Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO VIII - Primera parte -CAPÍTULO IX - Primera parte -Biblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO VIII
Segunda parte

La conduccion de los convoyes al campo de los sitiadores era por lo mismo muy difícil. El que conducia el teniente de dragones de Tulancingo D. José Martin de Andrade, llevando un mortero, cureñas, municiones y víveres, fue atacado en el Malpais a cuatro leguas de Ozumba, distinguiéndose en su defensa los sirvientes de las haciendas de Yermo, con los administradores de estas que eran sus comandantes, Acha (e), Armona (e) y Aseguinolaza (e) (18 de Marzo) (1). Este paraje del Malpais, (2) en que los cerros estrechan el camino, dominándolo por todas partes, fue el teatro de diversos reencuentros; Calleja destacó (25 de Marzo) al capitan D. Gabriel de Armijo para que con su escuadron de lanceros, ciento y diez de los de las haciendas de Yermo, una compañía de Tulancingo a las órdenes de Andrade, y veintiocho patriotas de Cuernavaca que mandaba D. Justo Huidobro (e), en todo doscientos setenta hombres a caballo, condujese a Chalco los enfermos y heridos que habia en el campo y llevase a su regreso el convoy detenido en aquel punto; al paso por el Malpais fue atacado por un grueso de doscientos infantes y trescientos caballos, que rechazó bizarramente haciéndoles cincuenta y dos muertos y tomándoles algunas armas. Recogido el convoy en Ameca, el teniente coronel Meneso que mandaba en Chalco, dió aviso a Armijo que en el mismo punto del Malpais, le esperaba una numerosa reunion de insurgentes y lo reforzó con noventa hombres.

En efecto, Armijo encbntró (28 de Marzo) el paso ocupado por un cuerpo considerable de caballería e infantería con un cañon sobre su derecha, miéntras que otro sostenido por tres cañones puestos sobre una altura, se dirigia a tomar el convoy que estaba reunido a la retaguardia. Mandaban estos cuerpos D. Miguel Bravo, el cura Tapia y Larios, y los formaban los dispersos ya reunidos de la accion de Mayotepec, a los que se habia agregado la gente de Cuernavaca y Sultepec, todos blancos y castas sin ningun indio. Armijo cargó sobre el cuerpo de la derecha y habiéndolo desbaratado, revolvió sobre el de la izquierda que habia comenzado ya el combate con la escolta de las cargas. Batido tambien este, se retiró sobre Su artillería que Armijo no atacó, por estar colocada en una altura inaccesible a la caballería, y haber logrado su objeto de franquear el paso del convoy.

Tres horas despues de concluida la accion, que Calleja dice que en su linea habia pocas en aquella campaña que pudieran comparársele, llegó el batallón de Asturias, con doscientos cincuenta caballos y dos cañones, que habia enviado Calleja en refuerzo de Armijo (3). Este tomó un cañon, porcion de armas, setenta y ocho prisioneros que hizo fusilar (4), excepto diez y siete todos jefes u oficiales que presentó a Calleja; la pérdida de los independientes en muertos fue considerable (5), aunque en este número no se comprendió Larios, como Calleja lo dió por supuesto en su parte al Virrey. Los realistas no tuvieron mas que un lancero muerto y dos patriotas dependientes de Yermo heridos. Distinguiéronse sobre todos Acha, comandante de los lanceros de la hacienda de S. Gabriel de Yermo y D. José Antonio Echávarri, entónces alférez de lanceros y que despues ha figurado tanto en los sucesos políticos del pais, a quien por su conocido valor y conducta, dice Armijo haber empleado en los puntos de mayor riesgo.

Pero aunque estos movimientos exteriores inquietasen a los realistas, habiendo sido tan desgraciado el éxito de todos ellos, en nada contribuian a mejorar la situacion de los sitiados. Esta era cada día mas crítica, pues cortada toda comunicacion, no recibían víveres ningunos y se veian reducidos a todo género de privaciones. Todo lo sufrian sin embargo con admirable heroismo. El mismo Calleja decia al Virrey (6):

Si la constancia y actividad de los defensores de Cuautla fuese con moralidad y dirigida a una justa causa, mereceria algun dia un lugar distinguido en la historia. Estrechados por nuestras tropas y aflijidos por la necesidad, manifiestan alegria en todos los sucesos; entierran sus cadáveres con repiques en celebridad de su muerte gloriosa, y festejan con algazara, bailes y borrachera, el regreso de sus frecuentes salidas, cualquiera que haya sido el éxito, imponiendo pena de la vida al que hable de desgracias o rendicion. Este clérigo es un segundo Mahoma, que promete la resurreccion temporal y despues el paraiso, con el goce de todas las pasiones a sus felices musulmanes.

Sin embargo, hablando personalmente de Morelos, dice al Virrey (7): El cobardon del cura Morelos, no sale de su casa sino al amanecer de los dias de fiesta, para exhortar a su canalla, con el Divinísimo en sus sacrílegas manos, si por sus incomprensibles juicios baja a ellas.

Es cierto que Morelos permanecia en las casas reales que ocupaba en la plaza de Santo Domingo, jugando todo el dia malilla, con la tranquilidad que pudiera en la casa cural de su pueblo, y dejaba todo el riesgo y la gloria de los multiplicados accidentes del sitio a Galiana y D. Leonardo Bravo, pero no por eso merece la calificacion de cobarde, un hombre que hasta entonces nunca habia escusado poner su persona en peligro.

