Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 3 de julio de 1915 Sesión del 6 de julio de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 5 DE JULIO DE 1915

Presidencia del Lic. Francisco A. Encinas

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 6 de julio de 1915; el texto de las Notas cambiadas entre la Soberana Convención Revolucionaria y el general de División Pablo González, se tomó de la edición de El Renovador correspondiente al 8 de julio de 1915)


La sesión celebrada ayer por la Asamblea Revolucionaria puede considerarse como la más prolongada y laboriosa de cuantas ha tenido en este último período.

Comenzó a las cuatro y treinta minutos de la tarde, para concluir a las diez y media de la noche.

En ella abundaron discusiones empeñadas; vibró frecuentemente la nota enojosa provocada por alusiones personales.

Se dio cuenta con importantes iniciativas y quedaron resueltas dos cuestiones de suma importancia: una, la publicación de las notas cambiadas con el general Pablo González, para ver de procurar la unificación revolucionaria; otra, poner a disposición de la Comisión de aprovisionamiento la cantidad de quinientos mil pesos, que será invertida en compra de víveres destinados a las tropas combatientes.

Bajo la presidencia del Lic. Francisco A. Encinas, la sesión dio comienzo a la hora señalada. Así que se hubo aprobado el acta de la anterior, el Secretario Samper puso al debate el dictamen de la Comisión de Peticiones, que negó permiso al delegado Carlos Treviño de separarse temporalmente de la Asamblea para ir a desempeñar el cargo de jefe de las operaciones militares en el Estado de México, que le confiaran el general Eufemio Zapata y el coronel Gustavo Baz.

El dictamen, en su parte expositiva, consideró que la misión de los delegados es permanecer en el seno de la Soberana Convención -objeto para el cual los generales les dieron su representación-, y no ir al desempeño de otras comisiones. Varios convencionistas apoyaron el dictamen: entre ellos Méndez, Ledesma y Ortiz, considerando que no son indispensables los servicios del C. Treviño en la línea de fuego, y sí en la Asamblea, representando al general Rodríguez.

En contra del dictamen hablaron Casta y Pérez Taylor, en varias ocasiones.

El primero consideró que era deber de los miembros de la Asamblea, prestar su concurso en cuantas formas fuera aprovechable; y si se considera que esa forma, la más práctica y provechosa, era ir a combatir al enemigo, debería permitírsele, que de tal suerte defenderán mejor y más harán por el triunfo de la causa, que estar perdiendo el tiempo en la Asamblea.

Pérez Taylor recordó la actitud del delegado Treviño, cuando en pasados días los carrancistas llegaron hasta la Colonia de El Imparcial. Entonces, Treviño, al frente de la Brigada Santiago Orozco, marchó al combate y prestó magnificos servicios. Juzgó que el peticionario había demostrado mayores condiciones militares que parlamentarias, y por ello debería permitírsele que fuera al puesto que le señalan.

En el debate intervinieron los delegados López, Pasuengo y algunos más; y cuando la discusión quedó agotada, la Asamblea, por mayoría, aprobó el dictamen, negando, por lo tanto, al delegado Treviño, el permiso solicitado.

LOS DELEGADOS FALTANTES

A continuación, la Secretaría dio lectura a la lista que comprende los delegados que faltaron a la sesión del sábado último. Muchos de los miembros de la Asamblea protestaron al ver incluidos en esa lista sus nombres. Afirmaron unos, haber concurrido a esa sesión; otros, que faltaron por haber atendido al desempeño de comisiones dadas por la propia Asamblea.

Menchaca interpeló a la Mesa:

Si en cumplimiento con acuerdo expreso, había pasado lista de asistencia a las cuatro de la tarde.

La Secretaría informó que se pasó lista treinta minutos después ... Lo cual provoca una aclaración del delegado Menchaca:

Se pasó lista hasta esa hora, porque el Presidente aún no había llegado.

Protesta por esa falta de cumplimiento a los acuerdos de la Asamblea. Dice que muchos delegados acudieron puntuales a la hora reglamentaria, y extraña que quien no cumple con su deber quiera exigir de otros lo contrario.

El Presidente respondió, manifestando que él se ha concretado a hacer saber quiénes faltaron a la sesión del sábado, sin emitir opinión alguna, por más que es la suya de que no se tengan por faltistas a los delegados que se encuentran cumpliendo comisiones de la Asamblea.

