Índice de Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros de Lucas AlamánCapítulo I - Primera parteCAPÍTULO II - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha

REVOLUCIÓN DEL CURA MIGUEL HIDALGO
HASTA LA MUERTE DE ÉSTE Y DE SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPITULO I
Segunda Parte

Prision de Arias y del corregidor de Querétaro.- El alcalde de corte Collado va a Querétaro a formar la causa de los conspiradores.- Decídese Hidalgo a comenzar la revolución.- Principio de esta en Dolores.- Prision de los europeos.- Diríjese Hidalgo a S. Miguel.- Grito de guerra.- Entra Hidalgo en S. Miguel.- Saqueo.- Unesele el regimiento de caballería de la reina.- Intimacion a Celaya.- Entra Hidalgo en esta ciudad y es proclamado general.- Reune el Virrey tropas en la capital.- Marcha Flon a Querétaro.- Pónense sobre las armas las brigadas de S. Luis y Guadalajara.- Marchan a sus puestos el intendente de Valladolid y el coronel de aquel regimiento provincial.- Formacion de los cuerpos de patriotas de Fernando VII.- Abolicion de los tributos.- Excomulga el obispo de Michoacan a Hidalgo y sus secuaces.- Edicto de la inquisicion.- Manifiestos y proclamas de varias corporaciones y particulares.- Ofrece el Virrey premio a los que entregasen a Hidalgo y sus compañeros.- Protestas de fidelidad.- Fuerza y denominacion de los partidos contendientes.- Fin de la causa de los conspiradores de Querétaro.


Este (el Virrey), aprobó todo cuanto se habia hecho y previno se siguiesen las actuaciones, entre tanto llegaba el alcalde de corte D. Juan Collado, nombrado ya regente de Caracas, a quien habia comisionado para seguir las causas.

Dícese que habiendo consultado el Virrey Venegas sobre lo ocurrido en Querétaro con el regente de la audiencia Aguirre, como se le habia prevenido en Cádiz lo hiciese en todas materias, aquel magistrado creyó que con esta providencia bastaria, engañándose acaso por la facilidad con que habia sido reprimido el primer intento de independencia con solo la prision de Iturrigaray, o por el bajo concepto que tenia del carácter de los mexicanos, lo que hizo desechar el mas prudente consejo del coronel D. Miguel de Emparan, quien propuso al Virrey marchar él mismo inmediatamente a Querétaro con su regimiento de dragones de México: esta sola fuerza hubiera quizá bastado para ahogar la insurreccion en su principio.

Desde entónces no parece que Venegas confiase mucho en la opinion y consejos de Aguirre, siendo esta la última vez que figuró en lo político, habiendo muerto poco despues, a lo que no contribuyó poco el ver el progreso de la revolucion, que tanto empeño habia tenido en evitar (1).

En Querétaro, en las primeras declaraciones que se tomaron a los reos, todos estuvieron negativos a excepcion del Lic. Parra que pidió papel para formar apuntes; Tellez en el careo con Arias se fingió loco; haciendo que tocaba el piano y no contestando a nada acorde; al corregidor no se le tomó oeclaracion, pero sí se le hizo abriese las cartas que habian venido para él por el correo, ante el regidor D. Antonio de la Cárcova y al retirarse éste, dió el corregidor ocultamente un papel pequeño al escribano de cabildo D. Pedro Patiño Gallardo, que habia actuado en la diligencia, para que lo entregase a su mujer, el cual presentado a esta y abierto por la hija mayor del corregidor, se vió que le prevenia que si le tomaban declaracion, no confesase nada (2); en este estado se hallaban las causas, cuando llegó a Qucrétaro el comisionado Collado (3).

Miéntras en Querétaro pasaba lo que se acaba de referir, Allende en S. Miguel, recibido el aviso de Guanajuato de haber sido delatada la conspiracion por Garrido, dejó con un ligero pretexto la partida de malilla en que se entretenia en casa del mayor de su cuerpo Camuñez, y salió al camino a interceptar la órden para su prision, siguiendo luego ocultamente y en toda diligencia a Dolores a informar a Hidalgo de lo que ocurria, habiendo permanecido juntos la noche del 14 en que Allende llegó y todo el dia 15 de Septiembre, sin resolverse a nada (4).

Era subdelegado de Dolores D. Nicolás Fernandez de Rincon, mexicano, en cuya casa se hallaba alojado D. Ignacio Diez Cortina, español, que habia llegado a aquel pueblo once dias antes a encargarse de los diezmos de aquella jurisdiccion, en lo que habia tenido grande empeño el cura Hidalgo que era amigo de su familia, y le habia instado para su pronta venida, saliendo a recibirlo hasta la hacienda de la Erre, en la que le dispuso expléndida comida y le condujo en su coche hasta el pueblo.

Concurrian por las noches en casa de Rincon el cura y los vecinos principales del pueblo, que eran casi todos europeos y formaban partida de mus y otros juegos de cartas; el cura tenia la suya de malilla con Da. Encarnacion Correa (5), con quien habia casado Cortina hacia pocos dias, y con Da. Teresa Cumplido, esposa del subdelegado, personas todas a quienes trataba con la mas estrecha amistad.

El 15 Por la noche estando jugando con estas señoras, le avisaron a las diez que lo buscaba una persona que queria hablarle en el zaguan al que bajó; despues de un corto rato volvió y siguió su partida hasta las once que tenia costumbre de retirarse, y al hacerlo pidió a Cortina le prestase doscientos pesos, los que este hizo le entregase su mujer, que le llevó a tomarlos a la pieza en que estaba guardado el dinero del diezmo.

Aldama, que salió de S. Miguel apresuradamente luego que recibió el aviso que la corregidora de Querétaro mandaba a Allende con Ignacio Perez, llegó a Dolores a las 2 de la mañana del dia 16 y se fue en derechura a casa de Hidalgo; este se habia recogido, pero habiendo hablado Aldama con Allende, entraron ambos a su recamara a instruirle de lo que pasaba (6).

El cura se incorporó, mandó se sirviese chocolate a Aldama, y oyendo mientras se vestia la relacion que este le hizo, al calzarse las medias le interrumpió diciendo: caballeros, somos perdidos, aquí no hay mas recurso que ir a coger gachupines.

Horrorizado Aldama con tal idea le replicó: Señor, ¿qué va V. a hacer ...? por amor de Dios que vea lo que hace, y se lo repitió dos veces; pero la resolucion de Hidalgo estaba tomada, y de acuerdo con su hermano D. Mariano y D. José Santos Villa a quienes hizo llamar, salió de su casa con estos, con Allende y Aldama y diez hombres armados que tenia en su casa, se dirijió a la cárcel e hizo poner en libertad a los reos, amenazando con una pistola al alcaide que lo resistia, con lo que se reunieron hasta ochenta hombres, que se armaron con las espadas de las compañías del regimiento de la Reina, cuyo cuartel franqueó el sargento Martinez reuniendo los soldados que pudo; Allende y Aldama fueron a casa del subdelegado Rincon y haciéndola abrir, lo prendieron; pasaron en seguida a la habitacion que en la misma casa ocupaba Cortina con su mujer, entraron en la recamara en que dormian y despertando Cortina con sobresalto, le intimó Allende que se diese preso a la nacion, mas queriendo aquel tomar sus pistolas, Rincon, a quien llevaban maniatado, le dijo que toda resistencia era inútil y que con ella no haria mas que perderse: entraron inmediatamente a la pieza de donde Hidalgo habia sacado los 200 pesos que pidió a Cortina y tomaron todo lo que habia, y la gente que acompañaba a Allende saqueó tan completamente la habitación de Cortina, que no le dejaron a él y a su esposa mas que la ropa que tenian puesta.