La posicion de los sitiadores no era menos comprometida que la de los sitiados. Todo el ejército reunido sobre Cuautla, era compuesto de gente nacida en los climas templados y frios, o venida recientemente de España. El clima, pues, de la tierra caliente, les era mortífero y su ruina era segura, comenzando la estacion de las lluvias, con la que se multiplican con exceso las fiebres intermitentes y demas enfermedades propias de aquella region. Por otra parte, la reunion en aquel punto de casi todas las fuerzas disponibles del gobierno, daba lugar a que la revolucion tomase grande incremento en otros rumbos, careciendo aquel de medios para contenerla. La artillería de batir pedida a Perote no llegaba ni habia que esperarla, habiendo sido tomado en Nopalucan por las partidas de Osorno, como en su lugar veremos, el convoy que escoltaba el brigadier Olazabal, quien tuvo que volverse a aquel fuerte, salvando solo los cañones que conducia. En tal estrecho, el Virrey queria que se librase la resolucion al éxito dudoso de un nuevo ataque. Calleja, persuadido de que el resultado seria funesto, le manifestó: que con el conocimiento que le asistia de sus tropas, no convenia asaltar a un enemigo que lo deseaba, ni habia otro partido que tomar que el del sitio (8); y mas adelante, fundando este concepto en la experiencia de lo sucedido en el primer ataque, le dijo así:

El 19 de Febrero asalté por cuatro diferentes puntos a Cuautla, que no estaba ni de mucho fortificada como en el dia; mi tropa acostumbrada a la victoria no dudaba obtenerla, y a la desfilada por las dos aceras de cada calle, se fue derecha a las trincheras; otros, segun lo dispuse rompieron con barras las casas intermedias y se apoderaron de algunas azoteas. La artillería convenientemente situada, protegia los ataques con un fuego vivo, certero y bien servido; pero nada bastó, y tres veces fueron rechazados y vueltos a la carga, y en la última fue necesario que yo mismo condujese a los granaderos acobardados. El fuego de fusil de las torres de las iglesias, de casas atroneradas, y de las trincheras multiplicadas en cada calle y defendidas las unas por las otras, esto es, las de las avanzadas por las de la retaguardia, era tal, sin que pudiésemos descubrir ni un hombre, que despues de haberme sacado de combate ciento setenta y tres hombres, tuve que retirarme, lo que no hubiera sucedido, si me hubiera dejado guiar de mis principios. A lo dicho podria añadir, la poca confianza que me merecen la mayor parte de los jefes de infantería que deben obrar por sí en puntos distantes. El problema se reduce a resolver si conviene arriesgar el ejército por tomar a Cuautla, sin seguridad positiva de conseguirlo; o si conviene mas estrechar el sitio hasta donde lo permita la estacion y los medios con que cuento, y salvar el ejército cuando ella nos obligue a abandonarlo; problema importante y reservado a los conocimientos y superiores facultades de V. E. que como jefe superior del reino, no ciñe sus miras a un solo punto, o a ventajas y conveniencias parciales (9).

Resuelta pues la continuacion del asedio, la cuestion entre sitiadores y sitiados era meramente una cuestion de tiempo. Si Morelos conseguía mantenerse en la plaza hasta que los calores apretasen y las lluvias viniesen, el triunfo era suyo, porque los realistas tenian que ser víctimas de las enfermedades, o que abandonarle el campo, levantando el sitio. Todos sus esfuerzos se dirigieron pues a romper la línea de circunvalacion y ponerse en comunicacion con sus partidas de fuera para proporcionarse víveres, con cuyo objeto en la noche del 30 de Marzo (10), intentó apoderarse del reducto del CalVario, que estaba a cargo del comandante de granaderos D. Agustin de la Viña. Amenazando diversos puntos y generalizado el fuego en toda la línea. D. José María Aguayo con varios piquetes de costeños cargó con vigor al reducto: siguióle Galiana, y el ataque que fue tan vivo que algunos de los asaltantes lograron entrar por las mismas troneras, agarrándose de las bocas de los cañones, habiendo sido muerto al lado de Viña el capitan graduado D. Gil Riaño, hijo del intendente de Guanajuato. El batallon de aquella ciudad que marchó del cuartel general en auxilio del reducto atacado, y la tropa que con el mismo objeto mandó Llano de su campo, hicieron retirar a los insurgentes.

Muy sentida fue la muerte del jóven Riaño, cuyo mérito y valor recomendó Calleja en la órden del dia, y en su corresponddncia con el Virrey, manifestó el mayor sentimiento por este nuevo pesar, añadido a tantos como habian caido sobre una madre desolada (11).