Pérez Taylor comparó la conducta del Presidente con la que sigue un maestro de escuela; dijo que no era imponiendo multas como se hará que los miembros de la Asamblea cumplan con su obligación.

El Presidente explicó que no se trata de un acuerdo suyo, sino de acuerdo expreso, aprobado por la Asamblea, y al que él se considera en la obligación ineludible de dar cumplimiento.

Díaz Soto y Gama, en defensa de la Mesa, afirmó que serán muy patriotas los delegados, sólo que faltan las pruebas de ese patriotismo y de esa honradez que se invoca.

Los hechos son aplastantes -dijo-, no hay que sostener teorías idealistas; lo que hay que hacer, es traer la vara, para hacer que todos y cada uno cumpla con su obligación.

Después, aludió a los delegados que desempeñan varios cargos. Dijo que dentro de poco la Soberana Convención se va a convertir en una dependencia del Ejecutivo, y que sus miembros no obrarán con libertad, porque se verán obligados a defender al Ministro que les ha dado alguna chamba.

Esto debe considerarse como lo que en realidad es: como cuestión de delicadeza, y cuando ésta falta, deben imponerse multas a los faltistas.

Las palabras del Lic. Díaz Soto y Gama motivan que el coronel Velázquez responda a alusiones personales; y las de éste, que hiciera lo propio el ciudadano Luis Méndez, hasta que, a observación hecha por el ciudadano Aldavazo López, de que se estaba perdiendo ridículamente el tiempo, se consideró terminado el incidente, por disposición de la Presidencia.

Más tarde el mismo asunto vuelve al tapete de la discusión, con motivo del dictamen rendido por la Comisión de Peticiones sobre iniciativa del ciudadano Herrera Ponce, quien propuso que se considere como presentes en todas las sesiones a los miembros de la comisión de Subsistencia.

El dictamen, propiamente no lo fue, porque careció de parte resolutiva, concretándose a solicitarse informe a la Comisión Dictaminadora cuál es el número de delegados que debe constituir quórum, para que, con tal dato, pueda normar su criterio.

La iniciativa del ciudadano Herrera Ponce fue turnada a la Comisión suplente.

OTRO INTENTO PACIFISTA

Después, la Secretaría dio cuenta con numerosos oficios del Ejecutivo, de fechas atrasadas y relativos a operaciones militares; a las actas de los billetes que ante los delegados comisionados al efecto fueron iñcinerados recientemente; una petición del ciudadano Camilo A. Cortés, solicitando sea discutida la credencial que tiene presentada como representante del general Melesio Albarrán.

En seguida recibieron lectura dos iniciativas: una, subscrita por los delegados Cervantes y Palacios Moreno y que se refiere al Programa de Gobierno a que deberá sujetarse el Presidente Provisional de la República, fue turnada, para su estudio, a la Comisión de Gobernación.

Nuestros lectores, la encontrarán en otro lugar de este diario.

La otra, formulada por el ciudadano Máximo Mejía, tiende al cese de la lucha armada entre las dos facciones en que ha quedado dividida la Revolución.

Tal división, afirma el autor de la iniciativa, es obra de los enemigos, que siguen la máxima maquiavélica: Divide y reinarás, para evitar que la Revolución pueda realizar las reformas prometidas al pueblo, y que lesionarán, indudablemente, los intereses reaccionarios.

El delegado Máximo Mejía propone que la Asamblea lo autorice para ir a Veracruz y hablar con el señor Carranza, de quien es amigo personal, y abriga la esperanza de que le hará ver los peligros a que está exponiendo la obra que tanta sangre cuesta ya.

El ciudadano Pérez Taylor, a pretexto de una moción de orden, tomó la palabra, para defender ardorosamente la idea del ciudadano Mejía.

Dijo que en los momentos actuales constituía el punto capital; que es necesario hacer a un lado la cuestión personalista, para tener en cuenta que sólo dos horizontes se abren ante nosotros: o morir de hambre, o admitir la intervención extranjera ...

El Presidente le llamó al orden:

Está usted argumentando -observó- y la palabra no le fue concedida para eso.

Respondió Pérez Taylor:

La Moción de orden consiste en que este asunto debe considerarse como de pronta y obvia resolución ...

Muchos delegados mostraron su inconformidad, y el orador continúa:

No sé qué pasa en los cerebros de los señores delegados ... ¡Decir que esto no es de pronta y obvia resolución! ...

