Índice de Memorias de Francisco Vázquez GómezSegunda parte - Capítulo VIISegunda parte - Capítulo IXBiblioteca Virtual Antorcha

Segunda parte

CAPÍTULO VIII

SESIONES DEL CENTRO ANTIRRELECCIONISTA DE MÉXICO. COMISIÓN ANTE EL SEÑOR MADERO EN TEHUACÁN. MANIFIESTO DEL CENTRO ANTIRRELECCIONISTA A LA NACIÓN.


Como es de suponerse, una vez separado mi hermano del Ministerio de Gobernación, el maderismo intensificó su campaña. en favor de la fórmula Madero-Pino Suárez. A pesar de esto, algunos de los antirreeleccionistas hicieron todavía algunas gestiones para que no se modificara la fórmula primitiva. Yo no tenía conocimiento de estas gestiones o no lo recuerdo; pero un día fuí citado a la calle de Berlín para que tratáramos este asunto. Cuando llegué al lugar de la cita encontré allí a los señores J. Sánchez Azcona y licenciado Miguel Díaz Lombardo, como representantes del Partido Constitucional Progresista, y a los señores licenciado Aquiles Elorduy y Pedro Galicia Rodríguez por parte del Partido Antirreeleccionista y con ellos estaba el señor Madero.

Esta reunión tenía por objeto ver cómo se sanjaban las dificultades y se volvía a la unión revolucionaria; y al efecto, cada lado exponía su punto de vista; el señor Madero y yo oyendo lo que decían. De repente, el señor Madero me llevó a una pieza contigua y me dijo:

- Déjelos usted que hablen: desconozca usted al Partido Antirreeleccionista y será electo Vicepresidente de la República.

- No, le contesté, antes que desconocer al Partido Antirreelccionista de donde hemos salido usted y yo como candidatos, prefiero no ser Vicepresidente. Caeré con mi partido, pero nunca tendré de qué avergonzarme.

- Está bien -repuso el señor Madero-: así será.

Y terminó nuestra conversación.

Todavía en la Convención de agosto se hicieron algunas gestiones, según supe, tendientes a verificar la unión, pero no tuvieron buen éxito. A propósito: un amigo mío me cuenta lo que no creo, que en los momentos de inaugurarse la Convención y al entrar a ella el señor Madero, Sánchez Azcona le dijo que hiciera todo lo posible porque no se rompiera la fórmula primitiva, pero que Madero le contestó que eso era imposible porque su hermano Gustavo estaba muy intransigente; y como todo el mundo sabía, este último era el director de la política maderista; pero a él no podía exigirle el señor Madero que reconociera su autoridad.

Como se ha visto en otro lugar, el señor Madero había suprimido o desconocido al Partido Antirreeleccionista, en su manifiesto de 9 de julio. Este manifiesto tan arbitrario como impolítico, dió origen, indudablemente, a la formación del acta de 11 de julio, que conocen los lectores de estas Memorias, pues los jefes revolucionarios que la firmaron veían con claridad meridiana adonde iba el señor Madero y que con dicho manifiesto se iniciaba el fracaso de la revolución. Y digo que fue arbitrario, porque el señor Madero, aun como jefe del Partido, no tenía facultades ni autoridad para suprimir a éste de una plumada. El cargo de jefe es simplemente honorífico y de ningún modo autoriza a quien lo ejerce para disponer por sí y ante sí, de los destinos de un partido político, perfectamente organizado y con tendencias bien difinidas. Es que el Madero de 1911 ya no era el mismo de 1909 y 1910, pues al dictar este úkase, para nada tuvo en cuenta la opinión del Centro Antirreeleccionista ni la de los centenares de clubs que dependían de él. Ya se le habían olvidado las prácticas democráticas de que tanto habló en su propaganda política y que tanto entusiasmaron a Mr. Greuning.

Considero impolítico el manifiesto, porque en aquellos momentos, la revolución no se había consolidado en un gobierno emanado de ella (debido a la oposición del señor Madero), y este paso tan grave debía traer, como trajo, la división del partido revolucionario precisamente cuando había muchos elementos en juego para hacer ilusorio el triunfo de la revolución.

De las 22 personas en quienes el señor Madero delegó facultades que no tenía, solamente Roque Estrada, Luis Cabrera, Pedro Galicia Rodríguez, y algunos otros, si acaso, no obedecían ciegamente al señor Madero: los demás, no eran sino instrumentos para realizar los propósitos maderistas, o sea acabar con el Partido Antirreeleccionista, que tenía una constitución orgánica, para substituirlo con un partido artificialmente formado. Pero hay veces en que el destino se empeña. en contradecir a los hombres, pues el Partido Antirreeleccionista. sobrevivió al señor Madero; y no sólo esto, sino que, todavia en la Convención de 2 de julio de 1929 se ampararon bajo su nombre muchos de los que con él señor Madero lo desconocieron y repudieron.

El manifiesto, como era natural, originó la división del Partido Antirreeleccionista, según se desprende del acta de la sesión celebrada el 29 de julio de 1911, que copio en parte, del libro respectivo.

