Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO II - Primera parte -CAPÍTULO IIIBiblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO II
(segunda parte)

Distribucion de las divisiones del ejército. - Operaciones militares en varias provincias. - Derrota y muerte de muchos jefes insurgentes.


La derrota y fuga de Huacal, completó la pacificadon de la parte del Norte de la provinCia de S. Luis. Para contener el progreso que la insurreccion habia tomado en el distrito de Rioverde, desde la retirada de García Conde con su division, Arredondo destinó una parte de la suya a las órdenes de D. Cayetano Quintero (e) (1), capitan de la compañía de milicias de Altamira, y uno de los principales hacendados de Nuevo Santander. Desde el Valle del Maiz a donde llegó Quintero el 7 de Agosto, salió sin demora en busca de los insurgentes que ocupaban el pueblo de Alaquines, la hacienda de la ciénega de Cárdenas, y la sierra del Romeral, mandados por un indio llamado Rafael, por Desiderio Zárate, y un Camacho. Las fuerzas de Quintero consistian en ciento veinte infantes del fijo de Veracruz a las órdenes de Daisemberger (e), ciento cuarenta caballos de Nuevo-Santander que mandaba el capitan D. Felipe de la Garza, cuyo nombre volveremos a ver en mas de una ocasion, y la compañía de realistas levantada en Tula. Para sorprender Quintero a los insurgentes en sus acantonamientos de la ciénega de Cárdenas y el potrero de los caballos, salió de noche de Alaquines (9 de Agosto) que encontró desierto, con una partida de caballería, poniendo otra a las órdenes de Garza; pero habiéndose fugado aquellos, Garza los alcanzó en la sierra, les hizo porción de muertos, quemó sus rancherías, y condujo ocho prisioneros, de los cuales cuatro fueron ahorcados. Algunos dias despues (29 de Agosto) en el llano de la hacienda de Amoladeras, dispersó Quintero una reunion numerosa mandada por Rafael y Zárate, y persiguió hasta la hacienda de Santa Teresa a los dispersos, que fueron a reunirse con Camacho. Muchos indios se indultaron, persuadidos por el gobernador de ellos en Alaquines, a quien se dió libertad para que fuese a buscarlos (2).

Por efecto de todas estas operaciones, la revolucion habia venido reduciéndose por el Norte de la Nueva España a las provincias de Guanajuato y Michoacán; y a la parte de la de Guadalajara que con ambas confina, quedando enteramente sometidas al gobierno todas las internas, tanto las de la comandancia general como las del virreinato, la de S. Luis casi en su totalidad, la de Zacatecas y gran parte de la de Guadalajara ó Nueva Galicia; pero si por esta parte habia disminuido en extension, habia tomado mayor fuerza en las provincias de Guanajuato y Michoacan, y se habia propagado en otras.

Calleja conocia bien la dificultad de su posicion y foda la gravedad del mal que trataba de combatir: La insurreccion, le decia al Virrey en 20 de Agosto desde Guanajuato, está todavia muy léjos de calmar; ella retoña como la hidra a proporcion que se cortan sus cabezas; por todas partes se advierten movimientos que descubren el fuego que existe solapado en las provincias, y un espíritu de vértigo que una vez apoderado del ánimo de los habitantes de un país, todo lo devora, si no se le reprime con una fuerza proporcionada á su impulso.

Y mas adelante en 26 de Septiembre. Las fuerzas de la division con que cuento, repartidas en diferentes trozos en toda la Cordillera desde Querétaro hasta Lagos, apenas alcanzan a contener las cuadrillas, que con numerosa y buena caballería, recorren en poco tiempo una grande extension del país, devastan y destruyen cuanto encuentran, y se ponen fuera del alcance de nuestros destacamentos, a la menor noticia que tienen de que van en su seguimiento. Nada basta a escarmentar estas cuadrillas, que semejantes a los árabes, caen inopinadamente sobre las poblaciones, las roban y saquean, y se retiran con precipitacion cuando va a su castigo alguna tropa, que llega fatigada y con sus caballos en disposicion de no poder dar un paso.

Colocado pues en el centro de la revolucion, y obligado a atender a todas partes con fuerzas muy escasas para el objeto, Calleja tenia que multiplicar estas con repetidos movimientos, sacando de ellas el mayor partido que podia, variando sus combinaciones. Privado de las dos divisiones de Emparan y Linares destinadas por el Virrey a otros puntos, dispuso que la de D. Miguel del Campo, que habia quedado muy disminuida de fuerza en la excursion que hizo hasta el Cardonal, y que habia vuelto a Lagos y Tepetitlan con un convoy destinado a Guadalajara, regresase a marchas dobles desde aquellos puntos a situarse en Salamanca, centro del bajío de Guanajuato (3), y que García Conde, dejando en S. Luis a Tobar con los dos escuadrones del cuerpo de aquella ciudad, marchase con igual celeridad a S. Felipe y desbaratase las reuniones que de nuevo se formaban en Dolores, S. Luis de la Paz, hasta S. Miguel, lugares que habian sido la cuna de la revolucion. Una division de quinientos hombres al mando del mayor de la Columna de granaderos D. Agustin de la Viña, fue destinada a perseguir a Torres, que despues de la derrota del Maguey se habia separado de Rayon, y con la poca gente que le seguia, se hallaba en la hacienda de Santa Ana Pacueco y pueblo de la Piedad, extendiéndose por las dos riberas del rio Grande, en los linderos de las provincias de Valladolid y Guadalajara. El resultado que estas combinaciones tuvieron fue, que Campos batió (26 de Junio) en el Valle de Santiago a Alvino García, tomándole cinco cañones, castigando a aquel pueblo que le auxiliaba, e impidiéndole volver a Salamanca en donde tenia igual influjo, a cuya ventaja contribuyeron eficazmente los realistas de Silao e Irapuato, y tres compañías del regimiento del Príncipe nuevamente levantadas, al mando del subdelegado de Leon D. Manuel Gutiérrez de la Concha, y del alcalde de Silao D. Mariano Reynoso.

