Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 1° de julio de 1915 Sesión del 3 de julio de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 2 DE JULIO DE 1915

Presidencia del Coronel Alfonso Salinas

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 3 de julio de 1915)


En la sesión que celebró ayer tarde la Soberana Convención Revolucionaria, se renovó la Mesa Directiva que debe funcionar durante el mes de julio, y el C. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, general Otilio Montaño, dio lectura a un informe relativo a su gestión, y después contestó a los cargos que le hiciera en la sesión anterior el delegado Rafael Pérez Taylor.

A las cuatro y media de la tarde, y una vez ocupada la Presidencia por el C. Salinas Francisco Alfonso, la Secretaría pasa lista y da lectura al acta respectiva.

Acto continuo, manifiesta la Mesa que se va a proceder a la elección de la que ha de fungir durante el presente mes, y da a los señores delegados un receso de diez minutos, a fin de que se cambien impresiones sobre el particular.

Pasada más de media hora, algunos ciudadanos delegados piden que se reanude la sesión, y, nombrados escrutadores los CC. Bonilla Enrique y Zepeda, principia la votación.

QUIENES FORMAN LA NUEVA DIRECTIVA

Hecho el cómputo de votos, la Secretaría declara que la nueva Directiva quedó integrada en la siguiente forma:

Presidente, C. licenciado Francisco Encinas, por cuarenta y un votos;
Primer Vicepresidente, C. Agustín Preciado, con treinta y siete;
Segundo Vicepresidente, C. Reynaldo Lecona, con treinta y nueve;
Primero, Segundo, Tercero y Cuarto Secretarios, respectivamente, CC. José Ma. Bonilla, Carlos M. Samper, José H. Castro y Alvaro Torre G., con cuarenta y tres, cuarenta y siete, treinta y cinco y cuarenta y un votos, en su orden.

Los nuevos funcionarios pasaron desde luego a hacerse cargo de sus respectivos puestos, ocupando el sillón presidencial el C. Encinas.

En seguida se informa de que en uno de los salones de la Cámara se encuentra el C. Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes, y se nombra en comisión, para que lo introduzcan al recinto, a los CC. Cuarón y Serratos.

HABLA EL GENERAL MONTAÑO

El alto funcionario ocupa desde luego la tribuna y después de expresar que cumple a su deber responder a los cargos que en la sesión pasada le hiciera Pérez Taylor, da lectura a las siguientes hojas de servicios de algunas de las personas a quienes señaló su impugnador como elementos malsanos en la Secretaría de Instrucción Pública:

Del profesor Toribio Velasco, en cuyo expediente consta que tanto en sus estudios de primaria como de profesional, obtuvo varios premios y se hizo acreedor a una pensión, habiendo representado a México en un Congreso de Educación que se verificó en París. Respecto a sus antecedentes políticos, se asienta en dicho expediente que desempeñó el cargo de autoridad política en una de las municipalidades del Distrito Federal durante el año de 1912, o sea bajo el gobierno del presidente Madero.

Del C. Miguel Galindo y Galindo, bibliotecario del Ministerio, sobre quien rinde un informe a solicitud del C. Ministro el delegado Lecona, quien lo acredita como un liberal sin tacha que durante la guerra de tres años combatió a la reacción conservadora con el grado de soldado raso en las filas republicanas, continuando su carrera en la época del llamado Imperio. Al triunfo de la República, el C. Galindo abandonó la vida militar, formando parte de las redacciones de los periódicos El Siglo XIX y El Monitor Republicano, habiendo escrito en esa época algunas obras históricas.

El Ministro Montaño, ratificando el informe del C. Lecona, lee los siguientes datos respecto a la carrera militar del C. Galindo:

Soldado desde el año de 1857, tomó parte en la batalla del 5 de Mayo, a las órdenes del entonces coronel Cravioto; sitio de Puebla en el 63, campaña en la sierra del mismo Estado y sitio y toma de la plaza de Querétaro en 1867. El gobierno de esta última entidad, lo nombró poco después catedrático de Literatura en el Colegio Civil.

Lo anterior -dice el Ministro- probará al C. Pérez Taylor que he sabido rodearme de personas honradas que han prestado servicios meritorios.

SE ACUSA A PEREZ TAYLOR DE CORONEL HUERTISTA

El general Montaño anuncia acto continuo que va a leer dos cartas que han llegado a sus manos, en las que se formulan cargos concretos contra Pérez Taylor, no sin antes pedir que tome debida nota el Comité de Salud Pública.

