Indice de la edición cibernética La derecha radical en México. 1929 - 1949 de Hugh G. CampbellCapítulo quinto - El sinarquismo, 1941-1944BibliografíaBiblioteca Virtual Antorcha

La derecha radical en México.
1929-1949
Hugh G. Campbell
Capítulo sexto
La desintegración y decadencia del sinarquismo, 1944-1949



A. La separación de Abascal de la UNS

A mediados de abril de 1944, Abascal regresó a la capital mexicana y encendió la mecha que pondría fin al sinarquismo, e iniciaría una cadena de acontecimientos que transformarían la UNS, de la fuerza política más poderosa del país, en un pequeño grupo político, fragmentado, que había perdido toda su efectividad.

El sinarquismo había subsistido a las elecciones de 1940 gracias a que se conservó intacto su gran número de miembros, y a que las fuerzas que acabaron con el resto de las organizaciones de la derecha radical no disminuyeron el número de sus partidarios. Pero al poco tiempo de que Abascal fue sustituido en María Auxiliadora, el movimiento sufrió un creciente descenso en tamaño y fuerza.

Abascal regresó a la ciudad de México y se dedicó a sostener conversaciones con varios miembros del alto mando y del clero por casi un mes, durante el cual aquellos que se encontraban alarmados por el efecto de su separación del movimiento lograron mantenerlo tranquilo, aunque su presencia en México se conoció después de un par de semanas y empezaron a correr rumores de que posiblemente había abandonado la UNS (1). Finalmente fue incuestionable que no sería posible apaciguarlo de modo que no diera marcha atrás a la tendencia hacia la moderación adoptada por la organización. Así pues, la UNS anunció públicamente que Abascal había dejado su puesto en María Auxiliadora y renunciaba también a la vida pública para abrir una zapatería en Tacubaya (2).

Aparentemente el inodado resolvió no prestar atención a quienes deseaban suavizar el asunto de su separación del movimiento, porque al día siguiente concedió una larga entrevista al periódico conservador Novedades, en la cual denunció al sinarquismo de entonces como un fraude y detalló con amplitud sus razones para abandonarlo (3). Declaró que a pesar de abandonar el sinarquismo no renunciaba a la colonia María Auxiliadora, argumentando que había sido inducido a abandonarla porque Torres Bueno lo había decepcionado profundamente. Atacó en especial a éste y al comité nacional por haber fallado en su apoyo a la colonia, y afirmó que Torres Bueno había mentido al decirle que no tenían dinero cuando en realidad contaban con un tesoro de 18 000 pesos, que se habían negado a usar porque querían desacreditarlo (4).

Si bien Abascal atacó todos los aspectos de la tendencia moderada del sinarquismo desde que abandonó su dirección en 1941, escogió a Estados Unidos como blanco de su ira. Declaró que Torres Bueno había cometido la abominación de situar al cristianismo del pueblo mexicano al mismo nivel que el protestantismo norteamericano, sólo porque se había vendido a la embajada americana; y además, que el reconocimiento de México a la URSS en 1942 había sido meramente un truco yanqui.

Ahora el temor y el recelo no están dirigidos hacia la verdadera amenaza, la masonería norteamericana, sino que se han desviado hacia Oumansky (el famoso embajador soviético) y el comunismo (5).

La yanquifobia de Abascal no se limitaba al gobierno y al imperialismo norteamericanos, sino se extendía a todos los norteamericanos.

Estoy completamente seguro, con una seguridad moral, de que no existe un solo periodista norteamericano, ni siquiera un turista, que no esté totalmente controlado por su embajador, o que pueda estarlo en un momento dado. Hasta el católico norteamericano es por encima de todo un yanqui: desea que la iglesia católica mexicana triunfe, pero siguiendo sus métodos (6).

Abascal concluye su entrevista del 16 de mayo en Novedades haciendo a los sinarquistas un llamado a abandonar la UNS por constituir un fraude. El pueblo debe renunciar a lo que no es más que un simple engaño.