García Conde destacó desde S. Felipe con dos escuadrones de Puebla al capitan D. Francisco Guizarnótegui, quien debia dirigirse a S. Luis de la Paz, miéntras el mismo García Conde ocupaba desde Dolores las posiciones oportunas, para que los insurgentes no pudiesen pasar a S. Luis Potosí o S. Miguel. Guizarnótegui, con las compañías de realistas del valle de S. Francisco, pueblo de Santa María, y hacienda del Jaral, mandada la primera por su capitan el padre guardian de S. Francisco Fr. José Brotons (e), atacó en S. Luis de la Paz a los insurgentes (10 de Julio) que se le presentaron en número de mas de trescientos, y habiéndolos desbaratado, los dispersos acudieron a la hacienda de Charcas, donde se hallaba José de la Luz Gutierrez con cuatro mil hombres con muchos fusiles y tres cañones, el cual informado por los fugitivos de las escasas fuerzas de Guizarnótegui, reducidas a doscientos cuarenta hombres, la mayor parte compañías recien formadas, toda caballería, sin fusiles ni otro género de armas que espada y pistola los escuadrones de Puebla, y lanza y machete los realistas, no dudó salir a buscarlo. Esperóle Guizarnótegui y en pocas horas de combate, lo puso en fuga (11 de Julio), tomándole los tres cañones que tenia y haciéndole gran número de muertos.

Calleja califica esta accion por una de las mas bizarras de toda la campaña, y recomienda el mérito de Guizarnótegui, quien despues de haber prestado señalados servicios en su larga carrera en provincias internas, en la avanzada edad de setenta años, se distinguia por su intrepidez, habiendo sido gravemente herido en la batalla del puente de Calderon. Tambien recomendó al padre carmelíta, capellan del regimiento de Puebla Fr. Francisco de S. Juan Bautista (e); que fue el primero que se arrojó sobre la batería enemiga, salvando la vida a un dragon que estaba a riesgo de perderla. García Conde, instruido de la gruesa reunion formada en Charcas, se puso en marcha para reforzar a Guizarnótegui, y venciendo los obstáculos que ofrecia la estacion de lluvias, pasó los rios crecidos con estas casi a nado, estirando la artillería a brazo de infantería y llevando parte de esta en ancas de la caballería, pero no obstante su diligencia, solo llegó a ser testigo del triunfo de sus compañeros.

En varias correrías de menos importancia fueron cogidos Venancio García por otro nombre Delgado, que habiéndose fugado en la accion de Palmillas dada por Arredondo, habia venido a recalar al bajío; Luz Gutierrez, que despues de la derrota de S. Luis de la Paz se encaminaba con todas sus cargas a los Dos ríos, y Juan Sanchez, todos los cuales fueron fusilados por órden de García Conde. La division que a cargo de Viña fue destinada a perseguir a Torres para desalojarlo de la posicion que habia ocupado en la Piedad, obrando en combinacion con la que al propio efecto destinó Cruz, y se dirigió por la Barca a las órdenes de Negrete, hizo que Torres abandonase aquel punto y se retirase a Tacámbaro.

Entre tanto que las secciones destacadas del ejército del centro, se ocupaban en estas operaciones en la provincia de Guanajuato en los meses de Julio y Agosto, nuevas dificultades se habian suscitado en la de Zacatecas, que Calleja habia dejado a su espalda. Al salir este general de Aguascalientes, dejó el cuidado de aquel distrito al subdelegado D. Felipe Teran, auxiliado por la division que mandaba el cura Alvarez, que con este objeto se retiró de Jerez, a donde se replegó despues del ataque desgraciado contra Colotlan (4). Estos, con las compañías de realistas formadas en las haciendas inmediatas y los auxilios que desde Zacatecas se les mandaban, persiguieron y desbarataron las partidas que saliendo del valle de Huejucar y territorio de Colotlan, que se habia sublevado de nuevo con muerte del gobernador interino Lopez, se habian aproximado a Aguascalientes con intento de apoderarse de aquella importante poblacion y revolver en seguida sobre Zacatecas, cuyos movimientos dirigia desde Huejucar el cura D. Pablo Calvillo, y ejecutaban el mariscal Biramontes, Oropesa y otros (5). En estos reencuentros fueron cogidos por los realistas los Nájeras (6), y el brigadier p. José María Flores Alatorre (7) uno de los encargados por Hidalgo del degüello de los españoles en las barrancas inmediatas a Guadalajara, que todos fueron fusilados en Aguascalientes. Reunidas despues las partidas del cura Ramos, Oropesa y Ochoa, no pudieron resistir a tanto número Teran y Alvarez, que se retiraron a Zacatecas abandonando la ciudad de Aguascalientes, y en ella la artillería tomada a Rayon por Emparan en el Maguey.

Para no dejar progresar la revolucion a sus espaldas en este nuevo centro, que podia venir a ser tan peligroso, hizo Calleja salir de S. Miguel el 25 de Agosto a García Conde con su division (8), mandándole que acelerase su marcha y combinase sus movimientos con los del ayudante de inspector de provincias internas, teniente coronel D. José Lopez (e), que con las tropas de su mando y las compañías de realistas de Zacatecas, Salinas del Peñon, hacienda del Espíritu Santo, Cruces, y pueblo del Venado, que en todo hacian quinientos cuarenta hombres de todas armas y cuatro cañones, salió de Zacatecas el 29 del mismo Agosto y se situó el 10 de Septiembre, en la hacienda de los Griegos, distante doce leguas de aquella capital, entre ella y Aguascalientes. Los insurgentes abandonaron este último punto al acercarse García Conde que no pudo alcanzarlos, no obstante haber apresurado su marcha de tal modo, que a pesar de la estacion de lluvias que habia puesto impracticables los caminos, anduvo treinta y dos leguas en las últimas cuarenta y cinco horas, con infantería y artillería; todo lo que pudo conseguir fue, que dos escuadrones de Puebla que adelantó a las órdenes del capitan Salazar, con la compañía de la hacienda de Ciénega de Mata, picasen su retaguardia cerca del real de Asientos, matando a algunos, entre ellos al coronel Carlos Delgado, y cogiendo pocos prisioneros que fueron pasados por las armas, y una partida de caballos y mulas.

