Índice de la edición cibernética La hija del rey de José Peón ContrerasPersonajes de la obraSegundo actoBiblioteca Virtual Antorcha

LA HIJA DEL REY
(Obra de teatro en tres actos)

José Peón Contreras

PRIMER ACTO


Decoración de calle. A la derecha, el costado del convento de Jesús María, con una reja alta. Cerca de ella la entrada de la portería, con escalinata. El muro de este costado corre diagonalmente hasta el fondo estrechando la calle, de manera de distinguir a la persona que hable desde la reja. Por este mismo lado y en el fondo desemboca una calle. A la izquierda desemboca otra calle; en la esquina más visible estará el nicho de una imagen alumbrada por un farolillo. Es de noche.

ESCENA I

COMIENZAN A SONAR LAS OCHO.

DON GASPAR
(Quitándose el sombrero y acercándose a la imagen del nicho)
Las ánimas.
(Cuando dejan de oirse las campanadas, se pone el sombrero)
Por mi nombre que el esperar ya me cansa.
¡Ah, don Iñigo! ... no piensa
que el alma inquieta le aguarda
de quien confía a su celo
sus ilusiones más caras;
que mientras teje tranquilo
tal vez perezosa plática
con la abadesa, yo aquí
me estoy torturando el alma.
(Un momento pensativo)
¿Será que Angélica niegue
su asentimiento? ¡Malhaya
entonces la suerte mía,
guardadora de desgracias,
si en su amor no encuentro al cabo
satisfecha mi esperanza! ...
Pero esa puerta se abre ...
El es.

ESCENA II

DON GASPAR Y PERALTA QUE SALE DE LA PORTERÍA

PERALTA
¿Don Gaspar?

GASPAR
¿Peralta?

PERALTA
Dios os guarde.

GASPAR
Con voz venga.
Y para calmar mis ansias
venga también venturosa
esa nueva que esperaba.

PERALTA
¿Nueva y venturosa?

GASPAR
(Con sobresalto)
¿Acaso no es así?

PERALTA
Tened más calma.
Me intereso en esa boda
como vos, la cosa es clara;
pues que me habéis prometido
una encomienda si alcanza
mi autoridad a enlazaros
con tal tesoro de gracias ...
¡Ah, yo la haré vuestra esposa!
Todo, mi poder lo allana;
y, por mi nombre, os daré
la posesión de esa dama.
Pero ...

GASPAR
Ahorrad frases inútiles
y contadme lo que pasa.

PERALTA
La sangre de veinte abriles,
Mendoza, el pecho os inflama,
y mal dejarán los años
en vuestra frente su escarcha.

GASPAR
La impaciencia me devora
y no puedo dominarla.
Escucho ...

PERALTA
Bien: hace poco
que con Angélica estaba.
Le hablé de la posición
que guardáis en Nueva España
y aun en Madrid, en la corte
de nuestro augusto monarca;
le hablé de vuestras riquezas,
de vuestra cuna elevada,
de las prendas personales
que os adornan y realzan
tanto mérito, y en fin ...

GASPAR
Sí, para elogios ya basta.

PERALTA
Ah ¡si la hubierais mirado!
¡Qué hermosa, qué hermosa estaba!

GASPAR
No me habléis de esa hermosura,
luz y encanto de mi alma,
que harto rendido a su hechizo
me subyuga y me avasalla ...
Proseguid.

PERALTA
Díjele a Angélica
que al partir, no ha mucho, a España
su buen tío el Arzobispo
para ella me dio una carta.

GASPAR
¿Se la enseñasteis?

PERALTA
Sí tal.

GASPAR
¿Leyóla?

PERALTA
Y púsose pálida ...
Pálida como una muerta.

GASPAR
¿Y qué os dijo?

PERALTA
Nada, nada.
Dobló el papel, lo ocultó
en su seno, y una lágrima
advertí que de sus ojos
por desprenderse pugnaba.

GASPAR
Y Sor Isabel ¿qué hacía?

PERALTA
Ah, la abadesa es su aya;
y como tanto la quiere,
como tanto la idolatra,
de convencimiento fueron
sus cariñosas palabras.
Le habló de su porvenir,
de su situación precaria,
de su orfandad ...

GASPAR
Pero ella ...

PERALTA
Ella callada ... callada.
Guardó el lloroso semblante
entre sus manos heladas,
trémulas, y ...

