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A WILLIAM HOWARD TAFT

Una vez más estamos bajo las garras de lo que se llama Justicia; una vez más se ha hecho presa de nosotros, se han saqueado nuestras oficinas y se han llevado a cabo, en nuestras personas, ultrajes que la civilización reprueba.

Por orden de usted y de los bandidos Francisco León de la Barra y Francisco I. Madero ha ocurrido todo eso. ¿La causa? La causa aparente -y digo aparente porque en el fondo de este inicuo atentado está el oro que la plutocracia yanqui extrae del sudor, de la fatiga, de la miseria y del dolor de quince millones de mis paisanos-, la causa aparente de esta salvaje persecución es una supuesta violación a las leyes de neutralidad. Se pretende que hemos enviado a México personas con el propósito de hacer la guerra al Gobierno de aquel país.

No quiero discutir si es cierto o no lo es el hecho que se nos imputa. Sólo quiero hacer constar que Francisco I. Madero, a ciencia y paciencia de los esbirros norteamericanos, envió gente a México, y, armada ya, cruzó la línea fronteriza y llevó la guerra contra el Gobierno de aquel país. A todos les consta que Madero hacía envíos de armas y municiones a México para luchar contra Porfirio Díaz. Varios de los secuaces de Madero fueron arrestados por algunas horas para cubrir las apariencias, pues están en absoluta libertad. En San Diego, los porfiristas, apoyados por el cónsul mexicano en esa ciudad, reclutaron abiertamente gente para que fuera a servir en el ejército de Díaz, y lo mismo se ha hecho en esta ciudad bajo la dirección del cónsul mexicano en los Angeles. Además en esta ciudad existe un subterráneo donde los maderistas y porfiristas se ejercitan en el tiro al blanco, y se ponen de acuerdo para ir a atacar a las fuerzas del Partido Liberal Mexicano que operan en México.

Usted no ignora nada de esto; usted lo sabe y lo consiente, o al menos lo saben y lo consienten los cónsules mexicanos y las autoridades federales de este país, que no dan un solo paso para detener esa cínica violación de las leyes de neutralidad. ¿Se hicieron expresamente para los liberales esas desprestigiadas leyes de neutralidad, o fueron hechas para todos? ¡Conteste!

Pero usted no va a poder contestar, porque, de hacerlo, tendría que convenir conmigo en que la Ley es una farsa; que la Ley es cadena para el pobre y libertad para el rico; que la Ley es una prostituta que se entrega al que tiene dinero y vuelve la espalda al que no lo tiene.

Pero si no bastase con lo asentado, ¿qué otra cosa sino violación pura y simple a las leyes de neutralidad constituye el permiso que ha dado usted a las fuerzas federales para que pasen por territorio norteamericano a guarnecer plazas mexicanas? ¿Y qué nombre puede darse al hecho de que cien o doscientos soldados mexicanos fueron custodiados por soldados norteamericanos desde El Paso, Texas, hasta Mexicali y Tijuana? ¿Y qué nombre podrá darse al hecho, todavía más escandaloso, de que las guarniciones federales de Mexicali y Tijuana están resguardadas por tropas norteamericanas, para que los rebeldes mexicanos no vuelvan a tomar posesión de las plazas?

Y por vuestra parte, mentecatos patrioteros, ¿por qué consentís en que los pobres soldados forzados de la nueva Dictadura, sufran las humillaciones de estar vigilados, para que no se deserten, por soldados de los Estados Unidos? ¿No está probado que México es un feudo de los Estados Unidos? ¿Qué patria aclamáis, ¡desgraciados!, cuando os atrevéis a llamarnos traidores? ¿No está toda ella en poder de los millonarios yanquis y de todas las nacionalidades? ¿Por qué os salís de México, si no por el hecho de que allá se os trata a puntapiés y se os pagan unos cuantos centavos al dia por vuestro duro trabajo?

¡Volved a la razón, parias, y unios al Partido Liberal Mexicano para fundar la verdadera patria de los iguales y de los libres.

Y tú también, Taft, vuelve a la razón. Fíjate en que no estamos solos en esta tremenda lucha contra todo lo que oprime; fijate en que de todas partes surgen protestas contra tus actos y los de tus servidores; fíjate en que se está elaborando en estos momentos una tempestad de indignaciones y de cóleras contra tus actos arbitrarios. Ya se sabe por todas partes que si nos persigues, es porque te lo ordenan tus amos de Wall Street y los bandidos Madero y De la Barra.

Los obreros conscientes de todo el mundo tienen la vista fija en ti; porque se te considera como el instrumento de los buitres de la Banca y de los Dictadores Madero y De la Barra, para aplastar el movimiento más grandioso que han visto las edades, el movimiento más generoso que han contemplado los siglos, el movimiento por Tierra y Libertad de los esclavos mexicanos.

La trascendencia de nuestro movimiento te espanta. Sabes que este movimiento mexicano es el Mano, thecel, phares de los nuevos Baltasares de la política y de las finanzas; sabes que la chispa revolucionaria de México es el principio del fuego purificador que envolverá de un momento a otro a todos los países del mundo, y tratas ¡insensato! de apagarlo con un soplido, sin advertir que con ello le darás mayor fuerza.

¡Ríndete ante la elocuencia de los hechos! El imperio del Capital se derrumba por todas partes. Ha sonado la hora de la justicia para los desheredados. Si no has oído su vibración intensa, ¡tanto peor para tí!

Ricardo Flores Magón

(De Regeneración, 1° de julio de 1911).


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