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CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN DEL 9 DE ENERO DE 1915 CELEBRADA EN LA CIUDAD DE MÉXICO
Crónica del periódico La Convención, publicada en su edición del día 11 de enero de 1915


Bajo la Presidencia del general Leobardo Galván, el sábado a las cinco y minutos de la tarde, se abrió la sesión de la Junta Previa que ha venido ocupándose de la revisión de credenciales expedidas por los generales, gobernadores y comandantes militares, cuyas labores les impiden concurrir personalmente a los debates de la Soberana Convención.

Sometidos a debate en lo general los dictámenes emitidos al efecto, por la Comisión de Poderes, fueron aprobados sin suscitarse discusión y en lo particular, previo el informe que los interesados rindieron acerca de su personalidad y antecedentes revolucionarios, así como los de sus mandantes, se aceptaron las siguientes credenciales:

La del General Eulalio Gutiérrez, Presidente Provisional de la República, otorgada a favor del ciudadano coronel Rubén Ríos.

La expedida por el general A. Rueda Quijano, en favor del subteniente Juan López Araujo.

La que extendió el general Faustino Borunda a nombre del teniente coronel José María Caraveo.

La dada por el general Pánfilo Natera al ciudadano Maurilio Acuña.

La del general Tomás Domínguez, en favor del mayor Teodosio A. Segovia y la del general H. C. Castillo, en favor del coronel Joaquín M. Cruz.

Una mala interpretación, al recogerse el voto de los presentes, sobre esta última credencial, pareció demostrar que la misma se desechaba; pero la oportuna intervención del C. Castillo y Tápia, poniendo en claro el error en que se incurria, y la vigorosa defensa que hizo el C. Cruz, en unión de otros delegados, pusieron de manifiesto los relevantes servicios que a la causa de la Revolución tiene prestados el coronel cuya personalidad se discutía. La Asamblea, por voto unánime, y con nutridos aplausos, aprobó la répetida credencial.

Se aplazó para cuando los mandatarios estén presentes, la discusión de las credenciales expedidas por los generales Rafael Buelna y Antonio Noriega, en favor de los ciudadanos Pedro Buelna y Juan Ledesma, respectivamente.

Habiéndose acordado por los delegados presentes, que el general Camberos no tenía derecho para estar representado en la Asamblea, se desechó, de conformidad con lo pedido por la Comisión, la representación que el éxpresado general había conferido, en favor del mayor Víctor Gómez, quien por otra parte fue tachado de haber desempeñado el puesto de Jefe Político del Carrizal, durante el Gobierno de Huerta. En tal virtud el aludido mandante abandonó el salón.

Sin discusión y con nutridos aplausos, se aceptaron las personalidades de los ciudadanos general Lauro Guerra y Enrique S. Villa, y la del coronel Vito Alessio Robles, como Gobernador del Distrito Federal.

La Secretaría anunció que era llegado el momento de que los delegados admitidos al seno de la Convención, otorgaran ante la Mesa Directiva de la misma, la protesta correspondiente y suplicó a los delegados cuyas personalidades no habían sido aún discutidas, que abandonaran el salón de sesiones y si gustaban tomaran asiento en los palcos.

Se levantó la sesión de la Junta Previa y una vez en su puesto la Mesa Directiva de la Convención, el secretario Alessio Robles pasó lista y dio en seguida lectura al acta de la sesión celebrada el día primero del actual, la cual acta, sin debate, fue aprobada en votación económica.

Los delegados que no habían rendido la protesta respectiva, ocuparon las primeras filas del hemiciclo de la Cámara, y ya en pie todos los presentes, el Presidente, C. José Isabel Robles, dirigiéndose a aquéllos les dijo:

¿Protestan ustedes, por su honor de ciudadanos armados, cumplir y hacer cumplir los acuerdos que emanen de esta Convención?

- Sí protestamos -contestaron los nuevos delegados.

- Si no lo hicieren -repuso el general Robles-, que la Patria se los demande.

Luego se invita a los delegados para que estampen sus firmas en el libro respectivo y, terminado este acto, aborda la tribuna el delegado Pérez Taylor.