Una de dichas cartas asienta en concreto esto: que cuando el chanchullo de la Intervención, Pérez Taylor tomó parte activísima en la organización de un cuerpo de ferrocarrileros, habiéndosele nombrado coronel; que había salido a campaña en defensa del huertismo, y que si durante el régimen usurpador nunca se le persiguió, fue porque todo el mundo lo conocía como huertista.

El firmante de la carta, entre otros de los cargos que arroja a Pérez Taylor, formula éste: que es mestizo. La afirmación movió a risa.

La otra carta, además de decir lo que en la anterior se asienta respecto al coronelato, añade que Pérez Taylor, en la Casa del Obrero, nunca hizo labor en pro de las clases oprimidas, sino propaganda abierta para que los obreros apoyaran al huertismo; que cuando el desembarco de los marinos yanquis en Veracruz, Pérez Taylor se había echado por las calles y plazas de la capital pronunciando discursos y obligando al pueblo a derribar la estatua de Wáshington.

Continúa la lectura de la carta, que contiene otros cargos: que Pérez Taylor durante su estancia en una de las secciones del Ministerio de Instrucción Pública, había hecho obra reaccionaria; que, por lo que respecta a su gestión como director de El Monitor, se había rodeado de elementos malsanos.

Terminada la lectura de las cartas, el C. Ministro dice que mientras él es víctima de intrigas y calumnias, sin que se presenten pruebas para fundar los cargos que se le hacen, él sí presenta pruebas contra el C. Pérez Taylor, y recomienda al Comité de Salud Pública que investigue los hechos que ha asentado.

Habla después de las dificultades con que viene tropezando en la organización del Ministerio, y respecto al personal, dice que no es posible que en el poquísimo tiempo que hace que es Ministro, haya podido dar principio a otra labor que la que él ha considerado como esencial: sustituir los malos elementos, rodeándose de personas que están muy lejos de ser, como dice Pérez Taylor, un hato de imbéciles.

Esta medida se impone, añade, para poder implantar una reforma absoluta.

Después, respondiendo al cargo de que es el Sindicato de Maestros de Escuela el que maneja el Ministerio, repite que jamás ha sujetado su acción a ningunos consejeros, pero que, aun cuando fuera cierto que el Sindicato de Maestros ejercía alguna influencia sobre él, nada habrá que extrañar ni censurar, puesto que es muy respetable para él la opinión de setecientos maestros que lo forman, y que, a más de otros méritos, tienen los de haber ofrecido sus servicios al Gobierno convencionista y haberse presentado en horas críticas a la Comandancia Militar para recibir sus órdenes. Varios de esos maestros -dice luego- están en estos momentos en la línea de defensa.

Dice a continuación que, si efectivamente, ha eliminado del Ministerio a algunos empleados, ¿ por qué el C. Pérez Taylor no preguntó al Ministro de Gobernación si él también lo había hecho? Porque yo no le di ningún empleo.

En seguida da lectura a su informe, en el que se refiere a las dificultades con que ha tropezado; a la organización de la planta de empleados del Ministerio integrándola con puros profesores; a atender el departamento técnico, revisión de hojas de servicios y celebración de juntas con los inspectores de la enseñanza pública para marcar a ésta nuevas orientaciones.

Dirigiéndose luego a los señores delegados, pide que se le señalen los errores en que incurra; pero que tengan en cuenta, ante todo y sobre todo que existe de su parte la más sana intención.

CONTESTA PEREZ TAYLOR

Va la tribuna luego el delegado Pérez Taylor, y refiriéndose al cargo que se le viene haciendo de haber sido coronel, dice que eso es la mayor gloria de su vida política: haber levantado su voz de protesta contra el gringo.

Explica después los hechos, y apelando al testimonio de los CC. Méndez y Lecona, expresa que en la Casa del Obrero, en plena dictadura y bajo el terrorismo del huertismo, dijo siempre discursos incendiarios y nunca una palabra en apoyo de Huerta.

Refiere que una mañana, en la época en que desempeñaba el cargo de director del periódico Fiat Lux, órgano de la Unión de Ferrocarrileros, el señor Alfredo C. García, presidente de la Unión, se presentó en las oficinas del periódico y había mostrado a él y a otras personas un lacónico mensaje en que se daba cuenta del desembarco de los marinos americanos en Veracruz; que en aquel momento, olvidando sus ideas de socialista, sintiéndose mexicano antes que nada, amando a la Patria y olvidándose de que, conforme al criterio socialista, no existen las fronteras, había alzado su voz contra la intervención, porque, dígase lo que se quiera, a un lado prejuicios políticos, la intervención americana existió y se plantó en nuestro suelo la bandera de las barras y las estrellas.

