Índice de Memorias de Francisco Vázquez GómezSegunda parte - Capítulo VISegunda parte - Capítulo VIIIBiblioteca Virtual Antorcha

Segunda parte

CAPÍTULO VII

RENUNCIA DEL LICENCIADO EMILIO VÁZQUEZ GÓMEZ. MANIFIESTO DEL SEÑOR MADERO CON MOTIVO DE DICHA RENUNCIA. EL VERDADERO SENTIMIENTO REVOLUCIONARIO. MI MANIFIESTO DE 3 DE AGOSTO DE 1911. MANIFIESTO DE MI HERMANO DON EMILIO VÁZQUEZ.


El día primero de agosto de 1911, me dijo mi hermano lo siguiente:

La Cámara está dando muestras de estorbar la obra revolucionaria, cada vez con más energía, movida probablemente por altos políticos. Creo que es necesario dar un paso que, aunque de cierta gravedad, puede salvar la situación y evitar mayores males. Se trata de influir con el señor Presidente para que el Ejecutivo la disuelva; pero para esto, necesitamos contar con algunos ministros que tengan igual opinión. Creo que no podemos contar sino con Bonilla, ministro de Comunicaciones. Ve a verlo y háblale de esto a ver qué opina.

Al día siguiente, 2 de agosto, muy temprano estaba yo en casa del señor Bonilla y le hablé del asunto, con lo cual estuvo de acuerdo, para sostenerlo en la próxima junta de ministros. Como a las tres de la tarde, fuí a decirle a mi hermano el resultado de mi comisión y me dijo:

- El señor Presidente me pidió hoy mi renuncia y se la presenté: así es que ya no soy ministro.

He aquí el texto de la renuncia:

Después de haber tenido diversas dificultades con el señor Presidente de la República, motivadas por la circrunstancia de representar él, en el gobierno actual, la tendencia conservadora del antiguo régimen, y yo la tendencia renovadora de la revolución triunfante, tendencia de la cual mi conciencia no ha debido ni debe separarse, el señor Presidente de la República ha tenido a bien ordenarme que presente mi renuncia de secretario de Estado y del Despacho de Gobernación y cumpliendo con esa orden, vengo a renunciar y renuncio el puesto mencionado.

Ruego a usted, señor subsecretario, se sirva dar cuenta con esta renuncia al ciudadano Presidente de la República, y al hacerlo, expresarle mi agradecimiento y profunda estimación por las consideraciones que a bien tuvo guardarme durante el tiempo que desempeñé aquella Secretaría.

Protesto a usted mis respetos y mi consideración más distinguida.

México, 2 de agosto de 1911.
Emilio Vázquez.

Como se ve y según se lo dije al señor Madero en las cartas copiadas antes, el licenciado Vázquez tuvo necesidad de explicar ante el país, sobre todo ante el elemento revolucionario, el porqué de su renuncia.

Con fecha 2 de agosto y todavía desde Tehuacán, el señor Madero me dirigió el telegrama siguiente:

Dígale Sánchez Azcona le informe telegrama puse hoy De la Barra sobre aceptación Reyes candidatura Presidencia República. Con este motivo conviene evitar toda clase de dificultades. Estoy seguro comité aceptará política de unión más estrecha. Infórmanme motivo separación del gabinete del licenciado Emilio Vázquez vienen protestas de algunos jefes insurgentes. Conviene que usted les telegrafíe explicándoles que este cambio no perjudica en nada al partido, pueS entran a substituirlo personas que merecen absoluta confianza. Espero de su patriotismo que así lo hará.

Francisco I. Madero.

El señor Madero empezaba a ver las consecuencias de su política, pero ya era tarde, porque la renuncia de mi hermano, como yo tanto lo dije, fue el primer paso positivo en la disgregación del partido revolucionario, disgregación que tanto interesaba al señor Madero y a su comité.

Contesté luego lo siguiente:

Emilio mismo ha mandado telegramas a jefes insurgentes, ha publicado y telegrafiado un manifiesto a todos los jefes y periódicos de la República, recomendándoles prudencia a todos y que conserven la paz en bien del país.

Así procedió el hombre que dicen traicionaba al señor Madero. Por lo demás, yo no podía decir a los jefes insurgentes que el cambio en nada perjudicaba al partido, cuando en todas mis cartas sostenía la tesis contraria.

