Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO VIII - Segunda parte -CAPÍTULO IX - Segunda parte -Biblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO IX
Primera parte

Consecuencias inmediatas de la toma de Cuautla. - Reaccion en la tierra caliente. - Prision de D. Leonardo Bravo en la hacienda de S. Gabriel. - Vuelve Calleja a México. - Disolucion del ejército del centro. - Reflexiones sobre este ejército. - Noticias sobre Calleja. - Sus desavenencias con el Virrey. - Asociacion de los Guadalupes. - Sucesos contemporáneos al sitio de Cuautla. - Ataca Rayon a Toluca. - Invaden los insurgentes la villa de Guadalupe. - Trátase de trasladar a México la imagen de la vírgen. - Dificultades que lo impidieron. - Emigrados de México. - Planes de paz y guerra. - Imprenta. - Sucesos de la provincia de Puebla y de la de México. - El Lic. Rosains se declara en la primera de estas por la revolucion. - Noticias sobre Arroyo y Bocardo. - Atacan los insurgentes varios lugares. - Entran en Huamantla. - Toman en Nopalucan el convoy que conducia Olazabal. - Ataque de Atlixco. - Ocupan los insurgentes a Tepeaca. - Varios sucesos en los llanos de Apan. - Toma y saqueo de Pachuca. - Ventajas mayores que los insurgentes hubieran podido obtener procediendo con plan y union.


El sitio de Cuautla fue un suceso tan grave y de tan importantes consecuencias, que he creido deber seguir sin interrupcion el relato de todos sus incidentes hasta su conclusion, dejando para este capítulo el ocuparme de sus inmediatos efectos y de los acontecimientos contemporáneos.

Aunque Morelos con las derrotas de Fuentes, Musitu y García Rios, se habia apoderado de todo el pais conocido con el nombre de la tierra caliente del Sur de las provincias de México y Puebla, no por esto tenia bien afirmada su dominacion en él. Habia poblaciones adheridas a la causa real, y siendo en la mayor parte europeos los dueños de las grandes haciendas de azúcar, que constituian la riqueza y opulencia de aquellos territorios, sus dependientes y criados espiaban la ocasion de recobrar para sus amos las fincas, arrojando de ellas a los administradores que los insurgentes habian puesto, cuando de ellas se apoderaron. Esta ocasion vino a presentarla el sitio de Cuautla, habiendo retirado Morelos sus tropas al punto atacado, y mucho mas la dispersion de aquellas a la salida que de él hizo.

Desde fines de Marzo, el teniente coronel D. Francisco Páris, comandante de la quinta division de milicias del Sur, se habia dirigido a Tlapa (1) para ocupar aquel punto; pero llamado a otras atenciones por el jefe de la brigada de Oaxaca, tuvo que desistir de aquel intento. Volvió a emprender la marcha con el mismo objeto, pero con motivo del sitio de Yanhuitlan, de que en su lugar hablaremos, tuvo orden del mismo jefe para volver a situarse en Ometepec. Entre tanto, una partida de realistas de Ayutla, con parte de la 4a. compañía de la misma division de Páris, se acercó a Chilapa y aquel vecindario, inclinado siempre al partido español y movido por el célebre gigante Martin Salmeron decidido por él, hizo un movimiento en su favor aprehendiendo al subdelegado D. Francisco Moctezuma, quien con otros de los que Morelos habia dejado mandando, fue enviado en cuerda a Ayutla, donde se hallaba situado Páris. Siguieron este ejemplo Tixtla y los demas lugares inmediatos, con lo que D. Máximo Bravo que mandaba en Chilpancingo, no pudiendo sostenerse en aquel punto, de donde préviamente habia retirado Avila la artillería y los pocos fusiles que habia, para llevarlos al Veladero, tuvo que ir a ocultarse a la hacienda de Chichihualco, propia de su familia (2). Páris nombró comandante de Chilapa al capitan D. Manuel del Cerro ( e), haciéndolo reforzar por el capitan D. José María Añorve (e), y ambos levantaron en aquella villa y en Tixtla compañías de patriotas o realistas, armándolas con los fusiles que los vecinos ocultaron a la entrada de Morelos, y pusieron en libertad a los prisioneros tomando porcion de víveres y efectos que tenian recogidos los insurgentes allí y en Chilpancingo. Hecho esto y sabida la salida de Morelos de Cuautla, creyendo Páris que se dirigiria a la costa de Técpan, se situó en Ayutla por donde debia necesariamente de pasar, dando órden a Cerro y a Añorve para que se le reunieran.

La completa dispersion que el ejército de Morelos sufrió a la salida de Cuautla, hizo que los jefes tomasen diversos caminos, segun que a cada uno le deparó la suerte (3). D. Leonardo Bravo se dirigió hácia el Sur por el valle de Cuernavaca, acompañándolo D. Mariano Piedras, compadre de Morelos, a quien se unió desde el principio de la revolucion aunque sin grado militar alguno (4), y el coronel D. Manuel Sosa, con veinte hombres, escasamente armados con siete fusiles, tres escopetas, dos pares de pistolas y cinco sables, y llegaron el 5 de Mayo a alojarse a la hacienda de S. Gabriel, perteneciente a D. Gabriel de Yermo. Aunque los dependientes de este y la mayor parte de los criados, habian abandonado la fincá al acercarse Morelos, cuando en Diciembre anterior pasó de Cuautla a Taxco, y estaban en el ejército de Calleja prestando los importantes servicios que hemos visto en los capítulos anteriores, especialmente en la conduccion de convoyes; los que quedaron en ella aunque pocos, no eran ménos fieles a su amo, ni ménos adictos a la causa que aquel habia abrazado con tanto calor, y en espera de una ocasion favorable, enterraron en un paraje oculto un cañon de a cuatro, armas y cantidad de municiones.