GASPAR
De manera
que se opone a mi demanda.

PERALTA
Sin duda, y ¡viven los cielos!
ella, don Gaspar, no os ama.

GASPAR
¿Que no me ama? ¿Desde cuándo
es de doncellas honradas
costumbre en necios amores
alimentar su esperanza,
y de amor tan sólo al yugo
su fe jurar ante el ara?

PERALTA
Eso la dije.

GASPAR
(Aparte) ¡Oh tormento! ...
Pues ¡vive Dios! que me pasma;
y del volcán de mi pecho
brotan como ardiente lava
celos impíos. (Alto) Acaso ...
Acaso un rival alcanza
con su amor ... ¡Ay, si así fuera! ...

PERALTA
Don Gaspar, sospecha vana.
Educada en el convento,
a su sombra hospitalaria
vio deslizarse las horas
placenteras de su infancia.
Jamás galán atrevido
osó mirarle a la cara,
ni el dios vendado, que turba
rapaz inocentes almas,
disparó contra su pecho
la saeta envenenada.
Vos lo sabéis, ha vivido
de ese convento en la estancia
que, para su uso tan sólo,
fue con primor fabricada.
Fábrica regia, ostentosa,
en que desplegó sus alas
el genio, y que es para ella
jaula, aunque dorada jaula ...
De allí no sale jamás;
Santoyo y Guiomar la guardan.
Ni Santoyo ni Guiomar
salen nunca de la casa.

GASPAR
¿Y quién es Santoyo?

PERALTA
Hidalgo
inexpugnable, muralla
invencible, fiero, adusto.
¡No puede temerse nada!

GASPAR
¿Y Guiomar?

PERALTA
Esa es la dueña
de Angélica ... tanto la ama
cuanto la cuida celosa,
y es severa y es honrada.

GASPAR
Mas si Angélica se niega,
aunque no hay razón ni causa ...

PERALTA
Descuidad: de aquí a una hora
allí estaremos. (Señalando el convento)

GASPAR
¡Peralta!

PERALTA
Firmaréis los esponsales.

GASPAR
¿Tan pronto?

PERALTA
Sí. Y mañana
vuestro enlace ... lo he dispuesto.

GASPAR
Gracias, don Iñigo, gracias.

PERALTA
Nada importa que ella gima;
al fin, después de casada,
será feliz.

GASPAR
No lo dudo.

PERALTA
Además, cumplir me basta
con lo que su tío ordena;
que yo obedezco y él manda,
y pues quiso el Arzobispo
que Angélica se casara
con vos, y vos lo queréis,
y yo también, ya no hay nada
que añadir. Que Dios os guarde.

GASPAR
Con vos, don Iñigo, vaya.

(Váse Peralta)

ESCENA III

DON GASPAR
DESPUÉS LOPE Y ORTIZ POR EL FONDO

GASPAR
¿Qué más pude apetecer,
si al fin de la lucha amarga
a un tiempo amor y ambición
juntos coronan mis ansias?
¡Amor! ¿entrar en mi pecho
cómo pudo? Bien lo alcanza
mi pensamiento; no en vano
es delicia de mi alma.
Absorbe mi sér entero
su recuerdo ... ¡Es tan lozana
su juventud, es tan bella!
Pero, si al fin, me rechaza ...

LOPE
Paréceme, Ortiz, que un hombre
está allí.

ORTIZ
¡Como una estatua!

LOPE
¿Quién será?

GASPAR
Bien
... Nada importa.
Sea mi esposa esa dama.
y después ... después veremos. (Se va)

LOPE
¿Se marcha, Ortiz?

ORTIZ
Sí, se marcha.

LOPE
Allí, Ortiz, tras ese muro,
tal vez para mí perdida,
respira el bien de mi vida;
su único bien, ¡te lo juro!
No juzgues que un devaneo
domina mi pensamiento,
ni la ilusión de un momento,
ni el aguijón de un deseo.
No es el loco desvarío
de pasajeros amores
que dura, lo que en las flores
una gota de rocío;
lo que en la campiña amena,
al salir el sol, la bruma;
lo que la rizada espuma
de las olas, en la arena ...
No, no, Ortiz; mas temería
que ahora Santoyo en mi daño ...

ORTIZ
Yo os lo dije ... año tras año
va al sermón en este día.
Nunca falta ... yo lo sé
por su hija ... y equivale ...