El cura hizo tocar mas temprano de lo regular a una misa que se decia en aquel pueblo en la madrugada de los dias de fiesta, para que siendo domingo, la gente comenzase a reunirse. El P. sacristan mayor de la parroquia D. Francisco Bustamante, español, que ignorante de lo que pasaba iba a decir la misa, fue aprehendido por el padre D. Mariano Balleza que era vicario, quien le quitó las vestiduras sagradas que habia empezado a ponerse y lo llevó a la cárcel.

El pueblo, puesto ya en conmocion, corria a saquear las casas de los españoles y a conducirlos a la cárcel, y unos hombres que pocas horas antes habian estado en la misma sala de diversion con su cura, a quien trataban con intimidad y con quien muchos tenian las relaciones de compadrazgo, tan comunes en los pueblos con el párroco; se veian por órden de este privados de su libertad, despojados de sus bienes, y arrancados del seno de sus familias, para ser conducidos a la prision de donde acababan de salir los criminales.

El cura mandó entonces juntar a los principales vecinos y estando reunidos les dijo: Ya vds. habrán visto este movimiento; pues sepan que no tiene mas objeto que quitar el mando a los europeos, porque estos, como vds. sabrán, se han entregado a los franceses y quieren que corramos la misma suerte, lo cual no hemos de consentir jamas, y vds. como buenos patriotas, deben defender este pueblo hasta nuestra vuelta que no será muy dilatada, para organizar el gobierno. Los vecinos se retiraron sin dar respuesta alguna.

En vez de dirigirse Hidalgo con la gente que habia reunido del mismo pueblo de Dolores y de los otros y haciendas inmediatas, que ascendia a unos 300 hombres, a Guanajuato como en aquella ciudad se temió, marchó a San Miguel el Grande el mismo dia 16 en que dió principio a la revolucion con Allende, Aldama y Abasolo, aunque este último no tuvo parte en el acto del pronunciamiento. Dejó en libertad al subdelegado Rincon a quien hizo salir en el dia para Valladolid, y al P. Bustamante que despues se refugió a Querétaro. A todos los demas españoles en número de diez y siete, los llevó consigo montados en las mulas de recua que Cortina acababa de comprar para servicio del diezmatorio, a la manera que se acostumbra conducir a los criminales de la mas baja ralea. La esposa de Cortina, solicitó con empeño ver al cura en aquel día, para obtener alguna mas comodidad en favor de su marido, sin poder conseguir hablarle. El capitan D. José Antonio Larrinúa, que recibió una herida grave en la cabeza queriendo escapar en el acto de prenderlo en la puerta de su casa (7), debió la vida a este accidente, pues se le dejó en Dolores a curarse, y pudo salvarse uniéndose al ejército de Calleja cuando pasó por aquel lugar, mientras que todos sus compañeros perecieron despues en Guanajuato.

Al pasar por el santuario de Atotonilco, Hidalgo, que hasta entónces no tenía plan ni idea determinada sobre el modo de dirijir la revolución, vió casualmente en la sacristía un cuadro de la vírgen de Guadalupe, y creyendo que le sería útil apoyar su empresa en la devocion tan general a aquella santa imagen, lo hizo suspender en la asta de una lanza, y vino a ser desde entónces el lábaro o bandera sagrada de su ejército.

Heme detenido de propósito en contar menudamente todos los pormenores de la conspiracion de Querétaro y del principio de la revolucion que a consecuencia de aquella comenzó el cura Hidalgo, sin omitir ni aun algunas circunstancias que podrán parecer triviales e insignificantes, porque estos hechos no han sido referidos hasta ahora con verdad y exactitud, antes bien ha habido empeño particular en desfigurarlos de tal manera, que han resultado inconócibles. D. Carlos Bustamante, el historiador por excelencia de la revolucion, pasa tan ligeramente sobre todos los sucesos de Querétaro, que ni aun nombra a Arias que hizo en ellos tan principal papel, y la prisión del corregidor la atribuye a una faccion de europeos, capitaneados por el alcalde Ochoa (8).

A esta alteracion de la verdad de la historia se debe sin duda el que la República mexicana haya escogido para su fiesta nacional el aniversario de un dia que vió cometer tantos crímenes, y que date el principio de su existencia como nacion de una revolucion que proclamando una superchería, empleó para su ejecucion unos medios que reprueba la religion, la moral fundada en ella, la buena fé base de la sociedad, y las leyes que establecen las relaciones necesarias de los individuos en toda asociacion política.

El congreso consagrando, con la solemnidad de la funcion del 16 de Septiembre, la infraccion de estos principios, ha presentado a la nacion como modelo plausible, lo que no debe ser sino objeto de horror y de reprobacion, y ofreciendo como heroicidad el ejemplar de esta revolucion, ha abierto la puerta y estimulado a que se sigan tantas y tantas de la misma naturaleza, que con ellas se ha llegado al punto de extinguir toda idea de honor, de probidad y de obediencia, haciendo imposible la existencia de ningun gobierno, ni el ejercicio de ninguna autoridad.

En el plan de la revolucion siguió Hidalgo las mismas ideas de los promovedores de la independencia en las juntas de Iturrigaray. Proclamaba a Fernando VII; pretendia sostener sus derechos y defenderlos contra los intentos de los españoles que trataban de entregar el pais a los franceses dueños ya de España, los cuales destruirian la religion, profanarian las iglesias y extinguirian el culto católico. La religion pues hacia el papel principal, y como la imagen de Guadalupe es el objeto preferente del culto de los mexicanos, la inscripcion que se puso en las banderas de la revolucion fue: Viva la religion. Viva nuestra madre santísima de Guadalupe. Viva Fernando VII. Viva la América y muera el mal gobierno; pero el pueblo que se agolpaba a seguir esta bandera, simplificaba la inscripcion y el efecto de ella gritando solamente Viva la Vírgen de Guadalupe y mueran los gachupines. ¡Reunion monstruosa de la religion con el asesinato y el saqueo; grito de muerte y de desolacion, que habiéndolo oido mil y mil veces en los primeros dias de mi juventud, despues de tantos años resuena todavía en mis oidos con un eco pavoroso

No es extraño que en un pueblo en que por desgracia, la religion estaba casi reducida a meras prácticas exteriores; en que muchos de sus ministros, particularmente en las poblaciones pequeñas, estaban entregados a la vida mas licenciosa; cuando el vicio dominante en la masa de la poblacion es la propension al robo, hallase tan fácilmente partidarios una revolucion cuyo primer paso era poner en libertad a los criminales, abandonar las propiedades de la parte mas rica de la poblacion a un ilimitado saqueo, sublevar a la plebe contra todo lo que hasta entónces habia temido o respetado, y dar rienda suelta a todos los vicios, prodigando como luego se hizo los grados militares, y abriendo un campo vastísimo a la ambicion de los empleos.

Así es que en todos los pueblos hallaba el cura Hidalgo una predisposicion tan favorable, que no necesitaba mas que presentarse para arrastrar tras de sí todas las masas; pero los medios que empleó para ganar esta popularidad, destruyeron en sus cimientos el edificio social, sofocaron todo principio de moral y de justicia, y han sido el orígen de todos los males que la nacion lamenta, que todos dimanan de aquella envenenada fuente.

A medida que Hidalgo en esta y las siguientes marchas atravesaba los campos y las aldeas, se le iba juntando gente que formaba diversos grupos ó pelotones, que por banderas ataban en palos o en carrizos mascadas de diversos colores, en que fijaban la imagen de Guadalupe que era la enseña de la empresa, la que tambien llevaban por distintivo en el sombrero todos los que se adherian al partido (9).

