Índice de Manifiesto político y social de la democracia pacífica de Victor ConsiderantAnteriorSiguienteBiblioteca Virtual Antorcha

2.- División del trabajo por el acrecentamiento de nuestras fuerzas. Concepción general de los destinos humanos.

Las grandes renovaciones en el orden del pensamiento humano y del movimiento social se efectúan, en la edad moderna, por libros y escritos técnicos donde la nueva ideología se expone bajo formas científicas, filosóficas, artísticas y religiosas que le son propias; y por diarios donde los principios generales se desenvuelven tomando por temas los intereses cotidianos y los problemas que cautivan la atención pública. De semejante modo es como los escritos de los filósofos, de los poetas y de los economistas del siglo pasado y del comienzo del actual han consumado, en concurrencia con los diarios y con la tribuna, el movimiento que hoy se lleva cumplido en el orden político.

Hemos seguido esa marcha natural; hemos escrito obras de variado carácter; continuamos y continuaremos escribiendo e incitando trabajos de fondo con el fin de renovar la ciencia, el arte y la filosofía, sobre la base de los magnos principios de la asociación de la humanidad, y a desarrollar la realización social del cristianismo, es decir, la fraternidad y la unidad, fines supremos de nuestras doctrinas.

Al mismo tiempo, hemos trabajado por crear, en el dominio de la publicidad activa, una tribuna sin cuyo concurso nuestros esfuerzos e ideas resultarían infructuosos e ignorados por el público. Hemos fundado un primer órgano periódico.

Primitivamente destinado a vulgarizar la teoría y la técnica de la ciencia social, mantenía con preferencia el carácter de revista, exponiendo a los hombres de estudio y en el dominio casi exclusivo de la especulación pura las concepciones del Gran genio, de cuyos luminosos descubrimientos sacamos todas nuestras fuerzas.

Respecto al destino de la humanidad sostenemos una concepción científica y general. Creemos que ella, a impulsos del soplo divino, está llamada a realizar progresivamente con mayor fuerza, una asociación de las familias, de los individuos, de las clases, de las naciones y de las razas, es decir de sus elementos constitutivos. Creemos que esa asociación de la familia humana llegará a una unidad perfecta, es decir, a un estado social donde el Orden resultará espontáneamente del natural y libre acuerdo de todos los elementos humanos.

Tal visión teórica surge de una concepción general de la Humanidad que es aplicable al pasado, al presente y al porvenir de las sociedades, es decir, que encierra un agregado de conocimientos sobre la Historia y la política contemporáneas y un conjunto de planteamientos sobre la organización ulterior de las sociedades.

Nuestro órgano periódico, por su orientación primitiva y su carácter de revista hebdomadaria, trataba simultáneamente estos tres órdenes de problemas y en especial el último.

El desarrollo de nuestras fuerzas, al fraccionar las funciones y separar los problemas, tiende a disminuir tal complicación. Aproximándose a la cotidianidad, La Falange debía naturalmente intimar más de cerca en los asuntos de actualidad, de práctica y de economía social, y abandonar a libros y folletos especiales, los relativos a los fines últimos, a nuestro criterio más perfectos, pero sin duda más alejados de las formas vigentes.

Por otra parte, los problemas de actualidad, al ser los únicos que se encuentran en condiciones de atraer la atención pública en un periódico de aparición frecuente, ofrecen los mejores temas de enseñanza y de iniciación respecto a los nuevos principios.

Este curso ha engendrado un movimiento favorable a la ideología y a la opinión. La Falange se muestra más accesible a las inteligencias que no conocen o no comparten nuestros fines últimos. Ha dejado progresivamente de mostrarse al público como un diario confeccionado por utopistas y con destino a los iniciados. Incluso las gentes peor predispuestas comienzan a gustar y a sentir la política y la economía social. Y, como después de todo, aquéllas no son más que aplicaciones actualizadas de nuestros preceptos generales de asociación, de organización y de sociabilidad, con respecto a la solución de los problemas que el curso de los acontecimientos plantea, los espíritus que aprueban esas soluciones reconocen paulatinamente el valor de los principios y llegan a estudiar con simpatía y, por un impulso íntimo, los distintos órdenes de su aplicación.

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