LOPE
Como Santoyo no sale
nunca de su casa, y fue
conmigo el cielo tirano
tan cruel ...

ORTIZ
Esperaremos
un solo instante y veremos
llegar en breve a ese anciano.

LOPE
Y si hablo con él, Ortiz,
y por mí al fin se interesa,
y le hago alguna promesa
de Beatriz ... ¿Qué hará Beatriz?
Si ella se niega a volver
con su padre, y temerosa
rehusa ...

ORTIZ
No hará tal cosa.
No, señor, no podrá ser.

LOPE
El viejo es duro.

ORTIZ
Es verdad.

LOPE
Y dado por mí ese paso,
si se niega ...

ORTIZ
En ese caso
la obligaré, descuidad.
A más, mi gusto es su gusto;
y me ama tanto, a fe mía,
que la existencia daría
por evitarme un disgusto.
¡Infeliz! ¡Pobre criatura!
Ya su dolor no le cabe
en el pecho, y sólo sabe
gemir por su desventura.

LOPE
¿Viene alguien, o mis deseos
me engañan?

ORTIZ
No os engañáis:
El es ... él.

LOPE
(A Santoyo) ¿A dónde vais?
¡Eh! buen viejo, deteneos.

ESCENA IV

LOPE, ORTIZ Y SANTOYO, CON LINTERNA

SANTOYO
¿Conmigo habláis?

LOPE
Sí, por Dios.

SANTOYO
Pues es raro.

LOPE
¿Os desconcierta?

SANTOYO
No.

LOPE
Ortiz, guarda esa puerta.

ORTIZ
Así lo haré.

LOPE
Acercaos vos.

SANTOYO
Ignoro con qué derecho ...
Mas ved que el que se propasa ...

LOPE
Os negáis en vuestra casa,
y la ocasión aprovecho.

SANTOYO
Pues la pudisteis lograr
de este modo, ya os escucho;
mas sed breve, porque mucho
me importa al convento entrar.

LOPE
Está bien. Ha seis meses que una noche,
en avanzada hora,
de México salió con gran misterio
vuestra joven señora.
Veíase agobiada, de inclemente
dolencia el pecho herido;
y hacia el campo partió secretamente ...
¡Siempre secreta su existencia ha sido!
¿ Es verdad?

SANTOYO
Es verdad.

LOPE
La acompañaban
doña Guiomar y vos, y con vosotros
iba también una doncella pura,
dechado de hermosura ...

SANTOYO
Callad.

LOPE
¡Una hija vuestra! ...
Por ocultos senderos, lentamente,
caminasteis los cuatro, hora tras hora,
y cerca de Tlaxcala,
de una agreste mansión encantadora
a la risueña puerta os detuvisteis.

SANTOYO
Caballero, os repito que no puedo
escucharos ya más, ya esa insistencia
me cansa y me fatiga ...

LOPE
Señor Pedro Santoyo, más paciencia ...
Ved que os hablo cortés y esto os obliga.
Rondaban por acaso
en torno a la morada silenciosa
donde la dama a quien servís vivía
buscando la salud y la alegría,
un joven caballero,
a quien, mozo también, acompañaba
un hidalgo escudero;
buscaban en la caza,
en tardes y mañanas seductoras,
grato solaz, logrando del fastidio
matar las lentas horas.
Vio un día el escudero
de la hija vuestra el seductor semblante,
chispas de amor lanzaron sus pupilas,
y desde aquel instante,
ella viéndose en él y él en ella,
corrieron venturosas y tranquilas
las horas del mancebo y la doncella.

SANTOYO
¡Oh! callad por favor, callad os digo.

LOPE
Mas suspicaz y receloso un día,
sorprendisteis su amor ... Vos inhumano,
y del acero armada
la temblorosa mano,
pálida la color de la mejilla,
de muerte amenazasteis
a la amante infeliz, que acongojada
os desarmó doblando la rodilla.

SANTOYO
¡Tanto la amaba!

LOPE
Sí; pero de un lado
veía amenazante
vuestro mirar sañudo;
del otro, la mirada
generosa y amante
del mancebo gentil y cariñoso;
junto a vos el puñal; junto a él, ardiente
y vivo amor: amor es poderoso
y rinde y avasalla ...
Rendida huyó Beatriz ...

SANTOYO
¡La hubiera muerto!

