Indice de En pos de la libertad de Enrique Flores Magón Hagamos buena propagandaJulia MonrealBiblioteca Virtual Antorcha

EN POS DE LA LIBERTAD

Enrique Flores Magón

LA MISERIA Y EL HAMBRE



Lívidos, desencajados, con los ojos encuadrados en negras manchas impresas por el hambre, caminan las borregadas humanas en busca de alguien que les arroje un mendrugo de pan a cambio de trabajo.

Las minas cerradas, las industrias paralizadas, el movimiento comercial mutilado, han reducido a la miseria y arrojado en los brazos del hambre y de la desesperación a millones de seres humanos que hasta ayer, antes de que comenzara la contienda armada europea, podían bien que mal, aunque a trueque de ser explotados, ganarse con sus brazos y sus inteligencias siquiera lo necesario para continuar haciendo la vida vegetativa que el obrero soporta bajo el presente sistema capitalista.

La miseria y su inevitable hermano el hambre, han hecho presa de las masas trabajadoras.

El ejército de los desocupados monta ya a millones en este país solamente, a pesar de no estar éste envuelto directamente en la tragedia europea, y a muchos más millones monta, por lo tanto, el número de las unidades proletarias que sin abrigo ni albergue, ni alimentos seguros, forman las chusmas del hambre y de la miseria.

Estas multitudes famélicas, de verdaderos ilotas, impotentes para ganarse honradamente el sustento, son la levadura de la revolución social mundial que se avecina. De entre esas multitudes surgirá el grito sublime de ¡A expropiar!, que dominando los lamentos de los más cobardes y los ayes de los débiles, terminará por hallar eco en los labios lívidos de los hambrientos que en un supremo esfuerzo de desesperación y cólera, arremeterán contra el inicuo derecho de propiedad privada y entrarán a saco en los graneros y bodegas de los ricos.

Natural es que entonces los guardianes del orden, que no son más que simples esbirros al servicio de los ricos y guardianes de los intereses de esos mismos bribones, blandirán sus armas contra las multitudes famélicas; y el primer conflicto armado de la vecina revolución social mundial será efectuado.

Para un evento así, que, de durar la guerra europea unos cuantos meses más y con ello arrecie el hambre, tendrá que efectuarse tan seguramente como el fruto maduro cae por sí solo del árbol, debemos estar preparados los anarquistas. Para un evento así, que es lógico esperar, debemos hacer cuantos esfuerzos podamos, sin ahorrar ni el más mínimo, por crear consciencia de clase entre los trabajadores a la mayor brevedad posible, por crearla entre esas que hoy son borregadas humanas y que, gracias a la misma condición de miseria y de hambre en que se encuentran, son más accesibles a nuestra propaganda, porque el hambre es un buen estimulante que dispone al hombre a cometer actos radicales que cuando está satisfecho y felíz, y por lo mismo es conservador, no se atreve a efectuar por hallarlos hasta criminales.

Nada mejor, en mi opinión, para preparar más violentamente a los trabajadores mundiales al conflicto armado social-económico que se avecina, que una profusa y constante propaganda de la revolución social-económica que en México se ha venido llevando a cabo desde hace cuatro años, y de los ideales igualitarios que animan a los verdaderos revolucionarios mexicanos que, aunque aún sean una minoría, son de hecho, como han venido siendo, los orientadores del movimiento mexicano que, gracias a los esfuerzos de esa minoría, se ha logrado, al menos hasta hoy, encaminarlo a una finalidad bastante avanzada ya: la aspiración general de poseer la tierra. Quien posee la tierra, que es la base y fuente de todo lo que existe en este mundo, posee todo, y por lo tanto es libre en toda la extensión de la palabra. De ahí al comunismo anárquico no hay más que un paso. que bien puede ser dado durante esta revolución, como deseamos lograrlo.

Una propaganda sistemática del movimiento revolucionario mexicano y del ideal de Tierra y Libertad, es lo que se necesita con urgencia y profusamente. para preparar y aún inducir a la acción a los futuros vengadores y justicieros.

Así lo creo, y de ahí que me aliente ver a periódicos como los que he citado otras veces y a Land and Liberty de Hayward. Cal.; Cultura Obrera, New York; The Public, Chicago, Ill; The Voice of the People, Portland, Ore.; La Verdad, de Río Gallegos, Argentina; The National Rip-Saw, Saint Louis, Mo.; Solidarity, Cleveland, Ohio, y otros que en sus últimos números vienen aún ocupándose de la revolución mexicana, por más que la atención píblica está bastante distraída con los acontecimientos de Europa.

Nos llamamos anarquistas; clamamos a voz en cuello que este sistema de iniquidad capitalista debe ser derrumbado, limpiando por completo la superficie del mundo de frailes, ricos y autoridades; hagamos, pues, que nuestros actos sean consecuentes con nuestras palabras, y haciendo a un lado los vestigios que tengamos aún de superhombres, y de racistas, hagamos justicia al noble indio mexicano, haciendo públicos sus actos de justicia social y sus aspiraciones sanas, y ayudaremos a que sea un hecho la completa destrucción del sistema capitalista que tanto alardeamos odiar.

(De Regeneraclón, del 28 de noviembre de 1914. N° 203).
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