Índice de Estado de la revolución después de la prisión de Hidalgo y sus compañeros de Lucas AlamánCAPÍTULO II - Segunda parte -CAPÍTULO IVBiblioteca Virtual Antorcha

ESTADO DE LA REVOLUCIÓN DESPUÉS DE LA
PRISIÓN DE HIDALGO Y SUS COMPAÑEROS

Lucas Alamán

CAPÍTULO III

Primera campaña de Morelos en el Sur. - Documentos sobre que se ha escrito esta parte de esta historia. - Orígen de Morelos. - Comision que recibió de Hidalgo en Charo. - Dirígese Morelos a la Costa. - Sus primeros pasos. - Sorprende a Páris en su campamento. - Intento frustrado de Morelos sobre Acapulco. - Son atacadas sus tropas en la Sabana por Cosío y es rechazado este. - Accion de Chichihualco. - Decláranse por Morelos los Galianas y los Bravos. - Toma y accion de Tixtla. - Entra Morelos en Chilapa. - Estado de la guerra del Sur. - Conspiracion contra Morelos. - Su carácter y otras noticias sobre su persona.


Cuando Hidalgo se drigía de Valladolid a México en Octubre de 1810, se le presentó en Charo el cura de Nucupétaro y de Carácuaro D. José María Morelos, a quien dió orden para que lo siguiese a Indaparapéo. En aquel lugar le comunicó Hidalgo, que el objeto de la revolucion que habia emprendido era hacer la independencia, respecto a que la ausencia del rey en Francia presentaba coyuntura de lograrla. Morelos, que respetaba las luces e instruccion de aquel, se hallaba tambien prevenido en favor de sus intentos, por las vulgaridades que se habian hecho correr, de que los europeos se iban a echar sobre los eclesiásticos y sus bienes; que tambien tenian dispuesto prender con el mayor rigor a los americanos y degollarlos hasta ciertas edades, y que estaban en conexion con los franceses para entregarles el reino. Penetrado de estas ideas, fue a hablar con Hidalgo cuando supo que estaba en Valladolid, y no habiéndolo encontrado ya en aquella ciudad, resolvió ir a alcanzarlo, aunque lo dlsuadia el gobernador de la mitra conde de Sierra Gorda, y habiendo Hidalgo disipado los escrúpulos que le inspiraba la censura del obispo Abad y Queipo, que él mismo habia publicado y fijado en su parroquia, persuadiéndole que la excomunion no le comprendía y que ya España estaba por los franceses, admitió la comision que le confirió, concebida en estos términos:

Por el presente, comisiono en toda forma a mi lugar teniente el Br. D. José María Morelos, cura de Carácuaro, para que en la costa del Sur levante tropas, procediendo con arreglo a las instrucciones verbales que le he comunicado.

Este fue el principio que tuvo la revolucion en la costa del Sur, que puso en el mayor peligro al dominio español en Nueva España.

En la relacion de los sucesos del hombre mas notable que hubo entre los insurgentes, seguiré casi literalmente la que él mismo formó, en las declaraciones que por vía de informacion se le tomaron en su causa. No trató en ellas Morelos de desfigurar los sucesos, ni de disculpar o disminuir la parte que en ellos tuvo; los refirió con buen órden, claridad y verdad, por lo que su historia no puede escribirse con mas exactitud que tomándola de él mismo; él, al ministrar así los mejores materiales para formarla, no tenia ya interes ni motivo alguno que pudiese inducirle a alterar la verdad; con solo la eternidad ante sus ojos, contó fielmente todo cuanto aconteció, desde que tomó parte en la revolucion hasta que fue aprehendido, sin jactancia al hablar de las ventajas que obtuvo, y sin bajeza ni humillacion cuando trata de los reveses que experimentó. Califica a los hombres con imparcialidad, y expone sus miras con admirable penetracion. Si pues la relacion que voy a formar de las campañas de este hombre memorable, difiere en algunos puntos de las que se han publicado, la autoridad en que me apoyé para todo cuanto haya de decir, será la del mismo Morelos, digna sin duda de ser respetada mas que ninguna otra, por todas las razones expuestas. El juez comisionado para la informacion a que me refiero, fue el coronel D. Manuel de la Concha, haciendo de secretario el capitan D. Alejandro Arana, de quienes he hablado tratando en el capítulo anterior del ataque que dió Muñiz a Valladolid en Julio de 1811, Y estos procedieron por un copioso interrogatorio que les pasó el mismo Virrey Calleja. Muchas veces al ver juntas a cada página de esta informacion, que he tenido original en mi poder, sacada del archivo general (1), las firmas de Concha y de Morelos, no he podido ménos de estremecerme, recordando la suerte funesta de ambos.

Si, como decia Voltaire, la historia de Inglaterra debia estar escrita por mano del verdugo, por la multitud de matanzas que en ella se refieren, esto mismo puede aplicarse con mayor exactitud a la funesta historia de las sangrientas revoluciones mexicanas.

D. José María Morelos y Pavon, nació en la ciudad de Valladolid de Michoacan, a la que por esta circunstancia se ha dado el nombre de Morelia, y en ella tuvo una casa construida a sus expensas frente al callejon de Celis. Fue su padre un pobre carpintero, y su madre era hija de un maestro de escuela de la misma ciudad, y por ambos orígenes procedia de una de las castas mezcladas de indio y negro, aunque en sus declaraciones se califica él mismo de español, porque, como he tenido ocasion de notar en otra parte, nadie en aquella época queria pertenecer a otra clase, y al mismo tiempo que se afectaba legitimar la independencia apoyándola en los derechos de los indios que se pretendia reivindicar, declamando contra la injusticia de la conquista, todos querian derivar su descendencia de la nacion conquistadora y no del pueblo conquistado. El ejercicio de Morelos en la primera y mayor parte de su vida fue de vaquero, y una señal que tenia en la nariz era efecto de un golpe que se dió contra una rama de un árbol, siguiendo a caballo un toro, habiendo caido en tierra aturdido (2).

A los treinta y dos años emprendió la carrera eclesiástica, y no hizo mas que los estudios muy precisos para poderse ordenar, estudiando filosofía de dia y moral de noche (3), en el colegio de S. Nicolás de Valladolid. bajo la direccion del cura Hidalgo, que era entónces rector de aquel establecimiento, Diósele despues el curato de Carácuaro, de corta renta y uno de aquellos que se conferian a los eclesiásticos de poca instruccion, que no tenian recomendaciones en el obispado, sino solo por la necesidad de proveer de curas a los pueblos de mal clima y escaso provecho.

Estaba en su parroquia, cuando a principios de Octubre de 1810 supo por D. Rafael Guedea, dueño de la hacienda de Guadalupe, la revolucion que se habia movido en Dolores, cuya noticia le confirmó el ver pasar a algunos europeos, que al acercarse Hidalgo a Valladolid huian de aquella ciudad, de Pázcuaro y otras poblaciones vecinas, con lo que determinó ir a aquella capital, para informarse mejor del motivo de aquellos movimientos, y habiendo seguido a Charo en busca de Hidalgo, admitió de este la comision que he copiado arriba.