Poco después, inició una serie de artículos en la popular revista semanal Mañana la que, durante varios meses, publicó una relación detallada de sus denuncias al movimiento. Esto motivó que muchos de sus miembros perdieran interés en la organización y que pronto comenzaran a abandonarla en grandes cantidades (7). Además, Abascal contaba con un fuerte apoyo entre varios líderes de la organización que eran también de derecha. Al dejar aquél la organización, muchos se le unieron, entre ellos, importantes, Alfonso Trueba Olivares y Rubén Mendoza, quienes eran miembros recientes del comité nacional. José Trueba Olivares, superado en popularidad únicamente por Abascal entre el sector radical, abandonó también la organización durante este periodo. Como es natural, los dirigentes de la UNS estaban muy alarmados de que Abascal y/o sus seguidores intentaran realizar un golpe, con el cual les arrebatarían el control del movimiento. Al menos, les preocupaba el descenso en el número de miembros que evidentemente ocasionarían las denuncias. Aun antes de que el disidente recurriera a los medios masivos de información para manifestar su resentimiento, los dirigentes sinarquistas tomaron medidas para impedir dicha posibilidad.

A principios de abril se convocó a todos los jefes regionales a una reunión para analizar los problemas nacionales (8). En ella se acordaron los planes para enfrentarse a la amenaza.

A mediados de abril la sede envió un comunicado a todas las unidades con instrucciones de estar alertas para detectar impostores que quisieran pasar como representantes del liderazgo nacional.

Deben rechazar enérgicamente a todo el que pretenda ser enviado de la jerarquía y no se identifique plenamente (9).

El comunicado exhortaba a los seguidores del movimiento a tener confianza en el liderazgo presente y a mantener a toda costa la unidad y cohesión del movimiento (10).

La séptima Acta, celebración anual de la fundación de la UNS, se llevó a cabo en León el 21 de mayo. sólo cuatro días después de que Abascal iniciara su retahíla de ataques contra los dirigentes en su entrevista con Novedades el 17 de mayo, Manuel Torres Bueno, como jefe nacional, fue el principal orador en el acontecimiento. Aunque en su discurso mencionó los cargos que le imputaban, contestó secamente que los sinarquistas no debían estar en pugna con él porque eso sólo ayudaría a los enemigos de la UNS. Calificó de falsos los ataques y argumentó piadosamente que así como perdonamos a nuestros enemigos que nos persiguen, debemos perdonar también a los que están en el error (11).

Durante el verano de 1944, el gobierno mexicano reprimió severamente a la UNS, con intensidad sin precedentes, tomando en cuenta la época de Cárdenas. La organización fue empujada a la clandestinidad por varios meses. El motivo por el cual el gobierno decidió tomar esta medida no es del todo claro, pero es posible que haya sido para aprovechar la disensión de la organización. Por otro lado, pudo ser una maniobra para evitar una situación embarazosa para el gobierno: una qran huelga, En cualquier caso, la causa inmediata de la represión qubernamental fue la publicación de dos artículos en el órgano oficial de la UNS: El Sinarquista, publicados el 22 de junio de 1944 y que fueron considerados sediciosos.

Uno de ellos, intitulado Esto no es gobierno, decía que Avila Camacho había permitido que lo cercaran los intentos de sovietizar la nación, asentando que para el 5 de julio se tenía proyectada una huelga qeneral con el fin de evitarle tal peligro a la nación.

El otro artículo, El sinarquismo hace un llamado al ejército, era un llamado a los militares para alistarse y defender a la nación de la entrada del comunismo, prometiendo que cada soldado encontrará a un hermano entre los sinarquistas en su causa común (12).

Aunque México gozaba de amplia libertad de prensa, publicar un llamado directo al ejército para cualquier acción contraria al gobierno era pisar en terreno peligroso.

Existen dos explicaciones del porqué de la publicación de estos artículos. La presentada por los simpatizantes del sinarquismo asegura fue la acción independiente de un joven fanático sinarquista que temporalmente dirigía el periódico y sostiene que Juan Ignacio Padilla había jurado cumplir las órdenes dictadas por el consejo supremo de la UNS de abstenerse de publicar tales artículos. Prometió obedecer, pero no cumplió su juramento.

Poco antes, el consejo nabía asegurado a Avila Camacho que el sinarquismo cooperaría con él. Si esta explicación es correcta, es posible que cuando estos artículos se publicaron el presidente sólo pudo concluir que el control de la organización se escapaba de las manos a los dirigentes moderados. En consecuencia, decidió reprimir a la UNS (13).