Y surgió el desorden. Varios convencionistas clamaron por que al orador le fuera retirado el uso de la palabra.

El Presidente hizo sonar la campanilla ...

Pérez Taylor, en medio de grande algarabía, sigue hablando ...

El público de las galerías aplaude furiosamente. Los delegados protestan, y el Presidente no cesa de tocar la campanilla, llamando al orden.

Pérez Taylor no desiste de su propósito, y al fin, como recurso extremo, el Presidente abandona su puesto y la sesión se suspende por un momento.

POR LA UNIFICACION REVOLUCIONARIA

Continúa Pérez Taylor en la tribuna. Y en un momento en que cesa el escándalo suscitado, le oímos decir:

Yo no comprendo lo que aquí pasa. Esta es cuestión de vida o muerte ... El punto capital no es otro que la unificación revolucionaría ... Yo pido que cese la lucha armada entre facciones que persiguen los mismos ideales ...

El desorden vuelve a subir de punto, y entonces Pérez Taylor baja de la tribuna, no sin antes exclamar:

¡De lo contrario, que esa sangre que tan pródigamente se derrama en los campos de batalla, caiga sobre vuestras cabezas! ...

Más respeto para la Asamblea -pide el delegado Lecona.

Le responde Pérez Taylor

Hablo por la unificación revolucionaria ...

Y la sesión, por breves momentos, queda en receso, los delegados comentan lo ocurrido, y al fin el Lic. Encinas ocupa de nuevo la Presidencia.

Entonces, el Lic. Díaz Soto y Gama pidió la palabra para una verdadera moción de orden.

Ya la Convención -dijo- ha hecho proposiciones magnánimas para hacer volver sobre sus pasos a los carrancistas; les hizo proposiciones como ellos no las habrían propuesto. Y si no las aceptaron, es imbécil proponer otras nuevas que puedan hacerlos creer en debilidad por parte nuestra.

Todos deseamos la unificación revolucionaria. Queremos llegar a ella, pero por el camino del decoro y de la justicia. Ya hemos hecho proposiciones, esperemos que los carrancistas, a su vez, nos presenten las suyas o se acojan a las nuestras. No demos ocasión a que se nos conteste como la vez pasada, en que Carranza nos dijo: Yo soy la Revolución; ustedes son los reaccionarios. A ustedes sólo les contesto a metrallazos.

Por eso es que la Asamblea no considera prudente hacer nuevas proposiciones -terminó.

En seguida Pérez Taylor pide la palabra para hacer rectificaciones.

La Presidencia, en un principio, se la niega, pero al fin el delegado consigue su propósito y señala que Díaz Soto y Gama, como delegado, ha estado en su puesto, defendiendo la dignidad de la Asamblea ... pero, por encima de ese papel, está la dignidad de la Patria, que se ve orillada a sufrir la afrenta de una intervención extraña.

Afirmó que Carranza ha traicionado a la Revolución, que se ha convertido en un lacayo de los Estados Unidos de Norteamérica ...

A ese hombre -dice- no hay que hacerle nuevas proposiciones, pero sí a los generales constitucionalistas.

QUIENES SON LOS CARRANCISTAS

Va a la tribuna el delegado Velázquez y expone razonamientos condenando que alguien hubiera afirmado que al lado del señor Carranza estuvieran verdaderos revolucionarios.

Ya en otra ocasión -dijo- mostré quiénes son Obregón y Bonillas, ahora voy a decir quiénes son Carlos Planck, Roberto Pesqueira y otros.

Y señaló ciertos robos cometidos en Sonora, y terminó manifestando que a esos hombres no debería llamárseles; los de buena fe y que quieran llamar a nuestras puertas, estén seguros de que las hallarán abiertas y que nüestros brazos estarán prontos para recibirlos. Con lo anterior se dio por terminado el debate, y la iniciativa del delegado Mejía pasó a la Comisión de Peticiones.

Vino, a continuación, una iniciativa para remediar el hambre que se deja sentir no sólo entre la clase del pueblo sino en otras mejor acomodadas, en virtud de que los jefes de familia han quedado sin ocupación. Su autor, el delegado Elfego Chargoy, propone que el Ministerio de Comunicaciones reanude ciertas obras, tales como las del Teatro Nacional, el Palacio del Poder Legislativo, la pavimentación de calles, etc., para proporcionar trabajo honrado a los que de él carecen, empleando en tales fines, la suma de diez millones de pesos.

