Índice de Memorias de Francisco Vázquez GómezSegunda parte - Capítulo VIIISegunda parte - Capítulo XBiblioteca Virtual Antorcha

Segunda parte

CAPÍTULO IX

CONVENCIÓN DEL 27 DE AGOSTO DE 1911. FÓRMULA MADERO-PINO SUÁREZ. PROPAGANDA DE MADERO A FAVOR DEL CANDIDATO VICEPRESIDENCIAL.


A pesar de la profunda división entre el partido Antirreeleccionista y el Comité del Partido Constitucional Progresista, éste convocó a una nueva convención el día 6 de agosto; pero no procedió con honradez, porque la invitación la hizo a nombre propio y del Centro Antirreeleccionista, sin aeIarar o decir que entre ellos no había absolutamente ninguna liga. Así lo demostró el señor licenciado Aquiles Elorduy en su artículo La arbitrariedad y el desatino, frente a la legalidad y el patriotismo, copiando la credencial expedida por el círculo político Paz y Unión, de Michoacán, a favor del C. Antonio Herrejón López para que, como delegado, concurriera a la convención. Esta se verificó el 27 de agosto y en ella, debido a los cincuenta votos de la delegación de Chihuahua, triunfó la fórmula Madero-Pino Suárez.

No examino ni califico los procedimientos empleados en ella, porque pudiera ser parcial sin quererlo: prefiero dejar a otros esta tarea, limitándome a copiar lo que dice el señor Fernández Rojas en las páginas 59 y 60 de su libro La Revolución Mexicana:

Se admitieron delegados cuyas credenciales no venían debidamente requisitadas, por el solo hecho de pertenecer a personas incondicionales al Partido Constitucioílal Progresista, y se rechazaron muchas que llenaban todos sus requisitos, sin otra razón que la de pertenecer a defensores resueltos de la fórmula Madero-Vázquez Gómez.

Varios delegados que traían orden expresa de sus representados de sostener la fórmula de referencia, fueron comprados con dinero y ofrecimientos por agentes del señor Gustavo Madero, para que cambiaran sus votos en favor de la fórmula Madero-Pino Suárez.

Con fútiles pretextos, no pocos delegados pertenecientes al antirreeleccionismo, fueron arrojados de la asamblea, lográndose por este medio antidemocrático, restarle numerosos votos a la fórmula Madero Vázquez-Gómez.

Cuando hubo acabado de hablar el licenciado Luis Cabrera en apoyo de esta última fórmula, que defendió bizarramente, y después de declararse agotada la discusión, el señor Sánchez Azcona, con el fin de hacer olvidar la impresión que causó el discurso del señor Cabrera, levantó la sesión aplazando, para la siguiente, la votación, mandato que se cumplió a pesar de las protestas de toda la asamblea, y por último, el señor licenciado Aquiles Elorduy, tan luego como el señor Madero acabó de hablar en una de las sesiones de la convención, formulando cargos contra el doctor Vázquez Gómez y en defensa de su hermano Gustavo, es arrojado del salón por el solo hecho de haber pedido que se oyera al doctor Vázquez Gómez, pues la verdadera justicia -dijo-, consiste en no juzgar a un hombre sin oírle habiendo sido el encargado de cumplir esta determinación superior, un señor Gonzalo G. Travesi, que se dijo ayudante del señor Madero y presidente de la comisión de orden (1).

Es de recordar que algunas delegaciones, como la de Chihuahua, fueron muy mal recibidas por sus comitentes por haberse separado de la fórmula primitiva. Al efecto, copio en seguida dos de las muchas cartas que recibí con este motivo.

Un sello que dice:
La Voz de la Frontera.
Chihuahua, Mex.
Chihuahua, 6 de septiembre de 1911.
Señor doctor Francisco Vázquez Gómez.
México, D. F.

Muy apreciable señor:

Tengo el gusto de participar a usted que, al ser en conocimiento en este Estado la torpe y malévola actitud de nuestros representantes en la Oonvención del Partido Constitucional Progresista, efectuada en esa ciudad, un grito unánime de indignación se escapó de nuestros pechos, y hemos protestado enérgicamente contra la obra de dichos delegados, la cual, sea dicho de paso, no tiene ninguna fuerza legal, pues que éstos no llevaban instrucciones más que para trabajar por las candidauras del señor Madero, para Presidente y la de usted para Vicepresidente.

El Estado de Chihuahua, si he de ser sincero con usted, no tiene más candidatos para este último puesto, que su personalidad, la que, sin duda alguna, saldrá triunfante en los próximos comicios.

Hemos suscrito una protesta doce clubs de este Estado, protesta que por este mismo correo despachamos al Partido Constitucional Progresista y por telégrafo a la prensa de esa capital, y ya nos dirigimos a todos los clubs del Estado pidiéndoles su adhesión a ese acuerdo, la cual nos concederán, pues todos ellos, como nosotros, nos comprometimos solemnemente en la convención efectuada en esta ciudad, a trabajar por su candidatura y este compromiso lo llevaremos a cabo a pesar y por sobre todas las consignas.