Las instrucciones que le dió para desempeñarla fueron, que en todos los lugares por donde pasara se encargara del gobierno y recogiera las armas, dejando aquel en la persona que lo obtuviese, no siendo europeo, bajo las seguridades que le pareciese, y siéndolo, nombrase otro; que aprehendiese a todos los europeos y los remitiese a la intendencia mas inmediata, embargando sus bienes para pago de las tropas que levantase. El destino final de los europeos habia de ser, segun Hidalgo le comunicó, el que, dándoles lugar a los casados para que se reuniesen con sus familias, marchasen a su tierra o a una isla que el mismo Hidalgo habia de señalar.

Dióle tambien este el encargo de tomar la plaza y puerto de Acapulco, siendo este el principal objeto de la comision de que iba encargado.

De regreso a su curato, reunió Morelos en él veinticinco hombres, que armó con algunas escopetas y lanzas que mandó fabricar, y con esta pequeña fuerza se dirigió a Zacatula. En la costa del Sur como en la del Norte, no habia milicias disciplinadas, ni mas tropa sobre las armas que una corta guarnicion en Acapulco. Las compañías de milicias levantadas en varios pueblos, formaban divisiones que nunca se reunian para su instruccion; las armas estaban en las casas de los capitanes, y los mas de los oficiales residian en las capitales o lugares grandes, pretendiendo estos empleos por solo el honor, sin haber visto nunca a sus soldados (4).

Al acercarse Morelos a Zacatula, hizo llamar al capitan de la compañía de milicias de caballería de aquel puerto D. Marcos Martinez, quien a la primera insinuacion que le hizo, ofreció unírsele con cincuenta hombres de su tropa y armas, como lo verificó, acompañándole en las primeras acciones de guerra, hasta que algunos meses despues volvió a Zacatula, con el nombramiento de comandante de aquel punto, para recibir y custodiar los prisioneros que allí se remitian. Animado Morelos con tan feliz principio, marchó a Petatlan, donde tambien habia una compañía de milicias; su capitan, D. Gregario Valdeolivar se hallaba en México siguiendo un pleito, y Morelos instruido de esta circunstancia, sorprendió a la mujer de aquel, la obligó a entregarle las llaves de la pieza en que se guardaba el armamento de la compañía, sacó de ella cincuenta fusiles y otras tantas lanzas, y se le unieron ciento tres soldados. Con esta gente y las de las rancherías que se le iban juntando, se dirigió a Tecpan, en donde se le agregaron como doscientos hombres y recogió cuarenta y dos fusiles e igual número de lanzas que habia en aquella poblacion, y con esto llegó a reunir unos seiscientos hombres, habiendo hecho construir lanzas para armarlos.

El capitan D. Juan Antonio Fuentes (e), comandante veterano de la tercera division de milicias del Sur, que se hallaba en Tecpan, al acercarse Morelos a aquella poblacion huyó a Acapulco con la gente que habia recogido, pero esta se le desertó casi en su totalidad y se volvió a Tecpan con las armas, en términos que a Fuentes apenas le quedaron doce hombres. Con igual felicidad caminó Morelos por el Zanjan y Coyuca hasta el Aguacatillo, en donde llegó a reunir cosa de tres mil hombres armados con fusil, lanza, espada y flecha.

Hallábanse situados en el Veladero, cerro que domina a Acapulco, setecientos a ochocientos hombres por órden de Morelos, bajo el mando de Cortés y de D. Rafael Valdovinos, con el objeto de cortar los víveres a aquella plaza. El gobernador de esta Carreño, envió a atacarlos a D. Luis Calatayud, con una partida de cuatrocientos hombres de aquella guarnición; el combate se trabó al pié de la montaña el 13 de Noviembre de 1810, sin hallarse en él Morelos, que se habia quedado a distancia de cuatro leguas en el Ejido. Tan bisoños eran los insurgentes como los realistas, y unos y otros se dispersaron despues de algun tiroteo; un muchacho tambor de los insurgentes, que para ocultarse mejor se subió a un árbol, notó desde aquella altura la dispersion de los realistas y lo avisó a los suyos, quienes volviendo al campo de batalla, recogieron el armamento de las dos tropas enemigas que habia quedado esparcido en él (5), y de los realistas dispersos, con otros mas que salieron de Acapulco, se le presentaron a Morelos en los tres dias consecutivos a la accion, como seiscientos hombres sin armas.

En su feliz expedicion, se habian unido a Morelos no solo gente del pueblo, sino tambien algunas personas de cuenta, entre las cuales las mas distinguidas eran los Galianas, familia acomodada de Tecpan, los cuales le procuraron algunas harinas y considerable número de soldados, así como tambien un cañoncito que habian comprado a unos náufragos en la costa, y que les servia para hacer salvas en las fiestas de la capilla de su hacienda de S. José (6).

Los Galianas vinieron a ser de los principales oficiales de Morelos, y los veremos figurar de una manera distinguida con otros que en lo sucesivo se agregaron al mismo jefe, y que mucho contribuyeron a sus victorias.

Los rápidos progresos de Morelos, que en poco mas de un mes habia conmovido toda la costa del Sur, y sin encontrar resistencia en ninguna parte se habia puesto a la vista de Acapulco, hicieron que el Virrey tratase de oponerle una fuerza capaz de contenerlo en su veloz y próspera carrera; pero estando las mejores tropas y los jefes mas distinguidos empleados en los ejércitos de Calleja y Cruz, tuvo que ocurrir a las tropas de la brigada de Oaxaca, dando el mando de las compañías de la costa que hizo reunir, al capitan D. Francisco Páris (e), comandante de la quinta division de aquellas milicias. Dióse órden para que fuesen a ponerse al frente de sus compañías los oficiales de ellas, y salieron con este fin de Oaxaca los que lo eran, casi todos comerciantes acaudalados, entre ellos los Magros, que no tenian tintura alguna de guerra.

Las primeras operaciones de Páris fueron felices. Habiendo encontrado en el arroyo Moledor una seccion de las fuerzas de Morelos, que este mandaba a atacarlo en la hacienda de S. Marcos, a las órdenes de Valdovinos, la puso en completa dispersion (1° de Diciembre), y unido con el comandante de la sexta division de la costa D. José Sanchez Pareja (e), acordaron ambos jefes salir a asaltar a Morelos en el Aguacatillo, para dejar libre la comunicacion con Acapulco por tierra, al mismo tiempo que por los medios mas eficaces, se socorriese aquella plaza por mar. Aunque la ventaja obtenida en este reencuentro fuese de bien poca importancia, el Virrey la hizo publicar en Gaceta extraordinaria, para disminuir algun tanto la fama que habia adquirido ya Morelos (7). Este sufrió por los mismos dias otro contratiempo: envió a Tepango, cerca de Chilpancingo, a los capitanes Cortés y Martinez con un trozo de trescientos hombres, a atacar a los realistas o patriotas de Chilapa mandados por Guevara (8), mas este los desbarató, haciéndolos huir hasta el Aguacatillo y matándoles diez y siete hombres. Mas afortunado fue otro de los capitanes de Morelos, D. Miguel de Avila, quien con seiscientos hombres atacó en el Llano grande a trescientos realistas que salieron de Acapulco. y desembarcaron en el puerto del Marqués, a las órdenes de Fuentes y del subdelegado de Tecpan Rodriguez: unos y otros se retiraron con poca pérdida, pero en la de los realistas se contó el subdelegado Rodriguez que fue herido y murió pocos dias despues en Acapulco. Los insurgentes cogieron en esta acción y otros