Otra interpretación es que fue parte de una ofensiva general de los militantes moderados del movimiento para contrarrestar los cargos que Abascal imputaba a la organización sinarquista de haberse convertido, según él, en la sirvienta de Avila Camacho. Los artículos del 22 de junio no fueron una explosión repentina, al contrario formaron parte de una campaña que a principios de marzo el periódico había iniciado, y a partir de entonces en cada ejemplar anunciaba con grandes encabezados la inminencia de la entrada del comunismo.

Cada día es más evidente que existe un plan comunista que pretende apoderarse del poder en México por medio de un golpe de Estado (14).

Insinuaba que esa era la única razón por la que Oumansky estaba en México y que Cárdenas y Lombardo Toledano eran sus principales lugartenientes. En una junta secreta de algunos de los jefes, celebrada en León el 20 de mayo, se acordó emprender una ofensiva general para dar a la organización la apariencia de tener más vitalidad (15). Los mismos sinarquistas pueden haber estado planeando una huelga general durante ese tiempo. En Querétaro, en donde la Base controlaba el principal sindicato laboral, las autoridades federales tuvieron que sofocar una huelga general a finales de junio (16). Además existió un plan, que estuvo a punto de llevarse a cabo, para que los trabajadores postales realizaran una huelga espontánea (17).

Sin tomar en cuenta qué fue lo que suscitó la aparición de los artículos, inmediatamente después de su publicación el gobierno procedió a tomar medidas contra la UNS en base a que estaba realizando actividades subversivas y confabulaciones para derrocar al gobierno. El procurador general de la Federación prohibió las reuniones de la UNS en los ocho Estados centrales en donde ésta era más poderosa y prohibió la publicación de El Sinarquista (18).

Días más tarde, el gobierno extendió la prohibición de las reuniones sinarquistas a todos los Estados, y la policía federal invadió el cuartel general en la ciudad de México (19). Posteriormente se hicieron varias manifestaciones públicas para obtener el apoyo popular para la medida tomada por el presidente. La más aparatosa tuvo lugar el 9 de julio, cuando centenares de miembros de las organizaciones obreras y campesinas participaron en una manifestación presenciada por el primer mandatario desde el Palacio Nacional (20).

A mediados de 1944 el movimiento sinarquista se encontraba en plena confusión, Un gran número de sus líderes más populares habían roto relaciones con la organización, acompañados de una amarga tristeza. Semana tras semana Abascal entablaba controversias con los líderes del alto mando y con Torres Bueno en una revista de amplia circulación. Los criticaba por sus mentiras y cobardía anticristianas, y decía que la Unión Nacional Sinarquista no era una unión, ni era nacional, ni tampoco sinarquista (21).

Torres Bueno estaba por defenderse de estos cargos, cuando, después de julio, fue suprimida la publicación de El Sinarquista, órgano vital de la organización. Además, la prohibición gubernamental de las reuniones sinarquistas fue un serio obstáculo para refortalecerla e impedir su fragmentación.

En 1944 varios miembros del sector radical del movimiento hicieron un conato de golpe de Estado.

A principios de noviembre un grupo de disidentes, que empezaron a denominarse abascalistas, acudieron a una gran reunión en el cuartel general sinarquista, en donde manifestaron sus cargos en contra de Torres Bueno y de los líderes en funciones de la organización. Afirmaban que Torres Bueno había ocasionado las divisiones dentro de la UNS expulsando y calumniando a sus principales líderes, tales como Abascal; que había mostrado falta de valor al enfrentarse a la represión gubernamental de los meses anteriores; que había destruido la labor de más importancia que la UNS emprendiera: sus colonias; y que había malversado cerca de 20 000 pesos que usó para sobornar algunos jefes regionales para que lo apoyaran en la pugna con Abasca1 (22).

Después de violento debate los radicales fueron obligados por la fuerza a abandonar la reunión (23). Argumentaban que ellos eran representantes del consejo supremo de la Unión Nacional Sinarquista, y que como tales destituían a Torres Bueno como jefe nacional, y como él se negara a entregar la oficina, se le culpó de estar sublevándose. Este intento por querer ser reconocidos como representantes de la legítima autoridad de la UNS fue denunciado inmediatamente como falso por los partidarios de Torres Bueno (24).

