Índice del Homenaje póstumo. En recuerdo de Agustín Cortés de autores variosAnterior documentoSiguiente documentoBiblioteca Virtual Antorcha

Conversaciones privadas

Miguel Ángel Guzmán


¿Recuerdas, Agustín, las vehementes sesiones de Xilote y Manatí? ¿Las idas a cenar después de ellas? ¿El Club de Toby? ¿Los encuentros de joven literatura? ¿El empuje de aquellos años, la determinación? ¿Y el Instituto, Agustín, la infatigable Xóchitl como estandarte? Y luego los partidos, en ocasiones las desgracias. ¿Recuerdas las brigadas de pintas, las campañas, el volanteo, las pegas, la visita domiciliaria, el perifoneo, las banderas, el tratar de cambiar la vida? Abriste brecha, Agustín, como dicen que hace Eleguá. ¿Quién pensaría que esos distritos, al paso de quince años, serían tan distintos? Ya no seríamos marginales, locos, extraños, recibidos con el desdén del adversario.

Las letras, Agustín, letras ordenadas con diagramación en pliegos impresos y encuadernados. Las relaciones con Cumaná, La Habana, San Salvador, Managua, Santiago, Caracas. Cuántos camaradas, Agustín, cuánta vida. Tantos, hoy consagrados, que reflejaron sus primeras propuestas en esas páginas de arrojo. Y Efraín y Revueltas y los estridentistas y Juanito y Musacchio dando sus textos para revistas non gratas.

Esa vida que no se ha vuelto a vivir, que no se presenta. El desprendimiento, Agustín, el darse pleno a los otros por una oriflama; el obsequiar la paz, el tiempo íntimo, la seguridad propia, la vida misma. Eso ya se ve poco, pero hay, Agustín. Conatos por acá y por allá, pero sin esa mística general que vivimos.

¿Dónde, pues, los esfuerzos? ¿Dónde el empuje y desvelos? Latentes, Agustín, en embrión que no acaba de despertar cuando los hechos tampoco son iguales. Han cambiado tantas cosas y todo sigue más o menos igual pero quizá peor. En buena parte el sentimiento se ha podrido, la entrega se ha hecho letra de cambio, pagaré. Ese darse sin esperar nada a cambio, sino el cambio del mundo mismo, es condición poco vista, Agustín. Pero creo que no todo se ha perdido. Se hizo camino. Quiero pensar, Agustín, que la próxima vez, todo será mejor, como nos gritaron los alemanes.

Nos veremos a la vuelta del tiempo, Agustín, en cualquier esquina, para comer juntos, para compartir gozos y dificultades, para iniciar nuevos planes, poner en marcha una editorial etérea, una revista internauta. Porque eres siempre joven, divisa. Porque eres hombre bueno, Agustín, hombre nuevo.


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