Si algo en nuestra historia puede citarse como ejemplo de aquella fatalidad que los antiguos representaron en Edipo y su familia, es esta suerte desgraciada de una familia tan virtuosa como desventurada. Frustrado este intento y estrechando mas y mas la necesidad, Morelos trató de hacer el último esfuerzo para introducir un convoy de víveres y procurarse auxilios de fuera. En la noche del 21 de Abril hizo salir a Matamoros y al coronel Perdiz con cien hombres, forzando la línea por el camino de Santa Ines. Perdiz fue muerto con muchos de los que le acompañaban (12), pero Matamoros logró salir a salvo. Puesto de acuerdo con D. Miguel Bravo, reunieron en Tlayacac, pueblo fuerte por su localidad, próximo a las lomas de Zacatepec, número crecido de gente con un convoy muy considerable de víveres y municiones. Calleja, instruido por una carta que interceptó, de que se trataba de introducir el convoy por la Barranca hedionda y el pueblo de Amelcingo, custodiado por el batallon de Lobera y un escuadron de Puebla, que hacian parte de la division de Llano, hizo levantar en el citado pueblo una batería de cuatro cañones, y calculando por una luminaria que Matamoros hizo en las alturas inmediatas en la noche del 26, para dar aviso a Morelos de su proximidad, que el ataque seria el dia siguiente, dispuso todo lo conveniente para recibir al enemigo. Este al amanecer el dia 27, se presentó en gran número con cuatro cañones, atacando con vigor la retaguardia de las posiciones de Amelcingo y Barranca hedionda, al mismo tiempo que lo hacían de frente dos mil hombres que salieron de la plaza con un cañon, los cuales atravesando el rio, subieron por la márgen acantilada de él, y se apoderaron de uno de los puntos que custodiaban las tropas de Llano, próximo al reducto de Zacatepec. A la misma hora se dejó ver otro cuerpo de mil quinientos hombres con un cañon, a las espaldas del campamento de Calleja, para hacer diversion con el tiroteo que rompieron (13).

El ejército sitiador se puso al instante sobre las armas y marcharon al auxilio de los puntos atacados las fuerzas prevenidas al intento por Calleja; mas no pudieron hacerlo tan pronto que el batallon de Lobera no corriese gran riesgo de ser desbaratado, habiendo sido envuelto por todas partes, y teniendo para librarse, que atacar a la bayoneta a los que le asaltaron por el frente, arrojándolos al cauce del rio y quitándoles el cañon que sacaron de la plaza. La batería nuevamente construida en Amelcingo, rompió el fuego sobre los insurgentes, con tanto mayor estrago de estos, cuanto que ignoraban que la hubiese. En todas partes fueron batidos los asaltantes con gran pérdida, teniendo que abandonar los cañones y las municiones y víveres que conducian; el coronel Andrade los siguió hasta la barranca de Tlayacac, aunque no entró en el pueblo de este nombre, impidiéndoselo la barranca y las fortificaciones construidas para su defensa; pero se hizo dueño de él cuatro dias despues (30 de Abril) el teniente D. Mateo Oviedo, enviado con este fin por Calleja, y cogió en él y condujo al campo de los sitiadores, ciento cincuenta y cinco tercios de comestibles que estaban preparados para introducirlos en Cuautla, y otros despojos (14).

No quedaba pues a los sitiados esperanza alguna de hacerse de víveres, ni podian concebirla tampoco de ser socorridos por fuerzas de fuera. Rayon, el único que hubiera podido intentarlo, se hallaba ocupado en el ataque de Toluca, y el no haber desistido de él para acudir al auxilio de Cuautla, unido a su conducta anterior con Iriarte y Ortiz, y a sus desavenencias posteriores con Morelos, ha hecho sospechar que no solo le era indiferente que este pereciese, sino que acaso lo deseaba para librarse así de un temible rival; pero su inaccion en esta vez se explica satisfactoriamente por la conviccion que debia tener, de que sus tropas eran incapaces de medirse con las de Calleja, y que por lo mismo seria inútil cualquier esfuerzo de su parte para auxiliar a Morelos, haciéndolo de una manera mas útil y eficaz, con distraer por el lado opuesto la atencion del gobierno, a quien hubiera puesto en el último extremo si hubiera triunfado en Toluca, pues no habiendo entónces nada que le impidiese acercarse a la capital, el Virrey para cubrir esta, se habria visto obligado a retirar el ejército que estaba sobre Cuautla.

En esta, la miseria habia llegado al último grado: consumidos todos los alimentos, cuyos precios habian venido a ser exorbitantes, se habia ocurrido no solo a echar mano de las mas sucias sabandijas, sino que tambien se habian arrancado de las puertas de las tiendas los cueros viejos de toro, con que en aquel tiempo solian forrarse en vez de hoja de lata, que entónces era muy cara. Los forrajes escaseaban todavía mas, y la peste, causada por los malos alimentos y por el exceso de la bebida, pues el aguardiente de caña era lo único que abundaba, como artículo muy principal del comercio de aquel punto, habia hecho rápidos progresos. La iglesia de S. Diego, reducida a hospital, tenia gran número de enfermos; las casas estaban llenas de ellos, y cada dia morian veinticinco a treinta individuos. Era pues llegado el caso de capitular honrosamente en el órden de una guerra entre dos naciones; pero para Morelos no podia haber capitulacion en la guerra bárbara que entonces se hacia. Calleja se habia propuesto con el exterminio de los sitiados de Cuautla, aterrorizar a los insurgentes para que no intentasen defenderse haciéndose fuertes en las poblaciones. Por esto, habiendo recibido el bando del indulto concedido por las cortes en 9 de Noviembre de 1811 y publicado por el Virrey en 10. de Abril (15), consultó a este en 17 del mismo si lo pasaba a Morelos por medio de un oficial parlamentario, siendo probable que no lo recibiese, mofándose y haciendo morir al conductor; y si en caso de recibirlo y queriendo prevalecerse del término de 15 días que en él se señalaba, accedia a una suspension de hostilidades, con la que se dejaria avanzar la terrible y destructora estacion de aguas que estaba ya próxima. No le quedaba pues a Morelos mas partido que perecer o salvarse por una resolucion desesperada.