Que este acto nuestro nos vindique de las torpezas y maldades de nuestros delegados.

Me es grato aprovechar la oportunidad, para reiterar a usted las seguridades de mi particular aprecio y distinguida consideración.

Quedo de usted su afmo. atto. amigo, seguro servidor.

Vicente Vergara.
Rúbrica.


Un sello que dice:
Unión de obreros.
Cananea, Son.
México.
Buena vista, Cananea,
20 de septiembre de 1911.
Señor doctor don Francisco Vázquez Gómez.
México, D. F.

Muy apreciable caballero:

Con bastante extrañeza hemos visto que los delegados a la convención que se verificó el 27 del pasado en esa ciudad, que fueron nombrados por los clubs políticos de este mineral, hayan declinado su voto en favor del señor Pino Suárez, cuando se les recomendó que lo hicieran por usted: que es el candidato para la Vicepresidencia, que de mayores simpatías goza por los eminentes servicios prestados a la redentora causa de la revolución.

Como la gran mayoría de los socios de los clubs, pertenecen a nuestra Unión Minera, en nombre de ésta le dirijo la presente para manifestarle que a pesar de todas las intrigas, haremos todo lo posible, en la medida de nuestros esfuerzos, por el triunfo de su candidatura.

Quedo de usted, afmo., atto y s. s.

P. A. del P., el vicepresidente.
Juan N. Río.
Rúbrica.

Una vez verificada la convención, el señor Madero empezó su propaganda recomendando la nueva fórmula, no por lo que a él concernía, sino por la candidatura del señor licenciado J. M. Pino Suárez que no era aceptada por la generalidad. El Comité Ejecutivo del Partido Constitucional Progresista instaló en sus oficinas una estación telegráfica, entiendo que sin costarle un centavo. El señor Madero, al mismo estipendio, hacía uso de los cañoneros y de los ferrocarriles nacionales para hacer la jira por la República, y en la mayor parte de ella encontraron dificultades por lo que se refería a la candidatura de Vicepresidente. La primera dificultad y hasta algo de agresión, se le presentó en el puerto de Veracruz: de allí surgieron idénticas manifestaciones en Jalapa, Puebla, Guadalajara, Saltillo, Chihuahua, Zacatecas y en algunas otras partes; pero donde la hostilidad alcanzó serias proporciones fue en Jalapa, Guadalajara y Chihuahua. En la segunda, al señor Madero, Pino Suárez y demás acompañantes les pasó lo que a los corralistas en 1909, por idénticos motivos; tuvieron que salir del teatro por una puerta privada; y en Chihuahua las cosas alcanzaron las proporciones de un verdadero tumulto. Esto que es una verdad bien conocida por los hombres de aquella época, prueba hasta la evidencia que la popularidad del señor Madero declinaba rápidamente por virtud de sus propios actos, y, sobre todo, lo que es más grave, se preparaba el terreno para la guerra civil y la anarquía que siguió después.

Para que no se diga que invento, voy a transcribir párrafos de algunas cartas que recibí:

De Jalapa, con fecha 24 de septiembre de 1911, escrita por J. B. López, organizador de la propaganda política en favor de la fórmula Madero-Vázquez Gómez. Dice:

Por fin ya se realizó la recepción al señor Madero. Hoy llegó a las 10 a. m., procedente de Veracruz.

Supongo que muy cerca de 20,000 almas hubo en esta manifestación; todos los clubs del comité y demás del lugar asistieron; también el de Coatepec (el Vázquez Gómez) con un lujoso estandarte luciendo un buen retrato; y como a éste dimos el primer lugar, fue el primer estandarte que vieron los viajeros, pues quedó precisamente frente a ellos.

Momentos antes de la llegada de este tren repartimos 25,000 hojas de las que le mando una copia, de aquella carta donde Pino renunciaba su candidatura y esto causó el efecto deseado: sus respectivos ejemplares recibieron Madero y Pino al subir al coche que los había de conducir.

Sin novedad subieron a palacio y una vez allí salió Madero a saludar; y rodeado el licenciado Hernández Jáuregui de todos los estandartes, tomó la palabra en nombre de los clubs unidos del Estado, y en una brillantísima peroración puso muy claro que nuestro Estado no admite imposiciones.

El discurso, grande y muy soberbio no causó muy buena impresión al señor Madero; su disgusto era marcado y no bien había terminado Jáuregui cuando se metió Madero sin despedirlos: la multitud aplaudió con caras risueñas hasta el delirio.

Más tarde apareció el señor Madero en otro balcón y del lado opuesto a donde estábamos: fue bien recibido hasta el momento de la presentación de Pino; y cuando pronunció su nombre, un grito de protesta salió del 99% de los espectadores y no cesó sino después de tres toques de clarín.