Su autor pidió se considerara como de urgente y obvia resolución. Expuso razonamientos encaminados a la demostración de su propósito. Dijo que había que hacer algo en favor de la Patria y en favor del Gobierno emanado de la Revolución, para mostrar a propios y extraños que era capaz de realizar una obra fuerte y duradera.

El general Cervantes se opuso. Aplaudió el móvil de la iniciativa, pero -dijo- debería tenerse en cuenta que no basta para remediar la presente situación ese trabajo pagado con dinero del pueblo.

Las obras del Teatro Nacional y del Palacio del Poder Legislativo -continuó- no pueden ser de inmediata ejecución, y constituyen ambos edificios, para el país, un lujo que por hoy no puede dársele. No bastarán los diez millones de pesos para la terminación de esas obras que la civilización actual nuestra está muy lejos de merecer, y con las cuales quiso deslumbrar la dictadura de Porfirio Díaz.

Persiguiendo el lado práctico de la iniciativa -terminó- la Secretaría de Comunicaciones ya se ha ocupado de la cuestión. Ha buscado obras útiles y de poco costo donde muchos podrán ser empleados varios grupos de trabajadores arreglarán los caminos que circundan esta capital hacia poblaciones donde ejercemos control; se ha autorizado al ingeniero Boari para que construya en torno del Teatro Nacional varias casetas que serán rentadas y con cuyos productos podrán pagarse las obras de mantenimiento del Teatro Nacional. Y con objeto de mostrar la belleza arquitectónica de la Catedral, ya se dirigió al Ayuntamiento solicitando permiso para derribar los árboles que la ocultan.

La Asamblea no consideró el punto como de urgente y obvia resolución, y por ello la iniciativa pasó al estudio de la Comisión de Comunicaciones.

LAS NOTAS CAMBIADAS CON EL GENERAL GONZALEZ

En seguida la Secretaría dio cuenta con el siguiente dictamen de la comisión de Peticiones, recaído a iniciativa de los delegados Marines Valero y Winfield. Dice así el dictamen:

Siendo loable y seguramente bien intencionada la idea de los señores Winfield y Valero, la conveniencia que proponen a esta H. Asamblea de que se publique a la prensa para que en lugar preferente y por espacio de un mes se haga una invitación a todos los mexicanos revolucionarios que militan en bandos contrarios, se unan a esta Convención Revolucionaria, en el concepto de que se les darán amplias garantias; pudiendo entretanto mandar sus representantes los señores generales, o venir ellos mismos a resolver en el seno de esta Asamblea los asuntos del País. En vista, pues, de la patriótica idea, esta Comisión dictamina en la forma siguiente:

I. Invitese a la prensa a que en lugar preferente y por un período de un mes publique todas las notas cambiadas entre esta Gran Convención Revolucionaria y el general Pablo González.

II. Que a pesar de haber fracasado estas patrióticas negociaciones de paz propuestas por la H. Asamblea y desechadas por el general Pablo González, esta Convención está dispuesta a oír proposiciones de los revolucionarios llamados constitucionalistas, las que escuchará y estudiará con todo detenimiento, a fin de llegar a un feliz avenimiento.

III. Que se impriman diez mil ejemplares, separadamente en hojas sueltas, para repartirlas en el campo enemigo, para que todas las tropas que defienden el personalismo queden enteradas de su equivocada lucha que sostienen.

Se puso a discusión en lo general.

El coronel Velázquez no se mostró conforme en que se hicieran nuevas proposiciones a los disidentes. Aseguró que otra vez la capital se encontraba seriamente amenazada por el enemigo. El general Sergio Pasuengo, miembro de la Comisión Dictaminadora, aclaró que no se trataba de proposición alguna. y el Lic. Diaz Soto y Gama pidió la palabra en pro.

Dijo:

Las cosas cambian: aquí no se busca nuevo acercamiento. Se trata de establecer una comparación entre la conducta de Carranza y la que ha seguido la Convención; aquél, negándose a entrar en tratos con nosotros, y, en cambio, lanzando un manifiesto que echa por tierra los ideales de la Revolución.

QUIENES SON UNOS Y QUIENES SON OTROS

Con la publicación de esas notas, los revolucionarios honrados podrán ver quiénes son unos y quiénes son otros.