Recelando Lopez que los independientes tomasen, sin ser percibidos, el camino de Zacatecas, para cubrir este cambió su posicion y se situó en el rancho de S. Francisco, de la misma hacienda de los Griegos, y con brida en mano pasó la noche del 10 al 2 de Septiembre. Al amanecer este dia, se puso en marcha sobre el enemigo, que encontró colocado, segun la práctica constante de los insurgentes, en lo alto de un cerro de moderada altura, a cuya derecha descendía una loma suave de unas quinientas varas de extension, que remataba en una punta escarpada. Su fuerza. si se ha de dar crédito a lo que Lopez dice en su parte, ascendia a seis mil hombres, quinientos de ellos de buena caballería, con quince cañones de bronce y tres de madera. Lopez, que habia formado su tropa en batalla en dos alas muy cerca de los insurgentes, hizo cargar a estos por su izquierda por el capitan D. Domingo Peron (e) con los patriotas de Zacatecas, Aguascalientes y Salinas, para apoderarse de la punta escarpada que dominaba la posicion; pero rechazados con pérdida, no habiéndose aprovechado los insurgentes de esta ventaja, dieron lugar a que maniobrando las dos alas de los realistas, los flanqueasen y envolviesen, poniéndolos en fuga y persiguiéndolos por mas de legua y media, dejando en el campo considerable número de muertos (9). Los realistas tomaron toda la artillería de los insurgentes, porcion de armas y efectos, trescientos cincuenta prisioneros y trescientas noventa y siete mujeres que Lopez dejó en libertad, haciéndoles rapar las cabezas, por afrenta. El cura Ramos y Oropesa, se mantuvieron durante la accion, a distancia sobre un cerro, y viéndola perdida se pusieron en fuga.

Para perseguir a los dispersos que se dirigieron a Teocaltiche y Nochistlan, destinó Lopez varias compañías de realistas de los pueblos y haciendas inmediatas, y auxiliando las tropas de la Nueva Galicia por el lado de aquella provincia, se restableció la tranquilidad en aquel distrito. García Conde, dejando al cuidado de Lopez acabar de extinguir los restos de la revolucion en las inmediaciones de Zacatecas, se volvió con su division a Aguascalientes, para acabar de destruir las pequeñas partidas que habian quedado en aquel territorio (10).

El que daba mas que hacer a Calleja, era Albino García; guerrillero infatigable, se presentaba de improviso donde ménos se le esperaba; derrotado en un punto y cuando se le creia destruido, aparecia en otro que habia señalado para reunion a sus compañeros dispersos; atacaba los convoyes, cortaba las comunicaciones y espiaba por sus confidentes la oportunidad de caer sobre alguna poblacion indefensa o desprevenida. Reunido con Cleto Camacho y Natera, se hallaba ocupando a Péniamo y su jurisdiccion, que por la abundancia de recursos y su posicion entre las provincias de Guanajuato a que pertenece, y las de Guadalajara y Valladolid, participaba mas que ninguna otra del fuego revolucionario. Calleja despachó a aquel punto (11 de Agosto), al capitan de dragones de S. Luis D. Pedro Meneso, el primero que le dió aviso de la explosion de la revolucion en Dolores, y que con la gente que reunió, cooperó á la formacion del cuerpo de lanceros de que era comandante, y el Virrey por estos servicios le dió el grado de teniente coronel (11). Dióle doscientos hombres de su cuerpo y una compañía de escopcteros de la frontera de Nuevo Santander.

Los insurgentes tenian una fuerza de mil quinientos a dos mi] hombres, en su mayor parte caballería. Meneso los dispersó, matando a algunos y haciendo varios prisioneros que mandó fusilar, y no pudiendo sostenerse en Pénjamo por falta de alojamiento y forrages, por haber García talado a inundado todo el territorio, se volvió a Irapuato, desde donde fue tratando de organizar la defensa de la jurisdiccion con compañías de realistas. Pocos dias despues Albino (12), a quien Meneso en su parte habia dado por destruido, sorprendió la villa de Lagos, y habiendo cogido al subdelegado y al alcalde, los hizo pasear desnudos por las calles y habia mandado fusilarlos, lo que evitaron los padres misioneros que se hallaban allí; saqueada la poblacion, Albino se dirigia con el mismo intento a León, lo que evitó la oportuna llegada de la division de Viña que Calleja despachó de Guanajuato. La de García Conde se situó en Lagos, y Viña fue con la suya al valle de Santiago, centro de las correrías de Albino: despues de varias expediciones infructuosas que D. Gabriel de Armijo, que se hallaba a las órdenes de Viña con el escuadron de lanceros de su mando, hizo por los cerros de Valtierra, sin lograr aprehender mas que a las mujeres y familias de algunos de los que formaban las partidas de García, las que Calleja hizo retener en prision para hacerles sentir, dice, de todos modos los males de la guerra, se retiró Viña a Sa]amanca y García inundó todo el valle de Santiago y las inmediaciones de Salvatierra, soltando las compuertas de los vallados en que se recoge el agua para la siembra de los trigos, inutilizando así los caminos y ademas hizo abrir en muchas partes zanjas profundas, cubiertas con ramas, para impedir el paso de la artillería (13).

El territorio de S. Miguel y toda la parte septentrional de la provincia de Guanajuato, quedó desguarnecida con la salida de García Conde para Aguascalientes, pues aunque permaneció allí Guizarnótegui, solo tenia a su disposicion las compañías de realistas nuevamente levantadas en la comarca. Recluyeron con este motivo a aquel distrito los insurgentes perseguidos en los otros de la provincia, y aun de la inmediata de S. Luis, en la que el comandante Tobar los ahuyentó de todas las inmediaciones de S. Luis de la Paz (14). Reunidos en la hacienda de la Cebada, Bernardo Huacal, que despues de su derrota en Matehuala habia venido a la provincia de Guanajuato, Camacho, Guadiana y otros, solo esperaban que llegase el negro habanero para atacar todos juntos la villa; Guizarnótegui los previno, y asaltándolos con algunos soldados y las compañías de realistas, entre las que se contaba la de S. Fernando, levantada en S. Miguel y de que era capitan el P. guardian de S. Francisco Fr. José Brotons (e), que lo habia sido ántes de la del valle de S. Francisco, los desbarató (9 de Noviembre), mas habiendo tenido que salir de la poblacion a otros objetos, entró en ella (15) (17 de Noviembre) Huacal, puso en prision para fusilarlo a D. Vicente Lopez, único español que allí encontró, y se dirigia al convento de monjas a sacar al cura y los caudales que suponia hallarse ocultos en él, cuando los vecinos volviendo en sí del terror de que al principio se dejaron sobrecoger, capitaneados por D. Miguel María Malo, se echaron sobre Huacal y sus gentes, y habiéndolo cogido con varios de su cuadrilla, fue fusilado de noche en la cárcel con su compañero Mireles, y expuestos sus cadáveres en la horca al dia siguiente y lo mismo se hizo con otros once prisioneros. Calleja aplaudió mucho este suceso, no tanto por su importancia, cuanto por ver con este paso comprometidos contra los insurgentes a los vecinos de S. Miguel, que hasta entónces habian permanecido neutrales (16).

