Indice de la edición cibernética Gandhi de Romain RollandCapítulo terceroCapítulo quintoBiblioteca Virtual Antorcha

Gandhi
Romain Rolland
Capítulo cuarto



Todo el año 1921, durante el que se acelera la acción, está lleno de incertidumbre y violentos choques. Gandhi no escapa a tales oscilaciones.

La revuelta fermenta, y las represiones brutales del gobierno precipitan su ritmo. Sangrientos mitines estallan en Malegaon, en el distrito de Nasik, y serios disturbios en Giridih, Behar.

A comienzos de mayo de 1921 prodúcense escenas más graves todavía en Asam: doce mil coolies abandonan su trabajo en las plantaciones de té, y son atacados en el éxodo por los Gourkhas, al servicio del gobierno.

Los empleados de ferrocarriles y embarcaciones de la Bengala oriental se declaran en huelga completa durante dos meses, en señal de protesta: Gandhi se esfuerza todavía pqr desempeñar el papel de conciliador, y en el mes de mayo mantiene una larga entrevista con el virrey, lord Reading. Le ofrece su mediación ante los hermanqs Alí, acusados de pronunciar discursos que incitan a la violencia, y obtiene de sus amigos musulmanes la declaración formal de que jamás recurrirán a la violencia.

Mas con esto no se disminuye el vigor del movimiento, y el elemento musulmán de la India sigue tomando las iniciativas más atrevidas.

El 8 de julio, en Karachi, la Conferencia del Khilafat de toda la India reitera las reclamaciones del Islam, declarando ilegal para un musulmán servir en el ejército o ayudar en el reclutamiento, y amenazando al gobierno inglés de que si combate al gobierno de Angora, éste habrá de proclamar en la sesión de fin de año del Congreso de toda la India, la Desobediencia Civil y la República Hindú.

El 28 de julio, el Comité del Congreso de toda la India, reunido en Bombay (primer Comité elegido después de la nueva Constitución), declara que el deber de todos es el de boicotear al príncipe de Gales, cuya llegada se halla próxima- decide el boicot más absoluto de todos los tejidos extranjeros antes del 30 de setiembre-, recomienda y proporciona estatutos para el hilado y tejido nacional, estimula la campaña contra las bebidas, sin tomar en cuenta la protección de que es objeto por parte del gobierno. No obstante, más prudente que los musulmanes del Khilafat, lamenta los desórdenes y no aconseja, por el momento, la Desobediencia Civil, al mismo tiempo que extiende la propaganda de la No-violencia.

En agosto se desencadena una brutal revuelta de Moplahs, que dura varios meses. Gandhi, junto a Maulana Mohamed Alí, quiere viajar de Calcuta a Malabar, con el propósito de pacificarla. Pero el gobierno no lo permite, y hace arrestar, en septiembre de ese año, a Maulana Mohamed Alí, a su hermano Maulana Shaukat Alí y a varios personajes musulmanes, pdr haber votado la propuesta de Desobediencia Civil en la Conferencia del Khilafat.

La réplica inmediata del Comité Central del Khilafat, en Delhi, es repetir la resolución anterior, reafirmándola luego enérgicamente en centenares de reuniones.

El 4 de octubre, Gandhi se declara solidario con sus hermanos musulmanes. Y con cincuenta miembros destacados del Comité, publica un manifiesto que reivindica el derecho de todo ciudadano de expresar su opinión sobre la No-participación en el gobierno, afirmando que es inconveniente para todo hindú servir a un gobierno que ha causado la degradación moral, económica y política de la India, sea como funcionario civil o como soldado, y proclamando el deber de cada uno de separarse de dicho gobierno.

El proceso de los hermanos Alí tiene lugar en Karachi. Son condenados, junto a sus compañeros, a dos años de prisión rigurosa.

La India responde con más vigor que nunca. El manifiesto de Gandhi es ratificado el 4 de noviembre por el Comité del Congreso de toda la India, en Delhi. El Comité toma, pues, la medida decisiva; autoriza a cada provincia, bajo su propia responsabilidad, a emprender la Desobediencia Civil, incluyendo en ella la negativa a pagar impuestos. Establece como condición que los Resistentes hagan acto de adhesión absoluta al programa del Swadeshi y la No-cooperación, incluyendo el hilado a mano y el compromiso esencial de la No-violencia. Se esfuerza asimismo, bajo la dirección de Gandhi, de conciliar la revuelta con la disciplina y la ley de sacrificio. Y para destacar este aspecto, advierte a los Resistentes civiles y a sus familias que no deben contar con la ayuda pecuniaria del Congreso.