Y pasó a ocuparse de la aseveración hecha por el coronel Velázquez:

Nunca menos cierto es -dijo-- que la capital se encuentra en peligro; por el contrario, nuestros soldados han sabido rechazar victoriosamente todos los ataques del enemigo; la moral de los bravos que defienden a la Soberana Convención es excelente, no así la de los disidentes, que han demostrado su disgusto por la causa que sostienen: están desmoralizados.

Lo que hoy se busca es que los carrancistas conozcan cuáles son nuestras proposiciones, que, de conocerlas, tal vez ya estarían con nosotros y no al lado de Carranza.

Nosotros no debemos olvidar que el pueblo pide paz y que estamos obligados a buscarla por medios decorosos. Este es uno de ellos.

Velázquez manifestó que él no se opone a que se alcance la pacificación.

Marines Valero observó que muchos están equivocados; creen que el constitucionalismo lo constituyen solamente don Venustiano y don Pablo González, y han olvidado que esos hombres tienen interés en que sus manejos no sean conocidos de las tropas que los defienden. Por eso es que son desconocidas de los jefes constitucionalistas las proposiciones hechas por la Convención. Y de aquí la conveniencia de hacerlas públicas y conseguir lleguen al campo constitucionalista. Así, tal vez, muchos volverán sobre sus pasos y tornarán a la Asamblea a colaborar en la obra legislativa. Nuestro intento dará, por lo menos, este resultado: conoceremos quiénes son patriotas y honrados, y quiénes no lo son.

El general Orozco también se mostró anuente en que se haga la publicación de referencia: que se lleve a la conciencia de los constitucionalistas honrados y que han sido engañados, la convicción de que los miembros de la Asamblea Revolucionaria los recibirán con los brazos abiertos.

Opinó que debería hacerse todo género de esfuerzos para que mañana pueda conocerse quién fue el causante del fracaso de la Revolución.

Y si vemos que esta providencia fracasa -dijo- intentemos otra. Hay que agotar todos los medios posibles.

Los delegados Marines y Casta hicieron aclaraciones. El general Serratos hizo saber que se está ocupando de asunto importantísimo al que aún no puede dar publicidad, pero sí puede decir que tiene relación con lo que proponen los señores Marines y Winfield, y el debate se consideró agotado.

En votación económica, y por unanimidad, la Asamblea aprobó el dictamen. En lo particular también, fueron aprobados los tres incisos en la forma preinserta.

QUINIENTOS MIL PESOS PARA VIVERES

Como de urgente y obvia resolución fue presentada una moción por el delegado José M. Bonilla, pidiendo se autorice a la Comisión de aprovisionamiento del sector de Cerro Gordo, para disponer de la suma necesaria para la compra de gran cantidad de maíz que se le ofrece a razón de treinta y ocho pesos carga.

El general Cervantes se opuso. Dijo que en Consejo de Ministros se concedió crédito a las comisiones de aprovisionamiento de las tropas por la suma de trescientos mil pesos que serán empleados en la compra de maíz. Por lo tanto, ya carecía de objeto la iniciativa.

El general Serratos hizo saber que el Ejecutivo había ofrecido proporcionar cien mil pesos para víveres y sólo ha dado diez mil pesos. Habló de las dificultades con que los proveedores han tropezado en el cumplimiento de su cometido y pidió que la moción se considerara de urgente y obvia resolución.

Así lo acordó la Asamblea, y la Comisión de Guerra fue invitada para rendir dictamen inmediatamente.

Mientras tanto, la Asamblea entró en receso por breve tiempo, que fue aprovechado por el doctor Castellanos. Declaró que en la prensa ha visto publicada la información falsa dada por el Ministro de Gobernación acerca de un incidente que con él tuvo. Y como no está dispuesto a tolerar tal conducta ni del Ministro de Gobernación, ni de cualquiera otra autoridad, por superior que sea, manifestó estar dispuesto a proceder con toda energía, y con mesura al propio tiempo; no dejará pasar inadvertido lo que está sucediendo ni se valdrá para ello, de esa prensa mendaz e infame que recibe consignas y que no publica los documentos que él solicitó se publicaran.

Agregó que en un periódico se le dijo que tenían orden de no publicar nada en favor suyo y del general Cervantes.

En vista de ese proceder -terminó- no buscaré el apoyo de la prensa, vendré a denunciar los hechos a la tribuna de esta Asamblea ...

Díaz Soto y Gama hizo aclaraciones. Propuso a Castellanos que pidiera una averiguación sobre el particular, porque mucho es lo que se dice por allí ...

Castellanos respondió que sí lo hará, en su oportunidad.