Para combinar Cruz sus operaciones con Calleja, mandó a este general cuando se hallaba en Zacatecas, un estado de las fuerzas que calculaba tenian los varios jefes de los independientes, situados en los distritos de las provincias de Guadalajara y Michoacan, confinantes con la de Guanajuato. Segun este estado (17) se hallaba a la sazon en Zamora Rayón con tres mil hombres y ocho cañones; Muñiz en Pázcuaro con cinco mil y ocho piezas; Valdespino en la Piedad con cuatrocientos; el cura Ramos en la Barca con dos mil y fundiendo cuatro piezas; el angla-americano en Salvatierra con tres mil y dos cañones, y en la presa de Jesus, Anaya con dos mil.

Todas estas fuerzas no conservaron estas posiciones, y ya hemos visto en la serie de operaciones referidas, aparecer algunos de estos jefes en puntos muy diversos de los que entonces ocupaban. Para perseguir estas reuniones y otras que aun quedaban por el rumbo de Tepic, distribuyó Cruz las fuerzas de que podia disponer en cuatro divisiones: D. Pedro Celestino Negrete, que mandaba la primera y principal de ellaS, despues de haber derrotado a principios de Mayo al lego Gallaga en los Cerrillos, en las inmediaciones de Zapodan, como en su lugar se dijo (18), lo persiguió hasta la Barca a donde fue a reunirse con el cura Ramos, y aunque se presentaron en una loma inmediata al pueblo con un cañon y tres mil hombres de a pié (19) y quinientos de caballería, fueron en breve desbaratados con gran pérdida de muertos en la accion y ahogados en el rio (29 de Mayo). El Pueblo fue severamente castigado, porque despues de haber sido ántes perdonado, auxilió y protegió al cura Ramos. Continuó Negrete persiguiendo con el mayor teson a diferentes partidas, que se dispersaban y huian casi solo a su aproximacion, y habiendo vuelto a la Piedad, derrotó (18 de Agosto) las cuadrillas reunidas de Silverio Partida, Juan Herrera y Francisco Alatorre, que se presentaron en las inmediaciones del pueblo, haciendo en ellas Quintanar con la caballería tremenda matanza (20). Negrete pasó luego a los territorios coñfinantes de la provincia de Guanajuato, en combinacion con las divisiones del ejército del centro que operaban en aquel rumbo, y desde Pénjamo destacó a D. Luis Quintanar, quien atacó a los insurgentes en la hacienda de Cuerámbaro, de los padres camilos, y habiendo asaltado su infantería la casa de la hacienda en donde aquellos se habian hecho fuertes, (25 de Septiembre), la tomó a viva fuerza, quedando muertos en ella, el mariscal de campo Gorgonio Marquez, los coroneles Valdespino y Ortiz, el mayor de plaza Trillo, el corista franciscano de Guadalajara Fr. Pablo Delgadillo que se titulaba capitan y otros muchos oficiales, entre ellos D. Eustaquio Perez de Leon, alférez desertor de dragones de México, que entre los insurgentes habia subido a coronel (21).

La segunda division de las tropas de Nueva Galicia al mando del coronel D. Manuel del Rio, capitan del cuerpo de la Acordada en aquella provincia, derrotó a D. José María Muñiz, sobrino del general de este nombre, en Tomatlan (3 de Junio) (22. Se encaminó en seguida a Colima, poblacion importante, que en Marzo se habia sometido por una proclama de Cruz y por el influjo del padre comendador de la Merced, enviado por él mismo a ofrecer el indulto a aquellos habitantes (23), pero en la que habian entrado y héchose fuertes en las mismas fortificaciones construidas por órden de Cruz (24), Cadenas, el lego Gallaga y Sandoval, con cinco mil hombres y cinco cañones; unido Rio con la cuarta division que mandaba D. Angel Linares, entró a viva fuerza en la poblacion (21 de Agosto), tomando todo el armamento, estandartes y muchos caballos de los insurgentes, y tambien las tres mujeres que acompañaban a Sandoval, de las cuales la una, preeminente entre sus compañeras, se titulaba la Emperatriz.

Pocos dias despues Gallaga y Sandoval, unidos con el indio curtidor y Toral, se presentaron de nuevo a Rio (25), y fueron otra vez derrotados. El lego Gallaga se retiró entónces a Tomatlan con unos cincuenta hombres mal armados; siguióle Sandoval con setenta con mejor armamento y ya indispuesto con él, le mandó desde Tuiro que se saliese de aquel pueblo, que Sandoval consideraba como su patria por haberlo ganado y obtenido allí su primer triunfo. Gallaga contestó con palabras ofensivas que no desocupaba el pueblo, por lo que entrando en él Sandoval, se fue en derechura a la habitacion de aquel, intimó a la guardia que rindiese las armas, y habiéndolo hecho un indio que estaba de centinela, por haberlo así ejecutado, Gallaga que a la sazon se presentó, lo tendió muerto en tierra de un balazo. Entónces, uno de los que acompañaban a Sandoval hizo fuego sobre el lego, que cayó gravemente herido; levantáronle por orden de Sandoval para llevarlo a fusilar frente á la parroquia; Gallaga puesto allí de rodillas, imploró la misericordia de Dios, s~evendó él mismo los ojos con su pañuelo, y dió la voz de fuego y le tiraron dos balazos de que cayó muerto. Los indios que le eran muy afectos, recogieron su cadáver, lo llevaron al presbiterio de la parroquia, abrieron un sepulcro en que estaba enterrado un eclesiástico en un cajon del que lo sacaron, para poner en él y sepultar a Gallaga, siendo este el trájico fin de este famoso lego, que tanto dió que hacer a las tropas de Nueva Galicia.