De mayor importancia todavia fue la accion que Avila sostuvo el 13 del mismo Diciembre en el paso real de la Sabana, contra todas las fuerzas que Páris pudo reunir, para realizar el plan que tenia concebido de atacar a Morelos en el Aguacatillo. Consistian aquellas en mas de mil hombres con dos cañones que se le remitieron de Acapulco por la playa del Marqués. Avila esperó el ataque fortificado en los edificios que en aquel paraje habia, teniendo a sus órdenes seiscientos hombres; Morelos, habiendo abandonado el punto del Aguacatillo, se retiró al Veladero. Páris dividió sus fuerzas en tres columnas mandando él mismo la del centro; la de la derecha a las órdenes de Sanchez Pareja se dirigió por el Aguacatillo, cuyo punto encontró abandonado, y la tercera estaba bajo el mando de D. Francisco Rionda (e). Otra seccion, a las órdenes de D. Juan Antonio Caldelas (e), ocupó un platanar que flanqueaba por un costado la posicion de Avila, miéntras que otra columna de cien hombres, que salió de Acapulco bajo el mando del capitan Cosio, marchaba por el paso de las Cruces, en el que los insurgentes tenian un destacamento de treinta hombres en un parapeto que fue tomado, haciéndoles algunos prisioneros. Reiterados fueron los esfuerzos que hizo Páris en diversos ataques para desalojar a Avila de su posicion, y despues de muchas horas de combate, tuvo que retirarse dejando en el campo porcion de muertos y dueño de él a Avila. La artillería fue de poco provecho, tanto por el grueso de las paredes de adobe tras de las cuales estaba Avila parapetado, cuanto porque una de las cureñas se inutilizó á los primeros tiros. Páris volvió al paraje de los Tres palos, en espera de un obus de a doce que debia mandársele de Acapulco; Sanchez Pareja al de los Cuahulotes y las demas fuerzas a Acapulco (9).

Morelos intentó a consecuencia de esta accion, sorprender a Páris en su mismo campamento. Este proyecto dimanó de las inteligencias que tenia con D. Mariano Tabares, capitan de patriotas de Acapulco que estaba con Páris, y se confirmó en él por las noticias que le comunicó un italiano llamado D. Juan Pau, que se le pasó. Convenidas las señales que habian de darse con Tabares y con un compañero de este, llamado D. Marcos Landin, hizo Morelos marchar secretamente a D. Julian de Avila con seiscientos hombres, quien en la noche del 4 de Enero de 1811, atacó en el paraje de los Tres palos a Páris, que tenia otros tantos y otros trescientos mas que habian llegado de Oaxaca y Jamiltepec, y al cabo de dos horas de fuego, Avila quedó dueño del campo, hizo algunos muertos sin haber perdido mas que cinco hombres, y cogió seiscientos fusiles, cinco cañones incluso un obus, cincuenta y dos cajones de parque, porcion de víveres y otros pertrechos.

Grande fue la reputacion que Morelos ganó con este suceso; los partidarios de la revolucion que eran numerosos en México, y que sin atreverse a tomar parte en ella de una manera activa y descubierta, abundaban en deseos, por lo que se les caracterizó con un nombre picante, con la sola adicion de una letra, en cuyo género de chistes abunda aquella capital epigramática, llamándolos hojalateros (10) ensalzaban el nombre de Morelos y olvidaban con la relacion de sus triunfos, los reveses que las grandes reuniones de insurgentes sufrian por el mismo tiempo en las provincias del Norte y Poniente. Morelos en efecto, sin haberse presentado todavía él mismo en el campo de batalla, habia logrado por medio de sus tenientes los Avilas, batir con fuerzas. inferiores á los realistas, y en el corto espacio de dos meses, habiendo empezado la campaña con veinticinco hombres que sacó de su curato, habia reunido mas de dos mil fusiles, cinco cañones, porcion de municiones y de víveres, tomado todo del enemigo. El Virrey Venegas, no pudiendo ocultar estos sucesos que andaban en boca de todos y eran el asunto de todas las conversaciones; precisado a decir algo en la Gaceta del gobierno, no acertaba como presentarlos, y habiendo variado hasta por tres veces la redaccion del artículo, acabó, como sucede casi siempre, a fuerza de disimular un mal suceso, por darle mayor importancia cubriéndose de ridículo. En la Gaceta de 18 de Enero, hizo publicar que Páris habia sido sorprendido á las tres de la mañana, luego que se ocultó la luna, rodeándole los insurgentes tumultuariamente con infame cobardía, despues que sorprendieron las centinelas, apoderándose de la artillería y caballos, cuya vileza no dió lugar a la luz del dia en que hubieran sido derrotados completamente, pues inundando por todas partes y desarmando a los que rodeaban, lograron dispersar a los soldados, que en aquel desórden no sabian a que atender. (11).

Agregaba que los insurgentes no podrian sacar la artillería de donde estaba; que Páris se habia retirado a los Cuahulotes en busca de Sanchez Pareja, y no habiendo encontrado a este allí, se habia dirigido a S. Marcos para fortificar aquel punto tan esencial a la tranquilidad de la costa; pero que no pudiendo verificar ni aun allí la reunion de los dispersos, se habia acuartelado en Cuautepec, y que la fortaleza de Acapulco nada tenia que temer de los rebeldes.

El público concluia de esta relacion obscura y embarazada y de esta confusion de palabras, que la dispersion habia sido completa, que Páris no creyéndose seguro ni aun en S. Marcos, habia huido hasta Cuautepec, y que la fortaleza de Acapulco estaba en mucho riesgo de caer en manos de Morelos, por lo mismo que se pretendia persuadir que no corria ninguno. Afortunadamente para el Virrey, pocos días despues (23 de Enero) se recibió la noticia de la batalla del puente de Calderon, que borró o disminuyó mucho la impresion que habia causado en la opinion la derrota de Páris.