Méndez afirmó que en el periódico que él dirige no se obedecen consignas.

El general Orozco, a quien tocara en suerte, por mandato del general Zapata, clausurar El Monitor, protesta, caso de ser cierto lo que aseguró el doctor Castellanos, por la conducta seguida por el periódico que vino a sustituir a aquél.

Y la Comisión de Guerra tornó a la Asamblea.

El dictamen de la mayoria fue adverso. Consideró peligroso que dos comisiones -la de Subsistencia y la de Aprovisionamiento- se ocuparan del mismo asunto; y puesto que aquélla cuenta con un crédito de trescientos mil pesos, bien podían fundirse en una.

Resolvió que no era de accederse a lo solicitado por el delegado Bonilla.

El C. Héctor Fierro presentó un voto particular, aprobando la moción y autorizando la suma de quinientos mil pesos para compra de maíz destinado a las tropas combatientes.

Después de empeñada discusión, el dictamen fue rechazado y se aprobó el voto particular del C. Fierro.

Con lo que terminó la sesión, a las diez y treinta minutos de la noche.

TEXTO DE LAS NOTAS CAMBIADAS
ENTRE EL GOBIERNO CONVENCIONISTA Y EL GENERAL DE DIVISION, PABLO GONZALEZ

En la sesión que el día cinco del actual celebró la Soberana Convención Revolucionaria se tomaron varios acuerdos, que tienen por objeto hacer conocer a todos los habitantes de la República, que la Asamblea Revolucionaria, ahora como antes, ha estado y estará dispuesta a laborar por la unificación revolucionaria, para librar de esta manera al país de la guerra civil, que va agotando ya todas sus energías.

Quiere hacer constar la Convención que, a pesar de haber fracasado las patrióticas negociaciones de paz propuestas por la Asamblea y desechadas por el general Pablo González, está dispuesta siempre a oír las proposiciones de los revolucionarios carrancistas, a fin de llegar a un feliz avenimiento.

Se han dado, igualmente, órdenes para que se impriman numerosos ejemplares con los documentos cambiados entre la Convención y el general Pablo González. Estas hojas se harán circular en el campo contrario, para que sean conocidas de todos los revolucionarios de buena fe y se comprenda la honradez y alteza de miras de la Convención, que desea que cese la lucha por personalismos.

LAS PRIMERAS GESTIONES

El documento que insertamos a continuación, es la primera comunicación que los delegados designados por la Asamblea, señores Espinosa, Bolaños y Torre dirigieron al general don Pablo González, invitándolo a entrar en pláticas de paz, y pidiéndole que desde luego se concertara un armisticio, mientras duraran las negociacion.

Dice asi la comunicación:

Al señor General de División don Pablo González.
Presente.

Los suscritos estamos autorizados, únicamente, para llevar al seno de la Convención, las impresiones o ideas que usted tuviera respecto de la unificación revolucionaria; pero deseando obviar tiempo en este asunto, ya que la situación general del país lo reclama suplicámosle atenta y respetuosamente se sirva exponernos las principales condiciones de usted, con objeto de que la Convención, tomándolas en cuenta, resuelva.

Ahora: como revolucionarios sinceros y honrados que somos, y haciéndonos eco del sentir general de la referida Convención, los suscritos juzgamos que sería un medio indispensable, absolutamente práctico y altamente patriótico para el fin indicado, pactar desde luego un armisticio entre las fuerzas constitucionalistas y las de la Convención que operan en la parte Sur de la República.

Puebla, a doce de junio de mil novecientos quince.
Tulio Espinosa.
Alvaro Torre G.
Leovigildo Bolaños.

RESPUESTA DEL GENERAL GONZALEZ

A la nota anterior, contestó el general González en los términos siguientes:

Al margen un sello que dice: Ejército Constitucionalista. Cuerpo de E. de Oriente.
Ejército de operaciones sobre la ex capital de la República.
Cuartel General.

En contestación a la nota de ustedes, de esta fecha, en la cual, como delegados de la Convención de México manifiestan el deseo de obtener la unificación revolucionaria, solicitando conocer mis ideas acerca del particular, y en la que piden también que se pacte desde luego un armisticio entre las fuerzas constitucionalistas y las de la Convención que operan en la parte Sur de la República, digo a ustedes lo siguiente: la unificación revolucionaria, en mi concepto, sólo se podrá obtener por el completo reconocimiento y adición al Plan de Guadalupe por parte de la Convención y de las fuerzas de que disponga, ya que el constitucionalismo, por su adición, cohesión, fuerza material, y por el apoyo de la opinión pública, en la mayor parte del país, representa el único grupo político capaz de formar un Gobierno, establecer el orden en la República y realizar de una manera efectiva los ideales de la Revolución.