LOPE
Y dejó vuestro hogar triste y desierto.
¿Amáis aún a Beatriz?

SANTOYO
¿Pues no es mi hija?

LOPE
¿Queréis verla?

SANTOYO
¡Jamás! ¡Que Dios le valga!
Manchó la frente mía,
es hidalga mi sangre ... ¡Sangre hidalga
por sus venas corría!

LOPE
Por eso aún vive honrada.

SANTOYO
¡Habéis mentido!

LOPE
Mirad lo que decís.

SANTOYO
No miro nada.
¿Queréis que viva honrada?
¿Quién me honra de ese modo?
¡Dios de Dios! ... ¿que no miente? ...
Diéraos horror mi frente,
si por acaso un rayo
de sol en este instante la alumbrara.

LOPE
Beatriz al pie del ara
su amor santificó.

SANTOYO
¿Qué estáis diciendo?
¿Es casada Beatriz? ¡Dios bondadoso!
Si me engañáis ...

LOPE
¡Anciano!

SANTOYO
Perdonadme ...
¡Si soy tan venturoso!
Perdonad al que es padre, que un momento,
de dicha tanta y tan inmensa dude,
cuando la paz alcanza,
cuando ha llorado muerta su esperanza.
Quiero volverme loco de alegría ...
¡Beatriz del alma mía!
Pero ni así; no quiero
volver a verla, no: Dios la perdone ...
Dios podrá perdonarla en su agonía ...
Soportaré la mía
antes de contemplarla en mi presencia.
¡No puedo perdonarla!

LOPE
Si vierais cual se arrastra su existencia,
si vierais cómo llora
si pudierais mirarla,
y el solloso escucharais de su pecho ...

SANTOYO
Callad ...

LOPE
Y hora tras hora
oyerais su gemido,
en lágrimas deshecho
abrierais vuestro oído
a su plegaria justa, y vuestros brazos
a estrecharla se ábrieran.
Ella recuerda siempre aquellas horas
de amor, encantadoras ...

SANTOYO
¡Cuán venturosas eran!
¿En dónde está Beatriz?

LOPE
¡Ah!

SANTOYO
¿Dónde? ¿dónde?

LOPE
¿No os queríais marchar? Ya no os detengo.

SANTOYO
Quiero verla. Decidme ¿dó se esconde?
Pedidme cuanto valgo y cuanto tengo.

LOPE
Bien, Santoyo, muy bien; sólo un instante
oídme todavía,
pese a vuestra ternura.

SANTOYO
Si algo os debo ...

Ventura por ventura.
El señor del mancebo infortunado
la sin par hermosura
de Angélica miró ... Tal es el nombre
de la dama gallarda y misteriosa
a quien Beatriz servía;
la vio gentil al declinar de un día;
y lo mismo que el joven escudero
a la hija vuestra amó, a su señora
amó el galán rendido.
Se hablaron un momento ...
Sólo una vez se hablaron ... y al oído
dijéronse los dos un juramento.
Huyó Beatriz como sabéis, y entonces
la campestre morada abandonando
ella, vos y Guiomar, graves y tristes
tornasteis al convento. Allí encerrada
vive con vos ... Y aquí aquí me encuentran
en agitado paso,
con el alma de angustia traspasada,
el triste sol de ocaso
y la pálida luz de la alborada.
Decidme, por favor ... ¿Hay más tormento?
Yo quiero ver a Angélica.

SANTOYO
¡Eso nunca!

LOPE
¿Que nunca ha dicho? ¡Cielos! este hombre
no piensa ¡por mi nombre!
ni lo que está diciendo ... ¡Desdichado!
En mi pecho la cólera no cabe;
no sabe lo que dice ... ¡no lo sabe!
¿Ni por Beatriz, Santoyo? ¿Ni por ella?

SANTOYO
Ni por ella.

LOPE
¡Ay de ti, desventurado!
Vas a morir entonces.

SANTOYO
No me importa morir.

LOPE
Eso prefieres ...

SANTOYO
Yo moriré cumpliendo mis deberes;
(Saca la espada)

LOPE
Os olvidáis, anciano ...

SANTOYO
Ya sé yo que a mi edad tiembla la mano ...
y el pobre corazón débil palpita ...
Me venceréis ... me mataréis ... ¡no importa!
Hay algo en mí que grita:
luchad. ¡Eh! dadme paso,
o conmigo reñid.