Iba a comenzar la Gran Desobediencia, cuando el 17 de noviembre desembarcó el príncipe de Gales en Bombay. La orden del boicot fue cumplida por la clase media e inferior, mientras que los ricos, los Parsis y las personalidades oficiales no la tuvieron en cuenta. La población se enfureció, por consiguiente, y el tumulto se extendió rápidamente; hubo casas saqueadas, heridos, muertos, y ni las mujeres escaparon con bien del furor popular. Fue la única expansión brutal, en toda la India, ya que con esa excepción, el Hartal prescripto (la huelga solemne) fue cumplida religiosamente, en paz, sin incidentes.

No obstante, Gandhi sintióse traspasado por una flecha, para emplear sus propias palabras, donde se vio aclamado por los amotinados, cosa que agravó su vergüenza. Apostrofó duramente a la multitud, instándola a dispersarse. Les dice que los Parsis tienen todo el derecho de festejar al príncipe si así lo desean, y que nada podía excusar las indignas violencias cometidas.

La multitud calla; mas poco después vuelve a encenderse su encono; los peores elementos habían aflorado para la ocasión, y veinte mil hombres sublevados no habían de dejarse convencer por la razón.

No obstante, la revuelta mantúvose circunscripta, y la menor de nuestras jornadas revolucionarias en Europa ha causado más estragos. Gandhi lanza a los ciudadanos de Bombay y a los no-cooperacionistas desolados llamados que la prensa reproduce. Declara que semejantes escenas harán imposible la Desobediencia civil en masa, tal como él proyectara, y suspende, por lo tanto, la orden. A fin de castigarse á sí mismo por las violencias de los demás, se impone un ayuno religioso de cinco días (1).

Los europeos de la India estaban menos alarmados por los motines de Bombay que por la unanimidad del silencioso Hartal de toda la India, y fueron ellos los que instaron al virrey a reaccionar. Una serie de violentas medidas que no guardaban respeto alguno por la legalidad, fueron tomadas por los gobiernos provinciales. Volvió a salir a la luz una vieja ley de 1908, contra los anarquistas y las sociedades secretas; se la utilizó esta vez contra las asociaciones de voluntarios de Congreso y del Khilafat. Miles de arrestos se efectuaron en pocos días.

En réplica, millares de nuevos voluntarios se inscribieron en listas públicas. Los Comités provinciales recibieron orden de organizar tropas de voluntarios y de imponerles una disciplina uniforme. Un Hartal fue decidido para el día 24 de diciembre, día de visita del príncipe a Calcuta. y ese día el príncipe hubo de recorrer una Calcuta desierta.

En aquellas jornadas, en que parecía gestarse la Revolución, abrióse en Ahmedabad el Congreso Nacional de toda la India. Tuvo la solemnidad conmovedora de los Estados Generales de 1789. Acababa de ser encarcelado el presidente. Las disensiones fueron mínimas. El Congreso reafirmó la doctrina de la No-cooperación, invitó a todos los ciudadanos a ofrecerse como voluntarios a fin de ser arrestados, instó al pueblo de la India a congregarse en mitines, proclamó su fe en la Desobediencia Civil, igual en fuerza y superior en humanidad a la rebelión armada; aconsejó, finalmente, organizar dicha Desobediencia, de mismo modo que la masa fuera iniciada convenientemente en los métodos de la No-violencia.

En previsión de que la mayoría de los miembros del Congreso serían arrestados a la salida de la sesi6n, éste delegó en Gandhi todos sus poderes, de hecho la dictadura, con la facultad de elegir sucesor, dejándolo así convertido en el único jeie de la política hindú, bajo la sola reserva de no modificar el Credo nacional y no firmar paz alguna con el gobierno sin el asentimiento del Comité del Congreso.

Una fracción de dicha Asamblea había presentado moción tendiendo a la acción violenta, a fin de establecer a la mayor brevedad la independencia completa de la India, pero se vio rechazada por la mayoría, fiel a los principios de Gandhi.

Las semanas que siguieron pusieron de manifiesto el entusiasmo religioso que se había apoderado de la India. 40.000 hombres y mujeres ofrecíanse voluntariamente para ser encarcelados.

Y detrás de ellos, millares de otra gente se ponían de pie, aguardando el turno de afirmar ellos también su convicción. Otra vez, Gandhi sintióse dispuesto a lanzar la señal para la Desobediencia Civil en masa.