La llegada de Bravo les presentó la oportunidad que deseaban y guiados por D. Domingo Perez, llamado el Chino, por ser nativo de Filipinas; convocada secretamente la gente y tomadas todas las medidas necesarias, desarmaron a los soldados que acompañaban a Bravo y se echaron de improvIso sobre este y sus compañeros, cuando estaban comiendo; mataron a Sosa que se defendió, y aunque tambien intentó hacerlo Bravo, abrazándolo por la espalda lo echaron en tierra y lo ataron. D. Antonio Taboada, uno de los dependientes de Yermo nombrado comandante por los demas, no creyendo a los presos seguros en la hacienda, por la que podian pasar partidas gruesas de los dispersos de Cuautla, los hizo conducir a la barranca de Tilzapotla, a tres leguas de distancia dentro de la misma hacienda, con una escolta de veinticinco hombres y órden de matarlos si eran atacados, y destacó partidas con diversas direcciones, una de las cuales se encontró con el teniente coronel insurgente D. Luciano Perez, quien con doce hombres huía de Cuautla, y despues de una corra resistencia fue hecho prisionero. Ortega dió secretamente aviso a Taxco de todo lo ocurrido, y aquel vecindario, constantemente adicto a la causa real, dirigido por D. Marcial Arechavala y por D. José Avila, sacando las armas que tenian ocultas algunos de los soldados de Garcia Rios, se echó sobre los pocos insurgentes que allí habia, dando parte de todo a Calleja que aun permanecia en Cuautla, y pidiéndole auxilios. Este general habia hecho ya partir para Cuemavaca a D. Juan Antonio de la Torre, administrador de la hacienda de S. Gabriel, con los criados de Yermo, reforzados por 120 hombres de tropa a las órdenes del capitan D. Miguel Ortega, quien destacó al capitan D. Gabriel de Armijo para que persiguiese al clérigo Herrero, que con alguna gente y artillería se retiraba de Cuernavaca hácia Sultepec, y habiendo alcanzado en Tetecala su retaguardia mandada por Alquisiras, la desbarató y puso en dispersion. Bravo y su compañeros Pierlras y Perez fueron conducidos por Armijo a Cuautla, habiendo sido fusilados por órden de Ortega, treinta y tantos de los prisioneros de menos cuenta.

Iguala, Tepecuacuilco y demas poblaciones considerables de aquel rumbo, siguieron el mismo impulso, por influjo de D. Mariano Ortiz de la Peña y de otros jefes, habiéndose organizado compañías de realistas en las haciendas y pueblos de la cañada de Cuernavaca y sus inmediaciones, las cuales perseguian continuamente a las partidas de insurgentes, con lo que todo el pais desde la Cruz del Marqués (5), hasta las cercanías de Acapulco, vino a quedar nuevamente sujeto al gobierno de México, restableciéndose las labores de las haciendas de azúcar, aunque en estas tenian siempre que estar con las armas en la mano para evitar una sorpresa (6).

En las inmediaciones de Cuautla los pueblos de indios con sus curas a la cabeza, se fueron sucesivamente presentando a Calleja a pedir el indulto, quien se lo concedió, creyendo que para restablecer la paz, debia aprovechar por medio de la clemencia y buen trato, el terror que la toma de aquel lugar habia inspirado (7).

Para dar mayor impulso al movimiento de reaccion que se efectuaba en el Sur, el Virrey Venegas dirigió una proclama á aquellos habitantes (8). En ella los exhortó a seguir el ejemplo que habian dado Chilapa, Tixtla, Taxco y otras poblaciones; comparó la conducta cruel de Morelos, dejando morir de hambre a los vecinos de Cuautla y haciéndolos degollar a su salida por las tropas reales que lo perseguian, cuando acabándosele de comunicar el indulto, podia haber evitado tantas desgracias admitiéndolo, con la generosidad del ejército sitiador, que cedió sus propios alimentos a los que perecian por falta de ellos, curando a los enfermos y remediando en cuanto se pudo todas las desgracias de aquel pueblo, y terminaba ofreciendo el perdon y olvido absoluto de todo lo pasado, a los que volviesen a la obediencia, y una recompensa considerable al que entregase a Morelos, a quien supuso buscando una caverna en que ocultarse. Para que esta proclama produjese mayor efecto, fue remitida a los curas con una carta pastoral del cabildo eclesiástico que gobernaba el arzobispado por muerte del arzobispo Lizana (9), en la que se les prevenia que exhortasen a los pueblos al órden y a la sumision, dándoles facultad para que ellos mismos concediesen el indulto, inspirando la mayor confianza en su fiel cumplimiento; mas como varios de los mismos curas promovian y fomentaban la revolucion, la exhortacion del cabildo se dirige tambien a ellos, para que cumpliesen los deberes de su ministerio, absteniéndose de mezclarse en cuestiones ajenas de este.

