Indice de La matanza política de Huitzilac de Helia D´Acosta Capítulo sexto - Relato de un testigo Capítulo octavo - Desfile sangrientoBiblioteca Virtual Antorcha

LA MATANZA DE HUITZILAC

HELIA D´ACOSTA

CAPÍTULO SÉPTIMO

Asedio a los familiares


Mi intención al resucitar la tragedia en que perdieron la vida el general Serrano y sus amigos, es contribuir en lo posible al esclarecimiento de esos hechos con la finalidad de vindicar ante la opinión pública la memoria de esas catorce víctimas.

Uno de mis propósitos es conocer el punto de vista de los parientes de cada uno de ellos, y con ese fin los he entrevistado.

Toca ahora el turno a lá señora Débora Rojas viuda de Vidal, esposa del general Carlos A. Vidal, amigo íntimo del general Serrano y presidente de su comité durante la campaña presidencial.

La señora viuda de Vidal me recibió en su residencia. La acompañaban su hija Débora Vidal de Castillo y su hijo menor de nombre Jorge Mario. Tiene además un hijo mayor llamado Roque, quien se encuentra actualmente en el Estado de Chiapas, de donde son originarios.

Mis recuerdos son muy dolorosos

- Señora de Vidal, ¿quiere usted relatarme sus recuerdos acerca del asesinato de su esposo?

- Mis recuerdos son muy dolorosos como usted comprenderá. Sin embargo, voy a tratar de recordarlos ... Verá usted, mucho antes de ese trágico viaje a Cuernavaca en el que perdió la vida mi esposo, yo sufría una continua zozobra por la persecución de que él era objeto. Cada quince o veinte días, tenía que cambiar de domicilio buscando refugio con los amigos, y a veces en casas desconocidas. Todavía vive la señora Aurora Cordero de García que en una ocasión lo escondió en su casa.

- ¿Cuál cree usted que haya sido el motivo de esa persecución?

- Lo ignoro, porque él nunca me confiaba nada. Una vez me hablaron por teléfono de parte de Arnulfo Gómez, diciéndome que si se me ofrecía algo porque Carlos no podía venir a la casa. Ya comprenderá usted la angustia en que yo vivía, sin noticias de mi esposo y con mis hijos pequeños. Frecuentemente venían hombres sospechosos a preguntar cualquier cosa, solamente para saber si Carlos estaba en casa.

- En esa época su esposo era gobernador del Estado de Chiapas, ¿verdad señora?

- Así era; salió de Chiapas para hacerse cargo de la campaña presidencial del general Serrano, y dejó en su lugar a su hermano Luis, quien también tuvo una muerte terrible. El día 4 de octubre de 1927, siendo gobernador interino, lo aprehendieron, junto con Paniagua. su secretario, y los fusilaron, sin hacerles consejo de guerra. Por cierto que Luis murió valientemente. Antes de que dispararan los soldados, se dirigió a uno de ellos, le obsequió su pistola, y le dio su reloj y el retrato de uno de sus hijos, para que los entregara a su esposa. Le dijo al jefe de la escolta que a los hombres no se les mata con los ojos vendados, y él mismo dio las órdenes de fuego al pelotón. Dicen que antes de eSQ, encendió un cerillo para ver el lugar donde lo iban a fusilar. Esto ocurrió la madrugada del día cuatro de octubre de 1927, y al ver que era un corral inmundo dijo:

- ¡Qué feo está donde voy a caer!

El cuerpo despedazado

- Dígame señora, ¿cómo se enteró usted de la muerte de su esposo?

- Estaba dormida cuando llamó el teléfono, era el cuatro de octubre de 1927. Era mi cuñado que acababa de enterarse por el periódico. Me puse como loca, pues no esperaba tal cosa. Me vestí y fui al Hospital Militar; me acompañó el doctor Gómez. Fue una impresión terrible ver su cuerpo despedazado; tenía un balazo en la sien y el cuerpo todo golpeado y con perforaciones de bala, y otras como de bayoneta o de puñal. Me entregaron sus ropas empapadas en sangre, que aún las conservo y se las voy a mostrar.

La joven y guapa Débora, hija de la señora y del general Vidal salió de la sala para volver enseguida con el traje y la ropa interior de su papá. A pesar de haber sido lavadas, todavía muestran las manchas de la sangre. El saco y la camisa. tienen, a la altura del corazón, una gran cortada que se aprecia por el frente y por la espalda, de manera que el general fue atravesado con bayoneta. La señora con lágrimas en los ojos, continúa su relato:

- Mi marido al salir de la casa el día tres de octubre, llevaba bastante dinero y en el dedo anular, un valioso anillo. Nada de eso nos entregaron al recoger su cadáver; hi siquiera su pistola, la que encontré años después en una armería. La reconocí porque era muy especial, y la compré para conservaria. El automóvil Cadillac, en el que hizo el viaje, tampoco me fue devuelto.

- ¿Qué edad tenía entonces su esposo?

- Cuarenta y cuatro años. Era de complexión robusta, y muy saludable. Podía haber vivido muchos años más. No sabe la falta que les ha hecho a sus hijos. Por ello guardo rencor para sus asesinos, y pediría su castigo, pero no en esta vida, porque aquí no hay justicia.

- Sabemos que su esposo fue muy estimado en Chiapas, y que lo recuerdan con cariño a pesar del tiempo transcurrido.

- Es verdad señora. En Pichucalco, donde él nació, van a erigirle un monumento y me han invitado para que vaya a inaugurarlo. La carretera de Tuxtia a Pichucalco -que él inició- va a ser terminada y llevará su nombre.

Anónimos amenazadores

- Después de muerto su esposo, ¿fue usted molestada?

-Muchísimo: me sellaron la casa y solamente me dejaron dos piezas para vivir, y tenía centinela a la vista a toda hora. Vigilaron mucho tiempo la casa unos hombres de la Policía Judicial; eran insolentes y léperos y exigían que se les diera de comer diariamente. Así estuvimos mucho tiempo hasta que quitaron los sellos y se llevaron el archivo dela campaña que guardaba mi esposo. Pero eso no fue todo: mucho tiempo después. me estuvieron enviando anónimos en los que me decían que iban a echar vitriolo al rostro de mis hijos ... y tuve que internarlos en un colegio. a pesar de que eran muy pequeños, porque tenía miedo de que fueran a cumplir esa amenaza. ¡Tan salvajes fueron con mi marido, que no era difícil que lo hicieran con mis pequeños hijos! ...

(De la revista Jueves de Excelsior correspondiente al 27 de noviembre de 1947)
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