Índice de Solución al problema social de Pierre-Joseph ProudhonProyecto de la SociedadCapítulo SegundoBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO PRIMERO

OBJETO DE LA INSTITUCIÓN

Para determinar el carácter de la institucion que desea el Emperador realizar e ignora, empezaremos por sentar la cuestión siguiente:

¿Qué destino podria darse al Palacio de la Industria que fuese más útil al país y al Estado después de la Exposición que acaba de celebrarse?

La respuesta no es dudosa por poco que quiera reflexionarse. Yendo de lo particular a lo general, siguiendo el método por el que se rigen todas las cosas de utilidad pública, diremos:

Habiendo sido construido el Palacio de la Industria para la exposición de 1855, lo que conviene, terminada ya esta ceremonia, es apoderarse de él para una exposicion permanente.

En otros términos, y para desenvolver mejor esta idea, conviene que de una exposicion pasajera, que no ha sido más que una especie de justa industrial celebrada bajo el punto de vista teatral y exterior de la vanidad de las naciones y del orgullo de los fabricantes, se haga una exposicion permanente bajo el punto de vista positivo, realista y práctico del cambio de los productos, de su plena y regular circulacion, de su consumo a su justo precio, de la lealtad y facilidad de las transacciones, del aumento del trabajo y del salario, de la emancipación del jornalero, del equilibrio de los valores, de la policia de los mercados, de la centralización y a la vez de la libertad de comercio, del crédito industrial y agricola, del progreso de la riqueza general, etc., etc.

Cosas todas que presuponen un organismo, una administración, una fuerza motríz, es decir, la formación de una sociedad, agente y representante de la nueva institución.

Tal es, en términos generales, el destino racional y utilitario, y , por lo tanto, altamente democrático, que busca el emperador Napoleón para el Palacio de la Industria; y tal será el objeto de la Sociedad concesionaria.

Sobre esto puede decirse que hemos encontrado acordes todas las opiniones. Están en esto unánimes fabricantes y manufactureros, es decir, productores; comisionistas y empresarios de trasportes; teóricos y prácticos; utopistas y rutinarios; todas las profesiones, todas las inteligencias. No hay ni siquiera una tendencia que no converja a ese punto. Por esto no citaremos aquí ni nombres ni autoridades: bastan el sentido comun y la evidencia.

Definido así el objeto de la Sociedad, se nos presenta una cuestión no ménos grave y de solución ménos fácil.

Pide el Emperador una institución de utilidad pública y popular, y nosotros estamos hablando de darle por motor, agente y órgano, una Sociedad de Comercio, es decir, un ser personal, por más que sea colectivo y económico. ¿Cómo conciliar esas dos cosas, consideradas antagónicas siempre y en todas partes? ¿No iremos a dar en el defecto de todas las fundaciones modernas, que el Emperador tiene aquí precisamente la intencion de evitar?

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