Los vaqueros y demas gentes de a caballo de las haciendas, casi todos de las castas, formaban la caballería, armada con las lanzas que Hidalgo habia hecho construir de antemano, y con las espadas y machetes que estos mismos hombres acostumbraban llevar en sus trabajos ordinarios; muy pocos tenian pistolas o carabinas. La infantería la formaban los indios, divididos por pueblos o cuadrillas, armados con palos, flechas, hondas y lanzas, y como muchos llevaban consigo sus mujeres e hijos, todo presentaba el aspecto mas bien de tribus bárbaras que emigraban de un punto a otro, que de un ejército en marcha. Los caporales y mayordomos de las haciendas que habian tomado partido, hacian de jefes de la caballería; a los indios los mandaban los gobernadores de sus pueblos o los capitanes de las cuadrillas de las haciendas (10), y muchos no llevaban armas ningunas, no yendo prevenidos mas que para el saqueo.

A la gente de a caballo se le pagaba un peso diario a cada hombre y cuatro reales a los de a pié, pero como no se hacian nunca revistas ni habia un alistamiento formal, se cometian en esto los mayores robos y desórdenes, aunque se estableció una tesorería a cargo de D. Mariano Hidalgo, hermano del cura. Este no se ocupaba de las provisiones y medios de subsistencia de esta muchedumbre desordenada. En la mitad de Septiembre en que tuvo principio la revolucion, los maices están ya maduros en los campos, y en aquella época de riqueza y prosperidad para la agricultura, en especial en la opulenta provincia de Guanajuato, las haciendas abundaban en ganados y en toda clase de mantenimientos.

Desgraciada la finca de europeo por la que acertaba a pasar Hidalgo con su ejército; a la voz tremenda de Viva la vírgen de Guadalupe y mueran los gachupines, los indios se esparcian en los maizales y la cosecha quedaba bien presto levantada; se abrian las trojes, y las semillas guardadas en ellas, en momentos desaparecian; las tiendas que casi todas las haciendas tenian, quedaban despojadas hasta de los armazones; matábanse todos los bueyes que eran menester, y si habia algun pueblo de indios inmediato, hasta lo material del edificio era destruido, para aprovecharse de las vigas y las puertas (11).

Las haciendas de los americanos en los principios de la guerra sufrieron ménos, pero en el progreso de ella, todas fueron tratadas del mismo modo.

El cura Hidalgo llegó a S. Miguel el Grande con la gente que le seguia y que a cada paso se aumentaba, al anochecer del 16 de Septiembre y entró sin resistencia en aquella rica é industriosa poblacion; en aquella noche y el dia siguiente, fueron saqueadas las casas de los europeos y reducidos estos a prision: Berrio, Isasi y Landeta, para con quienes Allende y Aldama tenian tan grandes motivos de reconocimiento, no fueron mejor tratados que los demas, y con el subdelegado Bollogin y el mayor Camuñez, fueron destinados a aumentar la cuerda de españoles presos que iba siguiendo al ejército y cuya custodia se encargó a D. Juan Aldama (12); el mismo Hidalgo desde el balcon de la casa de Landeta, tiraba al pueblo las talegas de pesos gritando: cojan hijos, que todo es suyo; los criminales que estaban en la cárcel fueron puestos en libertad, y como lo que se hizo en S. Miguel con estos y con los europeos, fue lo mismo que se practicó en cuantas poblaciones entraron Hidalgo y los suyos, omitiré repertirlo, dándolo por supuesto.

Aquí se le reunió todo el regimiento de caballería de la Reina, predispuesto para ello por los capitanes y subalternos, sin que hiciese esfuerzo para estorbarlo el coronel D. Narciso María de la Canal, que aunque no tomó parte directa en la revolución, no parece que la ignorase ni desaprobase; pero como los capitanes de aquel cuerpo eran los jefes de ella y luego se declararon generales, los sargentos pasaron a oficiales, y así quedó desorganizado en gran parte el regimiento: tambien cogió Hidalgo en este punto una remesa de pólvora que iba de México, destinada a las minas de Guanajuato.

Desde S. Miguel siguió Hidalgo rodeando la Sierra de Guanajuato con direccion al Nordeste, quizá porque su objeto era ocupar a Querétaro, donde tenia tantos partidarios; al paso por Chamacuero prendió al cura, que era europeo, y el jueves 20 de Septiembre se presentó delante de Celaya. Al acercarse a esta ciudad, dirigió Hidalgo al ayuntamiento una intimacion firmada por él mismo y por Allende, en que amenazaban mandar degollar a setenta y ocho europeos que conducian presos de Dolores y S. Miguel, si se intentaba hacer alguna resistencia (13).

No teniendo fuerzas para oponerse a su entrada, ni pudiendo esperar auxilios de Querétaro no obstante haberlos pedido con instancia, el subdelegado Duro, el coronel del regimiento provincial de infantería de aquella ciudad D. Manuel Fernandez Solano, y los europeos de aquella poblacion, resolvieron retirarse a Querétaro, llevando Fernandez consigo las compañías de su regimiento que habia podido reunir, con las que se aumentó muy oportunamente aquella guarnicion.

Hidalgo hizo su entrada en Celaya el 21 con gran solemnidad; él mismo iba a la cabeza de su gente acompañado de Allende, Aldama y de los demas jefes, llevando el cuadro de la virgen de Guadalupe tomado en el santuario de Atotonilco; seguíale la música del regimiento de la Reina, con unos cien dragones de este cuerpo a las órdenes de un oficial, que portaba un estandarte con el retrato del rey Fernando VII. Venia despues una columna formada por multitud de gente del campo a caballo, y masas de indios sin órden alguno.

En esta forma se dirigió a la plaza, y al pasar por ella fue muerto de un tiro un hombre que veia esta marcha triunfal desde la azotea de una casa inmediata al meson en que Hidalgo se alojó (14).

La gente de este se esparció por la ciudad a saquear las casas de los europeos, con lo que Aldama que desaprobaba este desórden, manifestó su disgusto al cura quien le contestó, que él no sabia otro modo de hacerse de partidarios, y que si Aldama lo tenia se lo propusiese; la tropa reglada fue destinada a sacar y trasladar a la tesorería el dinero que los españoles no habian podido llevar consigo, y dejaron oculto en el convento del Cármen en los sepulcros de los religiosos, al que estaba unido el que habia ido a recoger el dia anterior a Chamacuero un destacamento mandado por D. Antonio Linares, cuyo primer paso en la carrera militar fue este: en aquellos caudales estaba comprendido lo perteneciente a la testamentaría de Taboada, en que era interesada la mujer de Abasolo, sin embargo de lo cual fue tambien tomado.

El dia siguiente convocó Hidalgo al ayuntamiento, al que concurrió el subdelegado que nombró D. Carlos Camargo, .los dos regidores que habian quedado por haber huido los demas que eran europeos, y los vecinos que fueron citados. Se presentó en él con los demas jefes, e hizo un razonamiento como el que dirigió a los vecinos de Dolores, con lo que la concurrencia adoptó su plan contra los europeos, impidiéndose la permanencia de estos en el pais, excepto el monarca si se presentase.

Hasta entónces Hidalgo no habia tenido título alguno preeminente sobre sus compañeros, aunque estos por consideracion a su edad, carácter y reputacion de sabiduría, le habian dejado de hecho el mando principal; pero en esta sesion fue declarado general, confiriéndose el empleo de teniente general a Allende, y otros inferiores a los demas jefes.

