Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 6 de mayo de 1915 Sesión del 8 de mayo de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 7 DE MAYO DE 1915

Presidencia del ciudadano José Quevedo

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 8 de mayo de 1915)


Asunto de importancia trascendental aborda la Asamblea Revolucionaria, llega a otro capítulo el Programa de la Revolución, que importa definir, con rasgos enérgicos, indestructibles, puesto que va a constituir cimiento de toda la intensa y larga labor que habrá de desarrollarse para la formación del alma nacional.

La escuela, lo que debe ser y cómo ha de cumplir mejor sus funciones, para que sus resultados correspondan al esfuerzo desarrollado y a los ideales del movimiento libertador, es cuestión muy ardua que requiere profundos y detenidos estudios; afortunadamente, en el seno de la Asamblea hay inteligencias bastante cultivadas que de tiempo atrás se han preocupado de este importante problema nacional, y hay también hombres que cuentan larga experiencia, adquirida en las aulas, y que, por lo tanto, complementarán los trabajos teóricos de los que sin ser maestros de escuela, han estudiado el asunto con amor.

El artículo XXIII del Programa de Reformas Político-Sociales, está concebido en los siguientes términos:

Atender a las ingentes necesidades de educación y de instrucción laica que reclama el pueblo, elevando la remuneración y consideración del profesorado, estableciendo escuelas normales en cada Estado, o regionales en donde se necesiten, exigiendo en los programas de instrucción que se dedique mayor tiempo a la cultura física y a los trabajos manuales y de instrucción práctica, e impidiendo a instituciones religiosas que impartan la instrucción pública en las escuelas particulares.

En la sesión vespertina que ayer celebró la Convención Revolucionaria, este artículo se puso a discusión, después de que resultó aprobada sin modificaciones el acta de la sesión anterior.

Preside el delegado Quevedo.

CUESTION DE FORMA

El delegado Mejía pasa a la tribuna, para hablar en contra. Considera que el asunto que se pone a debate es de tal importancia, que debe considerarse en segundo lugar, después del problema agrario. Con el fondo del artículo está conforme, y sólo va a rebatir la forma en que está redactado, y también la parte final, que prohíbe la enseñanza a las instituciones religiosas.

En largas consideraciones funda su inconformidad sobre cada uno de los incisos en que puede dividirse el artículo, señalando cuáles son los principales factores de la educación, y la necesidad que hay de que tanto los padres de familia, como los maestros, se preocupen de que el alumno obtenga el mayor provecho posible; agrega que es necesaria una selección del profesorado, para que el niño pueda tener fuentes vivas de ejemplo que contribuyan al desarrollo armónico de sus facultades.

El orador disiente en lo relativo a la creación de las escuelas regionales, e insinúa la conveniencia de que en vez de éstas, se establezcan escuelas-granjas, para que en cada zona se dediquen a preparar al alumno a la explotación de los productos naturales, y sean factor importante para el desarrollo y afirmación del carácter.

Luego rebate el inciso sobre la prohibición de la enseñanza a instituciones religiosas. Cree que está en desacuerdo con el espíritu liberal de la Revolución, y propone que se suprima o modifique ese mandato, porque estima que la libertad de enseñanza establece la competencia, y, como consecuencia de ésta, viene la supremacía que da por resultado el mejoramiento intelectual del país. Cuando termina de hablar el delegado Mejía, se escuchan escasos aplausos, en galerías y curules.

EN PRO, CON MODIFICACIONES

Habla luego, en pro del artículo, el delegado Cuervo Martínez. Comienza diciendo que está de acuerdo con el fondo del artículo, en su idea general, y sólo pide algunas modificaciones en la redacción, para que los conceptos resulten más claros y quede mejor definido el objeto de las reformas en el ramo de instrucción.

