Índice de Prolegómenos de la Independencia mexicana de Lucas AlamánCapítulo III - Segunda parteCapítulo V - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha

CAPÍTULO CUATRO




Estado de España en 1808.- Reinado de Carlos IV.- Valimiento de Godoy.- Tratos secretos de este contra Napoleón, emperador de los franceses.- Resuelve Napoleón la ruina de los Borbones de España y Portugal.- Tratado de Fontainebleau para la división de Portugal.- Entrada de las tropas francesas en España.- Disensiones de la familia real.- Causa del Escorial. Invasion de Portugal.- No cumple Napoleón las condiciones del tratado.- Desengaño de Godoy.- Trata de trasladar a México la familia real.- Revolución de Aranjuez.- Caida del valido. Dimisión de Carlos IV.- Proclamación de Fernando VII.- Entusiasmo general que excitó.- Perfidia de Napoleón.- Obliga a renunciar la corona en su favor a todos los príncipes de España. Convoca un congreso en Bayona.- Nombra rey de España a su hermano José.- Levantamiento general de España contra los franceses.- Creación de las juntas en cada provincia.- La de Sevilla.- Recíbese en México la noticia de la caida de Godoy.- Sospechas contra el virrey.- Sábense las renuncias y prisión de la familia real.- Sensación que produce.- Consulta el virrey con el acuerdo.- Resuelve el ayuntamiento de México hacer una representación al virrey, e ir en cuerpo de ciudad a ponerla en sus manos. Contenido de la representación.- Pásala el virrey al acuerdo. Propone este entre otras cosas se suspenda la ejecución de la cédula sobre la caja de consolidación.- Opiniones que se formaban en el público.- Desarrollo de los partidos.- Recíbense las noticias del levantamiento de España contra los franceses.- Entusiasmo general que excitan.



Tal era el estado de la Nueva España cuando la caida del trono español en 1808, conmovió hasta sus cimientos y arrastró en su ruina aun a las más remotas partes de la monarquía. La España se habia conservado en paz con la Francia, desde el tratado que celebró en Basilea en 1796 cuando aquella se gobernaba bajo la forma republicana, y durante el reinado de Napoleón, estuvo sometida a la más ignominiosa y destructora dependencia de este, cuyo poder fomentó con sus tesoros, y sostuvo con sus escuadras y su sangre, arruinando su propio comercio y comprometiendo sus posesiones ultramarinas en una guerra con la Gran Bretaña, que para ella no tenia objeto y de que no podia prometerse ventajoso resultado (1). Ocupaba el trono español Carlos IV, principe de escasa capacidad, poco inclinado al trabajo, y que dejó todo el peso del gobierno en manos de D. Manuel de Godoy, su valido, que lo era todavía más de su esposa Doña María Luisa de Borbón, por medios, que si se ha de dar crédito a la voz general, eran poco honrosos a la dignidad real. Godoy se habia elevado desde guardia de corps a los más altos puestos de la monarquía: creado príncipe de la Paz, nombrado generalísimo de los ejércitos y almirante de la escuadra, colmado de honores y riquezas, enlazado con la familia real, pretendia, lisonjeando las ambiciosas miras de Napoleón, no sólo consolidar su grandeza, sino también colocarse en el rango soberano (2). La elevación le habia suscitado enemigos, los cuales formaron un partido que le era contrario, uniéndose con el príncipe de Asturias, Fernando, heredero de la corona, quien creia ver en Godoy un rival, y consideraba en peligro su vida y sus derechos al trono.

Desde el año de 1806 habia tenido Napoleón motivos de recelar de la buena fe y sinceridad del gabinete de Madrid. Habiendo despojado del trono de Nápoles al rey Fernando, hermano de Carlos IV, este habia rehusado reconocer a José, que lo era de Napoleón que le habia dado aquella corona. Godoy por otra parte, frustrado en sus esperanzas de mayor y más brillante fortuna, habia entrado en relaciones con las potencias del Norte, aliadas entonces contra la Francia, y aun habia intentado entablarlas cón Inglaterra, avanzándose a publicar una imprudente y desacordada proclama (3), en que excitaba el entusiasmo de la nación para una guerra que no decia cual fuese, pidiendo auxilios contra un enemigo que no se designaba, pero que Napoleón comprendió que no era otro sino él. Luego que este triunfó, y por la paz de Tilsit, firmada en 7 de Julio de 1807, se aseguró de las potencias del Norte, volvió sus miras hacia el Mediodia, y no puede dudarse que desde entónces tenia resuelta la ruina de las ramas de la estirpe de Borbón que ocupaban los tronos de España, Portugal y Etruria, y las discusiones de la familia real de España que habian ido creciendo, favorecian maravillosamente estos intentos.

Para llevarlos a efecto, el emperador de los franceses celebró con España un tratado secreto, que se firmó en Fontainebleau en 27 de Octubre de 1807, en virtud del cual las fuerzas unidas de Francia y España habian de invadir a Portugal, cuyas provincias se distribuian en tres partes: las del Norte se destinaban a la reina de Etruria, hija de Cárlos IV, con el nombre de reino de la Lusitania septentrional, en compensación de la Toscana, que se unia a la Francia; con las del Mediodia se habia de formar un estado independiente para Godoy, con la investidura de príncipe de los Algarbes; las del centro habian de quedar administradas por la Francia hasta la paz, y Carlos IV tomaba el título de emperador de las dos Américas, en remuneración del despojo a que contribuia de la familia reinante de Portugal, ligada con él con próximo parentesco. No estaba todavía concluido y firmado el tratado, cuando ya Napoleón habia hecho entrar sus tropas en España, en mucho mayor número que lo que Se habia estipulado: estas sin sujetarse al derrotero que se habia señalado por un convenio particular, invadieron la frontera de España de uno a otro mar, se apoderaron traidoramente de las plazas fuertes, y estaban en el corazón del reino, cuando los ruidosos acontecimientos del interior del palacio vinieron a presentar á Napoleón, que probablemente no tenia todavía premeditado plan alguno, un medio de llevar a efecto sus miras.

El príncipe de Asturias estaba en correspondencia con los enemigos de Godoy: por dirección de estos, habia solicitado el apoyo de Napoleón contra el poder del favorito, adelantándose a escribir a aquel, sin conocimiento del rey su padre, pidiéndole por esposa alguna de las princesas de su familia. Descubiertas estas tramas, el rey sorprendió en el cuarto de su hijo varios papeles y cifras, que aunque de poca importancia, se consideraron como pruebas de miras e intenciones altamente criminales. El príncipe quedó preso en su cuarto, en el palacio del Escorial en que estaba la corte; fueron arrestados sus amigos y confidentes; el rey denunció a la nacion por una proclama tan impolítica como indiscreta, las tramas subversivas atribuidas a su hijo, y el consejo de Castilla tuvo el encargó de instruir proceso contra este y contra los demas reos. Todo este aparato amenazador desapareció cinco dias despues: el príncipe, con la mas ignominiosa debilidad, entregó a todos sus amigos, y el temor de comprometer el nombre de Napoleón, por la carta que el príncipe confesó haberle escrito, hizo que Godoy tratase de poner fin a este escandaloso negocio, con una nueva proclama del rey, en que invocando los sentimientos paternales, declaraba que perdonaba a su hijo, con la que, no menos que con la primera, se degradó altamente la dignidad real, se hizo pública la deplorable disensión de la familia, y la reputación de Fernando habria quedado destruida, si no hubiera estado tan fascinada en su favor la nación, que no veia en todo esto más que una trama indigna del favorito, de que era víctima aquel inocente príncipe (4).