El estado de los sitiadores era tambien muy crítico. Aunque las lluvias no habian comenzado todavia, el excesivo calor y las frutas y comestibles del pais habian multiplicado el número de enfermos, de los cuales a fin de Abril habia ochocientos en el hospital, y su falta recargaba demasiado el servicio para los sanos. Calleja (16);' remitiendo al Virrey los estados semanarios de los hospitales, llamó su atencion sobre el aumento notable en el número de enfermos de una semana a otra, y le pidió la órden terminante de lo que debia hacer, en el caso dificil pero no imposible, de que Morelos hallase medios para sostenerse los pocos dias que faltaban para que comenzase la estacion de las aguas. Esta consulta la hizo el 24, por consiguiente ántes que se verificase el ataque de Amelcingo y del campo de Llano para introducir el convoy. Venegas en contestacion, encargándose de la dificil posicion en que todo se hallaba, le dice (17):

Tal es el estado de las cosas, y a pesar de ellas, Cuautla es el punto principal y el centro de donde ha de proceder el desembarazo de los restantes; es cuanto tengo que decir a V. S. sobre la importancia de llevar al cabo la empresa. Cesar dijo despues de la batalla de Munda, que en otras habia peleado por obtener la victoria, pero en aquella por salvar la vida; no difiere mucho nuestra situacion.

Calleja, ya mas seguro del éxito despues del ataque del 27, le respondió el 30 a las doce del dia:

En efecto, la situacion de Cesar en Munda diferia poco de la nuestra; pero yo espero que el suceso será muy semejante al suyo, si apuramos nuestros recursos y las aguas se retardan.

Las cosas habian llegado pues, el dia último de Abril, despues de setenta dias de sitio, a un punto tal que la decision no podia demorarse, y esta dependia esencialmente de una circunstancia independiente de los cálculos y disposiciones de los hombres: el principio de la estacion de las lluvias; estas se retardaron aquel año y el triunfo fue de los realistas.

Desde el dia 28 que fue el siguiente al ataque frustrado de Amelcingo, se observó en los sitiados el mayor sosiego y silencio; no se corria ya la voz a los centinelas, ni se veia movimiento alguno. Las avanzadas y escuchas del campo real informaron, que en la plaza solo se percibia un ruido sordo, como si taladrasen o socabasen en alguna parte (18). Calleja bien instruido por los transfugas, que eran numerosos en aquellos dias, del estado de espantosa miseria a que se hallaban reducidos los sitiados, presumió desde luego que se preparaban a salir de la plaza. Redobló su vigilancia y mandó que la caballería estuviese pronta a montar a cualquiera hora, teniendo siempre los caballos ensillados.El primero de Mayo hizo pasar a Morelos por medio de las avanzadas, dos ejemplares del bando del indulto, que habia hecho antes publicar en su campo y que aquel pareció recibir con regocijo, suspendiéndose los fuegos por una y otra parte (19), pero multiplicando no obstante Calleja sus medidas de precaucion.

A las dos de la mañana del dia 2 estando la noche muy obscura, emprendió Morelos su salida, llevando Galiana la vanguardia con la mejor infantería armada de fusil; seguíanle doscientos cincuenta caballos, un número considerable de honderos y lanceros, y a continuacion una muchedumbre de gente de todo sexo y edad, cerrando la retaguardia otro cuerpo de fusilería, en cuyo intermedio iban las cargas y dos piezas pequeñas de artillería (20). Esta columna se dirigió con el mayor silencio por la caja del rio, al espaldon que la atravesaba al Norte y que defendian sesenta granaderos, los cuales atacados por una fuerza superior, se retiraron como se les tenia mandado, al reducto del Calvario, con lo que los sitiados pudieron derribar parte del espaldon, aunque bajo el fuego de los puestos laterales, y salieron por allí al camino de la hacienda de Guadalupita, derramándose luego por los que conducen a los pueblos situados en la extensa falda del Popocatepec.

Calleja, advertido del movimiento por el fuego vivo que por aquel lado se oia, conoció luego cual era el intento de Morelos, e hizo que sin demora, marchase el batallon de Asturias a apoderarse de la fuerte posicion de Buenavista, y el de Guanajuato a ocupar la poblacion y batir la retaguardia enemiga si aun la alcanzaba en ella, cargando al mismo tiempo con toda la caballería sobre la columna de Morelos; y destinando un cuerpo que anticipadamente tenia nombrado, exclusivamente al alcance y persecucion de los jefes.

La caballería realista desbarató fácilmente el grupo de gente inerme que salia en el centro y retaguardia, y alcanzando a la tropa mas granada, esta se parapetó en las cercas de piedra que cierran los campos de las haciendas y desde ellas hizo un vivo fuego, pero flanqueada por su derecha, fue tambien puesta en dispersion. Entonces nadie pensó ya mas que en salvarse como pudo; los jefes que iban a la cabeza de la columna se fugaron, entre tanto que la caballería de Calleja se ocupaba en degollar a la gente infeliz que llenaba los caminos. Calleja dice en su parte al Virrey, que se contaron ochocientos diez y seis cadáveres en las cercas en que los insurgentes se sostuvieron, y que las siete leguas a que el alcance se extendió, estaban tan cubiertas de ellos, que no se daba un paso sin que se encontrasen muchos, siendo casi todos costeños, pintos, negros y hombres decentes, y calcula la pérdida total de los insurgentes en cuatro mil hombres, en lo que sin duda hay mucha exageracion.