LOPE
¡Noble! ... ¡Qué noble!
Guardad, Santoyo, el vencedor acero
que si a tocarle se atreviera el mío
manchárase mi honor ...

SANTOYO
¿Tan poco valgo?

LOPE
Más que yo, hidalgo.
A Beatriz os daré.

SANTOYO
¿Cuándo?

LOPE
Mañana.

SANTOYO
¿Mañana?

LOPE
Sí, a esta hora.

SANTOYO
¿Eso haréis?

LOPE
Eso haré.

SANTOYO
Sin exigirme ...

LOPE
Sin exigiros nada.

SANTOYO
Pues si eso vais a hacer ¡ah! otra cosa,
caballero, haré yo. ¿Veis esa reja?

LOPE
Sí, sí tal.

SANTOYO
Pertenece a mi aposento.
Si mi señora accede,
vais a verla al momento.
¿Cómo os llamáis?

LOPE
Don Lope.

SANTOYO
¿Y es bastante?

LOPE
Bastante, os lo aseguro.

SANTOYO
Hasta mañana, pues.

LOPE
Hasta mañana.

SANTOYO
¿Me daréis a Beatriz?

LOPE
Dárosla juro.
(Váse Santoyo)

LOPE
Voy a verla, a verla, Ortiz,
tras este anhelar profundo:
dime si existe en el mundo
otro que yo más feliz ...
Dime, si acaso creer
es posible en tal ventura,
dime si esto no es locura,
dime lo que puede ser.
Pasó un día, y otro día
pasó también largo y lento ...
Mudo y triste ese convento
guardó la esperanza mía.
Y hoy, como el sol que se encumbra
dando vida a la mañana,
veré tras esa ventana
el sol que mi vida alumbra.

ORTIZ
¡Ay, cuántos soles, señor,
así alcanzasteis a ver
que vi después trasponer
el cielo de vuestro amor!

LOPE
Es verdad.

ORTIZ
Y si así fuera ...

LOPE
Calla por Dios, insensato,
que en mi amoroso arrebato,
Ortiz, matarte pudiera.
¿Cuándo en vela me miraste,
cuándo sufriendo me viste,
ni adolorido, ni triste,
a contemplarme alcanzaste?
Aquellos locos amores,
como ilusión de un momento,
como ráfagas de viento,
como hojas blancas de flores
que arrebata el torbellino,
así pasaron, y así
un sólo instante las vi
cruzando por mi camino.
Pero ésta no es ilusión
mentida ni pasajera;
esto es, Ortiz, una hoguera
que inflama mi corazón.
(Se ilumina la reja)
Mira ... ¡luz! ... Es mi tesoro;
es la luz de mi ventura,
la peregrina hermosura,
el dulce bien que yo adoro.

ESCENA V

DON LOPE, ORTIZ Y ANGÉLICA EN LA REJA

ANGÉLICA
Santoyo ... temblando estoy.

LOPE
¿De placer? ¿De gozo? Y quién
no temblara en tanto bien.

ANGÉLICA
¿Vos sois, don Lope?

LOPE
Yo soy ...
Yo que por mi dicha vengo
si me oís, ángel hermoso ...

ANGÉLICA
Pues teneos por dichoso.

LOPE
Por tal, señora, me tengo.
¡Y no sé si ahora, que alcanza
mi alma gracia tan cumplida
es realidad, o es mentida
ilusión de mi esperanza!
Que tantas veces os vi
creación de mi martirio,
que tal parece un delirio,
un sueño, veros allí.

ANGÉLICA
Graves motivos tendré,
apareciendo liviana,
si os hablo por la ventana.

LOPE
¿No es amor?

ANGÉLICA
¿Amor? ... no a fe.
Es más que amor: el temor
de perderle.

LOPE
¡Afán siniestro!
¿Perder vuestro amor?

ANGÉLICA
El vuestro,
que bien sé guardar mi amor.

LOPE
Estando guardado así
yo sólo ante vos me fío,
pues si amor guardáis es mío,
que el vuestro, lo guardo aquí.
Yy puesto que os fío a vos
y vos a mí me fiáis,
Angélica, no temáis,
por ninguno de los dos.

ANGÉLICA
¡Ay!

LOPE
Suspiráis.

ANGÉLICA
¡Yo me admiro!
Confiado sois ...