La otra division de estas que mandó primero el mayor D. Juan Felipe Alva, y despues el coronel Pastor, batió a los insurgentes en diversos reencuentros en Hostotipaquillo, el portezuela cerca de Istlan, Mespa y otros muchos lugares, causándoles gran pérdida y matando a varios de sus jefes.

La corta mansion que el brigadier Cruz hizo en la provincia de Michoacan cuando recobró su capital en Enero de este año de 1811, y las pocas fuerzas de que podia disponer el teniente coronel Trujillo que quedó con el mando militar, por haberse vuelto a México el mariscal de campo Dávila, fueron causa de que el gobierno solo pudiese contar con la ciudad de Valladolid y alguna parte de sus inmediaciones, permaneciendo todo el resto de la provincia en insurreccion. Dió mayor impulso a esta Muñiz, cuando regresó de la batalla del puente de Calderon, aunque como hemos visto, fue batido por Robledo en las inmediaciones de Tacámbaro; fueron despues llegando otros jefes, que derrotados y destruidos en otras provincias, venían a aprovecharse de los recursos, fragosidad del terreno e insalubridad del clima de mucha parte de esta, de que varios de ellos eran originarios, con lo que reuniendo sus diversas partidas, se hallaron en estado no ya de conservarse sobre la defensiva, sino de emprender atacar repetidas veces la misma capital, alrededor de la cual se habian reunido, según el parte de Trujillo al Virrey de 2 de Junío (26), el clérigo Navarrete, el religioso mercedario, otros varios capellanes, y los capitanes generales Muñiz, Torres, Rayón, Liceaga, Huidrobo, Salto, Carrasco, Ramos y otros de inferior graduacion.

Emparan con la respetable division de su mando, se hallaba bastante cercano a Valladolid, cuando apartándose de las instrucciones de Calleja, continuó su marcha de Lagos a Guanajuato, de donde trató de sacar las platas allí recogidas, lo que Calleja desaprobó; pero llamado por el Virrey a otros objetos importantes, no pudo prestar a Trujillo auxilio alguno. Fue en seguida destinada la de Linares, compuesta de los voluntarios europeos de Celaya y Guanajuato, y el escuadron de lanceros de Orrantia, a franquear la comunicacion entre Guanajuato y Valladolid, y a auxiliar a esta última provincia, y se hallaba persiguiendo las cuadrillas que hostilizaban los pueblos de los confines de ambas, cuando el peligro en que se vió la capital de esta última a fines de Mayo, le hizo marchar aceleradamente a su socorro. El 27 de aquel mes, el capitan D. Felipe Robledo, habiendo salido de Cuapa a hacer un reconocimiento por el camino de Pázcuaro, se encontró con un grueso considerable de insurgentes que ventajosamente situados, defendian el camino con once piezas de artillería; Robledo con la suya rompió sobre ellos el fuego, pero despues de tres horas de sostenerlo, tuvo que retirarse con pérdida, dando aviso de que todos los jefes de los independientes reunidos marchaban contra la ciudad. Para cerciorarse de sus movimientos, mandó Trujillo una avanzada a las órdénes del capitan D. Manuel de la Concha, que empezó a hacerse conocer por aquel tiempo mandando la compañía de Cazadores de la patria. Concha confirmó los avisos dados por Robledo y pronto se presentaron los insurgentes ocupando las alturas que dominan la ciudad, coronándolas con veinticinco piezas de artillería. Empezaron a batir a esta con muy poco efecto por la mucha distancia y mala puntería, sin intentar el ataque, esperando que su presencia excitase algun movimiento en la poblacion, lo que no se verificó, pues todas las clases de ella se manifestaron adictas a la causa real. El dia siguiente 30 fue mas empeñada la accion, y los insurgentes se habian apoderado ya de la garita de Chicácuaro, cuando muy afortunadamente se presentó Linares, que con su division habia andado treinta leguas en el dia y noche anterior, y sin detenerse a dar descanso alguno a su tropa, cargó sobre los insurgentes y no solo recobró el punto perdido, sino que les tomó dos cañones y los obligó a retirarse a la loma de Santa María a la vista de la ciudad. En este dia fue herido de metralla en el brazo izquierdo Torres, el conquistador de Guadalajara, habiendo quedado desde entonces manco. Trujillo se disponia a atacar a los insurgentes en la posicion que habian tomado, con sus fuerzas reunidas a las de Linares el 1° de Junio, pero en la noche precedente se retiraron llevándose su artillería, y marcharon con tanta precipitacion, que habiéndolos salido a buscar Trujillo y Linares, no descubrieron un solo hombre en cinco leguas a la redonda que recorrieron con sus descubiertas (27).

Para aprovechar esta ventaja, hizo Trujillo marchar a Linares a Cuiséo de la Laguna, y al conde de S. Pedro del Alamo (28) a Huandacareo. El primero, andando con parte de su division nueve leguas en la noche, sorprendió al amanecer el 6 de Junio a los insurgentes en tres casas en que se habian hecho fuertes en Cuiséo, sin que se escapase uno solo (29), y el conde de S. Pedro cogió e hizo ahorcar sin demora al teniente de justicia de Huandacareo, que se habia encontrado en todas las principales acciones desde el principio de la revolucion (30). Linares entónces recibió orden de volver a la provincia de Guanajuato, batiendo a su paso las reuniones de Carrasco, Ruiz y Luna, que se hallaban en Acámbaro, Salvatierra y Jerécuaro, recorriendo las poblaciones del bajío de Salamanca (31), hasta que por el nuevo aprieto en que se halló Valladolid en Julio, tuvo que volver allí, quedando definitivamente segregada esta division del ejército del centro y destinada a la provincia de Michoacan.