Mientras la corte de Madrid se ocupaba en estas intrigas del palacio, se habia llevado al cabo la invasión de Portugal por las tropas francesas y españolas. La familia real abandonó el reino, embarcándose para el Brasil, y la capital fue ocupada por las tropas francesas. Sin embargo, Napoleón que habia despojado a la reina de Etruria, de acuerdo con el gobierno español, invadiendo la Toscana sin que aquella princesa tuviese siquiera noticia de lo que se habia convenido acerca de ella, en nada menos pensaba que en cumplir el tratado de Fontainebleau, en lugar de lo cual presentaba nuevas y degradantes propuestas. Godoy, viendo desvanecidas sus ambiciosas esperanzas; invadida la España por los ejércitos franceses, que se hallaban a pocas leguas de Madrid, conoció demasiado tarde el abismo en que se habia precipitado, y creyó que el único camino que le quedaba, en las difíciles circunstancias en que él mismo se habia puesto, era poner en salvo a la familia real, como habia hecho la de Portugal, trasladándola prontamente a Sevilla, miéntras se disponia el embarque para Nueva España (5). Proyecto era este que hubiera producido los más grandes resultados, y que un siglo antes concibió Felipe V, cuando creyó perdida su causa en la península durante la guerra de sucesión. La independencia de México se hubiera hecho sin violencia ni sacudimientos, como ha sucedido en el Brasil; pero acaso entonces no se hubiera manifestado en España con tanta fuerza, el entusiasmo que produjo algunos dias más adelante el glorioso alzamiento de la nación contra los franceses. El proyecto de Godoy estaba bien fundado en los cálculos de la política (6); pero bastaba que fuese suyo, para que en las circunstancias fuese mal recibido, atribuyéndolo a sus miras personales: el príncipe y todo su partido lo resistian: oponíanse igualmente todos los empleados en el palacio, y en la corte, cuya suerte venia a ser muy incierta con tal novedad.

Esta oposición causó un movimiento popular en Aranjuez, en donde se hallaba la corte, que aunque calmado momentáneamente por una proclama del rey, en que negaba tener intención de ejecutar el proyectado viaje, se renovó con mayor violencia el 18 de marzo y terminó con la caida del favorito, que a duras penas pudo salvar su vida de la saña popular, y con la abdicación de Carlos IV el 19 del mismo mes, siendo en consecuencia proclamado rey el príncipe de Asturias, con el nombre de Fernando VII.

Grande fue el entusiasmo que estos sucesos excitaron en toda España: formábanse las más lisonjeras esperanzas del nuevo reinado; creíase que él seria una época de órden, de prosperidad y de gloria para la nación; prometíase la reforma de todos los abusos introducidos en la larga privanza del favorito, y sin conocer al nuevo monarca más que por las desgracias que habia sufrido, y que le habian atraido el interés y amor general, no se reparaba en la vergonzosa debilidad e inconsecuencia que habia manifestado, ni en la incapacidad de que habian dado tantas pruebas los que lo habian dirigido y que iban a formar el nuevo gabinete.

Napoleón habia fomentado por medios indirectos el proyecto de evasión, por el que le quedaba libre España para hacer de ella lo que le conviniese, según lo habia verificado en Portugal; pero este plan habia quedado desconcertado con la revolución de Aranjuez y sus consecuencias. En los mismos dias en que esta se operó, sus tropas ocuparon a Madrid, bajo las órdenes de su cuñado Joaquin Murat, gran duque de Berg, y obligado a dar nueva dirección a sus manejos, tuvieron estos por objeto fomentar las disensiones de la familia real; inducir a Cárlos IV a protestar contra la abdicación que de la corona habia hecho, pretendiendo que habia sido un acto contrario a su voluntad, y a que fue obligado por el riesgo en que estuvo su vida y la de la reina su esposa en el motín de Aranjuez; mantener a Fernando en la incertidumbre de ser reconocido rey, lo que se le hacia esperar, así como la deseada mano de una princesa francesa, si se adelantaba a salir a recibir a Napoleón, cuya próxima venida se anunciaba, y por estas y otras miserables arterías, reunir en territorio francés a toda la familia real de España, para despojar de la corona a todos sus individuos los unos por los otros, y hacerla recaer en la persona de su estirpe, a quien Napoleón quisiese darla.

En este estado de incertidumbre se pasó todo el mes de Abril, durante el cual se manifestaron muy a las claras los síntomas del descontento con que la nación veia unos manejos, que sólo eran obscuros para Fernando y sus consejeros. Al salir este de Madrid a encontrar a su íntimo aliado, como entonces se llamaba a Napoleón, dejó formada una junta de gobierno, a cuya cabeza quedó en calidad de presidente el infante D. Antonio, tio del rey, hombre de menguada capacidad; más dominada esta junta por Murat, no hizo otra cosa que acceder a todas las exigencias de este. Una de ellas fue la entrega de Godoy, que habia permanecido preso en el castillo de Villaviciosa desde el motin de Aranjuez, y la salida a Bayona de todos los individuos que quedaban de la familia real. Al verificarse el dia 2 de Mayo la del infante D. Francisco de Paula, el pueblo de Madrid con noble indignación la resistió y echó mano de las armas, lo que dió lugar a una sangrienta refriega, en que las tropas francesas se condujeron con increible atrocidad y perfidia (7).

Reunidos en Bayona todos los individuos de la familia real de España, Napoleón, que también habia concurrido a aquella ciudad, puso en juego todos los resortes del odio que existia y que él habia fomentado con tanto empeño, entre los reyes padres y su hijo Fernando: este, amedrentado con las increpaciones y denuestos de que lo cargaron aquellos en presencia de Napoleón, y conduciéndose con la misma debilidad de que tan señaladas pruebas habia ya dado en la causa del Escorial, renunció la corona en su padre (8), quien por medio de un tratado celebrado con Napoleón la cedió a este (9), en cuyo favor renunciaron sus derechos el mismo Fernando como príncipe de Asturías, y los infantes D. Cárlos y D. Antonio, no habiéndose exigido lo mismo a D. Francisco, quizá por su corta edad. Napoleón confirmó por lugar teniente del reino a Murat, que habia sido nombrado por Carlos IV (10) quien, desde la salida de Madrid del infante D. Antonio, se habia hecho por propia autoridad presidente de la junta de gobierno, y para dar a todos estos actos de usurpacion un viso de legalidad, convocó un congreso o junta de ciento cincuenta notables, que se reunió en Bayona, concurriendo a él seis representantes por las Américas (11), e hizo que el consejo de Castilla, el ayuntamiento de Madrid y otras corporaciones, le pidiesen por rey a su hermano José, que a la sazon lo era de Nápoles, cuyo trono pasó a ocupar Murat.