Todavía en esos momentos insistía yo en lo impolítico del paso; pero el señor Madero, ciego por el destino y ante las exigencias de los maderistas, me contestó lo siguiente en el mismo día de de agosto:

Inútil procure convencerme porque tengo mi opinión formada hace mucho sobre la separación de su hermano. Repito lo que le dije en mis cartas. Suplícole no insistir más sobre el particular, especialmente después de que ya habíamos convenido hasta la facha en que debía separarse.

Fco. I. Madero.

No habíamos convenido en nada como se ve en todas mis cartas. Yo siempre insistí en que primero se realizara la unión del partido revolucionario y la separación fuera por medio de una licencia, para evitar una explicación que no fuera otra que la de que yo figuraba como candidato.

Viendo lo irremediable, le puse un telegrama diciéndole, entre otras cosas, que se había suicidado políticamente. Este telegrama lo mostró y leyó el señor Madero, o alguno de los del comité, en la convención de agosto, diciendo en tono de burla que, aunque yo decía que se había suicidado, allí estaba él, Madero, vivo todavía. Nadie pudo figurarse entonces que el suicidio no sólo sería político, sino efectivo y real.

En el mismo día dos de agosto, recibí el telegrama que dice:

Acabo de saber términos inconvenientes en que presentó renuncia su hermano, lo cual me obliga a publicar un manifiesto diciendo que el señor De la Barra obró de acuerdo conmigo y que tiene razón al separarlo. Lamento que usted le haya permitido proceder de esta manera, sobre todo en los momentos actuales, en que más que nunca es preciso la unión. Ya dije a usted en mi carta cuál es la condición necesaria para que existiera esa unión, que es indispensable que reconozcan mi autoridad. Ahora, con motivo de lo de Reyes, esto viene a traer nuevas complicaciones. Me informan que Guzmán, Aldana y Serrano Ortiz andan agitando jefes insurgentes para que amenacen tomar armas y desconocerme. Reitero a usted que obre con toda energía para evitar eso y hacer conocer a jefes insurgentes disidentes que no me atemorizan con sus amenazas y que si no deponen su actitud procederé con toda energía contra ellos.

Fco. I. Madero.

Este telegrama contradice lo que a este respecto asienta el señor Sánchez Azcona en El Gráfico de 23 de noviembre de 1930. Dice así:

A mi regreso de Tehuacán traje, además, la aquiescencia del señor Madero para que el Presidente De la Barra indicase al licenciado Vázquez Gómez la conveniencia de que renunciase a la cartera de Gobernación, dejándole plena libertad para fundarla como quisiese.

Esto es una invención del señor Sánchez Azcona, y como ella hay muchisimas en los artículos que está publicando. Como quiera que sea, el hecho es que De la Barra tenía dominado ya al señor Madero, y no muy contra la voluntad de éste, y ambos desarrollaban su plan perfectamente meditado en contra de la revolución.

El manifiesto a que se refiere el señor Madero en su telegrama, dice:

Acabo de saber el texto de la renuncia del licenciado Vázquez, de la Secretaría de Gobernación, en la cual afirma que su separación se debe a que él representaba la idea revolucionaria, mientras que el señor Presidente de la República, licenciado Francisco León de la Barra, representaba la reacción, y que hubo dificultades con este motivo.

Considero de mi deber manifestar a la nación que eso no ea exacto. El señor Presidente De la Barra separa al licenciado Vázquez por su poco tacto para tratar cuestiones delicadas y apoyándose en razones que a mí y a la mayor parte de los miembros del comité nos han parecido fundadas. El hecho de que el nuevo ministro designado, señor Alberto García Granados, con el licenciado Federico González Garza de subsecretario, demuestra que el señor Presidente procura nombrar su gabinete de acuerdo con las aspiraciones nacionales, pues el mérito de las personalidades, bajo el punto de vista de las aspiraciones de la revolución, no puede ser discutido. Como la mejor prueba de ello, referente al señor García Granados, recordaré que fue designado gobernador del Distrito, por el mismo señor licenciado Emilio Vázquez, lo que demuestra la alta estimación que él mismo le tiene y que lo considera un elemento que satisface a las aspiraciones de la revolución.

