Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión celebrada la tarde del día 16 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Segunda parte de la sesión celebrada el día 19 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha

CRÓNICAS Y DEBATES
DE LAS SESIONES DE LA
SOBERANA CONVENCIÓN REVOLUCIONARIA

Compilador: Florencio Barrera Fuentes

SESIÓN CELEBRADA EL DÍA 19 DE OCTUBRE DE 1914 EN LA CIUDAD DE AGUASCALIENTES
Primera parte

SUMARIO

Aprobación del acta anterior, previas aclaraciones.- Aprobación de credenciales.- Protesta de honor de algunos delegados.- Se pide que se haga efectiva la neutralidad de la ciudad de Aguascalientes.- Con este motivo se presentan varias proposiciones que resultan desechadas.- Se ratifica el nombramiento de las personas que integran la Junta neutral de Gobierno, ciudadanos Avila, García Aragón y Fuentes D.- Se faculta a la Junta neutral para que por todos los medios procure asegurar el orden en la ciudad.- Discusión sobre la cesación de hostilidades, incluyendo diversas proposiciones de los ciudadanos delegados.- Discusión sobre la libertad de los reos políticos y providencias que se tomaron para evitar la expatriación de los ciudadanos Bonilla, Malváez, Llorente y otros.

PRESIDENCIA DEL C. GENERAL ANTONIO I. VILLARREAL


A las 10.20 a.m., con asistencia del número competente de ciudadanos delegados, según consta en la lista que previamente pasó la Secretaria, se abrió la sesión.

El C. secretario M. González dio lectura al acta de la sesión anterior; y, puesta al debate, el C. E. Ruiz pidió la palabra.

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano Ruiz.

El C. Ruiz:

Para suplicar respetuosamente al señor secretario que haga constar que estuve presente en la sesión, no estaba en el momento en que se. leyó la lista.

El C. Paniagua:

El sábado, cuando se suspendió la sesión y se alegaba que era con objeto de que los ciudadanos secretarios tuviesen el tiempo suficiente para hacer debidamente las actas, mi corazón se alborozó; porque creí que ahora, efectivamente, se nos iba a traer aquí una verdadera acta y no una minuta de aclaraciones, de rectificaciones, de mociones de orden, que mañana, cuando nuestros pósteros lleguen a leer las sesiones de esta Convención, no sabrán qué fue lo que se dijo aquí; porque eso de que pidió la palabra don Fulano para una aclaración y don Zutano para una moción de orden, o para una rectificación (siseos), creo allí no está la verdad histórica y yo pido que las actas sean verdaderamente el relato de lo que aquí sucede, de lo que se dice, y ¡sigan silbando las víboras!

El C. Hay:

Me permito decir al señor Paniagua que en las asambleas de esta índole los taquígrafos toman palabra por palabra, todo lo que los miembros de una Convención o de esta Asamblea dicen, sin excepción, es una copia taquigráfica. En las actas solamente se toma el resumen y se hacen ver las mociones y se hace ver quién tomó la palabra. A la historia pasará, palabra por palabra, todo lo que se ha dicho aquí; las actas no son más que el resumen, que tienen por objeto hacer aclaración de quién tomó la palabra y ver qué proposiciones se hicieron. Yo creo que sería una pérdida de tiempo, seguramente, al estar leyendo en un día todo, palabra por palabra, lo que se había dicho el día anterior, y sería asunto de nunca acabar; puede estar seguro el señor Paniagua que todo lo que se ha dicho, con la crítica debida o elogios que pudieran merecer los que han tomado la palabra en estos casos, se hará constar debidamente.

El C. Paniagua:

Creo que una acta es un documento oficial y que ese documento oficial debe recibir la sanción de aquel Cuerpo donde se levanta esa acta. Por eso creo que debe constar todo en las actas.

El C. secretario:

Continúa a discusión el acta.

El C. González Garza:

En sesiones pasadas, cuando respetuosamente solicité que fuera adicionada el acta con el discurso que pronuncié el día de la apertura de la Convención, el señor Paniagua fue uno de los primeros en oponerse, se opuso rotundamente; y unas cuantas horas han bastado para que dicho señor haya cambiado de parecer y ahora quiere que todas sus cosas se digan. Me alegro mucho que haya pensado bien ahora.

(Se aprueba el acta) A continuación se dio cuenta con el dictamen siguiente:

La Comisión Revisora de Credenciales, cumpliendo con su encargo y previo estudio de los documentos respectivos, somete a la deliberación y aprobación de esta honorable Asamblea, la siguiente proposición: Se aprueba la credencial del ciudadano Ramón V. Sosa en favor del ciudadano Encarnación T. León, para que lo represente en esta Asamblea.

El C. secretario:

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra?

El C. J. M. Garza:

Pido la palabra, en contra del dictamen.