Tal fue la série de perfidias, engaños y violencias con las cuales Napoleón pretendió hacer pasar la corona de España e Indias a su familia: ¡negra e indeleble mancha, que no puede borrar con toda su gloria! (12) Sin embargo, una nación generosa, poseida de un noble orgullo, amante de su independencia y que en su historia encontraba tantos ilustres dechados que imitar, no podia someterse humildemente a ser el juguete de tan indignas tramas. La sangre derramada en Madrid el 2 de Mayo y las renuncias de los príncipes de la familia real en Bayona, excitaron en todas partes una indignación general. Todas las provincias de España, casi simultáneamente y sin ponerse de acuerdo entre sí, en los últimos dias de Mayo y en los primeros de Junio, alzaron el grito de muerte y venganza, siendo la primera Asturias, como lo fue también mil años ántes, en levantar la bandera de la independencia contra los invasores musulmanes. El entusiasmo por el joven rey Fernando era extremo: la debilidad con que se condujo en todos estos sucesos, renunciando la corona en favor de su padre y todos sus derechos a ella en el de Napoleón, dando a este las gracias por haberla puesto en la cabeza de su hermano José y felicitando a este por haberla obtenido (13), o era poco conocida, o atribuyéndola a su posición y riesgo, no habia bastado para menoscabar el interés que sus desgracias excitaban. A un pueblo conmovido por fuertes pasiones, en el primer ardor de estas, nada es capaz de apartarlo del objeto de su amor: muchos y dolorosos desengaños son necesarios para destruir el encanto de sus primeras impresiones. Por desgracia, este movimiento tan glorioso, no se verificó en todas partes sin que su lustre se empañase con crueles y atroces asesinatos, especialmente en Valencia, en donde fueron muertos a sangre fria más de trescientos franceses transeuntes o avecindados en aquella ciudad, por órden de D. Baltasar Calvo, canónigo de la colegiata de S. Isidoro de Madrid, que logró apoderarse por algunos dias de la dirección de la revolución en aquella capital, cuyos crímenes fueron despues severaments castigados.

Hallándose la junta de gobierno sometida a los franceces; no habiendo tenido efecto la instalación de otra que se habia acordado por órden de Fernando en algún punto libre del dominio de aquellos, ni tampoco la convocación de cortes que el mismo Fernando previno desde Bayona se hiciese por el consejo de Castilla (14), el cual reconoció y pidió por rey a José Napoleón, aunque con reservas mas propias de las sutilezas de un pleito ordinario, que de un acto solemne de un cuerpo tan respetable que pretendia ser el depositario de la soberanía; las provincias se vieron obligadas a crear gobiernos que las guiasen en la noble carrera que se habian decidido a seguir. Asturias convocó la diputación de sus concejos, cuya institución se habia dejado existente; Aragon instaló sus antiguas cortes por estamentos, y en todas las demás se formaron juntas, segun las circunstancias de cada una lo permitieron. Andaban en Andalucía movidos los ánimos como en todas partes, y no necesitaban más que una mano resuelta que supiese darles impulso decisivo, cuando se presentó en Sevilla un hombre obscuro, de ejercicio contrabandista, que en pocos dias se atrajo y ganó el afecto del pueblo, al que en calles y plazas hablaba con calor sobre el estado de las cosas públicas, sin ninguna mira personal, sino con el sano objeto de hacer se declarase contra los franceses. Llamábase Nicolas Tap y Nuñez, y puesto de acuerdo con el conde de Tilly, a quien no dirigian motivos tan puros (15), excitaron una conmoción popular el 26 de Mayo, y el 27 celebraron -en la sala del ayuntamiento una reunión de diversas personas, a las que propusieron se formase una junta de gobierno, y llevando ya Tilly la lista de los individuos que habian de componerla, se proclamaban por Tap sus nombres, y sin mas votación se daban por nombrados. Tilly no dejó de comprenderse en el número, y como Tap a nadie conocia, resultaron elegidas varias personas que no merecian el aprecio público, de lo que instruido Tap, propuso a la junta ya instalada se excluyesen algunas, lo que le atrajo una prisión en un castillo de Cádiz (16). Añadiéronse otros vocales, que por el concepto de honrados y sabios, podian dar lustre a la corporación (17), la cual nombró por presidente a D. Francisco de Saavedra, antiguo ministro de hacienda, que estaba desterrado en Andalucía por la voluntad arbitraria de Godoy. La junta se declaró a sí misma, Suprema de España e Indias, fuese por jactancia andaluza, o porque no teniendo noticia del movimiento verificado en las demás provincias, creyó ser la primera que se habia formado, y que siendo reconocida en lugar de la de Madrid, se sujetaría a ella toda la monarquía; pero sólo fue obedecida por Córdova, Jaen y Cádiz, pues lo rehusó Granada que estableció la suya, aunque formando parte de la misma Andalucía, y estuvieron a punto de romperse por esta ocasión las hostilidades entre una y otra. Las juntas de las provincias continuaron obrando con independencia unas de otras, hasta el establecimiento de la central; órden de gobierno que hubiera sido impracticable por largo tiempo, y que causó no pequeños inconvenientes en el corto que duró, pero a vuelta de los cuales, produjo tambien grandes ventajas, multiplicando los centros de acción, fomentando el entusiasmo y proporcionando recursos, que no hubieran estado al alcance de una sola autoridad, por activa y enérgica que se le suponga.

La escasa comunicación que permitia entre España y las provincias de ultramar el estado de guerra con Inglaterra, hizo que los grandes sucesos que dieron motivo al alzamiento de la nación, no se supiesen en Nueva España sucesiva y gradualmente, en el órden de los acontecimientos, sino en conjunto, por dos o tres barcos, que llegando con bastante intervalo de tiempo entre sí, dejaron mucho espacio para inquietar y hacer vacilar los ánimos. Habiase sabido la entrada de las tropas francesas, pero la gaceta del gobierno, único periódico que entonces habia que tratase de materias políticas, aunque de una manera muy incompleta, presentaba la marcha de aquellas como un movimiento combinado entre el gobierno español y el emperador Napoleón su íntimo aliado, con el objeto de invadir a Portugal y tomar a Gibraltar para restituirlo a España: mirábase pues todo este gran aparato militar como un incidente de la guerra, que no tenia relación alguna con la América. Mayor impresión habia hecho la causa del Escorial, pero no habiéndose publicado por el virrey los manifiestos de Carlos IV relativos a ella, pocas personas habian tenido conocimiento de este escandaloso suceso, y los ánimos permanecian tranquilos, si bien esperando algún ruidoso desenlace, y atribuyendo la acusación intentada contra el príncipe heredero a manejos del favorito Godoy, cuya elevación y grandeza habian sido vistas con toda la indiferencia con que se miraba en América todo lo que no tocaba directamente al pais, pero cuyo gobierno era detestado desde que se hizo sentir el mal de cerca, por la ocupación de bienes de fundaciones piadosas para la caja de consolidación.

