Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 10 de marzo de 1915 Segunda parte de la sesión del 11 de marzo de 1915Biblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 11 DE MARZO DE 1915

Presidencia del ciudadano Matías Pasuengo
Primera parte

SUMARIO

Acta de la sesión anterior.- Proposición de los ciudadanos delegados Treviño, Samper y León, a fin de que se suspendan las sesiones de esta Honorable Asamblea, para reanudarlas el día 21 del presente mes, en la ciudad de México.- Dictamen de la Comisión de Gobernación, relativo al mismo asunto. Proposición del ciudadano delegado Cervantes, pidiendo se autorice al Ejecutivo para que se arbitre recursos hasta la suma de un millón de pesos, a fin de hacer los pagos de urgencia y de iniciar la adquisición de artículos de primera necesidad, que se destinarán a los habitantes de la capital de la República.- Dictamen de la Comisión de Hacienda, relativo a este asunto.


El C. secretario Ramírez Wiella
Se pasa lista.

El secretario Treviño dio lectura al acta de la sesión anterior y dijo:

Está a discusión.

El C. Borrego
Pido la palabra para rectificar un hecho.

El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Borrego.

El C. Borrego
En obsequio de la verdad, debe hacerse una rectificación en el acta. Allí se dice que se autoriza al Ejecutivo para invertir en la compra de cereales hasta cinco millones de pesos, de los veinticinco que esta Asamblea le ha autorizado para emitir. Entiendo que esta Asamblea no ha autorizado al Ejecutivo para emitir esos veinticinco millones de pesos, sino que el Ejecutivo en uso de sus facultades extraordinarias ha decretado la emisión de esa suma. Es una rectificación enteramente indispensable.

El secretario Treviño
Sigue a discusión el acta.

¿No hay quién haga uso de la palabra?

Se pregunta si se aprueba con la rectificación hecha por el señor delegado Borrego.

Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse de pie.

Aprobada.

El C. Treviño
Señores delegados:

La fecha de hoy es memorable en el corazón de todos los revolucionarios, que realmente se preocupan por el porvenir de nuestra Patria. Debemos pensar en estos momentos sobre la traslación de la Convención, es decir, sobre la traslación del Gobierno de la Convención a la ciudad de México; creo yo que es una necesidad que se impone, desde el momento en que de todas maneras han de trasladarse los señores delegados; y es más cuerdo que sea por medio de una sanción legal, que no cada miembro de la Convención, por necesidades de familia o por otras causas, abandone esta ciudad y se traslade a la capital de la República, quedando desintegrada esta Convención.

Por tal motivo, ciudadanos delegados, me permito someter a ustedes con el carácter de urgente y obvia resolución, porque no puede ser de otra manera, que los Poderes que forman la Soberana Convención se trasladen a México y que se cite para el lunes o martes, a sesión en la Cámara de Diputados, en la ciudad de México. (Aplausos nutridos)

El C. Marines
Pido la palabra, para una moción de orden. (Varios delegados: Pido la palabra)

El C. presidente
Un momento, señores.

El C. Marines
Tienen preferencia las mociones de orden.

El C. Soto y Gama
Para que la Asamblea pueda serenamente meditar sobre este asunto, pido a la Mesa, en virtud de que no debe tomarse arrebatadamente una resolución, que primero se cumpla con la orden del día. Tiempo habrá para que nos vayamos ... (Voces: No, no; nos vamos dentro de un rato; a las cinco nos vamos ... Desorden. Campanilla)

El C. Marines
Moción de orden, señor presidente.

El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Marines.

El C. Marines
Mi moción de orden es esta: la lógica exige que para tratar cualquier asunto, esté el espíritu (la mente) en las mejores condiciones para poder pensar y resolver acertadamente. Claro está que los señores surianos, que tienen, en su mayor parte, su familia aquí, están en pugna respecto a que la Convención se traslade a México; pero nosotros, que tenemos nuestras familias en esa ciudad, pensamos de distinto modo. No se nos debe censurar este entusiasmo, puesto que como revolucionarios hemos tenido muchas horas de angustia, y hemos soportado muchos sacrificios; pero francamente, al saber la toma de la ciudad de México, hemos sentido deseos de regresar inmediatamente, porque no sabemos lo que haya pasado con los seres queridos que allí hemos dejado: ¿por qué entonces se nos exige que tengamos la serenidad suficiente y la necesaria calma o estado de ánimo para discutir el Programa de Gobierno?, aunque muchos lo deseamos, está primero la familia ... (Varios delegados del Sur: No, no)

Dispénsenme ustedes, compañeros; pero si algún día cambian las circunstancias, es decir, que ustedes estén en el Norte y sus familias en el Sur, verán cómo no podrán eximirse de este sentimiento que se manifiesta tanto en el surlano como en el del Norte, tanto en los hombres del Oriente como en los de Occidente. Por lo tanto, yo propondría a ustedes que siquiera por esta vez se suspendiera la discusión del Programa, fundándome en eso: que es mejor dejar de discutir, que discutir mal y aprobar una barbaridad. Esto sucedería ahora, porque no se tiene disposición de ánimo ;para discutir, sobre todo nosotros, que estamos realmente preocupados por nuestras familias. Así es que mi moción de orden consiste en esto; puesto que nuestro espíritu, nuestras facultades intelectuales no están en aptitud de discutir ese Programa, no lo discutamos; ocupémonos de una proposición que hemos presentado a la Mesa. (Desorden. Campanilla)

El C. secretario Treviño
Se ha presentado con el carácter de pronta y obvia resolución, la siguiente proposición:

Soberana Convención Revolucionaria.
De pronta y obvia resolución.