El señor Sosa fue comisionado a Sonora y no ha perdido sus derechos en la Convención.

El C. Mancilla:

Ha perdido su voto y debemos aprovecharlo.

El C. secretario:

La Secretaría informa que hay otro documento del señor Sosa, al cual se le va a dar lectura, dice así:

Al ciudadano presidente de la Convención, en que manifiesta que teniendo que ausentarse para desempeñar una comisión, le ha conferido poder para representarlo al ciudadano Encarnación T. León.

Ramón V. Sosa.

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse ponerse en pie. Aprobado.

Las expedidas en favor de los ciudadanos Miguel Ramos y Luis M. Hernández, como representantes de los ciudadanos J. Amaro y Cecilio García.

(Puestas a discusión en lo particular estas dos proposiciones, sin debate fueron aprobadas sucesivamente en votaciones económicas)

En seguida el C. secretario dio lectura a la credencial expedida en favor del ciudadano Elfego Chargoy, por el ciudadano Vicente C. Salazar.

Está a discusión. ¿No hay quién pida la palabra?

El C. Obregón hizo uso de la palabra en contra y en vista de las razones que expuso, la Secretaría retiró el dictamen para pasarlo nuevamente a la Comisión Revisora de Credenciales.

Inmediatamente después se dio cuenta con las credenciales expedidas en favor de los ciudadanos Homero López y Alejandro Aceves por los ciudadanos C. J. Espino y Córdova y Anastasio Pantoja.

Puestas a discusión en lo particular estas proposiciones fueron aprobadas sucesivamente en votaciones económicas.

El C. secretario:

Se pone nuevamente a discusión la credencial expedida en favor del ciudadano Elfego Chargoy como representante del ciudadano Vicente C. Salazar.

El C. Obregón:

Pido la palabra.

Yo creo que la Mesa debe nombrar a dos médicos que reconozcan al señor y previo certificado de su delicada salud, debe concederse el permiso o no, y que esos médicos queden para que dictaminen sobre la salud de los que se hallen en casos semejantes.

El C. M. Contreras:

Todos los que integran esta honorable Asamblea saben que es un requisito para poder pedir una licencia o para no asistir aquí, se exija el certificado médico, y al pedir una solicitud el delegado que no va a venir, debe acompañar a esta solicitud el certificado. La Junta Revisora de Credenciales debe, pues, no aprobar esa licencia.

El C. Mariel:

Para expresar lo siguiente: que en caso de que el señor general Salazar se encuentre enfermo, se le conceda estar recluido en sus habitaciones por todo el tiempo necesario; pero no para ausentarse de Aguascalientes.

El C. Aguirre Benavides:

Reconozco que el señor Obregón tiene mucha razón, y que el señor representante del gobernador Riveros, también está en lo justo; así es que tiene que venir el certificado médico y retiraré yo mi dictamen; es decir, yo no, la Comisión.

El C. Obregón:

Yo sostengo que los médicos deben ser nombrados por el señor presidente, porque yo aseguro que traigo un certificado médico en que se haga constar que yo estoy tisis (Risas) Porque entre los médicos, como entre todos los gremios, hay perversos; deben ser nombrados, pues, por la Comisión o por la Mesa.

El C. secretario:

La Comisión Revisora de Credenciales pide permiso a la H. Asamblea para retirar su dictamen. Se pregunta si se concede este permiso. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Retirado.

El C. presidente ha tenido a bien nombrar a los señores delegados Fernández de Lara, Siurob y Miranda, para que pasen al Hotel París a visitar al señor general Vicente Salazar y rindan un certificado médico sobre el estado en que se encuentra.

El C. Mariel:

Para decir que el certificado debe concretarse a decir si es absolutamente indispensable que se ausente de la ciudad; porque si está enfermo, aquí en Aguascalientes puede curarse.

El C. secretario:

He dicho Fernández, pero es Gutiérrez de Lara. Los ciudadanos delegados que estén presentes y no hayan pasado a prestar la protesta, sírvanse pasar a hacerla.

El C. Eulalio Gutiérrez:

Está entre nosotros uno de los compañeros luchadores, que aunque creo tiene su representante aqui, es prudente que proteste; mi compañero y amigo el general Cesáreo Castro. (Aplausos)

El C. secretario:

Coronel Juan José Ríos.

El C. presidente:

¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Convención?

El C. Ríos:

Sí, protesto.

El C. presidente:

Si no lo hiciere, la Patria se lo demande.

El C. secretarío:

Coronel Homero López.

El C. presidente:

¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Convención?

El C. López:

Si, protesto.

El C. presidente:

Si no lo hiciere, la Patria se lo demande.

El C. secretario:

Capitán primero Encarnación T. León.

El C. presidente:

¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Convención?

El C. León:

Sí, protesto.

El C. presidente:

Si no lo hiciere, la Patria se lo demande.