La dispersion fue tan completa, que la reunion mas numerosa que quedó fue la que acompañaba a Morelos; este llegó al pueblo de Ocuituco al pié del volcan, perseguido tan de cerca por D. Anastasio Bustamante, entonces capitan y comandante de las guerrillas, y por D. Juan Amador, quienes con veinticinco dragones de S. Carlos iban en su seguimiento, que debió su salvacion a su escolta, la que miéntras él mudaba caballo, lo defendió; a costa de perecer casi todos los que la componian (21). Tomaron entonces los realistas el cañoncito llamado el Niño, que hacia conducir Morelos cargado en una mula, que fue el primero que tuvo y que como se dijo en otra parte (22) tenían los Galianas en su hacienda, para hacer salvas en las fiestas de su capilla. De Ocuituco siguió Morelos a Guayapa, Izúcar, en donde encontró a D. Miguel Bravo, Chetla y Chautla; en este último punto se detuvo un mes y reunió como ochocientos hombres de los dispersos de la tropa de Galiana y de la de Bravo, que habia logrado salvar sus armas. Segun el mismo Morelos, su pérdida durante todo el sitio, no pasó de cincuenta hombres muertos de bala y ciento cincuenta de la peste, a mas de los que perecieron en la noche de la salida, de los cuales el capitan Yañez le refirió haber contado ciento cuarenta y siete, en la mitad del camino de Cuautla a Ocuituco (23). La de los sitiadores en el mismo periodo, segun las listas oficiales que existen en el archivo general, fue de doscientos noventa y uno entre muertos y heridos. En el alcance fue muy corta la que experimentaron, aunque alguna causó la obscuridad, y el ir mezclados. unos con otros sin conocerse (24).

Calleja atacado de un derrame de bilis, estaba en cama cuando se verificó la salida de Morelos, y tan afligida era la posicion de las cosas, que en aquella misma madrugada escribió al Virrey:

Conviene mucho que el ejército salga de este infernal pais lo mas pronto posible, y por lo que respecta a mi salud, se halla en tal estado de decadencia, que si no le acudo en el corto término que ella puede darme, llegarán tarde los auxilios. V. E. se servirá decirme en contestacion lo que deba hacer (25).

El coronel Echagaray, nombrado gobernador de la plaza, entró a ocuparla con la fuerza necesaria para asegurar los efectos dejados por los insurgentes, recoger los que de estos habian quedado dispersos y desarmar la poblacion, y aunque tomó todas las medidas posibles para evitar desórdenes, no pudo impedir que la tropa saquease las casas sin exceptuar la iglesia (26). Los soldados de Guanajuato, muchos de ellos mineros de profesion, al formar en la plaza, conocieron que el terreno estaba hueco; examinóse y se encontró enterrada la artillería de Morelos, haciendo parte de ella una culebrina, cuyas varias vicisitudes representaban todas las alternativas que hasta entonces habia tenido la guerra.

Fundida en Manila y conducida a S. Blas, fue llevada por Hidalgo a Guadalajara, y sirvió a este en la batalla de Calderon; tomada allí por Calleja, siguió a Emparan hasta Toluca, y de allí la llevó Porlier a Tenancingo en donde cayó en manos de Morelos, volviendo a las de los realistas en la toma de Cuautla.

Con las piezas tomadas por Morelos en diversas acciones y las que él mismo habia hecho fundir, fueron unas treinta las que Calleja cogió en Cuautla con cantidad de municiones, banderas, cajas de guerra y porcion de papeles importantes (27), entre ellos la carta de la junta de Zitácuaro, en que aquella descubrió a Morelos cuales eran sus designios respecto a continuar tomando el nombre de Fernando VII, la que el Virrey se apresuró a hacer insertar en la Gaceta del gobierno (28), como muy conducente a desconcertar el sistema de la revolucion.

En Cuautla no encontraron los realistas habitantes sino espectros; la hambre y la miseria se echaba de ver en todos los individuos del pueblo infeliz, sobre quienes estas calamidades habian especialmente recaido, pues en cuanto a la tropa de Morelos, todavía se encontró algun repuesto de víveres que le estaban destinados. Ademas, la peste habia hecho terribles estragos; las casas estaban llenas de enfermos y de cadáveres, que no habia quien hiciese enterrar. Este aspecto de desolacion enterneció a los soldados, quienes cedian su rancho a aquellos infelices, para muchos de los cuales, en el estado de desfallecimiento en que se encontraban, el alimento era veneno, pues luego que lo recibian morian (29). Calleja mandó se tomasen por el gobernador las medidas convenientes para socorrer y auxiliar a aquellos desgraciados, y para evitar que el ejército se contagiase con la peste que estaba declarada en la poblacion, prohibió que nadie entrase en ella, conservándolo acampado fuera hasta que marchó a otros puntos.