Concluido este acto, toda la comitiva dió vuelta por los portales de la plaza, llevando Hidalgo el cuadro de la Vírgen de Guadalupe con que hizo su entrada, el que colocó en el balcon del meson, desde el cual hizo un discurso al pueblo, que este aplaudió con entusiasmo.

Engrosó allí su ejército con las compañías del regimiento provincial que no habian podido reunirse a su coronel, y cobró ánimo para mayores empresas, por la facilidad que habia tenido hasta entónces en todos estos sucesos.

Dejémosle allí, entre tanto vemos las disposiciones que tomaba el Virrey, luego que tuvo aviso de haber estallado la revolucion.

La dispersión del cantón que Iturrigaray habia formado, que como se ha visto fue una de las primeras providencias dictadas en el gobierno de Garibay, dejó a Venegas sin un cuerpo de ejército que poder emplear prontamente, segun la ocasion lo demandase, y expuso a las tropas, esparcidas en las provincias, a ser mas fácilmente seducidas, como hemos visto sucedió con el regimiento de la Reina, y sucesivamente con otros; Venegas se encontraba ademas acabado de llegar, sin conocer el pais ni la gente y muy desconfiado del ejército, por la parte que veia habian tomado en la revolucion los oficiales de varios cuerpos en Valladolid, Querétaro y S. Miguel.

Era urgente sin embargo situar en Querétaro una fuerza respetable, y al efecto hizo salir para aquel punto la que guarnecia la capital, dando el mando en jefe de ella al coronel D. Manuel de Flan, conde de la Cadena, intendente de Puebla, que lo habia acompañado en su venida a México; bajo sus órdenes marchó el 26 de Septiembre el regimiento de infantería de línea de la Corona, compuesto de dos batallones (15), y cuatro cañones de a cuatro, que mandaba el teniente coronel de artillería D. Ramon Diaz de Ortega; dentro de pocos dias se puso tambien en camino la columna de granaderos con dos batallones, cada uno de siete compañías, cuyo mando dió Venegas a D. José Jalon, oficial que habia venido con él de España y le siguieron los regimientos de dragones de México de línea y el provincial de Puebla.

Para reemplazar estos cuerpos en la capital y tener alguna fuerza con que ocurrir a donde fuese necesario, hizo venir a ella los regimientos provinciales de infantería de Puebla, y de las tres Villas, quedando en Orizaba el de Tlaxcala.

Pero como todas estas fuerzas eran sumamente desproporcionadas para reprimir una revolucion que amenazaba incendiar todo el reino, trató de aumentarlas haciendo subir a México la tropa de mar de la fragata Atocha en que el mismo Venegas habia venido, con su comandante el capitan de navío D. Rosendo Porlier, de cuya oficialidad salieron algunos jefes que adquirieron en el curso de la guerra mucha nombradía, en especial D. Pedro Celestino Negrete.

El lenguaje impío, obsceno y descomedido de estos marinos y todo su comportamiento miéntras estuvieron en el pais, no era lo que podia reconciliar los ánimos prevenidos contra los españoles, y así fue que esta tropa causó mas mal que bien. Por el contrario, la capital admiró el aire marcial y severa disciplina de los cuerpos provinciales que habian estado en el canton, los cuales durante toda esta guerra se portaron con mucha bizarría.

Al mismo tiempo que el Virrey hacia reunir estas fuerzas en Querétaro y México, ponian sobre las armas las de sus brigadas en S. Luis Potosí y Guadalajara los comandantes de ellas D. Felix María Calleja y D. Roque Abarca, de cuyas operaciones y resultados se tratará en sus respectivos lugares.

El Virrey dispuso tambien que fuesen sin demora a Valladolid D. M Manuel Merino, intendente de aquella provincia, y el coronel D. Diego García Conde nombrado comandante de las armas, y que marchase con estos a ponerse al frente de su regimiento, que era el provincial de infantería de Michoacan, su coronel Conde de Casa Rul.

Para proveer a la seguridad interior de la capital y dejar expeditas para otros servicios las tropas del ejército, convocó Venegas una junta del consulado y de varios funcionarios, para que a la manera que se habia hecho en Cádiz, se formasen cuerpos de vecinos que pudiesen servir a sus expensas, en cuya consecuencia se mandó (16) que todos los españoles europeos o americanos, de mas de diez y seis años de edad, que pudiesen sostenerse sin sueldo en los dias de servicio y costear un uniforme, se presentasen a la junta, y así se formaron tres batallones de infantería con quinientas plazas cada uno, un escuadron de caballería y una compañía de artillería, cuyos jefes y oficiales se nombraron de las personas mas distinguidas, tanto de europeos como americanos, siendo coronel el Virrey (17).

Con el fin de asegurar la fidelidad del pueblo por beneficios positivos, hizo el Virrey publicar el decreto de la regencia de 26 de Mayo de aquel año que hasta entónces se habia dejado sin efecto, declarando libres de tributo a los indios, el que hizo extensivo a todas las castas, y como la dotacion de los subdelegados y gobernadores de los mismos indios, consistía en el tanto por ciento que de los tributos se les aplicaba, dió órden para que se concluyesen los expedientes que se habian mandado instruir para asignarles sueldos por la real hacienda, y para restablecer el antiguo sistema de repartimientos de la manera que fuese conveniente a los pueblos, cuya agricultura se notaba haber disminuido en los productos desde que aquellos se extinguieron (18).

Las armas de la iglesia se empleaban tambien con el mayor empeño para reprimir la revolucion. Luego que el obispo electo de Michoacan, Abad y Queipo tuvo conocjmiento de ella, publicó en 24 de Septiembre en un edicto, en el que calificando a Hidalgo y sus compañeros de perturbadores del órden público, seductores del pueblo, sacrílegos y perjuros, declaró que habian incurrido en la excomunion mayor del canon: Si quis suadente diabolo, por haber atentado contra la persona y libertad del sacristan de Dolores, del cura de Chamacuero y de varios religiosos del convento del Cármen de Celaya, aprisionándolos y manteniéndolos arrestados; prohibió, bajo la misma pena de excomunion mayor, ipso facto incurrenda, que se les diese socorro, auxilio y favor, y exhortaba y requeria, bajo la misma pena, al pueblo que habia sido seducido y seguia al cura con título de soldado y compañeros de armas, a que lo desamparasen y se restituyesen a sus hogares, dentro de tercero dia desde el que tuviesen noticia de aquel edicto (19), y por otro posterior de 8 de Octubre confirmó y amplió lo prevenido en este (20).

La circunstancia de proceder estas declaraciones de pn obispo que no solo no habia sido todavía consagrado, sino cuyo nombramiento tenia su orígen en una autoridad como la regencia, que era dudoso ejerciese legítimamente el patronato de las iglesias de Indias concedió a los reyes de España, hizo se suscitasen dudas sobre la validez de la excomunion, por lo que el arzobispo de México Lizana, en su edicto de 11 de Octubre declaró, que aquella estaba hecha por superior legítimo, con entero arreglo a derecho, y que los fieles cristianos estaban obligados en conciencia, pena de pecado mortal de quedar excomulgados, a la observancia de lo que el edictó del obispo electo de Michoacán mandaba, el que hizo extensivo al territorio de su jurisdiccion (21).

El mismo prelado dirigió una pastoral con fecha 18 de aquel mes a todos los curas del arzobispado, combatiendo los principios en que Hidalgo pretendia fundar la justicia de la revolucion, la que mandó se leyese y fijase en todas las iglesias de su distrito (22).

