Índice de Mi historia militar y política 1810-1874 de Antonio López de Santa AnnaCapítulo XXIIICapítulo XXVBiblioteca Virtual Antorcha

MI HISTORIA MILITAR Y POLÍTICA
1810-1874

Antonio López de Santa Anna

CAPÍTULO XXIV

DESEMBARCO EN CAMPECHE. LOS ENEMIGOS POLÍTICOS ME ESCARNECEN. PRISIÓN EN LA FORTALEZA DE ULÚA


En Campeche mis enemigos políticos ¡cuán miserables se mostraron! Al pisar el muelle rodeáronme de soldados como a un temido facineroso y así me llevaron por las calles principales, según se hacía con los prisioneros de guerra en la Edad Media, hasta llegar a un cuartel, donde me encerraron rodeándome de centinelas. El pueblo presenciaba silencioso el bárbaro espectáculo, absteniéndose con su buen sentido de todo exceso a que se le empujaba por los mal intencionados.

Incomunicado y sin alimentos día y medio, deseaba saber lo que daba lugar a tanto maltrato. Sabedor de mi situación, un español, dueño de una fonda, se acomidió a enviarme de comer con uno de sus mozos. De la misma comida participé a Vidal y Rivas, encerrado en otro cuarto.

Atormentado así dos meses, trasladáronme a un pailebot armado para ser conducido a Veracruz, a disposición de Juárez. Cuatro horas antes fui sorprendido con la vista de mi amada esposa, acompañada de sus dos hermanos. Al encontrarme en tan infeliz situación, su sensibilidad se conmovió fuertemente ... había sufrido mucho en la navegación y necesitaba tiempo para reponerse; mas no fue posible conseguir la suspensión de mi embarque ni por dos horas, y para poder seguirme se embarcó como estaba. En la navegación, mi esposa, con lágrimas en los ojos, me contó que considerando indispensable un salvo conducto para verme, ocurrió a Juárez, cuya vista la horrorizo al oírle decir: Señora, llegará usted tarde.

En el puerto de Veracruz nos separaron para trasladarme a Ulúa, donde los cerrojos de una fétida mazmorra guardaron mi persona; no había un escaño en qué sentarse, y menos alimentos. Uno de mis cuñados tuvo la previsión de llevarme de Veracruz dos sillas, un catre y una mesita, único utensilio que tuve a mi servicio en aquella mansión. En cuanto a alimentos, si mi hijo Manuel no llega en mi auxilio tan oportunamente, mis carceleros me dejan morir de hambre. Mi hijo contrató mi comida con el cantinero de la fortaleza, quien cuidaba de enviármela diariamente. También proveía a Vidal y Rivas, encerrado en otra mazmorra.

Índice de Mi historia militar y política 1810-1874 de Antonio López de Santa AnnaCapítulo XXIIICapítulo XXVBiblioteca Virtual Antorcha