Índice de Por el poder de la cruz. Una breve reflexión sobre la Primera Cruzada de Chantal López y Omar CortésCapiítulo anteriorCapítulo siguienteBiblioteca Virtual Antorcha

9. El reinado de Balduino II.

Balduino I cometió, al igual que su hermano Godofredo de Bouillon, el error de no preocuparse en vida por su sucesión. Así, a su muerte, debió reunirse el Consejo del Reino para proponer candidatos al trono. Dos personajes fueron propuestos: el hermano mayor del fallecido Rey, Eutaquio, Conde de Boloña, y el entonces Conde de Edesa, Balduino de Le Bourg. La lejana residencia del primero, quien se encontraba al frente de sus dominios en Europa, le dejó fuera de la sucesión, por lo que, tocó al Conde de Edesa, propuesto por el Príncipe de Galilea, Joscelino de Courtenay y el Patriarca de Jerusalén, Arnulfo, ser coronado, el domingo 14 de abril de 1118, como Balduino II, Rey de Jerusalén.

Reconocido tanto por el gobernante de Antioquía, Roger, como por Pons de Trípoli y Joscelino, el nuevo Conde de Edesa, Balduino II empezó con el pié derecho su labor como monarca.

La primera tarea que realizó fue la de designar al sucesor de Arnulfo, el Patriarca de Jerusalén, muerto a las dos semanas de su coronación, nombrando a Gormundo de Piquigny, eclesiástico originario de Picardia. Su elección fue bien recibida por los señores de Jerusalén y el Papado romano.

Su segunda tarea estaba enmarcada en el terreno militar y consistía en enfrentar la amenaza que para el Reino se cernía con la alianza de fatimitas y damascenos. Para ello, giro las ordenes necesarias al ejército cruzado para que se estableciera una defensa que evitara cualquier pretensión de las aliadas fuerzas islámicas.

La tercera tarea que emprendió Balduino II fue la elaboración de una política internacional, enfocada hacia Europa con el objeto de atraer nuevos combatientes y colonos a Tierra Santa, por medio del apoyo y fortalecimiento de la Orden de los Caballeros del Temple.

Su cuarta tarea, también enmarcada en el terreno militar, consistió en auxiliar a Antioquía, ciudad que prácticamente se encontraba indefensa después de la victoria de los ejércitos musulmanes comandados por Ilghazi sobre las fuerzas antioquianas del Príncipe Roger que fueron totalmente eliminadas en una serie de combates entablados a principios de julio de 1119, que culminaron con la batalla llamada Ager Sanguinis (el campo de sangre), en la que perdió la vida el Príncipe Roger.

El arribo de Balduino II a la legendaria Antioquía en el mes de agosto de 1119, conllevó a una reorganización del poder regional, ya que con la muerte de casi todos los señores de la ciudad, el Rey hubo de efectuar nuevos nombramientos y una redistribución territorial de los señoríos. También restableció la administración interna de Antioquía nombrando a funcionarios.

Una vez arreglados los asuntos de Antioquía, el Rey marchó a una campaña militar contra las fuerzas islámicas que amenazaban la región. Durante más de tres meses combatió a los ejércitos del Islam hasta que, una vez alejado el peligro que representaban, regresó a Jerusalén, dejando el gobierno de la ciudad de Antioquía en manos del Patriarca Bernardo.

Para la Navidad de 1119, su esposa, la armenia Morfia, fue coronada, en Belén, como Reina de Jerusalén.

La quinta tarea de Balduino II, fue establecer contacto epistolar con Venecia, invitando a los venecianos a que se uniesen a la empresa de la cruz. Lo que pretendía era afianzar sólidos lazos con Occidente, para que éste le proporcionara la ayuda logística militar que con urgencia requerían los territorios ocupados por la cristiandad. Balduino II sabía de las dificultades que le acarreaba el contar con un ejército que disminuía batalla tras batalla, y también conocía los problemas que ocasionaba la muerte de los señores en combate. Lo ocurrido en Antioquía con la casi total eliminación de la nobleza normanda le había alertado sobre lo que podría suceder en el momento en que el mundo islámico, olvidando sus diferencias internas, se uniese para combatir a los soldados de Cristo. Bien sabia Balduino II que su contacto epistolar con los venecianos traería fatalmente aparejado un conflicto con el Emperador bizantino, Juan Comneno, sucesor de Alejo I. Enterado estaba de la tirantez de relaciones entre Venecia y el Imperio, mas sin embargo el Rey de Jerusalén no tenía otra opción. Tierra Santa necesitaba urgentemente del apoyo de la poderosa flota veneciana, y ello debía lograrse sin importar sus consecuencias.

Tuvo después que encarar la detención, por parte de los ejércitos del Islam, del Conde de Edesa, Joscelino, ocurrida el 13 de septiembre de 1122, para meses más tarde, el 18 de abril de 1123, caer él mismo preso de las tropas del emir Balak.