Algunos dias despues el obispo de Puebla Campillo, persuadido del influjo que el clero podia ejercer; y para evitar que el de su diócesis lo emplease en fomentar la revolucion, como habia sucedido con varios individuos del obispado de Michoacán, convocó una junta solemne en el coro de la catedral (23), a la que concurrieron el cabildo eclesiástico, los curas de aquella ciudad, todos los que habian venido de fuera con motivo de hacerse actualmente concurso, y todos los ordenados in sacris, y despues de exponerles cuales eran sus deberes en las circunstancias, hizo prestasen juramento de no apartarse jamas de la obediencia al gobierno, de sostener los derechos del rey Fernando y de sus legítimos sucesores, tanto en los ejercicios propios de su ministerio, como en las conversaciones familiares, y que usarian de todos los medios oportunos para dirigir con rectitud la opinion pública, cuidando de averiguar si en los lugares de su residencia habia algunas personas que fomentasen la sedicion o tuviesen juntas, para dar cuenta al gobierno, al que todos se ofrecieron a servir con sus personas y facultades.

La inquisicion, entonces tan temida, publicó tambien un edicto, en que hizo cargo a Hidalgo de todos los errores de que habia sido acusado ante aquel tribunal, y por los cuales se habia comenzado causa contra él desde el año de 1800, no habiéndose continuado ni procedido a su prision, por la reforma que en él se habia notado.

Segun estos cargos, Hidalgo parecia negar absolutamente las verdades reveladas, o propender a las opiniones protestantes, acusándosele tambien de otros delitos de tal manera contrarios a todos los principios de moral y aun de decencia, que el decoro prohibe transcribirlos.

El edicto termina citándolo a cotnparecer, dentro de treinta dias, en la sala de audiencia del tribunal, so pena de seguir la causa en rebeldía, hasta la relajacion en estátua, imponiendo excomunion mayor, quinientos pesos de multa y las demas penas que establece el derecho canónico y bulas apostólicas contra los fautores de herejía, a todas las personas, sin excepcion, que aprobasen la sedicion, recibiesen proclamas, mantuviesen trato o correspondencia epistolar con Hidalgo, o le prestasen cualquier género de favor o ayuda, así como tambien a todos los que no denunciasen, o no obligasen a denunciar a todos los que favoreciesen las ideas revolucionarias, o de cualquiera manera las promoviesen o propagasen (24).

Por temidas que fuesen las censuras y demas penas eclesiásticas, contrapuestas al espíritu de independencia, y mucho mas a la licencia que Hidalgo daba a los que le seguian para el saqueo y todo género de excesos, era de recelar que en la ocasion no fuesen de grande efecto. En los territorios ocupados por Hidalgo nada de esto se publicaba, pero en todos los demas, tales providencias vinieron a suscitar una division en las opiniones religiosas, que era una consecuencia de la que habia en las políticas. Los eclesiásticos adictos a la independencia, no reconocian validez alguna en estas censuras y en la confesion ni daban absolucion de ellas, ni ménos obligaban a sus penitentes a hacer las delaciones que el edicto de la inquisicion prevenia. Esto causaba que los penitentes buscasen confesores conformes con sus opiniones y que las conciencias se dividiesen en bandos, que a veces llegaban a turbar aun la paz doméstica en las familias.

Las armas de la religion comenzaron desde entónces a debilitarse, y no se puede dudar que el haberlas empleado en esta ocasion como auxiliares de la política, fue una de las principales causas que contribuyeron a quebrantar su efecto.

En algunos papeles públicos se habia dado al cura Hidalgo el título de doctor, con lo que el claustro de la universidad de México pidió al Virrey, que como vice-patrono mandase que se le depusiese y borrase si en ella habia recibido el grado, o si no era así, lo hiciese publicar para satisfaccion de aquel cuerpo fiel y patriota (25).

En efecto, registrados los libros en que se asientan los grados, resultó no haber recibido Hidalgo en esta universidad ninguno de los mayores, y segun se averiguó ni aun en la de Guadalajara; corporaciones que Hidalgo tenia en muy poco, y este era uno de los puntos de la acusacion intentada contra él en la inquisicion (26).

El colegio de abogados, movido por los mismos principios que la universidad, hizo borrar de la lista de sus individuos a D. Ignacio Aldama, por haber tomado parte en la revolucion.

Para unir la fuerza de la persuasion a la de las armas de la guerra y de la iglesia, excitó el Virrey a todas las corporaciones literarias y a los individuos conocidos por su instruccion, a que escribieran combatiendo la revolucion. Salieron a luz con este motivo multitud de manifiestos, proclamas, exhortaciones de la universidad, colegio de abogados, provinciales de las órdenes religiosas, cofradias y de varios particulares, en que las mismas ideas y argumentos se repetian en diversas formas.

Solo haré mencion especial de la alocucion del colegio de abogados de México, por ser la mas notable de todas estas publicaciones, tanto por su contenido como por su autor (27).

Finje este que toma del templo de la inmortalidad, el lienzo que representa la historia de la conquista y de la dominacion española en América; desarróllalo, y en los diversos cuadros que contiene, va representando los beneficios que el nuevo continente habia sacado de su union con España, por el establecimiento de la fé católica; por la propagacion de esta y la pompa y magnificencia del culto, en los muchos y suntuosos templos levantados por la piedad del soberano y de los particulares; por el establecimiento del gobierno civil y por la benignidad de las leyes, que no tenian mas objeto que la proteccion de los habitantes, resultando de todo, el bienestar de estos y la felicidad general que se gozaba. Refiere los establecimientos literarios que se habian formado para la enseñanza de todas las ciencias y artes; el progreso de las manufacturas, comercio y minería, y encargándose de la moderacion de las contribuciones, exclama: Sois efectivamente los vasallos ménos pensionados, y en vuestro suelo no se conocen las capitaciones e impuestos, cuya sola enumeracion entristece. ¿En algun tiempo habeis pagado contribuciones por los criados, por los balcones y ventanas de vuestras casas, por los coches, caballos y aun por los perros? ¿Se os han exijido sobre el valor de vuestras heredades, huertas, casas o sus arrendamientos, o por los efectos de lujo, como se pagan en otros paises? (28).

Hace el autor hablar en seguida a España, que dirigiéndose a la América, le echa en cara su lngra~tud, intentando abandonarla en el momento en que combate por su libertad, su honor, su religion y su monarca, y en que le dá parte en su gobierno y en sus cortes, y despues de manifestar todos los males que serán la consecuencia precisa de la desunion y de la guerra comenzada por Hidalgo, apostrofando, a los españoles americanos y europeos, concluye con estas notables palabras: Esta es una pintura ligera, pero muy horrorosa, de los males que experimentareis si continua vuestra rivalidad. En un instante desaparecerá cuanto hizo vuestra prudencia y celo en tres siglos; ese lienzo hermoso que habeis examinado, lo convertireis en un feo borron; acabará el orden, la virtud y la justicia; las ciudades hermosas se convertirán en montones de piedras; las ciencias, las artes, el comercio, la minería, la industria y la agricultura tendrán fin; vuestro suelo feraz, pero pobre y sin cultivo, producirá espinas, y quiera Dios paren los males en solo el trastorno político, y no trasciendan al culto y seais privados de la religion santa que profesais, como lo fue la Asia, la Africa y mucha parte de la Europa (29).

Este importante y pudiera llamarse profético documento, llamará todavía mas la atencion del lector cuando sepa que su autor fue el mismo Lic. D. Juan Francisco Azcárate, que con tanto empeño promovió en las juntas de Iturrigaray la independencia, cuyas funestas consecuencias con tanta claridad preveia.