Muñiz desde que se retiró de delante de Valladolid el 1° de Junio, no habia cesado de hacer nuevos aprestos para volver a atacar aquella ciudad con mejor éxito. Habia fundido artillería y para suplir la falta de fusiles, los habia hecho hacer de bronce, que como los arcabuces del tiempo de la conquista, eran muy pesados y se disparaban con mecha, necesitando dos hombres para su manejo. Concluidas estas disposiciones y reunidas nuevamente las partidas de todos los jefes independientes de la provincia, se presentó el 19 de Julio en la loma de Santa María, avistándose al mismo tiempo en todas las alturas al Sur de la ciudad, gran número de gente que se calculó ascenderia a diez o doce mil hombres con cuarenta cañones; la guarnicion no excedia de setecientos soldados. El 20 dirigió Muñiz a Trujillo, por conducto del prebendado de aquella catedral D. Jacinto Valdes, una intimacion que copio, para dar a conocer el estilo fanfarron de esta especie de carteles de desafío, que abundaron en aquella época. Es la siguiente:Quien ha sufrido ver y oir decir, cuantas víctimas ha sacrificado V. S. ferozmente; (Muñiz al escribir esto, parece olvidaba que él mismo habia sido el verdugo, destinado por Hidalgo, a degollar a los españoles en el cerro de la Batea y en las barrancas de Guadalajara); quien ha tolerado con prudencia las intrigas y traiciones que se le han tramado; y quien por último, por no acabar con tanto americano inocente, que han sido el antemural de esa tropa, (32) se ha contenido en la irrupcion que ya debia haber ejecutado; hoy está resuelto a atropellar con todo y tomar esa plaza a sangre y fuego, a costa de cualesquiera pérdidá, si V. S. no se rinde a discrecion, entregándola dentro de veinticuatro horas. Este es el único y perentorio término que le prefine, la fuerza de este ejército del Sur que es a mi mando, el que solo espera ver la contestacion de este. Dios guarde a V. S. muchos años. Campamento de América. Julio 20 de 1811. Manuel Muñiz, capitan general.- Mariano Suarez, general en jefe.- Mariano Cajigas, teniente general.- Sr. comandante D. Torcuato Trujillo. (33)

En los dias 20 y 21, los independientes con diversos movimientos circunvalaron enteramente la ciudad, y Trujillo entendiendo por estas disposiciones que iba a dársele un ataque general, distribuyó sus fuerzas en todas las garitas, haciendo retirar a la de Santa Catalina, al Sur de la ciudad, la seccion que mandaba el capitan Robledo, que los insurgentes intentaron envolver y cortar en la loma de Santa María, en la que se había mantenido hasta entónces, y que habian abandonado al acercarse este, el coronel Salto y el P. Garcilita que la ocuparon el 19. El 21 por la tarde rompió Muñiz el fuego sobre la ciudad, con poco daño de esta por lo alto de la puntería; lo que observado por un sargento del batallón Ligero de México, por otro nombre de Cuautitlan, llamado Pelayo, se lo advertia a Muñiz en una carta que trató de hacerle pasar y que fue interceptada.

Llevada a Trujillo el dia siguiente 22 por la mañana, cuando estaba en la plaza tomando sus providencias para rechazar el ataque que veia iba a verificarse en aquel dia, hizo fusilar inmediatamente a Pelayo, cuyo cadáver quedó colgado en la picota, con la carta en que consistia su delito colgada al cuello. Aunque todas las avenidas de la ciudad estaban igualmente amenazadas, los insurgentes dirigieron su ataque principal por el lado del Sur, bajando de la loma de Santa María a la hacienda del Rincon situada a su pié, formados en una fuerte columna de tres mil hombres con diez cañones, visto lo cual Trujillo se propuso desbaratar este cuerpo, para auxiliar despues los puntos que mas lo necesitasen. Con este intento cargó con mucha bizarría, logrando desalojar del puesto a los enemigos, tomarles ocho cañones y obligarlos a retirarse a su línea: pero entre tanto obtenía esta ventaja, Robledo se veia muy apretado en la garita de Santa Catalina y no menos lo estaba la de Chicácuaro. Trujillo se dirigió a la del Zapote, para recoger la tropa que era allí ménos necesaria y marchar con ella al auxilio de los puntos que se hallaban en peligro, mas al entrar en la ciudad se encontró con que la gente consternada huia por todas partes, gritando que el enemigo estaba dentro, lo que se confirmaba por los soldados que se veia dispersos y fugitivos.

Persuadido que era menester hacer un esfuerzo desesperano, dió orden de matar al soldado que no volviese á su formacion, y dirigiéndose a la garita de Santa Catalina, halló a la tropa que la guarnecia desalentada y en desórden, con su artillería en poder del enemigo o desmontada; salió al llano por el puente, y allí se le presentó un cuerpo de insurgentes de dos mil hombres en buena formacion con cuatro cañones bien servidos, que le obligó a retroceder a la cabeza del puente, y aunque en una nueva carga de los realistas los insurgentes cedieron el terreno, se retiraron en órden sin dejar de hacer fuego de fusilería y artillería. La noticia de estar tomada la ciudad corrió por todas partes, contribuyendo a difundirla los partidarios que los independientes tenian dentro de ella; habiendo llegado la voz a la garita de Santiago, en la que mandaba D. José Barreiro, teniente del Fijo de México, se le persuadia que abandonase el punto pues estaba todo perdido, pero aquel bizarro oficial, volviendo su tropa hácia la ciudad, le dijo: nosotros moriremos aquí, haciendo nuestro deber y cumpliendo con la obligacion de valientes soldados.