Comenzó los ataques a usted: fue desmentido y siseado hasta que dijo que desconocía a Jalapa por el poco respeto que se le guardaba; después de tres o cuatro instantes consiguió seguir hablando, siguieron las protestas y entonces hubo de decirnos que los vazqnistas éramos pagados y que para que quedáramos satisfechos, o subiéramos a don Emilio y a usted o nos largáramos. Silbidos a granel.

Trató de hablar Pino y no lo consiguió sino después de una hora de no ... no ... Su palabra fue sensata, pero mal recibida por la imposición. Habló después S. Rendón y estuvo muy ordinario y recibió también la reprobación de todos.

Hoy a las 7 p. m. lo entrevistamos y Jáuregui le hizo conocer que no éramos pagados y que no nos doblábamos ante la consigna, sino que votaríamos por la fórmula que había hecho triunfar la revolución, y viéndose derrotado no pudo menos que concedernos la razón. Resumen: Decepción absoluta. Pueblo jalapeño y coatepecano a la altura debida. Todos vazquistas.

En otra carta fechada el 26, hay un párrafo que dice:

Por usted había simpatía en toda esta comarca; pero desde que el señor Madero hizo ataques tan bajos, usted ha ganado mucho terreno entre toda aquella gente que antes permanecía neutral, y básteme decirle que los militares graduados de la Comisión Geográfica Exploradora, de una manera muy especial, han manifestado su admiración por usted.

He copiado este párrafo por lo que se verá en seguida en carta que de Guadalajara me dirigió el señor R. Jarero, con fecha 28 de septiembre de 1911. Dice así:

Séame permitido dirigirme a usted para manifestarle que, por el párrafo que adjunto a la presente, se deja ver, por su bondad, que duda de la campaña denigrante que en contra de usted ha emprendido el señor Madero.

Para sacar a usted de este error, le acompaño una parte del artículo que publicó el Correo de Jalisco. Las verdades que dicho periódico asienta han sido escuchadas por mí y estoy dispuesto a sostenerlo, asegurando que los cargos que sobre usted lanzó el señor Madero, fueron rechazados con indignación por la multitud que llenaba el Teatro Degollado.

La gratitud que siento por los grandes servicios que usted prestó a la revolución me anima a prevenirle para los ataques subsecuentes.

Lo siguiente dicen los recortes a que se refiere la carta anterior:

NO CREE DEL LIDER TALES PALABRAS.

México, septiembre 27.

Busqando la opinión del señor doctor don Francisco Vázquez Gómez, ministro de Instrucción Pública, acerca de que el señor Madero, al referirse a él en Jalapa, lo había llamado cobarde y ambicioso, nos acercamos a dicho funcionario, quien con la mayor serenidad, como aquel que tiene plena confianza en sus palabras y que apoya éstas con sus convicciones, nos dijo lo siguiente:

Por ningún concepto paso a creer que el señor Madero haya pronunciado las palabras a que ustedes se refieren, porque ellas denunciarían a un héroe de pulquería y no al candidato a la presidencia de la República.

El otro recorte dice:

ENTRE LAS ACLAMACIONES DE LOS CONCURRENTES HACE USO DE LA PALABRA EL LIDER

Después de hablar sobre la manera cómo se organizó la revolución para conseguir el derrocamiento de la dictadura, lanza furiosos ataques contra el señor doctor Vázquez Gómez al cual trata de ambicioso, echando sobre su personalidad otros cargos muy pesados; también dice que es cobarde, porque no tuvo valor de ir a visitarlo cuando se encontraba preso en San Luis Potosí; dice que es porfirista porque fue el médico de cabecera del general Díaz y que no tuvo el valor civil necesario para aceptar la vicepresidencia, cuando él, don Francisco Madero, aceptó la presidencia provisional.

El público lo escuchó sin dejar oír la menor frase de protesta, pero tan luego como don Francisco hizo los primeros elogios del licenciado Pino Suárez, un muera estruendoso atronó el espacio, siguiéndole los silbidos y gritos de protesta en contra de Pino Suárez, y vivas al doctor Vázquez Gómez y al licenciado De la Barra.

El señor Madero quiso manifestar su disgusto; pero el público lo aclamó delirantemente, manifestándole las grandes simpatías de que goza.

A la una y media de la tarde, entre los gritos de entusiasmo de la multitud, el señor Madero abandonó el Teatro Degollado por la puerta situada en la calle Ahedo, para tomar el tranvía que lo condujo al Paradero, donde se le ofreció un banquete.

DATOS COMPLEMENTARIOS

Sabemos que con motivo de los mueras lanzados en contra de Pino Suárez, el señor Madero se encaró al pueblo diciéndole que los gritos que se lanzaran contra Pino Suárez, era como si se los lanzaran a él, y los que los habían proferido los repitieron.