El C. presidente dió las gracias a las Delegaciones presentes y manifestó que uno de los puntos principales que se iban a tratar en esta junta era la actitud que el Centro Antirreeleccionista de México debería asumir en las próximas elecciones. Dijo que, en su opinión, el Centro Antirreeleccionista de México, debía sostener la fórmula Madero-Vázquez Gómez porque fueron los candidatos discutidos, elegidos y apoyados por la Convención Nacional Democrática del quince de abril de mil novecientos diez. Los delegados del Centro Democrático Antirreeleccionista manifestaron que en junta celebrada por dicha corporación el viernes veintiocho del actual, había acordado definitivamente convocar a una Convención para el veintinueve de agosto, a fin de nombrar candidatos a la Presidencia y Vicepresidencia, e invitaron a todos los presentes para dicha Convención. Se extendieron en algunas apreciaciones de la historia del Club Antirreeleccionista de México y trataron de sostener que era necesaria la Convención. El C. Fortino B. Serrano opinó que no es necesaria una nueva Convención puesto que están en pie los acuerdos de la de 1910, cuyos candidatos sostiene el Centro Antirreeleccionista de México, porque es su deber hacerlo, porque es el generador del partido y porque son la representación genuina del voto popular. El señor Sentíes, Francisco, expresó que después de muchos trabajos, el Centro Antirreeleccionista de México logró celebrar una Convención que debiera ser considerada como la piedra fundamental de la democracia, sellada con la sangre de los antirreeleccionistas en los campos de batalla y pidió que todos los clubs dependientes del Centro Antirreeleccionista de México, sostengan la Convención de mil novecientos diez. El señor Angulo, delegado del Centro Democrático, dijo: que creía y con él el referido centro, que la Convención de mil novecientos diez quedó anulada por efecto de la revolución y la renuncia del señor Madero a la Presidencia y que, por tanto, era indispensable una nueVa Convención. El señor Fortino B. Serrano Ortiz invocó la sombra de Serdán para hacer comprender a los delegados del Centro Democrático que su actitud es improcedente, que lo acordado por la Convención de mil novecientos diez fue secundado por el Plan de San Luis Potosí Y sostenido por el triunfo de la revolución y que, para acabar de sancionar todo, es necesario llevar los candidatos al poder por medio del voto, pero sin apelar a otra convocatoria porque no es lo procedente.

A una interpelación del señor presidente, el señor general Rojas, que estaba presente, manifestó que fue presidente del Club Antirreeleccionista Benito Juárez; que como a varios miembros presentes les consta, fue perseguido y se vió obligado a ir a luchar y conquistar con las armas lo que buenamente no le fue posible con la ley; y que no comprende cómo ahora haya personas que deseen otra Convención, cuando todos los antirreeleccionistas solamente suspendieron sus trabajos pacíficos y legales para llevar a efecto los acuerdos de la Convención de mil novecientos diez, mientras quitaban del camino los obstáculos que lo impedían. Dijo que él, como todos los suyos, están por la Convención de mil novecientos diez. Igual declaración hizo el señor coronel Navarro, que estaba presente. Después de hacer uso de la palabra otros varios miembros presentes, se aprobaron los siguientes acuerdos.

PRIMERO. La asamblea declara a la faz de la nación entera que la Convención de quince de abril de mil novecientos diez, verificada en circunstancias que probaron hasta la evidencia la sinceridad democrática de los delegados de toda la República que a ella concurrieron, está en pie y sus acuerdos deben realizarse sin modificación alguna.

SEGUNDO. Los clubs que acepten en su programa la fórmula Madero-Vázquez Gómez, originada en esa memorable Convención, deberán desde luego remitir a este centro su adhesión a dichas candidaturas.

TERCERO. A todos los clubs establecidos en la República, adictos a este centro, se les recomienda no concurran a ninguna nueva Convención antes de las elecciones extraordinarias, porque las candidaturas que sostienen fueron ya discutidas y aprobadas por todos los verdaderos ciudadanos antirreeleccionistas de la República.

CUARTO. Los suscritos delegados, ampliamente facultados, protestan sostener sin vacilaciones al C. Francisco I. Madero, para Presidente, y al C. doctor Francisco Vázquez Gómez, para Vicepresidente, haciendo la propaganda amplísima que les impone el deber contraído, de acuerdo con el Comité Ejecutivo Electoral que al efecto se nombre.

Al terminar la sesión, el señor licenciado Elorduy hizo una proposición, que está muy mal redactada en el acta, pero en la cual se propuso y aprobó lo siguiente: por virtud de haber expresado el señor Madero que el informe de la comisión era ambiguo; que él, Madero, había dicho a los comisionados, terminantemente, que no había facultado al comité del Partido Constitucional Progresista para convocar a la nueva Convención a que ha convocado el 5 de agosto, acordó suplicar a usted (Madero) que se sirva manifestar a este centro si está conforme en acordar que el mismo comité anuncie por medio de la prensa que no se verificará la nueva Convención y que las candidaturas únicas de todo elemento antirreeleccionista, mejor dicho, de ambos, para los próximos comicios, deberán ser usted (Madero) y el doctor Francisco Vázquez Gómez.

En el acta de la sesión del Centro Antirreeleccionista de México verificada el 2 de agosto de 1911, bajo la presidencia del C. Pedro Galicia Rodríguez, se encuentra lo siguiente:

Después de acalorada discusión en que tomaron parte otros varios ciudadanos, la mesa directiva, por conducto de su primer vicepresidente, C. Rafael Martínez, propuso en concreto a la asamblea, que se nombrara una comisión formada del elemento 'Civil y militar que se encontraba en la asamblea, y esa comisión se encargara de hacer tres preguntas al C. Madero, que en esencia dicen: ¿Se obliga el señor Madero a no utilizar los servicios del general Reyes, en caso de que llegue el mismo Madero a la primera magistratura? ¿El señor Madero fue quien insinuó la separación del licenciado Vázquez? En caso de que el señor Madero haya ejercido influencia en la separación del licenciado Vázquez, ¿se compromete a ejercer esa misma influencia, para que sea nuevamente reparado en su puesto? Acordándose por unanimidad en dicha asamblea que las respuestas deben ser categóricas: sí o no; y en caso de que respondiese con evasivas el C. };fadero o no accediese a las obligaciones que se le imponen, dejaría de ser candidato presidencial del Gran Partido Nacional Antirreeleccionista.

El informe de la comisión, publicado en El Demócrata el 6 de agosto de 1911, dice:

C. presidente del Centro Antirreeleccionista de México.
Presente.

Cumpliendo con mi deber como presidente de la comisión designada por este centro, para apersonarnos con nuestro candidato presidencial, C. Francisco I. Madero, y someter a su consideración y resolución el formulario que en asamblea del día 2 del actual hubo de acordarse en este mismo recinto, vengo a rendir el correspondiente informe, para conocimiento de toda la asamblea que me escucha.

Por justificados motivos, el C. vicepresidente del centro, que fue designado como presidente de la comisión, no pudo concurrir a Tehuacán y delegó en mi humilde persona su autoridad y representación, debiendo yo a esta circunstancia el tener el honor de dirigiros la palabra para imponeros, en concreto, del resultado de la delicada misión que se nos confió.