Los rebeldes tuvieron una sorpresa cuando Abascal anunció que no apoyaría el golpe de Estado, mismo que para tener éxito debía ser encabezado por él, puesto que contaba con popularidad suficiente entre los jefes y miembros de la UNS para superar la fuerte presión de obediencia que se les habia infundido. Sin embargo, su devoción religiosa se impuso y rehusó entrar en estado de desobediencia ante la jerarquía oficial eclesiástica que entonces todavía apoyaba a Torres Bueno. En lugar de eso declaró:

... lo mejor que podemos hacer es no ocuparnos más de ella (la UNS), ni de actividades cívicas, porque es mejor dedicarnos exclusivamente a la acción católica, para ponernos, nosotros y los demás, bajo las órdenes de la jerarquía eclesiástica (25).

A pesar de estar decepcionado del sinarquismo, Abascal era todavía, y quizás más, un fanático católico. Así pues, ni siquiera los disidentes sinarquistas estaban de acuerdo en la manera de disentir. Poco más tarde, los que decían representar al consejo supremo abandonaron sus esfuerzos para derrocar a Torres Bueno; a cambio, muchos de ellos, incluyendo a los hermanos Trueba Olivares, regresaron a Guanajuato donde fundaron la Unión Cívica Leonesa (Esto es realmente un error. La Unión Cívica Leonesa, no fue fundada de esa manera. A este respecto, Véase, haciéndo click aquí, Cortés, Omar, Los trágicos sucesos de León, y el Congreso de la Federación Anarquista Mexicana, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, enero del 2011. Aclaración de Chantal López y Omar Cortés), que llegó a ser muy activa en la política estatal. Sin embargo, asi todos, disgustados, decidieron abandonar la política.

Por lo tanto, durante 1944 el movimiento sinarquista sufrió un cisma entre sus sectores radical y moderado, el cual se vio incrementado con la represión gubernamental al movimiento. El resultado fue desastroso: para finales del año se pudo decir que durante 1941 fue notable la fuerza y capacidad combativa que perdió la UNS; sus líderes perdieron prestigio y la organización su influencia sobre las masas (26).

B. La escisión de la UNS y la Base. 1945

La desintegración de la UNS no culminaría con la separación de Abascal y los radicales de la organización, ocurrida en 1944.

A principios del siguiente año surgió otro cisma que en ciertos aspectos resultó más serio que el anterior. Hasta ese momento el liderazgo secreto de la UNS, el alto mando de la Base, había podido mantener su control sobre la organización mediante la obediencia que le rendían sus dirigentes visibles; aunque en 1941 tuvo problemas para controlar a Abascal finalmente, después de muchas estratagemas, se le convenció de dejar su cargo de jefe máximo para entregarlo al aparentemente más dócil Torres Bueno. Sin embargo, en 1945 el alto mando se arrepentiría de haber seleccionado a Torres Bueno como sucesor cuando éste, descaradamente, los desobedeció y se erigió como el único líder de la organización.

El génesis de esta escisión se remonta a principios de 1944, cuando el liderazgo del movimiento se encontraba en caos, en virtud de los ataques mordaces de Abascal contra Torres Bueno. Como resultado de la pugna, Torres Bueno firmó su renuncia y la presentó al alto mando el 5 de marzo de 1944. La renuncia no fue ni aceptada ni rechazada por ellos, sino dejada pendiente con la esperanza de que el tiempo curaría las heridas (27). Pero durante los meses siguientes Torres Bueno comenzó a tomar decisiones unilateralmente, decisiones que habitualmente requerían la aprobación del alto mando. Un ejemplo de esto fue la campaña de militancia creciente que la UNS, debido a la disminución de miembros, emprendió durante 1944. En consecuencia de esto el gobierno empezó a reprimirla en junio y julio, como arriba se señala, y el alto mando se inquietó considerablemente.

Más importante aún, el alto mando se preocupó cuando empezaron a surgir rumores de que Torres Bueno incorporaría el sinarquismo a la política electoral (28).