Habiendo sido ocupada la capital de la República por tropas del Ejército Convencionista, según comunicado oficial hecho por el general Emiliano Zapata, jefe de las operaciones en el Sur al ciudadano presidente de la Convención, Encargado del Poder Ejecutivo, y siendo un hecho que la asistencia de los señores delegados a las sesiones diarias de esta H. Convención, no sería lo suficiente numerosa para tratar con la debida formalidad los importantes asuntos que están en cartera, puesto que gran número de esos señores delegados se han ausentado de Cuernavaca; y como, por otra parte, el restablecimiento del Gobierno en la capital de la República, el encauzamiento de la política en general y el arreglo de urgentes asuntos de orden socialeconómico exigen un plazo que debe limitarse a diez días, por lo menos, nos permitimos proponer que la H. Asamblea suspenda sus sesiones diarias, citándose 'para reanudadas el día 21 del corriente mes, a las cuatro de la tarde, en el local de la Cámara de Diputados.

Cuernavaca, 11 de marzo de 1915.
C. Treviño.
C. M. Samper.
E. F. León.
(Rúbricas)

(Desorden. Campanilla)

El C. Fierro
Moción de orden.

El C. presidente
Un momento, a todos les va a tocar su turno.

El C. secretario Treviño
¿Alguno de los señores delegados firmantes desea apoyar la proposición a que se acaba de dar lectura? (Desorden. Campanilla)

El C. Borrego
Si ninguno de los autores de la iniciativa quiere apoyarla, ruego al señor presidente que me anote en pro.

El C. Treviño
Los argumentos que yo pudiera emplear en apoyo de la proposición, nunca pueden ser superiores a los hechos. Estoy absolutamente seguro que por necesidades de familia y por necesidades morales, no podríamos detener a muchos delegados, con lo que se descompletaría el quórum; por tal motivo no debemos engañarnos y más vale sancionar lo que se propone, pues al fin y al cabo tendría que ser sancionado por los hechos. Yo propongo que la Convención entre en receso, señalando una fecba para reanudar nuestros trabajos en la ciudad de México, porque, repito, todos los argumentos que yo pudiera traer en apoyo de esa proposición, nada serían al lado de los hechos, que mañana nos convencerán de que, quieran o no algunos señores delegados, la mayoría, se irá a México. (Desorden. Campanilla)

El C. Treviño
Suplico a los señores delegados que se fijen que hemos presentado nuestra proposición como de pronta y obvia resolución. (Desorden. Campanilla)

El C. Valle
Señores delegados ... (Desorden. Campanilla)

El C. secretario Ramírez Wiella
La lista de oradores solamente contiene los que desean hablar en contra. (Voces: No hay lista de oradores)

El C. Treviño
Pido la palabra para rectificar hechos. (Desorden. Campanilla)

El C. secretario Ramírez Wiella
La Mesa suplica atentamente a los señores delegados que guarden orden, si no, es imposible que nos entendamos. Dice el Reglamento que en los casos en que se solicite para cualquier asunto la declaración de la Asamblea, a fin de que sea considerado como de pronta y obvia resolución, hablará un orador en pro y otro en contra. El señor Valle figura en primer tér'mino en la lista de oradores.

El C. presidente
Tiene la palabra el señor Valle. (Voces: No, no: antes la pidió el señor Velázquez. Desorden. Campanilla)

El C. secretario Ramírez Wiella
Debe hablar primero el contra. (Voces: No, no)

El C. Marines Valero
Que se lea el Reglamento.

El C. presidente
Tienen razón los señores delegados que se oponen; cuando se pide que un asunto sea declarado como de pronta y obvia resolución, el Reglamento dispone que primero hable uno en pro y otro en contra; en consecuencia, tiene, la palabra el ciudadano Velázquez.

El C. Velázquez
Yo también la pido en contra. (Voces: No, no. Campanilla)

El C. presidente
Para evitar mayor desorden, tiene la palabra el ciudadano Valle.

El C. Valle
Al pedir el uso de la palabra debo asentar un hecho: que yo fui el primero en pedir la palabra ... (Risas. Bravos. Aplausos)

No me importan las burlas de los señores delegados. Al pedir la palabra en contra, es con el fin de lo que voy a exponer ... (Aplausos y Bravos)

No hay que tratar el asunto en su modo de ver, sino en su modo de ser. (Bravos y Aplausos)

Voy a entrar de lleno en el asunto a discusión ... (Voces: Muy bien, muy bien)

El asunto es el siguiente: que varios señores delegados del Norte pretenden irse a México, porque no han visto a sus familias, o, mejor dicho, que el compañero Treviño hace notar que la mayoría de los delegados del Norte han dejado a sus familias en México, y es por lo que quieren que nos vayamos.

El C. Velázquez
Yo no opino así.

El C. Valle
No he dicho que usted; pero algunos señores delegados del Norte han dicho que dejaron a sus familias en México y no saben cuáles sean las condiciones o circunstancias por que atraviesan, y es por esto que ellos desean que la H. Asamblea considere este asunto como de pronta y obvia resolución. (Voces: Muy bien. Aplausos. Campanilla)

El C. Castellanos
¡Eso es hablar en pro!

El C. Valle
Estoy exponiendo mis razones.

El C. presidente
Ya hace tiempo que estoy escuchando bastante desorden, y veo que el herradero está del lado de la izquierda, se los diré con toda franquéza.

Siga usted usando de la palabra, en el concepto de que si vuelven ustedes a chotear, me levanto de la silla. (Aplausos)

El C. Valle
Estoy exponiendo como razón de que no debe considerarse como de pronta y obvia resolución este asunto, que el compañero Treviño está tratando en su modo de ver, pero no en su modo de ser. (Risas y aplausos)

Nosotros también, algunos de los del Sur, al lanzarnos a la lucha nos pusimos a considerar en las necesidades de nuestra familia, en que no tuvieran qué vestir ni qué comer; pero consideramos que teníamos el deber de luchar por las necesidades del pueblo, por el que tanto hemos sufrido y hemos luchado y lucharemos siempre ... (Voces: ¡Muy bien! Bravos. Aplausos)

Por otra parte, será muy triste, penoso, vergonzoso que a los quince o veinte días de haberse establecido la Convención en México, sin tener las garantías debidas, es decir, sin que el enemigo se haya retirado a una zona distante de México, estemos en constante zozobra de que se acerque el enemigo, sea cual fuere el rumbo. La Convención no podría discutir con calma, por esa misma excitación, y por eso precisamente expongo mis razones para que no se traslade a México, sino cuando haya desaparecido todo peligro; pero no inmediatamente después de que se nos diga que ya tomaron la ciudad de México, pues sería vergonzoso que después de quince días tuviéramos que salir como rata por tirante.

