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LA HIJA DEL REY
(Obra de teatro en tres actos)

José Peón Contreras

SEGUNDO ACTO


Sala en la casa de doña Angélica en el convento de Jesús María. Puerta en el fondo y dos laterales. Una de ellas, la de la derecha, conduce a las habitaciones interiores. En la pared el retrato de una dama. Mesa con útiles de escribir.

ESCENA I

GUIOMAR, SOR JUANA Y SANTOYO

ISABEL
Vosotros que habéis vivido
tantos años a su lado,
persuadid la a que no deje
por locos goces el claustro.
Mas si su tutor lo quiere,
si su tío lo ha mandado,
decidle que la obediencia
es gran virtud, que es un santo
el Arzobispo, y no debe
renunciar a sus mandatos.

GUIOMAR
Es don Gaspar de Mendoza
buen partido.

SANTOYO
De preclaro linaje.

GUIOMAR
Bien se comprende.

SANTOYO
El muy augusto y muy alto
rey don Felipe Segundo
notorias muestras le ha dado
de distinción y cariño,
puesto que en el Real Palacio
de Madrid, le vi mil veces
con Su Majestad hablando.

ISABEL
Así me han dicho.

SANTOYO
Y es cierto.

GUIOMAR
Además es tan gallardo
el caballero. Conserva
aún, a pesar de sus años,
altivo talante.

SANTOYO
Y mucho,
como pocos he mirado.

ISABEL
En fin, de vosotros fío,
dadle fortaleza y ánimo,
y haced que decida pronto:
o el velo nupcial o el hábito.
¿Entendisteis?

GUIOMAR
Eso haremos.

ISABEL
Así lo espero, y si acaso
don Iñigo o don Gaspar
me buscasen, les aguardo
en el locutorio.

GUIOMAR
Bien.

ISABEL
Allí quedaré esperando.
(Vase por la puerta lateral izquierda)

GUIOMAR
¿Y qué os parece, Santoyo?

SANTOYO
Paréceme lo que es claro,
doña Guiomar, que se trata
de obligarla ... ¡A ella! ¡a quien tanto
hemos querido! Y que yo
por mi parte, bien alcanzo
a comprender que ese noble
ha descubierto el arcano
en que se envuelve el secreto
de doña Angélica. ¿Estamos?
Que la ambición adormilada
en su pecho ha despertado,
y de ambiciones bastardas
no he de ser intermediario
¡y yo que sé lo que sufre! ...
Enmudecerán mis labios
si es que no hay otro remedio.

GUIOMAR
¡En los míos un candado
pondré. Como vos, Santoyo,
amo a mi señora, y amo
y respeto la memoria
de aquel ser desventurado
a quien un tiempo servimos
y por quien tanto lloramos.

SANTOYO
¡Dios en su gloria la tenga!

GUIOMAR
¡Allí donde están los santos
está, que debe ser santa
quien tuvo aquí tal calvario!

ESCENA II

GUIOMAR, SANTOYO Y ANGÉLICA, QUE ENTRA DESPAVORIDA

ANGÉLICA
Guiomar, Santoyo, corred
antes que mi pecho estalle
de ansiedad ... Id, que en la calle
matan a un hombre.

GUIOMAR
Mas ved
que es imposible ...

SANTOYO
¿Qué pasa?

ANGÉLICA
Que él sorprendido ... ¡por Dios!
después os diré ... los dos
id ... ¿pues no veis que se abrasa
mi corazón?

SANTOYO
¡A esta hora!

ANGÉLICA
¿Os negáis? ¿No queréis ir?

SANTOYO
Es imposible salir.

GUIOMAR
Es imposible, señora.

ANGÉLICA
¡Imposible! ... ¿Qué queréis
decirme? ... ¿Os estáis burlando?
Id: decid que yo lo mando,
que lo quiero ... ¿No os movéis?
¡Y me asesinan mi amor!
Id: mirad que me interesa ...
Si estoy presa, si estoy presa
en este claustro! ... ¡Oh dolor! ...
¿Qué valen riquezas, galas,
si me deja la impiedad,
al cuerpo en cautividad
y al pensamiento con alas?
¿Qué me importa a mí tener
preeminencias y mercedes,
si entre estas cuatro paredes
me siento desfallecer?
¡Si voy a morirme aquí,
siempre luchando, sufriendo,
y vosotros me estáis viendo
y no os apiadáis de mí!