En virtud de lo expresado, y atendiendo, antes que a toda otra consideración, a un verdadero espíritu de condescendencia, he acordado conceder un plazo de 48 horas, contadas desde las seis de la tarde de mañana, trece del actual, para que ustedes recaben de la Convención y de los jefes militares con mando de fuerzas, por ustedes aludidas, el reconocimiento y adhesión a que arriba me refiero, para resolver lo que fuere del caso, en el concepto de que tendrán por ello amplias garantías.

Por lo demás, si verdaderamente se desea evitar la efusión de sangre y las calamidades inherentes al estado de guerra, lo más conveniente sería la desocupación de la plaza de México por las fuerzas que ahora la tienen en su poder.

Constitución y Reformas.
Puebla, Pue., junio doce de mil novecientos quince.
El General en Jefe del Cuerpo de Ejército de Oriente. Pablo González.
Rúbrica.

A los señores Tulio Espinosa, Alvaro Torre G. y L. B. Bolaños.
Presentes.

TELEGRAMA DE LA CONVENCION

No obstante que el general González, desde luego mostró cierta intransigencia, la Convención, en su sesión del día 14 del pasado, acordó hacer una nueva excitativa al jefe revolucionario, y le envió el siguiente telegrama:

Telegrama muy urgente.
C. General de División, Pablo González.
Puebla.

Enterada la Convención de la comunicación que usted se dignó enviarle por conducto de nuestros comisionados Leovigildo Bolaños, Alvaro Torre G. y Tulio Espinosa, nos es muy grato informar a usted que la Asamblea Revolucionaria está en la mejor disposición para entrar en arreglos con hombres honrados como usted y sus jefes subalternos, pues todos los miembros de ella comprenden que es llegado el momento de que todos los revolucionarios de principios sacrifiquemos algo en bien de la República; pero para ello es absolutamente indispensable que, ante todo, pactemos un armisticio, a fin de poder ponernos de acuerdo.

Si, desgraciadamente, este noble objeto no se lograra, tanto usted como sus fuerzas, como la Convención con las suyas estarán, una vez terminado el plazo fijado, en condiciones de demostrar no sólo a la República, sino al mundo entero, quiénes son los que luchan por principios y quiénes están decididos a que potencia extraña intervenga en nuestras cuestiones.

Confiamos en su reconocido patriotismo.

Encarecémosle pronta contestación.

Salón de sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
México, junio 14 de 1915.
El presidente, Francisco A. Salinas.
El secretario, A. Pérez Taylor.
El secretario, Francisco R. Velázquez.

LAS BASES PROPUESTAS

Las bases propuestas por la Soberana Convención, para llegar a un acuerdo, que trajera consigo la paz del país, fueron éstas:

BASES

Primera. Páctese un armisticio general, suspendiéndose las hostilidades por el plazo de un mes, a contar de la fecha en que sea aceptado este pacto en toda la República, y así como los movimientos militares, para que los jefes revolucionarios puedan libremente adoptar la linea de conducta que crean conveniente para la unificación de la Revolución y la salvación de la República.

Segunda. Por cuanto a los principios se refiere, se aceptan como Programa de reformas político-sociales de la Revolución, los principios contenidos en las adiciones al Plan de Guadalupe formuladas en Veracruz por el general Venustiano Carranza, los principios del Plan de Ayala aceptados por la Convención y los del programa aceptados por ésta.

Tercera. El Gobierno preconstitucional quedará integrado por un Presidente Provisional de la República y nueve Ministros responsables, de los cuales tres serán propuestos por el Ejército Constitucionalista, tres por el Ejército Libertador del Sur y tres por el Ejército del Norte, quedando sujetos a la Ley Parlamentaria expedida por la Convención y por esta Asamblea, como Poder Legislativo debidamente integrada por los delegados de todas las facciones, aceptados bajo las bases acordadas en Aguascalientes y admitiéndose representantes civiles de los mismos generales.

Cuarta. El Presidente Provisional de la República será nombrado por mayoria absoluta de votos de los delegados a la Convención y deberá tener carácter civil, quedando excluidos para este puesto los candidatos militares de cualquier graduación.