Algunas personas nos han manifestado, que el señor Madero, indignado, dijo que el pueblo de Jalisco, era un pueblo de salvajes que necesitaba todavía el sable de la dictadura porfiriana. Estas palabras del líder han provocado comentarios bastante duros.

Transcribo en seguida, íntegra, otra carta de Guadalajara, que aunque en el fondo hace una relación perecida a lo que acabo de transcribir, está un poco más detallada.

Guadalajara, 28 de septiembre de 1911.
Señor doctor don Francisco Vázquez Gómez.
México, D. F.

Muy respetable señor:

Fuí favorecido por su apreciable de fecha ... del corriente, por la que doy a usted infinitas gracias por su bondad y atención. En otra trataré de mi negocio, ahora sólo me concreto a darle un resumen de lo más interesante de la visita del señor Madero a esta capital.

Al llegar el tren a la estación recibió el primer desengaño al hacer la presentación del licenciado Pino Suárez, porque todos los aplausos y vivas para aquél, se trocaron en ensordecedores silbidos, mueras a Pino, y enérgicas protestas, bajo el concepto que en la estación del ferrocarril y calles adyacentes había como veinte mil personas. Momentos después se presentó Madero con su comitiva en el Teatro Degollado, en donde se iba a verificar una matinée que de antemano se tenía preparada. El primer orador pinista, de aquí de Guadalajara, tuvo que fracasar porque al pronunciar el nombre de Suárez los ánimos se enardecieron y las protestas enérgicas se repitieron de manera escandalosa y terrible, lo mismo que los mueras (aquí muchos vivas y aplausos para usted). Viendo el señor Madero aquel escándalo, mandó suplicarle al señor licenciado Estrada calmara los ánimos del pueblo con su elocuente palabra. El señor licenciado abordó la tribuna en medio de atronadores aplausos y vivas, logrando tan sólo con su presencia hacer guardar silencio; habló con toda calma y de manera tan imparcial y convincente que el público todo lo tradujo, resaltando los vivas para usted y para el licenciado Estrada. Habló Madero en seguida tratando de sugestionar al pueblo con el candidato Suárez y se repitieron luego los escándalos, terminando con esto la fiesta (que nada se verificó).

A las cinco p. m. se organizó una gran manifestación popular y Madero desde su balcón insistió con la sugestión, y ya había logrado mucho de lo deseado; habló también Suárez y entonces el pueblo en general pidió que hablara el licenciado Estrada; salió este señor al balcón en medio de atronadores aplausos y aquí el gran triunfo: se manifestó sumamente enérgico e imparcial, manifestando las grandes simpatías que sentía por su honorable amigo el señor doctor Vázquez Gómez y todo lo logrado por Madero quedó derrocado (muchos vivas al licenciado y a usted).

La sociedad en general y hasta sus mismos enemigos (del licenciado Estrada) lo ensalzan y lo elevan por sus sanos conceptos y convicciones firmes, que él es el único hombre digno porque no respeta imposiciones ni del mismo Madero, y sobre todo, que no es traidor con sus dignos amigos, como lo es usted. Tengo la honra de comunicarlo a usted con el mayor placer y satisfacción.

Le advierto que Madero perdió aquí un 80 por ciento; quedó en muy mal concepto.

Su afmo. y atto. s. s.

Lino Suárez.
Rúbrica.

Con fecha 11 de septiembre de 1911, me dice de Veracruz el señor licenciado Manuel Zamora lo siguiente:

El Club Progresista Veracruzano 1910, que presido, celebró ayer sesión solemne en la que los delegados que asistimos a la convención del Partido Constitucional Progresista, dimos cuenta del cometido con que fuimos honrados. En vista de nuestro informe, la asamblea por unanimidad, puede decirse, pues sólo cuatro socios votaron en contra, decidió desconocer la candidatura del señor licenciado Pino Suárez a la Vicepresidencia de la República, sosteniendo la de usted, que proclamamos desde la fundación de nuestro club.

El señor profesor Leopoldo Rodríguez Calderón me envía sin comentarios, dice, la carta que su hermano Juan le escribió de Puerto México, de la que transcribo lo siguiente:

Madero subió al balcón del resguardo y dijo un discurso poniendo por los suelos al doctor, Reyes y a Díaz y tenía a su lado a José María Pino Suárez, y dijeron ambos barbaridad y media, hablando al último el orador que trae.

Vinieron en el cañonero Veracruz, y a las cuatro de la tarde, es decir, hace media hora, se fueron en medio de aplausos y la mar.

Lo que no me deja de preocupar es lo que dijo Madero del doctor Vázquez Gómez, dice: que el traidor de Vázquez Gómez, que es un ambicioso, pretendió hacer una mala jugada en la convención en que triunfó Pino Suárez.

De Alamos, Sonora, con fecha 28 de septiembre de 1911, recibí el siguiente telegrama:

Doctor Francisco V. Gómez.