SANTOYO
Señora ...

ANGÉLICA
Hablaba con él ...
Y a saber iba su nombre
cuando sobrevino un hombre
espada en mano ... ¡Cruel!
Que así tornó mi alegría
en dolor.

SANTOYO
¿Y qué ha pasado?

ANGÉLICA
Que lo han herido o matado.

SANTOYO
¡Matado!

ANGÉLICA
No ¡suerte impía!
El cielo no ha de querer
cebar su rigor en mí.

SANTOYO
¿Pero vos lo visteis?

ANGÉLICA
Sí,
Santoyo ... le vi caer.
Y yo también en mi anhelo,
un vértigo horrible tuve ...
No sé cuánto tiempo estuve
desmayada sobre el suelo.

ESCENA III

ANGÉLICA, GUIOMAR, SANTOYO, DON GASPAR Y PERALTA

PERALTA
Pasad, Mendoza.

SANTOYO
(Aparte) El tutor.

ANGÉLICA
(Aparte) ¿Otra vez aquí?

GASPAR
Señora ...

PERALTA
¿Llego tal vez en mala hora?

ANGÉLICA
Que Dios os guarde, señor.

PERALTA
(A Santoyo y Guiomar) Retiraos.

ANGÉLICA
No comprendo
por qué razón. Aguardad.
Que son mis padres, pensad
aquesos que allí estáis viendo.
Que no se debieran ir
presumo, aunque a vos no cuadre,
porque un padre y una madre
todo lo pueden oír.

PERALTA
Quedaos en hora buena.

ANGÉLICA
Os lo agradezco.

PERALTA
Es deber.

GASPAR
He llegado a comprender
que mi presencia os apena.
La primera vez que os vi,
señora, en este lugar,
bien pude con alma entrar,
pero sin alma salí.
Rendido a tanta hermosura,
ciego por vos, anhelante,
si soñé ser vuestro amante,
despierto fuera locura
pensarlo, mas si eso es cosa
imposible, yo no creo
que os neguéis a mi deseo
si os pretendo para esposa.

ANGÉLICA
¿Lo imagináis?

GASPAR
Lo pensé.
Que sois obediente fío,
pues lo quiere vuestro tío
don Pedro Moya ...

ANGÉLICA
Y bien ¿qué?

PERALTA
Que el Arzobispo conviene,
y supongo ...

ANGÉLICA
No se aparta
de mí un momento su carta.

GASPAR
Entonces si él os previene
que le obedezcáis, señora,
pretendo, y es la verdad
que siendo su voluntad
la dicha del que os adora,
no me neguéis vuestra mano,
si os aseguro que un día
vuestra ventura y la mía
logrará este afán tirano.
Viendo estáis que nada excuso
antes, señora, de dar
otro paso, y si rehusar
queréis mi mano ...

ANGÉLICA
Rehuso.

PERALTA
Pues ello tendrá que ser.

ANGÉLICA
¿Cuáles son vuestros intentos?

PERALTA
Dentro de breves momentos
no podréis retroceder;
vuestros destinos iguales
hoy serán.

ANGÉLICA
Pensad, señor,
que os lo pido por favor.

PERALTA
Firmados los esponsales
dentro de poco ...

ANGÉLICA
¡Piedad!
Pues esa exigencia impía
de vuestra parte, sería
una infame iniquidad.

PERALTA
¡Angélica!

ANGÉLICA
Permitid
que retirada y dichosa ...

PERALTA
O esposa de Dios, o esposa
de don Gaspar. Elegid.
Una hora os doy.

ANGÉLICA
¡Torpe lazo!

PERALTA
¿Lazo decís?

ANGÉLICA
(Aparte) Lo esperé.

PERALTA
A este sitio volveré
cuando haya expirado el plazo.
(Vase)

ESCENA IV

ANGÉLICA, GUIOMAR, SANTOYO Y DON GASPAR

GASPAR
Ya lo veis, ved cómo os deja
vuestro tutor. Cuál su afán
se aumentará, si hoy le aqueja,
al saber de cierta reja ...

