Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión del 24 de mayo de 1915 Sesión del 26 de mayo de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 25 DE MAYO DE 1915

Presidencia del ciudadano José Quevedo

(Crónica publicada por el periódico La Convención, en su edición del 26 de mayo de 1915)


Después de larga discusión en el seno de la Soberana Convención Revolucionaria, fue desechada la moción que proponía que fuera parcial la renovación de la Mesa Directiva de la Asamblea. Por falta de quórum no pudo ser resuelta la otra proposición, que pide la renovación completa, y por tal motivo, ese asunto seguirá tratándose en la sesión de hoy.

Luego que la Presidencia abrió la sesión, ayer tarde, la Secretaría dio cuenta con varios telegramas, procedentes del Estado de Guerrero, y firmados por el general Salgado, en los cuales da cuenta de las operaciones militares que se han registrado últimamente en aquella región, y cuyo resultado ha sido favorable a las armas convencionistas.

Inmediatamente después, siguió la discusión del asunto relativo al nombramiento de nueva Mesa Directiva. Continuó el debate de la moción del ciudadano Nieto, que proponía que la renovación fuese únicamente de los dos vicepresidentes y de los secretarios.

EL CUMPLIMIENTO AL PLAN DE AYALA

De acuerdo con la lista de oradores, anotados desde el día anterior, tocó el turno al general Montaño. En discurso reposado, el delegado suriano manifestó que no iba a defender ni a alentar pasiones; muy por el contrario, sólo se concretaría a recordar los principios del Plan de Ayala, que, aparentemente han quedado relegados a segundo término en la pugna de pasionalismos. Y, efectivamente, su discurso se concretó a examinar el cumplimiento que la Asamblea ha dado a los principios agrarios y políticos, que constituyen el alma del Plan de Ayala. Advirtió que los tropiezos que ahora surgen, se deben a que no se cumplió desde la primera oportunidad con el artículo 12 del citado Plan, que establece el nombramiento de un presidente provisional, lo cual quedó pactado desde Aguascalientes, cuando la facción suriana entró a formar parte de la Asamblea.

Entró en breves consideraciones acerca de las desventajas de que el gobierno no tenga una cabeza fuerte, señala los obstruccionismos con que la Convención ha tropezado, y advierte que ya es tiempo de remediar los errores cometidos y cumplir con las promesas que se han hecho al pueblo, pues de lo contrario, los gobiernos de pocos días serán solamente juguetes y semilleros de politiquerías y chanchullos. Expresa que está en su conciencia la necesidad de que el presidente de la Convención sea solamente presidente de la Asamblea, y el Poder Ejecutivo tenga su representación legal.

No está de acuerdo en que el actual Encargado del Ejecutivo continúe en su puesto, porque tal permanencia implica reelección, y el principio de no reelección que existe en la bandera de la Revolución suriana, no debe seguirse burlando, puesto que ya se pretendió violar cuando se quiso que el general Gutiérrez continuara al frente del gobierno, y más tarde se ha violado permitiendo las sucesivas reelecciones del presidente de la Convención, Encargado del Poder Ejecutivo.

Recuerda el orador que desde Iturbide a Santa Anna y de Santa Anna a Podirio Díaz las revoluciones han olvidado sus promesas, y ésta ha sido una de las causas de sus fracasos. Los revolucionarios del Sur no quieren caer en ese error, y están dispuestos a cumplir lo que el Plan de Ayala promete. Sostiene la necesidad de establecer un gobierno fuerte, que lleve a la práctica las reformas sociales y políticas, pues ésta será la única manera de satisfacer las necesidades populares. Termina asegurando que a él no lo guían ningunos personalismos, e invita a sus colegas a resolver la cuestión fría y razonadamente, para hacer honor a la Revolución y a la justicia. El delegado Montaño, durante su discurso fue aplaudido por sus colegas del Norte y del Sur.

CUALES SON LOS INCONVENIENTES

Seguidamente hace uso de la palabra el delegado Samper. Elogia la serenidad del orador, que le precedió, y califica de sanas y patrióticas las reflexiones que hizo.