Los insurgentes se retiraron de la ciudad, abandonando veintidos cañones, sin que haya causa suficiente a qué atribuirlo. La gente piadosa lo tuvo por milagro del Señor de la sacristía, imágen venerada en aquella catedral: los independientes lo explicaron por las rencillas y divisiones que habia entre los varios jefes que se reunieron para el ataque, no habiendo querido Muñiz proveer de municiones a Anaya y a otros que las habian consumido, por no cederles la gloria del triunfo. Trujillo atribuyó este principalmente a la bizarría del escuadron de S. Carlos, que mandaba el capitan D. Miguel Michelena (e). Distinguiéronse entre los oficiales D. Felipe Robledo, que mandaba el punto de Santa Catalina; D. Alejandro Arana (e), ayudante de Trujillo; el mayor D. Manuel Gallegos, el mismo que habia dado a Hidalgo buenos consejos sobre el sistema de guerra que debia seguir, y que nombrado por este coronel se habia indultado; y D. José Manuel Zomoza, que servia en calidad de voluntario, habiendo sido despojado de su empleo de teniente de dragones de Michoacan, por haber tomado parte en la revolucion al principio de ella, mereciendo por su conducta en esta vez, ser restablecido en su grado. Murieron varios oficiales de cuenta y la pérdida de tropa fue considerable. El Virrey, no obstante su parcimonia en conceder premios, juzgó la ocasion bastante importante para dar el grado de coronel a Trujillo y el inmediato a varios oficiales. Entre los ejemplos funestos de los horrores a que conducen las guerras civiles y el rigor de la disciplina, puede citarse el que Trujillo recomienda del alférez de lanceros D. Domingo Pacheco, que en cumplimiento de la órden de hacer volver a cuchilladas a sus puestos a los que hubiesen huido, quiso matar por su mano a su propio hijo, por creer que habia faltado a las leyes del honor, volviendo la espalda al enemigo.

Aunque los insurgentes se habian retirado lo habian hecho de una manera que era de temer volviesen, habiendo quedado íntegras sus fuerzas y debilitada y acobardada la guarnicion. Trujillo trataba por esto de abandonar la ciudad, para lo cual tenia ya reunidas trescientas mulas para cargar los caudales y parque, de cuyo intento le hizo desistir el aviso de acercarse Linares con su division, quien en efecto llegó en seguida, habiendo forzado las marchas, con lo que los insurgentes se alejaron, retirándose a Acuicho y otros puntos (34). Sin embargo, el peligro en que habia estado la ciudad, la resolucion que tuvo Trujillo de abandonarla, que el Virrey creyó habia efectuado retirándose a Acámbaro; las grandes fuerzas que los independientes reunieron para atacarla, y sobre todo, los mayores conocimientos y táctica que manifestaron, hicieron que el Virrey destinase a aquella provincia ademas de la division de Linares, la de Castillo Bustamante; pero antes de referir las operaciones de una y otra y el motivo con que la última, que hacia parte de la de Emparan, se hallaba separada del ejército del centro, tenemos que ocuparnos en los capítulos siguientes de otros y muy importantes sucesos que precedieron y tienen relacion con ellas.

Calleja en Guanajuato cuidaba de aumentar sus fuerzas, para suplir las pérdidas que tan repetidas acciones, la desercion y la fatiga de tantas marchas causaban. En aquella ciudad, en lugar del antiguo batallon de su nombre, levantó un regimiento con dos batallones, de que fue nombrado coronel el conde de casa Rul, quien contribuyó a los gastos del vestuario y armamento, disfrutando, por sus relaciones de familia e intereses, de mucha consideracion entre aquellos habitantes (35). Trabajó tambien con empeño en organizar en todos los pueblos compañías de realistas o patriotas de Fernando VII, muchas de las cuales se distinguieron en campaña como hemos visto, a las órdenes del subdelegado de Leon D. Manuel de la Concha, del alcalde de Silao Reinoso y de otros varios jefes. Durante su permanencia en aquella capital, llegaron a ella (el 14 de Octubre) las cabezas de Hidalgo, Allende, Aldama y Jimenez, para colocarlas en la alhóndiga de Granaditas como en otro lugar se dijo, habiendo Calleja en esta ocasion publicado una proclama.

Guanajuato, despues de tanta desolacion, daba todavia muestras de su antigua opulencia. Pasando por aquella ciudad el capitan de navío D. Rosendo Porlier, que con el batallon de marina formado con la tripulacion de la fragata Atocha, se retiraba de Guadalajara para volver a Veracruz, Calleja reforzándole con dos escuadrones de caballería al mando de Campo, remitió a México bajo su custodia 1.422 barras de plata, (12 de Agosto) de las cuales 1.141 procedian de aquel mineral, y las 281 restantes, habian sido traidas de Zacatecas. En su comunicacion al Virrey relativa a aquel envio, hace observar que de las 1.141 barras de Guanajuato, 662 eran pertenecientes al rey, y solo 479 de particulares, lo que atribuye a la desconfianza que estos tenian, de que por razon de las circunstancias, no se les entregase tan pronto el dinero que aquellas produjesen, la que no bastaron a desvanecer las seguridades que Calleja les dió. Este se queja de que un gran número de españoles, a quienes califica de egoistas, hubiesen aprovechado esta ocasibn para trasladarse con sus familias a México, no teniéndose por seguros en Guanajuato. Dos meses despues hizo otra remesa de 596 barras.

El estado de aquel mineral era sin embargo bien triste; el mismo Calleja lo describe al Virrey en estos términos:

Este real está en la mayor miseria, y se compone de setenta mil mendigos, que la necesidad misma obligará a ser insurgentes, si los propietarios no reciben numerario con que poner en giro sus vastas negociaciones, y se seguirá tambien que el rey no percibirá quintos ni derechos; que el comercio, paralizado como lo está en el dia, no causará alcabalas; que la renta del tabaco se disminuirá por falta de consumidores; y últimamente, que los hacendados no tendrán donde expender sus efectos, y que todos reducidos a una espantosa miseria, se abandonarán a todos los crímenes (36).

Todo esto era claro y se verificó puntualmente, y sin embargo el mismo Calleja y el gobierno de México se obstinaron, sin saberse por qué, en negar a aquel mineral lo que se habia concedido a Zacatecas, que las circunstancias hacian indispensable y que era lo único que podia remediarlo: el establecimiento de una casa de moneda provisional.

Hemos recorrido hasta ahora el espacio de un año desde que la revolucion comenzó, limitándonos a las provincias en que tuvo su orígen, o a las que desde luego se comunicó bajo el influjo de los jefes que dieron principio a ella, o que inmediatamente se les reunieron. Increible parece que en tan corto periodo, hubiese cundido tan rápidamente asolando las provincias mas ricas del reino.