Decidimos ir personalmente en busca del C. Francisco I. Madero; en la noche del jueves tres del actual, nos embarcamos para San Lorenzo, Tehuacán, lugar donde residía nuestro candidato, acompañados por la honorable comisión del ejército libertador, conforme aquí fue acordado ...

Casi a la mitad del camino, un alto jefe del ejército libertador nos manifestó que deberíamos obrar con mucha prudencia para tratar tan delicado asunto con el C. Madero, porque había observado que no tenía buenas intenciones con respecto a nuestra misión. Cuando estábamos en esta conferencia llegó un ayudante del señor Madero, el que, dirigiéndose al general Cándido Navarro, le lanzó esta increpación:

- ¿Conque también usted es de los conspiradores?

Ambos se abrazaron y se adelantaron, no enterándonos de lo que hayan hablado ...

Debo aquí hacer constar que el C. Madero se encontraba en un estado de alarmante sobrexecitación, de tal manera, que la sangre le subía a la cabeza, y con el ceño completamente adusto, eran sus ademanes impulsivos, indicando que la cólera lo dominaba.

Desde luego abordé el asunto manifestándole el objeto de nuestra presencia. El C. Madero nos increpó para saber con qué carácter lo interrogábamos, pues que si era en son de amenaza, podíamos dar por terminado el asunto desde luego; mas si nos dirigíamos al correligionario, contestaría a nuestras preguntas. Le contesté que lo interpelaríamos en su calidad de candidato presidencial por el Partido Antirreeleccionista de la República, y en un corto y mesurado discurso le manifesté las razones que obligaban al Partido Antirreeleccionista a tomar decisiones en la solemne e histórica asamblea del 2 del corriente mes, leyéndole en voz alta las tres preguntas que en pliego cerrado llevaba. El me contestó que ya por la prensa había abordado el asunto y que creía que ya estaban contestadas. Le hice constar que nuestras intenciones eran categóricas, a lo que contestó diciendo que no podia plegarse a esa condición; pero, tomando el pliego y leyendo él la primera pregunta, contestó:

- El Centro Antirreeleccionista de México que fundó el licenciado Emilio Vázquez en unión mía y de otros correligionarios, después de la pasada lucha electoral lo considero disuelto, y hoy sólo es club al que le reconozco el derecho de organizarse y trabajar dentro de los límites de la ley, en la próxima lucha. electoral. Respecto a mi programa de gobierno, será el de la Convención de 15 de abril de 1910, completado con aditamentos del Plan de San Luis Potosí.

Pasó a leer en alta voz el segundo punto, siempre bajo la impresión de una violenta excitación nerviosa, y contestó en seguida:

- Mi última palabra sobre este particular la he dado a conocer en el telegrama que dirigí al Presidente interino de la República, C. Francisco León De la Barra; luego, con ademanes de marcada irritación, nos hizo observar que en el centro se le había insultado al compararlo con un ratón y a Reyes con un gato, haciendo constar que en todo caso él (el señor Madero) sería el gato y Reyes el ratón, a quien su desprestigio orillaría a la ruina.

La tercera pregunta fue contestada, diciendo:

- Ciertamente, yo influí con el señor De la Barra para la separación del licenciado Vázquez, supuesto que el señor De la Barra me consulta todos sus actos en sus más nímios detalles, por lo cual estoy obligado a sostener todos los acuerdos del alto funcionario citado que representa al gobierno emanado de la revolución; en cuanto al licenciado Vázquez, podria compararlo con un niño, habiendo tenido que dar1e consejos desde hace dos años para que no me pusiera en ridículo, y sólo hasta ahora he obrado por tratarse del C. Presidente.

El señor general Cándido Navarro, reposadamente manifestó que no estaba de acuerdo con lo aseverado por el señor Madero, tocante a la destitución del señor Emilio Vázquez, toda vez que dicho ciudadano es en los actuales momentos quien encarna los ideales de la revolución.

Arrebatado de cólera, el señor Madero contestó que él no toleraba que los militares tomaran parte en política, y mucho menos él, Navarro, que era indigno de perteneoer al ejército libertador, y que si se le tachaba de falto de energía, debían saber, de una vez por todas, que él había expuesto su pecho ante los insubordinados Villa y Orozco, en Ciudad Juárez; que era enemigo de que se derramara sangre, pero que si se le juzgaba cobarde, estaba dispuesto a matar por medio de la ley.

Navarro, con sobrada serenidad y estoicismo, trató de justificarse ante el jefe de la revolución, sin conseguir aplacar la violencia de éste, hasta que uno de sus ayudantes hizo presentes los altos méritos del citado general. Entonces, el señor Madero, le tendió su mano recomendándole procurar vindicarse, porque en su poder tenía cartas de acusación contra él, a lo que Navarro contestó haciendo notar que había luchado por principios y no por interés bastardo alguno, puesto que no había recibido ningún dinero hasta la fecha y que, como se le recomendaba, se justificaría al llegar a México, advirtiendo que él era víctima del cientificismo de su Estado natal.

Con toda calma el correligionario Antonio Herrejón López, observó al señor Madero que extrañaba que ante una comisión enviada expresamente para conferenciar con él, se hubiera manifestado impulsivo y no hubiera refrenado su cólera; que bien estaba que a los militares los tratara como quisiera, pero que a toda una delegación de ciudadanos conscientes de sus derechos y de sus deberes, no estaba bien recibirlos de tal manera; que aprovechaba la ocasión para indicarle que, como jefe de la revolución, podía delegar sus facultades en cualquier comité, pero nunca querer reorganizar o cambiar de nombre y de objeto a un partido reconocido por él mismo, al cual le debe toda la popularidad y prestigio de que goza; que, ¿cómo es que reconoce la Convención de 1910 Y su programa y trata de convocar a otra nueva convención? Que él le sugeria la idea de que se formara una asamblea para designar el comité ejecutivo electoral y entrar de lleno a la lucha con la fórmula Madero- Vázquez Gómez, que él mismo reconocía.