La señal debía ser dada por una ciudad modelo, en la que su pensamiento había siempre encontrado tierra de elección: Bardoli, en la provincia de Bombay (2).

Gandhi la anuncia al virrey por carta pública, de fecha 9 de febrero de 1922, cortés por una parte, pero formal declaración de guerra por la otra. Él es, dice allí, jefe responsable del movimiento. Bardoli será la primera unidad de la revuelta en masa de toda la India contra el gobierno, que ha atentado brutalmente contra la libertad de palabra, de asociación y de prensa.

Gandhi acuerda siete días al virrey Reading para enmendar su política, pues, de lo contrario, la orden queda dada: la rebelión habrá de comenzar (3).

La carta al virrey acababa de partir, cuando un drama, más sangriento todavía que los precedentes, producíase en Chauri-Chaura, distrito de Gorakhpur.

En el curso de una procesión, fuerzas policiales habían atacado a la multitud. Atacados a su vez, habían abierto fuego, para refugiarse luego en la Thana (4), que el populacho, enardecido, había incendiado.

En vano los asediados imploraron perdón de sus vidas, siendo masacrados y quemados. La provocación, había partido de las víctimas, y ningún voluntario de la No-cooperación había participado en el atentado. Gandhi tenía, pues, el derecho de deslindar responsabilidades.

Mas habíase convertido en verdadera conciencia de la India. El crimen de un solo hindú lo manchaba también a él. Cargó sobre sí todos los pecados de su pueblo. Y fue tan desgarrante su dolor, que estando, sobre la hora señalada, volvió a dilatar por segunda vez el movimiento que acababa de decretar.

La situación resultaba mucho más penosa, esta vez, que después de los acontecimientos de Bombay. Pocos días antes había enviado su ultimátum al virrey. ¿Cómo retirarlo sin caer en el ridículo? El orgullo, Satán, como él decía, se lo impedía. Razón de más para que se decidiera a ello.

El 16 de febrero de 1922 aparecía en Young India uno de los documeñtos más extraordinarios de esta vida (5), su Mea Culpa, su Confesión pública. Del fondo de su mortificación, la primera palabra que surge es de júbilo para agradecer a Dios el haberlo humillado:

Dios ha sido pródigo conmigo en bondad. (God has been abundantly kind to me.) Por tercera vez me ha advertido que la India no posee todavía esa atmósfera de No-violencia y Verdad que puede, y que sólo por ella debe justificar la Desobediencia Civil en masa, la única digna de ser llamada civil, es decir, dulce, humilde, sabia, voluntaria y por ende amorosa, jamás criminal ni cebada en el odio. Él me lo advirtió, por primera vez, en 1919, cuando comenzó la agitación contra el Acta Rowlatt. Ahmedabad, Viramgam y Kheda han errado. Amritsar y Kasur han errado. He vuelto sobre mis pasos, he llamado a mi equivocación falta de cálculo himalayo, me he humillado ante Dios y ante los hombres, he detenido no sólo la Desobediencia Civil en masa, sino la mía ... La segunda vez fue por los acontecimientos de Bombay. Dios me hizo de ellos testigo ocular ... Detuve la Desobediencia en masa, que debía comenzar en Bardoli. La humillación fue más grande, pero me ha hecho bien. Estoy seguro de que la nación ha ganado con ese retardo: de este modo, la India ha seguido siendo la representante de la Verdad y la No-violencia. Pero la humillación más amarga es la del día de hoy ... Dios ha hablado claramente por boca de Chauri-Chaura ... En la hora en que la India pretendía subir al trono de la libertad por la No-violencia, la violencia del populacho es un triste augurio ... Es preciso un control de los no-cooperacionistas sobre la violencia del país. Y ello no será posible hasta que los hooligans (hombres sin voto) de la India hayan aprendido a dominarse ...

Reúne entonces, el 13 de febrero, en Bardoli, al Comité de acción del Congreso, y le expone su tribulación. Muchos de sus colegas no están de acuerdo con él. Pero ha sido bendecido por el cielo -les dice- por haber hallado en ellos tanta indulgencia y tanta consideración. Comprenden sus escrúpulos y consienten, a instancias de Gandhi, en suspender la Desobediencia Civil, invitando a todas las organizaciones a crear una atmósfera de No-violencia.