En este breve espacio habian desaparecido de la escena todos los que dieron el primer impulso al movimiento, muertos los unos a manos de sus mismos compañeros como Iriarte y Gallaga, pocos en el campo de batalla, casi todos en los cadalsos. El gobierno habia hecho frente a esta tempestad asoladora con pocos hombres, pues en todas las operaciones que hemos descrito en diversas provincias, no excedian de quince mil los que se hallaban empleados, supliendo al número con la actividad y acierto en los movimientos, lo que principalmente era debido a los conocimientos y pericia de Calleja, sin el cual casi no habria habido oposicion en su principio al torrente revolucionario; pero miéntras la atencion del gobierno se habia dirigido preferentemente a las provincias de que acabamos de hablar, empleando en ellas sus mejores tropas, por la impericia de las que en otros puntos se levantaron, y sobre todo, por la falta de jefes de capacidad, la revolucion hizo en las otras rápidos progresos, como vamos a ver en los capítulos siguientes.


Notas

(1) Parte de Quintero a Arredondo en la Gaceta de 28 de Septiembre, tomo 2°, núm. 116, fol. 883.

(2) Véanse en las Gacetas de aquel tiempo los diversos partes de Quintero.

(3) Véase sobre todo esto el informe que hizo Calleja al Virrey desde Guanajuato en 31 de Julio, Gaceta de 22 de Agosto, tomo 2°, núm. 100, fol. 747.

(4) Véase el capítulo primero.

(5) Parte del cura Alvarez de 7 de Agosto, Gaceta de 27 de idem, tomo 2°, núm. 102, fol. 766.

(6) Informe de Calleja, Gaceta núm. 100, fol. 754.

(7) Parte de Alvarez citado.

(8) Partes de Calleja, Gacetas de 14 de Septiembre, tomo 2°, núm. 110, fol. 834, y 22 de Octubre, núm. 129, fol. 891.

(9) Lopez en su parte dice de trescientos o cuatrocientos, pero en todos estos cálculos hay tan poca exactitud, que prefiero dejar el número indeterminado.

(10) Parte de Calleja de 7 de Septiembre, Gaceta de 14 del mismo, tomo 2°, núm. 110, fol. 834.

(11) Gaceta de 10 de Septiembre, tomo 2°, núm. 108, fol. 819.

(12) Gaceta de 14 de Septiembre, núm. 110, fol. 836.

(13) Parte de Calleja, de Guanajuato de 30 de Octubre, Gaceta de 19 de Noviembre, núm. 114, fol. 1.076.

(14) Gaceta de 19 de Noviembre, núm. 141, fol. 1.079.

(15) Idem de 17 de Diciembre, núm. 154, fol. 1.183.

(16) Parte de Calleja, Gaceta de 11 de Diciembre, núm. 154, fol. 1.181.

(17) Camp. de Call., Bust., foL 113.

(18) Véase fol. 239 y Gaceta de 28 de Mayo, tomo 2°, núm. 63, fol. 467.

(19) Gaceta de 18 de Junio, núm. 71, fol. 535.

(20) Id. de 7 de Sept., núm. 107, f. 807.

(21) Id. de 29 de Octubre, núm. 132, fol. 1.004.

(22) Gaceta de 18 de Junio, núm. 71, fol. 537.

(23) Idem de 12 de Marzo, núm. 32, fol. 219.

(24) Parte de Rio. Gaceta de 7 de Septiembre, núm. 107, fol. 813.

(25) Gaceta de 17 de Octubre, núm. 127, fol. 967, que contiene el parte de Rio, notable como todos los suyos, por su pedantería y espíritu sanguinario, no siendo menores sus exageraciones en punto a muertos y heridos.

(26) Véase este parte y el de Robledo en la Gaceta extraordinaria de 8 de Junio, núm. 67, fol. 499.

(27) He tomado la relacion de este ataque, de la Gaceta citada y de la exposicion manuscrita de Linares. La herida de Torres la refiere Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 284.

(28) Era el hijo segundo del marques de S. Miguel de Aguayo, y llevaba este titulo por haber casado con una prima suya, que lo tenia.

(29) Representacion de Linares y su parte, inserto en la Gaceta de 18 de Junio, núm. 71, fol. 531.

(30) Parte de Trujillo, en dicha Gaceta.

(31) En una de estas expediciones recibió órden de Calleja de castigar al pueblo de Salamanca, abrigo principal de Albino García, fusilando a varios de sus vecinos. Linares, mas inclinado a medidas de moderacion que de rigor, templó la severidad de esta órden cuanto pudo; pero siempre tuvo que mandar hacer algunas ejecuciones; miéntras que estas se verificaban en la plaza, se le avisó que sudaba el Señor del hospital, imágen de Cristo crucificado muy venerada en aquel pueblo, que está en una capilla cerca de la misma plaza. Hizo examinar lo que era y encontró, que el sacristan para conmover al pueblo, habia untado la imágen con un ungüento que se liquidaba y corria como sudor, con el calor de las muchas velas encendidas al rededor. Para castigar esta superchería, hizo azotar al sacristan, y siempre que pasaba despues por Salamanca y lo veia, le preguntaba si sudaba el Señor del hospital, a lo que el pobre hombre, temiendo la repeticion del castigo, contestaba apresurado no, señor, no suda. El mismo Linares me contó esta anécdota.

(32) Toda la tropa que habia en Valladolid era americana, excepto algunos jefes.

(33) Véanse sobre este ataque, que fue muy ruidoso en aquellos tiempos, las Gacetas de 30 de Julio, núm. 90, fol. 670, núms. 106 y 107 de 5 y 7 de Septiembre: y Bustamante, Cuadro histórico, tomo 1°, fol. 285, de donde he sacado algunos incidentes que no están en dichas Gacetas.

(34) Trujillo en su parte, inserto en la Gaceta citada, altera notablemente la verdad de los hechos, atribuyéndose toda la gloria del suceso; confiesa no obstante que tenia las mulas dispuestás para retirarse.

(35) Este cuerpo era conocido comunmente con el nombre de los yedras, por el uniforme azul celeste que tenian.

(36) Campañas de Calleja, fols. 129 y 130.

Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO II - Primera parte -CAPÍTULO IIIBiblioteca Virtual Antorcha