Haciendo mérito de esta produccion, y cediendo para los gastos de la guerra la gratificacion que el colegio de abogados le dió por ella, no obstante las estrecheces a que la prision lo habia reducido, solicitó se le alzase esta, sin conseguirlo todavía en algun tiempo (30).

Mandó publicar el Virrey y se imprimieron a expensas de la universidad, unas reflexiones del Dr. D. Luis Montaña, médico que gozaba de mucha reputacion, en las cuales ademas de los argumentos repetidos en todos los impresos de aquel tiempo, presenta otros que prueban que estrecha era la esfera de las ideas, aun entre individuos que pertenecian a la clase literata.

¿Cuál es nuestra marina, pregunta, para comunicarnos con la silla apostólica? y por esta falta de marina concluye, que no habria obispos, y que se romperia la sagrada union con el Señor y con sus santos.

Por otra parte, añade, ¿de dónde sino de España, vienen los directores y los operarios de las artes, los libros y los adelantamientos en las letras?

Tales razones, podrian tomarse por una burla ingeniosa para fomentar la revolucion en vez de combatirla, si no agregase el Dr., revestido de toda la importancia de su profesion: Voy a deciros con franqueza mi conjetura. Un largo estudio en el hombre mismo físico y moral, estudio necesario a mi profesion, me ha como forzado a conocerlo. No disimulemos nada. Todo artificio es indigno del filósofo.

Despues de tal preámbulo, que hace esperar la revelacion de algun grande y profundo misterio fisiológico, el Dr. Montaña explica que la revolucion procede de que unos cuantos americanos, aunque leales e ilustrados, no podian sobreponerse al resentimiento de que algunos europeos inconsiderados, sin sentimientos ni educacion, los han insultado (31).

¡Triste raciocinio! Publicáronse también papeles de otro género, en que pretendiendo poner la razon al alcance del pueblo, se usaba de su lenguaje (32), y este ejemplo que despues ha sido seguido por todos los partidos, no solo no ha conducido al fin propuesto, sino muy al contrario, únicamente ha servido para aumentar los errores populares, y hacer olvidar todas las reglas de decencia y decoro a los escritores.

Hizo el Virrey que tambien los diputados nombrados para las cortes, dirijiesen la voz a sus comitentes, exhortándolos a permanecer tranquilos y a esperar de la sabiduría del congreso de que iban a ser miembros, el remedio de todos los males (33).

El Virrey, a todas las razones que en estos escritos se presentaban contra los intentos de los revolucionarios, quiso agregar otra medida de que se prometia sin duda mayor efecto, y fue ofrecer en la proclama con que hizo saber por bando el levantamiento del cura Hidalgo, un premio de 10.000 ps. a los que lo entregasen vivo o muerto, con sus dos compañeros Allende y Aldama, concediendo ademas todas las gracias y distinciones debidas a los que con tal hecho serian considerados como restauradores del sosiego público, y prometiendo el indulto a los que habiendo seguido el partido de la revolucion, entregasen a aquellos jefes (34).

Muchas fueron las protestas de fidelidad que el Virrey recibió de varias corporaciones, en especial de las Repúblicas de indios de Querétaro (35) y sus cercanías; de las de Chalco, Nopalucan y Tepeaca, de las parcialidades de S. Juan y Santiago de México (36) y del ayuntamiento de Tlaxcala. Este recordaba los señalados servicios y acendrada lealtad de los antiguos tlaxcaltecas (37), y en prueba de estar aquel cuerpo animado de los mismos sentimientos, entregó a disposicion del Virrey dos emisarios de Hidalgo que habian ido a seducir a aquellos vecinos, llevando papeles revolucionarios en el hueco de unas cañas que les servian de bastones (38).

Los nombres de Magiscatzin y Coateutli, tan célebres en la antigua República, aparecian ahora entre las firmas, sin omitir el Don, que hacia conocer la antigua nobleza heredada de sus ascendientes, a quienes la habia concedido Carlos V. Estas protestas eran entónces sinceras, y esta disposicion de ánimos en algunos pueblos de indios, se conservó como en el de Zacapuaxtla y otros, durante toda la revolucion.

Por lo que hasta ahora va referido, pueden conocerse las fuerzas, tanto físicas como morales, con que cada partido entraba en la lucha que iba a empeñarse.

Contaba el Virrey con diez a doce mil hombres distribuidos en diversos puntos, tanto de tropa de línea como de milicias, de cuya fidelidad dudaba; pero que no faltando esta tenian a su favor, aunque en tan escaso número, la superioridad de las armas, el hábito de la obediencia y la costumbre de la disciplina; Hidalgo arrastraba tras de sí a toda la gente del pueblo, excitada con el atractivo de la licencia y del saqueo, y su ejército se componia de una multitud de hombres mal armados, sin orden, sin arreglo, y aunque se le unieron algunos cuerpos de milicias, estos no conservaban su organizacion y espíritu militar.

Sostenia al partido español el respeto que impone un régimen antiguamente establecido, pero los últimos sucesos habian debilitado mucho este prestigio, y la falta de la persona del Rey, hacia que no se tuviesen por legítimos los gobiernos establecidos para representarlo y que tomaban su nombre: la revolucion tenia en su apoyo el espíritu de independencia, que en los dos años trascurridos desde la prision de Iturrigaray, se habia generalizado y que no bastaban a sofocar todos los impresos que el Virrey habia hecho derramar copiosamente. Uno y otro partido invocaba la religion; las armas de esta habian sido empleadas por la inquisicion y los obispos en favor de la causa de España, pero el conocimiento de sus censuras no alcanzaba a la masa del pueblo que habia tomado las armas, y su fuerza se hallaba debilitada por la opinion de que el uso que de aquellas se hacia era ilegal, por emplearse en propio interes y en causa enteramente política.

Por una parte pues estaba la masa del pueblo fuertemente movida por un poderoso, aunque bastardo interes; por la otra un corto número de soldados y todos los europeos, para quienes era esta cuestion de vida o muerte; esta contaba con el alto clero haciendo tronar los rayos de las excomuniones; aquella era favorecida en gran parte por el clero inferior mas en contacto con el pueblo; la primera hallaba en todas partes una predisposicion favorable, mientras que la segunda tenia que invocar principios que las circunstancias, el amor propio y la ambicion, habian ido muy de antemano socavando.

Pero antes de entrar en la complicada relacion de los sucesos que tienen que ocuparnos, es indispensable fijar los nombres con que han de ser designados estos partidos, que vamos a ver chocar uno contra otro; designacion que en las guerras civiles es una parte de la guerra misma, porque ella envuelve la calificacion de los mútuos derechos y pretensiones.

La que frecuentemente se ha usado por varios escritores posteriores a la independencia, de españoles y americanos, no solo es falsa, sino que induce en un errpr histórico de grave trascendencia, siendo así que eran americanas las tropas que por uno y otro lado combatian (39) sin mas diferencia que en las' del gobierno, muchos de los jefes y algunos oficiales eran europeos, pero los mas de estos eran españoles americanos (40) y todos los soldados, cabos y sargentos pertenecian a la clase de mestizos o a las otras castas, particularmente a la de mulatos.

El Virrey Venegas aplicó a los independientes el nombre de insurgentes, porque acabando de llegar de España, habia visto que este mismo era el que daban los franceses a los españoles que contra ellos peleaban. Tal nombre no significa propiamente mas que el hecho de levantarse, o ponerse en actitud hostil, y tanto por esto, como por ser el que sé encuentra en todos los impresos y documentos de aquel tiempo, es el que daré a los que siguieron el partido de la revolucion, llamando realistas al bando contrario.