Pinistas combaten diciendo usted traicionó Madero. Necesitamos explicaciones esta vía.

A. B. Ortega.

Mi contestación fue la siguiente:

Desmiento enfáticamente acusaciones que hacen pinistas. Son trabajos de los científicos en contra mía, porque no admití a Limantour en el gobierno actual.

No continúo transcribiendo más comunicaciones, porque creo que con las que he transcrito es bastante para formarse una idea de la impresión que produjo en distintas partes del país la candidatura del señor licenciado José María Pino Suárez, y para que se vea también la campaña de insultos que en mi contra emprendió el señor Madero. Las acusaciones que voy a tomar en serio son principalmente dos: que yo era porfirista y que traicioné a Madero; porque lo referente a mi cobardía, vuelvo a decir lo que dije al corresponsal del Correo de Jalisco: no soy y nunca he sido héroe de pulquería para contestar a esta clase de insultos, que siempre desprestigian a quien los hace.

Dice el señor Madero que yo fui porfirista porque fuí médico del general Díaz. Esto es un modo de discurrir muy especial del señor Madero, pues sólo a él pudo ocurrírsele que como médico, yo no podía atender sino a los miembros de mi partido, siendo así que cuando tuve el honor de atender al general Díaz, ni el señor Madero ni yo pensábamos ocuparnos en los asuntos políticos. Que el señor general Díaz me tenía consideraciones, es la verdad, y precisamente por virtud de ellas, el señor Madero vino a invitarme a que ingresara al Partido Antirreeleccionista, por lo que se pudiera ofrecer, según dije al principio de estas Memorias.

Una vez dentro de la revolución, veamos cómo obramos el señor Madero y yo; y para no hacer muchas citas recordaré solamente dos.

En el pacto Madero-Limantour, que se me telegrafió a Washington con fecha 22 de abril de 1911, el señor Madero sólo exige la renuncia de Corral para hacer la paz.

En mi telegrama que llevó Silvestre Terrazas al señor Madero, decía yo a éste: Mis ideas son: tratos formales, no Corral, Limantour ni Díaz.

En el acta de la junta de 30 de abril, de la supuesta del primero de mayo de 1911 y demás documentos de esa época, consta que el señor Madero insistía en que no se exigiera la renuncia del señor general Díaz.

En mi carta de 3 de mayo dije:

"En consecuencia, la revolución no habrá triunfado ni se habrá hecho la paz, sino hasta el día en que desaparezcan del poder los principales responsables: Díaz, Limantour y los suyos más influyentes en el gobierno.

Estas no son suposiciones: son documentos auténticos que constan en estas Memorias, y según ellos, es el señor Madero quien aparece como porfirista; pero ¿lo era en realidad? No, indudablemente. El plan de Madero y de los principales miembros de su familia, era valerse de la revolución, de los sacrificios del pueblo, para quitar al general Díaz y poner al señor Limantour en la presidencia; es decir, al hombre que, de hecho, gobernaba al país. Esto era simple y sencillamente traicionar a la revolución: y como yo frustré estas combinaciones, era natural que Francisco I. Madero, Gustavo su hermano y demás maderistas, se volvieran mis más acérrimos enemigos.

Que yo traicioné a Madero es el otro cargo y yo pregunto: ¿cómo, cuándo y en qué? Hasta hoy nadie, ni el señor Madero, ha formulado un cargo concreto; pero yo voy a recordar un hecho que el público juzgará si implica traición. Como se recordará, después de la toma de Ciudad Juárez y obtenida la renuncia del general Díaz, el señor Madero insistió en que el señor Limantour, Presidente de hecho, formara parte del gobierno interino con el mismo cargo que desempeñaba en el gobierno del general Díaz; y dada la preponderancia política del señor Limantour, él y no De la Barra, habría sido, de hecho, el Presidente de México. En otra forma, pero era traicionar a la revolución. Y como para desbaratar esta otra combinación de los señores Madero tuve que entenderme con el general Díaz para eliminar a Limantour, sin el conocimiento y sin el consentimiento del jefe de la revolución, este acto de mi parte, lo consideraron el señor Madero y los maderistas como traición al primero. La historia a su debido tiempo dirá si mi conducta fue una traición al señor Madero, o, si, como yo creo, fue un acto que salvó a la revolución y al país de la anarquía que hubiera sobrevenido desde entonces, al darse cuenta los revolucionarios de que todos sus sacrificios habían sido para dejar en el poder a quien lo tenía en los últimos años del gobierno del señor general Díaz.

En el discurso pronunciado en Guadalajara y publicado en La Nueva Era, de 3 de octubre de 1911, dijo el señor Madero qUb no tuve el valor civil necesario para aceptar la vicepresidencia cuando él aceptó la presidencia provisional.