Después de la represión gubernamental, Santacruz había iniciado conversaciones con Ávila Camacho y muchos otros mexicanos y norteamericanos, en las que les aseguraba que el sinarquismo no era subversivo y que no pretendía tener fuerza política. Por lo que, ¡El sinarquismo no iba a participar en la política electoral, sino que estaba dedicado a fundar escuelas, colonias agrícolas y a realizar trabajos religiosos! (29).

En octubre de 1944 el alto mando llevó el asunto a su punto culminante aceptando la renuncia de Torres Bueno formulada anteriormente (30). Éste rehusó entregar el poder y, de hecho, desafió al alto mando. Para desacreditarlo, Santacruz pidió a la jerarquía que lo denunciara, pero ésta se negó a condenarlo (31), ya que no quería verse involucrada ni por asomo con el sinarquismo. Torres Bueno comprendió que excepto por la posibilidad de que el alto mando convenciera a la jerarquía eclesiástica de censurarlo públicamente. sobre la UNS no tenía más poder que su contribución monetaria. Consiguió el apoyo del jefe de la Base en su estado natal -Guanajuato- un industrial acaudalado que temía que sus intereses peligraran por la política laboral oficial del sinarquismo (32).

Así pues, a fines de 1944 Torres Bueno consideró que de hecho no existía ninguna razón para seguir subordinado a la Base por lo que, en diciembre, informó a Santacruz y al alto mando que a partir de entonces la UNS sería totalmente independiente de ellos.

El alto mando observó esta medida como un acto de perfidia e inmediatamente se movilizó para resistirse. Consideraba a la UNS como parte inseparable de la Base, y cualquier intento de separarlos era para ellos abominable.

Por lo tanto, en febrero de 1945, el alto mando reunió a los jefes regionales que permanecían leales y eligió a Carlos Athié Carrasco jefe nacional de la UNS (33).

El nuevo líder era poco conocido entre la mayoría de los sinarquistas porque nunca había desempeñado un puesto de importancia. En cambio, había fungido como maestro de la escuela para jefes sinarquistas de la ciudad de México y era conocido casi exclusivamente por el círculo interno de la organización.

Ya que Manuel Torres Bueno continuó considerándose también jefe nacional, fueron dos las organizaciones que entonces se proclamaron sinarquistas auténticas. Esta partenogénesis del movimiento suscitó la confusa situación de la existencia de dos organizaciones con el mismo nombre. La Unión Nacional Sinarquista de Torres Bueno (UNS-MTB) pronto se convirtió en la más dominante de ambas, aunque antes que esto sucediera hubo fuerte lucha, en la que los dos grupos intentaron aniquilarse mutuamente, durante 1945~1946.Torres Bueno logró ahorcar al alto mando con su propia cuerda. Con el propósito de mantener el secreto de su existencia, el jefe nacional del sinarquismo fue colocado desde los comienzos del movimiento como líder absoluto de la organización, rindiéndole cuentas sólo supuestamente a Dios.

Cuando un nuevo jefe era nombrado, ostensiblemente se hacía por la voluntad del líder anterior quien, por razones de su exclusiva incumbencia, había decidido abandonar su puesto. Así, cuando Torres Bueno dio su golpe, el líder, tanto visible como verdadero del sinarquismo y casi dos tercios de los miembros y jefes locales o municipales decidieron seguirlo (34). Esto obedeció a que ni siquiera imaginaban la existencia de la Base y del alto mando a quienes Torres Bueno y los jefes de alto rango habían jurado lealtad. Al convertirse en sinarquistas prometieron obediencia al jefe nacional, y para ellos Athié Carrasco era el usurpador puesto que Torres Bueno no había renunciado a su cargo. Sin embargo, muchos jefes regionales que conocían las relaciones del sinarquismo con la Base, siguieron las órdenes del alto mando y apoyaron a Athié Carrasco, presuadiendo a muchos miles de sus seguidores personales de apoyar a la UNS de Carlos Athié Carrasco (UNS-CAC), así que desde sus inicios esta última fue un segmento formidable, si no mayoritario, del sinarquismo.

