiento anarquista argentino no se le otorgaba a la mujer el lugar que debía tener, ni tampoco se le apoyaba ni animaba para impulsarla a desarrollar sus cualidades.

A este respecto, escribió:

En mi vida hice muchas veces la observación de que la mujer, en nuestro movimiento, nunca tuvo el estímulo necesario y casi siempre se la ha ignorado en su labor tenaz y eficaz. Los mismos narradores de hechos, crónicas y libros, no citan a muchas mujeres que han tomado parte activa en los mismos hechos, y son pocas las que han podido figurar y tomar parte en nuestro movimiento, al contrario de los partidos políticos, que han sabido aprovechar la capacidad, intuición y actividad de la mujer. Yo, como mujer, siempre he estado al lado de ellas, y les he reprochado a los compañeros ese procedimiento para mi equivocado.



Más adelante, su actuación en cuanto anarquista, se centraria en la campaña de condena al asesinato, en prisión, del vengador de la Patagonia: Kurt Wilkens, quien sería acribillado el 23 de enero de 1923 en la celda de su prisión, mientras dormía, por uno de los custodios.

Y fue, precisamente a finales de aquel año de 1923, cuando nacería su hija Poema, que junto a su compañero, decidió mudarse al poblado de Tandil, lugar en el que el 1° de mayo de 1924 reaparecería su queridísimo periódico Nuestra Tribuna, aunque en aquella ocasión la reaparición del vocero sería por muy poco tiempo, ya que en breve, y en mucho debido a la nueva situación de Juana, desaparecería para siempre.

Al siguiente año de 1925, nacería su hijo varón y Juana se vería obligada a alejarse, si bien no del todo, si en mucho, de su militancia como miembro de la Federación Obrera Regional Argentina, ya que su nueva situación como madre de dos hijos no le otorgaba tiempo suficiente para labores de militancia.

Vendría después, un 6 de septiembre de 1930, el trágico y demoledor cuartelazo de Uriburu, que a la larga se constituiría en el golpe mortal al anarquismo en Argentina, mismo que fue prácticamente desmantelado mediante una bestial y quirúrgica represión. En la opinión de Juana, no sólo el anarquismo resulto perdedor como resultado del arribo de Uriburu al poder, sino que la Argentina en su conjunto desbaratose de manera trágica.

Juana moriría en el año de 1969, curiosamente la época en la que yo apenas comenzaba mis balbuceos en relación a lo libertario, acudiendo a las librerias y adquiriendo algunas obras de las editoriales Americalee y Proyección. Han pasado ya muchos años de aquella época a la actualidad, y heme aquí, frente a mi computadora, hilvanando algunas ideas que sirvan de presentación al libro de Juana.

Realmente no sé si considerar atinado lo que Juana señala en el Colofón, cuando precisa:

Este es un trabajo que yo empecé hace muchos años, pero lo abandoné, porque me parecía un poco personal. Algunos amigos y compañeros que se enteraron y lo conocieron, me pidieron que lo continuara, pues según ellos se ha escrito muy poco sobre la historia de nuestro movimiento, y puede decirse que las nuevas generaciones la desconocen.

Por supuesto que no sólo las nuevas generaciones, sino incluso las viejas, poco o nada saben del desarrollo histórico del movimiento anarquista en Argentina. Y mucho menos si nos referimos a las generaciones de la población mexicana, pero ... hasta qué punto ello es o no determinante para la posibilidad de un reflorecimiento del ideal ácrata. Podría suponerse que la divulgación de experiencias como las relatadas por Juana ayudarian para tal fin, pero ... ¿realmente ello es asi?

Probablemente el efecto que ello pudiera tener entre las nuevas generaciones argentinas sería en ese sentido, mas definitivamente no tiene similar efecto entre las nuevas generaciones mexicanas. Asi, aunque en ambos casos la trasmisión de esta información guarda su importancia, la manera en que llega a ser asimilada es, definitivamente, muy diferente.

Pienso que aquí, en México, jamás se presentarán condiciones similares a las que permitieron el desarrollo de una herramienta orgánica como la Federación Obrera Regional Argentina, de la misma manera que jamás se dieron condiciones para que en México surgiera una herramienta de combate como lo fue la Federación Anarquista Ibérica, y quizá de ello devenga el lamentable fracaso de la Federación Anarquista de México, lo que, de ser acertado, nos conllevaría a concluir que no es copiando lo que suceda en otras regiones como se puede avanzar.