ANGÉLICA
¡Ay! (Sorprendida y temerosa)

GASPAR
¡Y de cierto galán! ...
Mal pudiera la quietud
librarme de hondos recelos,
si yo no confiara ¡oh cielos!
en que tan grande virtud
sabrá curarme de celos.
¡Sed mi esposa! O mi ventura
o el eterno sufrimiento
en una eterna clausura;
para vos, este convento,
para mí, la sepultura.
(Movimiento de Angélica)
¿Os váis, Angélica? Bien.
No os olvidéis de que espero
aquí: o amor o desdén.

ANGÉLICA
Con Dios quedad, caballero.

GASPAR
Con él, señora, id también. (Vanse los tres)

GASPAR
Tormento, tormento igual
nunca mi pecho apuró.
¡Escapárseme el rival! ...
Sin duda el genio del mal
esta noche le amparó.
¿Quién podrá ser ese mozo,
que mozo el tal parecía? ...
¡Que no le alzara el embozo
cuando muerto le creía!
¡Hoy muriera yo de gozo!

ESCENA V

DON GASPAR, DON LOPE Y ORTIZ

GASPAR
¡Lope!

LOPE
En casa este papel
hace poco recibí
y al llamamiento acudí
que escrito he mirado en él.

GASPAR
Lope, muy bien. ¿No te hicieron
esperar? ¿Tropiezo alguno
tuviste?

LOPE
Padre, ninguno.
Mi nombre dije y abrieron.
Entré al convento, hasta aquí
por estrecha galería
me trajeron.

GASPAR
¿Y tu guía?

LOPE
Fuése.

GASPAR
Ortiz, espera allí.
(Vase Ortiz)
Muchos años hace ya,
muy antes de conocer
a aquella que te dio el ser
y en gloria de Dios está,
conocí, Lope, una dama
que por negra desventura
encendió con su hermosura
en mi pecho, viva llama.
Llama que creció violenta
con celos de amor nutrida ...
¡Aun acabara mi vida
tan espantosa tormenta! ...
Tuve un rival, le halagó
la fortuna bonancible,
para mí fue un imposible
aquel amor, y creció
la llama, y el sufrimiento,
devorando mi existencia,
de ella alejóme; la ausencia
acrecentó mi tormento.
Volví a Madrid ... Madrid fue
de aquella pasión la cuna ...
Mas ingrata a la fortuna
vi, cuando ansioso torné:
supe por mi mala estrella
que de la noche al mediar,
un hombre lograba entrar
al aposento de ella ...
De Elvira ... ¡ese era su nombre!
Espié, me convencí,
y una noche acometí,
para matarlo, a aquel hombre.
Pero al retarle, ante mí
se descubrió; le miré ...
¡y entonces, Lope, temblé
y de rodillas caí!

LOPE
¿De rodillas ... ¿Quién sería?

GASPAR
¡A verla no torné más,
ni por su calle jamás
dirigí la planta mía! ...
Pasaron los años luego,
y otro amor, el de tu buena
madre, de bondades llena,
me hizo cobrar el sosiego.
Mas la suerte, siempre extraña
a mi reposo, en mi daño
quiso viniera hace un año
contigo a la Nueva España ...
En mi daño, sí, que un día,
visitando este convento,
vi ese retrato ...

LOPE
(Aparte) ¡Ah!

GASPAR
¡Violento
rindió amor el alma mía!

LOPE
(Aparte y mirando el retrato)
¡Angélica!

GASPAR
¡Ay Dios! ... ese es
el fiel trasunto de aquella
mujer pura, honesta y bella ...
¡Dama de un hombre después! ...
Yo no sé cómo murió,
ni si un día por su mal,
abandonóla el rival
que mi altivez humilló ...
No lo sé, mas fruto al fin,
de su pasión misteriosa,
vive aquí gentil y hermosa,
no una dama, un serafín.
Y tan idéntica a Elvira,
tan parecida, sí, tanto,
que por magia o por encanto
a Elvira en su hija se mira.
Angélica, así se llama
la encantadora doncella ...
¡Si tú la vieras! ... Es ella
la misma, la misma dama;
y al ver tan claro trasunto
en su semblante hechicero,
sentí de mi amor primero
revivir la llama al punto.
Con ella a enlazarme voy.