El señor Presidente De la Barra, queriendo evitar dificultades con el partido revolucionario, de un modo caballeroso consultó conmigo la conveniencia de dicho cambio y debo agregar que la elección que él hizo para substituir al licenciado Emilio Vázquez, ha merecido toda mi aprobación.

Siento haber tenido que dar este paso, pero me ha obligado el licenciadO Vázquez poniendo trabas al gobierno del licenciado De la Barra a quien todos los revolucionarios debemos fortalecer, pues es nuestra obra y representa actualmente la revolución tan dignamente, que será la mejor garantía de que la voluntad nacional será respetada en las próximas elecciones, y el principio del Sufragio Efectivo, cuya conquista es nuestro principal orgullo, no debemos permitir sea violado ni siquiera aparentemente como hubiera sucedido si el licenciado Emilio Vázquez Gómez sigue en el ministerio mientras su hermano es candidato de nuestro partido para la Vicepresidencia.

Pero no fue ésta la única razón para que se separara al licenciado Vázquez, pues hubo otra que no viene al caso decir, pero si tienen confianza en mí, sepan los miembros del partido revolucionario que esas razones, a mi juicio, fueron de bastante peso para acreditar su separación.

Por último, puedo asegurarles que con los últimos cambios en el Ministerio de Gobernación, las aspiraciones de la revolución están mucho más bien garantizadas.

Sufragio Efectivo. No Reelección.
Fco. I. Madero.

Antes de hacer los comentarios que se imponen, oigamos al señor De la Barra. En El Imparcial de 16 de octubre de 1912, aparecieron unas declaraciones de dicho señor en las que, después de aclarar que desde el 26 de mayo y en ocasión de la primera junta de ministros, hizo saber a éstos los lineamientos de gobierno que habrían de animar a su administración, dice:

Justamente las diferencias que, en mi manera de ver en cuanto a la pacificación (que yo consideraba basada en el desarme inmediato y efectivo de una gran parte de las fuerzas revolucionarias), y la opinión del señor licenciado Emilio Vázquez Gómez, me hizo pedirle su renuncia del puesto de secretario de Gobernación que desempeñaba.

El señor Madero confiesa que la separación del licenciado Vázquez se debió a razones que a él y a la mayor parte de su comité les parecieron fundadas, pero no dice cuáles fueron esas razones. Por el señor De la Barra sabemos la razón que determinó la renuncia de mi hermano: que se opuso, a todo trance, a que fueran desarmadas las fuerzas revolucionarias, como era el deseo del señor De la Barra, expresado diez y seis días después de la caída de Ciudad Juárez, y como lo deseaban el señor Madero y la mayor parte de su revolucionario comité. Al oponerse al desarme de los revolucionarios, el licenciado Vázquez representaba la idea revolucionaria. muy a pesar del señor Madero y los suyos; y el señor De la Barra, decidido a llevar a cabo ese desarme, representaba la reacción, secundado en esto por el señor Madero y la mayor parte de su tantas veces nombrado y famoso comité. La conclusión se impone: lo exacto fue lo expresado en la renuncia de mi hermano (1).

Cabe recordar aquí, para beneficio del señor Márquez Sterling (conspicuo novelista de la revolución), que esa fue la deslealtad que distinguió a mi hermano.

En cuanto al poco tacto del licenciado Vázquez para tratar cuestiones delicadas, basta comparar el texto de su renuncia con el manifiesto que acabo de transcribir, para que resalte la intemperancia del señor Francisco I. Madero. Este no niega ni pone en duda las ideas revolucionarias de mi hermano, las cuales, en el presente caso, no le importaban; porque para él, De la Barra y el comité maderista, lo más importante era eliminar a un revolucionario para poner a uno que no lo era, pero que, en su concepto, garantizaba los intereses políticos del comité; lo cual, como lo demostraron los hechos, les resultó contraproducente, a pesar de que con el cambio resultaron más bien garantizadas las aspiraciones revolucionarias, en opinión del señor Madero. Pero lo que debe recordarse es que, según consta en estas Memorias, apenas llegamos a la capital los nuevos ministros, el señor De la Barra consultó desde luego con el señor Madero la conveniencia de eliminar del gabinete al licenciado Vázquez. ¿ Por qué? Sencillamente porque desde luego se dió cuenta de las ideas revolucionarias radicales del ministro de Gobernación, y éstas eran un estorbo para sus planes politicos.