Luego pasa a señalar los inconvenientes que advierte con el cambio del Encargado del Poder Ejecutivo, si este cambio se efectúa por medio de la renovación de las Mesas Directivas de la Convención. Advierte que hay un acuerdo de no remover al Encargado del Poder Ejecutivo, hasta que se haga la designación definitiva del presidente provisional, que durará en su encargo hasta que termine el período preconstitucional. Luego se refiere a que los frecuentes cambios de Encargado del Poder Ejecutivo, originarán la inestabilidad del valor del papel moneda, recuerda la declaración del señor West, relativa a que los frecuentes cambios de presidente eran causa principal para que el Gobierno de la Casa Blanca, no reconociera al nuestro; señala la conveniencia de esperar a que haya comunicaciones con el Norte para ponerse de acuerdo con aquellos revolucionarios, y termina pidiendo que se reflexione, no sólo en la bondad de una disposición, sino en que ésta debe ser oportuna para que llene las necesidades que la reclaman. (Samper baja de la tribuna entre aplausos)

Con motivo de una cita del delegado Samper, el delegado Bonilla hace una aclaración. (Las galerías, en siseos, no lo dejan hablar)

Bonilla expresa que él no ha dicho lo que en su boca pone Samper, acerca de la declaración del general Zapata, sobre lo que dijo West. Y de paso hace notar que esa declaración fue una arma esgrimida por el delegado Piña, que fue a intrigar cerca del general Zapata.

La afirmación de Bonilla motiva una protesta de Piña, quien niega que su labor haya sido de intrigas. Entre ambos delegados hay aclaraciones, y se da por terminado el incidente.

EL REGOCIJO DE LOS BURGUESES

El delegado Orozco, cuando las galerías suspenden sus siseos, y lo dejan hablar, expresa sus temores sobre el fracaso de la Revolución, y se funda en los argumentos esgrimidos por los oradores que defienden la permanencia de González Garza en el Poder. Hace notar que se han referido a que con el cambio bajará nuestra moneda, y esto lo dicen, probablemente, porque los burgueses apoyan a González Garza, y le han prometido que cuando abandone el poder, harán bajar más la moneda. (Voces: No, ¡qué barbaridad!)

Luego rebate el argumento del reconocimiento de los Estados Unidos, y advierte que si la Casa Blanca no reconoce a nuestro gobierno por inestable, menos reconocerá al que encabece González Garza, puesto que éste será el menos estable, desde el momento en que no cuenta con las simpatías del Sur, y estará a punto de caer todos los días. (Aplausos del Sur)

Orozco añade que González Garza se ha convertido en el apoyo de los ricos, de los burgueses, de los banqueros, los ladrones del pueblo. (Aplausos del Sur. Siseos en las galerías) ... y por eso está en desacuerdo con los revolucionarios del Sur, que no quieren otra cosa que el mejoramiento del proletariado. (El Sur aplaude entusiasta. Las galerías sisean y silban estrepitosamente)

POR LA RAZON y LA JUSTICIA

Va a la tribuna el delegado Castellanos. Anuncia, atacando de paso al grupo palafoxista, que no va defender la estancia de González Garza en el poder, desde el punto de vista expuesto por los del contra, porque estima que los cargos que le hacen no tienen fundamento. Va a defenderlo desde el punto de vista de la conveniencia que existe de que continúe como Encargado del Poder Ejecutivo. Advierte que los cargos que se le hacen sólo tienen origen en la separación del general Palafox. (Voces del Sur. No, no es cierto)

Los argumentos que expone Castellanos, son más o menos los mismos que expuso Samper; esto es: la necesidad de fortalecer al gobierno, para lograr su reconocimiento por parte de los Estados Unidos, evitar la depreciación de nuestra moneda (a este respecto hace notar que Orozco no tuvo razón al decir que los burgueses apoyan a González Garza, porque a ellos les conviene encontrar oportunidad para hacer bajar nuestra moneda, y que, indudablemente, les convendría hallar esa oportunidad en la salida de González Garza).