Recibiéronse en México el 8 de Junio de 1808, las noticias de los sucesos de Aranjuez de 18 Y 19 de Marzo, que condujo a Veracruz la barca Atrevida, salida de Cádiz el 21 de Abril. Grande fue el gozo que causó la caida de Godoy y la proclamación del nuevo monarca: el nombre de Fernando era aclamado con júbilo general, y todos se felicitaban mútuamente, sin distinción alguna entre europeos y americanos. Acaeció ser aquel dia domingo de pascua de Espíritu Santo, durante la cual hay gran concurrencia de gente de la capital en el inmediato pueblo de S. Agustin de las Cuevas, que ahora se llama Tlalpan, en donde se tienen bailes, juego de naipes, peleas de gallos y otras diversiones. El virrey, segun su costumbre habia concurrido a ellas, y allí recibió las gacetas de Madrid que contenian la abdicación de Cárlos IV, la exaltación de Fernando, y algunos de los primeros decretos de éste que hizo leer al público en el palenque de gallos: notose que todo le habia causado indisplicencia, la que se atribuia, así como algunas expresiones indiscretas de la virreina (18), al disgusto que les causaba la caida de su favorecedor Godoy; presunciones que recibian una grande apariencia de probabilidad, viendole en tales circunstancias permanecer ausente de la capital todavía por tres dias más, llamando mucho la atención el que no hubiese mandado solemnizar tan plausibles noticias con las salvas, repiques y misa de gracias que se acostumbran en menos importantes ocurrencias, con la frívola disculpa de haber otras ocupaciones en la iglesia catedral. Estas primeras sospechas fueron en lo sucesivo creciendo, y tomaron más cuerpo con nuevos motivos de desconfianzas y temores (19).

Por la barca Corza, salida de Cádiz el 14 de Mayo, se tuvieron las noticias de la partida de la familia real para Bayona, y de la sublevación de Madrid el 2 de aquel mes. El virrey las recibió por extraordinario en la madrugada del 25 de Junio, dia en que habiendo concurrido al palacio todas las autoridades por ser la octava de Corpus, les dió conocimiento de ellas, leyendo las gacetas, y estando los ánimos mal prevenidos, algunos de los concurrentes creyeron que lo hacia de una manera placentera, y que no le era desagradable la idea de continuar en el virreinato, merced a la confusión en que veia se iba envolviendo España.

No obstante lo desasosegados que andaban los espíritus con estas novedades, se estaba preparando la solemnidad de la proclamación y jura del nuevo rey, para la que solo se esperaban las comunicaciones oficiales que aun no se habian recibido, cuando el 14 de Julio llegaron a México las gacetas de Madrid, conducidas por la barca Ventura, que salió de Cádiz el 26 de Mayo, que contenian las renuncias de todos los individuos de la familia real y el nombramiento del duque de Berg, como lugar teniente general del reino, mandado reconocer por circular del consejo real. Difícil es pintar la profunda sensación que tales acontecimientos causaron, y los diversos intereses que estas noticias pusieron en acción. Este fue el momento crítico en que se comenzaron a desarrollar las semillas de las turbulencias que después tuvieron tanto y tan funesto crecimiento. Considerábase acéfala la monarquía: las renuncias de Bayona se miraban como unos actos de la violencia y arterías de Napoleón, cuya perfidia era objeto de general aborrecimiento y detestación. ¿Y cuál debia ser en tales circunstancias la suerte de la Nueva España? ¿cuáles las medidas que convendria tomar en un caso tan extraordinario y de que no habia antecedente ni ejemplar en la historia de la monarquía? Estas eran las cuestiones que por todas partes se agitaban, y el modo mismo en que la publicación se habia hecho por el gobierno, daba motivo a grandes inquietudes, pues sin indicar resolución alguna, en un corto preámbulo de la gaceta en que se insertaron aquellos documentos, se decia: que después de madura conferencia con los Sres. ministros del real acuerdo, y de conformidad con su uniforme dictámen, habia dispuesto el virrey la publicación para noticia y conocimiento de todo el reino (20).

Aun estas mismas palabras fueron motivo de sospechas y contestaciones: el virrey pasó las gacetas de Madrid en que constaban las renuncias de la corona al acuerdo, el cual viendo la importancia y gravedad de la materia, le invitó a asistir a la sesión. En ella, el fiscal de lo criminal Robledo, propuso y se acordó, que se prestase juramento de guardar sigilo en lo que allí se acordara; siguió él mismo probando la nulidad de las renuncias, y propuso se tratase con los ingleses para que trajesen a México a D. Pedro, infante de Portugal, que estaba en el Brasil, y por último se resolvió no dar cumplimiento a ninguna órden del duque de Berg, y mantener el reino en defensa en espera del curso que tomasen las cosas. La audiencia en su informe al gobierno de España, dice, que propuso al virrey que al publicar las renuncias, se hiciese una proclama dirigida a manifestar la disposición en que estaban el mismo virrey y el real acuerdo, para no reconocer dominación alguna extranjera, y que el virrey dijo que no era tiempo. Tampoco se manifestó dispuesto a admitir lo que el acuerdo habia propuesto, acerca de suspender la enajenacion de fincas para los capitales de la caja de consolidacion, que la audiencia conocia ser motivo de gran disgusto que debia removerse en aquellos momentos. El virrey no habla de esta circunstancia en los varios papeles publicados en su defensa. La introducción de la gaceta que se ha copiado arriba, fue mandada al editor por la secretaria del virreinato, y habiendo creido conveniente el oidor Aguirre, que era el revisor de aquel periódico, sustituir en vez de uniforme dictámen, las palabras que el virrey y el real acuerdo estaban penetrados de unos mismos nobles y leales sentimientos, el virrey lo llevó a mal diciendo que se le llevaba de encuentro, y rompió con indignación el borrador.