Quinta. Para lograr el equilibrio militar en toda la República, los actuales jefes conservarán respectivamente el mando militar de las regiones que hoy dominan, sujetándose en cuanto a su funcionamiento político a las disposiciones del Gobierno Provisional.

Sexta. En el caso de que una facción invada militar e indebidamente en la zona dominada por otra, se considerará este acto como una rebelión contra los pactos fundamentales del Gobierno Provisional, y las demás facciones, en apoyo de este gobierno deberán reprimirlas.

Séptima. Transcurrido el mes fijado en la cláusula primera, la Convención procederá a dar los pasos necesarios para la elección de Presidente Provisional de la República con los elementos que, acudiendo a nuestro llamado, se encuentren en su seno, en cualquier lugar en que estuviere funcionando la referida Asamblea.

Octava. Se decretará desde luego amplia amnistía para todos los revolucionarios y acción enérgica del Comité de Salud Pública, integrado por elementos de las tres facciones, por partes iguales, con el objeto de depurar éstas y castigar a los enemigos de la Revolución.

Artículo adicional. Comuníquese desde luego este dictamen al general Pablo González, por conducto de una comisión especial, para que lo haga conocer a los jefes que están bajo sus órdenes y para que resuelva a la Convención lo que estime conducente, advirtiéndole que la Plaza de México será defendida y deberá tomarla a sangre y fuego si insiste en su avance, y que en caso de capturarla, será sometida a riguroso sitio, y láncese también en forma de manifiesto a todos los jefes revolucionarios de la República.

Junio 14 de 1915.
Presidente, Francisco A. Salinas.
Secretario, A. Pérez Taylor.
Secretario, Francisco R. Velázquez.

NO ACEPTO EL GENERAL GONZALEZ

Las bases propuestas fueron estudiadas por el general Pablo González, quien las encontró inaceptables, y así lo manifestó a la Asamblea, que pudo convencerse de que no era posible llegar a un acuerdo, por lo que suspendió temporalmente sus gestiones.

La respuesta del general González estaba concebida en los términos siguientes:

Al margen un sello que dice: Ejército Constitucionalista, Cuerpo de Ejército de Oriente.
Ejército de operaciones sobre la ex capital de la República.
Cuartel General.
Al frente.

He sido enterado de que en respuesta a mi nota de fecha doce del actual, relativa a la unificación de los elementos revolucionarios, la Convención de México, aceptando el programa del C. Primer Jefe de la Revolución, hace las siguientes proposiciones:

Que se suspendan las hostilidades en toda la República por un mes;
que se nombre nuevo Presidente Provisional con nuevo Gabinete compuesto de tres miembros por parte del gobierno constitucionalista, tres por parte de Villa y tres por la de Zapata;
que los jefes militares retengan el control de sus respectivos territorios y que se amnistíe a todos los levantados en armas, siendo sólo castigados los reaccionarios.

En contestación a tales proposiciones, manifiesto a ustedes que ellas son enteramente inaceptables, toda vez que la suspensión de hostilidades retardaría la benéfica acción del Gobierno para restablecer el orden en la República; que el nombramiento de un Presidente Provisional con Ministros designados por los diversos grupos contendientes haría imposible la organización de un gobierno que tuviera la cohesión, estabilidad y poder del gobierno constitucionalista para restablecer la paz en el país y realizar los ideales revolucionarios; que la autorización a los jefes militares para ejercer absoluto control en los territorios de su dominio, equivaldría a implantar oficialmente un estado anárquico, peligroso para el gobierno y para la nación; y por último, que sería ligero y hasta culpable acordar una amnistía en términos tan generales y sin meditado estudio de su amplitud y condiciones.

Debo advertir a ustedes que la presente contestación tiene el carácter de definitiva, quedando todos, por lo tanto, en libertad para proceder como mejor lo estimemos conveniente; en el concepto de que, si alguna vez, y en plazo oportuno, desearen ustedes reanudar negociaciones de paz, esto será sobre la base de una completa sumisión al Gobierno y quedando sujetos a las disposiciones de la Primera Jefatura del Ejército Constitucionalista.

Constitución y Reformas.
Ometusco, Estado de México, 15 de junio de 1915.
El General en Jefe, Pablo González.
Rúbrica.

A los señores Leovigildo Bolaños, Mauricio Contreras y Luis Méndez.
Presentes.

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