Estima el orador que está por demás la palabra instrucción, puesto que por educación debe entenderse el desarrollo armónico en todos los órdenes de la actividad humana, a fin de que ésta llegue a su mayor perfeccionamiento. Otro concepto que motiva la inconformidad del señor Cuervo Martínez, es el que se refiere a la preponderancia de la cultura física y de los trabajos manuales. Dice que éste es asunto de detalle que puede figurar en el reglamento de las escuelas, y, por consiguiente, estima que está fuera de lugar en el Programa de Reformas. En lo restante del articulo está conforme, pero para mejor comprensión propone que el artículo a debate se reforme en el sentido de que se asiente la dignificación e inamovilidad del maestro, que se funden escuelas normales regionales, donde se necesiten, que se fomente activa y vigorosamente el establecimiento de escuelas-granjas, llegando hasta la nacionalización de los terrenos donde aquéllas se establezcan, si fuere necesario; que se seleccione el personal del Ministerio de Instrucción, dando preferencia a los maestros que son los indicados para ocupar esos puestos.

Con muchas dificultades, el orador puede llegar al fin de su exposición, porque las interrupciones impertinentes de las galerías le cortaban a cada momento la ilación de sus ideas y truncaba los párrafos de su discurso. Las interrupciones adquirieron tonos escandalosos cuando el delegado Cuervo Martínez comenzó a dar lectura a un informe, producto de estudios que efectuó en la época del señor Madero, sobre la instalación de escuelas regionales. Los constantes siseos, rumores burlescos, aplausos intempestivos, ahogaban por completo la voz del exponente, quíen cansado de ser interrumpido apostrofó a las galerías, haciéndoles notar que protestaban porque se ponía el dedo en la llaga. Y finalmente, como las interrupciones prosiguieran, la Presidencia se vio obligada a llamar al orden a las galerías, advirtiéndoles que de continuar haciendo escándalo, las mandaría desalojar, bajo su responsabilidad.

Ciertamente, las galerías pecaron de imprudentes, y esto se debe quizá, o sin el quizá, a que nada les importa el estudio de las cuestiones serías y trascendentes, que discute la Asamblea.

Las galerías van a buscar la chispa emotiva que ellas se encargan de abultar, van a recoger la frase candente que pueda utilizarse para el escándalo. Y esto es deplorable, porque indica que no se dan cuenta del momento en que vivimos ni del volcán rugiente en que nos hallamos.

EMANCIPACION DE LA UNIVERSIDAD

Para encauzar el debate, habla el delegado Pérez Taylor. Suplica a sus colegas que, al tratar del punto a discusión, se basen en dos consideraciones principales: la emancipación de la Universidad Nacional, aboliendo la Secretaría de Instrucción PÚblica, y la centralización de la educación. Lo demás es cuestión de reglamentar el artículo.

LA LIBERTAD

En seguida, el delegado Nieto, desde su curul, pide permiso para interpelar al delegado Díaz Soto y Gama, como miembro de la Comisión de Programa, sobre un punto: el de la libertad de enseñanza, y después de varios circunloquios que tienden a ir afirmando los conceptos antes de hacer la interpelación final, pregunta si el concepto libertad, estampado en el Plan de Ayala, es una pamplina.

El delegado Díaz Soto y Gama se adelanta a los deseos de Nieto, y antes de que éste llegue al fin prefijado, le dice que la libertad no puede ser una pamplina; pero que hay mucha diferencia entre la libertad y la facultad de enseñar errores.

Agrega que, aunque esas interpelaciones debía contestarlas el señor Cervantes, autor del artículo, él lo puede hacer, porque está enterado del asunto. Remite al interpelante a los luminosos debates de la Cámara francesa sobre los motivos que hubo en aquel país para prohibir a las instituciones religiosas que impartieran enseñanza. Cita el caso Dreyfus y le recomienda la lectura de varios autores, entre otros, Zola.

Durante este diálogo, las galerías aplauden o sisean; lo primero, cuando habla el delegado Nieto; lo segundo, cuando habla Díaz Soto y Gama.

En seguida, Nieto solicita permiso para interpelar al delegado Cervantes, y como. pretendiera seguir el mismo sistema que empleó con Díaz Soto y Gama, el interpelado suplica que se le hagan todas las interpelaciones de una sola vez, para que él pueda contestarlas en la misma forma.

