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PRIMERA PARTE



CAPÍTULO VIGÉSIMOSEXTO



EL AMIGO DEL LICENCIADO LAMPARILLA

El periódico que años antes habla publicado el alarmante párrafo en que se daba noticia del caso rarísimo y nunca visto, cuyo desenlace conocen ya en parte nuestros lectores, había sufrido mil contratiempos.

Ese mismo periódico, que tenía por nombre El eco del otro mundo, dio a luz el siguiente párrafo:

¡Horrorosa tragedia!- Allá en el fondo oscuro de una casa de vecindad de mala fama, situada en uno de los barrios más sucios y peligrosos de la ciudad, se ha cometido un crimen que nosotros mismos no creeríamos si no tuviésemos los más verídicos y exactos informes.

Interpelamos al periódico oficial para que nos diga si ya se han tomado las medidas enérgicas que reclama la vindicta pública, para aprehender a los culpables e imponerles el condigno castigo.

El periódico oficial, que jamás perdía su calma, contestó al día siguiente dos líneas.

El gobierno ninguna noticia tiene del crimen a que se refieren en su párrafo de ayer los ilustrados redactores de El eco del otro mundo, pero ya se pide a quien corresponda los informes necesarios. En todo caso, y aun suponiendo que se hubiese cometido tal crímen, nos parece que hay exageración en los pormenores. Esperamos de la imparcialidad del patriota colega del Callejón del Ratón que hará las rectificaciones correspondientes para calmar la alarma que ha causado en la ciudad su párrafo relativo al supuesto crimen.

Los periódicos de todas clases, de todos tamaños y de todas Opiniones que se publicaban en la capital y en los Departamentos reprOdujeron el primer párrafo alarmante, y desgraciadamente algunas tiras de ellas fueron remitidas a Europa por casas extranjeras establecidas en México y que querlan tener a sus amigos y corresponsales de ultramar al tanto de los sucesos, de cualquiera naturaleza que fuesen.

Un periódico también de sensación, que circulaba abundantemente en París y que se llamaba El gorro de dormir de Dantón, se apoderó del párrafo, mal que bien lo tradujo y lo publicó en el lugar más visible, titulándolo Salvajeria mexicana, y añadiéndole interesantes comentarios.

Nuestro corresponsal nos da sobre este crimen, detalles que omite sin duda maliciosamente la hoja mexicana.

Este párrafo fue reproducido en toda Europa, en inglés, en alemán, en dinamarqués, en checo, en griego, en italiano, en todos los idiomas conocidos y desconocidos y en todos los periódicos, y copiado y vuelto a copiar por la ilustrada prensa norteamericana, que lo adornó con grabados en madera.

Cuando la sirvienta entró con el desayuno del juez de turno, que sentado todavía en su cama no obstante ser las diez de la mañana, fumaba tranquilamente un detestable purito del estanco, le entregó al mismo tiempo un paquete de impresos.

Daba fin a su lectura y se disponfa a salir de entre las sábanas, cuando llamó su atención un párrafo rayado en el margen con lápiz azul, que leyó y volvió a leer varias veces, y era precisamente la horrorosa noticia que, comentada, escandalizó más tarde a la Europa entera, como acabamos de manifestar.

El licenciado se puso una camisa muy almidonada que le hacía un enorme buche por delante que no podía sujetar el chaleco ni la levita; sus pantalones, que le venían muy holgados y tenían una pierna más corta que la otra, y una levita que le lastimaba por debajo de los brazos; y pasando sus dedos por la cabeza, en lugar de peine, formándose así un copete con su abundante pelo entrecano, salió a la calle con dirección a la Acordada, donde estaban los juzgados de lo criminal.

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