En consecuencia, yo pido que no se declare este asunto de pronta y obvia resolución, sino que discutamos con toda calma nuestro traslado a México. (Bravos y aplausos)

Si la mayona de los delegados del Norte han dejado a sus familias en México, yo debo decirles a ustedes que eso no nos debe importar, porque nada menos ayer yo recibí un telegrama en el cual se me decía que unas personas de mi familia habían caído en poder del enemigo; después supe que nuestras fuerzas habían recuperado a :mi familia ... (aplausos) y, sin embargo, cuando recibí la noticia no pretendí de hinguna manera retirarme de la Convención, sino que vine, porque dije: primero está el honor, que la familia. (Aplausos del Sur)

Así es que yo suplico atentamente a la H. Asamblea, que tomando en consideración lo que acabo de exponer, y, además, que es todavía muy discutible la toma de la ciudad de México por nuestras fuerzas, no se acuerde desde luego el traslado de la Convención, sino que continuemos en la ciudad de Cuernavaca, en donde hemos tratado a ustedes como unos huéspedes y les hemos tenido el mayor respeto y la mayor confianza. (Aplausos)

Si hemos permanecido,señores delegados, más de un mes en esta ciudad, ¿cómo no vamos a resistir quince días? (Voces: ¡No, no!) ... Sí, señores, podemos permanecer aquí otros quince días más, mientras desaparece por completo todo peligro, es decir, para no tener la zozobra de que el enemigo pueda acercarse y que por ese hecho no podamos trabajar. Además, ¿cómo vamos a llegar a la ciudad de México? (Voces: ¡A caballo!... ¡A pie!)

El C. secretario Treviño
La presidencia suplica a los señores delegados guarden el mayor silencio y no interrumpan al orador.

El C. Valle (prosiguiendo)
Hay que ver a qué venimos aquí. Aquí venimos a trabajar, a formar un Programa de Gobierno político-social, y si no lo hacemos, ¿cómo vamos a llegar a la ciudad de México? Dirán que no hemos hecho nada en tantos días como hemos permanecido aquí. (Aplausos del Sur)

El C. Santos Coy
¡No venimos por eso! ... ¡Venimos porque nos echaron! ¡Venimos porque no hubo quién nos sostuviera en la ciudad de México! ¡Venimos por guardar la integridad de la Convención! (Campanilla)

Un delegado
Como nos ha hablado tanto el señor Valle, que le traigan un vaso de agua.

El C. Yalle
Por lo que acaba de decirnos el compañero Santos Coy, de que no venimos aquí sino porque no teníamos garantías en México, se desprende que ahora debamos regresar, sin que tengamos la seguridad de que haya desaparecido todo peligro, toda zozobra.

El C. Liñeiro
Pido la palabra para una moción de orden.

El C. Valle
Yo recomiendo a los compañeros del Norte que sean precavidos y que tomen en consideración lo que acabo de exponer. (Aplausos)

El C. secretario Treviño
La Mesa, por conducto de la Secretaría, pregunta a los señores delegados si consideran este asunto como de pronta y obvia resolución.

El C. Piña
Señores delegados. Yo creo ...

El C. presidente
Suplico atentamente al señor Piña que tenga la bondad de guardar silencio unos momentos.

El C. secretario Treviño
Yo suplico a los señores delegados se fijen en que las leyes o las disposiciones legales son consecuencia de las necesidades, y si es una necesidad para nosotros regresar a México, es evidente que la mayoría de los delegados nos iremos, quieran o no quieran los demás. Por lo tanto, más vale que ésa sea una sanción legal y no que cada quien se vaya por su lado. (Aplausos)

El C. Velázquez
Yo protesto, y por la centésima vez pido la palabra para una moción de orden. (Risas)

El C. Borrego
Señor presidente:

Debe usted conceder la palabra al señor Velázquez, porque las mociones de orden tienen preferencia conforme al Reglamento.

El C. presidente
Tiene la palabra el ciudadano Velázquez, para que no siga molestando.

El C. Velázquez
Protesto contra lo que dice el señor presidente.

El C. presidente
Acepto la protesta.

El C. Velázquez
Yo hablo en pro de que se considere como de pronta y obvia resolución, y protesto contra la actitud de usted, señor presidente. (Risas)

El C. presidente
Acepto, como ya dije a usted, su protesta.

El C. Cervantes
Llamo al orden al señor presidente, que está violando el Reglamento.

El C. Borrego
Las mociones de orden tienen por objeto llamar al orden a la Mesa, cuando viola el Reglamento; o a los oradores cuando incurren en violaciones; así es que es de sentido común que si la Mesa, como sucede ahora, ha violado el Reglamento, a la Mesa sea a la que se llame al orden, como muy bien lo ha hecho el señor Cervantes. Ponga usted a discusión esa moción, y nos evitaremos de todo.

El C. presidente
Aun cuando fuera declarado como de pronta y obvia resolución, no debe ser puesto desde luego a discusión, sino que primero debe recaer dictamen, como lo previene el Reglamento.

El C. Cervantes
Pido la palabra.