Las interpelaciones de Nieto se basan en que Cervantes conoce la libertad que en materia de enseñanza existe en Estados Unidos, Francia e Inglaterra, y conociendola, insiste en que el artículo a debate prohíba esa libertad en México. (Las galerías tienen nuevos aplausos para Nieto)

EL PODEROSO PAPEL DE LA EDUCACION

Con aplauso sube a la tribuna el delegado Cervantes. Su discurso abunda en documentación sería y de peso, que indudablemente servirá para ampliar los horizontes de esta discusión.

Hace una defensa bien fundada de por qué se pide la preponderancia de la cultura física en nuestras escuelas, y trae a mención los magníficos resultados obtenidos por los países sajones, que especialmente se han dedicado a enseñar la aplicación práctica de los conocimientos, sin posponer por eso la teoría, que es también factor principal para el desarrollo de la inteligencia del estudiante. Luego pasa a explicar por que en el articulo se habla de instrucción y de educación; son dos ramas que marchan paralelas y por medio de ellas se logra el desarrollo armónico de la inteligencia, a la vez que se obtiene la formación del carácter. Participa con Le Bon de la fórmula psicológica de que la educación es el acto que hace pasar lo consciente a lo inconsciente.

Explica en términos sencillos que la instrucción es el acto de llevar a la inteligencia el convencimiento, y la educación el acto de acostumbrar al individuo a que ejecute ciertas cosas buenas sin necesidad de proceso intelectual, o sea por costumbre. Luego pone en parangón los sistemas educativos sajón y latino; señala los puntos de supremacía que en aquél se advierten, y como prueba elocuente e irrebatible compara la vitalidad de ambas razas.

A continuación pasa a tratar acerca del fin a que se encaminan las interpelaciones del delegado Nieto. Sostiene que en Francia existe la prohibición de enseñanza a las instituciones religiosas, lo cual es perfectamente lógico, porque la escuela no debe participar de los errores ni de las influencias de sectarismo en que abundan las religiones. Cita ejemplos para afirmar su tesis, se muestra respetuoso hacia todas las religiones, y con respecto a la católica, alaba lo bueno que tiene en su enseñanza de moral pura, pero combate los errores que, quiérase o no, tienen que surgir al comenzar el espíritu sectario. Esas ideas, propiamente religiosas, son confusas, contrarias a la verdad y casi siempre constituyen un escollo que, arraigado en los primeros años, difícilmente se salva, aun cuando se llegue a la mayor edad y al pleno desarrollo de las facultades intelectuales. Ese escollo que impide el perfeccionamiento de los pueblos, hay que evitarlo. Por eso no debe permitirse que las instituciones religiosas impartan instrucción.

Para probar al delegado Nieto que en Francia existe la prohibición de que se trata, cita el caso de una pena impuesta a dos hermanas de la caridad, porque contraviniendo la disposición gubernamental, estaban impartiendo instrucción.

Finalmente, dice que la enseñanza laica tiende a algo muy grande y muy noble, como es la formación del alma nacional, al desarrollo de los sentimientos patrios.

Habiendo transcurrido el tiempo reglamentario, se suspende la discusión del artículo XXIII, y la Secretaría da cuenta de otros asuntos que tratamos en otro lugar.

Cuando terminó la discusión del artículo XXIII del Programa de Reformas, de que damos cuenta en otro lugar, la Secretaría de la Convención dio lectura a un telegrama que el general Barona dirige a la Asamblea, desde San Angel, D. F., y en el cual comunica que sus tropas están con la Soberana Convención, y dispuestas a cumplir sus órdenes.

La Mesa da el trámite de que dicho documento sea transcrito al cuartel general del Sur y a la comandancia militar, para que procedan de acuerdo con la gravedad que el caso reviste.

¿Qué caso es ése?, pregunta uno de los delegados.

Probablemente el de esta mañana, responde la Secretaría.

El delegado Liñeiro pide la palabra para impugnar el trámite. En vehemente discurso dice que el caso de Barona es muy grave.