Entre los incidentes ocurridos durante el sitio, hubo varios que merecen se haga de ellos alguna menciono Los sitiados no se limitaban a la defensa, sino que insultaban y burlaban a los sitiadores, inquietándolos con falsas alarmas, lo que excitó tanto la cólera de Calleja, que tomada la plaza, previno al gobernador Echeagaray que solicitase cuidadosamente entre los presos al negro José Andrés Carranza, que salia a insultar a la tropa por el reducto del Calvario, y al tambor que por el mismo y otros puntos, tocaba por la noche el paso de ataque, y que los hiciese ahorcar, sin darles mas tiempo que el preciso para disponerse cristianamente (30); por su fortuna no fueron encontrados, habiendo salido con Morelos, y aunque de los demas presos, dispuso Calleja se separasen los principales y se condujesen al campamento de la Columna de granaderos, para formar la sumaria correspondiente e imponerles el castigo que merecian (31), no aparece que fuese ejecutado ninguno.

Tenia consigo Morelos en CuautIa a su hijo mayor D. Juan Nepomuceno Almonte, a quien en sus declaraciones dijo que llamaba su adivino, aunque sin explicar el motivo. Para su instruccion o entretenimiento, habia hecho se le formase una compañía de niños de su misma edad, de que lo nombró capitan y era conocida con el nombre de la Compañía de los emulantes. Estos niños salian a las trincheras, y una vez condujeron en triunfo a un dragon que hicieron prisionero, aunque él dijo que iba a presentarse a Morelos (32).

En toda la continuacion del sitio se ejercieron por una y otra parte actos continuos de inhumanidad con los prisioneros. En el ataque del 19 de Febrero, un granadero del ejército real quedó herido en la trinchera de S. Diego y fue hecho prisionero; Morelos quiso persuadirlo que siguiese su partido, y habiéndolo rehusado con decision, lo hizo fusilar y conducir en la noche su cadáver puesto en una silla, a las inmediaciones del campo de Calleja, para que el dia siguiente lo recogiesen sus compañeros (33). Estos ejemplares fueron frecuentes, por lo que Calleja repitió muchas veces en sus órdenes del dia, la prevencion para que ningun soldado o dependiente del ejército se alejase de la línea, ni hácia el pueblo, ni por los campos.

Por el lado contrario, entre los papeles concernientes al sitio de CuautIa que existen en el archivo general, hay multitud de sumarias formadas a los que eran sorprendidos saliendo o entrando en el pueblo, que la mayor parte concluyen con la sentencia de pena capital. Una de estas es la que se formó al norteamericano Nicolas Colé, uno de los tres que se pasaron a Morelos en las inmediaciones de Acapulco (34), y fue cogido el 11 de Marzo en uno de los ataques intentados contra el reducto del Calvario. No obstante haber dado una declaracion muy instructiva sobre el estado interior de Cuautla, que debió ser muy útil a Calleja para dirigir con acierto sus operaciones ulteriores, fue condenado a muerte y ejecutado el 15 de aquel mes (35).

Entre estas sumarias hay una que llama particularmente la atencion, por un incidente de una naturaleza muy extraña. Condenado a la pena capital en 24 de Marzo, Marcelino Rodríguez, indio, que fue cogido por un soldado abriendo el conducto del agua, se notó el grande empeño que tenia porque su cadáver fuese llevado a Cuautla, y algunos oficiales declararon habia dicho, que esto era porque Morelos lo resucitaria. Ampliada con este motivo la informacion. Rodríguez declaró, que el deseo que habia manifestado respecto a su cadáver, era solo para que lo viese Morelos y se horrorizase, palpando los muchos que por su causa estaban perdiendo la vida; pues aunque habia oido decir a varios mandones de la hacienda de Miacatlan, que el cura traia un niño que resucitaba los muertos a los tres dias, nunca lo habia creido. Esta voz sin embargo corrió tanto, apoyada acaso en el título de adivino que el cura daba a su hijo, que Calleja, como hemos visto, dijo por seguro al Virrey, que Morelos prometia resucitar a sus secuaces, y en la causa que a este formó la inquisicion, es uno de los cargos que le hizo, y que él rechazó con indignacion.

El sitio de Cuautla fue muy perjudicial a la moralidad del ejército; el ocio y fastidio de un prolongado bloqueo introdujeron en el campo el juego y todos los vicios, sin que Calleja tomase empeño en evitarlo, quizá por no descontentar a la oficialidad y al soldado, con cuya buena voluntad necesitaba contar, para que sufriesen con paciencia los riesgos y molestias de un clima abrasador. Ademas de esto, se hallaban en el ejército los administradores de todas las haciendas de caña circunvecinas, en las que en aquel tiempo se gastaba con prodigalidad, como que sus productos eran cuantiosos, lo que aumentaba la disipacion en que pasaban jefes y oficiales las largas y molestas horas del dia y aun las más gratas de la noche, en las tiendas y chozas que se formaron, y a que concurrian con todo género de vendimias los comerciantes y gente de los pueblos inmediatos, formando una especie de feria continua.

Así terminó al cabo de setenta y dos dias el famoso sitio de Cuautla, prolongado por tan largo tiempo, tanto por la tenaz resistencia de los sitiados, cuanto por la falta de medios correspondientes de los sitiadores. Comenzando sin ellos, a consecuencia de haberse desgraciado el ataque que se dió temerariamente, por la ciega confianza de vencer que habian inspirado los triunfos anteriores, se redujo a un bloqueo, cuyo resultado solo era incierto por el influjo del temperamento sobre los sitiadores, no acostumbrados a aquel clima, y para quienes la combinacion del calor y la humedad, si las lluvias hubiesen comenzado, hubiera sido destructora; siendo indubitable, que si hubiesen podido usar artillería de grueso calibre, pues no tenian mas que piezas de 4 a 8; si hubiesen contado con suficiente infantería acostumbrada a las operaciones del ataque de las plazas, Cuautla hubiera tenido que rendirse en pocos dias (36).

