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LA MATANZA DE HUITZILAC

HELIA D´ACOSTA

CAPÍTULO DÉCIMOQUINTO

Serrano y Gomez querían secuestrar a Calles y Obregón


- Licenciado Portes Gil, en el año de 1947, iniciaba yo mi carrera periodística. Colaboraba en la revista Jueves de Excélsior. Don Manuel Horta, el director, me encargó escribir una serie de reportajes sobre la matanza de Huitzilac que ocurrió 20 años antes. En una labor detectivesca localicé y entrevisté a parientes y amigos del general Francisco R. Serrano y sus 13 amigos, a quienes sacrificaron junto con él, en la carretera de México a Cuernavaea, precisamente en el sitio que lleva el nombre de Huitzilac. Esos reportajes voy a publicarlos en un libro porque considero que son testimonios de personas -muchas de ellas ya fallecidas- que sufrieron en carne viva el dolor por la pérdida de sus seres queridos en la forma más cruel y sanguinaria. ¿Cree usted que debo publicar esos testimonios?

- Sí Helia. Debe publicarlos. Es una aportación que usted hará para la historia de esa época.

- ¿Podría usted platicarme lo que usted conoce sobre esos hechos? ¿Y me autoriza usted a publicar esta entrevista en ese libro?

- Sí Helia. Le doy mi autorización. Todos los que actuábamos en política en esos días, debemos contribuir a dar luces sobre ese asunto.

En aquella época, yo era gobernador de Tamaulipas, y había venido a la ciudad de México para platicar con el general Obregón sobre las leyes del trabajo que me había encomendado. De modo es que estuve muy cerca de los generales Obregón y Calles. Yo estaba en el hotel cuando supe que el general Arnulfo R. Gómez -a quien yo quería mucho- se había ido a Veracruz con la armada.

Fox era un criminal

- Me informaron de la muerte de Serrano, cuyo cadáver fue llevado al Hospital Militar, y se dice que estaba destrozado. El ejecutor material de esos crímenes, fue Claudio Fox, que era un criminal.En el año de 1929, cuando se levantó el general Escobar, Fox era jefe de operaciones en Oaxaca, yo lo dí de baja y mandé a otro en su lugar. Era un individuo que había cometido muchos crímenes en Guerrero cuando fue jefe de operaciones. Sus jefes tuvieron mucha responsabilidad porque no lo sometieron al orden.

- También estuvo en peligro la vida de don Vito Alessio Robles, que era presidente del Partido Antirreeleccionista, ¿verdad?

- Vito Alessio logró escapar. Gracias a eso no le sucedió nada. Felix F. Palavicini, también había sido de los líderes serranistas. Cuando regresé a mi Estado, Tamaulipas, en el mismo tren iba Palavicini debidamente resguardado por unos oficiales de la guarnición. Iba en tercera clase, y pidió autorización a esos oficiales para verme. Se sentó junto a mí, y me preguntó:

- Oiga, licenciado Portes Gil, ¿cree usted que me van a matar?
- No lo creo, -le contesté-.

Llamé al capitán de la escolta, que era amigo mío y le pregunté:

- ¿Qué instrucciones hay?
- Llevarlo a la frontera, y que salga del país.
- Muy bien, muchachos. Si esas son las instrucciones, cúmplanlas. Por lo pronto, les voy a suplicar que, bajo mi responsabilidad, el ingeniero Palavicini, venga aquí al pullman, voy a ver si le consigo una cama
.

Así ocurrió aquello. En Monterrey nos despedimos, porque yo iba para Ciudad Victoria.

Efectivamente, sólo lo echaron del país. Palavicini estuvó desterrado algunos años, como estuvo don Isidro Fabela y don José Inés Novelo, aquel gran escritor y poeta yucateco, que estaba desterrado en Cuba.