En este estado de inquietud y vacilación tomó la iniciativa el ayuntamiento de México. Reunido el dia 15 para asistir a la función de S. Camilo, propuso el regidor Lic. Azcárate, que en un dia de fiesta, a la hora de corte, se presentase el ayuntamiento bajo de mazas, con uniforme de gala, y en presencia de todos los concurrentes se leyese una representación que él mismo formaria, y que en seguida, hincada en tierra la rodilla y puestos los sombreros, con la mano sobre la espada (21), hiciesen juramento ante el virrey de ser fieles al rey Fernando, y no reconocer a Napoleón ni a ninguno de su familia. No pareció bien esta idea, pero se acordó celebrar cabildo el dia siguiente, en el cual Azcárate leyó la representación que traia formada, y habiéndola impugnado el alcalde primero Fagoaga y el alguacil mayor Urrutia, se hicieron en ella algunas variaciones, con las que quedó resuelta su presentación. El 19 por la tarde se vió salir a esta corporación de las casas municipales, que se conocen con el nombre de la Diputación, y dirigirse en coches, bajo de mazas, rodeada de numeroso pueblo que acudió a la novedad del espectáculo, al palacio del virrey, en el que contra el uso establecido, se le hicieron a la entrada y salida honores militares, y recibida por el virrey, puso en sus manos la representacion que tenia acordada. En ella manifestaba el asombro con que la ciudad de México habia visto las renuncias arrancadas por la violencia a la real familia; fundaba la nulidad e insubsistencia de ellas, y que por la ausencia o impedimento de los legítimos herederos, residia la soberanía representada en todo el reino y las clases que lo formaban, y con mas particularidad en los tribunales superiores y en los cuerpos que llevaban la voz pública, quienes la conservarian para devolverla al legítimo sucesor, cuando se hallase libre de fuerza extranjera y apto para ejercerla, debiendo guardarse entre tanto el reino regido por las leyes establecidas: que en consecuencia de estos principios, la ciudad de México, en representación de todo el reino, como su metrópoli, sostendría los derechos de la casa reinante, y para llevar a efecto aquella resolución, pedia que el virrey continuase provisionalmente encargado del gobierno del reino, como virrey, gobernador y capitan general, sin entregarlo a potencia alguna, cualquiera que fuese, ni a la misma España, mientras esta estuviese bajo el dominio francés, ni admitir tampoco otro virrey, ni ejercer este encargo en virtud de nuevo nombramiento que se le diese por el gobierno intruso, prestando ante el real acuerdo y en presencia del ayuntamiento y de los tribunales, juramento de gobernar conforme a las leyes establecidas, de mantener a los tribunales y otras autoridades en el ejercicio de sus funciones y defender el reino, conservando su seguridad y sus derechos: que igual juramento prestasen todas las autoridades eclesiásticas, civiles y militares, y por último, con las frases más pomposas, que han venido a ser despues tan comunes en todos estos casos, y de tan poco efecto que han perdido ya todo crédito, ofrecia las vidas y haciendas de todos los habitantes, deseosos de sacrificar uno y otro en defensa de sus soberanos y en prueba de su constante fidelidad, congratulándose por tener al frente en tales circunstancias un capitan tan experto y valeroso como el actual virrey, y en la audiencia ministros tan íntegros y sabios, que sabrian sostener los derechos del soberano y de su real familia (22). Nada podia ser tan lisonjero para Iturrigaray, como el que se le asegurase la permanencia en el virreinato, de una manera independiente de las vicisitudes de España, en donde Murat traficaba con este apetecido empleo, ofreciéndolo como premio al general Castaños y a otros jefes, lo que creia importante ganar en favor del órden de cosas que se pretendia establecer (23). Terminó pues esta escena, en la que todo estaba convenido de antemano entre el virrey y Azcárate, contestando el primero que su pensamiento y resolución eran tan leales como los del ayuntamiento, hasta derramar la ültima gota de su sangre, y que estaba pronto por su parre a prestar el juramento de seguridad del reino en todos los puntos que comprendia. El ayuntamiento se retiró entonces en medio de los aplausos del pueblo, al que se dijo habérsele repartido algún dinero; aplausos que los regidores le mandaron dirijiese al soberano, y que se repitieron al bajar cada uno de ellos las escaleras de la diputación para retirarse a sus casas.

El virrey pasó la representación del ayuntamiento, el dia mismo en que la recibió, en consulta al real acuerdo. Este se tuvo el dia siguiente y fue pleno, habiéndose llamado a él a los alcaldes de corte que no fueron convocados para el del dia 15 (24). Chocó desde luego a todos los ministros, el carácter que el ayuntamiento pretendia tomar en representación de todo el reino, y el nuevo gobierno provisional que con voz de este queria establecer (25): el alcalde de corte Villa Urrutia propuso, que por todas vías se llamafse al infante D. Pedro, que gobernase como regente, para reunir la opinión y evitar el gérmen de las divisiones; más no habiendo encontrado apoyo esta idea, porque el oidor Carvajal dijo que el virrey no soltaria prendas, trató Villa Urrutia con varios de los individuos del acuerdo, que pues no habia autoridad en España que debierase conocerse, ni tampoco alguna en México que pudiera contener al virrey, el cual no solia embarazarse mucho con las consultas del acuerdo, el único medio que podia emplearse para evitar los desastres que amenazaban, era reunir una junta representativa del reino, declarando al virrey la autoridad suprema en lo necesario, y por solo el tiempo que las circunstancias lo requiriesen, y poniéndole con una junta permanente el contrapeso correspondiente, lo que tampoco fue bien recibido (26).

El acuerdo resolvió contestar a la consulta del virrey, extrañando que el ayuntamiento tomase la voz de todo el reino, y desaprobando el juramento y formación de gobierno provisional que pretendia, pues no habiéndose alterado nada en el órden de las potestades establecidas legítimamente, estas debian continuar en el ejercicio de sus funciones, como que habian sido nombradas por la autoridad real y hecho el juramento de fidelidad a sus reyes: que aquel nombramiento provisional y juramento, debilitarían más bien que afirmarian aquellos sagrados e inalterables vÍnculos, y constituirian un gobierno precario, expuesto a variaciones y tal vez a caprichos, por lo que este paso, además de ilegal, seria impolítico y de consecuencias muy trascendentales. Mas para proceder de conformidad con el virrey, que fue llamado a concurrir el 21, se le propuso respondiese a la ciudad, dándole las gracias por el acrisolado patriotismo que en su exposición manifestaba, y comunicándole lo resuelto en el acuerdo del dia 15, previniéndole excusase en lo sucesivo tomar la voz que no le pertenecia por todas las demás ciudades del reino, y asegurándole que cuando conviniese y las circunstancias lo exigiesen, no se detendrian el virrey y real acuerdo en convocar al cuerpo entero o a sus representantes (27). Tratando de otros puntos relativos al grave negocio que a todos ocupaba, el acuerdo propuso al virrey comunicase a todos los demas virreyes, gobernadores y autoridades civiles y eclesiásticas de toda la América e islas Filipinas, la resolución en que la Nueva España estaba de sostener los derechos de la casa de Borbón, por lo que interesaba que todos procediesen con uniformidad: que se hiciesen públicas rogativas para satisfacer el deseo que en el público se manifestaba, y para remover el descontento y agitación que causaba el cumplimiento que se estaba dando a la real cédula de 26 de Diciembre de 1804, respectiva a la enajenación de fincas y exhibición de capitales de obras pías para el fondo de consolidación, se suspendiesen desde luego sus efectos, anunciándose así al público, y acordándose los medios de indemnizar a los partícipes, pues estándose en el caso de asegurar la fidelidad y atraer la benevolencia de los habitantes del reino, no se podia encontrar otro medio mas adecuado y eficaz (28).