LOPE
Lo sé, padre.

GASPAR
¿Lo sabías?

LOPE
Sí señor.

GASPAR
¿Ha muchos días?

LOPE
No tal; lo supe hasta hoy.
Esta noche habéis reñido,
padre.

GASPAR
¿Lo sabes también?
¿Y quién es ese hombre, quién?
¿En dónde está? ... ¿Dónde ha ido?
Que si perdí la ocasión ...
Otra vez ... ¡Dime su nombre!

LOPE
Padre, es mi amigo ese hombre.
No puedo hacerle traición.
Perdonadme, padre mío;
mas nunca en vano prometo
guardar, señor, un secreto.

GASPAR
Basta: mas es desvarío,
que él, de los dos, perderá
la posesión de la dama,
que más que yo no la ama.

LOPE
Pero ella no os amará.

GASPAR
¡Lope!

LOPE
¡Ah! ¡Perdón, señor! ...
La razón acaso pierdo,
mas a la mente un recuerdo
me trae vuestro dolor.
Como vos a él, un día,
padre, a mí me arrebataron
un amor, y asesinaron
para siempre mi alegría ...

GASPAR
¿Tuviste celos? ... ¿Tuviste? ...
¿Y no lo mataste?

LOPE
¡Yo!

GASPAR
¡Y es mi hijo! ... No fueron, no,
celos lo que tú sentiste.

LOPE
Fueron, mas tembló mi mano,
que vos me enseñasteis, vos,
que era la imagen de Dios
sobre la tierra un anciano.

GASPAR
¿Era anciano?

LOPE
Para mí
lo era, sí tal ... Respeté
su dolor, y me arranqué
aquella pasión de aquí.
(Señalando su corazón)

GASPAR
¡Te admiro, Lope!

LOPE
Cruel
para los dos fue su estrella,
sacrificándola a ella,
sacrificándolo a él.
¡A mí, que me parecía
pequeña, en mi loco anhelo,
la inmensidad de ese cielo
si con mi amor la medía!
Y es por eso que me aflige
de ese infeliz el pesar ...
Ved lo que puede explicar,
padre y señor, lo que os dije.

GASPAR
Pues que el destino decida;
lidiaremos, y el más fuerte ...

LOPE
No puede daros la muerte ...
que ese hombre os debe la vida ...
(Tratando de disfrazar sus palabras)
Sí, porque en una ocasión,
en un lance, una quimera,
le salvasteis de la artera
asechanza de un ladrón.

GASPAR
En tantos lances me vi ...

LOPE
Yo no conozco esa historia;
pero sé que en su memoria
la tiene guardada ... sí ...
Y su gratitud es tal,
que con voz reñir no puede ...
Y cede su amor ... ¡y cede
a su destino fatal!
Comprende en su situación
que el amor que su alma esconde
es voraz ... ¡quién sabe a dónde
le conduzca su pasión!
Sufre por ella; en verdad,
condenarla al sufrimiento ...
Ni ha de daros un momento
de dulce felicidad.
En voz verá al robador
de su sosiego y su calma:
y su alma rebelde, su alma
os maldecirá, señor.
¡Fija tendrá en su memoria,
a asegurarlo me atrevo,
la imagen de ese mancebo
que fue su amor y su gloria!
¡Horrible debe de ser
contemplar, día por día,
hora a hora, la agonía
del alma de una mujer!
Y luego, padre, al morir ...