Las diferencias entre las dos facciones no sólo estaban fundadas en las ambiciones personales de Torres Bueno y sus deseos de integrar al sinarquismo a la política electoral, sino en una marcada división de sus respectivas ideologías. La orientación de la UNS-CAC era de rechazo a la política electoral, y a toda la política en general; esta facción se dedicó exclusivamente a resolver problemas sociales y económicos de las regiones rurales y llegó a ser particularmente activa en cuestiones tales como campañas de alfabetización y en el establecimiento de cooperativas de mercado (35). La UNS-CAC rechazaba por encima de todo cualquier tendencia de agitación o sublevación:

La UNS, hoy como siempre, condena la violencia y declara que cualquier levantamiento armado, especialmente en las circunstancias actuales, sería traicionar a la Patria (36).

En virtud del último cisma, el sinarquismo se encontró dividido en tres facciones principales. El segmento más extremista era el de Salvador Abascal, que se había separado de la organización principal en 1944. Este grupo se oponía a cualquier forma de arreglo con el gobierno mexicano y sostenía una forma de agitación y de oposición militante que continuamente estaba al borde de la rebelión armada.

La facción moderada era la encabezada por Torres Bueno, que evitaba cualquier forma de violencia y deseaba canalizar su oposición al gobierno ingresando a la política electoral.

El segmento más conservador era la recién formada UNS-CAC la cual, lej9s de estar en oposición al gobierno, abogaba, de hecho, por colaborar con éste en todos sus proyectos honorables y justos (37). Distinguiendo entre el gobierno, órgano permanente de autoridad, y la Revolución Mexicana, accidente transitorio de nuestra vida política (38).

La facción radical, que no controlaba ni la dirección nacional ni tampoco la Base, estaba en franca desventaja para poder dirigir al sinarquismo hacia el rumbo que deseaba. Aunque esta ala tenía mucho arrastre entre las masas, cuando Abascal se negó a encabezar su rebelión fue poco lo que les quedó por hacer a los demás líderes de esta facción excepto retirarse displicentemente del movimiento o mantenerse en secreto. Sin embargo, como antes se menciona, algunos de ellos trataron de formar una especie de sinarquismo propio, alegando que las diferencias no eran solamente de índole personal entre Abascal y el alto mando y Torres Bueno, sino que se extendían a los conceptos básicos del sinarquismo.

Al ocurrir la separación entre Torres Bueno y el alto mando, algunos de estos líderes radicales realizaron un último intento por recuperar el control del movimiento. Confiando en la popularidad de su actitud militante entre la mayoría de los miembros, declararon que las otras dos facciones eran ilegítimas y convocaron a una convención nacional de sinarquistas para elegir a los líderes que darían unidad a la organización. Resulta irónico que la facción ideológicamente más antidemocrática recurriera a este medio, democrático (39). Aun cuando esta proposición fue planteada por algunos de los líderes más destacados del sector radical, al no contar con el apoyo de Abascal no logró llegar a nada. Por tanto, durante 1945 y 1946 el centro de las actividades de la UNS estuvo en torno a la disensión entre la UNS-MTB y la UNS-CAC.

Inmediatamente después de romper relaciones con la Base, Torres Bueno comenzó a organizar la formación de su propio alto mando. Decía que el sistema de un liderazgo secreto no era malo en sí, pero que eran los individuos que entonces lo formaban quienes no funcionaban (40); y en virtud de que la persona de Torres Bueno era el blanco de los ataques, tanto de la UNS-CAC como de los radicales, consideró conveniente desde el punto de vista político renunciar a su cargo de jefe nacional con lo cual podría continuar controlando la UNS mediante su nuevo alto mando. De esta manera se previno para escapar a casi toda la crítica que formulaban, por un lado, la UNS-CAC que lo culpaba de haber violado sus votos de obediencia a la Base, y los radicales, que sostenían que había vendido al verdadero sinarquismo militante a cambio de ganancias personales. Con él entre bambalinas, su organización podía recuperar a algunos disidentes.

A la Octava Junta Anual del sinarquismo celebrada por la UNS-MTB en León el 20 de mayo de 1945, asistieron menos de 15 000 sinarquistas, lo que representó la asistencia más exigua desde la primera o segunda juntas celebradas. Se aprovechó la ocasión para anunciar que Torres Bueno abandonaba su cargo como jefe nacional para ser reemplazado por Gildardo González Sánchez, antiguo jefe de la región de Puebla (41). La única cualidad de González Sánchez para ocupar el cargo era su íntima amistad y ciega subordinación a Torres Bueno. Desempeñaría su puesto durante dos años que se caracterizaron exclusivamente por ser él el líder más gris que jamás tuviera la organización.