Yo sé que esto parecerá política escasamente cuerda; pero esto es razonable, según la religión. El país habrá ganado por mi humillación y por la confesión de mi error. La única virtud a la cual aspiro es la Verdad y la No-violencia. No pretendo en absoluto poseer facultades sobrehumanas. Ni me preocupa tampoco. Llevo la misma carne corruptible que el más débil de los hombres, y también estoy expuesto al error. Mis servicios tienen muchas limitaciones; pero Dios, hasta aquí, los ha bendecido, a pesar de las imperfecciones ... La confesión del error es un escobazo ... Me siento más fuerte porque me he confesado, y la masa habrá de ganar, por el hecho mismo de retardarse. Jamás hombre alguno ha alcanzado el fin propuesto persistiendo en desviarse del camino recto ... Se me alega que el crimen de Chauri-Chaura no tiene nada que ver con la acción proyectada en Bardoli. No lo dudo. El pueblo de Bardoli es, a mi entender, el más pacífico de la India ... Un grano de arsénico en un cántaro de leche, la envenena ... Chauri-Chaura es un veneno fatal. Y no es único ni aislado. Es un síntoma agravado de violencias populares en estado esporádico, que estallan aquí y allá ... La verdadera Desobediencia Civil no comporta ninguna excitación. Es una preparación al sufrimiento silencioso. Su efecto es maravilloso, aunque dulce e imperceptible ... La tragedia de Chauri-Chaura es el dedo indicador de nuestra ruta. Si no queremos que la violencia surja de la No-violencia, debemos volver apresuradamente sobre nuestros pasos, restablecer una atmósfera de calma y no pensar en dar comienzo a la Desobediencia en masa antes de estar seguros de que la paz será conservada, a pesar de todo ... ¡Que el adversario nos acuse de cobardía! Más vale ser juzgado mal que traicionar a Dios ...

Y el apóstol desea expiar la sangre que otros han derramado:

Debo someterme a una purificación personal. Debo ponerme en estado de registrar mejor la más ligera variación de la atmósfera moral que me circunda (6). Mis plegarias deben expresar más verdad y humildad. Nada más purificante que el verdadero ayuno, para obtener la expresión más completa de uno mismo, el dominio del espíritu sobre la carne ...

Decreta para sí, públicamente, un ayuno continuado de cinco días. ¡Que nadie lo imite! Sólo él debe castigarse. Ha sido un cirujano torpe, y le es preciso, o bien abdicar, o bien adquirir una experiencia más sólida. Su ayuno es, pues, a la vez, penitencia y castigo, por él y por aquellos que participaron en Chauri-Chaura, que han pecado quizás con el nombre de Gandhi en los labios. Gandhi desearía sufrir él solo por todos ellos; pero les aconseja sometimiento al gobierno y confesión de sus culpas. Con su proceder han hecho un terrible mal a la causa que deseaban servir.

Yo quisiera sufrir todas las humillaciones, todas las torturas, el ostracismo absoluto, y la misma muerte, por evitar que nuestro movimiento se torne violento o precursor de la violencia ...

La historia de la conciencia humana cuenta con pocas páginas tan elevadas. El valor moral de semejante acto es excepcional. Pero como acto político es desconcertante. El propio Gandhi reconoce que se le puede juzgar políticamente absurdo y poco cuerdo. Es peligroso concitar todos los resortes de un pueblo, hacerlo palpitar de ansiedad en el acto prescripto, alzar el brazo para dar la orden, y luego, cuando ya la formidable máquina se pone en marcha, detenerla por tercera vez. Se corre el riesgo de gastar sus resortes y de quebrar el entusiasmo.

Cuando se reúne en Delhi, el 24 de febrero de 1922, el Comité del Congreso, no es sin viva oposición que Gandhi consigue que se adopten las resoluciones tomadas el 13 en Bardoli. Manifestóse una escisión entre los no-cooperacionistas. Gandhi deseaba que antes de volver a ponerse en marcha, la organización se fortaleciera, y aportaba para ello un programa constructivo. Pero tales dilaciones irritaban aún más las opiniones, y se protestaba contra la suspensión de la orden alegándose que con ello se sofocaba el ardor del país. Un partido presentó votos de censura contra el Comité de Acción, pidiendo que sus órdenes fueran anuladas. Gandhi triunfó, sin embargo. Pero sufriendo profundamente. La misma mayoría que le seguía no le permitía ilusioparse. No la sentía sincera. Y más de uno que había votado por él, a espaldas suyas lo llamaba Dictador. Se sabía, en el fondo, desacorde con su país. Y así se lo dice, con su intrépida franqueza, el 2 de marzo de 1922:

Hay en la mayoría tantas corrientes ocultas de violencia, conscientes o inconscientes, que he rogado por una derrota desastrosa. Yo siempre he estado en minoría. En Sudáfrica comencé con unanimidad, descendí luego a una minoría de sesenta y cuatro y hasta de dieciséis, para subir luego a una enorme mayoría. El mejor trabajo, y el más sólido, ha sido hecho en el desierto de la minoría ... Yo tengo miedo a la mayoría. Estoy asqueado de la adoración de la multitud carente de juicio. Sentiría el terreno más firme sobre mis pasos si ella escupiera sobre mí ... Un amigo me advirtió que no debía explotar mi dictadura ... Lejos de haberla explotado, me pregunto si no soy yo el que se deja explotar. Confieso que le siento terror, como jamás lo he sentido antes. Mi única salvación está en mi intrepidez. Y he advertido a mis amigos del Congreso que soy incorregible. Cada vez que el pueblo cometa errores, continuaré confesándolos. El único tirano que reconozco en este mundo es la queda vocecita (the still voice) que está dentro de nosotros. Y aunque debiera contar con una minoría de uno solo, tendría el coraje de ser esa minoría de uno solo, tendría el coraje de ser esa minoría desesperada. Es ése para mí el único partido sincero. Hoy día soy un hombre más triste y, quiero creerlo, más sabio. Veo que nuestra No-violencia se halla a flor de piel. Nos quema la indignación. El gobierno la alimenta con sus actos insensatos. Se diría casi que su deseo es el de ver el país cubierto de muertos, incendios y pillajes, a fin de justificar su pretensión de ser el único capaz de reprimirlos. Nuestra No-violencia me parece más debida a nuestra impotencia: como si dentro de nuestros corazones acariciáramos el deseo de vengarnos en cuanto tuviéramos la ocasión. ¿Acaso la No-violencia voluntaria puede surgir de esta No-violencia forzada de los débiles? ¿No es una experiencia inútil la que yo estoy tratando de realizar? ... Y si, cuando estallara el furor, ni uno solo quedara indemne, si la mano de cada uno se alzara sobre el prójimo, ¿de qué serviría entonces que yo ayune hasta la agonía, después de semejante desastre? ... Si no sois capaces de la No-violencia, adoptad lealmente la violencia. ¡Pero sin hipocresía! (7) La mayoría simula aceptar la No-violencia ... ¡Que conozca entonces su responsabilidad! Debe por el momento retardar la Desobediencia Civil e imponerse por ahora una obra constructiva ... de lo contrario, nos veremos ahogados en aguas cuya profundidad no suponemos siquiera ...

Y, volviéndose hacia la minoría, les dice:

¿Vosotros no queréis la No-violencia? ¡Salid del Congreso! ¡Formad un nuevo partido! ¡Enunciad públicamente vuestro Credo! ¡Y que el país elija entre ambos! ... ¡Pero nada de equívocos! ¡Sed francos! ...

Se descubre en estas fuertes palabras una amarga pero viril tristeza. Era la noche del Jardín de los Olivos. Gandhi iba a ser arrestado ... ¡Quién sabe si en el fondo de su corazón no acogiera este hecho como una liberación! ...

Se le esperaba desde hacía tiempo. Desde el 10 de noviembre de 1920 habíanse dispuesto todas las medidas, y Gandhi había dictado instrucciones al pueblo, para el día en que ya no estuviera con ellos (I am arrested). Volvió sobre ello, en un nuevo artículo del 9 de marzo del 1922, cuando la noticia de su arresto comenzó a difundirse. El no teme para nada -dice- las violencias del gobierno. Sólo teme una cosa, las violencias del pueblo. Por ellas se vería deshonrado. ¡Que el pueblo considere el día de mi arresto como un día de júbilo! El gobierno cree que Gandhi, en prisión, habrá terminado con el problema de la India. ¡Probadle lo contrario! ¡Que mida así la fuerza del pueblo!

El mejor homenaje que el pueblo puede rendirle es el de guardar una paz perfecta. Gandhi se sentiría humillado de pensar que el gobierno duda en arrestarle por temor a una sublevación sangrienta. Que el pueblo permanezca entonces en calma, que no suspenda su trabajo, que no se reúna ... Pero que los tribunales se cierren, que los servicios gubernativos sean abandonados, que se efectúe la deserción de las escuelas oficiales, que se ejecute integralmente, con orden y disciplina, el programa de la No-cooperación.