Con el mismo derecho -continuó- que asumí la presidencia provisional, creí que a él (el doctor Vázquez Gómez) le correspondía la vicepresidencia y le dije que si gustaba que lo nombrara y no quiso aceptar por ningún motivo ...

Este mismo cargo lo han repetido hasta el cansancio los maderistas, quienes franca o solapadamente han dicho que por cobardía no acepté el bondadoso ofrecimiento del señor Madero. ¿Por qué no acepté? Porque aceptar hubiera sido reconocer en el señor Madero facultades para designar funcionarios que, conforme a nuestras muy elementales costumbres democráticas, y conforme a nuestras leyes, deben ser electos popularmente. El señor Madero se había auto-designado Presidente provisional, conforme a la cláusula quinta del Plan de San Luis. Si yo hubiera aceptado la vicepresidencia que me ofrecía el señor Madero, mi aceptación no habría sido, en rigor, sino una segunda auto-designación. Yo no podía ni debía permitirme hacer uso de las franquicias que en cuestiones de democracia deben tener únicamente los apóstoles de la misma ...

El no haber aceptado, destruye el cargo de ambicioso que en infinidad de ocasiones me hizo el señor Madero y que no han dejado de repetir los maderistas y los corralistas historiadores de la revolución. Algunos me han imputado el haberme negado a tratar con los correligionarios, cuando a raíz de la prisión del señor Madero, en 1910, venían a verme, y han llegado a decir que, por cobardía, en aquella ocasión les aconsejaba diéramos todo por terminado. Otros, como el señor Diego Arenas Guzmán (Omega, de 13 de diciembre de 1930) no han tenido empacho en afirmar que yo apostaté del Partido Nacional Antirreeleccionista, y que cuando algunas personas vinieron a pedir mi concurso para que substituyera en la dirección de la campaña cívica al señor Madero, preso en San Luis Potosí, me negué a ello diciendo que nada tenía que ver con dicho partido. Para afirmar tales insensateces han tenido que olvidar, mañosamente, mi manifiesto (véase la página 46) publicado el día 11 de junio de 1910 en El Constitucional, cuyo ejemplar obra en mi poder, y que en aquel entonces era el órgano oficial del Partido Antirreeleccionista; han tenido que olvidar, también, que fue el señor Madero quien apostató del Partido Antirreeleccionista; que fue él quien lo desconoció, y que fueron él y los suyos quienes pusieron cuanto de su parte estuvo para acabar con dicho partido ...

Ya que de traiciones y cosas análogas se trata, es oportuno citar aquí dos discursos del señor Madero.

En el primero, publicado por La Nueva Era el 26 de septiembre de 1911, se expresó así el señor Madero (2):

Cuando la convención pasada se celebró (1910) todos ustedes saben perfectamente las dificultades tan enormes con que tuvimos que luchar; yo me daba muy bien cuenta del inmenso sacrificio que debíamos hacer y las inmensas dificultades con que teníamos que tropezar para obtener la libertad del pueblo mexicano. Necesitaba a mi lado una persona que pudiera ayudarme en aquellos momentos a realizar mis planes políticos, que, sabedlo bien, eran engañar al dictador para que no se diera cuenta de cuáles eran mis propósitos y mis deseos, porque si él hubiese sabido que estábamos resueltos a lanzarnos a la revolución nos hubiese aplastado y no hubiésemos llegado hasta donde nos encontramos. Y para ello necesitaba a mi lado una persona que no le inspirara desconfianza al general Díaz, una persona con quien el general Díaz tuviera esperanzas de llegar a un arreglo y por eso me fijé en el doctor Vázquez Gómez.

Continúa el señor Madero:

El (Pino Suárez) no pidió la vicepresidencia: para él fue una sorpresa que se le postulara. La primera vez que se le ofreció la candidatura contestó que consideraba vigentes los acuerdos tomados por la anterior convención (la de 1910), de la cual fue presidente, convención en que el doctor Vázquez Gómez resultó electo candidato a Vicepresidente, y que sólo en el caso de que hubiese otra convención aceptaría él que se le postulase.

En consecuencia, puede decirse con seguridad que la convención de agosto de 1911 tuvo por objeto satisfacer los escrúpulos del licenciado Pino Suárez para poder nulificar los acuerdos de la de 1910, verdaderamente popular, según el señor Madero.