El momento actual, señores delegados --dijo-, es de enorme trascendencia, porque lo mismo puede salir de aquí el hundimiento de la República, que su elevación hasta el pináculo de la gloria.

Agregó que, como el espíritu de la Revolución alienta vigoroso en la conciencia del pueblo que serenamente espera que del seno de la Soberana Convención salga algo práctico para él, no importaba que algunos ciudadanos, recordando el rapto de las Sabinas, se hubieran llevado la bandera.

Hizo a todos un llamamiento para que no se convirtiera la tribuna en semillero de odios y rencores de secta y de partidos; sino en fraternal unión para trabajar por que se llegue a la realización de todas las esperanzas de la Revolución, y para que el pueblo tenga el pan que pide a gritos, desde la tribuna revolucionaria.

Sucedió en el uso de la palabra al delegado Pérez Taylor, el general Otilio Montaño.

Los delegados surianos -dijo para comenzar- traen su conciencia de hombres libres que han pulverizado la triste condición de esclavos, traen su aspiración de ciudadanos divorciados de la tutela de las dictaduras, traen sus ideales, porque están en pugna abierta con el credo simbólico del personalismo, y traen, por último, la cruz de nuestra redención y con ella la redención de la Patria.

En seguida hizo un esbozo de la Revolución del Sur; analizó las condiciones del país en aquel entonces, rememoró el duro servilismo de los peones y campesinos en aquella época de verdadero feudalismo, en que el cacique y el hacendado se consideraban dueños del pan, del honor y de la vida de los miserables habitantes del terruño, hasta que en la ciudad de Villa de Ayala, hace cuatro años, brotó el grito libertador que los redimiera de tanta opresión, de tanta tutela como en las que habían vivido.

Siguió paso a paso el desarrollo de la Revolución del Sur, contó sus esperanzas cuando el extinto Presidente Madero se enfrentó contra la tiranía porfiriana; su decepción infinita cuando el mismo ciudadano escaló el poder y no pudo cumplir todas sus promesas; hizo el relato de las luchas, de las dificultades, para proveerse de armas y de municiones, que conquistaron sólo arrebatándolas al enemigo; se refirió a la atmósfera de calumnias y vilipendios que la prensa mercenaria de Díaz, de De la Barra y Huerta, crearon a los indómitos luchadores surianos. Y después de hablar de los acontecimientos que tuvieron lugar cuando la ocupación de la capital por don Venustiano Carranza, a quien hicieron la guerra, porque no reconocía más ideales que su persona, pidió que la Convención no admitiera ni a los neutrales ni a los indiferentes, porque son elementos de corrupción a quienes falta la materia prima, como son: el valor y el sacrificio:

Necesitamos -añadió- que no nos gobiernen niños ni hombres fáciles de corromper. Todo mandatario debe pasar al tapete de la discusión, porque el que no puede gobernar una familia, no puede gobernar un pueblo, y el analfabeto en política y en instrucción, sólo puede llevarnos al error, al fracaso y al desastre.

Os exhorto, pues -añadió, para concluir-, a que nuestra obra reformadora tienda principalmente a cimentar las bases de un buen Gobierno. Debemos percatarnos de las maldiciones del pueblo y no olvidar que los ojos de la Historia están pendientes de nuestros actos.

Después se anunció que iba a procederse a la elección de nueva Mesa Directiva y, tras un ligero debate sobre el mismo punto, se recogieron las cédulas respectivas, Verificado el escrutinio, resultaron electos los siguientes delegados:

Para Presidente, el ciudadano general Roque González Garza.

Primer Vicepresidente, ciudadano general Otilio Montaño.

Segundo Vicepresidente, ciudadano licenciado Antonio Díaz Soto y Gama.

Secretarios, ciudadanos Palacios, Moreno, Briones, Quevedo, y Lecona.

Invitados los electos a que tomaran posesión de sus cargos, así lo hicieron y se levantó la sesión, anunciándose que por haber asuntos urgentes de que tratar, se encarecía a los presentes la mayor puntualidad, a fin de que concurrieran la tarde de ayer domingo, a las 4 p. m.
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