No sería yo quien pretendiera incurrir en el error de oponerme a una voluntad bien manifiesta y bien patente de parte de la mayoría de los señores delegados, para aprobar esta proposición, porque aunque hubiera razones que exponer en contra de ella, estoy seguro de que a pesar de esas razones muchos delegados nos vamos a México.

Lo que yo quiero que merezca la atención de los señores delegados, es lo siguiente: que antes de marchamos debemos sancionar, con las disposiciones conducentes, el acuerdo que tomamos ayer, respecto a la compra de artículos de primera necesidad, para transportarlos a México. En efecto, según ese decreto, que nosotros aprobamos, se autoriza al Ejecutivo para invertir hasta la suma de cinco millones de pesos en la compra de esos artículos; pero los cinco millones de pesos de referencia, todavía no se imprimen; de manera que la autorización resulta inútil si no sancionamos por otro procedimiento la compra de esas mercancías, para el abastecimiento de la capital de la República. Es por eso que yo me permito opinar en contra, porque en tanto que no se impriman los billetes, esa autorización al Ejecutivo para que tome de las existencias del Tesoro la suma de cinco millones de pesos, para invertirlos en la compra de artículos de primera necesidad, no podrá ser realizable.

Al mismo tiempo creo pertinente decir que se debe autorizar al Ejecutivo para que invierta determinada suma en gastos extraordinarios, porque deben saber los señores delegados, que si se acepta ese plazo de diez o quince días, para reanudar nuestras sesiones en México, indudablemente que para esa fecha se habrán agotado los recursos del Ejecutivo, pues no van a durar eternamente los doscientos mil pesos de que puede disponer, según nuestra última autorización. De manera que me permito llamar la atención de los señores delegados, sobre este punto, a fin de que le demos una sanción legal y correcta.

El C. Piña
Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente
La proposición presentada por el señor Cervantes, la juzgo razonable, pero creo que no está íntímamente ligada con el punto a discusión; en consecuencia, le suplico la presente por escrito, para tratarla en su oportunidad. (Desorden. Campanilla)

El C. Piña
Deseo hacer una aclaración que sin duda, vendrá a ilustrar a la Comisión Dictaminadora.

El C. presidente
Esa aclaración la puede usted hacer en lo particular a la Comisión.

El C. Piña
Pudiera ser que no diera el mismo resultado, pues tal vez la Asamblea fuese contraria a mis ideas y entonces únicamente habríamos perdido el tiempo. (Desorden. Campanilla)

El C. secretario Ramírez Wiella
Se pregunta si se considera el asunto como de pronta y obvia resolución. Los que estén por la afirmativa sírvanse ponerse de pie.

Declarada de pronta y obvia resolución.

A la Comisión de Gobernación.

El C. Piña
Pido la palabra para una aclaración que deseo hacer a toda la Asamblea y no solamente a la Comisión Dictaminadora.

El C. presidente
Esa aclaración la hará usted a la hora de la discusión.

Se concede un receso de cinco minutos, entre tanto la Comisión de Gobernación presenta dictamen.

El C. secretario Ramírez Wiella
Se pone a discusión el siguiente dictamen de la Comisión de Gobernación:

En vista de las razones expuestas por los ciudadanos delegados Samper, Treviño y León, en su solicitud relativa a que se suspendan por diez días las sesiones de la Convención, y que éstas se reanuden en la capital de la República, que con esta fecha fue ocupada por las fuerzas convencionistas, esta Comisión, interpretando el sentir de la mayoría de la Asamblea, tíene la honra de proponer a la consideración de la misma, el siguiente

ACUERDO

Unico. Se suspenden las sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria, por el término de diez días, y, en consecuencia, se cita para reanudarlas en la ciudad de México, el día 21 del corriente, a las cuatro en punto de la tarde, en el salón de sesiones de la Cámara de Diputados, comunicándose este acuerdo al Encargado del Poder Ejecutivo, para todos sus efectos.

Sala de sesiones de la Soberana Convención Revolucionaria.
Cuernavaca, Mor., marzo 11 de 1915.
Genaro Palacios Moreno.
Ignacio Borrego.
José Casta.
(Rúbricas)

El C. Fernández
Una interpelación. Deseo que se me diga si la Asamblea quedará constituida en Comisión permanente o sólo entra en receso. (Voces: No, hombre; entra sólo en un receso)

El C. presidente
Debo manifestar al ciudadano general Fernández, que el acuerdo que tome la Asamblea será el que fije la forma en que deba quedar, si en receso o constituida por la Comisión Permanente.

El C. Borrego
Señores delegados: el acuerdo dice que se suspendan las sesiones, y desde el momento en que se suspenden las sesiones por cualquier tiempo que sea, entra la Convención en receso.

El C. Cervantes
Señor presidente: He presentado una moción suspensiva y ruego a usted que ordene a la Secretaría le dé lectura.

El C. Borrego
No tiene razón el señor Cervantes. El Reglamento previene las causas por las cuales se puede suspender una discusión, y entre ellas no está la que ha alegado el señor Cervantes.

El C. presidente
No se puede interrumpir la discusión.

El C. Cervantes
Ruego a su señoría que mande dar lectura a mi proposición y verá la Asamblea cómo tengo razón. Sobre todo, no va a interrumpir ninguna discusión, pues todavía no se comienza a discutir el dictamen de la Comisión de Gobernación.

El presidente
Con el fin de no seguir perdiendo el tiempo, la Secretaría va a dar lectura a la moción del señor Cervantes, en el concepto de que la Asamblea resolverá si la acepta o la desecha. (Desorden. Campanilla)

El C. Borrego
Para una moción de orden. Intercalar en un asunto que se va a poner a discusión, una proposición distinta, es traer el desorden. Indudablemente que lo que dice el señor Cervantes en su proposición, está escrito en el pensamiento de todos, pero debemos reservarlo para cuando sea pertinente y oportuno. Después que aprobemos la proposición que se va a discutir y que fue declarada como de urgente y obvia resolución, y después que la Asamblea dé una resolución definitiva para ella, nos ocuparemos de discutir la proposición del señor Cervantes, pues no tiene objeto que se le dé la preferencia.