El C. secretario:

Mayor Alejandro Aceves.

El C. Obregón:

Para una aclaración. El compañero que acaba de firmar, es el representante del general Sosa y el general Sosa ya había firmado la bandera. Yo pregunto si va a continuar haciéndose asi; ¿cada vez que haya un cambio de delegado, va a firmar también?

El C. presidente:

Ese debe ser el trámite: quien venga aquí como delegado, tiene que firmar.

El C. Obregón:

Pero habiendo ya firmado el poderdante, no tiene razón para hacerlo.

El C. Marino Valero:

Desde el príncipio de las protestas tomadas aquí, usted, con toda intención, reconocida por todos, ha dicho así: Protesta usted, y después: Si no lo hiciere, y la prensa dice: Si no lo hiciéreis, la Patria os lo demande, volviendo a los tiempos de eis y ois y tratamientos de esos que implican procedimientos de antes y esas cosas, y como la contestación de usted y la pregunta son altamente democráticas, propongo que se exija a la prensa que diga exactamente la verdad.

El C. presidente (dirigiéndose al ciudadano mayor Alejandro Aceves):

¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Soberana Convención?

El C. Alejandro Aceves:

Sí, protesto.

El C. presidente:

Si no lo hiciere, la Patria se lo demande.

El C. secretario:

General Cesáreo Castro, de la División del Noroeste. Está a discusión su personalidad. (Aplausos) ¿No hay quién pida la palabra? En votación económica se pregunta si se aprueba. Los que estén por la afirmativa, sírvanse poner en pie. Aprobada.

El C. presidente (dirigiéndose al ciudadano Castro):

¿Protesta usted por su honor de ciudadano armado cumplir y hacer cumplir las decisiones de esta Soberana Convención?

El C. Castro:

Sí, protesto.

El C. presidente:

Si no lo hiciere la Patria se lo demande. (Aplausos)

El C. Antonio de la Barrera:

Pido la palabra para una moción de orden. Pido que el representante del señor general Castro desocupe el salón, en vista de que está presente su representado.

El C. presidente:

¿El señor representante del general Castro está en el salón?

El C. representante del señor general Castro:

Esperaba solamente que hiciera la protesta mi general Castro, para pasar a ocupar un lugar en un palco. (Voces: ¡No, al foro!) (Aplausos)

A continuación se dio cuenta con la proposición que sigue:

La presentada por los ciudadanos Gregorio Osuna, Alvaro Obregón y cuatro representantes más, en que piden a esta Convención Soberana dé los pasos conducentes para que la neutralidad de esta plaza sea efectiva.

El C. Obregón:

Pido la palabra para apoyar la proposición.

Propongo a la honorable Asamblea que se autorice a la Mesa para que ella dé las órdenes necesarias para que quede neutralizada la ciudad de Aguascalientes.

El C. Chao:

Pido a la Mesa suplique a los delegados que firman esa proposición, den las razones en que se fundan para decir que no es neutral la población de Aguascalientes.

El C. Obregón:

Las razones que existen son que a muchos de los miembros de esta Asamblea se les han cometido ultrajes en la calle, fuera de la población y aun en la misma plaza, y creo que si la Mesa toma algunas medidas, podrá haber más garantías para los mismos delegados, y no se repetirán los casos a que me refiero.

El C. Murrieta:

Pido la palabra para apoyar lo dicho por el señor general Obregón.

Debo decir que yo he sido ultrajado en la plaza pública por algunos soldados ebrios; algunos de los compañeros estaban conmigo, entre ellos estuvo el ciudadano Marciano González, y no recuerdo quiénes más; al salir de la Convención algunos soldados ebrios nos pusieron la pistola en el pecho, obligándonos a decir que viviera Villa; no había necesidad, nosotros espontáneamente hemos dicho muchas veces que viva el general Villa.

El C. González Garza:

Pido la palabra.

El C. García Aragón:

La Junta Neutral de Gobierno ve que no tenemos más fuerzas que las que moralmente nos podrán dar los miembros de esta Convención; nuestro cargo necesita fuerzas para hacerse respetar y nosotros nos hemos atenido solamente a la buena voluntad de los convencionalistas aquí reunidos; si los soldados han faltado a sus deberes o los jefes que los tienen a su mando les permiten esas libertades, no está en nuestras atribuciones y necesitaríamos ponerle un gendarme a cada señor delegado para hacerlo respetar. (Voces: ¡No, no, no!) Porque hay policía; pero no son más que cien hombres para cuidar la población; y en cambio cada día traen veinte, quince, diez hombres de escolta cada uno de ellos. Estos mismos jefes deben evitar a sus soldados salir de sus cuarteles o tenerlos reducidos al orden y no permitir que haya una fuerza mayor en pugna contra una menor, como es la de den hombres para cuidar la ciudad.

