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EN POS DE LA LIBERTAD

Enrique Flores Magón

HAGAMOS BUENA PROPAGANDA



No puedo concebir por qué causa un hombre, para satisfacer sus necesidades, debe pedir la venia de un tercero. Lo natural es que ese hombre atienda por sí mismo y cuando lo crea oportuno a sus necesidades.

Las bestias, en este sentido, nos superan. Hablo, naturalmente, de los animales del campo, porque los domésticos están, como el animal hombre, supeditados a la voluntad de un tercero, el amo.

La más insignificante bestiezuela cuando siente hambre, no se dirige a otra de su clase a que le permita alimentarse; por sí misma se asiste cuando y como su naturaleza lo requiere.

El niño, avanzando su manita y tomando el pan que desea y necesita comer, obra más cuerdamente que el obrero redactando peticiones con que reblandecer el corazón del amo, para que este vampiro le dé siquiera una migaja de pan más que llevar a las hambrientas boquitas de sus pequeñuelos.

Las plantas y los animales llamados irracionales o inferiores, se desarrollan libremente; la naturaleza toda es libre de la tiranía de un tercero, y nosotros los llamados animales racionales o superiores, como componentes de esa misma naturaleza, debiéramos ser libres, completamente libres.

Pero no somos libres. Sobre nuestras espaldas traemos un fardo enorme que nos aplasta bajo su peso. Dentro de él vienen nuestros prejuicios y atavismos nacidos y alimentados por la ignorancia de nuestros antepasados y la nuestra, y también viene ahí, y en buena cantidad, nuestra cobardía, nuestro miedo a lo desconocido.

Queremos ser libres; pero menos atrevidos que el niño que va directamente al punto que le atrae, nos perdemos en un laberinto de reformas políticas y panaceas obreras que a todo nos conduce menos al punto deseado.

Queremos ser libres; ansiamos ser libres; pero nuestra sangre se hiela en nuestras venas ante la idea de tener que usar medios violentos para hacerlo, y vemos con horror, la revolución, aunque de dientes para afuera la ensalcemos.

De ahí viene que a un movimiento en el que hay tantos elementos anarquistas como en la revolución mexicana, esforzándose por orientarlo hacia el comunismo anárquico, muchos periódicos llamados revolucionarios le hagan el vacío bajo pretextos más o menos fútiles; que la mayoría de los llamados periódicos obreros eviten tocar ese punto, como se evita el contacto de un erizo, y que otros, para disfrazar su cobardía, ataquen brutalmente ese movimiento hermoso; fútil eso a los que honrada y desinteresadamente dedicamos todo nuestro yo, nuestras ansias y nuestros desvelos, nuestros cerebros y nuestros esfuerzos a educar a los proletarios mexicanos en sus intereses de clase y mostrarles el presente oportuno momento, e inducirles y ayudarles a aprovecharlo, para conquistar su libertad económica, política y social.

De ahí viene que esta semana sean muy pocos los periódicos que tengo que citar de nuestro canje recibido en la misma, que de una manera u otra aprovechen la revolución mexicana para la propaganda. Ellos son los siguientes: A Revolta, Santos, Brasil; El Dependiente, Habana, Cuba; The National Rip-Saw, Saint Louis, Mo.; El Obrero, Barranquilla, Colombia; Methow Valley News, de Twist, Wash.; Justice, Portland, Ore.; Socialdemocrat, ciudad; Labor Leader, San Diego. Cal.; Cultura Obrera. L´avvenire. Current Opinion y The New Review, Nueva York; The Guardian, Middleton, Inglaterra; El Jornalero, Trujillo, Perú; Appeal to Reason, Girard, Kans.; y Zadruha, Parha, Hungría.

Muy pocos son los periódicos como Land and Liberty, Why? y Fuerza Consciente, por ejemplo, que deveras hagan labor netamente revolucionaria con constancia, que hablen claro la verdad al proletariado y lo induzcan abiertamente a una acción sana y radical, sin recurrir a componendas ni paliativos; tal como se necesita en la época actual en que estamos a las orillas de la revolución mundial, para preparar para ella a los trabajadores y, si es posible, precipitarla.

Muy pocos son esos periódicos que hablen claro, y ello es una lástima, porque estamos perdiendo el tiempo limitado que tenemos para prepararnos a recibir la próxima revolución armada que será casi, si no por completo, universal, y que llama ya a nuestras puertas.

Para ayudarse en la propaganda, para sacudir marasmos y despertar consciencias, nada al presente es mejor tema y mejor ejemplo de lo que puede la fuerza del proletariado que la revolución mexicana que, hasta sólo en su aspiración general de tomar posesión de la tierra, sin tomar en consideración los actos de verdaderos revolucionarios de miles de camaradas que se encuentran en el campo de la acción, basta para hacer la propaganda demoledora que se necesita para orientar más prácticamente al futuro levantamiento universal, de manera que en vez de levantarse en armas los proletarios acosados por la desesperación sin rumbo fijo, se lancen desde luego, a la expropiación al grito sublime de ¡Tierra y Libertad!

(De Regeneración, del 18 de julio de 1914. N° 196).
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