Bueno es que conozcamos las experiencias de otras épocas y de otras regiones, pero sin olvidar jamás que estamos en una región específica, con su propia historia y su propio desenvolvimiento, en pocas palabras, que no perdamos el piso y evitemos ponernos a soñar volando.

Al final de su obra, Juana emite una valiosa opinión que por supuesto invita a la reflexión. Ella escribe:

Son varias las instituciones y bibliotecas que trabajan para rehacer el culto a la libertad, pero una nueva modalidad hace que nuestro movimiento permanezca entre cuatro paredes. Desde muchos años no se hace otra cosa que organizar conferencias, mesas redondas y lunchs pero siempre de puertas adentro, donde somos más o menos los mismos concurrentes.

Los movimientos populares en las calles y plazas han sido abandonados y no es que no haya motivo para ellos. Yo comprendo que la época es distinta a la que yo he vivido en mi juventud, pero creo que es necesario reflexionar y ver en el cambio de ideas, qué se puede hacer y qué se debe hacer, para que nuestro movimiento salga de esa semi-clandestinidad en que hoy está, para que las nuevas generaciones lo conozcan, porque hoy, es muy reducido el número de jóvenes que nos acompañan y es entre ellos donde hay que buscar nuevos valores para poder continuar la lucha por el ideal anárquico, que es el único que ha de transformar el régimen social en que vivimos.

Realmente en México, aunque quizá parezca aventurada mi afirmación, el ideal libertario marcha, y marcha bien, viento en popa. Tal vez algunos quisieran que el avance fuese mucho más rápido y sobre todo más espectacular, pero de que lo libertario en México se mueve, ni duda cabe. Por fortuna no pienso que los que ya estamos pintando canas debamos preocuparnos mucho por el asunto de los jóvenes, porque si en algún sector tiene presencia en México lo libertario, es, precisamente, entre los jóvenes. Si son muchos o pocos, eso verdaderamente es intrascendente, porque puede suceder tanto que siendo pocos ahora, mañana sean legión, al igual de que siendo muchos ahora, mañana sean muy pocos. Eso de lo de muchos o pocos depende de tantísimos factores, que la verdad no viene al caso perder el tiempo enredándonos en una asunto tan absurdo.

No deseo terminar esta presentación sin aclarar que la obra de Juana se titula Historia de un ideal vivido por una mujer, y que yo me he tomado la libertad de cambiarlo por el de El ideal anarquista: una brújula segura, basándome en lo que Juana misma señala en su obra cuando enfatiza:

El ideal anarquista ha sido y es para mi la única brújula segura para llevar a los pueblos el bienestar y destruir este engranaje social en que vivimos y que mantiene las diferencias sociales entre los seres, y provoca las guerras, el dolor y la destrucción de todo lo existente.

Asi pues, hecha la aclaración, tan sólo me queda desear a quienes se adentren en la lectura de este interesante trabajo autobiográfico, que extraigan del mismo todo el provecho que les sea posible.

Septiembre de 2015
Omar Cortés



INDICE

Juana Rouco Buela, prólogo de Diego Abad de Santillán.

Palabras preliminares por Juana Rouco Buela.

Capítulo I - Mi llegada a la Argentina. Mi infancia.

Capítulo II - Mi primera actuación en el Congreso de 1905 de la Federación Obrera Regional Argentina.

Capítulo III - Mi deportación a mi ciudad natal, Madrid.

Capítulo IV - Mi llegada a Marsella.

Capítulo V - En Montevideo.

Capítulo VI - 1910 - Centenario argentino.

Capítulo VII - Mi viaje a Brasil.

Capítulo VIII - El regreso a Buenos Aires.

Capítulo IX - La Semana trágica.

Capítulo X - Gira de la Federación Obrera Regional Argentina en el año 1921.

Capítulo XI - La aparición del periódico Nuestra Tribuna. Los sucesos de la Patagonia. Kurt Wilkens.

Capítulo XII - La muerte de Kurt Wilkens.

Capítulo XIII - Mis colaboraciones en las revistas Mundo Argentino, La literatura argentina y el diario El Mundo.

Capítulo XIV - La revolución del 6 de septiembre de 1930. Uriburu y su cuartelazo.

Capítulo XV - Mi viaje a Córdoba y el regreso a Buenos Aires.

Capítulo XVI - La dictadura de Perón.

Colofon - Lector amigo.