Durante el resto de 1945 las dos organizaciones sinarcas estaban ocupadas principalmente en formularse ataques y contraataques. La UNS-MTB condenaba en especial a Athié Carrasco, señalando que su mismo nombre implicaba un extranjerismo y que sus antecedentes revelaban que nunca había sido sinarquista. La UNS-CAC concentró sus críticas en las supuestas ambiciones electorales de sus hermanos equivocados. La primera replicaba sarcásticamente que Santacruz quería que la organización se transformara en un organismo de índole social exclusivamente, para dedicarse a la fundación de escuelas en todo el país y ayudar a los campesinos a cultivar mejor su maíz y a cuidar mejor sus gallinas. Sostenía que el sinarquismo no podía satisfacerse simplemente resolviendo problemas rurales, sino que tenía que buscar la solución de los problemas laborales, industriales y educativos, etc. (42).

La principal pugna entre ambos grupos era en torno al control de las publicaciones sinarquistas. A principios de 1945, las dos facciones publicaban un periódico de formato reducido. La primera continuó utilizando el nombre El Sinarquista, a pesar de estar prohibido por el gobierno, mientras que la UNS-CAC optó por una táctica menos arriesgada, dando a su periódico el nombre de Boletín de Información.

Al levantar el gobierno la prohibición de dicha publicación en junio de 1945, ambos grupos se precipitaron a publicar El Sinarquista en tamaño normal. Esta doble publicación, con el mismo nombre, se mantuvo durante año y medio en el que ambos periódicos sostuvieron una polémica, proclamando que el impostor era su rival.

Esto fue debatido amargamente por la facción de Torres Bueno, ya que el tan antiguamente establecido nombre del vocero de la organización, se consideraba un factor de suma importancia para dar la imagen de autenticidad (43).

La situación prevaleció durante más de un año, entablándose litigios antes que la Suprema Corte diera su veredicto: la UNS-CAC tenía derecho legal al nombre. Aunque esta decisión fue evidentemente del agrado del gobierno, ya que era este grupo el que menos problemas le ocasionaba. Para que recibiera el fallo a favor hubo una razón legal, ya que el nombre El Sinarquista estaba registrado por uno de los miembros del alto mando original, quien apoyaba a la UNS-CAC. Así, la UNS-MTB tuvo que renunciar al nombre.

A partir de diciembre de 1946, su periódico llevó por nombre Orden, apropiándose del nombre de la revista que la UNS había publicado durante 1942~1944.

Orden no ha cesado de publicarse hasta la fecha.

C. Partido Fuerza Popular

Desde sus orígenes, uno de los principales dogmas del sinarquismo había sido el de jamás constituir un partido político o participar en las elecciones en modo alguno. José Antonio Urquiza, a quien se atribuye la fundación del movimiento, declaró en su primero y único discurso escrito:

Nosotros no aspiramos a formar un partido electoral, misma palabra que implica un concepto de división. No integramos un partido y menos aún político (44).

Torres Bueno al tomar posesión de su cargo como jefe nacional en 1941, declaró que el sinarquismo nunca ha sido ni será un partido político ... (45). Durante muchos años, El Sinarquista tuvo dos pequeños apartados en ambos lados del título del diario, que asentaban: El sinarquismo no es un partido electoral ... y El sinarquismo no es una organización encaminada a obtener poder político ... Es una organización que lucha por restaurar el orden social en México, por destruir el liberalismo, la seudodemocracia y la anarquía.

En la séptima Acta, en 1944, Torres Bueno había reafirmado esta posición: porque en México no existe la democracia (46).

A pesar de las acusaciones por parte de la UNS-CAC, el año siguiente González Sánchez continuó esta política al entrar en funciones como jefe nacional, declarando terminantemente que la UNS no tenía ambiciones electorales (47).

Sin embargo, al cabo de un año, a principios de 1946, la corriente principal de lo que quedaba del movimiento sinarquista, el sector controlado por Torres Bueno, cumplió la profecía de la UNS-CAC y entró a la política electoral.

