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A PROTESTAR TODOS

El cobarde atentado de que hemos sido objeto los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano, no es una cosa que nos extraña; pero sí es una cosa que nos indigna.

No nos extraña, porque sabemos bien que el gobierno no es más que el polizonte del Capital. La prueba está en la mano.

Francisco I. Madero y sus secuaces violaron escandalosamente las leyes de neutralidad. Algunos de sus compinches, no sólo las violaron, sino que se robaron un cañón perteneciente a la ciudad de El Paso, Texas, Estados Unidos de América. Por su parte los porfiristas de San Diego y los porfiristas y maderistas de Los Angeles, han violado escandalosamente las leyes de neutralidad, enviando a México filibusteros armados y formados para luchar contra nuestros compañeros liberales. Además, el Gobierno de los Estados Unidos ha dado permiso al gobierno Madero-De la Barra de México, para que viole las leyes de neutralidad, enviando por territorio americano soldados federales con destino a puntos en que operan fuerzas del Partido Liberal Mexicano.

Abundan los casos de violación a las leyes de neutralidad cometidos por Madero y por Díaz, o mejor dicho, por los agentes de estos miserables, y en todos esos casos, la pudibunda justicia americana ha cerrado los ojos para no ver, precisamente porque haciéndolo así, defiende los intereses de los capitalistas que chupan la sangre del pobre trabajador mexicano. Pero apenas se trata de la actividad revolucionaria del Partido Liberal Mexicano, nubes de miserables que no saben ganarse el pan de una manera honrada, espían todos los movimientos de la Junta, compran a desgraciados para que sirvan de testigos en contra de los miembros de la misma, y jurados sabiamente escogidos, fabrican acusaciones insensatas para arrebatar de la lucha a hombres que no hemos cometido otro delito que tomar el lado de los humildes, que defender los derechos de los que sufren, que proclamar muy alto la facultad que el trabajador tiene de aprovechar todo el producto de su trabajo.

La acusación que pesa sobre nosotros es una acusación estúpida. Se nos acusa de haber enviado a México algunas personas para que tomasen parte en la Revolución. Aun suponiendo que así fuera ¿qué han hecho los agentes de Madero y de Porfirio Díaz? ¡No se han entregado a reclutar inconscientes en los Estados del sur de esta nación, para echarlos formados ya y con armas a través de la línea para tomar parte en la lucha en pro de sus respectivas banderías! Pero en estos casos, se ha tratado de mercenarios que se han prestado a servir de apoyo a los capitalistas, y en contra de ellos no hay leyes de neutralidad.

Debería sentir vergüenza el gobierno americano por esta persecución salvaje y cínica y cobarde. Deberían sentir vergüenza De la Barra y Madero, los dos bandidos que comparten la nueva Dictadura. Debería sentir vergüenza Juan Sarabia por haberse prestado de instrumento para haber venido a negociar con nosotros una paz que nuestra dignidad y nuestro honor rechazan con indignación. Apenas supo Francisco I. Madero que no aceptábamos la paz, ordenó a Taft por telégrafo que nos redujera a prisión. ¡Así obra el villano negrero de la Laguna para llegar al poder! A los liberales que tiene entre sus garras, los fusila; a los que no nos puede fusilar, nos encierra en la cárcel aprovechándose del maridaje odioso con los déspotas de este lado del Bravo.

Madero sigue los mismos pasos de Díaz. Hipócrita, ofrece libertades que sabe bien que no aprovecharán al proletariado, al que está asesinando cobardemente por el solo hecho de reclamar de sus patrones ocho horas de trabajo y aumento de salarios. Hipócrita, declara que la ley debe ser respetada, y es él primero que la infringe nombrando Gobernadores de los Estados contra la voluntad del pueblo. Hipócrita, declaró que iba a suprimir las Jefaturas Políticas, y él mismo está nombrando Jefes Politicos, o dejando en sus puestos a los bandidos que impuso el tirano Porfirio Díaz. Hipócrita, ofreció que habría elecciones honradas, y ya ordenó a sus lacayos que instalen clubes electorales para que lo elijan a él como presidente y al ultraclerical Vázquez Gómez como Vicepresidente. Hipócrita, engaño a los liberales diciéndoles que estaba de acuerdo con nosotros para entregar la tierra a los trabajadores, y ahora se niega a cumplir su ofrecimiento. Hipócrita, ha declarado que le horroriza el derramamiento de sangre, y ofrece cincuenta mil pesos por mi cabeza.

Para sostener a bandidos de esta clase está listo el corrompido gobierno americano. Les permite que violen las leyes de neutralidad, les permite que cometan el delito de robo, y lanza su perrada contra los que somos sinceros, contra los que no buscamos el encumbramiento personal, sino la libertad efectiva de la raza mexicana, que no es otra que la libertad económica.

La protesta debe ser el arma del momento. La protesta indignada de todos los hombres y de todas las mujeres libres de la tierra, para que los déspotas que nos persiguen sientan vergüenza de sus actos, si es que las carotas brutales de los déspotas son susceptibles de enrojecerse.

Mexicanos y compañeros y compañeras de todo el mundo, protestad. Enviad vuestras protestas al barrigón William H. Taft. Confundid a nuestros perseguidores con las frases que salgan de vuestros labios indignados. Se trata de una vasta conspiración fraguada por Madero, Taft y De la Barra, para tener en la esclavitud al pueblo mexicano, entorpeciendo el movimiento verdaderamente libertario. No permitamos que esa perversa conspiración tenga el resultado apetecido por los opresores: la eterna esclavitud de una raza digna de mejor suerte.

No pretendo con esto decir que somos necesarios en esta tremenda y desigual lucha contra el Capital y la Autoridad. Nosotros somos enemigos de todo personalismo; pero sí creemos que nuestros modestos esfuerzos son de alguna utilidad para el movimiento emancipador del Partido Liberal Mexicano, siquiera porque son sinceros.

Pero si a pesar de todos los esfuerzos que se hagan por libertarnos, somos arrojados a una penitenciaría, rogamos a todos que sigan luchando, que no se desanimen, que no se rindan, hasta que por fin conquisten Pan, Tierra y Libertad para todos, sin distinción de sexo.

Si así lo hiciéreis, contentos y satisfechos marcharemos al presidio.

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 1° de julio de 1911).


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