El C. Ruiz:

Cuando se supo en esta población que iba a venir a tener lugar la Convención, muchos de los jefes que había en ella con fuerzas, salieron en el mismo día o días anteriores al en que llegaron los señores convencionalistas. Digo yo: ¿por qué no se haría lo mismo ahora que la Convención está en sus funciones y declarada Soberana, con los jefes con fuerzas que nada tienen que hacer aquí, que salgan de la población?

El C. Mancilla:

Para manifestar a la Mesa que yo también fui atacado en plena plaza de la población por un ebrio. Creí que sería un caso aislado, tanto más cuanto que no se conocía el grado de mi representado. Pero una vez que el caso mío no es el único, sino que hay varios, apoyo la proposición.

El C. Osuna:

Confirmando lo que se ha dicho, que es conocido de todos, debo relatar un hecho: yendo en un tranvía hace unos seis días, un grupo de individuos armados, pertenecientes, sin duda, a alguna escolta, pararon el tranvía pistola en mano, diciendo que no pasaba nadie; el motorista interrogó con buenas palabras cuánto tiempo iba a permanecer ahí y después de ver que íbamos varios delegados dijeron que cuando nos quitáramos de ese lugar; por fortuna no tardó mucho: hicieron a un lado sus caballos y pasamos. Esto expone a los delegados a tener un conflicto el día menos pensado, un conflicto callejero que sería altamente perjudicial y deshonroso para un hombre que viene con una misión más alta que ir a matarse con un borracho en la calle. Además, es un hecho conocido de todos, que a una hora de camino hay 18,000 hombres, pertenecientes a una de las Divisiones. Como es natural, estos individuos con mucha frecuencia vienen aquí, y aunque los señores delegados retiren hasta sus asistentes, siempre habrá afluencia aquí de fuerza armada, que por esta razón y la otra se suscitarían düicultades, quizá graves. Yo creo que está en nuestro derecho pedir y exigir que se neutralice esto, de tal manera, que estemos perfectamente tranquilos y seguros para tratar todos nuestros asuntos. Si por la vecindad de esta fuerza no fuera posible conseguirlo, tenemos otro medio muy sencillo: esta Convención, como Soberana que es, puede determinar cualquier otro lugar para ir a continuar sus sesiones allá. De ese modo estaremos seguros, estaremos tranquilos, nos dedicaremos a nuestros trabajos sin temor de ir a tener dificultades con un hombre que se encuentra fuera de sus sentidos por efecto del alcohol. Yo creo que es justo lo que pedimos y que debe dársele la debida importancia a nuestra petición.

El C. Jesús Garza:

Yo deseo, señor presidente, citar un hecho, pues se trata de un hecho en que ya no interviene el alcohol. Empieza el asunto en un disgusto entre un soldado y un oficial y se hace la bola y se aproximan oficiales villistas y con pistola en mano, al grito de ¡Viva Villa!, azuzan al soldado contra el oficial. Y en este hecho no intervino el alcohol.

El C. Chao:

Pido la palabra para una aclaración.

El señor compañero no está en lo cierto al decir que en la Convención habría villistas; hemos sentado el precedente de que ya no hay divisiones, por lo tanto, ya no hay villistas y no debe mencionarlos el señor delegado.

El C. Jesús Garza:

De las aclaraciones del señor Chao resulta que los que provocaron el escándalo y los que asaltaron a los señores delegados, obligándolos a que lanzaran vivas al general Villa, fueron soldados del señor general Villa y estaban en la estación; sus nombres no los pudimos averiguar, sencillamente tomamos el número de soldados que eran y el grado, para decir quiénes son los que al grito de ¡Viva Villa!, atropellaron. a los señores delegados.

El C. Chao:

Como pudieron decir viva Villa, podían haber dicho que viviera Hay u Obregón; todos los soldados tienen simpatías por sus jefes y pueden gritar vivas a ellos.

El C. Jesús Garza:

Puede ser; pero de la investigación resulta que los que atacaron en la estación eran jefes y soldados del general Villa.

El C. González Garza:

Siento y lamento, como el que más, que en esta Asamblea y en sesión pública se haya venido a tratar este asunto, que ha de ser desagradable para todos, máxime cuando en sesiones secretas se han tratado asuntos que bien pudieran ser tratados en sesión pública; pero ya que esto se ha tratado en este momento, sepan los firmantes que cuentan con el apoyo de los jefes de la División del Norte, que comprendemos lo sucedido, y sepan que no es la resultante del momento, sino la resultante del medio en que vivimos; en mi concepto, todo proviene de la venta de alcoholes.