La separación del licenciado Vázquez, dió lugar a muchas protestas, según se desprende de lo que el mismo señor Madero me dice en su telegrama de 2 de agosto; pero, con el objeto de no hacer muy extensas estas Memorias, sólo transcribiré dos. De Iguala, Guerrero, con fecha 3 de agosto de 1911 y por telégrafo, vino una que dice:

Le suplicamos dé cabida en su acreditado diario (El Démocrata) al mensaje que dirigimos hoy al señor Presidente de la Repúbliea, cuyo texto es como sigue:

Informados por edición extra Demócrata separación secretario y subsecretario Ministerio Gobernación, quienes representan y garantizan principios de la revolución, hacemos pública nuestra inconformidad, esperando no se confirme dicha separación, producto intrigas cientifico-reyistas. Protestamos a usted nuestra respetuosa adhesión.

Jefes insurgentes,
Rómulo Figueroa,
Octavio Bertrand,
Guillermo García Aragón,
Odilón Figueroa,
Procopio Dorantes,
Eugenio de la Fuente,
Plutarco Rodríguez,
Guillermo Armendia,
Agustín Villavicencio,
J. M. de la Fuente.
Siguen más firmas.

Con fecha 12 de agosto se publicó en El Diario la siguiente carta que en parte dice:

Tehuacán, 9 de agosto de 1911.
Señor Francisco I. Madero.
México.

Estimado señor nuestro:

Saber cumplir con el deber, es una virtud; por esto son de admirarse los militares pundonorosos; pero nosotros, que no hemos pretendido nunca permanecer en los puestos que transitoriamente nos hicieron ocupar circunstancias especiales; y tanto por el propósito que nos hicimos, como porque consideramos que el deber a la disciplina militar nos aparta de lo que debemos al ideal que alentamos desde que emprendimos la lucha en diferentes campos contra la semiderrocada dictadura Díaz, preferimos abandonar los puestos que en el ejército libertador tenemos, para dedicarnos como simples ciudadanos a perseguir el triunfo de la verdadera libertad.

Los últimos juegos políticos que han traído como consecuencia la improcedente separación del señor licenciado Emilio Vázquez Gómez de la Secretaría de Gobernación y la confinación de varios jefes revolucionarios en la Penitenciaría, han hecho también que acabemos de comprender que debemos despojarnos de nuestro carácter militar, ya que consideramos a usted desviado de la noble idea que encarnó y por la cual le seguimos ...

Firman esta carta los generales Camerino Z. Mendoza, Ernesto E. Guerra, Prisciliano A. Martínez y coronel Heriberto Jara. Que el señor Madero había olvidado sus ideas revolucionarias, si es que real y sinceramente las tuvo, lo prueba el siguiente fragmento de un discurso que pronunció en Xochimilco con motivo de un almuerzo que ofreció a los diputados, y el cual publicó El Diario con fecha 24 de septiembre de 1912; es decir, cuando el señor Madero era Presidente de la República. Dijo:

Los que de todos pretextos se valen para atacar al gobierno, pretenden que la revolución de 1910 contrajo innumerables compromisos con la nación y no es exacto, señores. Yo, que había sido designado como candidato para la Presidencia de la República en una convención verdaderamente popular (la de 1910), al ir a reivindicar los derechos usurpados por medio de unas elecciones fraudulentas, iba únicamente a hacer respetar el derecho sagrado del pueblo de designar sus mandatarios, y por eso la principal promesa de la revolución fue asegurar la libre emisión del voto, fue la del Sufragio Efectivo ...

Más adelante se verá cómo se hizo respetar ese sagrado derecho del pueblo para designar sus mandatarios, además de lo que dijo el licenciado Elorduy en plena Cámara, que no fue el pueblo, sino la Comisión de Poderes del Partido Constitucional Progresista la que hizo la elección de los diputados.

Resulta entonces, que las ideas o promesas que constan en el programa político, económico y social que formulamos a raíz de la Convención de 1910, (verdaderamente popular), y en el Plan de San Luis, que fueron la médula de la campaña antirreeleccionista y de la Revolución, eran una cosa sin importancia para el señor Madero, o también en esto nos engañó, como aseguró en su discurso pronunciado en Guadalajara ...

El 3 de agosto contesté con el siguiente telegrama que copio incompleto porque no tengo la clave para traducirlo: algo se entiende, sin embargo, de lo que fue mi intención decir:

México, a 3 de agosto de 1911.
Sr. Francisco I. Madero.
San Lorenzo, Tehuacán.