LOPE
¿Qué temor
puede causar el dolor
que revela ese suspiro?
¿El de no miraros más?

ANGÉLICA
¡No tal!

LOPE
¿Más grave?

ANGÉLICA
Podría ...

LOPE
¿Más grave? Pues no sabría
dar con la causa jamás.

ANGÉLICA
Es que pretenden mi mano.

LOPE
Pues causa es esa menor.
¿No os lo decía? Peor
para el pretendiente; es llano.
Es llano, sí, por mi fe;
mortal no habría que al veros
dejara de pretenderos
y de amaros; ya lo sé;
que otro tanto me pasó,
y fuera creer egoísmo,
que no le pase lo mismo
a todo aquel que os miró.

ANGÉLICA
Si me hostiga ...

LOPE
Es desacato.

ANGÉLICA
Si es tenaz ...

LOPE
No es hidalguía.

ANGÉLICA
Y si me obliga ...

LOPE
Podría
suceder ¡pero le mato!

ANGÉLICA
Calma tenéis ...

LOPE
Tengo calma.

ANGÉLICA
Si una asechanza me tienden ...

LOPE
Bien contra ella os defienden
este acero y vuestra alma.

ANGÉLICA
De vos es, y eso acrecienta
mi pena, pues siendo mía,
sacrificarla podría.

LOPE
Eso no.

ANGÉLICA
Tened en cuenta
la altivez y genio airado
de un tutor que si se exalta ...

LOPE
¿Don Iñigo de Peralta?

ANGÉLICA
¿Conocéisle?

LOPE
Demasiado.

ANGÉLICA
¿Sabíais que es mi tutor?

LOPE
Sí lo sé.

ANGÉLICA
Para mal mío,
el Arzobispo, mi tío,
lo hizo tal.

LOPE
Y el buen señor
en atormentar se goza
vuestra alma, según se infiere.
¿Y con quién casaros quiere?

ANGÉLICA
Con don Gaspar de Mendoza.

LOPE
(Aparte) ¡Cielos! (Quedándose abstraído)

ANGÉLICA
¿Calláis? ¿Qué os aqueja?

LOPE
(Aparte) ¡El a Angélica pretende!

ESCENA VI

ANGÉLICA, DON LOPE, ORTIZ Y DON GASPAR

GASPAR
¡Dios de Dios! ¿Cómo se entiende?
¡Un hombre al pie de la reja!

ANGÉLICA
¿Qué tenéis?

GASPAR
¡Ella, Dios mío!
(Saca la espada y embiste a don Lope)

ANGÉLICA
¡Que os atacan!
(Lope, saca la espada y luchan)

ORTIZ
¿Será cierto?
Puede contarse por muerto
ese hombre.

GASPAR
¡Sois un impío!

LOPE
¡Su voz! ¿Qué hacer?

GASPAR
El doncel
retrocede ... Ya cejáis.

LOPE y ANGÉLICA
¡Ah!
(Cae don Lope al suelo y Angélica cae también desmayada)

GASPAR
¡Bien castigado estáis!
Vendrá la ronda por él.
(Vase rápidamente)

ORTIZ
¡El diablo ha de ser ese hombre!
¡Jesus! Señor ...

LOPE
(Levantándose) ¿Ya no hay nadie?

ORTIZ
No señor. ¿Pero qué os pasa?

LOPE
¿Se fue?

ORTIZ
Sola está la calle ...
¿Estáis herido?

LOPE
¡Qué importa!
Pero ¿y ella, ella?

ORTIZ
¡Sangre!

LOPE
Sí, no es nada ... En este brazo
una leve herida.

ORTIZ
Antes
que desaparezca, a ese hombre
voy, señor, a dar alcance.

LOPE
¡Tente! Pues piensas que yo,
Ortiz ¿no pude matarle?

ORTIZ
Señor ...

LOPE
Espera ... ese hombre ...
¿Nadie nos oye? ... ¡Es mi padre! ...

ORTIZ
¡Cielos! ¿Don Gaspar?

LOPE
Huyamos ...
La ronda.
(Vanse precipitadamente por la calle izquierda)
(Don Caspar y una ronda)

GASPAR
¡Ah! ¡Llegué tarde!
Por allí corren dos hombres.
¡Corred tras ellos, Alcalde!

FIN DEL PRIMER ACTO
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