GASPAR
Calla, insensato ... No puedo
concebir ... ¡ah! ... (Aparte) ¡Tuve miedo
de lo que me iba a decir!
(Alto). Es inútil ... Yo jamás
un designio abandoné;
¡necio fui si te escuché
para atormentarme más!
¡Que si el mundo se opusiera
a unión para mí tan cara,
al mundo la arrebatara
y esposa mía la hiciera! ...
¡Basta, Lope, basta! Di
a ese amigo, que es en vano
si algo espera, que a mi hermano
la disputara, y a ti ...
Que su ventura ha de hallar
cuando a robármela acierte;
que busque ansioso mi muerte,
que yo le quiero matar.
Si a fiero dolor se entrega
su pasión desesperada,
dile que pida a su espada
lo que mi favor le niega.
Dile, en fin, si no se atreve,
Lope, a herirme ese mancebo,
que cobre, si yo le debo
que de hoy más nada me debe. (Vase)

LOPE
¡Que nada le debo! ... Fuera
mi mayor ventura ¡oh Dios!
¡Ay, si olvidarme pudiera
de quien soy, ya no existiera
uno al menos de los dos!
¿Qué hacer? ¡Si yo no concibo
tanto mal! ... ¡Si a este tormento
encontrara un lenitivo!
¡Si yo no sé cómo aliento!
¡Si yo no sé como vivo! ...
¡Vivir sin que viva aquí
esa imagen hechicera
que en dulces ensueños vi,
alimentando la hoguera
de mi ardiente frenesí;
morir, morir algún día,
sin ver, amante, a mi lado
endulzando mi agonía
el semblante enamorado
que hechizó mi fantasía;
¡cruzar por la senda oscura
que cruza el linaje humano
sin su amor y su ternura;
bajar a la sepultura
sin apoyarme en su mano!
¿Dónde está, Dios de bondad,
dónde está tu compasión,
si no turbas mi razón,
o me arranca tu piedad
las fibras del corazón?
De abandonarla a la idea
tiemblo ¡oh Dios! ... pero el deber
me manda a mí que así sea.
¡Ay! ... ¡adiós! ... que no me vea.
¡Que ya no la vuelva a ver! ...

ESCENA VI

LOPE Y ANGÉLICA

ANGÉLICA:
¡Don Lope! ... ¿No es ilusión?

LOPE:
¡Angélica!

ANGÉLICA
¡Vive! ... ¡Sí,
y yo que tanto sufrí!
Respira ya, corazón.
¡Vos no podéis comprender
cuánto os ama el alma mía! ...
¡Lope, ni yo lo sabía,
ni hasta hoy lo llegué a saber!
Yo vi aquel horrible acero
herir tu pecho, y aquí
en el mío lo sentí ...
No, recordarlo no quiero ...
¡Ese dudar y creer,
ese huír de la esperanza
que se aleja, que se alcanza,
y que se vuelve a perder!
¿Y cómo viniste, di?
Mas ¿qué importa a mi deseo
saber el cómo, si veo
al fin a mi amor aquí?
Ya, Lope, me parecía
verte agonizante, yerto ...
¡Pero él no ha muerto, no ha muerto!
Al instante me decía
¿cómo se pudo morir
cuando aún palpita mi seno,
si de su ser está lleno,
y aquí le siento vivir?
Y en esa batalla ruda
lloraba a un tiempo y reía;
¡Y era que en mí combatía
la esperanza con la duda! ...
Y al cabo te miro apuesto,
llena de luz la mirada ...
¿Pero no me dices nada?
¿Qué es esto, Lope, qué es esto?

LOPE
¿Y qué os pudiera decir
que no fuera en vuestro agravio?

ANGÉLICA
¡Lope!

LOPE
Angélica, mi labio
no supo nunca mentir.

ANGÉLICA
De otro modo os escuché
ha poco ... La calma pierdo ...

LOPE
Puede ser ... Mas no recuerdo
lo que os dije ... no lo sé ...

ANGÉLICA
¡De angustia mi pecho estalla!
Don Lope ¿qué os ofendió?

LOPE
(Aparte) ¡Ay infeliz! ¡Ya empezó,
pecho mío, la batalla!

ANGÉLICA
Decid ¿qué logra causar
en vos tan honda querella?

LOPE
(Aparte) ¡Y es tan hermosa, tan bella! (Alto)
¿Decís que os quieren casar?
¡Me lo decíais no ha mucho!

ANGÉLICA
¡Rara pregunta a fe mía!

LOPE
A proponeros venía
que aceptéis ...

ANGÉLICA
¡Oh! ¿qué escucho?
¿Vos decís eso, señor?
¿Os estimáis en tan poco? (Aparte)
Se ha vuelto loco. ¡Está loco!