Yo quisiera que se adicionara esa moción en el sentido de que serán severamente castigados los que se dediquen a la venta de alcohol. durante el tiempo que duren estas conferencias; yo, en nombre del jefe a quien represento, voy a hacer las gestiones conducentes con él, para que a la mayor brevedad posible los jefes de la División del Norte, aminoren lo más que sea posible el número de oficiales que traen consigo, para evitar estos trastornos; pero exijo la reciprocidad. El señor presidente de la Asamblea, el señor general Villarreal, ayer trajo consigo una enorme escolta de la División de Monterrey; estamos en igualdad de circunstancias; si tal cosa sucediera yo creo que la Patria estaría a una altura mucho más grande de la que está, pues por eso ellos han nombrado sus representantes, para venir a poner las cosas en su lugar, para venir a hacer esfuerzos sobrehumanos, para ver si logramos la redención de lo que más queremos, que es el pueblo, del que ellos forman parte.

El C. Marines:

Refiriéndome a lo que dice el señor González Garza, sería de desearse que no solamente aminoraran, sino retirarlos en lo absoluto, pues aminorando, pueden aminorar un poco, pues la palabra aminorar es tan extensa, que nosotros debemos preferir algo concreto y definido.

El C. Obregón:

Pido la palabra, señor presidente.

El C. presidente:

Tiene la palabra el ciudadano Obregón.

El C. Obregón:

Pido respetuosamente que, por conducto de la Secretaría, se vuelva a dar lectura a nuestra proposición, para que vea el señor Roque González Garza, cómo ahí no decimos que los jefes de la División del Norte no nos dan garantías o pedimos en ella garantías para nuestras personas, a los jefes de la División del Norte; ni pedimos que queden aquí las tropas del general Villarreal, ni que se vayan las de Fulano; nosotros hablamos en términos generales y yo propongo que se le den amplias facultades a la Mesa para que haga lo conveniente.

El C. Mariel:

Hasta este momento todos los señores que han tomado la palabra, ha sido para apoyar la petición. Desde luego yo creo que no hay discusión; que la Secretaría pregunte si estamos de acuerdo.

El C. secretario:

A petición del ciudadano Obregón, la Mesa, por conducto de la Secretaría, da lectura a la proposición. Dice así: (La leyó nuevamente)

El C. Siurob:

Como parece que toda la Asamblea está de acuerdo en que esta población no es neutral, yo creo que debemos abstenernos de discutirla y ya que a la Asamblea se le han dado facultades para procurar la neutralidad de la población, yo creo que se debe aprobar esta proposición.

El C. Villarreal:

Decía el señor delegado González Garza que yo traje una numerosa escolta de Monterrey, y en verdad que es algo considerable la escolta que traje; pero no la traje para que me diera protección en Aguascalientes, sino para que me diera protección en el camino. Yo entendía que era neutral esta ciudad y mi ánimo era devolver la escolta tan luego como llegara a Aguascalientes; pero me he encontrado con que no es neutral Aguascalientes; no obstante, estoy perfectamente dispuesto, aun antes de que se declare neutral y que se haga efectiva la neutralidad de esta ciudad a devolver la escolta y la devolveré a la mayor brevedad; pero la escolta que yo traje y la que hayan traído los demás delegados, resultan insignificantes para fuerzas mayores que pueden reunirse en los alrededores de Aguascalientes. La verdadera falta de neutralidad consiste en que muy cerca de Aguascalientes hay gran contingente de fuerzas y eso creo que debia ser lo que se evitara; yo quisiera que se nombrara una comisión que fuera a averiguar, efectivamente, qué fuerzas rodean a Aguascalientes, que nos hiciera saber si esas fuerzas vinieron aquí después de que se suspendieron las hostilidades, después de que se formó el Gobierno neutral de Aguascalientes y si deben seguir ahí, a pesar de que se haya declarado esa neutralidad.

Como no quiero perder tiempo, ni me gustar andar ocultando lo que pienso y lo que siento, hablaré con entera franqueza.

Se me ha dicho y tengo motivos para creerlo, que después de que se suspendieron las hostilidades, las fuerzas del general Villa avanzaron desde Zacatecas hasta muy cerca de Aguascalientes; se me ha dicho y creo que hay una fuerte grupo de esas fuerzas en Rincón de Romos y en otros lugares de la vía de aquí a Zacatecas.

Yo no considero que pueda existir la neutralidad en Aguascalientes mientras tengamos fuerzas a las puertas de Aguascalientes, y creo que la Asamblea debe pedir, hasta lograrIo, que se retiren psas fuerzas hasta el lugar en que se encontraban al suspenderse las hostilidades, o que saquemos a la Convención de Aguascalientes y la llevemos a un lugar neutral. (Aplausos)

El C. Orestes Pereyra:

Pido la palabra para una aclaración.

El C. González:

Pido la palabra.

El C. presidente:

Tiene la palabra para una aclaración el ciudadano Pereyra.

