Indice de Memorias de un socialista revolucionario ruso de Boris SavinkovLIBRO PRIMERO - capítulo décimoLIBRO SEGUNDO - Capítulo primero - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha

Memorias de un socialista revolucionario ruso

Boris Savinkov

LIBRO PRIMERO
LA EJECUCIÓN DE PLEHVE
CAPÍTULO UNDÉCIMO


Más tarde, Sazónov nos escribió lo siguiente:

A mis compañeros de causa.

Queridos hermanos y compañeros: Ha transcurrido año y medio desde que fui separado de vuestras filas. Pero apartado físicamente de las mismas, no he dejado de vivir ni un momento al lado vuestro con todos mis pensamientos. En el fragor de la tormenta revolucionaria que ha sacudido todo el país, he prestado, con un interés especial, oído atento, a la voz de la O, C. (1), y esta voz no se ha perdido en los millares de voces del coro de la revolución. La O. C. ha sabido dar siempre uno respuesta a las exigéncias de la vida. He vivido con exaltación sus victorias, con dolor en el corazón sus fracasos tan inevitables, dicho sea de paso, en toda gran causa, en toda causa viva. Muchos de los combatientes han desaparecido de las filas, algunos para no volver. Con un sentimiento de profunda aflicción, de amor y de devoción, me inclino sobre la tumba de los que han caído.

... Y no ha llegado el fin todavía. Todo indica que las circunstancias exigirán nuevas acciones de la O. C. en la arena de la historia. Teniendo en cuenta la labor que nos espera y los sacrificios que costará el llevarla a cabo, siento necesidad de recordar el pasado.

No puedo expresaros, hermanos-compañeros, la dicha que era para mí vuestro recuerdo, el pensar en vuestra actitud cariñosa, puramente fraternal, en la confianza con que me honrasteis al encargarme la realización de una obra de tanta responsabilidad como la del 15 de julio. Para mí era mil veces peor que la muerte ofender vuestro amor, mostrarme inferior a vuestra confianza, empeñar de un modo u otro la brillante causa de la O. C., cuya magnitud soy el primero en reconocer y ante la cual me siento confundido. Faltó poco para que el destino me hiciera una jugarreta cruel. Estaba herido, pero no muerto, Habiendo perdido el dominio de mí mismo, corrí el riesgo de convertirme involuntariamente en traidor durante el delirio. Tuve que soportar lo más repugnante que puede soportar un revolucionario: los besos y los abrazos de Judas de los agentes, que, aprovechándose de mi impotencia y de que la venda me privaba de la vista, se me presentaban bajo la bandera neutral de la medicina y andaban a mi alrededor como lobos hambrientos. Durante los cuatro meses que precedieron al juicio me hallé en una situación terrible, durante la cual ignoraba los resultados de mi delirio, temía por la gente, por la causa; me torturaba la duda de saber si era o no un traidor. Sólo el éxito de la empresa y la embriaguez de la victoria me dieron fuerzas para resistir la enfermedad y las torturas morales sobrehumanas que me afligían. Felizmente todo marchó bien durante el delirio. Pero después de la enfermedad y de los sufrimientoo morales, me presenté al juicio muy débil, con la cabeza rota por la explosión y los puños de los polizontes, casi imposibilitado de ser dueño de mi pensamiento y de mis palabras. En tal estado, tenia el deber de no hablar en el juicio, a fin de no pecar contra la exposición fiel del programa del partido. Así lo hubiera hecho seguramente si detrás de mí no hubiera habido algo que me obligó a explicarme. Me refiero a la declaración hecha por mí ante el juez instructor el 15 de julio, a raíz de volver en mí después de la operación. No sabiendo si sobreviviría o no, consideré mi deber declarar rápidamente que era miembro de la O, C. P. S. R. (2) y que el hombre que había perecido en la explosión de la fonda del Norte era un compañero mío de causa. Pero el juez me interrogó sobre los fines de la O. C. y yo, sin darme cuenta de que infringía el principio del partido de negarse a declarar, dí una explicación en forma bastante inhábil, pero con un matiz populista muy acentuado (esa misma explicación que figura en el acta de acusación). ¿Por qué hice esto? ¿Por qué infringí el principio e introduje una disonancia en la interpretación del programa? Porque durante el interrogatorio perdí el conocimiento varias veces, imploré que se pusiera fin al mismo, pedí que me dieran de beber para sostener mis fuerzas. Hasta el momento del juicio me preocupé poco de la declaración prestada. Pero después, cuando llegó el momento de reflexionar sobre lo que diría en el caso de que hablara en el juicio, tuve la sensación viva de la disonancia de mis palabras con el programa del partido. La conciencia de esto es lo que principalmente me indujo a pronunciarme oficialmente. Unos días antes del juicio escribí lo que tenía que decir, evitando caer en el pecado populista ..., y resultó que exageré en sentido contrario. Además, las condiciones en que se celebraba el juicio eran tan poco favorables para esa manifestación que pagué caras mis palabras: al principio no me querían permitir hablar hasta la declaración final, y si me autorizaron fue únicamente por la insistencia de Karabchevski; me interrumpían a cada palabra, me desconcertaba y perdía el hilo del discurso, me ponía nervioso, me tragué mucho de lo que quería decir, a veces involuntariamente se me escapaban palabras de las cuales ahora volvería gozosamente atrás. Después del juicio quedé completamente anonadado y, en general, me arrepentía de haber contribuído con mi participación a la abominable comedia del juicio. Así es que cuando, más tarde, me dijeron que los compañeros libres estaban muy contentos de lo que había dicho, esto fue para mí doloroso como una ironía. Después del juicio escribí ya una vez, estimados compañeros, sobre esto mismo, para explicar los lapsus que cometí sin quererlo. He sentido la necesidad de decir todo esto de nuevo para que no quede nada sin aclarar entre mí y aquellos de vosotros llamados a realizar nuevas empresas. La condición necesaria de mi dicha consiste en conservar para siempre la conciencia de mi solidaridad completa con vosotros en todas las cuestiones de la actuación y del programa. ¡Un saludo a todos, queridos compañeros! ¡Valor y suerte! Confiemos en que pronto cesará la triste necesidad de luchar por medio del terror y conquistaremos la posibilidad de trabajar en provecho de nuestros ideales socialistas en condiciones más en armonia con las fuerzas humanas.