Continúa relatando que en aquellos momentos se habia lanzado a la calle, y que en medio del entusiasmo patriótico del pueblo -del pueblo no sabía la verdad de lo que estaba ocurriendo- y al ver que eran extranjeros los únicos que cantando las glorias de la Patria, protestaban contra la invasión de nuestro suelo él como mexicano, se había alzado entre la multitud y había dicho el discurso que ahora se le arroja como mancha y afrenta.

Después, cuando conocimos el enjuague, supe estar en mi puesto.

¿No es verdad, C. Méndez?

Sí, es cierto.

Dice luego que, a raíz de las manifestaciones que hubo en esta capital, se afilió efectivamente a un cuerpo de ferrocarrileros que marcharían a Wáshington; pero que habiendo llegado a San Luis Potosí, en donde se encontró a su compañero Santiago R. de la Vega, y éste le hizo saber la verdad absoluta de cuanto estaba ocurriendo, la misma noche de su llegada a aquella capital, había dado en el teatro de La Paz una conferencia contra Huerta, y, habiéndose librado en esa misma noche órdenes de aprehensión en su contra, disfrazado de garrotero, había emprendido su marcha de regreso a esta ciudad.

Este cargo, continúa, que ya me fue hecho aquí cuando se discutió mi credencial y que ahora me arroja el C. Montaño, demuestra que nuestro Ministro de Instrucción Pública y Bellas Artes tiene muy mala memoria, ya que en aquella ocasión él aplaudió mis palabras.

Pasa luego a referirse a los puntos tocados por el propio Ministro y expresa que él, Pérez Taylor, no ha atacado a Delgadillo y que, respecto al señor Mancilla, tampoco había negado que fuese un intelectual, pues se había concretado a señalarlo como uno de los organizadores de los banquetes que se dieron a Huerta en la Escuela Gertrudis Armendáriz.

Critica que el Ministro tenga el firme propósito de ocupar como empleados de oficina a los maestros de escuela. Expone que si se interesa por el Ministerio de Instrucción es porque lo conoce y forma parte de la comisión respectiva, y después de contestar a algunos otros cargos de los que en su contra hizo el general Montaño, dice haber llegado la hora de que en el Ministerio de Instrucción se haga instrucción y no política, y no sencillamente porque una persona sea revolucionaria, se le dé preferencia cuando no es competente, pues que las clases deben de ganarse por oposición intelectual y no política; que quitar de los puestos sin fijarse en los servicios que hayan sido prestados, no es ser revolucionario, sino ser ignorante.

Termina el orador refiriéndose al informe del general Montaño, diciendo que de él se ha desprendido que su labor en el Ministerio se ha reducido a la celebración de una junta, y que ni remotamente se han tratado para nada los dos más grandes problemas de la enseñanza pública: la emancipación de la Universidad Nacional y la centralización de la enseñanza.

VUELVE A HABLAR EL MINISTRO

El general Montaño vuelve a la tribuna y dice ser imposible que en unos cuantos días que lleva de ejercer las funciones de Ministro, pudiera haber resuelto problemas tan importantes y trascendentales como a los que ha aludido Pérez Taylor; que su labor estribará, como antes lo ha dicho ya, en implantar una reforma absoluta para acabar con los vicios del porfirismo, y que si Pérez Taylor ataca esa labor, es porque sabe muy bien que, conforme ala nueva organización, no volverá a comer el pan del Ministerio, supuesto que los empleos tendrán que ser cubiertos únicamente por profesores titulados.

Advirtiendo la Presidencia que el quórum se ha desintegrado, el C. Ministro suspende su discurso y, después de pasarse lista, se reanuda la sesión y habla el C. Marines Valero.

Hace uso de la palabra, apoyando la gestión que relativamente a cubrir los empleos con profesores, viene desarrollando el general Montaño, pues coñsidera que es indispensable para la buena marcha y desarrollo de la enseñanza pública.

Dice también que es preciso que el criterio que guíe al Ministerio de Instrucción Pública sea distinto al de los demás Ministerios, pues deben preferirse a los competentes, sean o no revolucionarios, siempre que ño se hayan manchado con la política del huertismo.

El Ministro dirige algunas otras frases, diciendo que después de la lectura de su informe, espera respetuoso el fallo de la Asamblea.

El delegado Fierro pide la palabra para una moción de orden; la Presidencia responde que en vista de que no hay quórum se levanta la sesión. Y la seción termina, siendo las nueve y quince de la noche.

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