Juzga en pocas palabras las circunstancias en que se desarrolló el escándalo de que dimos cuenta en nuestra edición de ayer, y termina pidiendo que se decrete la separación de Barona del seno de la Asamblea, y que su representante se retire. (Las galerías aplauden estruendosamente)

El presidente Quevedo
Creo que el trámite está bien dado y es el que corresponde. Aquí no hay ninguna acusación contra el general Barona, y no veo yo por qué esta Asamblea va a proceder contra él. Respecto al escándalo de esta mañana, el Encargado del Ejecutivo ha declarado oficialmente que es cuestión de resentimiento entre el general Barona y otro general; pero que no reviste ningún carácter político. Se me ha informado que el cuartel general del Sur, ya procede en estricta justicia; no es, pues, la Convención, la que tiene que castigar estos actos, los responsables de que se aplique la justicia, serán los jefes de ese cuartel general. (Aplausos en las curules del Sur)

Liñeiro califica de embudo el criterio de la Presidencia; insiste en que, a pesar de las declaraciones del Ejecutivo, la Convención tome intervención directa en el asunto, que retire a Barona y a su representante de la Asamblea, y como miembro de la delegación de Sonora, alojada en el Hotel Lascuráin, pide garantías para la misma delegación. (Nuevos aplausos ruidosos en las galerías)

Cervantes opina que, efectívamente, el caso del general Barona es muy grave; pero no por eso va a defender la tesis del ciudadano Liñeiro, porque él -Cervantes- tiene la firme convicción de que los jefes del cuartel del Sur sabrán hacer justicia; ellos son los directamente abocados para hacerla, y la harán, porque han demostrado que saben cumplir con sus compromisos, y son celosos de sus deberes.

Luego agrega, que si los sucesos futuros no responden a la represión enérgica que debe tomarse, para tranquilidad de la sociedad y seguridad de los delegados, entonces será tiempo que la Convención exija a quien corresponda la justicia que la honradez reclama. (Aplausos)

El delegado Díaz Soto y Gama explica que el trámite de la Mesa es correcto, que el general Barona no se ha rebelado contra la Convención; lo prueba el telegrama a que antes se dio lectura, y que sólo hay el caso de un delito del orden común, cuyo esclarecimiento y castigo queda encomendado a las autoridades correspondientes.

Hace notar que las declaraciones del Encargado del Poder Ejecutivo -sinceras y correctas- son la mejor prueba de que sólo se trata de delitos del orden común, y que esas mismas declaraciones del general Roque González Garza, son bastantes para satisfacer a la opinión pública. Lo demás -agrega- no es más que palabrería, para complacer a las galerías. (Siseos)

El delegado Nieto habla en seguida. Su peroración está llena de calor; no admite que incidentes como el registrado en la madrugada, sean producto del estado caótico en que nos hallamos; argumenta en el sentido de que el acto cometido por el general Barona, reviste caracteres de mucha gravedad, puesto que no respetó la residencia del Encargado del Poder Ejecutivo, cuya vida -dice- debemos cuidar tanto como la de nosotros mismos. (Las galerías aplauden frenéticamente y se escuchan ¡bravos!)

Exige energía para los que no respetaron el lugar; no admite que el suceso sea considerado como un delito del orden común, y dice que mientras le quede un aliento de vida, clamará contra los que, prevalidos de la fuerza y de sus grados, cometen atropellos. (Las galerías llegan al colmo de su frenesi. Los aplausos se prolongan y los bravos aumentan)

Sigue el delegado Nieto calificando con palabras duras el acto del general Barona, opina que el ataque ha revestido triple gravedad, porque el hecho es que, queriéndolo o no, se atacó al general González Garza, como miembro de la Asamblea, como Encargado del Poder Ejecutivo, y como representante del general Villa, quien sí se está batiendo frente al enemigo. (Nuevos aplausos estruendosos en las galerías)

A medida que habla el señor Nieto, su vehemencia aumenta, llega al terreno de las acusaciones y dice que el general causante del escándalo debe considerarse como traidor, por más que el licenciado Soto y Gama le vaya a replicar que todo es palabrería.

Pide la palabra el licenciado Díaz Soto y Gama, para rebatir los conceptos de Nieto. Las galerías no le permiten hablar, y hay necesidad de llamarlas al orden.