Desde el paso de la Sabana salió Morelos en persona con seiscientos hombres a atacar, o por mejor decir a recibir el castillo de Acapulco, que habia ofrecido entregarle un artillero gallego llamado Pepe Gago, que hacia de ayudante en el mismo castillo, cuyo comandante era D. Antonio Carreño. Morelos, aunque desconfiaba de aquel trato, no creyendo que fuese una traicion que se le tramaba, marchó a situarse en la noche del 8 de Febrero en el cerrito de las Iguanas frente al castillo, y observando a las cuatro de la mañana un farol con una luz sobre uno de los baluartes, que era la seña convenida con Gago, dividió su gente en dos trozos, dando el mando del uno a Avila y el del otro a un norteamericano llamado Elias, que con otros tres individuos de su nacion David, Callé y Guillermo Alendin (12), se habian escapado de la plaza, en la que se hallaban presos por haberse hecho sospechosos, habiendo sido aprehendidos en la costa. Estos dos trozos habian de entrar por dos puntos diversos, pero habiéndose adelantado el que mandaba Elias mas de lo que Morelos le habia prevenido, rompió sobre él sus fuegos el castillo y lo mismo hicieron siete embarcaciones que estaban fondeadas en la bahía. Conocido por esto el engaño de Gago, Morelos se retiró con toda su gente al cerro de las Iguanas, donde permaneció nueve dias batiendo el castillo con un obus, dos piezas de a seis y dos de a tres. Este sitio, durante el cual las tropas de Morelos entraron en la poblacion de Acapulco que estaba abierta e indefensa y saquearon algunas casas, tuvo que levantarlo, porque en una salida que la guarnicion del castillo hizo (13) le tomó toda su artillería, excepto una sola pieza, y sabiendo ademas que marchaba a atacarlo el sargento mayor D. Nicolas Cosío, nombrado por el Virrey comandante de las tropas del Sur, a qUien se habian reunido Páris y otros jefes, se retiró a la Sabana, donde permaneció cosa de un mes, al cabo del cual lo llevaron enfermo a Tecpan, quedando el mando de su gente a cargo del coronel D. Francisco Hernandez (14).

No era solo la costa del Pacífico y los contornos de Acapulco lo que andaba alterado en la parte del Sur de la provincia de México y su contigua de Michoacan. Toda la tierra caliente, desde la cordillera de montañas que separa el valle de México del de Cuernavaca, hasta Tepecuacuilco e Iguala, estaba en movimiento. Una multitud desordenada, destacada en Toluca del ejército que condujo el cura Hidalgo a las inmediaciones de México en fines de Octubre de 1810, mandada por Avila y Rubalcaba, penetró por Tenancingo al valle de Cuernavaca y se derramó en él con tal rapidez, que en pocos dias se hizo dueña de la villa de este nombre y de veintiuna haciendas de caña de las mas ricas del reino y veintiocho pueblos que forman su jurisdiccion, comprendiendo algunos de la de Tenancingo. La revolucion se propagó al valle contiguo de las Amilpas y se creyó en riesgo Izúcar y su territorio, cubiertos ambos de hermosas haciendas, cuyos dependientes y mozos se armaron todos para la defensa, alistándose hasta los eclesiásticos, bajo el mando de D. Mateo Muzitu (e), uno de los principales propietarios de aquel distrito (15).

Luego que con la retirada de Hidalgo cesó el peligro en que estuvo la capital, se formó en ella una expedicion de los dependientes y mozos de las haciendas de Cuernavaca en número de cincuenta y siete, casi todos de las de D. Gabriel de Yermo, mandada por el administrador de estas D. José Acha (e), (9 de Noviembre), a la que despues se fueron agregando otros, con lo que se recobró todo el valle y en una accion bastante empeñada que se dió en la hacienda de Temixco, una de las de Yermo, fueron los insurgentes derrotados con muerte de muchos, haciendo varios prisioneros que se mandaron a Cuernavaca, en cuyas inmediaciones fue muerto Rubalcaba (16).

Destinó despues el Virrey algunas tropas a aquel rumbo, las cuales al mando del teniente coronel D. José Antonio de Andrade, entraron en Tepecuacuilco el 1° de Diciembre, batiendo a los insurgentes en las alturas inmediatas (17).

A Andrade, que fue empleado en otra parte, sucedió Cosío, sargento mayor de dragones de España, quien continuando las ventajas obtenidas por aquel, llegó hasta Iguala en principios de Enero de 1811 (18) y pasó en seguida a la costa a encargarse de las tropas que operaban contra Morelos, como vamos a ver.

Entre tanto se verificaban estos movimientos en los pueblos situados sobre el camino de Acapulco, el capitan de la compañía suelta de Olinalá, D. Mariano García y Rios, encargado del mando de las armas en el mineral de Taxco, ya defendia este, atacado por gran número de insurgentes (12 de Marzo), auxiliándole al efecto las compañías de realistas o patriotas formadas en las haciendas de la tierra caliente y las de Iguala y Teloloapan, mandadas por D. José Ortiz de la Peña y D. Anastasio Roman, que desde entónces empezaron a hacerse conocer (19); ya salia en busca de aquellos y los batia en las inmediaciones del mismo Taxco (20), y ya extendia sus excursiones hasta Iguala, que habia sido ocupado de nuevo por los insurgentes, despues de la salida de Cosío para la costa. En este último pueblo, habiendo marchado García Rios a encontrar a los insurgentes que volvian sobre él en crecido número, dejó la poblacion custodiada por D. Agustin de Iturbide, que con una parte del batallon de Tula habia sido destinado a Taxco y hacia de segundo de Rios, y no obstante hallarse enfermo, defendió con denuedo este lugar, cuyo nombre habia de hacer el mismo, andando el tiempo, tan memorable. En esta serie de acciones, García Rios tomó gran número de cañones, mató porcion de gente e hizo severos castigos en los pueblos que presentaron resistencia; los insurgentes a su vez degollaron a los pocos prisioneros que cogieron, dejando sus cadáveres horriblemente mutilados; dieron muerte al justicia de un pueblo que rehusó abrazar su partido, y cometieron en otro todo género de violencias contra los vecinos por el mismo motivo. Alguna vez tambien la fortuna les fue contraria viéndose los realistas obligados a abandonar el campo al enemigo (21), y para que en todas partes hubiese guerreros eclesiásticos, en el primero de los ataques dados por los insurgentes a Taxco y en que aquel mineral estuvo muy en riesgo de ser tomado, Fr. Francisco Dominguez, lego dieguino, dejando los hábitos tomó un fusil, con el que dió muerte a dos de aquellos.

Habiendo pasado Cosío a la costa, como arriba se dijo, reunidas a sus tropas las de Páris y las que habian venido nuevamente de la provincia de Oaxaca y costa Chica, nombre con que se conoce la que corre al Sur de Acapulco, que se mantuvo siempre adicta al gobierno español, miéntras que la costa Grande. que es la del Norte, siguió el partido de la insurreccion, diferencia que constantemente se ha conservado en todas las revueltas sucesivas, se halló ya aquel jefe a mediados de Marzo en disposicion de obrar activamente contra Morelos. Las fuerzas de este consistian a la sazon en cosa de dos mil doscientos hombres, de los cuales mil se hallaban situados en la Sabana y los restantes estaban repartidos en los puntos del Aguacatillo, Veladero, las Cruces y pié de la cuesta (22). Cosío emprendió su movimiento de la hacienda de S. Marcos y se situó en el campo de los Coyotes al anochecer del 29 de Marzo; a su aproximación, el coronel Hernandez, que por hallarse Morelos enfermo en Tecpan, como ántes vimos, mandaba los mil hombres que defendian el punto de la Sabana, se fugó cobardemente en la noche antes de la accion, abandonando a sus soldados. Estos en el momento del conflicto, eligieron para que los mandase a D. Hermenegildo Galiana, ya conocido por su bizarría y que supo corresponder a esta confianza. Los insurgentes atacaron a Cosío en su campo al amanecer el 4 de Abril, teniendo que retirarse, ya sea porque fueron rechazados con pérdida, o porque aquel movimiento tenia por objeto atraer a Cosía a una fuerte posicion de la que no pudo desalojarlos, no obstante haberlos atacado a la bayoneta con el mayor empeño. Cosío, despues de inútiles esfuerzos, volvió a las Cruces de cuyo punto se habia apoderado Fuentes, comandante de la tercera division de milicias de la costa. En la Gaceta del gobierno (23), en la que se dió alguna noticia de este suceso, de la manera confusa en que se referian todos los acontecimientos adversos, se dijo: que a haber podido vencer las tropas reales un murallon y estacadas en que se hallaban guarecidos los insurgentes. no habria quedado uno solo de estos. En cada uno de estos sucesos se veia la ventaja del sistema seguido por Morelos, que consistia en no amontonar como Hidalgo, muchedumbre de gente inútil y desarmada, que huia a los primeros cañonazos; sino tener únicamente la que podia armar, lo que hacia mas segura la resistencia y mas fácil el ataque, teniendo que mover masas poco numerosas y mejor disciplinadas.