El C. Cervantes
Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente
¿Para qué?

El C. Cervantes
Para hacer una aclaración a lo que ha dicho el señor licenciado Borrego.

El C. presidente
Tiene usted la palabra.

El C. Cervantes
Estoy persuadido de que estoy dentro del Reglamento, al hacer esta moción suspensiva, pues es lógico resolver primero un punto tan interesante como el que trato en mi proposición, y después, si nos vamos o no. Por lo demás, el señor Borrego no quiere comprender lo que es moción suspensiva.

El C. Borrego
El ciudadano Cervantes no entiende lo que es dar preferencia a un asunto. Dar preferencia a su moción suspensiva, es impedir que se discuta un asunto que ha sido declarado de antemano como de pronta y obvia resolución, y por lo tanto ... (Desorden. Campanilla)

El C. Piña
Que se comience la discusión.

El C. Pasuengo
Ya habló uno en pro y otro en contra de la moción suspensiva, así es que pido que se pregunte a la Asamblea si se toma o no en consideración. (Voces: No es una moción suspensíva)

El C. Cervantes
Pido la palabra para una protesta.

El C. presidente
El Reglamento no me autoriza conceder la palabra para protestas.

El C. Cervantes
Entonces voy a presentarla por escrito y es en contra del señor delegado Piña. (Voces: Muy bien)

El C. secretario
Está a discusión el dictamen de la Comisión de Gobernación.

El C. presidente
Tiene la palabra en contra el ciudadano Velázquez.

El C. Velázquez
Principiaré por manifestar que la Comisión encargada de dictaminar en este asunto, no tiene razón para asegurar que la mayoría de los señores delegados está de acuerdo con la proposición que hace ... (Voces: ¡Sí, sí!), porque no creo ni llegaré a creer que los que verdaderamente han sido revolucionarios, los que han luchado por los principios del pueblo, los que han ido al campo de batalla a exponer su vida por defender a la Patria (a quien tanto queremos), vengan ahora a dar una prueba de lo contrario, demostrando a los ojos del mundo que nos observa, que vamos a postergar los grandes intereses que aquí representamos, al anhelo ferviente de ir a la capital de la República, para ser los primeros en llegar. (Siseos. Campanilla)

Eso no es digno de hombres que se dicen patriotas y revolucionarios. Yo, con mi voz de revolucionario, doy un voto de censura para todos los que abandonando su deber y sus principios ... (Siseos. Desorden. Voces: ¡Moción de orden!)

El C. Velázquez (continuando)
Sí, señores; mi voto de censura es para esos que quieren ir a disfrutar de las comodidades de la capital, antes que cumplir con su obligación. (Aplausos del Sur)

Y digo la verdad y desafío a cualquiera a que me desmienta. Lo que estamos haciendo aquí es noble y grande: estamos discutiendo la forma de realizar los principios por los cuales hemos luchado; estamos discutiendo los principios que han de normar nuestra conducta, para organizar nuestra República, a lo que nos salen los sentimentalistas con que quieren ir a ver a sus hijos y a sus esposas. Yo también tengo hijos y esposa a quienes deseo abrazar ... (Voces: Sí, pero en Sonora)

Pues no le hace, me basta tener noticias telegráficas de mi familia. (Aplausos)

No creo que esa consideración baste para hacernos abandonar nuestro deber. Yo seguiré cumpliendo con mi deber como he sabido cumplir siempre y en cada ocasión.

Si cuando nosotros nos lanzamos a la revolución, a la defensa de los intereses del pueblo, hubiéramos tenido en cuenta que teníamos hijos, madre o esposa a quien atender de preferencia, no debíamos habernos lanzado a la revolución, sino que debíéramos habernos quedado en el rincón del hogar. (Aplausos)

Esa es la verdad, señores, franca y sincera de un hombre que los aprecia, que los quiere y que vería como una deshonra para los señores delegados, querer anteponer los intereses de la familia a los sagrados intereses de la Patria. (Aplausos)

No porque deje de convenir en que la familia es la base de toda estabilidad social; pero aquí no estamos atendiendo intereses de familia, sino que debemos únicamente atender los sagrados intereses de la Patria. (Aplausos)

Necesitamos, al ir a la capital de la República, a ese centro donde convergen todas las tendencias, poder decir: esto hemos hecho; este es el plan de Gobierno que hemos hecho en Cuernavaca. (Aplausos)

Por eso yo excito a mis compañeros a que sepan cumplir con su deber, a que se compenetren del objeto que nos trajo aquí, y que fue ocuparnos exclusivamente de los asuntos de la Patria y no de egoístas íntereses personales. Sólo así habremos cumplido con el alto deber que como revolucionarios nos impusimos al venir a Cuernavaca. (Aplausos)

El C. Borrego
Pido la palabra como miembro de la Comisión.

El C. presidente
Un momento; tiene la palabra el señor Cervantes.

El C. Cervantes
Es muy frecuente que los malos oradores y los malos psicólogos se pongan en ridículo exhibiéndose en ocasiones en que es bien conocida la tendencia popular y en que es bien conocida la opinión pública.

Yo quiero hacer constar el hecho de que los señores delegados Velázquez y Piña, honorables miembros de la delegación de Sonora, que ahora se oponen con tanto calor y con tantas frases de patriotismo a que sancionemos un hecho, que ejecutaremos todos individualmente mañana; esos señores delegados que con tanto patriotismo vienen a defender la opinión del contra de la proposición que se discute en el seno de esta Asamblea, han hecho una positiva política por que la Convención se marchara hacia el Norte en vez de permanecer en Cuernavaca, con la noble intención, sin duda alguna, de acercarse al seno de sus familias, que están en Sonora; pero como ahora están en México las nuestras y las suyas no, se oponen los señores delegados Piña y Velázquez a que la Convención se translade a aquella ciudad.

