Índice de Diálogos de los muertos de Luciano de SamosataCapítulo VCapítulo VIIBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO VI

Terpsión y Plutón

TERPSION.- Plutón, ¿crees que es justo que yo muera a la temprana edad de treinta años mientras que el viejo Túcrito vive todavía cuando pasa ya de los noventa?

PLUTÓN.- Me parece muy justo, Terpsión, pues el anciano vive sin desear la muerte a ninguno de sus amigos, en cambio tú dedicaste toda tu vida a maquinar su muerte esperando así heredar sus riquezas.

TERPSION.- ¿Y no crees acaso que un hombre que ya es muy anciano debe abandonar la vida para que así le sucedan otros más jóvenes y gocen de unas riquezas que él ya no puede disfrutar?

PLUTÓN.- Propones una nueva ley, Terpsión, deseando que fallezca aquél que ya no puede usar sus bienes a su antojo. Sin embargo el Destino y la Naturaleza establecieron otra cosa distinta.

TERPSIÓN.- Es de esto precisamente de lo que me quejo, la cosa debería seguir un orden según el cual la persona anciana muriera antes, y después de éste el que le siguiese en edad, sin que nunca se invirtiera este orden, o sea que el anciano, con tan sólo tres dientes, que ni siquiera ve, llevado siempre a todas partes por esclavos, con la nariz llena de mocos y los ojos legañosos, que ya no puede gozar de la vida y que es en definitiva una tumba viviente, convertido en el hazmerreír de los más jóvenes, no viva tan largamente, y por otro lado que no muriesen muchachos hermosos y robustos: esto es como si los ríos remontasen la corriente; o como mínimo saber cuándo morirá cada uno de los ancianos, para que así los jóvenes no tuvieran que desvivirse en vano por ellos. Sin embargo, ahora se cumple el proverbio que dice: el carro arrastra al buey.

PLUTÓN.- Terpsión, todo esto sucede con mucha más lógica de lo que tú te imaginas. Si no ¿por qué deseáis con tanto fervor los bienes ajenos y cuidáis a ancianos sin descendencia, intentando así haceros pasar por hijos suyos? Con esta conducta os convertís en objeto de burla, con mucha razón, pues acabáis siendo enterrados antes que ellos, cosa que agrada a los demás, ya que cuanto más fuerte es vuestro deseo de ver muertos a estos ancianos, más divertida es para los demás vuestra muerte. Pienso que de algún modo, habéis ideado un arte nuevo: encandilados por esos ancianos, sobre todo si no tienen descendencia, pues los que sí tienen no os encandilan. Ya ha habido muchos ancianos, sin embargo, que comprendiendo este afecto vuestro tan ambiguo, incluso con descendencia, fingen odiar a sus hijos, para poder gozar también de vosotros como amantes, pero cuando llega el momento de la verdad, aquéllos que fueron su escolta durante mucho tiempo son excluidos de su testamento, entonces de forma justa la naturaleza otorga esos bienes a los hijos verdaderos, mientras tanto vosotros, los burlados, tan sólo os queda el rechinar de dientes y la furia.

TERPSION.- Tienes mucha razón. ¡Cuántas riquezas mías devoró Túcrito haciendo ver que iba a morirse a cada momento y en cuánto me veía llegar exhalaba unos gemidos que parecían una especie de hondos graznidos iguales a los de un polluelo recién salido del cascarón! Entonces yo, totalmente engañado, pensando que ya estaba con un pie en la tumba, continuamente le mandaba regalos, para que mis rivales no me ganasen en la largueza de mis dones. Casi siempre la preocupación me hacía estar tumbado en la cama sin poder dormir, contando y clasificando uno por uno los bienes del anciano. Esto fue, sin duda, lo que me mató: la preocupación y el insomnio. Y él, mientras tanto, después de haberse tragado todos mis cebos, estaba ayer en mi entierro riéndose a carcajada limpia.

PLUTÓN.- ¡Enhorabuena, Túcrito! Deseo que vivas mucho más para que así puedas gozar de tus bienes y a la vez reírte de gente como ésta, y puedas enviar por delante a todos esos aduladores antes de que fallezcas.

TERPSION.- No puedo negar que me agradaría también que Caréades muriera mucho antes que Túcrito.

PLUTÓN.- Puedes estar tranquilo, Terpsión. Pues no sólo él; también Filón, Melanto y, en resumen, todos los de su misma calaña, vendrán mucho antes, siendo víctimas de tus mismas preocupacIones.

TERPSION.- Aplaudo dichas disposiciones. ¡Qué tengas larga vida, Túcrito!

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