Godofredo el Monje fue nombrado jefe provisional del gobierno por el Consejo de Edesa, mientras Joscelino estuviese ausente, y en Jerusalén, el Patriarca Gormundo convocó al Consejo del Reino para que eligiera al señor de Cesarea y Sidón, Eustaquio Garnier como sustituto provisional de Balduino II.

Curiosamente, ni en Edesa ni en Jerusalén provocó algún trastorno la captura de sus gobernantes. Tan sólo los fatimitas buscaron sacar provecho del cautiverio de Balduino II, intentando reconquistar sus antiguos dominios, pero su intento no prosperó, ya que Eustaquio Garnier, el sustituto del Rey, poniéndose al frente de un ejército les hizo batirse en retirada.

El 15 de mayo de 1123, Eustaquio Garnier murió, por lo que el Consejo del Reino eligió en su lugar a Guillermo de Bures, Príncipe de Galilea.

Por aquellas fechas arribó al puerto de Acre una flota veneciana compuesta por ochenta barcos al mando de Domenico Michiel. La impresionante flota hizo que los jefes de los ejércitos de la cruz de inmediato se percataran de la importancia que tenía el aliarse con los venecianos para llevar a cabo sus viejos planes de tomar las ciudades de Tiro y Ascalon. Después de parlamentar con los jefes de la flota veneciana, firmaron un tratado de alianza en el que se especificaba que los venecianos recibirían privilegios en cada una de las ciudades del Reino, contando con la libertad de usar sus pesos y medidas en todas las transacciones que efectuasen en Tierra Santa, señalándose que quedarían exentos del pago de impuestos o sus equivalentes, y recibirían potestad sobre un barrio en Acre.

El sitio de Tiro comenzó el 15 de febrero de 1124, y el 7 de julio la ciudad caería en poder de los ejércitos de la cruz.

Mientras tanto, el cautivo Balduino II hacía planes con sus captores para conseguir su liberación, y a finales del mes de julio, después de haber aceptado un tratado que incluía el pago de una fortísima suma de dinero y la cesión de una considerable extensión territorial colindante con la ciudad de Alepo, recobró su libertad, trasladándose de inmediato a Antioquía, a donde arribó a finales del mes de agosto.

Balduino II regresó a Jerusalén en abril de 1125, permaneciendo ahí el tiempo necesario para reorganizar su ejército y partir a enfrentar el peligroso avance ortoquida de el-Bursuri. Finalmente, los ejércitos de la cruz los derrotarían a finales de mayo en las batallas de Azaz.

En enero de 1126, el Rey de Jerusalén invadió los territorios de Damasco consiguiendo una pírrica victoria en la batalla de Tel-es-Saghab, donde sufrió un gran número de bajas que le obligó a emprender la retirada.

A principios de 1128, falleció el Patriarca Gormundo, y el Rey eligió para reemplazarle a un sacerdote francés, llamado Esteban de La Forté, abad de Saint-Jean-en-Vallée, en Chartres, con el que entraría en conflicto, ya que el nuevo Patriarca le exigió la entrega de la ciudad de Jaffa. Durante 1129 se recrudeció la desavenencia entre el Patriarca y el Rey, inmiscuyéndose toda la Corte Real. El asunto se resolvió con la muerte del Patriarca en 1130, siendo designado para sucederle el prior del Santo Sepulcro, Guillermo de Messines.

Otro asunto de importancia que enfrentó Balduino II fue el preparar su sucesión. El Rey tenía cuatro hijas, de las cuales, la mayor, Melisenda, debía ser la futura Reina. Siendo necesario buscar el marido adecuado, el Rey comisionó, como ya lo hemos mencionado, a Hugo de Payns, cofundador de la Orden de los Caballeros del Temple, la tarea de ir a proponer a Fulco V, Conde de Anjou, a su hija en matrimonio. Fulko V aceptó el ofrecimiento trasladándose a Tierra Santa, para contraer nupcias con Melisenda a finales de mayo de 1129. Y sería con su yerno, Fulko V, que Balduino II marcharía a vengar la muerte de Bohemundo II, Príncipe de Antioquía, ejecutado por los danishmend. En ese viaje, el Rey tuvo conocimiento de la existencia de un complot encabezado por su hija Isabel, viuda de Bohemundo II, que tenía como fin tomar el gobierno de Antioquía.

Balduino II resolvió ese problema exiliando a su hija y asumiendo él la Regencia de Antioquía. Después, volvería a Jerusalén en el verano de 1130 y al siguiente año enfermaría, muriendo el viernes 21 de agosto de 1131.

Poco tiempo después fallecía también Joscelino, Conde de Edesa. Con la muerte de esos dos jefes cruzados, la generación de los expedicionarios que participaron en la cruzada señorial se extinguía.


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