Posteriormente, con motivo de la sensación que en el público habia causado la venida del ayuntamiento todo, a poner en manos del virrey su exposición, advirtió a este por medio del oidor Aguirre, que para evitar estos actos estrepitosos, seria conveniente se entendiese con aquel cuerpo por medio de una comisión; pero el ayuntamiento teniéndolo a desaire, insistió en presentarse en forma de ciudad, y comisionó para tratar sobre este punto con el virrey, al marques de Uluapa y al síndico Verdad, los cuales habiendo vuelto a la sala capitular, se dió por seguro que Uluapa, informando a la corporación del resultado de su conferencia, habia asegurado que se habia aventajado más en aquella media hora, que en doscientos años, y que habia protestado al virrey que el ayuntamiento no descansaria hasta colocarlo sobre el trono (29). En el mismo dia, que fue el 23, el ayuntamiento en cuerpo volvió al palacio, para que el virrey le comunicase lo resuelto en el acuerdo acerca de su exposicion (30). Túvose a mal por la audiencia esta condescendencia del virrey, así como que en la minuta del acuerdo del dia 21 hubiese substituido, que la comunicación á todas las autoridades de América se haria oportunamente, en lugar de inmediatamente, como se habia resuelto. El acuerdo, haciendo que el virrey asistiese a sus deliberaciones, y evitando diferencias en cosas de poca monta, procuraba que procediesen con uniformidad, la cual en aquellas circunstancias era mas necesaria que en ningunas otras, por lo que el oidor Aguirre le dijo que estuviese en la inteligencia segura que el virrey sin el acuerdo nada valia, y el acuerdo sin el virrey ménos (31).

Como nada de esto se publicaba, y aun en el acuerdo del dia 15 se habia exigido juramento de guardar secreto, que después se levantó, mandando se comunicase al ayuntamiento lo que en aquel dia se habia resuelto, eran varias las voces que se esparcian y los rumores a que se daba lugar. Los europeos comenzaron a sospechar que la representación del ayuntamiento ocultaba miras de independencia, y tuvieron por criminal en aquel cuerpo el haberla presentado, y en el virrey haberla admitido, y no rechazádola sin demora y castigado a sus autores. Los americanos por el contrario, creian percibir en la resistencia del acuerdo a unas pretensiones que creian justas, el intento de imitar la conducta de los consejos de Madrid, y tergiversar con el objeto de conservar siempre la América unida a España, cualquiera que fuese la dinastía que en ella dominase, como habia sucedido en la guerra de sucesion a principios de aquel siglo. Establecióse con esto la desconfianza entre unos y otros; formáronse los partidos que fueron en seguida exacerbándose, hasta llegar a un rompimiento. Esto era sin embargo todavía sólo entre personas de la capital, que procuraban hacerse de prosélitos en las provincias, comunicando los americanos copias de la representacion del ayuntamiento, y circulando los europeos las consultas del acuerdo. La idea de la convocación de una junta o congreso de todo el reino, que el alcalde de corte Villa Urrutia había propuesto a varios ministros de la audiencia, y que esta no parecía desechar según el acuerdo del dia 24, se habia presentado casi simultáneamente a varios ayuntamientos en puntos muy distantes y sin ninguna comunicación entre sí. El de Veracruz, compuesto casi todo de europeos, decia al virrey que los votos de la Nueva España por conservar la fidelidad debida a sus monarcas eran unánimes, como lo acreditaria si tenia a bien convocar a sus representantes (32); lo mismo habia hecho el de Jalapa adelantándose a nombrar sus diputados (33), y el de Querétaro ofreció mandarlos luego que se le previniese (34).

En cuanto a lo propuesto por la audiencia, relativamente a la enajenación de bienes de fundaciones piadosas, no pareció al virrey deber suspender del todo el cumplimiento de la real cédula relativa, pero sí se dispuso por acta de la junta superior de hacienda de 22 de Julio, que no se procediese a la venta de fincas y recaudación de capitales que no fuesen voluntarias, con lo que cesaron desde luego las violentas exacciones, que tenian consternados a muchos propietarios. Punto era este muy delicado para el virrey, pues además de intervenir en él su interés personal, se hallaba con las prevenciones más estrechas de la corte, y entre sus papeles se encontraron cartas de los ministros de España, en que le pedian urgentemente 9.000.000 de ps., y le decian que tenian si no, el puñal de Napoleón en la garganta (35).

En este estado se hallaban las cosas, cuando llegó a Veracruz la barca Esperanza, salida de Tarragona el 7 de Junio, por la que vino la noticia del levantamiento en masa de toda España contra Napoleón. El aviso se recibió en México el 28 por la noche, y al amanecer el 29 los repiques y salvas de artillería conque el virrey mandó anunciar tan gloriosos sucesos, dieron principio al movimiento de entusiasmo universal, que comenzando en la capital, se difundió luego por todo el reino. No parecia sino que un acceso de delirio se experimentaha por todas partes. Proclamábase á Fernando VII; juraban todos defenderlo hasta la muerle; se sacaban en triunfo sus retratos, acompañados con largas procesiones, en que el europeo iba al lado del americano, el eclesiástico se confundia con el comerciante, el rico con el pobre: el veneno de la discordia no se habia difundido todavía, y cualquiera intento de sembrarla, hubiera sido sofocado en medio del entusiasmo general. Este no era un transporte de estéril patriotismo, sino que se hacia de buena fe los mas generosos ofrecimientos: el arzobispo y cabildo de México fueron los primeros en ofrecer todos los bienes y rentas de la iglesia: siguió este ejemplo el obispo y cabildo de Puebla y todos los demás, naciendo lo mismo muchas corporaciones e individuos (36). Haciánse correr las más absurdas noticias (37), y todas eran creidas, y se tenia por traidor al que manifestaba dudar de ellas. Presentábase como el héroe de la revolución española al duque del Infantado (38), mientras este se humillaba ante Napoleón en Bayona, y acompañaba a su hermano José a Madrid en calidad de coronel de sus guardias: contábanse por recobradas las plazas fuertes ocupadas a traición por los franceses en la frontera: suponiáse muerto al duque de Berg, lugar teniente del reino, y que los ejércitos enemigos, desbaratados en todas partes, huian delante de las triunfantes y numerosas huestes españolas, que marchaban a poner en libertad a su rey, el cual, según una noticia que se imprimió e hizo circular, estaba ya libre en España (39). Sueños todos de un entusiasmo descompasado, pero sueños que manifiestan la uniformidad de opinión que hasta entonces habia en la totalidad del pais; vamos a ver en seguida cuan presto desapareció, y con cuanta violencia volvieron a germinar las semillas de división sembradas en el corto, pero decisivo periodo del 15 al 29 de Julio de 1808 (40).




