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LA MATANZA DE HUITZILAC

HELIA D´ACOSTA

CAPÍTULO DÉCIMOCUARTO

La breve campaña presidencial del general Serrano


El señor Luis G. Andrade, periodista y escritor teatral, fue presidente de la Unión Revolucionaria Pro-Serrano. Actualmente vive en Mérida, Yucatán.

Aprovechando su estancia de unos días en esta capital concerté con él una cita para conocer su opinión sobre los hechos que estoy investigando. El señor Andrade expresó lo siguiente:

- La Unión Revolucionaria Pro-Serrano que yo presidí y que se formó en Puebla, fue la organización más poderosa de la campaña presidencial y la que organizó una recepción en Puebla a la que asistieron cincuenta y dos mil almas. El vice presidente, y brazo derecho mío, fue el infatigable periodista Silvio Castillero. Entre los hechos salientes que se registraron en Puebla al recibirlo yo, como presidente de la Unión, recuerdo éste: al llegar la comitiva al puente México, en la carretera de Puebla, el general Serrano dijo al general Vidal:

- A partir de este momento, mi viejo amigo, el señor Andrade, asume el mando de toda esta manifestación, y deseo que sus órdenes sean respetadas por todos, para conservar la organización y disciplina indispensables.

Al caminar nos dimos cuenta de que el automóvil del general Serrano, caminaba muy lentamente. Entonces le dijo Serrano a don Pedro H. Gómez.

- Oye Pedro, creo que tu coche ya no camina.
- Como quieres que camine el coche, si lo trae en peso la multitud. Contestó el señor Gómez.

- Por esto se dará usted cuenta -agregó el señor Andrade- de la enorme cantidad de gente que lo recibió y del entusiasmo que demostraba.

- Señor Andrade, ¿a qué se debió que el general Serrano no continuara su gira política iniciada con tanto éxito, y regresara a la capital?

Complot para asesinar a Serrano

- Tuvimos conocimiento de que se tramaba un complot contra la vida del general Serrano, precisamente al día siguiente de la manifestación a que me he referido.

Inmediatamente, Silvio Castillero y yo, nos dirigimos a la Comandancia Militar de la plaza, para pedir garantías al entonces iefe de la guarnición. Igual cosa hicimos ante el gobernador del Estado, general Donato Bravo Izquierdo, quien visiblemente conmovido por la noticia, nos dijo:

- Pueden tener ustedes la seguridad de que no permitiré el menor desorden.

- Pero esa afirmación del gobernador -agrega el señor Andrade- no nos tranquilizó. Regresamos a la casa de Silvio, en donde dormía la siesta el general Serrano, y le comunicamos la noticia que nos había dado el Manco Peña, primo hermano de Lara Grajales, quien nos dijo que en México se había dictado una orden de aprehensión en contra de Serrano y de todos nosotros.

El general nos escuchó, y sin amedrentarse, decidió regresar a México esa misma noche, sin ocultaciones ni temores.

Recuerdo que dijo:

- Tendrán que respetar la voz del pueblo.

- Fue inútil tratar de convencerlo de que desistiera de ese viaje, que ya presentíamos, sería trágico. Tuvimos que suspender las fiestas nocturnas preparadas en su honor.

Al partir el general Serrano, rumbo a la capital, y ante la lluvia pertinaz que en esos momentos caía sobre Puebla, Silvio le dijo:

- General, el cielo de Puebla lo recibió con un sol esplendoroso, y lo despide llorando.

- Desde entonces, no volví a ver a mi gran amigo y compadre, -expresa el señor Andrade- y agrega: pocos días después tuve conocimiento de su asesinato. Juzgo de trascendental importancia ampliar en mejor ocasión estos datos históricos. Vería con agrado que se reanudara esta entrevista, para dar una mejor coordinación a mis ideas, así como datos fidedignos que conservo en mi amplio archivo personal.

Evocar la memoria de ese gran patriota Francisco R. Serrano, sin hacer estricta justicia a sus enormes virtudes cívicas y a su ejemplar valor personal, sería incurrir en ingratitud.

El pueblo de México no le ha hecho la debida justicia a esa relevante figura revolucionaria que con conocimiento de causa supo ofrendar su vida en aras de un ideal que todos los mexicanos seguimos anhelando: el sufragio efectivo y la no reelección.

Al terminar la conversación con el señor Andrade, platiqué con el señor Enrique Ullartechea, propietario del Casino Margot, de Puebla, donde se efectuó el banquete al general Serrano. Este señor expresó lo siguiente:

- Yo, como buen serranista, -y creo que todo poblano pensaba como yo- sentí una gran admiración por el general Serrano, y con gusto cedí mis salones para que se llevara a cabo el banquete, en el que se pronunciaron varios discursos, algunos demasiado candentes. En mi concepto, ese recibimiento hecho al general, precipitó los acontecimientos. Puedo asegurar a usted, que si el general no se viene a México, nada hubiera pasado.

(De la revista Jueves de Excelsior correspondiente al 15 de enero de 1948)
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