Si el pueblo actúa de este modo, tendrá la victoria. De lo contrario, será aplastado.

Habiendo dejado todo dispuesto, Gandhi regresa a su amado retiro, Ashram de Sabarmati, cerca de Ahmedabad, para aguardar allí, en el recogimiento, en medio de los amados discípulos, la llegada de quienes habían de arrestarlo. Aspira a la prisión. Cree que en su ausencia se manifestará mejor la fe de la India. Y él, halllará un reposo, que quizás merece ... (8)

La noche del 10 de marzo, poco después de la plegaria, llegó la policía. El Ashram había sido advertido de su llegada. El Mahatma entregóse a ellos. Camino de la prisión, le salió al paso Maulana Hasrat Mohani, su amigo mahometano, llegado desde lejos, justo a tiempo para darle un abrazo. Fue conducido a la cárcel, junto con el editor de Young India (9) Banker. Se dio permiso a su mujer para acompañarlo hasta el umbral de la celda.

El sábado 18 de marzo, a mediodía, abrióse el gran proceso, ante el juez de distrito y el Juzgado de Ahmedabad. Juez y acusado hicieron gala de caballeresca cortesía. Nunca Inglaterra manifestó en la lucha tanta magnánima imparcialidad. El juez, C. N. Broomsfield, compensó ese día no pocas faltas del gobierno. La narración del proceso, publicada por los amigos de Gandhi, fue reproducida en parte por la prensa europea, y sus ecos han llegado a Francia. Me limitaré, pues, a resumirlo.

¿Por qué se había decidido el gobierno a arrestar a Gandhi? Luego de haber titubeado por espacio de dos años, ¿cómo pudo elegir para dar la orden precisamente el momento en que el Mahatma acababa de refrenar la rebelión de su pueblo, cuando parecía ser la única barrera contra la vIolencia? ¿Era esto una aberración? O escondía el propósito de confirmar el terrible fracaso de Gandhi:

¡Se diría casi que el deseo del gobierno es el de ver el país cubierto de muertos, incendios y pillaje, para tener el pretexto de reprimirlos!

La situación es bien difícil, en realidad. El gobierno estima y teme a la vez a Gandhi. El Mahatma condena la violencia; pero su No-violencia es más revolucionaria que todas las violencias. En esos mismos días en que él se oponía a la Desobediencia Civil en masa, la víspera del Congreso de Delhi, el 23 de febrero, había publicado uno de los artículos más amenazantes para el poderío británico. Un insolente telegrama de lord Birkenhead y de M. Montagu acababa de vejar a la India (10). Gandhi, en un arranque de indignación, respondió al injuriante desafío:

Nada de compromisos con el Imperio, hasta tanto el león británico sacuda ante nuestra faz sus zarpas sangrientas ... El Imperio británico, construido sobre la explotación organizada de los pueblos físicamente más débiles de la tierra y sobre un armazón convencional de fuerza brutal, no puede durar, si hay un Dios justo que gobierne el universo. Es ya buena hora que el pueblo británico se dé cuenta de que el combate, empezado en 1920, es un combate hasta el fin, así dure un mes, un año, meses o años ... Yo ruego a Dios que dé a la India humildad y fuerzas suficientes para conservarse sin violencia hasta el fin. Pero someterse a tales insolentes desafíos es imposible ...

Era sobre este artículo, y sobre otros dos más recientes (11) en los que se fundaba la acusación.

Se inculpaba a Gandhi de haber provocado el desafecto, de haber excitado al odio y al desprecio por el gobierno de Su Majestad, establecido por las leyes.

No tenía defensor, y se declaró culpable de todos los cargos.

El abogado general, sir J. T. Strangman, de Bombay, sostenía que los tres artículos considerados en la acusación no eran aislados, sino que formaban parte de una campaña contra el gobierno en que desde hacía dos años estaba empeñado, probando esto por medio de citas. Reconocía las altas cualidades de Gandhi, pero el mal que tales escritos podían causar no dejaba de ser grave. Atribuía a Gandhi los hechos sangrientos de Bombay y Chauri-Chaura. No se dudaba de que Gandhi predicara la No-violencia, pero al mismo tiempo el desafecto. Era, pues, el responsable de las violencias populares.

Gandhi pidió la palabra.