Luego se refiere Castellanos a las razones de índole política, considerando a González Garza, como el punto intermedio de la unión Villa-Zapata, y, por último, defiende el punto legal, fundándose en que al asumir el Poder González Garza, se estableció que dejaría de ser Encargado del Ejecutivo, al nombrarse el presidente provisional. Las consideraciones -que el mismo orador admite que pueden considerarse como triviales- son recibidas con risas burlescas por algunos delegados surianos. El orador recuerda un pacto de honor, que establece que no se nombrará presidente provisional hasta que haya comunicación con el Norte, para que todos los revolucionarios se pongan de acuerdo. Añade que ese pacto se quiere violar, y que se pretende obligarnos por medio de intrigas a aceptar las exigencias de un grupo descontento. (Una voz del Sur: ¿obligamos a quiénes?)

El orador: a nosotros. (La misma voz: a ustedes trece)

El orador: Pues bien, nosotros estamos dispuestos a ir a cualquier terreno, aunque se nos tache de serviles. Aceptamos ese calificativo, si servil quiere decir estar al lado de la razón y de la justicia. Termina el orador citando una frase de Altamirano. (Aplausos y felicitaciones de algunos de sus colegas del Norte)

NO ES UNA ALIANZA INCONDICIONAL

El delegado Méndez habla en contra. Estima que la serie de discursos que se han pronunciado en pro, no han llevado ni una mínima parte de convencimiento a los del contra. Advierte que no va a defender a Palafox ni a atacar al Ejecutivo, sino a exponer sinceramente las observaciones que ha recogido en el curso de la discusión. Expresa que la delegación suriana, y sus generales, están resentidos por los informes que ha rendido el Encargado del Ejecutivo, siempre tratando de denigrar la labor de los revolucionarios del Sur, diciendo que los soldados de esa facción no sirven para nada, que gastan mucho dinero, y que todos esos cargos influyen en la opinión, sin que ésta se pueda dar cuenta de que otros elementos del Norte también gastan mucho dinero, porque esto es indispensable para la guerra. Hace notar que la Revolución suriana no pretende dominar por medio de las bayonetas, sino por los principios, y que a este fin han tendido los esfuerzos de todos los surianos. Tacha al Ejecutivo de haber ido a decir a la Asamblea que se dejara de lirismos, conceptuando de tal modo el problema agrario, y esto lastima a los surianos en sus ideales, porque los del Sur no luchan por personalismos.

Hace ver que la alianza del Norte y del Sur no es incondicional, y, por tanto, los surianos ejercerán un derecho al pedir que la alianza continúe, pero siempre basada en el respeto de los principios del Plan de Ayala.

Yo he seguido todas las fluctuaciones de la política desde hace varios años -continúa el delegado Méndez- y creo que en la Revolución no hay un hombre bastante grande, bastante apto, bastante fuerte, para encabezarla. Por lo mismo, es necesario que se unan las tres facciones, para que la Revolución, unificada, se salve.

La remoción de Roque González Garza afectará al valor de nuestro papel moneda; esto no les conviene a los ricos, y por ello se oponen a que el actual Jefe del Ejecutivo abandone el poder ... (Las galerías tienen desde el principio de la peroración rumores incontenibles, que hacen sonar la campanilla de la Presidencia. Rumores y silbidos)

Se nos ha dicho que el Ejército del Sur no vale un comino, porque no corta la comunicación con Obregón; mas yo digo: ¿por qué la Brigada Roque González Garza no se ocupa en cortarla? (Aplausos y siseos)

Si el Sur nada vale, ¿por qué el general Angeles empeñosamente quiso que se realizara la alianza entre el Norte y el Sur? Veo con pena y con dolor que los de allá (señalando a las curules de los delegados del Norte) sólo tienen ataques para acá, porque piensan que ellos, los hombres militares del Norte, bien vestidos, tienen poco aprecio para el indio de huarache que ha peleado en el Sur. (Silbidos, siseos en las galerías, que el presidente conmina para que no tomen participación en los debates)

Concluye asegurando que la alianza no puede mantenerse si se quiere que los del Sur obren incondicionalmente, y que si es necesario, la romperán. (Aplausos y siseos)

RESPONDE EL DELEGADO CERVANTES

Va entre aplausos a la tribuna, y dice:

Seré corto, señores delegados, al responder a las mesuradas opiniones del compañero Méndez.