Al oír esto el señor Madero, reconoció que había estado exaltado por tratarse de militares; pero que los civiles le merecían toda clase de consideraciones ...

Yo, como presidente de la Delegación, de una manera sincera y verídica, rindo este informe, dejando a la asamblea el derecho de tomar el acuerdo que corresponda; pero para terminar, debo de hacer constar que tan pronto como el ameritado general Cándido Navarro desembarcó del ferrocarril en esta capital, fue aprehendido y conducido a la Penitenciaría.

Sufragio Efectivo. No Reelección.
México, 5 de agosto de 1911.
Fortino B. Serrano Ortiz.

En la misma sesión, el señor Herrejón López, miembro de la comisión, manifestó que el señor Madero le había comunicado verbalmente, que está de acuerdo en sostener los acuerdos de la Convención de 15 de abril de 1910 y la fórmula Madero-Vázquez Gómez.

El general Cándido Navarro estuvo preso en la Penitenciaría hasta después de la caída y muerte del señor Madero. Tan luego como salió de la prisión se fue a reunir sus antiguas fuerzas revolucionarias para luchar contra el gobierno de Huerta, siendo muerto en uno de los combates del Estado de Guanajuato: a pesar del tratamiento que recibió del señor Madero, Cándido Navarro dió pruebas de ser un revolucionario sincero y cabal.

El 8 de agosto hubo otra sesión del Centro Antirreeleccionista de México para tratar el mismo asunto, que era la cuestión palpitante en aquellos días.

Abierta la sesión, el presidente, C. Galicia Rodríguez, produjo una corta peroración haciendo presente que el partido se había esforzado en la campaña pasada por derrocar una dictadura y no era justo que el mismo partido dejase entronizar otra.

El señor licenciado Elorduy narró las circunstancias que mediaron para que se celebrase una entrevista oficiosa con el señor Madero, a la que habían concurrido los CC. Galicia Rodríguez, J. Trinidad Cárdenas, Antonio Herrejón López y el mismo licenciado Elorduy, y dijo que lo habían encontrado de manera enteramente distinta de como trató a las comisiones que fueron a verlo a Tehuacán, y prestándose a entrar en discusiones, de lo que resultó que mostrase buena voluntad para encontrar el mejor medio de llegar a una unión y que al efecto solicitó el nombramiento oficial de tres delegados de la asamblea, para que tuviesen una nueva entrevista con su comité, él y el doctor Vázquez Gómez, que el señor Hay, que estaba presente, informaría a su vez de la comisión que le había dado el comité a que pertenecía, acerca de esta asamblea y que suplicaba se le oyera con atención.

Este señor (Hay) dijo que venía comisionado por el Comité Constitucional Progresista y por el señor Madero, con el objeto de manifestar que no habiendo llegado a un acuerdo, el señor Madero pedía que se nombraran tres delegados de cada parte, con el objeto de que entre ellos se tomara una decisión hoy a las ocho de la mañana, hora acordada para la conferencia. (Esta discusión pasaba a la una de la mañana).

La asamblea acordó que sería la última comisión que mandara y que de la resolución del señor Madero dependería la marcha que el Partido Antirreeleccionista observaría en lo futuro.

A la una de la noche, y después de acalorada discusión, se resolvió dar a la comisión que debiera entrevistar al señor Madero, las siguientes bases concretas, bajo las cuales el Centro Antirreeleccionista estaría con su persona en la próxima campaña electoral.

PRIMERA. La base primordial para tratar con el señor Madero, será el reconocimiento absoluto y público de la fórmula Madero- Vázquez Gómez.

SEGUNDA. La asamblea convocada por el comité del señor Madéro, no tendrá más objeto que el de adicionar, si así lo estimare conveniente, el programa lanzado por la candidatura Madero-Vázquez Gómez y designar el Comité Ejecutivo Electoral.

TERCERA. Todas las corporaciones políticas que concurran a dicha asamblea, lo harán en la inteligencia de que en ella no se discutirá candidatura alguna por haber aceptado previamente la candidatura Vázquez Gómez.

La sesión del 9 de agosto fue presidida por el C. vicepresidente Rafael Martínez. En ella el C. J. Trinidad Cárdenas manifestó que había visto con extrañeza en el periódico Nueva Era que algunas de las corporaciones en esta asamblea representadas, pedían pertenecer al Comité del Partido Constitucional Progresista y que pedía que dijeran si tal cosa era verdad.

El representante del Club Político Fronterizo y de los 13 clubs que han delegado en esa corporación sus facultades, hizo uso de la palabra para protestar enérgicamente en contra de la falsedad del periódico aludido y diciendo que los clubs que representa ni han pensado pertenecer, ni pertenecerán al comité mencionado.

El presidente del Justicia, con enérgica y corta peroración hizo idéntica protesta, haciendo uso de la palabra a continuación los representantes de los Clubs Morelos, Aquiles Serdán, de Tacubaya; Patria. y Constitución, con el mismo objeto de hacer presente su protesta, a la cual se adhirieron todas las demás agrupaciones representadas, manifestando que se trataba de un engaño al público y de una mixtificación.

En seguida el C. vicepresidente en funciones de presidente, manifestó que nunca como hoy sentía pesadumbre en el alma, porque había adquirido el convencimiento como presidente de la comisión que se había nombrado en la sesión anterior para ir a conferenciar con los delegados del comité del señor Madero de que no podíamos entendernos. Al efecto informó que nada se había podido adelantar en el objeto que les llevaba, pues que no se habían podido entender en absoluto con los representantes del señor Madero y no por falta de deseos por nuestra parte, sino porque a la lealtad y desinterés del Partido Antirreeleccionista, no se correspondía con igual lealtad y desinterés, porque desgraciadamente no todos juegan con cartas limpias.

El señor licenciado Elorduy dijo: Dada cuenta al comité con las proposiciones de ultimátum del Centro Antirreeleccionista de México, fueron desechadas por unanimidad de votos y se aprobó por aclamación el siguiente acuerdo: Comuníquese el resultado al Centro Antirreeleccionista de México.