Sus conflictos de conciencia, sus angustias, sus dudas de' las últimas semanas sobre la justicia de las decisiones que hubiera podido tomar y sobre las repercusiones que pudieran tener sobre la conciencia de su pueblo, habíanse disipado. Había reconquistado el dominio sereno de su alma. Aceptaba, pues, todo lo sucedido, y cuanto sucediera en el futuro, como una necesidad, que aunque podía ser lamentada por él, debía soportarla. Declaróse de acuerdo con el abogado general. ¡Sí, era responsable! Y por completo. Había predicado el desafecto desde mucho tiempo antes al que fijaba la acusación. Constituía para él una pasión. Tomaba sobre sí todas las culpas de los disturbios de Madrás, de los crímenes diabólicos de Chauri-Chaura, y de los insensatos ultrajes de Bombay ...

El abogado general tiene razón al decir que, como hombre responsable, que ha recibido una buena porción de educación, al igual que experiencia del mundo, yo hubiera debido saber las consecuencias de mis actos. Yo sabía que jugaba con fuego. He corrido el riesgo; y si me pusieran en libertad, volvería a empezar. He reflexionado maduramente estas últimas noches. He sentido esta mañana que no cumpliría con mi deber de no decir lo que estoy diciendo en este momento. Me he empeñado y sigo empeñado en evitar la violencia. La No-violencia es el primer artículo de mi fe, y el último. Pero debía elegir: o bien someterme a un sistema político que considero como causante de un mal irreparable a mi país, o bien correr el riesgo de ver desencadenado el furor insensato de mi pueblo cuando supiera de mis labios la verdad. Yo sé que mi pueblo se torna alocado a veces, y me enojo profundamente. Y es por eso que estoy aquí para someterme, no a un castigo leve, sino al más pesado. Yo no pido misericordia, no alego ninguna circunstancia atenuante. Estoy aquí para pedir y para aceptar gozoso la pena más alta que pueda infligirse por lo que, de acuerdo con la ley, es un crimen deliberado y que paréceme el primer deber de un ciudadano. ¡Jueces, podéis escoger: dimitid o castigadme! ...

Después de esta improvisación enérgica, donde se equilibran magníficamente los escrúpulos de una conciencia religiosa y la heroica firmeza del jefe político, Gandhi leyó una declaración escrita, dirigida al público de la India y de Inglaterra. Él les debe, expresaba, hacerles conocer por qué de cooperador leal y ferviente del régimen británico, se ha convertido en desafecto y no-cooperacionista intransigente. Reconstruye el cuadro de su vida pública desde 1893. Recuerda todo lo que ha debido sufrir, como hindú, a causa del sistema británico, sus esfuerzos de veinticinco años por mejorarlo, en la obstinada ilusión de que ello sería posible sin separar a la India del Imperio. Hasta 1919, a pesar de todos los sinsabores, ha defendido la cooperación. Mas ultrajes y vejámenes han sobrepasado la medida. Y el gobierno, en lugar de repararlos, en un supremo desafío a la conciencia de la India, ha rendido honores y otorgado pensiones a los culpables. El propio gobierno ha roto los lazos que lo unían a sus súbditos. Actualmente, Gandhi ha llegado a la convicción de que las reformas proyectadas por Inglaterra habrán de ser fatales para la India.

El gobierno reposa sobre lá explotación de las masas. La administración de la ley está prostituida al servicio del explotador. Un sistema sutil y eficaz de terrorismo ha envilecido al pueblo, enseñándole la simulación. La India está arruinada, hambrienta, degradada; y muchos han podido decir que antes de gobernarse por sí misma como Dominio, le serán precisas varias generaciones. Ninguno de los gobiernos que en el pasado han oprimido a la India, le han hecho tanto mal como Inglaterra. La No-cooperación con el crimen es un deber. Gandhi lo ha cumplido. Pero en lugar de hacer, como siempre, hasta ese momento, es decir, recurriendo a la violencia como supremo recurso, ha dado a su pueblo un arma soberana: la No-violencia.

Abrese aquí una caballeresca justa entre el juez Broomsfield y el Mahatma:

- Señor Gandhi: al reconocer los hechos, usted me ha facilitado mi tarea en cierta medida. Pero la determinación de una sentencia justa es una de las más difíciles tareas a que un juez se ve abocado ... Es imposible aparentar ignorar que es usted, a los ojos de millones de hombres, un gran jefe y un gran patriota. Hasta aquellos que difieren de Vos en política os consideran como hombre de alto ideal, de vida noble y hasta santa ... Pero mi deber es el de juzgaros solamente como hombre sujeto a la ley ... Hay probablemente pocas personas en la India que no lamentan sinceramente que hayáis hecho imposible a un gobierno el dejaros en libertad. Pero es así ... Trato de balancear lo que se os debe con el interés público ...