El primero conviene tanto mas al partido que con él designo, cuanto que en sus principios, la revolucion no tenia objeto determinado; los que la dirijian proclamaban una cosa contraria a la que era su intento realizar, y la multitud que los seguia, no era movida mas que por el atractivo del saqueo (41).

La conspiración de Querétaro habia llegado a su término. De los conjurados los unos habian dado principio a la revolucion en Dolores; los de Querétaro habian sido descubiertos y puestos en prision.

Véamos ahora cual fue la suerte de estos, para dar fin a esta materia, de que no habrá ya ocasion de ocuparnos.

El alcalde de corte Collado, comisionado para la prosecucion de las causas, a su llegada a Querétaro puso en libertad al corregidor y lo restituyó a su empleo, ya fuese porque estaba impresionado en las ideas que habian dominado en la audiencia, durante el gobierno de esta, adhiriéndose mucho de sus individuos al regente Catani, cuya opinion propendia en favor de los americanos, o porque estando ya comenzada la revolucion, creyó que era menester usar de moderacion y política, intimidado tambien por una representacion que hicieron los indios del pueblo de la Cañada, contiguo a Querétaro, y por un anónimo en que se le anunciaba un movimiento de estos en favor del corregidor, si continuaba preso.

Tambien puso en libertad a Arias, tanto porque su prision no habia sido mas que fingida, cuanto porque este logró persuadir a Collado que por su influjo con el cura Hidalgo, haria que cesase el movimiento comenzado. Así Arias, habiéndose burlado de todos, fue libremente a unirse con Hidalgo en Celaya, y aúnque visto siempre con alguna desconfianza por sus compañeros, gozó el fruto del doble papel que habia representado.

Algunos dias despues Collado, temeroso de que Querétaro fuese invadido por los insurgentes, regresó a México, y en el tránsito fue preso por Villagran que habia tomado ya las armas, quien lo hizo llevar a Huichapan de donde le dejó volver a Querétaro, quitándole las causas y todos los papeles que llevaba. Supúsose entónces, no sin apariencia de razon, que todo esto no fue mas que una intriga concertada con el cura Gil que acompañaba a Collado, para que este se comprometiese para obtener su libertad, a darla a los reos presos por la conspiracion (42) como lo hizo quedando libre la corregidora que habia permanecido en Santa Clara y todos los demas, a excepcion de Epigmenio Gonzalez y su hermano.

El Virrey Venegas llevó muy a mal este proceder de Collado y le mandó marchar a desempeñar su empleo de regente de Caracas, aunque aquella provincia estaba ya en revolucion, por lo que se volvió desde Jalapa y siguió funcionando en México.

Epigmenio Gonzalez y su hermano estando en la cárcel, se comprometieron en otra nueva conspiracion, que descubierta, fueron condenados a la pena capital, la que se les conmutó en destierro a Filipinas, de donde regresó Epigmenio despues de la independencia y se le premió con un grado militar y una pensión de cien pesos mensuales que disfruta en Guadalajara, donde actualmente reside. Su hermano murió en Filipinas.

El ayuntamiento de Querétaro quiso vindicar a aquel vecindario y desvanecer la voz generalmente propagada, de que la revolucion habia tenido su orígen en aquella ciudad, con cuyo objeto dirigió una exposicion al Virrey (43) en la que manifestó que la insurreccion se habia dispuesto y meditado en Dolores y S. Miguel; que por algunas denuncias de lo que se tramaba, los jueces de aquella ciudad y especialmente el alcalde Ochoa, apurando su celo y actividad, habian descubierto el plan e intenciones de los insurgentes, y arrestando inmediatamente a los que se tuvieron por sospechosos, habian cortado el incendio y sorprendido la correspondencia de Allende y las armas y municiones que se estaban previniendo; que descubiertos estos preparativos, se tuvo una junta general del ayuntamiento, a la que concurrieron los curas, prelados de las religiones, vecinos principales y gobernadores de los indios, en la que se dió cuenta con todo lo ocurrido, presentando las cartas de Hidalgo y Allende que habia entregado Arias, y que de comun acuerdo se habia resuelto poner la ciudad en estado de defensa, a lo que habian contribuido con sus personas y bienes todos los vecinos sin excepcion, concluyendo con pedir que esta manifestacion y la contestacion que a ella diera el Virrey se publicasen, como en efecto se verificó. La primera firma que se vé en esta exposicion, es la del corregidor Dominguez, autorizándola el secretario de cabildo D. Pedro Patiño Gallardo, que tambien habia estado preso, y a quien se encontró un plan para entregar la ciudad a Hidalgo (44).

El corregidor Dominguez continuó en el ejercicio de su empleo, concurriendo a la defensa de la ciudad y sirviendo de auditor en las causas que se formaron a algunos insurgentes en aquella comandancia, y su hijo mayor se distinguió por sus servicios en el ejército real; nuevas vicisitudes vinieron sin embargo a reducir al corregidor y a su esposa a un estado angustiado, hasta que la independencia lo elevó a las mas altas e importantes funciones del gobierno y del foro, como a su tiempo veremos.


Notas

(1) El regente Aguirre fue el primero que se enterró privadamente en México, en la capilla del hospital de naturales de que era protector. Esta capilla es ahora la herrería de un taller de carrocería, establecido en aquel local.

(2) Proceso de la corregidora. Declaraciones de Dominguez, de Cárcova y del escribano Patiño.

(3) Acompañó en esta comision a Collado el escribano D. José María Moya, hombre honrado e inteligente en su profesion, que murió en la revolucion de México de Julio de 1840, a resultas de un balazo que recibió en un pié, estando encerrado en su casa. En calidad de ministro ejecutor fue D. Antonio Acuña, que era capitán de sala, en la del crimen, y ha muerto hace pocos años.

(4) Declaracion del cura Hidalgo en su proceso. Sin embargo, Hidalgo dice que supo vagamente que la conspiracion estaba descubierta, e hizo llamar a Allende, lo que parece contradecir lo que se tiene por cierto, que Allende interceptó la órden del intendente de Guanajuato para su prision y la de Hidalgo.

(5) Esta señora que vive todavía, solo pasó cuarenta y cuatro dias en su matrimonio con Cortina; muerto este, casó en Valladolid con el licenciado Ortiz Izquierdo que fue senador en el congreso general. La misma me ha favorecido con una relacion por escrito muy circunstanciada de todos estos sucesos, que es de la que he hecho uso al referirlos. La malilla era el juego de tertulia en las provincias entre los americanos, así como lo era el mus entre los españoles de las provincias vascongadas, de las que procedian los mas de los residentes en Dolores.

(6) Declaraciones del cura Hidalgo en su causa y de Allende, Aldama y otros, que se hallan agregadas a la causa del cura. Causa del sargento Martinez y de Abasolo. Relacion de la Sra. Cortina y otros informes fidedignos.

(7) Está copiado a la letra de la declaración de Abasolo en su causa.

(7) Hidalgo en su declaración, que copia Bustamante en el Cuadro histórico hablando de este suceso, dice que solo fueron unos cintarazos, pero fue una herida tan grave, que Larrinúa estuvo a riesgo de morir y tardó muchos dias en curarse.

(8) Bustamante en su Cuadro histórico, fol. 264, hablando de los trabajos industriales del cura Hidalgo, dice:

Este es aquel párroco, gloria de Northampton, quiero decir, otro Hervey, cuya descripcion nos hizo Le Tourneur en estas preciosas palabras, y copia la descripcion que este autor hace de un párroco consagrado al desempeño de sus funciones y a la felicidad espiritual y temporal de sus feligreses. El lector podrá comparar la exactitud de la aplicacion de aquella hermosa pintura, por lo que va dicho en esta historia.