El C. Piña
Pido la palabra para una alusión personal.

El C. González Cordero
De ese modo no vamos a acabar nunca.

El C. Piña
Ruego al ciudadano Cordero que se ponga un momento en mi lugar.

El señor delegado Cervantes se ha expresado en términos que me ofenden, que me denigran, y necesito explicar mi conducta.

El C. Velázquez
Yo no soy patriotero, señor Cervantes.

El C. Piña
Mucho me extraña la conducta del señor delegado Cervantes, que síempre o, por lo menos hasta hoy, se venía conduciendo con cordura y con comedimiento. Su proceder en esta ocasión me causa verdadera extrañeza, pues pretende nada menos que delatarnos al señor Velázquez y a mí, como unos intrigantes. (Voces: ¡No, no!)

El C. Cervantes
No es exacto. (Desorden. Campanilla)

El C. Piña
Ha dicho usted que hacíamos política. El señor delegado Cervantes clara y manifiestamente ha querido hacer entender a la Asamblea, que el señor Velázquez y yo hemos hecho labor de zapa para que la Convención se trasladara al Norte de la República, y eso sencillamente es hacer labor de intriga.

Sepa el señor Cervantes que no es él quien me va a enseñar ni me va a dar lecciones o muestras de cómo conducirme con patriotismo. Quien como yo tiene el alto honor, el alto orgullo de haber sido revolucionario de muchos años y no de última hora, no puede permitir que se le califique de tal manera. El señor Cervantes simple y sencillamente ha asentado una falsedad, y contra ese hecho y contra esa aseveración protesto enérgicamente.

Es verdad que yo algunas veces he hecho insinuaciones para que los poderes de la Convención se trasladen, en cuanto sea posible, al Norte de la República, y esto es porque en aquella región tendríamos un radio más amplio que aquí; y conste, señores delegados, que en el seno de la Asamblea más de una vez he significado la necesidad de que la Convención se traslade al Norte. Si he hecho esas insinuaciones ha sido públicamente; en consecuencia, yo no he hecho labor de zapa, ni he trabajado en las sombras, ni mucho menos he hecho labor de intriga. El señor Velázquez y yo no somos patrioteros; hemos demostrado con hechos que ha apreciado el pueblo mexicano y también los extranjeros, que nosotros, al obrar como lo hicimos, era porque estábamos convencidos que al abandonarlo todo: nuestras familias, nuestros intereses, y aun exponiéndonos a morir, más de una vez, como el más humilde soldado, era en defensa de los intereses de la Patria. (Aplausos)

No sé cómo se atreve el señor delegado Cervantes, que dista mucho de poder ponerse en las mismas condiciones que muchos como el que habla, sin vanidad y sin pretensiones de ningún género, y tiene la audacia, la osadía de asegurar que nosotros hemos renegado de nuestros principios; yo protesto enérgicamente contra tal aseveración, y declaro que entonces, como ahora y siempre, estoy dispuesto a cumplir con mi deber. (Aplausos)

El C. Cervantes
Pido la palabra para una aclaración.

El C. presidente
Si continuamos en esa forma no vamos a llegar nunca a resolver el asunto que estamos discutiendo.

El C. Cervantes
Es urgente que yo haga la aclaración, porque no quiero que se vaya a pensar ni por un momento que yo pretendo ofender al señor delegado Piña.

Deseo hacer constar que yo admiro la autobiografía que nos presentó el señor Piña en el seno de esta Asamblea, así como que acepto su declaración de que mi personalidad no vale nada; pero a pesar de la diferencia enorme entre su grandeza y mi humildad, lo que he dicho es rigurosamente cierto; esto es, que los señores Velázquez y Piña tenían un interés manifiesto en que la Convención se trasladara al Norte, y para confirmar mi aseveración pido el testimonio de los señores Castellanos, Treviño y de todos los que comen con nosotros.

El C. Piña
Yo apelo al testimonio de la Asamblea, para que diga si no es exacto que en varias ocasiones ante ella he iniciado la conveniencia de que los Poderes de la Convención se trasladen al Norte. Luego si esto es así, no es exacto que yo haya hecho esa labor de zapa a que se refiere el señor Cervantes, y por lo tanto es falso de toda falsedad, lo que él asevera.

El C. Borrego
Pido la palabra.

El C. presidente
¿Con qué objeto, señor?

El C. Borrego
Ruego a usted que no me la niegue, pues el señor Piña ha usado ya de ella dos veces.

No me extrañan, señores delegados, ni me sorprenden siquiera los aplausos tributados al señor Velázquez, por haberse opuesto a que esta Convención se traslade a la ciudad de México, que es, ha sido y será siempre la capital de la República. En el alma siempre sensible de las multitudes, las palabras de pueblo, justicia, libertad, revolución y todas esas frases de cliché, entusiasman a todos los que no comprenden que las palabras significan bien poco cuando no interpretan realmente el pensar y el sentir de los hombres. (Aplausos. Bravos)

Cuando oí decir al señor Velázquez que no cumplíamos con nuestros deberes de mexicanos, ni de patriotas, ni de revolucionarios, porque suscribimos este dictamen, me pensaba yo si en ese mismo dictamen proponíamos que el señor Velázquez se fuera a la China, a Pekín o al Indostán o la Siberia. (Risas)

No, señores; lo único que pedimos es que nos traslademos a la capital de la República, a un sitio donde podamos hablar para que nos escuchen, no únicamente estas montañas sino todo el país, todo el mundo y, principalmente, los Estados Unidos, para que se sepa que en el seno de esta Asamblea perseguimos principios, luchamos por ideales y no por personalismos indignos de nosotros. (Aplausos)

No gusto de las pompas oratorias en asunto de tanta trascendencia como el que estamos discutiendo; es inútil deliberar, cuando la inmensa mayoría de una Asamblea nos indica que un dictamen está bien formulado y debe ser aprobado, y como éste es el caso, me limito a pedir la aprobación del dictamen a debate.