LOPE
(Aparte) ¡Valor, corazón, valor!

ANGÉLICA
¿Puede así un hombre burlar
la esperanza de mi vida?
¿Puede, si de mi se olvida,
tan dulce ilusión matar?

LOPE
(Aparte) ¡Valor, corazón, valor!

ANGÉLICA
¿Puede así un hombre burlar
la esperanza de mi vida?
¿Puede, si de mí se olvida,
tan dulce ilusión matar?

LOPE
Así es, señora, así es
la humana naturaleza ...
¡Tanto hay que a vivir empieza
y muere poco después!
¿Visteis, prenda de ternura
y de conyugal cariño,
nacer a la luz un niño,
del hogar gala y ventura?
Marfil la frente divina,
los ojos cristal luciente,
blanda sonrisa inocente
en la boca purpurina;
oro el cabello, la tez
trasparente y delicada,
llena la dulce mirada
de ternura y candidez?
¿Visteis el ave gentil
abandonando su nido,
cruzar el campo florido
las tibias tardes de abril,
tender al aire las alas
sobre el naciente follaje,
en matizado plumaje,
complemento de sus galas?
¿Visteis la flor peregrina,
botón apenas abierto?
¿Y visteis al niño muerto
y al ave y la flor divina,
cuando apenas al nacer
en sueños de amor profundo,
a gozar iban del mundo
cuanto el mundo da en placer?
Así en mi pecho el amor
murió también, no os asombre,
porque el amor en el hombre
es niño, es ave y es flor ...
¡Ja, ja, ja, ja, ja, reír
debéis como yo, señora! (Aparte)
¡Ahora que río, ahora
me estoy sintiendo morir!

ANGÉLICA
¡Caballero!

LOPE
¿Si os enojo? ...

ANGÉLICA
¡Idos! ... ¡Idos! ... ¡Apartad! ...

LOPE
(Aparte) ¡Qué altivez! ... ¡Qué majestad! ...

ANGÉLICA
¡Idos! Cáusame sonrojo
pensar que os amé algún día ...
¡Ni de que os mire sois digno!
A sufrir no me resigno
vuestro recuerdo ... Sería
inútil que aquí os quedéis
más tiempo ... ¡Idos ya de aquí!

LOPE
(Aparte) ¡Padre! ... ¡Padre! ... ¡ya cumplí!
(Vase)

ANGÉLICA
Dios mío ¿qué más queréis?
Ya estoy, triste y sin apoyo ...
A solas con mi quebranto ...
¡Si pudiera un mar de llanto
curar mi pena! ... ¡Santoyo! ...
(Aparecen Santoyo y Guiomar)
¡Los dos! ... Mi alma necesita
de vosotros.

ESCENA VII

ANGÉLICA, GUIOMAR Y SANTOYO

GUIOMAR
Ya comprendo.

SANTOYO
Yo también.

ANGÉLICA
¡Estoy sintiendo
una ansiedad infinita!
¡Ay, madre, madre del alma!
¿En dónde estás? ... Dime. ¿Dónde
tu santo amor se me esconde
que no viene a darme calma?
Mil veces os pregunté:
¿Quién soy yo? ... ¡Huérfana triste!
¡Ya mi pecho no resiste,
y quiero saber qué fue
de mi madre! ¡Ay Dios! ¡mi anhelo
ved! ... ¡Como siempre! ¿Os calláis?
¿Enmudecéis? ¿Os turbáis?
¡Bajáis las frentes al suelo! ...
Tú, Guiomar, que en noches mil
mi cuna amante arrullabas;
tú, Santoyo, que guiabas
mi leve paso infantil,
tú, que a rezar me enseñaste;
tú, que con saber profundo,
en tantos libros del mundo
los secretos me mostraste;
¡doléos de la querella
que hoy mi pesar centuplica! ...
¡Ay! mi madre os lo suplica,
no soy yo ... no soy yo ... ¡Es ella!
¿No me respondéis? ¡Infiero
que inútilmente escucháis ...
¡Idos de aquí! ... ¡No volváis!
¡Ya no os quiero, ya no os quiero!