Los insurgentes dieron durante todo el asedio, pruebas de valor y de constancia, y en esta ocasion se demostró, mas que en ninguna otra, cuan diverso hubiera podido ser el éxito de la revolucion, si Hidalgo, en vez de presentar en campo raso masas numerosas de gente indisciplinada, se hubiese reducido a organizar el número de hombres que podia armar, y defender con ellos las poblaciones que habia ocupado y las fuertes posiciones en que abunda el pais en que hizo sus campañas.

En el ejército sitiador, conoció bien Calleja que no habia ni los jefes ni la disciplina necesaria para la arriesgada operacion de un ataque, por lo que, obrando con la prudencia que siempre lo caracterizó, no quiso aventurarlo de nuevo, no obstante las reiteradas prevenciones del Virrey, y el resultado de todas las guerras y revoluciones sucesivas ha venido a demostrar, que el arte del ataque de las plazas está tan atrasado entre nosotros, que un parapeto, una pared, un campanario cualquiera, es una fortaleza inexpugnable para nuestras tropas.

El gobierno consumió en este sitio sumas muy cuantiosas, pues segun los estados de la tesorería publicados por D. Carlos Bustamante (37), solo en reales se gastaron 564.426 ps. 3 rs. 7 gs., sin comprender el gasto de municiones, provision de galleta, zapatos, útiles de hospitales y otras erogaciones, que recayendo sobre un erario exhausto, obligaron al Virrey a usar de medios opresivos para procurarse fondos con que cubrirlas, lo que aumentaba el disgusto y fomentaba mas y mas la revolucion. A todos los males que esta habia ya causado, del sitio de Cuautla salió otro nuevo y gravísimo, que fue la epidemia de fiebres malignas, que desde aquel punto se fue extendiendo en todo el reino, con gran estrago de la poblacion, especialmente en las grandes ciudades de Puebla y México, que fueron de las primeras en resentir aquella calamidad.

En cuanto a Morelos, el clima y la estacion le sirvieron otra vez de antemural impenetrable, y libre de riesgo de ser atacado por los realistas en el punto a que se retiró, tuvo tiempo para rehacerse de la pérdida que habia sufrido, recogiendo los dispersos y levantando nueva gente, con que se volvió á presentar pronto en campaña mas pujante y temible que antes. Su reputacion habia crecido con los últimos sucesos, y aunque en el resultado del sitio de Cuautla, el triunfo quedase por parte de los realistas, la fama y la gloria fue sin duda para Morelos.


Notas

(1) Parte de Andrade, Gaceta de 24 de Marzo, núm. 202, fol. 311.

(2) Es tambien conocido, con el nombre de los cedritos.

(3) Véase el parte de Calleja al Virrey en la Gaceta de 2 de Abril, núm. 206, fol. 342 y el de Armijo a Calleja, Gaceta de 5 de Abril, núm. 216, fol. 424.

(4) No lo expresa Armijo en su parte; dícelo Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 52.

(5) Calleja dice mas de 400.

(6) Carta de Calleja a Venegas de 24 de Abril.

(7) Id. de 2 de Abril.

(8) Comunicacion al Virrey de 20 de Marzo.

(9) Carta de 18 de Abril.

(10) Bustamante dice Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 66, que este ataque fue la noche del 5 de Abril, pero en el parte de Viña, que se halla en el archivo general, dice este que fue en la fecha que aquí se pone.

(11) Este jóven era de mi misma edad; esta circunstancia y la identidad de estudios e inclinaciones, hizo que, con la estrecha amistad que habia entre la familia de Riaño y la mia, pasásemos juntos los años de nuestra juventud y que su muerte me fuese muy dolorosa. En este ataque quedó tambien herido, aunque ligeramente, Garrido, el sargento del batallon de Guanajuato que denunció la conspiracion de Hidalgo a Riaño, el que habia sido ya ascendido a oficial. Parte citado de Viña.

(12) Su cadáver desnudo puesto en una mula que los sitiadores hicieron entrar en el pueblo, fue el aviso que tuvieron los sitiados de la muerte de este coronel.

(13) El parte de Calleja en que refiere esta accion muy por menor, se insertó en la Gaceta extraordinaria de 1° de Mayo, núm. 219, fol. 445. Bustamante en su Cuadro histórico, tomo 2° fol. 69 da una idea muy imperfecta de este suceso.

(14) Gaceta de 7 de Mayo, tomo 3°, núm. 223, fol. 475. Parte de Calleja.

(15) Se halla inserto en el Diario de México de 3 de Abril. Aunque no se permitia hablar de cosas políticas en este periódico, si se insertaban los bandos, lo que rara vez se hacia en las Gacetas.

(16) Carta de 24 de Abril.

(17) Carta del Virrey de 26 de Abril, sacada como todas las demas citas del archivo general, legajo de correspondencia núm. 19,. extractada por Bustamante.

(18) Este y otros pormenores, me los ha comunicado D. Benigno Bustamante que se halló en todo el sitio con su batallon de Guanajuato.

