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NACIONALIDAD Y NACIONALISMO

La época pasada, época que ha terminado con la Revolución Francesa, estaba destinada a emancipar al hombre, al individuo, conquistando para él los dogmas de la libertad, de la igualdad y de la fraternidad. La nueva época está destinada a constituir la humanidad, el socialismo, no sólo en sus aplicaciones individuales, sino entre pueblo y pueblo, está destinada a organizar una Europa de pueblos libres, independientes en cuanto a su misión interna, asociados entre sí en un intento común, bajo la divisa libertad, igualdad, humanidad.

Hasta ahora era Francia quien guiaba: la que absorbía la dirección del desarrollo de la civilización europea; la iniciativa del movimiento era suya exclusivamente; pero ahora toda supremacía exclusiva de un pueblo debe apagarse con la rehabilitación de todos, con la determinación de una misión que corresponde a cada uno de ellos y que constituye su nacionalidad.

De esas misiones especiales, concertadas y armonizadas, se deriva la misión general que tenga la humanidad para el progreso.

Sobre todo, Suiza debe acoger favorablemente nuestra teoría de la Giovine Europa, porque tiende a constituir una nación suiza y a colocarla entre los elementos del desarrollo de la civilización europea, encontrándole una misión. Hasta ahora, y preciso es confesado, ese país no ha mostrado poseer una conciencia, y por ello ha sido siempre débil, fluctuante entre Francia y Austria, valor nulo en el gran equilibrio europeo, juguete despreciable de todos los tiranos, y amenazada actualmente por algo peor. Si en la primera crisis europea no quiere ser víctima, es necesario que se despierte, que se fije un fin, una fe, una religión de principios, tanto en el interior como en el exterior, y este fin, para el interior, debe fijarse en una constituyente, en una asamblea verdaderamente nacional, que anule el viejo pacto del 15 y lo sustituya por otro más nacional; para el exterior, la nación ha de estar unida mediante lazos de fraternidad con los pueblos que quieren ser libres, reemplazando así a la liga de los gobiernos. Esta misión que debe cumplir en el exterior, será definida en un trabajo que pienso publicar dentro de poco, precisamente en Suiza. Entre tanto, es necesario preparar el terreno para que pueda sembrarse la semilla, es preciso comprender la idea de la Giovine Europa, - dar a conocer que la Giovine Europa no es una secta, sino una asociación; que no tiene un fin de destrucción, sino el mucho más importante de fundación; que no aspira tan sólo a sembrar una idea política, sino a hacer una religión de un principio renovador que debe aplicarse a todos los ramos de la actividad humana, y crear una nueva filosofía, una nueva literatura, una nueva economía política, etc.

Es necesario, además, concretándose al objeto más próximo y más material, hacer entrever que se preparan grandes acontecimientos, que estos acontecimientos, cualquiera que sea el pueblo donde surjan, deben provocar necesariamente la guerra europea, guerra universal, porque es de principios, y entonces los gobiernos absolutistas aprovecharán el acontecimiento para intentar destruir esta forma de gobierno republicano y para realizar el desmembramiento, tanto tiempo proyectado, de Suiza -y eso sólo podrá impedirlo la liga de los hombres libres de todos los países, en suma, la Giovine Europa.

Giuseppe Mazzini

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