Quiero, ante todo, sentar este hecho: es hoy la primera ocasión que se escuchan silbidos en las galerías, y yo creo que ésa es la claque, enviada aquí, no sé para qué fines desconocidos.

Impugna la teoría de Montaño, quien afirmó que el no separar a Roque González Garza, indica un ataque al principio de no reelección, y se maravilla de que Orozco piense que el cambio sólo afecta a los ricos; acaso porque no estuvo ni en la escuela primaria. Explica que el cambio se resentirá de las frecuentes elecciones de Encargados del Ejecutivo, porque no teniendo nuestro papel garantía, el valor que se le da en el extranjero, depende únicamente del mayor o menor prestigio que sabe adquirir el gobierno, y agrega: Sepa el señor Méndez que, en caso de que el cambio descienda aún más, los ricos no morirán de hambre, y los pobres sí.

Arguye, para que no se crea que defienden a González Garza por miras personales, que éste durará en el poder muy poco: el tiempo indispensable para que la División del Norte llegue a esta ciudad, y clama -contra Méndez- que es absurdo el que se le hagan cargos de atacar sistemáticamente al Sur:

¿Cómo podríamos vilipendiar -dice- a los copartícipes de nuestros ideales? Atacamos, y atacaremos siempre, a los bandidos, en cualquier partido en que se encuentren".

o hemos dicho que el Sur no sirva; sencillamente advertimos que en el Ejército del Sur hay una gran indisciplina, que le veda prestar los servicios que eran de esperarse de su gran número.

Después de hacer una breve defensa del Ejecutivo, a quien atacan porque llamó lirismo al reparto de tierras, explica las causas por las cuales Angeles, desde tiempos remotos, ha defendido al zapatismo, porque persigue ideales, y echa mano del mismo argumento de sus contrarios, al decir que la misma razón de no sufrir la sujeción incondicional hace al Norte no obedecer al elemento perverso del palafoxismo. Con nombres prueba que los elementos más conspicuos del Sur no están contra González Garza; manifiesta algunas dudas sobre el equilibrio mental de Soto y Gama, y lee una carta del Secretario de Gobierno de Morelos (a quien Soto y Gama acusa de huertista), para probar que los mismos surianos denuncian hechos vituperables en las filas de sus tropas.

Cuando concluye haciendo votos por la perpetua alianza del Norte con el Sur, es aplaudido. Piden varios delegados la palabra, y el delegado Montaño hace algunas interrogaciones a la Delegación del Norte, que responde asintiendo. (Aplausos)

SINTOMAS DE REACCION

El delegado Díaz Soto y Gama, entre murmullos de las galerías, hace la enumeración de los siguientes hechos: Vázquez es enemigo de Palafox (los asistentes a las tribunas comentan el ataque al Secretario de Gobierno de Morelos, y bromean con interjecciones cómicamente admirativas). Cervantes es ahora el Moheno de la reacción; ésta se empieza a levantar como en tiempos del señor Madero, como lo prueba un artículo que lee, de El Radical, el que asienta que son ineptos los revolucionarios; nombra la formación del Sindicato de Católicos, y cita las cifras de los presupuestos que asignan decenas de millares de pesos a los ex federales en depósito, y una cantidad que no llega a diez mil, a los revolucionarios que en idénticas circunstancias se encuentran. Por último, declara que si quitan a Roque, los revolucionarios gobernarán contra la reacción.

A continuación enuncia esta dificultad:

¿Cómo puede gobernar el Ejecutivo si no tiene mayoría en el Parlamento?

Y afirma que es González Garza quien estorba la unión de los contendientes, porque los carrancistas lo aborrecen. (También a Villa, dice una voz de las galerías)

Es aplaudido, al terminar, largamente.