El C. Pereyra:

Si admitimos que hayan venido fuerzas después de declarada la neutralidad y están en Rincón de Romos, en ese caso no están más o menos que a igual distancia de aquí, porque en Las Canteras hay fuerzas de las de aquí, y tan cerca estarían unas como las otras.

Hago esa aclaración para las medidas que pueda tomar la Mesa.

El C. Villarreal:

Las fuerzas que estaban aquí, del señor Carranza, se retiraron para darle neutralidad a la ciudad de Aguascalientes; y en cambio, las fuerzas que estaban en Zacatecas avanzaron, siendo que la plaza de Aguascalientes estaba en poder del señor Carranza y no debía dominarse por las fuerzas de Zacatecas.

El C. Pereyra:

Pero el temor a las fuerzas tenía que ser lo mismo estando las fuerzas del Norte en Zacatecas, que es una distancia ocho veces mayor que la de aquí a Las Canteras, y no tan cerca como están las que se encuentran en este lugar, pues debían estar a tres veces más de la distancia que hay de aquí a Las Canteras.

El C. Obregón:

Yo quisiera que se hiciera esta declaración, porque el quedar las fuerzas de Zacatecas en Zacatecas, y las de Aguascalientes en Aguascalientes, quisiera saber por orden de quién se movieron esas fuerzas.

El C. Pereyra:

Cuando llegamos aquí procedentes del Norte, en Rincón de Romos ya había fuerzas; no era que se avanzaran de Zacatecas, entiendo que ya había fuerzas allí que estaban avanzadas, eran como escoltas del señor Urbina, que era el que estaba más avanzado.

Este asunto de que se trata, en otra ocasión, y hace algunos días, se trató; no recuerdo si con conocimiento de la Asamblea o en lo privado. Pero a propósito de eso existe un telegrama muy terminante del general Villa, como jefe de la División del Norte, en que explica las causas de por qué se había avanzado parte de esas fuerzas hasta Rincón de Romos; pero al mismo tiempo que explicaba las razones, nos daba garantías de que la neutralidad sería un hecho en esta población.

-El C. González Garza:

No parece sino que aquí, en el seno de esta Asamblea, quiérese que haya vientos de fronda. Es verdaderamente de extrañar la conducta del señor Villarreal, porque en mi presencia se ha tratado ese asunto en lo privado, y es tanto más de extrañar la actitud del señor Villarreal cuanto que habiendo estado aquí el señor Villa, no trató en la intimidad ese asunto, que ya parece va haciéndose enojoso.

Protesto contra la aseveración que ha hecho el señor Villarreal, es decir, que fuerzas de determinada División están amagando la ciudad; no están amagando: al señor Villarreal se le han dado seguridades de que esas fuerzas se movieron porque en Zacatecas hay carencia absoluta de elementos para sostener el ganado y la alimentación de las tropas, y tácitamente aceptó las razones.

Por otra parte, no debe echarse en saco roto la aclaración que ha hecho el señor general Villa, porque es cierta: si esas fuerzas han avanzado un tanto para acá, obedece a la razón que ha dado y, en segundo, a que en igualdad de circunstancias, están otras fuerzas que podemos llamar beligerantes.

Señores, creo que esta es una oportunidad para decirles a ustedes que debemos tener confianza en nosotros mismos, porque si empezamos por dudar de nuestro valor, si empezamos a dudar de las fuerzas que representamos, sencillamente estaremos perdidos; si las revoluciones triunfan y los ejércitos se hacen grandes y los gobiernos se establecen, es porque los hombres que dirigen esas revoluciones y llevan a la práctica los programas que ellos imponen y sustentan, es porque llevan la seguridad firme de hacer un bien; si no nos hemos congregado aquí para hacer el bien, para evitar derramamiento de sangre; nos hemos juramentado, sobre nuestra responsabilidad de hombres libres y soberanos caerá el anatema de la historia.

Es inútil andar dando vueltas a este asunto, sea más concreta en este caso la moción que se presenta y diga la Convención que en tantas leguas cuadradas no debe haber un solo soldado y nosotros somos los delegados para deliberar; pero no se aproveche una oportunidad para venir a hacer cargos injustificados, y, sobre todo cuando en el seno de la intimidad se han aclarado las paradas. Yo recomiendo a todos que tengan el criterio suficiente para dilucidar este asunto y vamos siendo uno solo para exigir la verdadera neutralidad de Aguascalientes; de otra manera, si perdemos la fe en nosotros mismos están perdidos los principios.