Le dije repetidas veces que la renuncia lo obligaría a explicar el motivo; y en el caso dijo la verdad.

Esta tarde le mandaré por telégrafo . . de su política y la publicaré.

Jefes insurgentes, clubs y opinión pública opinan unánimemente que usted se ... las promesas de la revolución.

Esto es lo grave y lo que dará lugar ... si usted no hace el milagro de volver ... poniéndose francamente del lado de la revolución.

Por este motivo la renuncia de Emilio produjo escándalo, cuyas consecuencias debe usted prevenir cambiando la política y no ... pretende.

Esto sería ... político de usted que por mi parte lo veo ... Aconsejo jefes y todos conservar orden a todo trance, pero el remedio no es éste, sino satisfacer la opinión pública.

Francisco Vázquez Gómez.

Los términos inconvenientes de la renuncia de mi hermano, a que hace referencia el señor Madero en su telegrama, se reducen, como se ha visto, a decir que se le había pedido la renuncia y él la presentaba, porque sus ideas no caminaban de acuerdo con las del señor Presidente De la Barra; pero lo que había en el fondo, era que mi hermano tenía un pecado para el señor Madero; quería que éste (el señor Madero), asumiera la Presidencia de la República para asegurar el triunfo de la revolución y calmar los ánimos de los revolucionarios. Esto no convenía a los enemigos de la revolución y el señor Madero obraba de acuerdo con ellos, aunque dé una manera inconsciente, según creo.

El señor Madero insiste en tratarnos como si fuéramos unos niños de escuela; pero no sólo eso, sino que hasta llega a reprocharme que yo le haya permitido a mi hermano explicar el porqué de su separación, como si él no hubiera podido y debido pensar y obrar por su propia cuenta.

Ahora reconoce el señor Madero que la separación de mi hermano viene a traer nuevas complicaciones, siendo así que yo se lo había repetido hasta el fastidio ...

Consideré una fanfarronada de muy mal gusto, decir a los jefes insurgentes que no lo atemorizaban con sus amenazas; pues dadas las condiciones del momento, eso habría sido peor. ¿Y cómo iba a proceder con toda energía en contra de ellos? ¿Valiéndose de las fuerzas federales? Eso habría sido adelantar los acontecimientos de febrero de mil novecientos trece.

No me ocupo en comentar el telegrama del señor Madero, así en su contenido como en el tono general de él, porque al hacerlo, tendría que llegar a la conclusión de que el señor Madero no estaba en sus cabales cuando escribió ese telegrama; pues basta haber leído nuestra correspondencia anterior, para venir al conocimiento de que el señor Madero, en lugar de inculpar a su comité, quizo echarme la culpa de lo que yo, no sólo no había hecho, sino que había querido evitar hasta con terquedad.

No queriendo, pues, omitir de mi parte ningún sacrificio en bien de la paz, publiqué con fecha 4 de agosto (en El Diario y El Imparcial) el siguiente manifiesto a los jefes y soldados revolucionarios:

La separación del señor Ministro de Gobernación ha producido un sentimiento profundo de desconfianza y desagrado en las filas del noble ejército libertador: de desconfianza, porque ha creído ver en este acto un ataque franco y abierto a los ideales de la revolución; y de desagrado, porque sintió legítimo temor de que el triunfo conquistado con tantos sacrificios para la patria, iba a hacerse ilusorio, suprimiendo uno de sus sostenes en el actual gobierno de transición.

Pero estos temores, por legítimos y fundados que parezcan o sean, no deben ser motivo suficiente para perder la serenidad tan necesaria cuando se está enfrente de problemas tan arduos y tan trascendentales para la Patria. Esta exige siempre a sus hijos, en los momentos de prueba, no sólo el sacrificio de su propia vida, sino un sacrificio mayor, cual es el de dominarse a sí mismos, para resolver con acierto los difíciles problemas de que ha de depender la grandeza y prosperidad.

La misión de los antiguos soldados revolucionarios, como la de los que antes fueron sus enemigos, es sumamente importante, pues no sólo se limita a dar garantías a la sociedad y a mantener el orden, sino que se extiende a garantizar la efectividad del sufragio en las próximas elecciones, para que no sean burlados los principios qoe conquistó la pasada revolución.