El delegado Zepeda toma la palabra, para argumentar, diciendo que sin el reconocimiento de los Estados Unidos, no cesará el hambre, puesto que, según los informes de la colonia americana, en noviembre van a ser necesarios cuarenta y cinco millones de pesos para cereales, y no hay dinero en la Tesorería. Que González Garza tiene razón -agrega- al pedir antes que todo, que las tierras sean trabajadas. Hace la defensa del Encargado del Poder Ejecutivo, y termina declarando que el Norte está siempre con la justicia.

Cerca de veinte delegados firman una moción en la que se pide que sea declarado suficientemente discutido el punto; después de una turbulenta y breve discusión por el trámite, los delegados Palacios Moreno y Nieto presentan otra moción, pidiendo que se proceda a la elección de vicepresidentes y secretarios de la Mesa; piden los signatarios, votación nominal; el presidente confunde la demanda y esto origina otra perturbación del orden; se toma la votación, y la Secretaría registra 53 votos por la negativa, y 39 por la afirmativa.

Nuevamente lee la Secretaría la moción firmada por Díaz Soto y Gama y Herrera Ponce; pide que sea totalmente renovada la Mesa de la Asamblea. El trámite ocasiona un confuso debate; hablan varios señores delegados; llueven las mociones de orden; Díaz Soto y Gama quiere retirar su moción; alguien lo impide, fundado en el Reglamento, y las galerias, entregadas de lleno a la participación, aprueban, censuran, gritan, hasta obligar al presidente a apaciguarlas con una amenaza que autoriza el régimen interior de la Asamblea.

Se presenta entonces el problema capital: ¿puede o no ser elegido nuevo Jefe del Ejecutivo? Soto y Gama opina que sí; los del Norte, apoyados en las prescripciones parlamentarias que el mismo delegado del Sur invoca, disienten de su parecer; Velázquez menciona un decreto que ordena el funcionamiento del Encargado del Poder Ejecutivo hasta que se nombre presidente provisional, y Piña, al llamar a ciertos elementos surianos, incondicionales de Palafox, oye duras palabras que lo denigran. No retira lo que va afirmando, y el escándalo en curules y galerías es de una magnitud antes no vista.

El licenciado Díaz Soto y Gama habla del principio de contradicción y lo utiliza para apoyar sus ideas, y Marines Valero dice que sería mejor aplazar la elección del Encargado del Poder Ejecutivo, para cuando se reanuden las comunicaciones con el Norte (quince días a lo más), a fin de que la Convención represente a todos los hombres armados, ya que en la actualidad los delegados no son, acaso, ni la cuarta parte de los que deben ser. Cree fruto de pasioncillas todo lo que estamos presenciando, y enfáticamente declara que él se opone porque no se crea mañana que él fue cómplice de tal torpeza.

Menchaca recuerda a los delegados que entre los acuerdos que juraron cumplir está el de autorización para que el Ejecutivo continúe hasta que no sea elegido el presidente provisional.

Samper evidencia que Díaz Soto y Gama, en Cuernavaca tuvo un criterio, y ahora tiene otro, porque es el que le conviene en el asunto de González Garza.

Por último, Amezcua pregunta a Marines: ¿Cree usted que sin Roque se hunda la Revolución? Y Marines interroga a su vez: ¿Cree usted que sin Palafox se hunda el Sur?

Los delegados del Norte abandonan sus sitiales. Díaz Soto y Gama pide que su moción sea discutida; en votación nominal pide el secretario su aprobación, y aparece una cifra de asistentes que no integra el quórum, por lo cual la sesión se levanta.

Las galerías, henchidas inusitadamente de espectadores, se vacían, y un gran silencio señorea el recinto en que se reúne la Soberana Convención Revolucionaria.

Ya para terminar la sesión, cuando se desalojaban las galerías y tribunas, se produjeron no pocos incidentes escandalosos que pudo reprimir la policía, lográndose la aprehensión de un sujeto que se expresó en términos inconvenientes del presidente de la Convención.

La alarma fue mayor cuando un grupo de individuos, pretendió defender a un escandaloso con las armas en la mano, pero la serenidad y buen juicio del jefe de la policía, hicieron que el escándalo no llegara a las vías de hecho.

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