El Virrey, descontento de Cosío por el éxito poco feliz de esta accion, y acaso tambien desconfiando de su fidelidad por ser mexicano, dió el mando de la division del Sur al teniente coronel Fuentes, militar antiguo acreditado en España. Morelos, restablecido de la enfermedad que le hizo retirarse a Tecpan, habia vuelto al campamento del Veladero, y Fuentes, con el objeto de cortar la comunicacion entre este punto y la Sabana, envió una guerrilla que empeñando un combate con otra de los insurgentes, hizo que se generalizase una accion el 30 de Abril, acudiendo gente del Veladero en refuerzo de los suyos, y moviendo el capital Regules (e), que mandaba el campamento realista de las Cruces, algunas tropas en apoyo de la primera partida (24). En el siguiente dia, 1° de Mayo, el movimiento se combinó con uha parte de la guarnicion de Acapulco, que salió de la plaza mandada por el oidor de Guadalajara Recacho, que fugitivo de S. Blas habia llegado a aquel puerto, y no escarmentado con la retirada en procesion de la Barca, aspiraba a nuévas glorias militares. Su auxilio fue de muy poca utilidad, habiendo vuelto a Acapulco sin combatir, así como tambien Fuentes y Regules tuvieron que retirarse con pérdida al Aguacatillo y las Cruces, sin haber obtenido el objeto que se propusieron.

Sin embargo de estas ventajas obtenidas por Avila en estos dias de combate, pues fue el que mandó no obstante estar presente Morelos, la situacion de este iba siendo mas y mas dificultosa. Las partidas destacadas por Fuentes en las inmediaciones de su campo, para cortarle la comunicacion con los puntos de donde recibia víveres y otros recursos, impedian la llegada de estos poniéndolo en el mayor aprieto; pues solo de noche y por los montes podia recibir algunos. Viendo entónces que no podia sostenerse en el campamento de la Sabana, tomó la resolucion de abandonarlo, como lo verificó el 3 de Mayo, para dirigirse a Chilpancingo, dejando a Avila bien fortificado en el Veladero (25) Estos sucesos pareció al Virrey que merecian el honor de una Gaceta extraordinaria, en la que se desfiguraron de la manera conveniente para que apareciesen con ventaja; los sucesivos fueron tales, que no volvió a hacerse mencion de ellos en el periódico del gobierno.La campaña de Morelos hasta esta época habia sido en los pueblos de la costa e inmediaciones de Acapulco, consistiendo sus fuerzas casi únicamente en infantería. Dirigíase ahora a un campo de mayor extension, de variedad de climas, y con poblaciones mas cuantiosas. El descenso de la cordillera central hácia el mar del Sur por esta parte, no forma un plano uniformemente inclinado, como por el lado del golfo mexicano en el declive oriental. Por el contrario, el terreno se eleva desde la costa hasta el Ejido y el alto del Camaron, para descender despues al bajío por donde corre el rio del Papagayo, y tomando desde este la sierra mayor elevacion, se encumbra en las cercanías de Chilpancingo, hasta la altura en que se produce el trigo y otras cereales europeas. Baja de allí nuevamente a formar el hondo y mortífero valle en que corre el rio de Mescala, en el que se ha generalizado la horrible enfermedad cutánea que se llama de los pintos, especie de lepra que deforma de una manera espantosa el rostro y todo el cuerpo de los que la padecen; y por un nuevo ascenso divide las aguas de este rio de las que corriendo en contraria direccion, van a formar el no ménos caudaloso de Zacatula. Estas alternativas del terreno forman gran variedad de climas, susceptibles de todas las producciones, que siendo mas o ménos sanos, han influido notablemente en las operaciones de la guerra, contribuyendo no poco a las dificultades de esta el frecuente tránsito de tantos rios, y el tener que atravesar ásperas serranías y grandes espacios de terreno privados de todo recurso.

Morelos experimentó todos estos embarazos al subir la sierra que separa el valle del Papagayo del de Mescala, en cuya cumbre está situado Chilpancingo. Habiendo salido del campo de la Sabana con trescientos hombres el 3 de Mayo, como arriba se dijo, le siguieron los realistas en su retirada y le tomaron un cañon, con algunos efectos de artillería y algunas familias que lo acompañaban. Desde la hacienda de la Brea hizo que se adelantase Galiana para proporcionarle víveres de que carecia, el cual marchó con este objeto a la hacienda de Chichihualco, perteneciente a la familia de los Bravos de Chilpancingo. Era esta de las mas distinguidas de aquel pueblo: componíanla varios hermanos, siendo los principales D. Leonardo, D. Miguel y D. Victor; el primero, que era considerado como el jefe de la casa, tenia un hijo llamado D. Nicolas muy jóven y que acababa de casarse con una hija de Guevara, comandante de los realistas de Chilapa. Los Bravos fueron solicitados por los comandantes de las poblaciones inmediatas para que pusiesen en defensa a Chilpancingo, levantando allí compañías de realistas o patriotas, como en las demas se habia hecho; pero siendo inclinados a la revolucion, se resistieron a obrar contra sus sentimientos, y pará evitar compromisos se retiraron a su hacienda de Chichihualco, donde se ocultaron en la cueva de Michapa, situada en una barranca de difícil acceso, dispuestos a defenderse si eran atacados. Llegó en esta sazon a Chichihualco Galiana, a quien eran conocidas las disposiciones de los Bravos, y estos le franquearon todos los recursos de que Morelos tenia necesidad para continuar su marcha. El comandante Garrote (e) habia reunido una pequeña division, compuesta de algunos soldados del regimiento fijo de México, patriotas de los pueblos inmediatos y lanceros de Veracruz y con ella se dirigió a Chichihualco, con el fin de prender a los Bravos. Léjos estaba de pensar que estos estuviesen tan bien prevenidos y aun mas de creer que encontraria allí a Galiana. Aunque los soldados de este fueron sorprendidos estándose bañando en el rio (26), hicieron una viva resistencia y uniéndose a ellos los Bravos con la gente de la hacienda, desbarataron completamente a Garrote, cuya tropa puesta en dispersion dejó en el campo cosa de cien fusiles, y se les tomaron otros tantos prisioneros. Los Bravos se vieron con esto comprometidos a tomar parte decididamente en la revoJucion, a la que dió no poca importancia esta familia y la de Galiana, ambas respetadas en aquel país, y fueron desde entónces los oficiales de mayor confianza de Morelos.

Este, detenido en el paso de la sierra por las dificultades que hemos visto, llegó a Chichihualco dos dias despues de la accion; los fusiles tomados en esta le sirvieron para armar a alguna gente que no los tenia; de los prisioneros, algunos se le agregaron, a los demas los mandó al presidio de Tecpan y el 24 de Mayo entró en Chilpancingo sin resistencia, pues Garrote, con los dispersos de la accion de Chichihualco, abandonó el pueblo y se retiró a Tixtla. Morelos, para no darle tiempo para rehacerse, le siguió allá sin demora con seiscientos hombres, y el 26 de Mayo, despues de seis horas de ataque se hizo dueño del pueblo, habiéndose retirado los realistas que defendieron con valor los puntos fortificados en la poblacion y en el Calvario, a la parroquia en cuya puerta se puso para defenderlos el cura Mayol, zeloso realista, con el Santísimo Sacramento en las manos, pero Morelos lo hizo retirar y sacó de la iglesia a los soldados y armamento que en ella habia. Doscientos fusiles, ocho cañones y como seiscientos prisioneroS de todas clases, fueron el fruto de esta victoria.

La marcha de Morelos a Chilpancingo, su entrada en este pueblo y la toma de Tixtla, obligaron a Fuentes a seguirlo, abandonando por entónces todo intento contra el campo del Veladero, que habia decidido atacar.

Situóse con todas las tropas de su mando en Chilapa, distante solo cuatro leguas de Tixtla, y poblacion la mas considerable de aquel pais, en la que se trataba de erigir un obispado y hacerla capital de una provincia que habia de formarse de toda aquella serranía. Grande era el desórden que habia en las tropas de Fuentes, en cuyos cuarteles se jugaban las sumas destinadas a la paga del soldado y andaba en todo relajada la disciplina.

Habia acompañado a Fuentes el oidor Recacho, y tenia gran mano en todas las disposiciones que se tomaban. Morelos, habiendo mandado fortificar a Tixtla, dejó en aquel punto una corta guarnicion al cargo de D. Hermenegildo Galiana y D. Nicolás Bravo y regresó a Chilpancingo, en donde se festejaba con corrida de toros y otras diversiones, la festividad del 15 de Agosto, con cuyo motivo acudió allí a la deshilada, parte de la gente que guarnecia a Tixtla. Informado de esto Fuentes por unos desertores, quiso aprovechar la ocasion para apoderarse de aquel punto, sobre el que marchó y lo atacó el mismo 15 de Agosto; encontró una vigorosa resistencia, no obstante la cual continuó el ataque el dia siguiente, poniendo en gran aprieto a los sitiados, cuyas municiones se habian consumido. Morelos, informado del extremo en que se hallaban, pudo hacerles llegar algunas paradas de cartuchos y les avisó que iba a socorrerlos, previniéndoles que hiciesen una salida cuando él se presentase a la vista de la plaza.

Marchó en efecto con cien infantes y trescientos caballos y tomó la retaguardia de Fuentes, quien sobrecogido por este inesperado movimiento emprendió retirarse. Galiana y Bravo se echaron entónces sobre él con denuedo a la arma blanca, y un furioso aguacero que a la sazon cayó, acabó de inutilizar el armamento y parque de los realistas, ya humedecido con otro turbion de agua que habia caido en la noche anterior. La derrota fue completa: Fuentes, que estaba enfermo, fue de los primeros en huir haciéndose llevar en una litera a Chilapa; Recacho desapareció y no paró hasta volver a México, de donde se fue á España y años adelante vino a ser superintendente de policía en Madrid, cuyo empleo le dió Fernando VII, y para el que era mas adecuado que para la carrera militar; los soldados llenos de terror huian por todas partes tirando las armas, y Galiana y Bravo no tenian que hacer mas que contener a los suyos para que no matasen a los fugitivos (27). Morelos tomó en esta accion cuatrocientos fusiles, tres cañones, algunas armas blancas e hizo cuatrocientos prisioneros, de los cuales mandó doscientos a Muñiz a Tacámbaro, y de los restantes, como habia hecho con los cogidos en Tixtla, puso a algunos en libertad, otros se agregaron a sus tropas y a los restantes los mandó a Tecpan y Zacatula. El Virrey tuvo la noticia de este desastre por dos dragones de Querétaro que se le presentaron, habiendo huido de la accion, a quiene3 hizo prender para que no se divulgase el suceso.

Tres dias despues de esta accion, marchó Morelos sobre Chilapa con mil quinientos hombres bien armados que ya reunia, para seguir a Fuentes que se hallaba allí con los dispersos, pero este no lo esperó, ni tampoco las tropas venidas de Oaxaca que estaban allí y se retiraron tan precipitadamente, que abandonaron en casa del cura Rodriguez Bello, decidido realista, dos cañones y porcion de pertrechos. Morelos entró sin resistencia en aquella poblacion y aprovechó los despojos de los españoles y los recursos que le proporcionaba aquel pueblo industrioso, en el que abundaban los telares de lana y algodon, en vestir y habilitar sus tropas de todo lo que necesitaban. Entre los prisioneros se encontraron Pepe Gago, el que lo engañó ofreciendo entregarle el castillo de Acapulco, y un D. José Toribio Navarro, a quien habia dado doscientos pesos para levantar gente en la costa y se habia pasado con el dinero a los realistas y a ambos los mandó fusilar inmediatamente. Murió tambien al llegar a Chilapa, a consecuencia de una herida de bala recibida en la accion de Tixtla, un guerrillero afamado por su valor entre los realistas, a quien llamaban D. Juan Chiquito, y fue alcanzado en su fuga por D. Hermenegildo Galiana (28).

Así Morelos en una campaña de nueve meses, habia destruido u obligado a retirarse todas las tropas reales que habia desde la costa del mar del Sur hasta el Mescala; habia tomado su artillería y armamento, y se habia hecho dueño de toda aquella extension de pais, no quedando en él por el rey, mas que la plaza de Acapulco, cuya guarnicion no se atrevia a salir de ella. El Virrey no tenia ni fuerzas que oponerle ni jefe capaz de mandarlas, y la estacion ya muy avanzada, que tan oportunamente sirvió siempre a Morelos como un antemural inexpugnable, ya para completar la organizacion de sus tropas sin ser inquietado, despues de obtener ventajas, como en el caso presente; ya para rehacerse de un descalabro como mas adelante sucedió, no permitia a los realistas emprender nada en mucho tiempo con tropas del interior, en climas mortíferos, y en paises, que para internarse en ellos, es menester llevar todo género de provisiones para hombres y caballos, las que prontamente se inutilizan en la estacion de aguas, así como el armamento y municiones, con el exceso de la humedad y del calor, haciéndose ademas intransitables los caminos e impracticables los vados de los rios. Morelos por el contrario, cubierto por el Poniente por la tierra caliente de Michoacan, toda en insurreccion y contra la cual nada podian emprender los realistas por presentárseles las mismas dificultades, podia dirigir sus ataques segun le conviniese, o contra la provincia de Oaxaca, defendida solo por los jefes y tropas que él estaba acostumbrado a vencer, o contra la de Puebla y el Norte de la de México, en las que hasta las puertas de ambas capitales, no habia mas fuerzas que oponerle que las que mandaba García Rios en Taxco, los patriotas de Musitu en Izúcar y las compañías levantadas en las haciendas y los pueblos, todo lo cual no era bastante a resistirle.

