El ensayo de Edmundo González Blanco que ahora colocamos en los estantes de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, intitulado El anarquismo expuesto por Kropotkin, data de 1931. Se trata de la introducción a una compilación de textos de Pedro Kropotkin, y es, a todas luces, un desesperado intento por denostar, de manera poco noble por cierto, no sólo la obra sino también la labor de uno de los más importantes representantes de la corriente del anarquismo comunista.

La razón por la que decidimos colocar este texto en nuestra Biblioteca, reside en el hecho de que las argumentaciones esgrimidas por González Blanco en su afán de desprestigiar la obra de Kropotkin, no sólo caen por su propio peso, sino que evidencían la completa desconexión del autor con su medio social. En efecto, una de las principales tesis de Blanco consiste en su afirmación de que el anarquismo kropotkiano era, para 1931, cosa del pasado, porque en su opinión el anarquismo era ya una auténtica entelequia. Sin embargo, cinco años después de escrito esto, o sea, en 1936, el anarquismo daría al mundo una clara muestra de sus potencialidades revolucionarias, por lo que la tesis del señor Edmundo González Blanco naufragó por completo.

Es interesante el tomar en cuenta que si bien el autor busca cubrirse en sus críticas, tras lo expresado por el marxista Plejanof en sus ataques al anarquismo, no es el prisma de la crítica marxista al anarquismo lo propio de Blanco. Sus conceptos retrógrados y contrarrevolucionarios devienen de otras fuentes, y esto no obstante que puntualmente busca camuflearse tras las continuas citas de lo esgrimido por Plejanof. Sin embargo, y no obstante su virulencia antikropotkiana y antianarquista, resulta muy interesante su escrito, puesto que si bien lo elabora para abominar del anarquismo, en su desarrollo, y sin que él se de cuenta, abre polémicas sin duda bienvenidas en el campo libertario, incitando a reflexionar sobre varios puntos.

Y esto sucede porque el señor Blanco en su incomprensión del contenido del ideario ácrata, no es capaz de entender que en el campo libertario no es común el prender veladoras a santones o mártires, ni mucho menos enajenar la acción y el pensamiento, subordinándoles a las teorías de algún individuo, o a las pautas de alguna organización. Están muy lejos del sentir libertario esas maneras de pensar. Lo importante es que cada individuo o cada grupo social desarrolle su propia dinámica de acción y de pensamiento en base a su propia historia, a su propio desarrollo, y así, si hay concordancia con lo expresado por tal o cual pensador libertario, bien por ello; y si no la hay, igualmente, bien por ello. El anarquismo no es un dogma, ni sus representantes más preclaros son considerados como la esencia de la verdad. La crítica y la autocrítica son constantes en los medios libertarios, prestándose atención tanto a lo expresado por los afines, al igual que por los contrarios.

En el caso que nos ocupa, y no obstante la descarada búsqueda de denostar la obra y labor de Kropotkin, Edmundo González Blanco plantea críticas que conducen a la reflexión y al análisis. Por ejemplo, él, al igual que muchos intelectuales de su época, malinterpretaban las consignas del movimiento anarquista de finales del siglo XIX y principio del XX en relación a la propaganda por el hecho.

Según estos intelectuales la propaganda por el hecho referíase al conjunto de atentados ya individuales o grupales en los que, ciertamente, vióse involucrado el movimiento anarquista de aquellos años, por la labor de ciertas corrientes del pensamiento libertario que presuponían la necesidad del actuar violentamente para propagar la acción revolucionaria. Sin embargo, ni todos los libertarios compartían tal concepto, ni nadie relacionaba la propaganda por el hecho con ejercer cualquier tipo de violencia.

Por propaganda por el hecho, entendíase, y entiéndese en la actualidad, que, para ubicar los reales objetivos individuales o grupales, en vez de poner atención sobre lo que cada corriente expresaba, era mucho más importante el prestar atención sobre lo que cada individuo o agrupamiento hacía. Centrarse más en lo que día a día se vivía, esto es, en la vida cotidiana más que en el discurso.

La propaganda por el hecho situábase entonces en el marco de la cotidianidad, en el propagar lo que se deseaba, viviendo una vida acorde con los ideales que buscaban alcanzarse. Así, si se decía que el alcohol y el tabaco eran negativos para la salud, un acto de propaganda por el hecho era el ser, en la vida cotidiana, abstemio y no fumar. El propagar por las acciones cotidianas lo que se buscaba como objetivo, he aquí el sentido real de ese término, erroneamente interpretado. Porque para el señor Blanco, la propaganda por el hecho, en el ejemplo a que hemos hecho referencia, debería comprenderse como el aventar bombas a las fábricas de alcohol y de cigarros, Un tipo de acción que no se planteaba.

En fin, al igual que esto que comentamos, quien se aventure a hojear esta edición virtual, encontrará otros puntos de reflexión muy interesantes.

Advertimos que hemos colocado un apéndice conteniendo un video sobre los funerales de Pedro Kropotkin, filmado en 1921. Los letreros están en ruso, siendonos imposible traducirlos porque de ruso no sabemos ni jota. En éste, se pueden reconocer a Alexander Berkman, a Emma Goldman, a Alexander Shapiro, a Aaron Fanon, a Fanny Fanon entre otros libertarios. Y, lo más importante de esta filmación, es que demuestra la influencia de Kropotkin sobre miles de personas en la Rusia soviética. Notemos que murió en febrero de 1921, cuando el movimiento revolucionario ruso estaba ya encarrilado en la vía soviética del comunismo autoritario.

Añadimos a esta breve presentación, una nota (1) en la cual precisamos las obras de Pedro Kropotkin que tenemos en los estantes de nuestra Biblioteca Virtual Antorcha, con el objeto de que, si existe interés, puedan ser consultadas.

Chantal López y Omar Cortés