(19) Bustamante, Cuadro histórico tomo 2°, fol. 71, dice que el indulto fue llevado por un oficial; que era limitado a Morelos, Galiana y Bravo, y que Morelos lo devolvió diciendo, que por su parte concedia igual gracia a Calleja y los suyos. Sigo lo que Calleja dice en su parte del dia 4, inserto en la Gaceta extraordinaria del 8, núm. 224, fol. 479, que contiene el pormenor de la salida de Morelos; el primer aviso lo dió el dia 2, y se publicó en la Gaceta extraordinaria del mismo dia, núm. 221, fol. 461. Generalmente merecen mas confianza las noticias de los jefes realistas que las de los insurgentes, excepto en el número de muertos de estos, que aquellos abultan excesivamente. Véase todo lo relativo a la publicacion del indulto, en el apéndice documento núm. 5.

(20) Este fue el órden de la marcha segun la refiere Calleja. En el archivo general, legajo titulado: Ordenes para el servicio militar de Cuautla, etc. se halla original de letra de Morelos, la que dió para la salida Dice así. Cartas: (sin duda fue la contraseña): Que las lumbradas de los baluartes estén gruesas. Que tras de la avanzada, vayan zapadores con herramienta. Síguese la vanguardia de caballería. Luego media infantería. Luego el cargamento de artillería. Luego la otra media de infantería. Luego la retaguardia de caballería. Que se den velas dobles y se vendan las sobrantes y el jabon. Que repartido el prest se de un peso a cada enfermo, y la mitad del sobrante se traiga. Que se junten cuarenta mulas, y si no hay que se reduzcan los cañones. Que se repartan los cartuchos a cinco paquetes: dos tiros y clavo.

(21) D. Estevan Moctezuma, que fue despues general de la República, acompañaba a D. Anastasio Bustamante, entonces capitan de S. Luis y comandante de las guerrillas, de quien Moctezuma era ordenanza. Moctezuma al volver a Cuautla concluido el alcance, iba matando con la lanza a las mujeres que hallaba heridas por el camino, cuyo acto de crueldad le reprendió Bustamante, a quien he oido referir el suceso de su propia boca. Moctezuma era sin embargo hombre de gran valentía de que dió despues muchas pruebas y es por lo mismo mas extraño en él este acto de crueldad.

(22) Véase el Capítulo III.

(23) Dícelo así en sus declaraciones.

(24) La pérdida de la infantería, segun el estado formado por el mayor general, fue de 8 oficiales muertos, 14 heridos o contusos, 50 soldados, cabos y sargentos muertos, y 164 heridos. La de la caballería consistió en 13 muertos y 42 heridos, la mayor parte de ellos en el alcance. De la artillería no hay estado. En esta pérdida de la infantería, se comprende la del primer ataque del 19 de Febrero. Todo esto se entiende en accion de guerra, y no los que murieron de enfermedad en los hospitales.

(25) Por tener esta carta la fecha del 2 de Mayo a las cuatro y media de la mañana, saca Bustamante la consecuencia que Calleja no sabia a aquella hora la salida de Morelos. Es mas probable que la tuviese escrita antes de verificarse esta; el resto de su contenido explicaria esta duda, pero no la he visto.

(26) Mi general, le dice a Calleja en carta que existe en el archivo general, luego que llegué a este infame pueblo, recorrí las casas. Nuestras tropas las han dejado en peor estado que las de Zitácuaro, cuando fueron entregadas al fuego. El pueblo tenia a medio campo de hombres y mujeres, y a pesar de patrullas y guardias en las entradas, nada conseguí, pues los mismos que custodiaban fueron los que causaron mas mal. La iglesia despues de cerrada ha sido saqueada. Echagaray firmaba su nombre Echeagaray, sin duda por la facilidad de la pronunciacion, se usaba del primero.

(27) Son los que he examinado y que contienen tantos datos interesantes sobre las operaciones de Morelos y de la junta de Zitácuaro.

(28) Véase el Capítulo V.

(29) Véase en el apéndice núm. 6 el parte de Echagaray sobre el estado en que encontró al pueblo, y providencias que tomó.

(30) Orden de Calleja a Echeagaray de 4 de Mayo. Archivo general.

(31) La misma.

(32) Véase en el apéndice documento núm. 7, un parte del alcalde de la cárcel de Cuautla, en que refiere una travesura de estos niños y de su capitan. Por el mismo parte puede verse que clase de hombres habia en la oficialidad de Morelos.

(33) Fue colocado arrimado a la cerca de piedra a la derecha del camino real, entre Cuautlixco y el Calvario.

(34) Véase el Capítulo III.

(35) Los asesores en todas estas sumarias fueron, D. José Francisco Nava y D. Ignacio García Illueca oficiales de la Columna de granaderos, y abogados de profesion. Tambien se encuentra una de ellas, formada para averiguar el hecho de haberse presentatado uno de los patriotas fugados de Iguala, que fue puesto en libertad, en que actuó como juez comisionado D. Joaquin de Parres. entonces ayudante de lanceros, y que despues ha sido general de la República.

(36) El número de setenta y dos dias es, comenzándolos a contar desde el dia del ataque del 19 de Febrero, pero el sitio no se estableció hasta el 5 de Marzo, en que unidos los dos campos de Calleja y Llano, tomaron posicion y empezaron a batir el pueblo, con lo que el número de dias de sitio no fue propiamente hablando, mas que de cincuenta y ocho.

(37) Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 87, segun datos de las oficinas.

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