En medio de tantas ventajas, Morelos estuvo expuesto a un peligro inminente dentro de su propio ejército. Habiendo sabido por una correspondencia que interceptó, la prision de Hidalgo y demas jefes principales de la insurreccion en Acatita de Bajan, ocultó cuidadosamente este suceso a su gente temiendo se le desbandase, y comisionó a Tabares, el mismo que le facilitó la sorpresa del campo de Páris en los Tres palos, y a David, uno de los norteamericanos que se le pasaron fugándose del castillo de Acapulco, para que fuesen a los Estados Unidos a entablar relaciones con aquel gobierno, pero habiendo encontrado en el camino a Rayon, que por nombramiento de Hidalgo y Allende habia quedado al frente de la revolucion, con quien concurrieron en el pueblo de la Piedad, a donde se habia retirado despues de la pérdida de la accion del Maguey, este los hizo volver a Zitácuaro (29). A su regreso se le presentaron en Chilapa con los empleos militares que Rayon les habia conferido, nombrando brigadier a Tabares y coronel a David, los que Morelos no quiso reconocerles. Descontentos con esto, se retiraron con pretexto de asuntos a Chilpancingo de donde pasaron a la costa, y de acuerdo con un tal Mayo que estaba con Avila en el Veladero (30), empezaron a fomentar una revolucion, con el objeto de asesinar a todos los blancos y personas decentes y propietarios, comenzando por el mismo Morelos, que es el odioso carácter que han tomado despues todas las revoluciones promovidas en el Sur. Tabares y David pusieron en movimiento a los pueblos de la costa, prendieron a D. Ignacio Ayala intendente nombrado por Morelos y lo condujeron a Tecpan, al mismo tiempo que Mayo sorprendió a Avila y se hizo dueño de las tropas situadas en el Veladero. Luego que Morelos tuvo aviso de esta novedad, que iba a trastornar en un momento cuanto tenia adelantado, se puso prontamente en marcha sin mas que las dos compañías de su escolta. Su presencia bastó para reprimir la revolucion en su principio; repuso a Avila en el mando del Veladero, y llevó consigo a su regreso a Chilapa a Tabares y a David, engañándolos con que iba a darles el mando de una expedicion contra Oaxaca (31), y luego que los tuvo en aquel lugar, los hizo prender y mandó quitarles la vida; mas como una ejecucion pública hubiera podido traer funestas consecuencias, pues que la revolucion no carecia de partidarios en el mismo ejército de Morelos, encargó su ejecucion a D. Leonardo Bravo, quien los hizo degollar secretamente, y se dió órden a Avila para que fusilase a Mayo en el Veladero.

Por el modo en que Morelos reprimió el movimiento peligroso suscitado por Tabares y David en la costa, y engaño que empleó para asegurar las personas de estos y castigados, se ve que era no solo hombre de resolucion, sino que para nada se detenia en los medios que podian conducir a sus fines. Su aspecto retrataba su carácter: un rostro torvo y ceñudo, inalterable en todas circunstancias, era la expresion de aquella crueldad calculada, con que friamente volvió sangre por sangre, y pagó a sus enemigos centuplicados los males que de ellos recibió. Su decision por la revolucion no solo se fundaba en su propia opinion, sino aun mas, en el respeto que profesaba al cura Hidalgo, y así es que viendo que éste se titulaba capitan general (son sus propias expresiones) y que en Valladolid erigió intendente y otras autoridades que desempeñaban puntualmente sus encargos, le pareció indispensable obedecer a aquel bajo de las circunstancias que le prescribió, pues su doctitud no le daba el mas mínimo recelo de que irian errados sus proyectos, mayormente cuando no habia rey en España, y que por esto hacia compatibles sus designios, por lo que mas bien se creyó obligado a defender la América hasta lograr su independencia, que las obligaciones de su curato (32).

Esta fuerte conviccion, que forma tanto los heroes como los fanáticos, se ve impresa en todos sus pasos, sin que ella lo apartase de la observancia de sus principios religiosos. Antes de entrar en una accion, se confesaba siempre, y con esta preparacion no temia exponerse al mayor riesgo (33). Desde que corrió la primera sangre en el Veladero y la Sabana, no volvió a celebrar misa por considerarse irregular, pero siempre tenia capellan que se la decia y confesor, que lo fueron varios que especifica en sus declaraciones. Aunque generalmente se le concede poca capacidad y se atribuye a los que le acompañaban el acierto de muchas de sus disposiciones, no aparece así de las contestaciones dadas en su proceso y de muchas de sus providencias, en las que se ve un hombre rústico y sin letras, pero dotado de penetracion, siendo una prueba de esta, esa misma eleccion de personas que contribuyeron a sus progresos. Como por desgracia era tan comun en el bajo clero, y en especial en los curas de pueblos cortos, sus costumbres no eran puras, y sus propensiones erán meramente materiales y groseras, y así tuvo varios hijos en mujeres desconocidas de su pueblo.

Las armas a que era mas aficionado eran las pistolas, de las que llevaba un par en las bolsas de su chaqueta, otro cuando iba a caballo en la cinta y otros dos pares en la silla delante y detras de ella; cuando dormia siempre las tenia a su cabecera y frecuentemente se ejercitaba por las tardes en tirar con ellas al blanco. Aunque en tiempos posteriores se le ha presentado a Santa-Anna como signo de victoria, estando sitiado México por el ejército norteamericano, la lanza de Morelos, el general D. Nicolás Bravo que tan de cerca lo conoció y trató, jamas le vió usar semejante arma. Sin embargo de que en cinco años de campaña, entraron en su poder grandes sumas de dinero, nunca tomó para sí mas que lo preciso, siendo su gasto personal muy corto y nada separó para su provecho particular; de suerte que a su muerte nada tenia, y alguna vez veremos que por satisfacer su odio a los españoles, rehusó recibir de alguno de ellos por salvarle la vida una cantidad considerable. Tal era el nuevo enemigo del gobierno español que se habia formado en las costas de Acapulco, miéntras que todo el poder de este se empleaba en las provincias del Norte: ignorado y despreciado en su principio, habia ido adquiriendo fuerzas por la insuficiencia de las que se le opusieron y por la poca capacidad de los jefes que las mandaron, y sacando armas y recursos de sus mismos enemigos, fue creciendo en poder e importancia y levantándose como aquellas nubes tempstuosas, que naciendo en la parte del Sur, cubren en breve una inmensa extension de país, anunciando su aproximacion con el aparato de una terrible tempestad.