Calleja se ocupó durante los dias que aun permaneció cerca de Cuautla, en destruir las obras de fortificacion levantadas para su defensa; en recoger no solo el armamento que dejaron los insurgentes, sino tambien las balas de artillería que contra la plaza se tiraron durante el sitio, pues siendo estas de bronce, porque entónces no se sabia en México fundirlas de fierro, tenian un valor considerable; y cuando nada quedaba que hacer, dió la órden de quemar el pueblo como se habia hecho con Zitácuaro, recogiendo las imágenes y vasos sagrados; mas por providencia posterior, a solicitud de los vecinos fieles de aquel lugar, se mandaron devolver, ejecutándose la órden solo en una parte de las casas. Levantó en seguida el campo, regresando a Puebla Llano con su division a la que se agregó la Columna de granaderos y el mismo Calleja volvió a México llevando el batallón de Lobera (10). Su entrada en esta capital fue el 16 de Mayo por la garita de S. Lázaro, la misma por donde habia salido; Calleja estaba enfermo y entró en coche; conduciase en triunfo la artillería, cajas de guerra y banderas tomadas en Cuautla, y entre los prisioneros se distinguia D. Leonardo Bravo con sus compañeros Piedras y Perez, que fueron llevados a la cárcel de corte, habiendo sido ultrajados en el tránsito.El batallon de Lobera era el primer cuerpo expedicionario que se veia en México: su traje, imitado del de las tropas francesas, y sobre todo el uso de las cornetas, llamó mucho la atención del público, y los españoles recibieron con aplauso estas tropas que consideraban como salvadoras suyas, preferencia que desde entonces comenzó a ofender a los mexicanos que servian en el ejército real. No obstante esta pompa militar, se echaba de ver que el prestigio del ejército del centro habia caido grandemente con los sucesos de Cuautla, y las tropas europeas, rechazadas en Izúcar, no eran consideradas como superiores a las mexicanas.

Vuelto el ejército del centro a México, no habia ya motivo para conservarlo unido, pues en ninguna parte se presentaba una masa tal de insurgentes que requiriese el empleo de aquellas fuerzas, y era preciso distribuirlas en varias divisiones, para atender a los diversos puntos a donde la revolucion se habia extendido. No quedaba tampoco objeto bastante importante para que en él se emplease un general de tanta nombradía como Calleja, quien tampoco queria seguir mandando, con motivo o a pretexto de sus enfermedades. Todo concurria pues a realizar lo que se tenia entendido era el deseo del Virrey Venegas, que era remover del mando a un hombre que consideraba como rival, y dispersar una fuerza que no juzgaba adicta a su persona. Verificóse pues así: Calleja dejó el mando el 17 y la tropa se incorporó en la guarnicion recibiendo las órdenes del mayor general de la plaza conde de Alcaraz. Debido será pues, que al hablar por la última vez de un ejército que nos ha ocupado tanto tiempo y de una manera tan importante en el curso de esta obra, hagamos algunas reflexiones sobre él y sobre el jefe que lo formó y mandó.

El general D. Manuel de Mier y Teran, uno de los hombres mas sensatos y de mas profunda penetracion que yo he conocido, a quien Morelos consideraba como el jefe de mayor importancia que en la insurreccion quedaba, despues de preso el mismo Morelos (11), y que por haber hecho un papel muy principal entre los insurgentes, conocia bien a todos los jefes de aquella revolucion y estaba mas que nadie en estado de juzgar del espíritu y tendencia de ella; cuando, despues de hecha la independencia, sirviendo él el ministerio de la guerra y el que esto escribe el de relaciones exteriores e interiores, bajo el poder ejecutivo provisional en el año de 1824, tuvo principio en las inmediaciones de Puebla la feroz revolucion de Vicente Gomez, tan mal resistida por las autoridades de aquel Estado, que se las creyó cómplices en ella, la que era de temer se generalizase con el mismo estímulo y medios que la insurreccion de 1810, me decia: que se llenaba de terror cuando consideraba que podiamos volver a la atroz anarquía de los insurgentes, sin que existiese la mano fuerte del gobierno español, que ejerciendo con firmeza la autoridad, pudo sola librar a la nacion de la ruina cierta en que iba a precipitarse, y esta opinion estaba tan fuertemente arraigada en su ánimo, que cuando en 1832 creyó llegado el momento en que iba a verificarse esta disolucion completa de la nacion, su imaginacion se poseyó tanto de esta funesta idea, que sin duda flaqueando su razon, lo precipitó al exceso de quitarse la vida por su mano. El ejército del centro fue el instrumento eficaz dé que se sirvió el gobierno español de México para este fin tan importante a los ojos de aquel profundo pensador, y Calleja fue el hombre que supo crear, organizar y conducir estas fuerzas, cuya formacion, resolucion por sostener la causa del gobierno, acertadas operaciones y grandes resultados, fueron enteramente obra suya.

Calleja supo transformar en pocos dias, en jefes, oficiales y soldados, a unos hombres campesinos, enteramente extraños al oficio de la guerra; inspiróles espíritu marcial; hízolos a los hábitos de la obediencia y de la disciplina; revistiéndose de todo el poder que las circunstancias en que se hallaba colocado exigian que ejerciese, se hizo de recursos, de armas y de cuanto era necesario para la guerra, y miéntras que el presidente de Guadalajara abarca en posicion mas ventajosa, desperdiciaba los mismos o mejores elementos; miéntras que Hidalgo no sabia sacar de ellos mas que confusion y desórden; Calleja se presentaba en campaña con un ejército, con el que hizo frente a la revolucion, detuvo la anarquía, e impidió se consumase la ruina del pais, para que cuando la independencia hubiese de hacerse, se hiciese sobre mejores bases. Este fue el grande, el importante servicio que el ejército todo y especialmente el del centro hizo a México, y no se puede concebir sin admiracion, como los hombres que compusieron aquel ejército, que hicieron este gran servicio, que despues efectuaron ellos solos la independencia, han podido envilecerse hasta el punto de tolerar y consentir que se les considere como estúpidos o como criminales, pues tienen que reconocer, cuando han aplaudido y apoyado la revolucion que ántes refrenaron, que o no supieron lo que hicieron cuando obraron así, o que fueron traidores a su patria.

