Indice de La matanza política de Huitzilac de Helia D´Acosta Capítulo duodécimo - El presidente nos tiene preparada una sorpresa Capítulo décimocuarto - La breve campaña presidencial de SerranoBiblioteca Virtual Antorcha

LA MATANZA DE HUITZILAC

HELIA D´ACOSTA

CAPÍTULO DÉCIMOTERCERO

Serrano pudo salvarse


Después de que el general Serrano abandonó la capital para ir a Cuernavaca el dos de octubre de 1947, fue tras la comitiva el general Antonio Villarreal, que fue secretario de Agricultura en el gobierno del general Obregón, y quien ya había externado abiertamente sus simpatías por la causa antirreeleccionista que encabezaban como candidatos los generales Francisco Serrano y Arnulfo R. Gómez. El general Villarreal al llegar a Cuernavaca, se informó del lugar donde se hospedaban Serrano y sus compañeros.

A Villarreal lo acompañaba un viejo telegrafista amigo suyo. Cuando se disponían a localizar a Serrano, el telegrafista le suplicó a Villarreal lo acompañara a saludar a un viejo amigo suyo en la oficina de telégrafos.

Al llegar, el general Villarreal se quedó en su coche, en tanto su amigo, el telegrafista entró a la oficina. Al estar allí oyó funcionar el aparato telegráfico y se enteró de que estaba trasmitiendo la orden para que el general Juan Domínguez, jefe de las operaciones en Morelos, procediera a la captura de Serrano y demás políticos que lo acompañaban.

Inmediatamente el telegrafista se fue al coche de Villarreal y le informó de lo que acaba de escuchar por el aparato telegráfico, y sin pérdida de tiempo, se fue, junto con Villarreal a localizar a Serrano para informarle de la orden que se acababa de trasmitir.

El general Villarreal llegó al hotel y se aproximó hasta la puerta de los billares, y llamando a uno de los ayudantes de Serrano le dijo:

- Dígale al general Serrano que tengo algo muy grave que comunicarle, que se acerque por acá ...

El ayudante fue a dar el recado a Serrano y éste le dijo:

- Dile a ese viejo que no se acerque ... que es mejor que se vaya.

El ayudante trasmitió a Villarreal la absurda respuesta del general Serrano, pero todavia aquél, con su lealtad de amigo. insistió:

- Dígale al general Serrano de mi parte, que de México acaban de dar orden de que lo aprehendan junto con todos los que lo acompañan; que tenga cuidado.

El general Villarreal, que había cumplido con su amigo. se retiró. Mientras tanto, el ayudante se acercó nuevamente al general Serrano y le dijo las palabras que acababa de escuchar de labios del general Villarreal, pero Serrano, muy ajeno al trágico fin que le esperaba, puso oídos sordos al oportuno aviso, y continuó entregado por entero a la partida de billar que jugaba con tres personas más de las que horas más tarde estarían junto a él, en un lecho de muerte.

Efectivamente, no pasaba ni una hora de esta escena, cuando fuertes contingentes militares cercaban el hotel Bellavista y penetraba hasta los billares el general Enrique Díaz, jefe de la guarnición de la plaza, quien desde luego, procedió a la captura del candidato presidencial y de sus catorce acompañantes, de los cuales, solamente por un milagro se salvó de morir el licenciado Francisco J. Santamaría, actual gobernador de Tabasco.

Del hotel Bellavista el general Serrano fue llevado a la guarnición de la plaza, en donde permaneció hasta como a las tres y media de la tarde del día tres de octubre de 1947 en que fueron sacados en camiones del correo y llevados a Huitzilac, donde recibió a los prisioneros el general Claudio Fox y el general Nazario Medina, con sumándose después la masacre.

(De la revista Jueves de Excelsior correspondiente al 8 de enero de 1948)
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