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LA EPOPEYA DE LOS HERMANOS FLORES MAGÓN
1892-1912

VII



Dejemos al Partido Socialista de este país lamentar sus errores si aún le queda un átomo de vergüenza ya que no tiene ni siquiera el valor civil ni la honradez de repararlos y volvamos al curso de nuestra historia.

El 14 de junio de 1911 a eso de las 11 1/2 de la mañana, una horda de esbirros invadió las oficinas de Regeneración y después de arrestar a los compañeros Ricardo y Enrique Flores Magón, Librado Rivera y Anselmo L. Figueroa, se entregaron al saqueo más odioso que pueda imaginarse; no sólo en las oficinas del periódico, sino también en los cuartos interiores, habitación de la familia del compañero Rivera, sin preocuparse del espanto que su acto salvaje sembraba en las tiernas criaturas del camarada mencionado, y sin dar oídos a las protestas de su compañera contra el ultraje que cometían los esbirros pisoteando toda ley y violando lo sagrado del hogar.

El día anterior al arresto, en la noche, el que en una carta abierta publicaba días antes, llamaba a Ricardo hermano querido, el judas Juan Sarabia, decía a los compañeros Rivera y Figueroa, refiriéndose a los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano: puesto que Ricardo ha deshechado de plano las ofertas y proposiciones que yo y su hermano Jesús, hemos venido a hacerle de parte de Francisco I. Madero, y ustedes secundan en todo dicha resolución, yo les haré todo el mal posible.

La amenaza se cumplió; antes de transcurrir doce horas se llevó a cabo el asalto a las oficinas, relatado en el párrafo que antecede y fueron presos los miembros de la Junta, acusados como la vez anterior, de violar las leyes de neutralidad.

El tiempo transcurrido entre la conferencia habida entre los enviados de paz y el arresto de los miembros de la Junta, lo utilizaron los primeros en comunicarse con Madero, quien sabedor de la negativa de los segundos, pidió por telégrafo a los Estados Unidos el arresto de ellos con la acusación antes mencionada.

No fue la anterior la única vez que Madero intentó entrar en arreglos con los miembros de la Junta Organizadora del Partido Liberal Mexicano; varias se sucedieron, pero la más importante comisión fue desempeñada el 19 de octubre siguiente por Mother Jones, persona de gran reputación entre los trabajadores de los Estados Unidos, a quien comisionó Madero para hacerles grandes proposiciones a los compañeros de la Junta, principalmente al compañero Ricardo para que regresaran a México y se hiciera la paz desde luego. La negativa fue rotunda como todas las veces anteriores.

Por ser de oportunidad, a continuación reproducimos un artículo escrito por el compañero Ricardo refiriéndose a esta última comisión de paz y publicado dos días después de la entrevista con Mother Jones, en el número 60 de Regeneración, el sábado 21 de octubre de 1911.


¡PAZ! ¡PAZ!

¿Qué otra cosa quisiéramos los revolucionarios, si no paz? Pero no una paz inícua basada en la sumisión de los de abajo a todos los caprichos, a todas las explotaciones y a todos los abusos de los de arriba.

¡Sí; queremos paz! Pero la paz que resulta naturalmente, sin forzamientos, de la buena voluntad de todos los seres humanos de producir según sus fuerzas y aptitudes y de consumir según sus necesidades; la paz que nace del mutuo respeto; la paz fundada en la igualdad.

Esa paz natural es la que deseamos; no la paz artificial mantenida a punta de bayoneta.

¡Cuántas comisiones de paz han venido, por parte de Madero, a inducirnos a volver a México? Ya no llevamos la cuenta. La última estuvo antier en la noche en nuestras humildes oficinas. El fracaso de la anteriores comisiones no había desanimado a los señores del gobierno, como que a nuestra negativa de rendirnos, se cerraban detrás de nosotros las puertas de la cárcel. ¿Pero qué argumento es la cárcel para hombres convencidos de que obran bien?

La última comisión ha sido desempeñada por Mother Jones, persona bastante conocida en el movimiento unionista de los Estados Unidos. Tentadores fueron los ofrecimientos de libertad y de comodidades para nosotros; ¿pero qué gana la causa de los hambrientos con que nosotros tengamos libertad y panza llena?

Mi hermano Jesús y Madero están interesadisimos en que se haga la paz. Por que no ponen la tierra y todas las industrias en poder de los trabajadores para que éstos organicen la producción para la satisfacción de todas las necesidades y para el disfrute de todos los placeres sanos? ¿Por qué a nosotros se nos ofrecen comodidades y se deja a quince millones de seres humanos víctimas de la miseria, de la tiranía y la ignorancia?

No; no traicionaremos a nuestros hermanos los desheredados. Preferimos nuestra miseria al remordimiento de haber obrado mal; preferimos las inquietudes de nuestra vida de perseguidos a las delicias de una vida ociosa comprada con una traición; preferimos el presidio y la muerte a que alguien nos arroje con derecho a nuestro rostro estas palabras: ¡Judas!

Por la Junta

Ricardo Flores Magón

De Regeneración, N° 109 del sábado 28 de septiembre de 1912

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