El mérito de Calleja como militar en campaña, puede sujetarse a mas severa crítica. Conociendo perfectamente el pais y sus habitantes; sabiendo no solo las distancias de unos puntos a otros, sino tambien todas las dificultades y ventajas del terreno, sus combinaciones eran ciertas y seguras, sus planes profundamente calculados; conocia igualmente bien al enemigo con quien habia de habérselas, y sabia hasta qué punto podia contar con las tropas que mandaba, segun su estado de instruccion y disciplina, con lo que sus empresas nunca fueron aventuradas, y aunque erró en intentar el ataque de Cuautla, él mismo manifestó al Virrey que lo emprendió contra su opinion y cediendo a consideraciones a las que debia haberse sobrepuesto.

Su valor y sangre fria en el combate se hicieron notar de una manera distinguida en el puente de Calderon, donde con su presencia detuvo a los cuerpos de caballería que se retiraban en desorden por el ataque imprudentemente empeñado por Flan, y en Cuautla, en donde se presentó a caballo en los puntos de mayor riesgo, en donde vacilaban los granaderos rechazados con pérdida en las trincheras. Pero demasiado lento en sus operaciones; acostumbrado a hacer todo a fuerza de dinero, y mas inclinado a obrar segun su opinion, que a obedecer a la autoridad superior, contribuyó por estos defectos al progreso de la revolucion a que habia sabido hacer frente. Su inútil demora en Lagos cuando se dirigia sobre Guadalajara (12) dió tiempo a que Hidalgo aumentase sus fuerzas y recursos, y el no esperar a Cruz, quizá por no partir con él o tener que cederle la gloria del triunfo en Calderon, pudo comprometer la suerte del pais en el éxito de aquella batalla; su marcha a S. Luis fue lenta, y todavía mas la que hizo a Zitácuaro, y el no haberse dirigido al valle de Toluca desde este último lugar, como el Virrey se lo mandó reiteradamente, puso a Porlier a punto de perecer en Tenancingo, hizo obtener a Morelos las ventajas que allí logró, y fue la causa del sitio de Cuautla y de todas sus consecuencias. Todo esto fue formando la enemistad que vino a ser declarada entre Calleja y el Virrey, no pudiendo este sufrir la contradiccion a sus disposiciones, ni las continuas demandas de dinero y todo género de auxilios con que lo abrumaba durante el sitio de Cuautla, cuando mas escaseaban los recursos para satisfacerlas.

Calleja ha sido tachado de crueldad, fundándose esta acusacion en las ejecuciones que hizo hacer en Guanajuato, Guadalajara, Zitácuaro y otros puntos; pero si bien se consideran los sucesos de aquellos tiempos y la atrocidad de las matanzas hechas en los españoles presos en estos lugares, la conducta de Calleja no aparecerá tan excesivamente severa, y se convendrá fácilmente que no padia acaso hacer menos un general español, que se creia en el deber de vindicar los derechos de su soberano y los de la humanidad, igualmente ultrajados unos y otros.

Tambien se le ha censurado de poco delicado en materia de intereses y esta inculpacion no carece de fundamento, si se atiende a lo que vimos que hizo en la colectacion de armas en Guanajuato, en la que se comprendieron los espadines de oro y piedras que guardó para sí, y otros muchos casos que tendremos ocasion de citar en adelante, comprúeban lo mismo. Si se comparan sin embargo con imparcialidad Sus grandes cualidades con los defectos que las obscurecieron, se habrá de reconocer que aquellas sobrepujan en gran manera a estos y será preciso confesar, que Calleja ha sido uno de los hombres mas notables que España ha producido en los últimos tiempos, aunque en España misma no fue conocido ni apreciado como debia, porque nunca en España fueron estimados en su justo valor los servicios que en América se le hacian, no obstante haber debido a Calleja aquella monarquía, haber conservado por algunos años mas esta parte importante de sus dominios.

D. Felix María Calleja del Rey (13), era natural de Medina del Campo en Castilla la Vieja y de distinguida familia. Hizo su primera campaña en calidad de alférez, en la desgraciada expedicion que dirigió contra Argel el conde de O-Reilly, en el reinado de Carlos III, y habiéndose trasladado de Avila al puerto de Santa María la escuela militar, bajo la direccion del mismo conde que obtenia el gobierno de Cádiz, Calleja fue escogido para la enseñanza de una compañía de cien cadetes, de la que fue nombrado capitan y tuvo por teniente a D. Joaquin Blacke, general de nombradía y regente de España durante la guerra con Francia, y por alférez a D. Francisco Javier de Elio, Virrey que fue de Buenos Aires. Pasó a México con el Virrey conde de Revillagigedo, con el empleo de capitan agregado al regimiento de infantería fijo de Puebla, que llamaban los Morados, y desempeñó con acierto varias comisiones que se le encargaron, entre ellas la de informar a la corte sobre los límites que debia tener el obispado que se trataba de establecer en S. Luis Potosí. En provincias internas levantó y organizó varias compañías presidiales, y cuando el gobierno de Madrid adoptó para el arreglo de las milicias provinciales el plan de brigadas que formó D. Carlos de Urrutia y puso en planta el Virrey D. Miguel José de Azanza, se le confirió la comandancia de la décima, cuya cabecera fue S. Luis Potosí. No solo desempeñó en aquella capital las funciones propias de su empleo, sino que tambien se le encargaron otras comisiones, que prueban el aprecio que se hacia por el gobierno superior de su capacidad y entereza, entre otras la de averiguar y castigar la introduccion de un contrabando, conducido de los Estados Unidos por un célebre aventurero llamado Felipe Nolland, en cuyo negocio, removió del empleo de teniente letrado a D. Vicente Bernabeu (e). Estos acontecimientos fueron tenidos por bastante graves por el Virrey Marquina, para decidirle a situar en S. Luis un canton de tropas, formado de las milicias de las demarcaciones circunvecinas; el mando se le dió a Calleja, y entre los oficiales que estuvieron a sus órdenes en aquella ocasion, hemos visto haber sido el capitan D. Ignacio Allende, que concurrió a aquel canton con su compañía. Casó en S. Luis con Da. Francisca de la Gándara, hija de D. Manuel de la Gándara, alférez real de aquella ciudad, sujeto acaudalado y dueño de la gran hacienda de Bledos. Todas estas circunstancias le hicieron obtener el respeto y consideracion de aquellos habitantes, y su influencia personal era tan grande entre la gente del campo, que era mas obedecido como el amo D. Felix, que como el general Calleja.