Vuestro,
EGOR.

P. S. Ruego que se hago llegar este billete a su destinatario, este; es, a la O. C. y no a gente extraña, como se hizo, al parecer, con mi primer billete.

Schimmel Leiba Vulfovich Sidorski, que fue juzgado con Sazónov, curtidor de profesión, había trabajado en la fábrica desde la edad de catorce años, al principio en Knichin, después en el pueblecito de Krinikaj y más tarde en Bielostok. En Krinikaj se relacionó por primera vez con los partidos revolucionarios, pero sólo en Bielostok se adhirió definitivamente al de los socialistas revolucionarios. Allí trabó amistad íntima con Borichansld, quien le hizo ingresar, en junio de 1904, en la Organización de Combate, como he indicado ya.

Sazónov y Sikorski fueron juzgados el 30 de noviembre de 1904 en el tribunal de Petersburgo, con representantes de casta. Sazónov fue defendido por el abogado Karatchevski, y Sidorski por el abogado Kazarínov. El tribunal privó a los acusados de todos sus derechos y condenó a Sazónov a trabajos forzados perpetuos y a Sidorski a veinte años. La suavidad de esta sentencia (todos, Sazónov inclusive, esperaban que serían entregados a un Consejo de guerra y ahorcados) se explica por el hecho de que el gobierno, al designar como ministro del Interior al príncipe Sviatopol-Mirski, había decidido modificar un poco su política y no conmover a la opinión pública con sentencias de muerte.

Sazónov, lo mismo que Sidorski, después de la sentencia, fueron recluídos en la fortaleza de Schisselburg. En virtud del manifiesto del 17 de octubre de 1905 les fue reducída la pena a ambos. En 1906 fueron trasladados de Schisselburg al presidío de Akatui.



Notas

(1) Organización de Combate.

(2) Organización de Combate del Partido Socialista-Revolucionario.
Indice de Memorias de un socialista revolucionario ruso de Boris SavinkovLIBRO PRIMERO - capítulo décimoLIBRO SEGUNDO - Capítulo primero - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha