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LA MATANZA DE HUITZILAC

HELIA D´ACOSTA

CAPÍTULO TERCERO

¿Quién dió la orden? ¿Calles? ¿Obregón? ¿Ambos?


Varias interrogaciones que no tienen respuesta lógica, y muchas otras, surgen en relación con los bochornosos sucesos que trato de aclarar.

El tránsito por la carretera México-Cuernavaca, se suspendió por órdenes superiores, a fin de que nadie pudiera darse cuenta de la matanza que ya había sido ordenada, eso es indudable, y también lo es el hecho de haber sido cortado el servicio telegráfico entre la capital y Cuernavaca, a efecto de que los prisioneros no pudiesen pedir ayuda.

Lo que se trata de aclarar es quién dio la orden de muerte para Serrano y los generales que le acompañaban: ¿Calles u Obregón? ¡Quién sabe! Lo cierto es que hay muchos puntos obscuros en la matanza de Huitzilac.

Complicidad de las autoridades

En aquel entonces, Ambrosio Puente era gobernador de Morelos y es bien sabido que guardaba para Obregón una actitud incondicional, que aquél aprovechó para ordenarle que acusara a Serrano de estar en una actitud hostil contra el gobierno, y justificar de esa manera la aprehensión de las trece víctimas. El general Juan Domínguez, jefe de las Operaciones en Morelos, era íntimo amigo y compadre del general Serrano. Juntos se reunían en La Chicharra, hacienda del general Serrano donde tenían divertidas partidas de pókar. Es también del dominio público que Serrano era muy afecto al juego y que en él perdía verrdaderas fortunas. Al aprehenderlo en Cuernavaca, encontraron en su automóvil, veinte mil pesos que llevaba para jugar con sus amigos, pero a los ingenuos acusadores se les ocurrió decir que ese dinero era para los gastos de la rebelión. Esa es otra acusación que cae por su propio peso.

Volviendo a Domínguez -que como decíamos, era íntimo amigo de Serrano- ¿por qué se escondió y dejó que las órdenes asesinas se ejecutaran? ¿Fue un Judas más en nuestra ya triste historia? Pues, ¿no es lógico que si el amigo está en apuros, se acuda en su ayuda?

Otra cosa salta a la vista: existiendo tanta intimidad entrambos amigos, ¿era creíble que Domínguez ignorara los planes dizque rebeldes del general Serrano?

Ahora analicemos otro punto: Ambrosío Puente, gobernador de Morelos, acusó a Serrano del delito de sedición ... ¿Por qué al poco tiempo de la tragedia fue destituido como gobernador, si su actitud fue en defensa de las instituciones y del gobierno constituido?

¿Es que Calles no estaba de acuerdo con los planes de Obregón? Otro que fue cesado a raíz de los sucesos fue el general José Alvarez y Alvarez, que era jefe del Estado Mayor Presidencial. ¿No indica esto que el autor de esa matanza fue Obregón?

Premio a Claudio Fox

Claudio Fox, jefe de la escolta que asesinó a Serrano y a sus amigos, poco tiempo después fue enviado al servicio diplomático en el extranjero. ¿Fue un premio a su vergonzosa labor?

En busca de nuevos datos para estos reportajes, entrevisté al mayor piloto aviador de la Fuerza Aérea Mexicana, Francisco Bulnes Rivadeneira, que en aquella época era subteniente de infantería del 12 batallón que guarnecía la plaza de Cuernavaca y que fue nombrado para escoltar a los generales Serrano y acompañantes hasta encon!rar a Fox.

El señor Bulnes Rivadeneira me platicó lo siguiente:

- El 12 batallón, al cual yo pertenecía, recibió orden de trasladarse de Cuernavaca a Cuautla para tomar parte en los festejos del día primero de octubre de 1927. Nos enviaron en traje de deporte y sin armas; íbamos al mando del general Juan Domínguez. Después de la fiesta deportiva y del desfile, tuvo lugar un baile la noche del primero de octubre.

Estando nosotros en el baile, avisaron al general Domínguez que se había levantado la guarnición de la ciudad de México. Inmediatamente nos ordenaron presentarnos al cuartel y emprender a pie el regreso a Cuernavaca, pues no había tiempo para esperar trenes o camiones. ¡Ya se imagina usted cómo llegaríamos a la capital de Morelos!

- Al llegar al cuartel -continúa su relato el mayor Bulnes- nos acuartelaron y no nos permitieron ir a nuestras casas para cambiar de ropa y bañarnos. Al toque de diana del tres de octubre de 1927, me ordenaron mis superiores que fuera a recibir la guardia en prevención del cuartel general de la zona militar, donde se encontraban recluidos los generales Serrano y acompañantes.

Tengo la absoluta seguridad, a pesar de los años transcurridos, de que los generales estaban detenidos bajo su palabra de honor, porque no me fueron entregados como es de rigor en esos casos, o sea por lista; y tampoco tenían centinela de vista, como se acostumbra con los reos peligrosos.

Poco después de la comida nos ordenaron subir a los automóviles para acompañar a lós rrisioneros.

Eramos catorce oficiales al mando de entonces capitán primero Baltasar García Alcántara. El español Serafín Larrea, propietario del hotel Madrid de Cuernavaca, era gran amigo del general Serrano, y vino con él para demostrarle su fidelidad.

Al llegar a las inmediaciones de Huitzilac, encontramos a un regimiento de artillería formado como por trescientos hombres armados con pistolas Thompson, que venían al mando del general Claudio Fox. El general Serrano, al ver que lo iba a escoltar Fox, se puso intensamente pálido, sacó su pistola y se la dio al capitán Baltasar García Alcántara, diciéndole:

- Tenga mi pistola, yo ya no la voy a necesitar para nada.

¿Por qué el general Serrano regaló su pistola? ¿Tuvo el presentimiento de su trágico fin?

El señor Bulnes terminó su relato con estas palabras:

- Al entregar nosotros los prisioneros al general Fox, regresamos a Cuernavaca. Esa fue toda la intervención que yo tuve en ese asunto. Por la noche supimos el fin que habían tenido los generales.

(De la revista Jueves de Excelsior correspondiente al 30 de octubre de 1947)
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