GUIOMAR
Señora ...

ANGÉLICA
¡Me habéis burlado!

SANTOYO
¡Posible es!

ANGÉLICA
Vuestros oídos
no oyen mis clamores ... ¡Idos
para siempre de mi lado!
(Guiomar y Santoyo, profundamente conmovidos, se dirigen al
fondo. ANGÉLICA deteniéndolos)
¡Ay! no ... ¡No penséis que os riña!
¡Mi labio torpe os engaña! ...
¿En dónde nací? (Tomándolos de la mano)

SANTOYO
En España.

ANGÉLICA
¿Vine a México?

GIOMAR
Muy niña.

ANGÉLICA
¿Con ella? (Señalando al retrato)

GUIOMAR
Con vuestra madre.

ANGÉLICA
¿Dónde murió?

GUIOMAR
En alta mar.

ANGÉLICA
¿Lloráis? ... ¿La mató el pesar
de abandonar a mi padre?

SANTOYO y GUIOMAR
¡Oh!

ANGÉLICA
¿Por qué palidecéis?
Si comenzáis de ese modo ...
¡Decídmelo todo! ...

GUIOMAR
(Mirando a Santoyo) ¿Todo?

SANTOYO
¡Pues bien: todo lo sabréis!

GUIOMAR
¡Santoyo!

SANTOYO
¡Déjame a mí
servida en tan duro trance!
¡Y tal vez ... tal vez alcance
calmar sus penas así! ...

ANGÉLICA
Habla ya.

SANTOYO
Breve y sentida
es la historia ... Tierna y pura,
era la gentil criatura
a quien debisteis la vida;
a un galán amó, insensata.

ANGÉLICA
¡Como yo!

SANTOYO
Calma y sosiego
perdió al calor de ese fuego,
que si no da vida, mata.

ANGÉLICA
Mata, sí ... ¡mi alma lo siente!

SANTOYO
Osó el galán con sigilo
sorprender el casto asilo
de la doncella inocente,
y una noche ...

GUIOMAR
Yo, señora,
sin saberlo, no os asombre,
al ver de repente a un hombre
en tan avanzada hora,
en la tranquila mansión
de doña Elvira: grité ...
Grite mucho, Sí ... ¡Tome
al amante por ladrón!

SANTOYO
¡Ladrón era!

ANGÉLICA
¡Calla!

SANTOYO
Sí:
¡tenéis razón!

ANGÉLICA
¡Pobre madre!
¡Aquel hombre era mi padre!

SANTOYO
A los gritos acudí
con vuestro abuelo; el anciano
que en doña Elvira adoraba,
en su aposento rezaba ...
y de él salió hierro en mano ...

GUIOMAR
Me halló con la servidumbre
que allí en angustioso afán
cerraba el paso al galán.

SANTOYO
Loca por la pesadumbre,
avergonzada, lanzando
ayes del doliente pecho,
doña Elvira desde el lecho
lo estaba todo mirando.

GUIOMAR
No, padre, no lo toquéis
-gritó la infeliz, difunto
el semblante-. Idos al punto
todos
!
Padre ¿no sabéis
quién es ese hombre
?
El severo rostro el anciano tornó ...
Salimos todos.

SANTOYO
Yo, no.
Inmóvil el caballero
en un rincón de la estancia,
una estatua parecía ...
Hasta los ojos cubría
su rostro ... Mas su arrogancia
miedo daba, y su apostura
amenazante; empuñada,
dibujábase su espada
del gavilán a la altura;
y maldiciendo el revés
de su destino tirano ...
¡cual temblaba aquella mano
del negro embozo al través! ...
Mi señor, torvo, violento
- ¿Quién sois? dijo, pues que así,
villano, entrasteis aquí,
¡vais a morir al momento!
Morir debéis, es la ley
.
Y arrojóse envuelto en ira
contra él. Padre -doña Elvira
dijo- detente ¡es el rey!