El C. presidente nuevamente hizo uso de la palabra para indicar que siendo esa la resolución terminante del comité del C. Madero, quedaba a discusión la conducta que el Centro Antirreeleccionista debía asumir para el futuro.

El C. Cárdenas, en vibrante discurso propuso que en vista de que el C. Madero ha desconocido de una manera absoluta la Convención de abril de 1910 del Gran Partido Nacional Antirreeleccionista, dada la conducta que ha seguido para con el mismo Partido, pedía se le desconociese desde luego tal carácter de candidato para presidente del Partido Antirreeleccionista y se verificara al día siguiente una gran asamblea, compuesta de las delegaciones de los clubs antirreeleccionistas que se adhieran al Centro.

En seguida el licenciado Elorduy propuso en concreto que se esperara para el día siguiente para tomar esa determinación, siempre que el C. Madero no conteste categóricamente dentro de dicho día si está con el Partido Antirreeleccionista, según las bases que se han tratado en asambleas anteriores, a cuyo efecto se dará publicidad por la prensa a dicha determinación.

Esta fue la proposición que aprobó la asamblea.

Por considerarlas de gran interés histórico, continúo transcribiendo la parte de las actas del Centro Antirreeleccionista, relativas a las gestiones que éste hizo para evitar la división del elemento revolucionario.

En el acta de 10 de agosto, de 1911, bajo la presidencia del ciudadano Pedro Galicia Rodríguez, éste dijo:

En estos instantes de verdadera expectación para todo el país, en los momentos solemnes en que por primera vez un partido se levanta contra aquel que consideró como su jefe, en los momentos solemnes, repito, que este partido no está de acuerdo con procedimientos dictatoriales que el jefe ha empleado para con el mismo y que al pedirle cuentas de ello, en lugar de dárselas, lo ha despreciado; vemos, señores, con profunda pena, con amargura, que el jefe de nuestro partido, señor Francisco I. Madero, a quien tanto hemos querido y respetado; olvidando todos los deberes que ha contraído con el Partido Antirreeleccionista, que haciendo a un lado todos los sacrificios, todas las abnegaciones, todos los esfuerzos que el partido ha hecho para encumbrarlo, sólo atiende a las opiniones de un comité nombrado por él mismo, y que no es más que una caricatura del Círculo de amigos del señor general Díaz. El señor Madero ha manifestado terminantemente a los comisionados del Centro Antirreeleccionista que no está de acuerdo con su Comité, pero no ha tenido la energía suficiente para oponerse a sus decisiones.

Desde el momento en que el comité del señor Madero desconoce a la memorable Convención de abril de 1910 y convoca a una nueva, desde ese momento ha dejado de ser candidato el señor Madero y ha quedado rota la fórmula Madero-Vázquez Gómez.

El jefe que ayer fue de nuestro partido, ha demostrado a las claras no ser demócrata, y desea hacer sólo su voluntad.

Nosotros hubiéramos querido conservar la fórmula primitiva emanada de aquella gloriosa Convención de abril de 1910; pero ya que no es posible, ya que han fracasado todos los medios que hemos puesto para hacer volver sobre sus pasos al que fue nuestro jefe ayer; mantendremos la bandera que nos dejaron los que murieron en los campos de batalla, que nunca soñaron que el hombre por quien lucharon les volvería la espalda. Constituiremos un club pequeño de la Nación entera, pero mantendremos alto, muy alto, la bandera del principio que ha traído la esperanza de una completa era democrática.

En esta misma sesión del 10 de agosto, la Secretaría dió lectura al telegrama que se transmitió a los clubs adictos al Centro Antirreeleccionista de toda la República y es como sigue:

Atendiendo procedimientos Madero, Partido Antirreeleccionista le desconoce. Queda jefe partido doctor Vázquez Gómez. Diga club inmediatamente si está conforme.

Se dió lectura a la lista de los clubs que habían contestado afirmativamente, siendo éstos en número de 209 de los 350 que reconocían al Centro.

En algunas de estas sesiones, que fueron acaloradas en grado sumo, algunos de los oradores, como es de suponerse, criticaron muy duramente al señor Madero, lo cual dió lugar a la carta siguiente:

Un membrete que dice:
Francisco I. Madero.
México, D. F., 11 de agosto de 1911.
Señor doctor Francisco Vázquez Gómez:
Presente.

Muy apreciable amigo:

En la conferencia que tuvimos esta mañana creí que estaba usted enteramente de acuerdo respecto a la única conducta posible que debía observar; pero la contestación ambigua que dió usted al representante de El Heraldo, delante de mí, me sorprendió. Por esta circunstancia me permito ponerle las presentes líneas, pues deseo lo más pronto posible que se aclare la situación.

El hecho de que uno o varios clubs me desconozcan y me insulten, me parece que no debía inspirar a usted ninguna vacilación respecto a su conducta, pues lo único que cabe en tales casos es una declaración terminante y rotunda de usted que desaprueba los insultos que se me han vertido y que desaprueba igualmente que se me desconozca como jefe del partido revolucionario; que usted por su parte no lo hace.

Lo único que usted podía decir es que los facultaba para que presentaran su candidatura de Presidente a la Convención del Partido que se va a reunir.

Le suplico contestarme si está dispuesto a obrar en esta forma, pues yo necesito tomar una determinación mañana mismo, a fin de que se conozca mi actitud en la República.

Sin otro particular por ahora, me repito su amigo que mucho lo aprecia y su atto. s. s.

Francisco I. Madero.
Rúbrica.

El señor Madero exige una declaración terminante y rotunda de desaprobación, cosa que, como se ha visto, nunca hizo él para evitar la división del partido, sino que dejó que su comité hiciera lo que más convenía a sus intereses particulares. Mi contestación fue la siguiente:

México, a 14 de agosto de 1911.
Señor Francisco I. Madero.
Presente.

