Índice de La epopeya de los hermanos Flores Magón (1892-1912) de Autor anónimoSéptima parteBiblioteca Virtual Antorcha

LA EPOPEYA DE LOS HERMANOS FLORES MAGÓN
1892-1912

VIII



El día 25 de junio de 1912, al cabo de un año once días, tiempo empleado por las autoridades federales de Los Angeles, Cal., en la fabricación de una burdísima trama (farsa-proceso, como diría Ricardo Flores Magón) se efectuó el jurado durando tres semanas. El testimonio que sirvió de fundamento para condenar a Ricardo Flores Magón, Enrique Flores Magón, Anselmo L. Figueroa y Librado Rivera a 23 meses de presidio en la penitenciaria federal de McNeil Island, Wash., fue dado, como el inmenso número de trabajadores que asistió a las diligencias puede atestiguarlo, por individuos de la más baja especie pagados por el representante del gobierno de Madero, así como detectives pagados por el mismo, y también por aventureros chasqueados que fueron a México en busca de botín.

A los presos se les negó el uso de más de cuatro de los derechos que la misma ley concede a los acusados. De nada sirvieron las declaraciones espontáneas y sinceras de los poquísimos testigos a quienes se permitió declarar en su favor. De nada sirvió que el valiente libertario Jack R. Mosby, preso hasta la fecha por no haber querido declarar en contra de los acusados haya cruzado con el látigo de su verdad la cara siniestra del fiscal Robinson.

Este individuo -dijo Mosby señalando al fiscal con el índice- me ofreció, en presencia del abogado Willed Andrews (defensor de los acusados) y en presencia, también de Stwart, el representante del gobierno mexicano para perseguir a estos hombres, ponerme en libertad, si declaraba en contra de ellos y me dió su palabra de honor (?) de cumplir su promesa.

La consigna dictada por William H. Taft, Philander C. Knox y George Wickersham, favorecedores de Madero, se consumó a pesar de todo y los acusados fueron condenados. En la historia de la humanidad quedará grabada con caracteres indelebles esta gran injusticia.

Los acontecimientos se precipitan sin interrupción y a la fecha, no habiendo transcurrido más que noventa días ya puede verse que Madero está próximo a hundirse en el abismo más espantoso, no así el Partido Liberal Mexicano que camina de triunfo en triunfo y crece y se ensancha más y más a medida que transcurre el tiempo, a despecho de la plutocracia mexicana y americana para quienes resultan inútiles todos los obstáculos que pone a su paso.

Hoy ya nadie cree en la integridad de Madero; la paz inmediata que él prometió está muy lejos de hacerse y cada día se aleja más; de nada le sirve la ayuda del poderoso gobierno de los Estados Unidos que pone especial cuidado en que sus adversarios no obtengan armas; nada puede adelantar contra las huestes de los valientes guerrilleros que lo acosan, y las deudas con que día con día grava al país serán imposibles de pagarse.

Si por cualquiera circunstancia, el Partido Liberal Mexicano muriese, las huellas que dejaría serían imborrables. Con sus trabajos ha logrado poner en primera línea la cuestión capital de la tierra, cuya posesión conquistarán los desheredados mexicanos de un modo o de otro, ahora que dicho Partido ha logrado hacerles comprender que tienen derecho al producto íntegro de su trabajo, conocimientos que por cierto no tenían. La cosecha de esta siembra será lejana, pero sin duda alguna de óptimos frutos.

Otro de los triunfos del Partido Liberal Mexicano, importantísimo por cierto, es el interés que ha logrado despertar entre la gran raza latina, la que al presente tiene toda su atención puesta en la actitud asumida por los Estados Unidos, tanto en lo que se refiere a la intervención con que amenaza a los revolucionarios mexicanos, como en el trascendental asunto del canal de Panamá. Este concepto mío está fundado con hechos, no con palabras, porque para mí las palabras no significan nada; mi confianza se basa en los hechos efectuados que tengo a la vista, demostrados en los periódicos de cambio que han llegado a mi mesa de trabajo recientemente, ocupándose todos ellos de la revolución mexicana con sumo interés; el atado contiene los periódicos cuyo título doy a continuación:

De los Estados Unidos: The Agitator, Brazo y cerebro, Cerebro y fuerza, L´Era Nouva, Cultura Obrera, Volne Listy, El Internacional, Liberación, O Correio Portuguez, The New Times.

De Cuba: Tierra, Germinal, El Audaz.

De la Argentina: La Protesta, Acción Obrera, El Dolor Universal, La Antorcha, El Dolor Proletario, La Confederación.

De Uruguay: A prepararse, Organización Obrera, El Obrero Panadero, El Tirapié.

En Brasil: A Lanterna, La bataglia, A Guerra Social.

En Perú: La protesta.

En Inglaterra: Freedom, The Spirit of Revolt.

En Francia: Brisas Libertarias, Le Libertaire, Les Temps Nouveaux, Le Revolté, L´Alimentación Ouvriere.

En Puerto Rico: Nuevos Horizontes.

En España: Tierra y Libertad, La Voz del Obrero, El Trabajo, El Sindicalista, El Libertario, El Rayo, La Unión Ferroviaria, La Voz del Pueblo, La Lucha, Cultura Proletaria.

En Portugal: A Aurora, A Revolucao Social.

En Italia: L´Avenire Anárquico, L´Universita Populare, L´Avanti, Il Libertario.

En Suiza: La revolta.

He omitido los cambios alemanes y escandinavos, porque el compañero que entiende esos idiomas se los ha llevado.

Hay que notar que estos cambios abarcan una area enorme y en verdad constituyen una guerrilla literaria tan formidable o más que las guerrillas a quienes Madero inutilmente trata de hacer desaparecer. Si Regeneración muriese o fuese suprimido, sus escritores simplemente trasferirían sus actividades a otros periódicos en donde pudiesen continuar la misma obra.

También hay que fijarse en que la mayoría de los periódicos enumerados antes, están escritos en uno u otro de los idiomas latinos y por esta razón he dicho que el despertar del espíritu latino es una parte muy importante de la tarea del Partido Liberal Mexicano. Muchos de ellos tienen títulos revolucionarios, y la fuerza moral del grandioso movimiento mexicano es muy grande como lo prueba el despertar revolucionario de todo el mundo.

De Regeneración, N° 111 del sábado 12 de octubre de 1912

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