Era de buen semblante, modales corteses y cultos, aire majestuoso y a veces severo, conversacion amena y agradable, pues ademas de la instruccion propia de su profesion, era hombre de mucha lectura, especialmente de historia.

Retirado del mando del ejército, se quedó en México viviendo en la gran casa del marques de Moncada, junto a S. Francisco. En ella tenia una especie de corte, no menos frecuentada que la del Virrey, y asistian de continuo a su tertulia todos los descontentos del gobierno, cuyas operaciones se censuraban en ella con acritud. No faltaban en estas concurrencias personas que haciendo de espías dobles, ponian en oidos de Venegas todo lo que se decia en casa de Calleja y a este le referian todo lo que habian oido, o que suponian que habia sido dicho por aquel, y así iba en aumento el disgusto entre ambos, y los malos informes llegaban hasta la regencia de Cádiz, a la que se le pintaba Venegas como hombre que procedia sin plan alguno, y se representaba Calleja como el único capaz de contener y terminar la revolucion.

Estas hablillas llegaron a tal punto, que los adictos a la insurreccion residentes en México, concibieron la esperanza de que Calleja se pusiese al frente del movimiento y realizase la independencia.

Habian organizado estos una sociedad secreta con el nombre de los Guadalupes, que tenia por objeto mantenerse en correspondencia con los jefes insurgentes y proporcionarles noticias y toda especie de auxilios, teniéndose entendido que esta asociacion hizo alguna propuesta a Calleja, que este no recibió mal, acaso por estar instruido de todo y conocer la importancia y fines de aquella reunion, pues por otra parte, cualesquiera que fuesen sus desazones con el Virrey, nunca pudo pensarse que llegasen hasta faltar a los principios de fidelidad que profesaba.

Sigamos ahora el hilo de los acontecimientos, que hemos tenido que interrumpir por ocuparnos preferentemente del sitio de Cuautla, y véamos ante todo en los distritos mas inmediatos a la capital, cuales fueron los que mas angustiaban al Virrey y le hacian estrechar sus órdenes a Calleja para llevar a un término aquel asedio, aun aventurando un nuevo ataque.

La junta que tbmó el título de soberana, fugitiva de Zitácuaro, se detuvo alguno tiempo en Tlalchapa, en donde reunió algunos dispersos y fundió artillería D. Manuel de Mier y Teran, de quien hace poco hemos hablado, jóven de buena familia, nativo de Tepeji en la provincia de México, que habiendo hecho sus estudios en el seminario de minería, abrazó el partido de la revolucion y tenia en ella el grado de coronel. De allí se trasladó la junta a Sultepec donde fijó su residencia, quedando en aquel punto. Liceaga y Verdusco, pues Rayon fue a tomar el mando de las fuerzas con que intentaba hacerse dueño de Toluca, situando su cuartel general en la hacienda de la Huerta. Desde principios de abril se presentó delante de aquella ciudad, y habiendo ocupado todos los pueblos del contorno, Porlier con la escasa fuerza de unos seiscientos hombres, tuvo que encerrarse en el recinto de la poblacion, para cuya defensa le auxiliaban los vecinos. Repetidos fueron los ataques que Rayón dió a Toluca, en todos los cuales fue rechazado con pérdida, especialmente en el mas empeñado de estos, el 18 de Abril, en el que tuvo que abandonar una parte de su artillería y municiones y retirarse al pueblo de Amatepec entre Toluca y Lerma, habiendo incendiado la hacienda de la Garcesa, perteneciente al corregidor D. Nicolas Gutierrez; mas como escaseaban los víveres en la ciudad, Porlier tenia que mandar partidas a buscarlos a los pueblos inmediatos, lo que era ocasion de frecuentes reencuentros, en uno de los cuales se distinguió mucho D. Vicente Filisola (e), que entonces era teniente del fijo de México y salió con un destacamento al pueblo de Metepec (14).

La comunicacion entre Toluca y México, no obstante ser tan pequeña la distancia, estaba de tal manera cortada, que se pasaron muchos dias sin recibir en la capital noticia alguna de estos sucesos, y el parte de la accion del 18 de Abril lo recibió el Virrey el 24 de Mayo, por la quinta copia que de él le mandó Porlier. No era solo por este rumbo de Poniente por donde la capital se hallaba enteramente circundada de insurgentes que le impedian toda correspondencia con las provincias mas inmediatas; por muchos días no entraron los pulques de los llanos de Apan, artículo de primera necesidad en México, ni carbon de Monte alto, y las carnes y demas mantenimientos iban escaseando cada dia mas, siendo frecuentemente invadidos los molinos de donde se proveia de harinas, no habiendo seguridad en ninguno de los pueblos comarcanos. Una de las partidas que de improviso invadian por la noche los lugares y haciendas del valle de México, y se retiraban prontamente antes que de la ciudad saliese alguna tropa a perseguirlas, entró a la villa de Guadalupe a las nueve de la noche del 12 de Marzo, a tiempo que regresaba el cura con el Divinísimo de dar el viático a un enfermo. Los insurgentes detuvieron en la plaza del lqgar el coche en que era conducido, segun ellos, por acto de acatamiento para acompañarlo (15), segun los realistas, con palabras irrespetuosas (16); siguióse de aquí un tiroteo entre unos y otros por algun rato, hasta que los insurgentes se retiraron, pero dado parte a la ciudad, creyendo que fuese alguna cosa de mayor importancia, se pusieron sobre las armas los batallones de patriotas y se mandaron partidas de dragones de descubierta.