Siempre he tenido la convicción de que el mejor medio de mantener la paz, es la satisfacción completa de las legítimas aspiraciones del pueblo, pues cuando las necesidades sociales no se satisfacen con patriotismo y desinterés, siempre es impotente la fuerza armada para acallar la conciencia pública, según lo ha demostrado en todos los tiempos y en todos los pueblos una triste y dolorosa experiencia.

En consecuencia, si algo valen y en algo se estiman los sacrificios que he hecho en bien de mi patria, os exhorto franca y patrióticamente a que guardéis la serenidad necesaria para que no se altere la paz, para que el pueblo mexicano ejercite libre y pacíficamente sus derechos políticos en las próximas elecciones, con la plena seguridad de que aquel que resulte electo para regir los destinos de la República, satisfará el hambre y sed de justicia que experimenta el pueblo mexicano desde hace tiempo.

No olvidéis que en estos momentos el mundo entero tiene fijas sus miradas en esta patria tan querida para nosotros; no olvidéis que todavía está fresca la sangre derramada por nuestros valientes y denodados hermanos; que todavía la patria se estremece por el dolor de heridas que no han curado, y que es imprescindible deber de todos los mexicanos, mantener esta paz, para que dentro de ella surja radiante la espada inexorable de la justicia y brille majestuoso el sol de la libertad.

SUFRAGIO EFECTIVO. NO REELECCION.
México, a 3 de agosto de 1911.
Francisco Vázquez Gómez.

Por su parte, el licenciado Emilio Vázquez, falto de tacto para tratar las cuestiones delicadas, publicó un manifiesto que no encuentro entre mis papeles, pero al cual hacen referencia El Imparcial, de 4 de agosto de 1911, y mi hermano en un segundo manifiesto publicado en El Diario el día 7 de agosto del mismo año.

El señor licenciado Emilio Vázquez Gómez no recibió a los representantes de la prensa que fueron a su domicilio de la Avenida Morelos. Se dedicó ayer a redactar un corto manifiesto, en el que dice a la prensa y a los revolucionarios que le han manifestado sus simpatías que ha renunciado su cargo; que esta renuncia se le aceptó desde luego, y que él no quiere, por ningún motivo, que el cambio que acaba de efectuarse sea motivo para algún trastorno, pues que desea seguir viendo a México bajo una era de paz. (El Imparcial).

A los mexicanos: Hace pocos días que publiqué y telegrafié un manifiesto urgiendo a todos los mexicanos, especialmente a los soldados insurgentes, para que se esforzaran en mantener el orden y la paz, como el primer deber exigido por la Patria en estos momentos. Todas las contestaciones han sido satisfactorias ... (El Diario).

Como dice en su última carta, el señor Madero vino de Tehuacán a la jura de la bandera, y a la mañana siguiente de su llegada fuí a visitarlo a Tacubaya. Como era natural, hablamos de la renuncia del licenciado Vázquez, limitándome a decirle que, como había expresado en mis cartas, mi hermano tuvo necesidad de explicar el porqué se separaba del gobierno. El señor Madero me dijo entonces estas palabras:

- Ya ve usted; ahora el Ministerio de Gobernación sí es una oficina decente, mientras que cuando estaba su hermano, no había más que puros pelados.

Entonces le dije:

- Ahora los llama usted pelados, pero durante la campaña, los llamaba correligionarios; pues a esos que usted llama pelados se debe el triunfo de la revolución y a ellos les deberá usted ser Presidente de la República.

El señor García Granados, aristócrata y antirrevolucionario de buena cepa, no trató bien a los revolucionarios, pues no habian sido reclutados en los salones del Jockey Club; pero esto satisfacía grandemente al señor Madero, a pesar de que se le llama el redentor de los pobres.

Debo advertir con este motivo que el señor Madero y yo jamás tuvimos ni siquiera una discusión acalorada: aun los asuntos más graves y en que nuestras opiniones eran absolutamente contrarias, los tratábamos con toda serenidad, pues tanto él como yo, nos mantuvimos siempre en un campo completamente amistoso.

El señor Madero, como se ha visto en cartas y telegramas, tenía absoluta confianza en la lealtad de los señores De la Barra y García Granados. Yo no sé qué pensaría de ellos cuando derrocado y preso, los hombres de su confianza absoluta figuraban en el gabinete del hombre que no sólo le arrebató el poder por medio de una traición inicua, sino que también le arrebató la existencia.