Lo mas extraño es que Bustamante, ha tenido a la vista el mismo proceso de la corregidora de Querétaro, y todos los documentos originales de que yo he sacado todos estos datos, y ha podido preguntar a las mismas personas fidedignas de quienes yo me he informado, y el no haberlo hecho, no prueba en el escritor mucho deseo de contar la verdad y presentarla con exactitud.

(9) Pedimento fiscal en la causa de Hidalgo, publicado por Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 244.

(10) Todos los trabajos del campo se contratan en las haciendas con estos capitanes que tienen un cierto número de indios, los cuales ejecutan las labores por el precio convenido con el capitan.

(11) Todo esto sucedió al pié de la letra en la hacienda de Temascatio, en las inmediaciones de Irapuato, perteneciente a D. Bernabé Bustamante, europeo, padre de D. José María y de D. Benigno, de quienes he tenido ocasion de hablar en las notas anteriores.

(12) En lo sucesivo, siempre que se hable de Aldama sin adición de nombre, se deberá entender D. Juan.

(13) Véase esta intimación en el apéndice documento.

(14) Este hombre se llamaba José Guadalupe Cisneros, y era cochero de D. Manuel Gomez Linares, padre del actual senador del mismo nombre, a quien debo estos pormenores. Cisneros estaba en la azotea de la casa del mismo Linares, en la que fueron puestos los europeos que conducia Hidalgo, por lo que su cadáver quedó sin poderse sacar para enterrarlo, por tres días. Abasolo dice en su causa que este hombre tiró un balazo al ejército al pasar, lo cual es falso.

(15) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 35, dice, que el Virrey cometió la impolítica de dar el mando a Flon y no a D. Nicolás Iberri, coronel de la Corona, porque era mexicano. Iberri fue mandando su cuerpo y Flon mandaba en jefe y era además coronel mas antiguo, con lo que no habia agravio. Es menester convenir por otra parte, que la conducta de! corregidor de Querétaro y del coronel de la Reina en S. Miguel, no era para inspirar a Venegas gran confianza en los empleados y jefes mexicanos.

(16) Bando de 5 de Octubre de 1810, inserto en la gaceta extraordinaria del mismo dia, tomo 1°, N. 117, fol. 837.

(17) Al principio sirvieron personalmente todos los que segun el bando, debian componer estos cuerpos, pero en lo sucesivo pagaban quien fuese a hacer las guardias, con lo que se perdió la consideracion que se les tuvo.

(18) Gaceta de 9 de Octubre, tomo 1°, núm. 119, fol. 843.

(19) Idem extraordinaria de 28 de Septiembre, tomo 1°, n. 112, I. 807.

(20) Idem de 16 de Octubre, tomo 1°, núm. 121, fol. 860.

(21) Gaceta de 19 de Octubre, tomo 1°, núm. 122, fol. 870.

(22) Idem de 23 de idem, núm. 123, fol. 875.

(23) Se celebró el dia 27 de Octubre. Gaceta de 30 del mismo, núm. 126, fol. 895.

(24) Gaceta de 19 de Octubre, núm. 122, fol. 867.

(25) Gaceta de 2 de Octubre, tom. 1°, núm. 114, fol. 817.

(26) Que sois tan soberbio que decís, que no os habeis graduado de doctor en esta universidad, por ser su claustro una cuadrilla de ignorantes. Véase el edicto de la inquisicion en que se comprende este cargo, y no se concibe como ni el fiscal en su pedimento, ni el tribunal en su decreto, pudo tener este por error de fé.

(27) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 58, siguiendo su funesta propension de alterar siempre la verdad, haciendo decir a otros lo que conviene a su intento, asienta que en esta alocucion, quiso el colegio de abogados presentar las ventajas que se propuso en intencion el gobierno antiguo, para vivir en paz bajo el régimen colonial, y que este se representó como habria sido, si se hubiesen cumplido las leyes. Nada ménos que esto contiene la mencionada alocucion, pues es una reunion de hechos que estaban a la vista de todos.

(28) ¡A excepcion de las contribuciones sobre ventanas y perros, tenemos hoy en vigor toda esta variada nomenclatura!

(29) La fecha de esta alocucion es 29 de Octubre de 1810, se imprimió en aquellos mismos dias.

(30) Hállase la representacion que hizo con este motivo en el archivo general, fecha 11 de Enero de 1811; la gratificacion que se le dió fue de 50 ps., cuya cesión no admitió el Virrey.

(31) Imprimióse esta célebre produccion en la imprenta de Arizpe. 1810, México.

(32) Entre estos se distinguió el Diálogo entre el coronel Chepe Michiljuiyas y Pancha la jorobadita, escrito por el Dr. Pomposo y dedicado al respetable público. El Virrey tuvo el buen sentido de no permitir saliese la 2a. parte, a pesar de haber pretendido autorizar al escritor el soez y chocante lenguaje de que usó para el pueblo, con el verso de Horacio Quem paenes arbitrium est, et jus et norma loquendi. Me he detenido en dar alguna idea de estos impresos, porque ellos hacen conocer el espíritu de aquel tiempo, y se me dispensará por haber empleado algunas páginas en lo que forma muchos volúmenes.

(33) Exhortacion que los diputados para las próximas cortes hacen a los habitantes de las provincias de la Nueva España. 1810. Imprenta de Arizpe. Es una especie de sermon contra la soberbia, origen de todos los males, apoyado en textos de San Pablo, exhortando a la concordia y sumision a las autoridades.

(34) Bando de 27 de Septiembre. Gaceta de 28 del mismo, núm. 110. tomo 1°, fol. 696.

(35) Gaceta, tomo 1°, fols. 898 y 127, fol. 903.

(36) Gaceta núm. 110, Col. 800, y núm. 119, fol. 846. Todas las gacetas de aquel tiempo están llenas de estos documentos.

(37) Gaceta núm. 119, fol. 847, y núm. 121, Col. 864.

(38) Gaceta núm. 129, fol. 913. Los emisarios se llamaban Pedro Estevan, gobernador del pueblo de Sichú, y otro indio del mismo pueblo llamado José María Santos.

(39) Aun cuando mas adelante empezaron a venir algunas tropas de España, el mayor número era de americanas, no habiendo pasado nunca aquellas de once a doce mil hombres, miéntras que las mexicanas ascendieron a treinta mil, y muchos mas realistas levantados en las haciendas y los pueblos.

(40) Para distinguir a los europeos de los americanos, en lo sucesivo al nombrar por la primera vez a algun jefe europeo, le pondré la señal (e) para distinguirlo de los americanos, a los que no pondré señal alguna.

(41) Un escritor profundo é ingenioso, D. Jaime Balmes, en su obra del Protestantismo dice, que ningun nombre mas adecuado podian haber tomado los protestantes, porque no teniendo idea fija en el dogma y variando mucho las opiniones de sus diversas sectas, todas concurrian en solo el punto de protestar contra la fe católica. Pudiera aplicarse lo mismo a los insurgentes.

(42) Proceso de la corregidora: Declaracion de Dominguez.

(43) Fecha 1° de Octubre. Se publicó en la Gaceta de 10 del mismo, tomo 1°, núm. 120, fol. 851. La contestacion del Virrey, reducida a acceder a lo pedido por el ayuntamiento para su satisfacción, se publicó en la Gaceta núm. 127, fol. 907.

(44) Proceso de la corregidora: Declaración de Dominguez.

Índice de Revolución del cura Miguel Hidalgo hasta la muerte de éste y de sus compañeros de Lucas AlamánCapítulo I - Primera parteCAPÍTULO II - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha