Índice de Mi historia militar y política 1810-1874 de Antonio López de Santa AnnaCapítulo XVIICapítulo XIXBiblioteca Virtual Antorcha

MI HISTORIA MILITAR Y POLÍTICA
1810-1874

Antonio López de Santa Anna

CAPÍTULO XVIII

REVOLUCIÓN EN NUEVA GRANADA. PROYECTO DE IMPERIO EN MÉXICO. INTERVENCIÓN EUROPEA. REGENCIA. LOS FRANCESES ME EXPULSAN DE LA PATRIA. QUEJA AL EMPERADOR NAPOLEÓN. SU RESPUESTA


La revolución en Nueva Granada apareció como estaba anunciada, acaudillada por el general don Tomás C. de Mosquera; ella fue dilatada y sangrienta. En espera de su conclusión y del restablecimiento del orden pasé en St. Thomas más de cinco años.

En tal expectativa comenzaron los anuncios de una intervención europea en México para restablecer el imperio: señalábase de emperador al archiduque de Austria, Maximiliano Habsburgo, bajo la protección de Francia, Inglaterra y España, todo en conformidad con la solicitud de la agencia mexicana. La novedad ocupó toda mi atención y excitó mi curiosidad vivamente; y tanto, que en principios de febrero de 1864 emprendí viaje para México.

Al anclar en el puerto de Veracruz el paquete inglés donde navegaba, un coronel francés, titulándose gobernador de la plaza, se presentó en cubierta; seguíanlo un ayudante y su secretario. De la entrevista que tuvimos resulto el diálogo siguiente:

- ¡General!, ¿tendréis la bondad de hacerme conocer la mira de vuestro viaje a este país?

- No hay inconveniente, regreso a mi patria en uso del derecho que el hombre tiene para vivir donde nace.

- Bien, pero es necesario mostrar adhesión al imperio y al emperador.

- ¿De qué imperio y emperador se trata?

- ¡Cómo! ¿Ignoráis que el archiduque Maximiliano ha sido llamado y reconocido emperador por los mexicanos y que tres grandes potencias lo sostendrán?

- Algo he oído y ya en el país quedaré mejor impuesto ... Ahora me preocupa la situación de mi esposa, excesivamente mareada, y quiero desembarcar pronto. En cuanto a mi manejo puedo asegurar que acataré siempre la voluntad de mi nación y las leyes que dictare.

- Pues bien, asentad vuestro nombre en este libro -que su secretario presentaba-. Firmé.

Los periódicos de la capital anunciaron mi regreso al país con el agregado: Ha reconocido la intervención y el imperio.

Había una regencia establecida, el gobierno que todos reconocían; y como el deber me exigía, a él me dirigí, participándole mi llegada. El general Bazaine, general en jefe del ejército francés, se molestó porque a él no hice igual cumplimiento, y abusando de la fuerza dispuso expulsarme. Una fragata de vapor francés me condujo a La Habana.

Dos meses estuve en acecho de las ocurrencias de México y fui sabiendo la disolución de la triple alianza, el reembarco del ejército español, y la espléndida recepción en la capital al archiduque Maximiliano, reconocido emperador en todo el país: la República convertida en Imperio bajo la protección de la Francia.

El procedimiento irregular, escandaloso, del mariscal francés relativo a mi persona, púselo en conocimiento de su gobierno, pidiendo la satisfacción correspondiente de tamaña violencia.

El emperador Napoleón tuvo la atención de hacerme saber por medio de una esquela particular, su disgusto por la falta a mi persona del mariscal Bazaine; y en cuanto a mi solicitud, la pasaba al emperador mexicano para la providencia que juzgara conveniente. De mi demanda no volví a saber.

Al archiduque Maximiliano, titulado emperador mexicano, no le merecí ni el cumplimiento de invitarme a regresar al suelo natal. Mis amigos me escribían: no inspira usted confianza a los imperialistas; recuerdan que usted derribó el trono de Iturbide y proclamó la República.

Convencido de que no sería llamado a la patria, regresé a St. Thomas.

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