Este incidente hizo temer al Virrey que los insurgentes intentasen por un golpe de mano, llevarse la imagen que se venera en aquel santuario, y que así como su nombre era para ellos la voz de guerra, su posesion la considerasen como un paladion que asegurase su triunfo (17). Con este motivo dispuso (14 de Marzo) que la santa imágen se trasladase a la catedral, a lo que se opuso el cabildo de la colegiata, fundándose en la dificultad de continuar su especial culto y el servicio de su coro, con otras razones por las cuales pidió que no se llevase adelante lo resuelto, o que en caso de creerse indispensable la traslacion, se hiciese esta a otra iglesia, en donde aquel cabildo pudiese desempeñar sus funciones por sí solo y con independencia del metropolitano, y para ello propuso la iglesia del convento de monjas de Regina, cuyas religiosas cederian ademas la parte de habitacion necesaria para alojar a las capuchinas, que podrian abandonar asi el convento que tienen contiguo al santuario. El Virrey, previo informe del cabildo metropolitano y con voto consultivo del acuerdo, determinó que la imágen se trasladase secretamente a la catedral en la noche del 5 de Abril, permaneciendo en el santuario las capuchinas y el cabildo de aquella colegiata, sin innovar en nada sus distribuciones y asistencia: para lo cual, y para cumplir con las fundaciones y limosnas, se colocase en el altar una copia de la misma imágen que sirviese de vicaria, quedando la original en calidad de depósito en la catedral, y que igualmente se trasladasen y depositasen a satisfaccion del cabildo de la colegiata el tesoro y todas las alhajas preciosas del santuario.

Estábanse tomando por el abad las disposiciones necesarias para la ejecucion de esta órden, cuando los gobernadores de nueve pueblos comarcanos, quienes llevaban muy a mal la traslacion, dieron aviso que los indios de sus pueblos estaban conmovidos y resueltos a impedir la traslacion, y que para ello trataban de cortar los puentes de las calzadas de México, ofreciéndose los mismos a custodiar y defender el santuario, si se dejaba en él la imágen. Presentáronse en el palacio con esta pretension los mismos gobernadores, acompañados de los de las parcialidades de San Juan y Santiago que llevaban igual solicitud, y el Virrey sobrecogido con una novedad que podia traer tan funestas consecuencias, mandó suspender la traslacion de la santa imágen, y no se volvió a hablar de esto en adelante, contentándose con reforzar el destacamento que en aquel punto habia.

Las ventajas obtenidas por Morelos rechazando el ataque de Calleja en Cuautla, ventajas que la gente ociosa de México exageraba excesivamente; el ver entrar canoas de heridos y salir frecuentemente municiones y pertrechos para el ejército, y las noticias que se esparcian de otros puntos, favorables todas a la causa de la revolucion; hicieron creer a varios jóvenes, especialmente abogados o estudiantes en derecho, que la cuestion estaba decidida, que el momento del triunfo era llegado, y que era menester apresurarse a coger los frutos de la victoria, sin haber tenido que correr los azares de la guerra: Sine pulvere palma (18).

Así fue que en la primera semana de Marzo, desaparecieron de la capital los licenciados Reyes, Jimenez y Cuellar, hijo este último del administrador de la aduana de México D. Benito Cuellar, que aunque español, se asegura que era adicto a la causa de la independencia; lo mismo hizo el sargento de patriotas Vedoya, y el teniente del regimiento de Nueva España D. Manuel Cañedo, hermano del mayorazgo Cañedo de Guadalajara, mas este pocos dias despues se presentó en Chalco (27 de Marzo) pidiendo el indulto, y fue conducido a la cárcel de corte, para tomarle declaraciones y despues quedó en libertad. Tambien se pasó a los insurgentes un sueco o frances que pasaba por sueco, llamado D. Felipe Lailson, el primero que hizo en México ejercicios de equitacion, protegido por el Virrey Iturrigaray, en un circo que se construyó junto a la Acordada.

Pero la fuga que mas llamó la atencion, fue la del canónigo de Guadalupe D. Francisco Lorenzo de Velasco. Era este hijo del Dr. D. Francisco Antonio de Velasco, presidente de la junta de seguridad de Guadalajara, y a la sazon intendente interino de la provincia, acérrimo enemigo de la revolucion; el jóven Velasco se habia educado en España y hecho sus estudios en Alcalá, en donde recibió el grado de doctor, habiendo obtenido muy brevemente una prebenda en la colegiata de Guadalupe (19). Trasladado a México para servirla, dió en esta capital el ejemplo de la vida mas desarreglada y licenciosa, y temiendo, segun entónces se entendiÓ, que la inquisicion lo aprehendiese, pues estaba delatado en ella por la impiedad de sus opiniones, tomó el partido de la revolucion, que él mismo calificó despues en el manifiesto que publicó en Oaxaca, cuando se indultó en 1814, de injusta en sus motivos, injustísima en sus medios, y sobre todo abominable en sus resultados; siendo su primer paso, llevarse el fondo de las medallas y rosarios de la Vírgen de Guadalupe, de que estaba encargado. Sin embargo, ninguno de estos emigrados trató de ir a Cuautla, a tomar parte con Morelos en los riesgos y trabajos del sitio, sino que todos se dirigieron al valle de Toluca a presentarse a Rayón, quien los recibió con indiferencia o desprecio; por lo que el mismo Velasco en su citado manifiesto exhortó al Virrey a que no castigase con los calabozos y las cárceles a esa media docena de fanáticos, que osan desde las capitales fomentar el partido de la iniquidad; sino que descubiertos y convencidos, hiciese que se incorporasen en las primeras villas de la revolucion, pues este seria el mas digno, el mas justo y el mas terrible castigo de su temeridad.

