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CONTRA LA DICTADURA DE UN JEFE

Con ocasión de un artículo de Buonarroti, firmado con el seudónimo de Camilo: Del gobierno de un pueblo insurrecto para conseguir su libertad, y publicado en un fascículo de la Giovine Italia en 1833, protesté del siguiente modo contra el párrafo que defendía la dictadura de un solo jefe:

Aceptamos completamente todos los conceptos del artículo, salvo en cuanto admite, entre las formas de gobierno revolucionario, la dictadura de uno solo.

Porque si bien la potestad que debe gobernar la revolución ha de diferir esencialmente de la que debe regir después de la victoria, es indudable que ha de satisfacer a dos condiciones: la de renegar absolutamente del carácter del poder contra el cual se alzó el pueblo y la de encerrar en sí el germen del gobierno futuro; y ambas condiciones se cumplen excluyendo la dominación de uno y proponiendo la dominación de la mayoría.

Porque si bien el poder revolucionario debe componerse de individuos de alma, inteligencia y corazón resueltos, y no es conveniente recurrir a los párlamentos, a las asambleas numerosas, cuando los actos y los decretos deben sucederse unos a otros con la rapidez de los golpes en la batalla, creemos que, al menos, debe figurar en ese poder un representante de cada gran fracción de Italia que intervenga en la insurrección.

Porque en un pueblo consumido por las costumbres de la servidumbre la dictadura de un hombre es sumamente peligrosa.

Porque hasta el día en que el gobierno de la nación surja de la elección libre y universal, la desconfianza es condición inevitable de un pueblo que tiende a emanciparse, y la concentración de todas las fuerzas de la revolución en las manos de uno solo hace ilusorias todas las garantías que se pretenda establecer.

Porque en Italia, como en cualquier otro país siervo, faltan todos los elementos necesarios para reconocer al hombre que por su virtud, energía, constancia, conocimiento de las cosas y de los hombres, sea capaz de asumir sobre su cabeza los destinos de veintiséis millones: y para reconocerlo es necesario largo tiempo, muchas vicisitudes, y que él salga incontaminado de algunas de aquellas situaciones que corrompen más fácilmente a los hombres. Pero durante este tiempo de prueba la revolución necesita ser administrada.

La dictadura, si se enseñorease en Italia, daría un poder ilimitado, facilidad de usurpación y quizás la corona al primer soldado que la fortuna destinase a triunfar en una batalla.

Giuseppe Mazzini

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