Notas

(1) En el tomo 3° de mis Disertaciones, puede verse la historia de España, anterior a este periodo, en cuanto tiene relación con la América.

(2) Todo lo concerniente a estos sucesos de España, esta sacado de la historia del conde de Toreno, edicion de México de 1839, y pueden verse en el tomo 1° lib. 1°

(3) Fecha 5 de Octubre de 1806.

(4) Véanse en la Historia de Toreno, lib. 1° fol. 36 y 37, la proclama de Carlos IV, de 15 de Noviembre de 1807, y en ella las cartas dirigidas por el príncipe Fernando a su padre y madre, que son un ejemplo acabado de bajeza, cobardía y miseria.

(5) Toreno, lib. 2° tomo 1° folio 81

(6) Ib. id. fol.84, véanse allí las juiciosas observaciones que el autor hace sobre este proyecto.

(7) Véanse todos estos sucesos referidos muy por menor en el lib. 2° de la historia del conde de Toreno, quien en el apéndice al mismo libro, ha publicado en el núm. 10 fol. 338 a 378, la vergonzosa correspondenda seguida por la reina Maria Luisa y su hija la reina de Etruria con Murat, que no tiene más objeto que tratar de poner en salvo a Godoy y acriminar a Fernando.

(8) La primera renuncia de Fernando fue en 1° de Mayo de 1808, con vartas limitaciones, entre otras, que se convocasen cortes; la segunda, sin restricción, es de 6 del mismo mes. Véanse una y otra en el apéndice al lib. 2° de la historia de Toreno, fol. 393 y siguientes.

(9) La fecha de este tratado es de 5 de Mayo. Lo firmó Godoy, como plenipotenciario de Carlos IV, colmando con este último acto de su privanza, la medida de los males que causó a España. Tor., apénd. lib. 2° fol. 409.

(10) Decreto de Carlos IV de 4 de Mayo. Tor. id. fol. 419.

(11) Véase en Tor. apénd. lib. 2° fol. 420, la convocatoria. Fue nombrado por la Nueva España el Dr. D. José María del Moral y Larrasquito, natural de Tehuacán de las Granadas, en el obispado de Puebla, de familia rica y distinguida, canónigo de México que residia entonces en Madrid.

(12) D. Carlos María Bustamante, en su historia de las campañas de Calleja, impresa en México en la imprenta del Aguila en 1828, y dedicada al congreso del Estado de Zacatecas, con motivo de estos sucesos de Aranjuez y Bayona, que dieron el primer impulso a la independencia de América, dirije a Napoleón las siguientes palabras, fol. 5. Napoleon Bonaparte ... ¡Permítaseme que repita este nombre dulce para mi corazón y memoria, y que si acaso su sombra generosa gira en torno de mi cabeza, la salude respetuoso y le diga ... a ti, genio inmortal, a ti debe la América la libertad e independencia que hoy disfruta! Tu espada dió el primer golpe a la cadena que ligaba a los dos mundos: quéjense otros de tu tiranía y despotismo, maldiganlo y exécrenlo; la América se confiesa deudora y él de la dicha que ahora posee, y exclama como los romanos del siglo de Octavio ... ¡Jupiter, si el mundo se ha de reir por un tirano, haz que lo sea por hombres como Augusto! Es la única apología que he visto de semejantes horrores. Siento tener que hacer esta y otras citas semejantes de las obras de Bustamante, pero a ello me obliga el inmenso mal que ha hecho con sus opiniones, imprudentemente sembradas en sus escritos.

(13) Toreno, tomo 1° fol. 195.

(14) Véase en la historia de Toreno, apénd. al lib. 2° tom. 1°, fol. 415, la proclama de Fernando VII a los españoles, para que obedeciesen a Napoleón, y en el apénd. al lib. 4° tom 2°, fol. 343, la carta del mismo Fernando VII a Napoleón. La que escribió a José la oyeron todos los diputados de Bayona. Idem fol. 348.

(15) El conde de Tilly era hermano del Guzmán, tan célebre en la revolución de Francia, que fue guillotinado con Hebert, y los demás de la facción de la municipalidad.

(16) Suerte ordinaria, dice Toreno, tomo 1° fol. 240, de los que entran desinteresadamente e inexpertos en las revoluciones: los hombres pacíficos los miran siempre, aun aplaudiendo sus intentos, como temibles y peligrosos, y los que desean la bulla y las revueltas para crecer y medrar, ponen su mayor conato en descartarse del único obstaculo a sus pensamientos torcidos.

(17) Además de lo que dice Toreno sobre la creación de la junta de Sevilla, tom. 1° fol. 237 al 243, he tenido presente la relación de Blanco, (White) testigo presencial en el núm. 1° del Español, pág. 12, 13 Y 19, notas, y al Dr. Mier. Lib. 2° tom. 1° fol. 37.

(18) Nos han puesto la ceniza en la frente, dijo la virreina oyendo las gacetas y el regidor Azcárate que se las leia, las tiró al suelo y las pisó. El redactor de la gaceta, Cancelada, que habia ido a pedir permiso para publicar las noticias recibidas, lo presenció y lo declaró todo en la causa del virrey. Véase el informe de la audiencia de Mexico a la regencia publicado por Juanmartiñena, doc. núm. 89, fol. 24 del Verdadero origen de la revolución de Nueva España, obra que dió motivo a tanta irritación cuando se publicó, y que es muy apreciable porque contiene documentos que no se hallan en ninguna otra, &. Cancelada: sus dos cuadernos contra Iturrigaray publicados en Cádiz, y la contestacion de Lizarza, así como el Dr.Mier en los 8 primeros libros de su historia.

(19) Para referir estos y los sucesos siguientes, he tenido a la vista el informe de la audiencia de 9 de Noviembre de 1807 publicado por Juanmartiñena: la Verdad sabida de Cancelada: la replica a este de Lizarza y la contestación de Cancelada: la obra de Mier: otros muchos impresos, y sobre todo las causas de Azcárate, del P. Talamantes y otros documentos del archivo general.

(20) Gaceta de México de 16 de Julio de 1808, tom. 15, fol. 465; en ella se insertaron los documentos constantes en las gacetas de Madrid, números 46, 47 y 48 de 13, 17 Y 20 de Mayo.