La idea de que el resultado definitivo de la revolucion se aproximaba, había llegado a generalizarse y aun se pretendia traslucir algun intento de transaccion. Publicóse en la Gaceta del gobierno de 29 de Febrero (20) un artículo, anunciando con satisfaccion el convenio que el Virrey de Buenos Aires Elío, habia celebrado con la junta establecida en aquella capital, firmado en Montevideo en 20 de Octubre de 1811, que tuvo por objeto la pacificacion de aquellas provincias. Como que nunca se hablaba en el periódico del gobierno de los sucesos de las otras partes de América, sino para referir los triunfos obtenidos por los realistas sobre los disidentes, llamó mucho la atencion la insercion de tal artículo, y se tuvo como una especie de preparacion de la opinion, para disponer el camino para un resultado semejante.

Con este antecedente, en las juntas que el tribunal de minería tuvo a fines de Marzo (21) con los mineros residentes en México, para tratar de los medios de reanimar los reales de minas cuyas negociaciones estaban paralizadas por la revolucion, y de cubrir las obligaciones de aquel cuerpo, que con la cesacion de los ingresos procedentes de la contribucion asignada para su dotacion, hacia un año que no pagaba los réditos de los capitales que reconocia; el fiscal D. José Domingo Lazo de la Vega, en el voto que por escrito presentó, trató de demostrar, que el único medio eficaz para realizar los deseos de la junta, era que esta hiciese una representacion al Virrey para que procurase la pacificacion del reino, tratando con los insurgentes, como se habia hecho en Buenos Aires. Este pensamiento, fuertemente debatido en la junta y que dió motivo a discusiones no menos empeñadas en el público, no fue por fin adoptado. Muy lejos estaba el Virrey de pensar en transaccion alguna; persuadido con razon de que la guerra en que se hallaba empeñado no admitia término medio, estaba resuelto a triunfar o a perecer, y así se rehusó constantemente a todas las propuestas de avenimiento que se le hicieron. El Dr. Cos (22), que habia pasado a Sultepec con la junta y ejercia sobre ella el influjo qUé la superioridad de sus luces y talento le daban, formó dos planes o proyectos que llamó de paz y guerra.

Aprobados por la junta y acompañados con un manifiesto, que tituló de la nadon americana a los europeos habitantes de este continente, porque como ya hemos dicho otras veces, para los mexicanos entonces, aun los doctores como Cos (23) toda la América era México y este abrazaba todo el continente, los dirigió al Virrey en nombre de la junta soberana con un oficio de 16 de Marzo, circulando al mismo tiempo iguales documentos a todas las corporaciones y autoridades principales del reino (24).

Ambos planes estaban fundados sobre el principio establecido en las exposiciones del ayuntamiento de México de 1808, adoptado por Hidalgo y seguido por Rayón y la junta, de tomar el nombre de Fernando VII como de una cosa imaginaria, para hacer bajo este título la independencia, segun la misma junta lo explicó a Morelos en la carta reservada que en su lugar insertamos (25).

Sobre este cimiento de supercheria, estableció el Dr. Cos los principios naturales y legales en que fundaba su plan de paz, siendo el primero, que la soberanía reside en la masa de la nacion, y el segundo, que España y América eran partes integrantes de la monarquía, sujetas al rey; las consecuencias que de aquí sacó para deducir los artículos o principios siguientes, fueron enteramente contrarios a estos, pues asentándose en ellos que esta nacion, en cuya masa residia la soberanía; que esta monarquía, compuesta de partes integrantes, esto es, tales que si se separasen se destruiria la integridad de la monarquía, estaba formada de partes iguales entre sí y sin dependencia o subordinacion las unas de las otras. De aquí concluia, que faltando la persona del soberano, la América que se habia mantenido fiel, tenia mas derecho para convocar cortes y llamar a ellas a los pocos patriotas españoles que no se habian manchado de infidencia, que la España para llamar diputados de América; y que no habiendo tampoco en España derecho para apropiarse la suprema potestad y representar la real persona, tampoco habia en América obligacion de obedecer lo que en nombre de aquella se mandase, siendo por tanto nulas las autoridades dimanadas de aquel origen, y un acto legítimo en los americanos el conspirar contra ellas; lo que no solo no se debia considerar como un delito de lesa majestad, sino que por el contrario era un servicio digno del reconocimiento del rey y una efusion de patriotismo, que el monarca premiaria si estuviese presente.

Para reducir a práctica estos principios, propuso el Dr. Cos en el plan de paz, que se formase un congreso nacional e independiente de España, que representase a Fernando VII y que afirmase sus derechos; que en este resignasen los europeos los empleos y la fuerza armada, quedando en clase de ciudadanos y asegurándoles sus vidas y haciendas, y que los empleados conservasen sus honores y fueros y alguna parte de sus sueldos, en caso de residir en el pais, olvidándose todos los agravios pasados, y en caso de admitir todo lo expuesto, la América podria contribuir a los pocos españoles empeñados en sostener la guerra de España, con las asignaciones que el congreso nacional decretase, en testimonio de su fraternidad con la península.

