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Penitenciaría Federal de los Estados Unidos.

Leavenworth, Kansas.

Mayo 3 de 1921.

Señorita Elena White.

Nueva York, N. Y.

Mi querida camarada:

Tu hermosa y querida carta del 21 de abril último fue recibida con el gusto de siempre y leída con deleite e interés. ¡Es tan franca y tan sincera ... ! No ocultas las emociones que mis palabras hicieron nacer en tu ser sensible; en lugar de eso abres tu alma para dejarme ver su maravillosa profundidad, y por tal privilegio, que sólo unos cuantos mortales pueden disfrutar, te estoy agradecido, mi querida camarada. ¡Qué barato compré este privilegio: unas cuantas palabras! Unas cuantas palabras mías y las sólidas puertas con las cuales el hombre oculta su mundo interno de las miradas curiosas e impertinentes, fueron abiertas por ti para ver yo ... Al borde de ese infinito, mi corazón detiene sus palpitaciones sobrecogido de espanto y asombro. No hay nada tan infinito e inmenso como una alma, y nada tan facinador como la mirada de una alma grande. Como admirador, o mejor dicho, como un adorador de la belleza, permanezco estupefacto ante la magnífica vista. Penetrar ahí o retroceder, sería un sacrilegio. Para el inexperto, es caos de color y de forma; pero el que lo comprende ve en ello la vida en sus mil manifestaciones; quien ha buscado el refugio de una alma pura y valiente para escapar de la profanación por los que tratan de aprisionarla en las páginas secas de los Códigos. Por lo tanto, ante este almacén de la vida, convertido en templo sagrado por su mera presencia en él permanezco extasiado, bañado en su gloria, mientras que de las profundidades más íntimas de mi ser, se eleva una melodía, un himno a la belleza, a la belleza inmortal y pura; pues mientras haya almas como la tuya, en donde la vida se pueda refugiar, mi ideal de belleza vivirá.

Tengo otra carta de nuestro amigo Harry Weinberger. Incluye copia de una carta de fecha 18 de abril último que el señor Daugherty, el nuevo Procurador General, le envía referente a mi caso. ¡Cuán diametralmente opuestos me juzgan tu y el señor Daugherty! Tu generosidad te hace pensar que mis palabras son encantadoras ... Sin embargo, soy incapaz de infundir encanto al señor Daugherty. Él me cree peligroso ... y es de opinión que el calabozo de una prisión es el lugar más apropiado para mí. Los criminales más degradados y degenerados salen diariamente de la prisión para continuar su interrumpida tarea de envenenar al pueblo con toda clase de drogas, o inducir a las jóvenes a la prostitución o malversar el dinero de los pobres ganado con tanto sacrificio. El violador de mujeres sale en completa libertad para continuar llevando la miseria, la vergüenza y la deshonra a los hogares que sin él serían felices. La justicia abre las puertas de la prisión al banquero para que vaya nuevamente a continuar su obra de arrojar, a la pobreza y a la desesperación, a cientos y miles de inocentes criaturas. Para el asesino también hay justicia, como si diariamente no se derramara en todo el mundo bastante sangre, que se hiciera imperiosa la necesidad de libertar a los carácteres más sedientos de sangre. En fin, los crímenes antisociales, son vistos benévolamente por la justicia; pero el que sostiene un ideal de fraternidad, de paz y de amor es considerado peligroso y apartado de los demás para que se pudra y muera como una bestia feroz. Todo mi ser se estremece ante esta espantosa corrupción de los instintos más elementales que marcaron la separación del hombre y de la bestia. ¿Cuándo los humanos detendremos esta carrera insensata hacia la obscuridad primitiva? De animales sociables nos hemos convertido en monstruos individualistas. Y en vez de ensanchar nuestras fronteras para sostener una bandera común de fraternidad y amor, todos levantan más alto y más alto el negro estandarte del egoísmo: ¡Cada uno para sí! Bajo estas circunstancias soy considerado como peligroso y mis doctrinas, monstruosas; el lobo detesta saber que sus dientes deben ser extirpados ... Así pues, por razón de ferocidad, debo continuar en la prisión. No me quejo: es natural en la hiena creer que es un privilegio suyo el festejarse con carne descompuesta; los que se esfuerzan en ser lobos, tienen también ese derecho, pero por respeto a la decencia no cubramos tan horroroso retroceso a la barbarie - si es que hemos surgido de ella, lo cual dudo mucho - con la capa de la justicia.

Respecto al libro Judgement of peace (El juicio de la paz) no llegó. En su lugar me fue entregado el catálogo viejo que te devuelvo; estoy avergonzado de que después de haberte molestado tanto para mandarme el libro que te pedí, se haya extraviado. Quizá tu orden fue traspapelada por algún dependiente. Estoy muy apenado por haberte ocasionado esta pérdida de dinero.

Es tiempo de despedirme, y no he dicho lo que tenía que decir; pero el espacio de papel permitido se está acabando y es necesario detenerse.

Da mi cariño a Erma y a todos los buenos camaradas, y tu acéptalo, como que es lo que mi corazón siente por aquellos que son generosos y buenos como tu, mi querida camarada.

Ricardo Flores Magón


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