El C. Cruz
Pido la palabra para protestar en contra de lo aseverado por el señor Cervantes.

El C. vicepresidente
Vuelvo a manifestar a los señores delegados que no aceptaré ninguna protesta si no es por escrito.

El C. Velázquez
Sólo deseo decir al compañero Borrego que yo no soy patriotero de cliché, como dice, sino que me he batido y he luchado mucho por la Revolución, y no soy como otros que hacen alarde de patriotería, asegurando que son patriotas, pero nada más de palabra, nunca de hechos. Esa es la verdad.

El C. Ortiz
Pido la palabra para una rectificación.

El C. presidente
Un momento, señor; tiene la palabra el doctor Cuarón.

El C. Cuarón
Señores delegados:

No me parece oportuno pensar en el traslado de la Convención a la ciudad de México, por las razones que expone la comunicación que se trajo a esta Asamblea; porque en esa misma comunicación se dice que no se tienen todavía noticias oficiales de la toma de la ciudad de México, y como no se ha leído en esta Asamblea ningún documento oficial en que se asegure que real y efectivamente ha sido tomada la ciudad de México, entiendo que estamos bordando en el vacío y que no debemos discutir si es conveniente que la Convención se traslade o no a México.

Por otra parte, aun suponiendo que tuviésemos la noticia oficial comprobada, de que México estaba en poder de nuestras fuerzas, no creo que fuera ésta una razón de bastante peso para que desde luego se pensara en trasladarse a esa población; porque no basta haberse posesionado de un lugar, para considerarse seguro en él.

Es lo mismo que si cuando se nos dijo que nuestras fuerzas habían recuperado el pueblo de Contreras, hubiéramos pensado en trasladar allí a la Convención, porque ya estaba en nuestro poder ese lugar.

¿Cómo sabemos en estos momentos, aun cuando la ciudad haya sido tomada por nuestras fuerzas, si no habrá peligro de que vuelva a caer en poder del enemigo? Necesitamos, para trasladar la Convención a la ciudad de México, saber primero que la población está en poder de las fuerzas convencionistas; y segundo, que el enemigo ha sido perseguido y completamente derrotado y que se halla bastante lejos de la capital para que no tengamos el peligro de que al cabo de unos cuantos días o de una semana tengamos que dar el espectáculo bien ridículo de tener que volver a salir de ella.

Por otra parte, me parece que se han violado los acuerdos de la Convención, porque hay uno anterior, conforme al cual en la orden del día se anunciará, en cada sesión, que después de la lectura del acta anterior se debe entrar a la discusión del Programa de Gobierno, y que hasta tanto no pasen dos horas, no se podrá tratar otro asunto; de manera que me parece que nosotros violamos los acuerdos de la Convención, al haberle dado a esa proposición el trámite de pronta y obvia resolución.

Nosotros, señores delegados, aunque se me tache de patriotero, tenemos razón; y creo que los patrioteros son los firmantes de esa proposición que quieren irse a México desde luego, bajo el fútil pretexto de que ya está tomada la población; pero en realidad no es más que para ir a ver a sus familias, y dicen que nosotros, los del Sur, no tenemos ninguna preocupación por ir a México, porque tenemos aquí las nuestras. Pues no, señores; no todos los que estamos aquí tenemos a nuestras familias en Cuernavaca; yo, entre ellos, la tengo en México, y honradamente les confieso que, como revolucionario, no debo pensar ni en la madre, ni en la esposa, ni en los hijos, ni en todo ese conjunto de seres a quienes llamamos familia, sino únicamente en la gran familia de la Patria. Si estamos trabajando en favor de la Patria, no debemos pensar si nuestras familias están bien o mal; si tuvimos la debilidad de dejarlas, si no tuvimos el valor de traerlas, soportemos las consecuencias; nuestro deber está en seguir laborando y en terminar ese Programa de Gobierno, y no trasladarnos a la capital de la República hasta tanto no tengamos la seguridad de que la población está perfectamente asegurada y de que no hay peligro, ni remoto siquiera, de que sea amagada por el enemigo.

El C. Bolaños
Estoy asombrado de oír tantas palabras de madre, hijos, familia y otras frases como éstas; que no debemos pensar en la familia, que cuando nos lanzamos a la revolución debemos hacer caso omiso de ella, etc.. etc.

Efectivamente, estoy de acuerdo en que al dejar a nuestras familias debemos conformarnos con desear que les vaya bien; pero de ninguna manera puedo estar conforme con que se nos diga que no somos patriotas porque nos vamos a México.

Recuerdo que cuando se trató de salir de México, algunos señores delegados iniciaron que nos fuéramos a Chihuahua, y el señor delegado Montaño se levantó y dijo:

En nombre de la Delegación Suriana declaro que los del Sur irán a Cuernavaca, pero no al Norte.

Entonces, ¿por qué ahora no se nos concede a nosotros la libertad de decir que queremos irnos a la ciudad de México, cuando nosotros, al venir aquí, hemos dado muestras de unión? ¿Por qué no se permite, pues, que obremos en el sentido que indicamos y que parece que es el sentir de la mayoría de la Asamblea?

Ahora bien, el traslado a la ciudad de México tiene otro objeto muy distinto del que le han dado los señores del contra, como muy bien lo ha dicho el señor delegado Borrego.

Estando la Convención en la ciudad de México, tiene más importancia; podemos hacer conocer nuestros trabajos a todo el mundo, se sabrán asimismo los principios, los ideales que la Convención persigue; daremos también a conocer lo que vale esta Asamblea, y en mejores condiciones, porque aquí no podemos hacer absolutamente nada. Ya lo hemos visto: hemos trabajado poniendo de nuestra parte todo empeño y todos nuestros esfuerzos, y debido a la falta de comunicaciones no nos ha sido posible hacer conocer nuestros trabajos a toda la República, ni mucho menos al extranjero, por estar precisamente en el Sur.