Muy apreciable amigo:

Por el hecho de haber publicado usted su carta 11 del corriente, respecto de la cual hablamos en nuestra conferencia del 12, me veo en la obligación de formar la presente que comprende los siguientes puntos:

Primero. No he dado contestación ambigua al representante de El Heraldo; pues cuando este señor me preguntó si aceptaba la jefatura del Partido Antirreeleccionista, le contesté que esto no lo podría decidir sino después de hablar con las personas que me hicieran el ofrecimiento, porque hasta esos momentos no sabía otra cosa que lo publicado en la prensa. Por mi parte, debo manifestar que nunca tomo decisiones serias guiado exclusivamente por lo que leo en los periódicos.

Segundo. Creo de mi deber participarle, que oficialmente ningún club ha insultado a usted, porque si alguno o algunos de los asistentes a las reuniones del Partido Antirreeleccionista se han expresado en términos más o menos duros e inconvenientes, de esto no son, ni pueden ser responsables los clubs, mientras ellos no los sancionen oficialmente. Por otra parte, esto nada tiene de extraño en los paises en que se debe disfrutar de libertad para emitir opiniones respecto a los hombres públicos. Si oficialmente los clubs hubieran acordado insultar a usted, yo me vería en la imperiosa necesidad de desaprobar tal conducta.

Tercero. En el acuerdo del Centro Antirreeleccionista, que oficialmente obra en mi poder, se me dice que en virtud de que usted desconoció al Partido Antirreeleccionista, el centro de éste acordó poner en mis manos la jefatura de dicho partido. Como usted ve, el Partido Antirreeleccionista no lo ha desconocido a usted como jefe de lo que llama partido revolucionario, ni podría hacerlo, desde el momento en que la revolución pasó a la categoría de los hechos consumados; y quieran o no, todos reconocerán en usted al jefe de la pasada revolución.

Cuarto. El Centro Antirreeleccionista, por razones bien conocidas, decidió no asistir a la Convención del 27 de agosto próximo; y como creo que tiene derecho a proceder en este caso, según lo estime más conveniente, ya me dirijo oficialmente a dicho centro recomendándole que continúe sus trabajos políticos dentro de las ideas y principios que alentaron y dieron el triunfo a la insurrección nacional de 1910.

Sabe que como siempre lo aprecia, su afmo. amigo y atto. s.s.

F. Vázquez Gómez.
Rúbrica.

No deja de ser curioso el modo de razonar del señor Madero. Desde el 9 de julio, él había desconocido al Partido Antirreeleccionista, sin tener facultades para dar un paso tan grave. El partido antes mencionado, como se ha visto, hizo toda clase de esfuerzos para que el señor Madero volviera sobre sus pasos; y después de que no pudo conseguirlo, no le quedaba otro camino que desconocer al señor Madero como jefe del partido y después como candidato de los antirreeleccionistas, el 10 de agosto de 1911.

En cuanto a los insultos, voy a referir lo que sucedió, advirtiendo que no constan en el acta.

Uno de los oradores, el ingeniero Guillermo Castillo Tapia, manifestó a la asamblea que el señor Madero estaba poniendo el triunfo de la revolución en manos del enemigo, pues aceptaba todas las indicaciones del Presidente interino, aunque fueran contrarias a los intereses de la revolución; y para dar mayor expresión a su pensamiento, dijo que estaban como el gato y el ratón, haciéndola de gato el señor De la Barra (no el general Reyes) y de ratón el señor Madero. Este podrá ser un símil de muy mal gusto, pero expresaba una verdad manifiesta, según se ha visto en los documentos antes insertos.

En el acta de la sesión del 16 de agosto se encuentra lo siguiente:

El ingeniero Castillo pidió hacer uso de la palabra para referir ante la asamblea las dificultades que había tenido con el C. Madero en un viaje incidental que hizo a Cuernavaca, y concedida que le fue, hizo un relato de dichos acontecimientos que calificó dictatoriales en grado sumo, pues que el mas grañde dictador que había tenido la nación, el derrocado Porfirio Díaz, jamás había empleado esos procedimientos para los que le ayudaron. Manifestó que el C. Madero, sin autoridad de ninguna especie, se abrogó la de mandarlo apresar, tratando de formarle un juicio sumario para que se le fusilara en el acto, so pretexto de que conspiraba en su contra, cosa que no se llevó a efecto debido a la intervención caballerosa del jefe de las fuerzas federales que operan en dicha población, quien lo tomó bajo su custodia; recibiendo toda clase de atenciones de aquellos en contra de quienes militó en la pasada lucha revolucionaria y no de aquél, el señor Madero, que contra toda autoridad lo mandó expulsar al fin de Cuernavaca, embarcándolo para ésta, previniéndole que lo mismo haría en cualquiera población donde supiera se encontrara.

Esta misma relación, más detallada, se encuentra en El Diario, edición de 17 de agosto de 1911.

El 11 de agosto de 1911 el Centro Antirreeleccionista de México publicó el siguiente Manifiesto:

A LA NACIÓN

I. El ciudadano Francisco I. Madero, en el manifiesto que lanzó en San Luis Potosí, el 5 de octubre de 1910, sostiene que el sufragio del pueblo no pudo efectuarse en los comicios de ese año, porque lo impidieron las despóticas medidas empleadas por el gobierno de Porfirio Díaz.

(Textual: Las elecciones se llevaron a cabo excluyendo al pueblo de los comicios por medio de la violación, llenando las prisiones de ciudadanos independientes y cometiéndose los fraudes más desvergonzados.)

Y más adelante sostiene que para lograr que el pueblo vote en los comicios, es necesario quitar el estorbo, derrocar a Díaz. Por eso, dice, me lanzo a la revolución armada.

(Textual: Me pondré al frente de mis conciudadanos para obligar a Díaz a que respete la voluntad nacional).

¿Cuál voluntad nacional? La de obtener el triunfo real de los principios: sufragio efectivo, no reelección.

(Textual: Por doquiera, el pueblo electrizado por las palabras mágicas de sufragio efectivo, no reelección, daba pruebas de su inquebrantable resolución de obtener el triunfo de tan salvadores principios).

¿Y quién y de qué manera había encauzado al pueblo en esa lucha? Lo dice también Madero: el Partido Antirreeleccionista, proclamando como objeto de su vida llevar a la práctica el sufragio efectivo y la no reelección.