Si este plan de paz no era admitido, en el de guerra se proponia que se observase el derecho de gentes y de guerra, como se practica entre naciones civilizadas, no tratando a los prisioneros como reos de lesa majestad, sino conservándolos en seguro para su cange, respetando las propiedades, haciendo que los eclesiásticos no mezclasen las armas y anatemas de la iglesia en una cuestion puramente política, puesto que los dos partidos beligerantes reconocian igualmente a Fernando VII por su rey, de lo que los americanos habian dado pruebas evidentes, jurándolo y proclamándolo en todas partes, llevando su retrato por divisa, invocando su nombre en sus títulos y providencias, y estampándolo en sus monedas y dinero numerario, en cuyo supuesto estribaba el entusiasmo de todos, y bajo cuyo fin habia caminado siempre el partido de la insurreccion.

El manifiesto contenia una recopilacion de todas las violencias, atrocidades y agravios que con falsedad o suma exageracion se imputaban a las tropas realistas, y que cuando hubieran sido ciertos, recordarlos era mas a propósito para una declaracion de guerra, que para abrir el camino a una conciliacion.

Concluia tratando de probar que era el interes de los europeos, a quienes empieza llamando hermanos, amigos y conciudadanos, admitir el plan de paz y contribuir de esta manera a la felicidad comun.


Notas

(1) Véase el parte de Páris de 11 de Julio de 1812, inserto en la Gaceta de 25 de Agosto, núm. 278, fol. 898.

(2) Carta interceptada de D. Máximo a D. Miguel Bravo, fecha en Zumpango del Río en 29 de Abril de 1812, inserta en la Gaceta extraordinaria de 11 de Mayo, número 226, folio 492. He tenido tambien a la vista las declaraciones que se tomaron en México a los enviados de Chilapa con cartas al cura Bello. Salmeron era indio o mestizo, nativo de Chilapa, y despues de haber recorrido el reino haciéndose ver por paga, por su extraordinaria estatura, de que habla el Baron de Humboldt, se retiró a su pueblo con el capital que de este modo formó.

(3) Véase sobre la prision de Bravo y sus compañeros el parte de Calleja de 6 de Mayo inserto en la Gaceta del 9, núm. 225, fol. 486, y la carta del administrador de S. Gabriel D. Juan de la Torre, de 17 de Junio escrita a Yermo. Gaceta de 9 de Julio, núm. 257, fol. 722.

(4) Calleja en su parte de 6 de Mayo dice que Bravo y Piedras eran mariscales de campo, y Perez de quien despues se hablará, coronel; pero de sus causas, cuyo extracto se publicó en el Diario de México de 14 de Septiembre de 1812 resulta, que Bravo era brigadier, Perez teniente coronel, y que Piedras no habia tenido empleo militar, habiendo sido empleado en recaudar los diezmos de su jurisdiccion por cuenta de Morelos.

(5) La Cruz del Marqués está colocada en lo mas alto de la cordillera que separa el valle de Cuernavaca del de México. En el pedestal tiene una inscripcion que expresa, que desde allí empezaban las posesiones de D. Fernando Cortés, marques del valle de Oaxaca, las cuales se extendian por todo el valle de Cuernavaca e inmediaciones.

(6) Carta de Torre citada arriba.

(7) Parte de Calleja citado, y en el de 9 de Mayo Gaceta extraordinaria de 11 del mismo, núm. 226, fol. 491.

(8) Fecha 11 de Mayo, Gaceta de 14, núm. 228. fol. 503.

(9) Fecha 17 de Mayo, Gaceta de 23 del mismo, núm. 232, fol. 535.

(10) Enriquez descontento de Llano, solicitó seguir con Calleja, y aun pidió se le permitiese volver a España. En el archivo general existen las contestaciones sobre esto.

(11) Así lo dijo en su causa, informando sobre los jefes que quedaban en la revolucion, como en su lugar veremos.

(12) Dícese que se detuvo en Lagos para hacer una novena a S. Hilarion, santo mártir, cuyos huesos o los de otro santo con este nombre, están en la parroquia de aquella villa. Este pudo ser el pretexto ostensible, pero el motivo era combinar sus movimientos con los de Cruz, acusándose despues uno a otro de esta demora, durante la cual Hidalgo hacia degollar a los españoles.

(13) He tomado estas noticias de la adicion con que termina D. Carlos Bustamante su opúsculo de las campañas de Calleja, juzgándolo bien informado en este particular.

(14) Véanse los partes de Porlier, insertos en la Gaceta extraordinaria de 25 de Mayo, núm. 233, fol. 343. Bustamante hace una relacion enteramente fantástica de todos estos sucesos, en el Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 122. Aunque a Filisola se le caracteriza de europeo, ni él ni Barrachina eran españoles, sino italianos al servicio de España. Filisola es nativo de Calabria.

(15) Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 423.

(16) Parte del comandante de los realistas de Guadalupe D. José María de Olloqui, inserto en la Gaceta de 14 de Marzo, núm. 197, fol. 277.

(17) Todo lo relativo a la translacion de la imágen de Guadalupe, está tomado de los Apuntes históricos del Dr. Arechederreta, que estaba perfectamente instruido de todo lo concerniente a esto.

(18) Horacio. Epístolas. Lib. 10., la., verso 51.

(19) Todo lo relativo a la emigracion de estos individuos, está tomado de los Apuntes del Dr. Arechederreta. Véase ademas la representacion de Velasco, el padre, al Virrey, lamentando el extravío de su hijo y haciendo nuevas protestas de su fidelidad. Gaceta de 10 de Octubre de 1812, tomo 3°, núm. 299, fol. 1.059.

(20) Núm. 191, fol. 223.

(21) Arechederreta, Apuntes históricos. La última junta fue el 24 de Marzo.

(22) Véase Capítulo VII.

(23) Eralo de la universidad de Guadalajara.

(24) Bustamante ha publicado íntegros estos documentos, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 389.

(25) Véase el Capítulo V.

Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO VIII - Segunda parte -CAPÍTULO IX - Segunda parte -Biblioteca Virtual Antorcha