Cortésmente, consulta al acusado sobre la pena que podría serie infligida. Le propone el ejemplo de la sentencia pronunciada hace doce años antes contra Tilak: seis años de cárcel ...

- ¿No lo considera usted poco razonable? Si, a estar por los acontecimientos, fuera posible reducir esa condena, nadie se sentirá más feliz que yo ...

Gandhi no se queda atrás en cuanto a cortesía. Considera como el mayor honor ver asociado su nombre al de Tilak. La sentencia es la más leve que un juez puede infligir; y a lo largo de todo el proceso no cabía esperar mayores consideraciones (12).

El proceso ha terminado. Los amigos de Gandhi caen a sus pies, sollozando. El Mahatma, sonriendo, se aleja de ellos. Y la puerta de la prisión de Sabarmati se cierra a sus espaldas (13).



Notas

(1) El ayuno de 24 horas semanales es habitual en Gandhi.

(2) 140 poblados: 87.000 habitantes.

(3) Una nota del mismo día, aparecida en Young India, anuncia a la India este ultimátum, con mayor energía todavía. Si el virrey no responde, la orden es irrevocable. La Desobediencia Civil debe ser cumplida, a toda costa.

(4) El edificio de la Policía.

(5) El Crimen de Chauri-Chaura.

(6) Nótese la luz que arroja sobre el poder misterioso de este espíritu, en el cual se inscriben los estremecimientos de su pueblo.

(7) Era claro para Gandhi que una parte de esa mayoría que sostenía la No-violencia, no veía en ella, en secreto, más que un expediente político para enmascarar la preparación a la violencia. Hablaban dulcemente -decía Gandhi- de dar golpes no violentos. Gandhi apercibiase ahora del peligroso equívoco que Tagore notara hacia tiempo. Más duramente que Tagore lo denuncia en cuanto lo advierte.

(8) 8 de marzo de 1922.

(9) Es decir, el impresor-editor.

(10) Si la existencia de nuestro Imperio fuera puesta en juego; si se le impidiera al gobierno británico llenar sus responsabilidades para con la India, la India desafiará sin éxito al pueblo más resuelto del mundo, que respondería con todo el vigor necesario.

(11) Del 19 de septiembre y del 15 de diciembre de 1921. El primero, a propósito de la acusación contra los hermanos Alí; el segundo, en respuesta a un irritante discurso de lord Reading. Se encuentra en ambos la misma declaraci6n de guerra hasta el fin. Queremos obligar al gobierno a someterse a la voluntad del pueblo. No pedimos cuartel, ni lo esperamos ...

(12) Banker, que durante el proceso había seguido religiosamente el ejemplo del Mahatma y aprobado todas sus palabras, fue condenado a un año de prisión, con multa.

(13) La señora Kasturibai Gandhi anunció la sentencia a hombres y mujeres de la India, en mensaje muy digno, en el que los invitaba a concentrarse en la calma, sobre el programa constructivo de Gandhi. Gandhi no fue dejado en la prisión de Sabarmati, donde recibía un buen trato. Se lo transfirió a un lugar secreto, luego a Yeravda, cerca de Poona. Un relato de N. S. Hardiker, Gandhi en prisión (Unity, 18 de mayo de 1922), asegura que fue puesto bajo la reglamentación del preso común, sin ningún privilegio, y que su salud delicada sufrió por ello. Pero sabemos que posteriormente el régimen carcelario se hizo más humano, siéndole permitido leer y escribir. Por lo que me ha dicho C. F. Andrews, el Mahatma es feliz en la prisión; ha pedido a sus amigos que no lo vayan a visitar y respeten su soledad; se purifica, y ora, convencido de que esa es su acción más eficaz por la causa de la India. De hecho C. F. Andrews asegura que el partido gandhista ha ganado mucho con su encarcelamiento. La India cree en Gandhi, con más fervor que nunca; persiste en ver en él una encarnación del Shri-Krisna, que conforme a la leyenda, sufre victoriosamente la prueba de la prisión. Y Gandhi preso ha evitado, con más eficacia que estando en libertad, la explosión de la violencia cuyo peligro temía.
Indice de la edición cibernética Gandhi de Romain RollandCapítulo terceroCapítulo quintoBiblioteca Virtual Antorcha