Siete días después de haber hecho gala de su engaño al señor general Díaz, el señor Madero afirmaba en La Nueva Era de 3 de octubre de 1911:

Yo nunca engañé a ninguno; nunca dije mentira; nunca recuni a los medios indecorosos a que ellos recurrian (se refiere a los métodos empleados por la dictadura Díaz). Por eso cuando organicé el Partido Antirree1eooionista, hice que se pusiera al frente de él un buen ciudadano, que había postulado al general Díaz para Presidente y al general Gerónimo Treviño para Vicepresidente, que creía que por medio de la reelección iríamos a la no reelección, que reeligiendo por última vez al general Díaz, conquistaríamos el principio de la no reelección. Eso fue muy discutido en su época y no tengo para qué ocuparme de ello; pero esa personalidad que se había demostrado partidario acérrimo del general Díaz y que por lo tanto no le inspiraba a éste ninguna desconfianza, lo puse de presidente del Partido Nacional Antirreeleccionista (se refiere al licenciado Emilio Vázquez), a fin de que el general Díaz no se imaginara que podíamos llegar a una lucha armada, y creyera que estámabos dispuestos a transar con él y que, como todos los partidos políticos hasta entonces, dispuestos igualmente a aceptarlo una última vez como Presidente. Eso fue muy debatido, señores. Ya veis cómo el resultado fue feliz: conseguí el objeto que deseaba y llegamos a la convención (de 1910). Una vez llegados a la convención, una vez que se trataba ya de designar candidatos y asumir una actitud más beligerante, entonces era más difícil la tarea que se presentaba. Yo, que era el director de la campaña política; yo, sobre quien pesaba la inmensa responsabilidad de ese movimiento, y que ya se me señalaba por todos como candidato a la presidencia; yo quise, señores, a mi lado, una persona que me prometiese engañar al tiranoO, hacerle creer que no llegaríamos a las armas, y esa persona, señores, la encontré en el doctor Francisco Vázquez Gómez.

El señor Madero dice que nunca engañó a ninguno, y en lo que acabo de transcribir confiesa haber engañado al licenciado Vázquez y al autor de estas Memorias, para que le sirvieran de instrumento y poder desarrollar sus planes políticos. Si la intención, desde el principio, fue la de engañar a todos los que tomamos sincera participación en la política antirreeleccionista, al general Díaz y a la nación, hay que conceder que el éxito fue rotundo, y que ello justifica todo lo que el general Díaz hizo en contra de los que, como afirma el señor Madero, no tenían otro objeto, en el fondo, que engañar al pueblo confalsas prédicas democráticas.

A propósito de estos engaños que confiesa el señor Madero, me parece oportuno decir lo que algunos piensan, y tal vez con razón: que el señor Madero entró a la política y provocó la revolución de acuerdo con el señor Limantour, para derrocar al general Díaz. En estas Memorias se encuentran algunos datos para pensar así, y aparte lo que dijo Sánchez Azcona en El Gráfico, que los señores Ernesto Madero y Rafael Hernández fueron nombrados ministros como una garantia al señor Limantour y los suyos; el doctor Ituarte refiere en El Universal de 19 de octubre de 1930, una junta tenida en casa del general Díaz, en la cual el señor Limantour se opuso, poniendo algunos obstáculos, a que se combatiera a la revolución. Hay también una carta del mismo señor Francisco I. Madero, copiada en parte en estas Memorias, en la que dice que se propone trabajar por el señor Limantour para hacerlo llegar a la vicepresidencia de la República.

Debo decir, en verdad, que yo me resistía a dar importancia a lo anteriormente escrito; pero como el señor Madero afirma que nos engañó a todos, no es una ligereza pensar que pueda haber algo de verdad en lo que se piensa, pues hay que tener en cuenta que los Madero eran científicos y que el partido o grupo científico del cual era jefe el señor Limantour, era un enemigo solapado del señor general Díaz.

El señor Madero cree que él fundó el Partido Antirreeleccionista y que lo manejaba a su antojo; pero las actas y demás documentos copiados en estas Memorias, prueban hasta la evidencia que el mencionado partido no fue el resultado de un fiat lux del señor Madero, como lo fueron más tarde el comité maderista y el Partido Constitucional Progresista, el cual, dicho sea de paso, no fue ni pudo ser el sucesor del Antirreeleccionista: éste ha seguido viviendo, en tanto que aquél desapareció para siempre al morir el señor Madero, como si esa hubiese sido la coronación de su brillante y revolucionaria labor; además, mientras coexistieron, entre ambos hubo siempre las muy cordiales relaciones que en nuestro medio han caracterizado a los partidos antagónicos. Todo esto muy a pesar de las más o menos recientes e inútiles sutilezas de don Juan Sánchez Azcona, quien con muchos otros de los que en 1911 desconocieron al Partido Antirreeleccionista, y pretendieron acabar con él, se han acogido a dicho partido haciéndose pasar por lo que nunca fueron.

Pero la falsedad máB grande y monumental, la asienta el señor Madero cuando dice que yo le prometí engañar al general Díaz; y para convencerse de que yo no trato de defenderme ahora del cargo que se me hace, basta leer la alocución que pronuncié al aceptar mi candidatura, mi carta de 10 de junio de 1910 al señor Madero, y los dos primeros párrafos de la de 24 de marzo de 1911, al mismo señor Madero.