Yo les dí autorización para que regresaran al país. Permití que volvieran todos los que estaban desterrados, sin ninguna condición. Siguieron su vida normal. Como éran amigos míos, no me obstrucci6naron, sino al contrario, algunos de ellos, me sirvieron.

Isidro Fabela, que era un experto en derecho internacional, siendo yo presidente, lo nombré director de la oficina de reclamaciones en la Secretaría de la Defensa. Claro que aquello no les caía muy bien a algunos obregonistas. Pero eso no me importaba. Yo aprovechaba los buenos elementos de aquellos regímenes revolucionarios.

- Sobre los asesinatos en Huitzilac, se dice que la orden la dio el general Calles, que era presidente de la República. Otros dicen que la dio Obregón. ¿Usted qué puede decirme al respecto, licenciado Portes Gil?

- Los generales Serrano y Gómez, de acuerdo con el jefe de las operaciones, que era el general Rogelio Martínez, y el jefe de Estado Mayor, era el general Almada, habían preparado un simulacro en los llanos de Balbuena. Realmente, lo que pretendían era atrapar allí al general Calles y al general Obregón, y seguramente, fusilarlos. Menudá decepción tuvieron cuando vieron que ninguno de los dos fue a la fiesta. Solamente fue el general Joaquín Amaro.

Allí vino el levantamiento de Serrano y de Gómez, con fuerzas del general Almada, que era el jefe del Estado Mayor de don Eugenio Martínez, quien confesó a Calles que efectivamente, estaban preparados para un cuartelazo.

Entonces el general Calles le dijo:

- Aquí está su pasaporte y dinero para que se vaya usted a Europa.

El general Gómez anduvo levantado por el sur.

El general Serrano, no se había levantado. Estaba celebrando su onomástico con un grupo de amigos y fueron aprehendidos. Se escaparon dos: don Antonio Villarreal, que había oído en el telégrafo las órdenes de Calles para que fueran aprehendidos y ya no regresó con Serrano, y aquel gran literato Santamaría, que fue gobernador de Tabasco, que iba en el grupo de los prisioneros y como había mucha gente en la calle, aprovechó la oportunidad y escapó, afortunadamente.

- En un libro que tituló Mi escapatoria trágica, cuenta cómo pudo escapar y dice que era partidario del general Gómez, sin embargo estaba con Serrano en Cuernavaca.

Soy el responsable de esos asesinatos, dijo el general Amaro

- Eso que cuenta en su libro, es cierto. Los detenidos fueron entregados a Claudio Fox, un hombre criminal que abofeteó a Serrano antes de matarlo, habiendo sido su jefe y debiéndole muchos servicios. Uno de los ayudantes de Serrano, a quien le decíamos Cacama, le dijo:

- No haga usted eso con su jefe.
A ti también, tal por cual. Le contestó
.

Y lo golpeó antes de matarlo.

- La incógnita que existe es saber quién dio la orden de asesinarlos: Calles u Obregón. Se dice que el presidente Calles dio la orden escrita a Claudio Fox, para que trajera a los prisioneros a la ciudad de México. Y cuando este salió, lo detuvo Obregón, se la quitó y en la misma máquina, agregó la palabra: Muertos.

- Esa es una de tantas versiones, pero realmente la verdad sobre eso, no se sabe. Es difícil averiguar quién dio la orden para asesinarlos. Alguna vez entrevistaron al general Joaquín Amaro, que era secretario de la Guerra, y le preguntaron:

- ¿Por qué hicieron eso?
- Porque sabíamos que ellos iban a hacer una revuelta, y si nos pescan a nosotros, nos hubieran hecho lo mismo que les hicimos. Yo soy el responsable de que se hayan cometido esos asesinatos
contestó Amaro.

- Pero ¿cómo es, licenciado Portes Gil, de que a casi 50 años de cometidos esos crímenes, no se sabe la verdad?

- Porque una investigación a fondo, no se ha podido hacer.

(Entrevista con el licenciado don Emilio Portes Gil del 19 de mayo de 1975)
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