Notas

(1) Bustamante ha tenido a la vista esta información, que hace parte de la causa a que él mismo puso carátula, y la publicó en un cuaderno suelto.

(2) Me lo ha referido el general D. Nicolás Bravo.

(3) Lo dice así Bataller en su parecer como auditor, tomándolo de las declaraciones del mismo Morelos.

(4) Véase para todo lo que sigue, el itinerario de la primera campaña de Morelos en el mapa al principio de este tomo (No nos es imposible, por cuestiones de caracter técnico, colocar aquí, en esta edición cibernética, el mapa a que hace referencia Lucas Alamán. Aclaración de Chantal López y Omar Cortés).

(5) Este incidente me lo ha referido el general D. Nicolás Bravo y no consta en las declaraciones de Morelos. D. Carlos Bustamante, copiando el diario de Rosains de que se hablará en otra parte dice, que la victoria (que no hubo) de los insurgentes, fue debida a que cuando estaban en dispersion, un perico desde un árbol empezó á gritar: Fuego, fuego, y los hizo volver a la carga. Cita tambien por autor á D. José Sotero Castañeda, ministro que fue de la corte suprema de justicia.

(6) Nada de esto refiere Morelos, y lo he tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 6.

(7) Gaceta extraordinaria de 8 de Diciembre de 1810, núm. 145, fol. 1.029. Acaso se escogió para publicarla y que hiciese mas ruido el suceso, este dia tan festivo en México y en toda la monarquía española.

(8) Padre de la esposa del general D. Nicolás Bravo.

(9) Véase la Gaceta de 11 de Enero de 1811, tomo 2°, núm. 6, Fol. 41, de donde se ha sacado el pormenor de esta accion, de la que Morelos habla en general en sus declaraciones. Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, folio 7, supone haberse hallado en ella Morelos, cuando este positivamente dice que no estuvo.

(10) Es un juego de palabras que procede de la semejanza de la interjeccion de deseo ojalá, con el nombre de oficio de los que trabajan la hoja de lata.

(11) Gaceta de 18 de Enero, tomo 2°, núm. 9, fol. 61.

(12) Copio estos nombres, de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 9, aunque creo que puede haber alguna equivocacion en la puntuacion y que este se llamaba Elias Bean. Morelos le llama solamente Elias y dice que era inglés, porque entónces no se distinguian estos de los norteamericanos.

(13) El parte del gobernador de Acapulco Carreño, a que se refiere sin insertarlo la Gaceta de 26 de Febrero de 1811, tomo 2°, núm. 28, fol. 183, dice, que la salida fue el 14 y que se les quitaron a los insurgentes un cañon en el campo santo, y un obús en el cerro de la Misa. Morelos dice que fue el 19 y que le quitaron todos los cañones, ménos uno. No es fácil conciliar una cosa con otra, pues no parece que hubiese mas que una salida.

(14) En la relacion de este suceso y de todo lo acaecido en Acapulco, he copiado palabra por palabra lo que dice Morelos, añadiendo solo lo del saqueo de las casas que he tomado de Bustamante, quien difiere mucho de lo que dice Morelos.

(15) Véase en la Gaceta de 16 de Noviembre de 1810, tomo 1°, núm. 135, fol. 954, el oficio dirigido a Muzitu por las señoras de Izucar, ofreciendo sus personas para los servicios propios de su sexo, y estimulando el entusiasmo de sus maridos y hermanos.

(16) Gaceta de 11 de Diciembre de 1810, tomo 1°, núm. 150, fol. 1039.

(17) Idem extraordinaria de 5 de Diciembre" núm. 146, fol. 1019.

(18) Idem de 8 de Enero de 1811, tomo 2°, núm. 4, fo1.24, y extraordinaria de 9 del mismo n. 5, fol. 29.

(19) Gaceta de 12 de Marzo, tomo 2°, núm. 32, fol. 209.

(20) Idem de 21 de Mayo, núm. 60, fol. 451, y de 28 del mismo núm. 63, fol. 473.

(21) Gaceta extraordinaria de 20 de Abril de 1811, tomo 2°, n. 47, Col. 433.

(22) Vuelvo a tomar desde aquí por texto las declaraciones de Morelos y cuando se tome alguna noticia de otra parte, se citará de quien se saca.

(23) Gaceta extraordinaria de 20 de Abril de 1811, tomo 2°, núm. 47, fol. 453. Se esper6 para publicar este suceso a tener otros felices con que acompañarlo.

(24) Gaceta extraordinaria de 18 de Mayo, núm. 59, fol. 443.

(25) Ademas de las declaraciones de Morelos, he tenido á la vista lo que sobre todos estos sucesos se dijo en la Gaceta extraordinaria de 18 de Mayo, núm. 59, fol. 443, y Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 13.

(26) Esta circunstancia la refiere Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 15, quien dice que los negros, no teniendo tiempo de vestirse, pelearon desnudos y parecian demonios.

(27) Ademas de las declaraciones de Morelos y lo que dice Bustamante en su Cuadro histórico, he tenido para referir este suceso las noticias verbales que me ha dado el general Bravo.

(28) Las noticias relativas a Gago, Navarro y D. Juan Chiquito, no constan en las declaraciones de Morelos y las he tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 19. La prision de D. Juan Chiquito consta en oficio de Morelos á Galiana, de 24 de Agosto, en Chilapa. En la hora, dice Morelos, puse cuatro paradas de gente de a pie para que conduzcan a este pájaro, y tambien puse avanzada para que no se extravíen al entrar. Comienzo desde ahora a hacer uso de las cartas de Morelos a varios sujetos, y en especial a Rayon y demas miembros de la junta de Zitácuaro, cogidas en Cuautla y otros puntos, que existen en el archivo general y de las que poseen algunos particulares, que contienen cosas muy interesantes para la historia y para conocer a este hombre extraordinario.

(29) Así lo dice Morelos, lo que hace bastante obscura toda esta narracion, pues no se comprende qué camino pensaban seguir para los Estados Unidos, si no era ir a tomar por tierra la vía de las provincias del Norte.

(30) Los pormenores de esta conspiracion los he tomado de Bustamante, Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 20. Morelos en sus declaraciones, no habla mas que del objeto y terminacion de ella.

(31) Bustamante, hablando de esta conspiracion en su Cuadro histórico, tomo 2°, fol. 21, oculta enteramente esta circunstancia muy esencial y se contenta con decir, que Morelos transó la diferencia trayéndose en su compañía a Tabares y a David, siendo así que Morelos en sus declaraciones, que Bustamante tuvo a la vista, dice formalmente que los condujo a Chilapa con el pretexto de darles una expedicion para Oaxaca. No es escribir historia sino romances, ocultar deliberadamente circunstancias tan necesarias para calificar los hechos.

(32) Copiado literalmente de sus declaraciones.

(33) Este y todos los pormenores referidos en este párrafo, concernientes al carácter y costumbres de Morelos, me los ha comunicado el general D. Nicolás Bravo, que lo conoció y trató íntimamente.

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