En suma: Madero en ese manfiesto sostiene dos cosas:

Que el Partido Antirreeleccionista se organizó para lograr que el pueblo pudiera votar en los comicios y que no se reeligiera a los futuros mandatarios.

Que la revolución era forzosa para suprimir la causa que impedía votar.

II. El señor Madero en su manifiesto que lanzó en Ciudad Juárez, el 26 de mayo de aste año, es decir, pasada la revolución, sostiene que debe velar por los intereses del partido político que depositó en él su confianza. (Textual).

¿Cuál partido político? No había más que uno: El Antirreeleccionista.

LOS IDEALES ANTIRREELECCIONISTAS

¿Cuáles intereses? N o había más que unos: sufragar efectivamente; no dejar reelegirse a los mandatarios.

Hasta aquí no consideraba cumplidos el jefe los principios de su partido.

III. El mismo señor don Francisco I. Madero, el mismo, aunque parezca mentira, aunque parezca sueño, en su manifiesto que lanzó en esta capital el nueve de julio de este año, es decir, mes y medio después, sostiene que los principios de sufragio efectivo y no reelección, o sean los principios solemnes que habían hecho surgir al grandioso Partido Antirreeleccionista y que habían dado vida a la potentosa revolución, habían triunfado en la conciencia nacional, en las esferas del gobierno, y pronto estarían consagrados en la constitución, por lo cual, no tenía razón de ser el Partido Antirreeleccionista, pudiendo por tanto llamarse de cualquier otro modo, y aun dejar de existir.

¿Pues que, el fin del partido era llevar al ánimo del pueblo el convencimiento de que era conveniente votar, y conformarse con ese convencimiento, aunque no se votase? ¿Para eso se hizo también la revolución?

¿Pues que, el fin del partido era lograr que los señores diputados escribieran en un papel: No se reelegirá a los gobernantes, y conformarse con lo escrito, aunque ello no fuese ley y aunque lo escrito no se practicase después?

No, indudablemente no, cien veces no, mil veces no.

Para eso no se necasitaba organizar partido ni hacer revoluciones.

Seguramente que el pueblo tenía en la conciencia, desde muchos lustros atrás, el convencimiento de que era forzoso votar. Seguramente que para saber eso no se necesitaba ni del señor Madero ni del Partido Antirreeleccionista.

Igualmente había enraizado desde lejanos tiempos en el espíritu nacional, la necesidad, la importancia política de que los gobernantes no fuesen reelectos.

Pero ¿cómo llevar a la práctica, no a la conciencia nacional, esto es irrisorio, el sufragio efectivo y la no reelección? Quitando del poder al gobernante que lo impidiera en los comicios de 1910, al que trate de impedirlo en los de 19i1, al que se enfrente con el ejercicio de ese derecho en 1916 y al que trate de violarlos en cualquier época de la vida futura de nuestra patria.

Ese es el fin del Partido Antirreeleccionista, ese es el fin de la revolución, aunque lo desconozca el señor Madero, aunque ese desconocimiento se lo haya sugerido su comité.

Por eso el partido se llama Antirreeleccionista, para indicar con su nombre que vela y velará siempre por la no reelección, basada en el sufragio efectivo del substituto de cada nuevo gobernante.

Y como la firmeza de principios y la firmeza de conceptos no es la característica del señor Madero, él mismo, en el mismo documento, afirma lo contrario de lo afirmado poco antes:

(Textual: El papel que deberá representar mi comité será vigilar la completa realización de los principios sostenidos por el Partido Antirreeleccionista y la revolución).

COMO PRESIDENTE SERÍA REELECCIONISTA

No estaban alcanzados, pues, los fines del partido. ¿Por qué, entonces, cambiarle de nombre? ¿Por qué matarlo antes de dejarlo consumar su obra?

No es cuestión de sutilezas.

Para Madero la vida del Partido es necesaria unas cuantas horas más, mientras se vota en los próximos comicios, mientras se implanta la no reelección en la ley. Después, el partido debe llamarse Constitucional, es decir, defensor no del principio de no reelección, sino del que prescriba la Constitución, de tal suerte, que ya próximas las elecciones de 1916 se reformará la Constitución, se establecerá la reelección y podrá entonces, con todo derecho, defender el nuevo período presidencial del señor Madero el Partido Constitucional Progresista, sin que el Antirreeleccionista pueda atacarlo, porque para eso lo ha extinguido antes.

Mas para nosotros, los verdaderos antirreeleccionistas, la vida del partido debe durar tanto como consideremos salvador de toda autocracia y de toda tiranía para la República el principio de no reelección.

En substancia, la lógica nos condujo a este pensamiento: ¿El señor Madero desea matar al Partido Antirreeleccionista, al cual pertenece, y crear el Constitucional Progresista, para pertenecer a él? ¿Hay razón para ello? Ninguna, absolutamente ninguna, ni de principios ni de autoridad.

No de principios, porque ya está demostrado que no se habían cumplido los que el Partido Antirreeleccionista proclamó.

No de autoridad, porque un partido no puede morir por la sola voluntad de un ciudadano.

YA NO ESTABA CON EL PARTIDO

Ante esta resolución, el Centro Antirreeleccionista de México, para normar su conducta, dijo al señor Madero en su comunicación de 17 de julio, de este año:

(Textual: No olvidéis que en vos hemos depositado nuestra absoluta confianza, que creemos que nadie mejor que vos trabajará por vuestro triunfo, dado que debéis tener el firme anhelo de ocupar el puesto para que sois candidato, con objeto de desarrollar el programa de gobierno que habéis ideado, y que, por lo tanto, no podemos conformarnos con que os alejéis de la política y deleguéis vuestras facultades en ningún comité, por idóneo que sea.).

El señor Madero no contestó una sola palabra, y el Centro Antirreeleccionista tuvo que comprender que no estaba ya con el partido, sino que resueltamente lo había abandonado, procurando destruirlo para crear otro al cual declaró pertenecer aun antes de que naciera.

¿Y si el candidato del partido ha resuelto que el partido no debe existir, puede el partido, debe el partido considerarle como su adalid, como su jefe, como su candidato? Seguramente no.