ANGÉLICA
¡El rey! (Pausa)

SANTOYO
Mudo en tal anhelo
ante su dolor impío,
quedó el anciano sombrío
fija la vista en el suelo.
Después, su eterna mancilla
y su infamia al comprender,
dejó el acero caer ...
¡Mas no dobló la rodilla!
- Dios guarda el rey, con acento
ronco dijo el noble anciano,
y señaló con la mano
el balcón del aposento.
El rey Felipe salió.
Deciros inútil es
que doña Elvira después
no volvió a verle ... Murió
el anciano, de pesar;
pero antes ¡ay! de aquel día
de dolor ... aquí os tenía
entre sus brazos Guiomar.

ESCENA VIII

ANGÉLICA, QUIOMAR, SANTOYO. SOR ISABEL, PERALTA, DON GASPAR, LOPE, PAJES, MONJAS Y UN ESCRIBANO

ANGÉLICA
¡Ah!

PERALTA
El plazo se ha cumplido.

ANGÉLICA
(Aparte, viendo a Lope)
¡El también!

LOPE
(Aparte) ¡Oh! ¡Qué ansiedad!

PERALTA
Vuestra postrer voluntad
a saber hemos venido.

ISABEL
Tu corazón, hija mía,
decida en esta ocasión,
que torcer tu inclinación
al Señor ofendería.

ANGÉLICA
Estoy dispuesta ...

PERALTA
¿A firmar?

ANGÉLICA
Sí, sí señor ...

ISABEL
¿Y gustosa
daréis la mano de esposa,
Angélica, a don Gaspar?

ANGÉLICA
Sí.

GASPAR
¡Oh! ¡ventura infinita!

PERALTA
Acercaos. (Aparte) Yo me admiro ...
(Alto)
Firmad aquí.

ANGÉLICA
(Aparte) ¡No respiro! (Firmando)

LOPE
(¡Aire el pecho necesita!)

PERALTA
(A don Gaspar) Vos.

GASPAR
(Firmando) ¡Cuál mi pecho se goza!

ANGÉLICA
(Aparte, mirando a Lope)
¡Cuán pálido está, gran Dios!

PERALTA
(A Sor Isabel, que firma)
Ahora vos ... después de vos ...
(A Lope, dándole la pluma)

ANGÉLICA
(Aparte, viendo con ansiedad firmar a Lope)
¡Ah! ¡Don Lope de Mendoza!
¡todo lo comprendo ya!
(Firma Peralta)
(¡Es su padre! No me atrevo
al sacrificio ... No debo
con mi orgullo herirle.)
(Se arroja sobre el pliego que acaban de firmar y
lo hace pedazos)

TODOS
(Admirados) ¡Ah!

PERALTA
¿Qué hacéis?

ANGÉLICA
¿No lo estáis mirando?

PERALTA
¡Pero eso es infame!

ANGÉLICA
No.
¡Infamia es la vuestra!

GASPAR
¡Oh!

ANGÉLICA
Ayer me visteis llorando
mi dolor y mi agonía;
no visteis en mi semblante
la súplica sollozante
de un alma que se moría.
¿Y esto es cariño? En verdad
que no lo comprendo así;
en vosotros sólo vi
solapada iniquidad.
¿Decís que sois mi tutor?
¿Qué me amáis mucho decís?
Si a vuestra conciencia oís
¿dónde guardáis vuestro amor?
Sólo veo por mi mal,
al imponerme este yugo,
en cada rostro un verdugo,
en cada mano un puñal ...
¡Si yo no os amo! ... Si existe
(A don Gaspar)
otro amor que vive aquí.
¡Quieto!
(A Lope que se ha ido acercando)
(Alto) ¿Qué queréis de mí?
Libre el alma se resiste
a vergonzosa coyunda ...
¡Ni una palabra! ¿Lo veis?
Bajáis las frentes ... teméis
en vuestra ansiedad profunda
que Dios os castigue; en pos
ibais ya de ese castigo ...

PERALTA
Señora ...

ANGÉLICA
¡Callad os digo,
que estáis ofendiendo a Dios!
Su amor tan sólo en el mundo
mi débil planta dirija
¡Paso! ... ¡Atrás! Paso a la hija
del rey Felipe Segundo.

(Caen todos de rodillas, y Angélica se retira majestuosamente, dirigiendo a Lope una inmensa mirada de amor)

FIN DEL SEGUNDO ACTO
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