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ARTÍCULOS POLÍTICOS 1914

Ricardo Flores Magón

Selección de Chantal López y Omar Cortés

VILLA TRAICIONA A LOS TRABAJADORES



Hemos aconsejado hasta el cansancio que no se deposite confianza en los jefes; que no se espere la libertad y el bienestar de las manos de nadie, pues éstos son frutos que solamente pueden ser conquistados por los oprimidos mismos.

La esclavitud en que se encuentra la clase trabajadora no se debe a que ésta haya dejado de sacrificarse por conquistar su libertad y su bienestar. La historia nos enseña que las masas proletarias han estado siempre dispuestas a rebelarse contra las condiciones que las hacen esclavas, han regado con su sangre los campos de batalla; han realizado prodigios de heroísmo, y la energía y el valor que han puesto en juego, habrían bastado para romper de una vez sus cadenas en una sola de tantas revoluciones que se han llevado a cabo, si en lugar de confiar a sus jefes la solución de sus problemas, hubieran ellas mismas puesto mano a la obra.

Así, pues, la esclavitud de la clase trabajadora no se debe a que ésta jamás se haya sacrificado por conquistar su libertad y su bienestar, sino al hecho de haber puesto siempre sus destinos en manos de caudillos, de redentores que llegados al poder vuelven la espalda a los que los han encumbrado y dan un puntapié a los que han abierto sus arterias y han arrastrado la muerte en los campos de batalla.

Estas enseñanzas de la historia no han bastado para que el proletariado abra los ojos; todavía hay quienes empuñan el fusil para poner en la presidencia de la República a hombres que han prometido hacer algo en provecho de la clase trabajadora, y los proletarios que lo hacen, son una rémora para el triunfo definitivo de los pobres contra los ricos, son un obstáculo para los que no esperando nada bueno de ningún gobierno, quieren redimirse ellos mismos y redimir a sus semejantes haciendo pedazos el derecho de propiedad privada, aplastando el principio de autoridad y arrojando chorros de luz sobre el embuste religioso.

Muchos siguen a Francisco Villa creyendo que este caudillo, una vez en el poder, hará algo en beneficio de la clase trabajadora, como si la experiencia del pasado, tan duramente ganada no fuera bastante para hacer entender que son los oprimidos los que por sí mismos tienen que conquistar su libertad y su bienestar.

Un caso últimamente ocurrido en la sierra de Chihuahua, servirá para demostrar una vez más esta verdad: que la clase trabajadora no debe confiar a nadie la conquista de su libertad y su bienestar sino que es ella misma la que debe tomar en sus manos la solución de sus problemas tomando posesión de la riqueza social, esto es, de la tierra, la maquinaria de producción, los medios de transporte, las casas, los vestidos, los artículos alimenticios, todo, en una palabra, para beneficio común de todos.

Es sabido que Villa conquistó para él y los jefes de su ejército las grandes haciendas de Luis Terrazas, aplicándoselas como propiedades. Expulsó de estas haciendas a los mayordomos puestos por Terrazas, sustituyéndolos por esbirros villistas. En cuanto a los peones, se les dijo que tratajaran por su cuenta y para ellos las haciendas, que los productos agrícolas serían para ellos y sólo para ellos, y en cuanto a las reses y caballada, que cuidaran esos ganados, por lo que obtendrían la mitad de su valor. Los peones se pusieron a trabajar con entusiasmo. No habría más miseria para ellos y sus familias; por fin podrían poner en los colegios a sus hijos, y una era de bienestar se abriría ante ellos. La decepción no tardó en apoderarse del ánimo de aquellos trabajadores. Villa los había engañado. En la ciudad de El Paso, Texas, un hermano de Villa, unido a una compañía empacadora de Kansas, está construyendo una casa empacadora, a la que van a llevar el ganado de Terrazas; las yeguas de cría y las crías han estado siendo vendidas, todo ello sin que los confiados campesinos hayan recibido ninguna utilidad. Por último, las cosechas de trigo, maíz, papa, frijol, chícharo, camote, y de todo cuanto han sembrado aquellos trabajadores, han sido decomisadas por agentes villistas, y vendidas en grandes cantidades en los Estados Unidos, sin dar a los peones un solo centavo a pesar de que Villa prometió que las cosechas serian para ellos por entero.

Esta traición de Villa ha originado un profundo descontento entre la peonada, y ésta se ha levantado en algunas haciendas, entre ellas la de Bavicora, La Quemada y cinco o seis más. Los trabajadores indignados se echaron sobre los transportadores de las cosechas, se las quitaron por la fuerza, les quemaron los carros y guarniciones, escondieron las mulas y ahora están sobre las armas, no dominando en esa region sino la voluntad de los peones. Los villistas no se atreven a entrar a la región, que es la de los distritos de Guerrero y Galeana.

Que esta lección sirva a esos campesinos para no volver a prestar oídos a promesas. La emancipación de los trabajadores debe ser obra de los trabajadores mismos. Estos viriles labriegos en rebelión ahora, han abierto los ojos. ¡Adelante!

(De Regeneración, N° 204 del 12 de diciembre de 1914)

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