El C. De la Vega:

Apoyando lo que dice el señor González Garza, yo propondría a la honorable Asamblea que determinara a qué número de leguas cuadradas deben estar las fuerzas; porque nosotros hemos tenido, por decirlo así, la mala fortuna de presenciar un caso bastante desagradable: varios soldados nuestros han sido detenidos por las fuerzas del Sur, que, como dice el señor Villarreal, son de Carranza, por el solo hecho que son de la División del Centro y porque la División del Centro no ha estado en el papel en que ellos se han encontrado. Yo también pido a la honorable Asamblea que se determine el número de leguas cuadradas a que deben estar las fuerzas retiradas de la ciudad y de esa manera, señor presidente, no tendremos en lo sucesivo el tristísimo caso de que nuestros soldados se vean detenidos por otra fuerza, por el simple hecho de ser de la División del Centro.

El C. Saúl Gallegos:

La Asamblea es Soberana: no hay aquí fuerzas de Villa, ni de Carranza, ni de nadie: si la Asamblea dice: esto se hace, debe ordenar lisa y llanamente, bien podríamos ir a Chihuahua, bien podríamos ir a México o a cualquiera otra parte. Han reconocido a la Asamblea, tanto el señor general Villa como el señor general Carranza, y creo que en manos de ambos pudiéramos estar; solamente hay que evitar que los soldados cometan esos abusos que son indispensables en toda revolución. Yo tengo absoluta confianza en Chihuahua, aquí o en México; creo que se debe pedir a los jefes que tengan dominio sobre las tropas, y la Asamblea debe obtener lo que convenga para la seguridad de ella y reconvenir lo mismo a los soldados en lo particular.

El C. Eulalio Gutiérrez:

Pido la palabra. El espíritu mismo que antes vimos en esto, no es precisamente contra la Asamblea (murmullos, campanilla: voces: ¡Más orden!, ¡que no se hable tan quedo!), sino a muchos de los ultrajes que nuestros compañeros sufren, no por determinado número de soldados, sino en lo general de todos: se embriagan estos soldados y en la calle han quitado las insignias a un coronel o general: se trata de individuos que mañana pueden traer un percance bien lamentable: pero no crean ustedes que vamos a llegar a un caso tal que pueda llegarse a esas conclusiones, ni tampoco esto quiere decir que nos hayamos enojado, como dice el compañero González Garza; así es que vamos a tratar este asunto en lo particular y que se nombre en todo caso una comisión para que ella se encargue del arreglo de esto, en todos sentidos.

El C. Mariel:

Pido respetuosamente que se autorice a la Junta de Gobierno en este sentido para tener orden perfecto, y que ésta a la honorable Asamblea, que debe hacerse esto o aquello, para que se transmitan las órdenes al jefe correspondiente.

El C. Marines:

He notado que este asunto ha causado fricciones aquí. (Voces: ¡No, no!) Ligeras, pero las ha causado, y por esta razón quiero hacer esta declaración: las observaciones que se han hecho se dirigen especialmente a hacer estas ideas efectivas. Tenemos plena confianza en que tanto los jefes como los delegados que están aquí, están enteramente de acuerdo para hacer la paz; lo hemos visto en muchos actos que espontáneamente ha habido, en los cuales nos han revelado que en realidad todos estamos animados de los mejores deseos de hacer la paz; pero una cosa son los jefes, una cosa es cómo piensan los jefes y cómo se portan los jefes, y otra cosa es cómo piensan los soldados y cómo se comportan los soldados; porque generalmente son ignorantes y cometen errores. Por esta razón, al pretender pedir a tal o cual jefe, retírese allí y retírese allá, no queremos decir: tú estás mal intencionado; sino al soldado queremos decirle: tú, como ignorante, puedes cometer errores, de los cuales tú eres irresponsable y nuestras observaciones se dirigen especialmente a señalar ese hecho, de que habiendo soldados, estamos en manos de gente ignorante y se podría presentar el caso relatado por el señor Osuna y tener que luchar con un borracho o un ignorante.

El C. Berlanga:

Ya hace varios días que presenté una proposición a la Asamblea, relativa a que se ratifique o reconsidere el nombramiento que se dio a los miembros del Gobierno neutral militar, a fin de que la Asamblea pueda exigir responsabilidades a ese Gobierno. Yo iba a decir todo eso para apoyar mi proposición; pero no se le ha dado lectura.

El C. Obregón:

Pido la palabra.

El C. presidente;

Se le concede la palabra.

El C. Obregón:

Yo nunca he temido a los peligros conocidos; pero siempre he sentido mucho miedo por los peligros anónimos. Yo no desconfío de ninguno de los jefes y lo he comprobado; pero desconfio de algunos soldados de los que hay aquí, sin poder decir de quién son, porque no los conozco, bien pueden ser los míos; pero supongamos que mañana me encuentran dos soldados en la calle y pistola en mano me hacen bailar el cancán. ¿A quién hago responsable? ¿Al general Villarreal?