El señor doctor Cuarón dice que no sabemos si efectivamente la ciudad de México ha sido ocupada o no por nuestras fuerzas, y aquí cabe hacerse esta reflexión: si ya hasta se celebró ese triunfo, ¿por qué, entonces, se duda?

Oficialmente nosotros lo sabemos, por partes o telegramas que han recibido particularmente algunos de los señores delegados, así como por un telegrama del jefe de las operaciones del Ejército Libertador al Presidente de la Convención, Encargado del Poder Ejecutivo, en que se le dice que la plaza de México está en poder de las fuerzas convencionistas; que no se haya comunicado a la Mesa, no quiere decir que no sea cierto. A muchos de los delegados se ha leído ya ese telegrama.

De manera que hay que sancionar, como lo ha propuesto el señor delegado Treviño, de una manera franca y legal, este asunto, porque en caso contrarjo podemos nosotros irnos en virtud de que sabemos que el ir a México no implica falta de patriotismo de ninguna manera. El patriotismo no tiene nada que ver con que trabajemos aquí o en algún otro lado; el patriotismo indica que laboremos en pro del bienestar de la Patria, y esto lo podemos hacer en México, en Chihuahua, en donde sea, no solamente aquí. Esto es todo lo que yo tenía que decir. (Aplausos)

El C. Cuarón
Pido la palabra para contestar una alusión personal.

El C. vicepresidente
Tiene usted la palabra, señor.

El C. Cuarón
He pedido la palabra para decir al señor Bolaños que no he dicho precisamente que no debíamos irnos, ni tampoco he dicho que no considero que México es un punto de importancia. Lo único que sostengo es que no sabiendo que México esté perfectamente controlado, no tiene objeto irnos ahora para volver a correr después. Ese es el verdadero peligro. Mientras no sepamos que México está verdaderamente en poder de las fuerzas convencionistas y que las comunicaciones entre México y otras poblaciones están al corriente, no tiene absolutamente importancia el que nos vayamos a México.

Cuando sepamos que México está en condiciones tales que no exista ya peligro alguno de amago por parte de los carrancistas, cuando sepamos que las comunicaciones con todos los Estados del Norte estén al corriente, entonces sí yo seré el primero en dar mi voto en pro de esta proposición.

El C. Montaño
Voy a dirigirme al señor delegado Bolaños, para manifestarle que yo no fui uno de los que me opuse a que la Convención se trasladase al Norte: y lo único que dije fue que si les parecía mejor nos trasladásemos al Sur; las versiones taquigráficas podrán convencer a los señores delegados de que, efectivamente, yo dije que en vista de las dificultades que tendría la Convención para trasladarse al Norte, me parecía más conveniente que lo hiciera hacia el Sur. (Aplausos)

Creo que con esa rectificación quedarán completamente satisfechos mis compañeros.

El C. Menchaca
Es increíble que a pesar de tener conocimiento de ciertos hechos que demuestran que la capital de la República está en poder de nuestras fuerzas, todavía haya quien lo dude. Me refiero a la salida para México, de algunos funcionarios, entre otros el Inspector General de Policía. De todas maneras yo suplico al señor Frías que se sirva informar qué le sirvió de base para dar esa noticia.

El C. vicepresidente
No hay necesidad de que conteste usted, señor Frías. (Voces: ¡Sí, sí! ¡Que conteste!)

El C. Frías
Esas informaciones se obtuvieron en el Palacio de Gobierno; no sé a punto fijo quién las proporcionó, pero fueron obtenidas por los reporteros del periódico La Convención. (Desorden. Voces. Campanilla)

El C. Zepeda
Como a pesar de las detonaciones, repiques, etc., etc., que se escucharon, celebrando la toma de la ciudad de México, se duda todavía de que sea cierto, yo propondría a la Asamblea que se dirigiera al Presidente o Encargado del Poder Ejecutivo, para que informara ... (Voces: No es necesario)

El C. Zepeda
Si no se cree en esas manifestaciones de regocijo ... (Siseos. Voces: Que se lean los telegramas)

Déjenme hablar. Aquí están los telegramas: tanto el Cuartel General del Ejército Libertador, como el mismo Gobierno, han recibido telegramas conteniendo la misma noticia.

Estas son noticias extraoficiales proporcionadas por una casa comercial de la capital, de los señores Veyan, Jean y Co.; pero creo que las manifestaciones que se han hecho no han sido con el objeto de engañar al público, porque si éstas se hacen para engañar, entonces no hay que creer ya a nadie. (Siseos. Desorden. Campanilla)

El C.Treviño
Voy a hacer una aclaración. Me dirijo al señor doctor Cuarón y a la mayoría de los delegados que me escuchan. Las manifestaciones de júbilo fueron públicas; además de eso, la Comandancia Militar se ha trasladado a México, por orden del Presidente, y la policía también; si esas son ilusiones, pues entonces no sé cuáles sean realidades. (Risas)

El C. Cuarón
Nada más quiero preguntar esto: se acaban de leer unos telegramas firmados por una casa comercial de México, La Francia Marítima. ¿Tiene esta casa algún carácter oficial, para poder dar crédito a esta noticia? (Siseos. Desorden. Campanilla)

El C. González Cordero
En el Palacio de Cortés fuimos informados de la toma de la ciudad de México, y como yo tenía hecha una apuesta en contrario, por cien pesos me la ganaron, y ya pague los cien pesos. (Risas y aplausos. Una voz: ¡Qué honradote!)

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSegunda parte de la sesión del 10 de marzo de 1915 Segunda parte de la sesión del 11 de marzo de 1915Biblioteca Virtual Antorcha