Con motivo de estas citas considero oportuno transcribir otras referentes a las causas que determinaron la formación del Partido Constitucional Progresista y la celebración de la Convención de agosto de 1911. En efecto, en La Nueva Era, edición del 14 de octubre del mismo año, hay unas declaraciones del señor licenciado José María Pino Suárez que en su parte sustancial dicen:

Las luchas de Ciudad Juárez llevaron al convencimiento de la mayoría de nuestros correligionarios, de una manera notoria, que no era el señor doctor Vázquez Gómez el llamado a colaborar con el señor Madero, y desde entonces puede decirse que la opinión del núcleo revolucionario dejó de favorecer su candidatura, sin que por aquella época se hubiese resuelto nada definitivo respecto del nuevo candidato ... Esta actitud del señor Madero, el temor de introducir la división en nuestro partido con el surgimiento de otros candidatos, y, sobre todo, la conveniencia de respetar y hacer respetar las decisiones de nuestra convención de nuestro partido, celebrada en abril (1910), me impulsaron a declinar sistemáticamente la aceptación de mi candidatura, y así fue como surgio la idea de celebrar una nueva convención del partido en la cual estuvieran representados todos los elementos nacionales con que contábamos, y así fue como se celebró esa convención (la de 1911) (3).

Las luchas de Ciudad Juárez a que se refiere el licenciado Pino Suárez, constan en estas Memorias y, en resumen, consistieron en lo siguiente: exigencia por parte mía de que el general Díaz renunciase, a lo que se oponía el señor Madero porque deseaba aprovechar a dicho señor general para sacar avante su combinación con Limantour, según la cual este último habría de ocupar la Presidencia de la República; exigencia, por parte mía, de que fuese eliminado el señor Limantour del gobierno interino. Esto, que pude obtener después de muchas dificultades, disgustó profundamente a los señores Madero, y sobre todo a don Gustavo, quien desde entonces dijo, refiriéndose al doctor Vázquez Gómez: Este indio no será Vicepresidente. Esta fue la resolución que se tomó en Ciudad Juárez; allí se convino en que el nuevo candidato sería el licenciado Pino Suárez, según lo supe tan pronto como el señor Madero llegó a la capital el 7 de junio. Pero como al llegar a México el núcleo revolucionario, o mejor dicho, el núcleo maderista, se dió cuenta de que el Partido Antirreeleccionista sostenía los acuerdos de la convención de abril de 1910; entonces, el mencionado grupo comprendió que para llevar adelante sus planes, era necesaria una nueva convención y para ello se creó artificialmente el llamado Partido Constitucional Progresista. Con esto quedó satisfecho el señor Pino Suárez y desaparecieron sus temores de dividir el partido revolucionario. Pero el señor Madero fue más explícito en su discurso copiado antes, cuando refiriéndose al señor Pino Suárez, quien consideraba vigentes los acuerdos tomados por la anterior convención (1910), dice: y que sólo en el caso que hubiese otra convención aceptaria el que se le postulara, Creo que el señor licenciado Pino Suárez fue sincero al manifestar sus escrúpulos; pero, desgraciadamente, el canto de las sirenas y las perspectivas de una posición política, lo llevaron a claudicar; y digo desgraciadamente, no por lo que a mí toca, sino porque eso le costó la vida.

Al mismo tiempo que sucedían algunas de las cosas que relato, recibía yo insistentes invitaciones para ir a Oaxaca, Morelia, Guadalajara y Chihuahua, pero me abstuve de obsequiarlas porque comprendí que en esos momentos era inútil oponerse a candidaturas oficiales que disponían de los recursos de la nación para hacer su propaganda; y sobre todo, y muy principalmente, porque al defenderme de los ataques de los contrarios, tenía que atacar al señor Madero; habría tenido que hacer público desde entonces el contenido de estas Memorias, lo cual habría ahondado más la división del partido revolucionario, división que en aquellos momentos era ya peligrosa. Por estas mismas consideraciones no renuncié cuando mi hermano salió del Ministerio de Gobernación. Tal vez se diga que hice muy mal; pero cada uno obra según su modo de pensar propio y según las circunstancias que determinan los actos.




Notas

(1) El señor licenciado Cabrera, en conversación que tuve con él cuando había ya terminado estas Memorias, me dijo haber convencido a la asamblea con su discurso, y cree que por eso se pospuso la votación.

(2) Ya en prensa estas Memorias, el autor tuvo oportunidad de ver publicado este mismo discurso, en el que el señor Madero lo colma de improperios, en México Nuevo, edición del 20 de diciembre de 1932, con la afirmación del señor Sánchez Azcona de que era INEDITO (así, con mayúsculas) ... Bien se conoce que el señor Símchez Azcona no quiso dejar pasar la oportunidad de revivir algunas necedades con el único y exclusivo objeto de calumniar al doctor Vázquez Gómez.

(3) Compárense estos conceptos de las declaraciones del señor Pino Suárez con los expresados en su carta de 13 de julio de 1911.

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