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CUARTO.

lnsístese en la independencia de Tejas para adquirirla. Sorprendentes contradicciones.

Así es que no habiendo podido conseguir por estos medios, que Méjico, provocado, le declarase la guerra, tuvo que volver a su antigua ficción, de que Tejas había logrado hacer y sostener su independencia, para establecer así el derecho de sus compatriotas sublevados al territorio de aquel país, y cogérselo el mismo subsecuentemente. Fuele entonces indispensable para esto, rasgar completamente el velo, con que había querido encubrir sus mal disimuladas perfidias; y el que antes había manifestado tanto escrúpulo, para sólo reconocer de una manera prematura la independencia de los norte-americanos introducidos en nuestro territorio, porque temía que se le imputase, aunque injustamente, que daba aquel paso, para apropiarse aquellos vastos terrenos, no tuvo ya inconveniente en desmentirse, haciendo aquello mismo, que le pareció vergonzoso que siquiera se sospechase trataba de hacer. Preséntase y dícenos, en 14 de Octubre de 1844 por medio de su legación, que el gobierno de los Estados-Unidos había invitado al de Tejas, para que renovase su propuesta de agregación; y que no permitiría a Méjico realizar la invasión que proyectaba hacer en aquel territorio, mientras estuviese pendiente la indicada medida, que largo tiempo se había alimentado y creídose indispensable a la seguridad y bienestar de los Estados-Unidos, y que había sido un fin invariablemente seguido por todos los partidos, así como la adquisición de aquel territorio objeto de negociación de todas las administraciones, de veinte años a aquella fecha.

En este memorable documento, señores, sobre el cual ha recaído ya el fallo del mundo civilizado, y hasta de los hombres virtuosos y sensatos de los mismos Estados-Unidos, de una manera muy desfavorable para éstos; en ese documento, vuelvo a decir, se encuentra completamente destruido, cuanto de conformidad con los más sanos principios de la justicia universal, ha dicho el gobierno de aquella República haber observado, en cuestiones de esta clase, según su mensaje ya citado de Diciembre de 36.

En él se exponía, que la política y práctica constante de los Estados-Unidos había sido la de evitar toda intervención, en disputas relativas al gobierno interior de otras naciones, y reconocer eventualmente la autoridad del partido predominante, sin referencia a sus miras e intereses particulares, o a los méritos de la controversia original. En el otro, olvidándose de lo dicho, no solamente interviene en nuestra cuestión puramente doméstica con una de nuestras provincias sublevadas, sosteniendo la pretendida justicia de su insurrección, como lo hizo también el presidente Polk, en su mensaje anual de 47, y metiéndose de lleno en los méritos de la controversia original, sino que nos viene a avisar oficialmente, que ya se había unido con ella para impedir que la recobrásemos, y todo esto no sin referencia a sus miras e intereses particulares, porque él mismo manifestaba, que hacía aquello por haber invitado a los colonos, para que le renovasen la propuesta de su agregación, con la de aquel territorio, al de los Estados-Unidos.

En el mensaje de 36 expresaba, que en la contienda entre España y sus colonias sublevadas se habían mantenido quietos, y esperaron no sólo hasta que se había establecido plenamente la capacidad de los nuevos estados a protegerse, sino hasta que pasó enteramente el peligro de que fuesen nuevamente subyugados. Entonces y hasta sólo entonces, agregó, no fueron reconocidos. Recuerda la estricta adhesión a estos principios, habla en seguida de las mayores dificultades que presentaba el solo acto del reconocimiento de Tejas, y sin embargo, en la nota de su legislación de Octubre de 44, viendo que no podía sostenerse aquella provincia, según los preparativos que hacía Méjico para invadirla, no ya se abstiene de reconocerla, sino que intima toda suspensión de hostilidades por nuestra parte, porque negocia para adquirirla, puesto que había sido este el objeto de la política de todos los partidos y de casi todas las administraciones de los Estados-Unidos, de veinte años a aquel tiempo.

¿Quién pues en vista de lo expuesto podrá dudar, de que todo lo hecho, en los puntos relativos a la revolución e independencia de Tejas, ha sido obra exclusiva de nuestros vecinos del norte; y de que esto no puede darles un justo título a la adquisición del territorio de aquella provincia, sin darlo igualmente a todos los pueblos del mundo, para establecerse en los terrenos de las naciones comarcanas, figurar después cualquier motivo de descontento para sublevarse contra las autoridades, proclamar en seguida su independencia, y fundados en ella, agregarlos a su patria natal? Propio este modo de adquirir para sembrar la desconfianza entre pueblos colindantes y turbar la paz del mundo, el mismo gobierno de los Estados-Unidos no dejó de escrupulizar sobre su moralidad, en el citado mensaje de 36; y por eso, y sin embargo de haber podido invocar los principios generales de la justicia universal, me ha parecido conveniente juzgarlo en la presente cuestión, según sus propias doctrinas, al levantar contra él mi voz acusadora, para ante el tribunal imparcial del género humano, dirigiéndoos la palabra en los funerales de la nacionalidad de nuestro país.

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