Por fin, el orador puede ser escuchado, y dice que Nieto sólo ha empleado palabrería hueca, hojarasca, para atraerse el aplauso de las galerías. (Nuevos siseos)

Insiste en que el trámite está bien dado, y afirma que tanto la comandancia militar como el cuartel del Sur, sabrán cumplir con su deber, como todos los del Sur han sabido cumplirlo.

Nieto vuelve a insistir en que se declare traidor al general causante del escándalo. (Muchas voces en las curules: No, no, no)

La Presidencia explica los antecedentes del trámite, acordado de conformidad con el Encargado del Poder Ejecutivo. Estima que ha obrado honradamente e insiste que la Convención no puede tomar participación directa, porque en la Asamblea no existe ninguna acusación contra el general Barona.

El general Matías Pasuengo hace aclaraciones en el mismo sentido que las ha hecho el Ejecutivo, y, finalmente, el delegado Marines Valero expone que debe confiarse en que esta vez, el cuartel general castigue con la energía que se necesita.

Opina que los revolucionarios, no por el hecho de haber ido al campo de batalla a disparar muchos tiros, están autorizados a cometer atropellos, e incidentalmente cita el caso de un teniente coronel que pretendía raptar a una señorita. Que el revolucionario merezca bien de la Patria, por sus buenos actos, pero que no vaya a exponer su vida para adquirir patente de rufianería.

Agrega que, en ese camino, él no seguirá a los revolucionarios.

Se da por terminado el debate, y se aprueba el trámite que la Mesa había dado.

En la sesión celebrada ayer tarde por la Soberana Vonvención Revolucionaria, se aprobó el inciso segundo del decreto que crea el Comité de Salud Pública.

En general, el espíritu revolucionario se mostró en pro del inciso aprobado, y sólo hubo discrepancia en lo que se refiere al alcance de la ley.

Antes de poner a debate dicho inciso, se dio cuenta con un oficio del Ayuntamiento de Xochimilco, en que pide se provea de casa y muebles a dicha Corporación, utilizando los bienes nacionalizados.

Un telegrama del general Eufemio Zapata, en que denuncia que en los ferrocarriles se están cometiendo explotaciones inconvenientes.

Luego el inciso que dice:

II. Consignar ante las autoridades competentes a los autores y cómplices de los cuartelazos de Veracruz y de la Ciudadela, a los autores y cómplices de los asesinatos de los señores Francisco y Gustavo Madero, José María Pino Suárez, Abraham González, Belisario Domínguez y todos aquellos que fueron sacrificados por su filiación revolucionaria; a los ministros, senadores, diputados y gobernadores del régimen huertiano, a los altos dignatarios del clero que ayudaron a Victoriano Huerta por medios financieros o de propaganda; a los jefes militares, prefectos políticos o funcionarios de cualquier categoría, que durante las referidas administraciones de Díaz o de Huerta hayan cometido delitos del orden común; a los miembros del llamado Partido Científico, a los directores intelectuales del porfirismo y del huertismo; a todos los directores y principales redactores de periódicos que provocaron el cuartelazo o defendieron al Gobierno de Huerta, y a los que hayan fomentado y fomenten la división entre los elementos revolucionarios.

El delegado Marines Valero pide la palabra para preguntar a la Comisión respectiva si está de acuerdo para que se agreguen los dos incisos que en otra ocasión propuso, a fin de hacer más extensiva y explícita la ley. Los incisos tratan de la consignación de los revolucionarios que hayan cometido actos en provecho personal o en desdoro de la causa, y la destitución de los ex federales que expontáneamente hayan ingresado a las filas de Huerta para sostenerlo.

El general Matías Pasuengo opina que no estima convenientes esos incisos, y resultarian hasta impolíticos; además, no son necesarios para el fin que se persigue, que no es otro, que limpiar la administración revolucionaria de elementos malsanos que se han colado.

Marines Valero rebate esta argumentación, y Pasuengo aclara que lo que expuso es opinión particular suya.

