Índice de Diálogos de los muertos de Luciano de SamosataCapítulo VICapítulo VIIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO VII

Zenofantes y Calidemides

ZENOFANTES.- ¿Cómo fue tu muerte, Calidemides? Ya debes saber que yo fallecí atragantado, por comer más de la cuenta, mientras era parásito de Dinias. Tú fuiste testigo de mi muerte.

CALIDEMIDES.- Sí que lo fui, Zenofantes. El mío fue un caso realmente raro. Seguramente conoces al anciano Pteodoro, ¿verdad?

ZENOFANTES.- ¿Aquél tan rico y sin hijos con el que pasabas todo el tiempo?

CALIDEMIDES.- Precisamente a ese cuidaba yo con gran esmero y dedicación, pues había prometido hacerme heredero suyo. Pero, como la cosa se iba alargando demasiado y el viejo tenía más años que Titono, (8) ideé un plan para poder gozar antes de su herencia: compré veneno y convencí al copero para que, cuando Pteodoro estuviese sediento -suele tomar bastante vino y del bueno-, echase mi fórmula en su copa; aceptó mi propuesta a cambio de su libertad.

ZENOFANTES.- Entonces, ¿qué sucedió? Me da la impresión de que lo que dirás va a sorprenderme.

CALIDEMIDES.- Pues verás: después de tomar un baño, fuimos a la mesa, donde se encontraban ya las dos copas preparadas por el joven copero, una era para Pteodoro, la cual contenía veneno y la otra para mí, pero no sé cómo, se equivocó y me dio a mí la copa con el veneno. Así que, mientras él bebía tranquilamente, yo caía al suelo muerto. ¿Y ahora, por qué te ríes, Zenofantes? Está muy mal burlarse de un amigo.

ZENOFANTES.- Es que tu historia me parece muy divertida, Calidemides. ¿Y cuál fue la reacción del viejo?

CALIDEMIDES.- Al principio se sorprendió al verme caer al suelo. Pero, enseguida se percató de lo ocurrido, y también él rió mucho, pensando en el penoso error del copero.

ZENOFANTES.- Fue muy arriesgado coger ese atajo. Por el camino normal, habrías llegado a gozar de su herencia, de forma más lenta pero segura.

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