Pero no es esto sólo.

El señor Madero, en su manifiesto de nueve de de este año, sostiene que él y el doctor Vázquez, en virtud de haber sido electos para Presidente y Vicepresidente de la República en la convención de abril, y de haber lanzado su programa de gobierno a raíz de esa convención, han contraído un compromiso solemne con la nación, y para orientar al pueblo le dice que todo el que quiera postularlo deberá hacerlo bajo la misma inteligencia, con la única adhesión de lo que conviniere del plan de San Luis.

(Textual: Por último, deseo hacer conocer a este comité y a las personas a quienes está dirigido este manifiesto, que el doctor Vázquez Gómez y yo creemos haber contraído un compromiso solemne con la nación al publicar nuestro programa de gobierno, a raíz de la convención del año pasado, supuesto que las agrupaciones que nos han postulado lo han hecho sobre la base de dicho programa. Por tal motivo, esperamos que las agrupaciones políticas que en lo sucesivo nos postulen lo harán bajo la misma inteligencia).

Con este conciso párrafo, con esa sentencia precisa, leal y noble del señor Madero, todo ciudadano, todo club, todo centro, quedaba perfectamente orientado en su criterio y perfectamente resuelto a votar en los próximos comicios por el señor Madero y por el doctor Vázquez Gómez, puesto que claramente está expresado que ellos no se saldrían de su programa de gobierno, que ellos serían los que lo cumplirían, y no otras personas, y que, por lo mismo, por ellos debería votar el que pretendiese ser gobernado por el programa de gobierno democrático que constituía su ideal.

Pero como la firmeza de principios y la firmeza de conceptos no son la característica del señor Madero, permitió que el comité de su nuevo partido lanzase una convocatoria para convención, a fin de elegir las personas que deberían ser Presidente y Vicepresidente de la República y de formar el programa de gobierno a que deberían sujetarse esas personas.

La convocatoria del Partido Constitucional Progresista, dice en efecto, lo que sigue. (Textual: Los suscritos han resuelto llamar a todas las agrupaciones políticas formadas de ciudadanos que comulgan con sus mismos ideales de libertad y de regeneración, para celebrar una convención nacional que se verificará en esta ciudad de México, el veintisiete del corriente, con el objeto de elegir en ella los candidatos a la presidencia y vicepresidencia de la República, que concluirán el presente período constitucional y discutir el programa de gobierno que habrán de aceptar dichos candidatos).

De ahí en adelante todo ciudadano, todo club, todo centro que pensase, que reflexionase, que discurriese como la generalidad de las personas, tenían que hacerse las preguntas siguientes:

¿El programa de gobierno que se apruebe en esa nueva convención será igual al que han ofrecido cumplir los señores Madero y Vázquez Gómez? ¿Será el mismo que representa el ideal de democracia y de justicia? ¿Será el mismo por el cual se ha luchado civil y militarmente en la nación?

Los candidatos que resulten designados en esa convención para Presidente y Vicepresidente de la República, ¿serán los mismos en que se ha depositado la confianza pública, con quienes se contaba para llegar al triunfo de las ideas republicanas y democráticas? ¿Serán los que encarnen la esperanza del Partido Antirreeleccionista?

Y la contestación no puede ser otra que ésta: Imposible saberlo.

En otros términos, la convocatoria para una nueva convención hecha por un grupo de personas que constituyen un centro al cual no se han adherido todos los clubs del Partido Antirreeleccionista, sino una ínfima minoría, tenía que producir, como há producido, la desorientación más completa en todos los elementos que forman dicho partido, provocándoles una vacilación profunda respecto a la resolución que deberán tomar para definir su conducta en los próximos comicios.

EL NUEVO JEFE ES EL DOCTOR VÁZQUEZ GÓMEZ

El Centro Antirreeleccionista, y con él los clubs que le han adherido, no pudo menos qne volver a suplicar al señor Madero que desvaneciese esas dudas, manifestando a todos los elementos antirreeleccionistas que no habría nueva convención, que los candidatos únicos de todo el elemento antirreeleccionista serían forzosamente él y el doctor Vázquez Gómez, y que el programa de gobierno a que se ajustarían sería el de la convención de abril, ya reconocido de todo el país.

(Textual: Se acordó suplicar a usted se sirva manifestar a este centro si está usted conforme en acordar con el comité citado, que anuncie por la prensa que no se verificará la nueva convención mencionada y que los candidatos únicos de todo el elemento antirreeleccionista, mejor dicho, partidarios de usted, del doctor don Francisco Vázquez Gómez, o de ambos, en los próximos comicios, deberán ser usted y el doctor Vázquez Gómez para Presidente y Vicepresidente de la República, respectivamente).

El señor Madero verbalmente contestó que, aun cuando comprendía que los elementos antirreeleccionistas estaban desorientados con toda justicia, a consecuencia de la convocatoria para la nueva convención, no podía deshacer lo hecho por su comité.

En otros términos, prefería la desorientación del inmenso número de ciudadanos que constituyesen todos los clubs Y centros adheridos al Partido Antirreeleccionista, a la rectificación de un hecho del comité.

Ante esta actitud incomprensible y poco firme del señor Madero, el Centro Antirreeleccionista de México, numerosos clubs representados en esta capital por delegados, y otras muchas agrupaciones de diferentes puntos de la República, comunicándolo por telégrafo, resolvieron, en asamblea verificada el 10 del actual:

Primero: Se deseonoce al señor Francisco I. Madero como su candidato para la Presidencia de la República.

Segundo: Desde esta fecha queda como jefe del Partido Antirreeleccionista el señor doctor don Francisco Vázquez Gómez.

Así lo manifiesta la misma asamblea en representación de todos los clubs que han sostenido ese acuerdo, con profunda pena y con gran temor de que esa desunión entre el señor Madero y su partido, pueda causar perjuicios incontables al país; pero también con la esperanza de que esa misma desunión pueda traer la felicidad de la República, salvándola de ser regida por un ciudadano que ha violado los principios aun antes de asumir el primer puesto de la nación.

México, 11 de agosto de 1911.

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