(21) El Dr. Mier. tomo 1° prólogo, fol. 37, explica el extraño ceremonial que Azcárate proponia al ayuntamiento diciendo, que el juramento entre españoles siempre se presta de rodillas, y que el ayuntamiento debia jurar cubierto por los honores que tenia de grande de España, y sus individuos como caballeros, debian poner la mano en la espada. Puede ser que tales fuesen los motivos que Azcárate tuviese, pero es mas verosímil que esto procedió mas bien de su carácter, pues era aficionadísimo a todas las pompas teatrales. La idea del oidor Aguirre, que la audiencia manifiesta en su intorme párrfo 16 fol. 28, de los documentos en el cuaderno de Juanmartiñena, de que con doblar la rodilla el ayuntamiento tributaba al virrey honores de soberano, es absurda. Aguirre sin embargo la dijo al virrey, estando en el acuerdo del dia 20, quien segun dicho informe, respondió friamente, sonriéndose y poniéndose las manos en la cara: Jesús, Jesús; Dios me libre. Niñerias insignificantes, a que sin embargo dió gran valor el espíritu de partido.

(22) Véase la representación íntegra en la historia del P. Mier, tomo 1°, lib. 1°, fol. 2 a 10, de donde se ha extractado lo que aquí se dice, y en la colección de documentos publicados con el título de Lealtad española.

(23) Toreno, lib. 3° tomo 1° folio 244.

(24) Apuntes de Villa Urrutia, citados por Mier, t. 1° lib. 1° f. 34.

(25) Informe de la audiencia, muchas veces citado, párrafo 16.

(26) Mier, tomo 1° lib. 1° fol. 34.

(27) Mier, tomo 1° lib. 1° fol. 15.

(28) Mier. lib. 1° tom. 1° fol. 11 a 17, en que está copiado todo el acuerdo.

(29) Así lo afirmó el alcalde Fagoaga en la declaración que por oficio se le pidió, pero los demás negaron haber oido esta especie.

(30) Informe de la audiencia, párrafos 16 a 19 en el cuaderno de Juanmartiñena, documentos fols. 28 y 29.

(31) Informe de la audiencia, párrafo 16 fol. 28.

(32) Suplemento a la gaceta de México de 5 de Agosto de 1808, núm. 72, tomo 15, fol. 530.

(33) Suplemento a la gaceta de 10 de Septiembre, publicada el 13, f. 663.

(34) Gaceta de México. Suplemento a la de 31 de Agosto, publicada en 2 de Septiembre. Núm. 87, fol. 624.

(35) Mier. Tom. 1°, fol. 27, nota.

(36) Suplemento a la gaceta de México de 3 de Agosto de 1808. Tom. 15, núm. 69, fol. 527.

(37) Véanse las gacetas de aquel tiempo, desde la de 30 Julio en que se publicaron las noticias traídas por la goleta Esperanza.

(38) En el teatro de México, entre otras canciones sobre los sucesos de España, se cantaba la siguiente cuarteta:
Viva el del Infantado,
Tan raro en el obrar,
Que por salvar a España
Tuvo que mendigar.
Porque se contaba, que con disfraz de mendigo, habia salido de Bayona para poner en movimiento a la nación.

(39) Esta noticia la publicó el editor de la gaceta, Cancelada, en la núm. 67 de 2 de Agosto, con aprobación del oidor revisor. El virrey disgustado por esta publicación, reprendió severamente al editor, le hizo que desdijese la noticia en el núm. siguiente, y se reservó la revisión de la gaceta. La audiencia en su informe par. 21 habla de este incidente, con el que dice se dió lugar a siniestras interpretaciones sobre la conducta del virrey, creciendo la desconfianza que se iba formando de su conducta. Sin embargo, en este punto obró prudentemente, evitando que se abusase de la credulidad pública con tales noticias.

(40) Son muy numerosos los impresos de aquel tiempo, en que se describen el entusiasmo y solemnidades con que en toda la Nueva España se celebró el levantamiento de la antigua. Las musas mexicanas, que hasta entónces se habian ocupado casi exclusivamente de asuntos devotos y poesias eróticas, recibieron más altas inspiraciones, y en composiciones, algunas de ellas excelentes, cantaron los loores del nuevo monarca, y pintaron la perfidia del opresor, con el negro colorido que merecia. Los púlpitos resonaron con los mismos argumentos, y formaron no pequeña parte de estos impresos, los sermones, discursos y exhortaciones hechas con este motivo. Yo tengo una colección numeros de estos impresos que componen varios tomos.

D. Carlos María Bustamante, que poco tiempo antes habia contribuido a que se celebrasen en la parroquia de S. .Miguel, solemnes sufragios por los que habian muerto en Buenos Aires, defendiendo aquella capital contra los ingleses, para los cuales compuso las inscripciones de la pira en latin y castellano, e hizo se pusiesen también en mexicano, promovió se acuñase por suscripción, una medalla que perpetuase la memoria de la fidelidad del pueblo mexicano, cuya descripción se hace al fin de esta nota. Es notable que este monumento sea obra del escritor que con más vehemencia ha atacado después a Fernando VII y sus derechos, y que más daño ha hecho a los españoles y a sus descendientes con sus publicaciones.

Descripción de la medalla patriótica, acuñada por D. Carlos María Bustamante en 1808.

Representa por el anverso el busto de Fernando VII con este lema: Fernando VII el deseado, rey de España y de las Indias, padre de un pueblo libre con el nombre del grabador Tomas Suria. Por el reverso se ven, entre un trofeo de armas y banderas, el leon de España y el águila de México, sobre los cuales se levanta una hasta sostenida por tres manos enlazadas por una guirnalda de rosas, en cuyo extremo aparece la corona imperial circundada de resplandores, con esta inscripción: Siempre fieles y siempre unidos. Bustamante erijió. México, 1808.

La medalla se distribuyó con el soneto siguiente:

Explicación de la medalla patriótica.
Siempre fielee y siempre unidos

He aquí tres manos. El amor contante
Y la fidelidad las han unido;
¿Qué, en las tres y en su unión, no has conocido
Al español, al criollo, al indio amante?
Los tres a punta de hasta fulgurante,
Y a costa aún de su sangre, han convenido,
En guardar a su rey esclarecido
La debida diadema rutilante.
La águila mexicana, el león hispano,
Siempre defenderán con ardimento
La religión, la patria, el soberano.
Y de esta Unión fidelidad y aliento,
En el orbe será de mano en mano
Esta medalla eterno monumento.

Lic. Carlos María de Bustamante

Puede considerarse la medalla como un monumento de todo lo contrario que dice el soneto, y también de la movilidad e inconsecuencia de principios de su autor.

Índice de Prolegómenos de la Independencia mexicana de Lucas AlamánCapítulo III - Segunda parteCapítulo V - Primera parteBiblioteca Virtual Antorcha