Después que renunció mi hermano y entró a substituirlo Garcia Granados, tanto el señor Madero como todos los maderistas, estaban, como se dice, alegres como unas pascuas; ya no existía el estorbo que ellos creían tener en el licenciado Emilio Vázquez para desarrollar su política, aunque este entusiasmo no les duró mucho tiempo, como se verá después. Pero igualmente contento estaba el señor De la Barra, porque contaba en el Ministerio de Gobernación con un hombre de su absoluta confianza (ésta sí era fundada), con un partidario suyo a carta cabal y que podía sacar avante su candidatura vicepresidencial.

En efecto; al cabo de quince días o veinte a lo sumo, los maderistas se dieron cuenta de que el nuevo ministro no era neutral, ni pinista, sino que era partidario de la candidatura delabarrista: esto, como era natural, los indignó en grado extremo y empezaron a atacar al señor García Granados, al grado de pedir al Presidente que lo quitara; y no habiendo tenido resultado la petición, organizaron y anunciaron una manifestación hostil al nuevo ministro. Este, que era hombre de valor, hizo una declaración por la prensa, diciendo que esperaría la manifestación en el balcón de su casa. Sin que yo sepa porqué, la manifestación no tuvo lugar, según mis recuerdos.

He dicho antes que la candidatura de De la Barra para Vicepresidente de la República, no era, en caso de triunfo, sino un escalón para llegar a la Presidencia. Así se veía claramente, pero tuve la oportunidad de confirmarlo de una manera casual.

Un buen cliente y magnífico amigo mío, el señor Andrés Bermejillo, me invitó a cenar a su casa de la Glorieta Colón; y como antes de que yo tomara participación en los asuntos políticos lo había hecho varias veces, no tuve inconveniente en aceptar. Asistió también un alto miembro del Partido Católico, también cliente y amigo mío y, además, pariente muy cercano del señor Bermejillo.

Después de la cena y cuando las señoras nos dejaron de sobre mesa tomando el café, se empezó a hablar de política, sobre todo, de las candidaturas que figuraban.

- ¿Qué le parece nuestro partido y el candidato que proponemos? me dijo el que figuraba en el Partido Católico.

- Ya que somos amigos -le contesté- voy a hablarles con franqueza, sin la intención de lastimar a persona alguna. El Partido Católico nació al triunfo de la revolución, y ella o las ideas que proclama de libertad, hicieron posible la formación de dicho partido. En consecuencia, creo que por este motivo, ustedes están obligados con la revolución y, por ahora, deben unirse a ella completamente y no a medias como lo están haciendo. Habemos dos candidatos revolucionarios a la Vicepresidencia de la República, el señor Pino Suárez y yo; creo que ustedes deben unirse a cualquiera de estas candidaturas, a la que les ofrezca más garantías, pero siempre con la revolución. Dentro de tres o cuatro años, cuando ya no intervenga este factor, pueden trabajar por los candidatos que más les plazca. Por ahora, la candidatura del señor De la Barra no es conveniente, porque, suponiendo que ustedes triunfen, ¿qué hará Madero, revolucionario, con un Vicepresidente representante del antiguo régimen? Ya ven ustedes cómo andamos entre nos los revolucionarios.

Entonces me contestó uno de ellos:

- Eso que usted dice es la verdad; pero fíjese que el señor Madero no es hombre de gobierno y nadie sabe si terminará su período.

- ¡Ah!, les contesté: esto quiere decir que la Vicepresidencia será para el señor De la Barra un escalón para llegar a la Presidencia.

- Por ahí van las cosas, me contestaron mis amigos, y con esto terminó nuestra conversación.




Notas

(1) Según el señor Márquez Sterling (Los Ultimos Días del Presidente Madero, Pág. 256), el licenciado Vázquez se mostraba más revolucionario cuando tocaban a serlo menos. En efecto, los revolucionarios ya le estorbaban al señor Madero ... Esta frase del señor M. Sterling parece indicar que los revolucionarios, cuyo trato él frecuentaba, le habían dado a entender que una vez en el gobierno ellos, los revolucionarios, era tiempo de dejar de serlo. ¿Esos revolucionarios lo habían sido únicamente para conquistar un puesto?

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