Otro delegado cuyo nombre no recordamos, hace ver que esa ley debe ser concisa, a fin de que no resulte ridícula, pues tal como está redactada, cae en el mismo absurdo criticado en tiempo de Huerta, cuando un juez de éste ordenó la aprehensión del general Zapata.

Pide que la ley sea más práctica.

El delegado Ortiz se extraña del argumento de su colega, que en otra ocasión defendió con calor el asunto. Insinúa que hay que encauzar la labor del Ejecutivo, ayudándolo en la selección de los elementos del Gobierno, y en esto hay practicidad. Urge el Comité de Salud Pública, para salvar la obra de la Revolución.

El delegado preopinante insiste en que no se debe caer en exageraciones que hagan inaplicable la ley.

El ciudadano Casta argumenta en este mismo sentido, considerando que el inciso primero del artículo segundo, ya aprobado, es lógico y aplicable; pero el segundo resulta antipolítico e inconveniente, porque no podrá hacerse justicia pareja.

Díaz Soto y Gama apoya fogosamente el inciso, y en el curso de su peroración dirige frases a Casta, que le disgustan. Insinúa que los delegados del Norte se están volviendo reaccionarios, y tacha de impolítico caer en los mismos errores del apóstol Madero.

Terminó excitando a sus colegas a aprobar el artículo, porque, de lo contrario, no merecerian la representación de jefes revolucionarios.

En su disertación ataca a la sociedad, lo cual provoca siseo s en las galerías.

Cervantes toma la defensa de la sociedad y critica a Soto y Gama su insistencia en llamarla hipócrita y gazmoña. Pide respeto para la sociedad que no es del grupo corrompido, por más que éste pueda esconderse dentro de aquélla. (Las galerías aplauden)

Continúa Cervantes diciendo que es cobarde atacar a los individuos que no pueden defenderse, y que en este caso están las galerías. (Aplausos y bravos. De las curules del Sur voces de: ¡No es cobardía!)

Cervantes: la sociedad me merece respeto porque ... (Una voz de las galerías: esta sociedad es huertista) ... (En las curules del Sur: bien, aplausos) ... Voy a demostrar que no lo es.

Explica que en un grupo tan numeroso como el formado por los habitantes de México, hay muchos reaccionarios, pero que no por esto la sociedad es reaccionaria.

Recuerda el entusiasmo con que esta sociedad recibió a Madero, y estima que la población de México ha contribuido al triunfo de la Revolución.

Rectifica que la delegación del Norte no recibe instrucciones, ni menos regaños del general Villa, que quien ha mandado regañar a la Asamblea es el general Eufemio Zapata. (Se refiere al telegrama de que antes hablamos y en el cual encarece a los delegados que se dediquen con más seriedad a los asuntos que tratan)

Como representante del general Angeles dice que cumple su deber honradamente y esta honradez ha sido reconocida por Soto y Gama.

Soto y Gama replica que, efectivamente reconoce la honradez de Cervantes, pero como reaccionario.

Luego define qué considera como sociedad en México, y por qué la llama hipócríta y gazmoña. No incluye al pueblo, sino que se refiere exclusivamente a la corte corrompida que ha aplaudido a Iturbide, a Díaz, a Huerta y siempre está del lado del vencedor para corromperle. Termina diciendo que Cervantes sólo busca el aplauso de esa sociedad, de esa corte, que él, Díaz Soto y Gama, desprecia. (Aplausos en las curules del Sur)

Cervantes hace constar la aclaración de Soto y Gama.

Casta protesta contra las palabras que anteriormente le dirigiera el mismo orador y lo llama revolucionario de última hora, que ingresó a la Revolución cuando había caído Huerta. (Voces: no es cierto)

Termina diciendo que Díaz Soto y Gama lo llama reaccionario, porque no profesa sus mismas ideas locas. (Aplausos en las galerías. Siseos)

Treviño hace una aclaración sobre la libertad de criterio de la delegación del Norte.

Se pregunta si el asunto está bien discutido. La respuesta es afirmativa.

En votación económica se aprueba el inciso.

Marines Valero quiere que conste su voto en contra.

A las 8 pm. terminó la sesión.

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