No, porque no sabemos de quién son. Mañana amenazan de muerte a un delegado en la calle y el general Villarreal dice que son soldados del general Robles y el general Robles dice que son de otro. El mal es que hay soldados de todos y no debe haber sino soldados de uno, y así hacerse responsable de las garantías en esta población, para que mañana digamos: mataron cinco delegados, es responsable el general H., porque es el encargado de vigilar el orden en esta ciudad. Yo no digo que se retiren las fuerzas de Fulano o de Zutano; que se nombre una comisión, se le den fuerzas y se hagan responsables; la comisión nombrada no tiene ninguna fuerza con que hacerse respetar y puede correr la misma suerte que los que estamos pidiendo garantías.

El C. Iturbe:

Yo tengo una proposición, que en concreto creo que resuelve la discusión. Suplico que se lea la proposición.

El C. García Aragón:

Pido la palabra.

El C. Mariel:

Para una moción de orden. Para arreglar este asunto, no podemos pasar a otro.

El C. Iturbe:

Es enteramente la misma proposición.

El C. García Aragón:

Para una aclaración.

El C. secretario:

La Mesa ha acordado se dé lectura a la siguiente proposición:

La presentada por el ciudadano Iturbe, en que pide que salgan de esta ciudad las escoltas de los jefes que se encuentran en ella.

A la Comisión de Guerra.

El C. Berlanga:

Pido la palabra para una moción de orden.

El C. García Aragón:

Hay una moción anterior del compañero Iturbe.

Hay una responsabilidad sobre la Junta Neutral de Gobierno que está nombrada ya hace muchos días, como dijo el señor Berlanga; está ahí una moción presentada para que se nos autorice debidamente, pues todavía no estamos reconocidos por esta Asamblea como Junta de Gobierno; no se consideró de interés, lo dejaron transcurrir y ahora se nos inculpa que no cumplimos. Nosotros no tenemos ninguna fuerza ni moral ni material, ni autorización de esta Asamblea para poder proceder, y hemos estado tratando de conciliar los elementos, procurando hacer labor patriótica.

El C. Dionisio Triana:

Las fuerzas que están aquí, desde el momento que se mandaron suspender las hostilidades, bien podria la Convención mandarlas a Rincón de Romos, sin ningún peligro.

El C. Ruiz:

Pido la palabra.

El C. Mariel:

Para una aclaración. ¿Qué cosa está a discusión, la proposición anterior, o ésta, o las dos?

El C. secretario:

La Mesa informa a la honorable Asamblea, por conducto de de la Secretaría, que está a discusión la proposición primera; solamente se dio lectura a la moción segunda.

El C. Ruiz:

Tengo la palabra.

Aquí, señores, no es cuestión de desconfianza a ninguno de los jefes de las fuerzas; nos lo han demostrado los hechos, hemos escuchado juramentos de que sabrán cumplir con los acuerdos de la Asamblea; ya se ha dado responsabilidad moral a esta Convención y ello bastará para darle autoridad, y para ello debemos comenzar nosotros por que se dé una responsabilidad efectiva, y para esto, yo creo, señores, que hay una proposición del señor general Obregón, en que se trataba eso.

El C. Mariel:

Pido que el orador se concrete a lo que estamos discutiendo.

El C. Ruiz:

A eso voy. Se trata, señor, de la formación de un juicio, estamos en eso; hay una división entre los generales, y se trata de la formación de un consejo de guerra; yo propondría que para solucionar las dificultades que se presentaran, se nombrara un consejo de guerra, salido de esta Convención, que tuviera como apoyo el acuerdo de la Asamblea, y que ese acuerdo fuera ...

El C Mariel:

Esa proposición, la que dice el señor, debe ser por escrito.

El C. Ruiz:

Ese consejo de guerra resolvería todos los asuntos, grandes y pequeños.

El C. secretario:

La Mesa suplica al señor Ruiz se sirva hacer por escrito esa proposición.

El C. Ruiz:

Ya dije que la tengo presentada por escrito y que consta de cuatro artículos, haciendo constar eso.

El C. García Aragón:

Yo quiero que antes de la aprobación de cualquiera proposición del señor por parte de la Asamblea, se retire o se reconozca la Comisión de Gobierno que hay, o se la autorice.

El C. Hay:

Pido la palabra.

Yo les suplicaría a los señores delegados firmantes de la proposición que está discusión, que la retiraran, mientras se reconoce oficialmente el gobierno neutral; una vez que esté reconocido ese gobierno neutral de Aguascalientes, entonces ese gobierno podrá hacer las mociones y proposiciones en el sentido indicado, para que sean aprobadas o rechazadas por esta Asamblea.

Índice de Crónicas y debates de la Soberana Convención Revolucionaria Recopilación de Florencio Barrera FuentesSesión celebrada la tarde del día 16 de octubre de 1914 en la ciudad de Aguascalientes Segunda parte de la sesión celebrada el día 19 de octubre de 1914 en la ciudad de AguascalientesBiblioteca Virtual Antorcha