Torres Bueno propuso primero, en privado, la formación de un partido electoral a principios de 1944, lo que fue rotundamente rechazado por los radicales del movimiento, pues implicaba necesariamente hacerle ciertas concesiones al gobierno (48). Uno de los cargos que Abascal imputó a Torres Bueno cuando renunció era que pretendía convertir al sinarquismo en un partido político. Finalmente, en septiembre de 1945, cuando en todo el país se preparaban para las elecciones presidenciales de 1946, González Sánchez declaró que la UNS participaría en la campaña, aunque no especificó de qué manera (49).

Este nuevo punto de partida del sinarquismo fue justificado con el argumento de que la medida no era en realidad contraria a los principios sinarquistas, sino únicamente una evolución de los mismos, adaptada a las circunstancias políticas actuales (50). Más específicamente se declaró que la nueva ley electoral, que sería pronto puesta en vigor, reemplazando a la de 1918, daba posibilidades al sinarquismo de entrar en el escalafón electoral (51).

Finalmente, después de muchos alegatos y varios intentos frustrados, en febrero de 1946 se anunció que la UNS-MTB formaría su propio partido político y que presentaría sus candidatos para las elecciones de julio (52). El nombre de este nuevo partido sería Partido Fuerza Popular (PFP), y sería encabezado por José Valdez, eterno cohorte de Torres Bueno en la guerra de aniquilación mutua dentro del sinarquismo.

El asunto sobre si el partido apoyaría a un candidato para la presidencia fue aplazado hasta la celebración de la convención del partido (53). El 23 de marzo de 1946 se celebró la asamblea constitucional del PFP y se elaboró un programa (54).

Igual que en las elecciones de 1940, en las de 1946 hubo dos candidatos presidenciales de importancia, Miguel Alemán, que desempeñaba el cargo más alto en el gabinete de Avila Camacho, el de secretario de Gobernación, fue el candidato del PRI. Su oponente más fuerte resultó Ezequiel Padilla, secretario de Relaciones Exteriores, quien representaba a los elementos más conservadores del PRI. Eran conocidas sus íntimas relaciones con los Estados Unidos. Cuando se supo que Alemán recibiría la nominación, Padilla abandonó el PRI y fundó el Partido Democrático Mexicano para sostener su candidatura. Antes que se anunciara esto, había indicios de que la UNS-MTB le daría su apoyo (55). Sin embargo, durante los meses siguientes el gobierno empezó a neutralizar o bien a aliarse con los muchos sectores del ámbito político mexicano, como es costumbre antes de la elección presidencial, con objeto de asegurar el apoyo unánime al candidato oficial. Parte de esta práctica fue dar ciertas concesiones a los sinarquistas: su ayuda a los candidatos priístas a diversos cargos legislativos se traduciría en libertad absoluta para llevar a cabo sus campañas. Además, se les prometió alguna representación en el Congreso. Aunque no se les exigió apoyar al candidato oficial, en base a las concesiones recibidas tuvieron que acceder no postular a Padilla para presidente (56).

El PRI no deseaba que el PFP presentara candidato porque la UNS todavía representaba a la derecha radical y estaba dedicada, al menos en teoría, a derrocar a la Revolución Mexicana, la mismísima base del partido oficial. Por lo tanto, no se conformó con sólo evitar que Padilla recibiera el apoyo sinarquista, sino que se recurrió al expediente de poner en duda el derecho del PFP para registrarse legalmente. Así, cuando se cerró el periodo de registros el 7 de mayo, el PFP quedó fuera (57).

El procurador informó que el registro del partido había sido negado en virtud de que era un partido confesional y, por lo mismo, no elegible según el artículo 130 de la Constitución (58). Sin embargo, este revés aparentemente grave fue aceptado con serenidad poco característica por El Sinarquista (MTB) (59). Su confianza en que la justicia vencería se vio justificada cuando el 13 de mayo se anunció que el PFP, así como el Partido Comunista Mexicano, habían sido registrados gracias a una concesión especial del presidente. Esto ocurrió después de que el PFP aceptó hacer ciertos cambios menores a su programa, tales como exigir el respeto por el valor institucional del matrimonio en lugar de su valor religioso (60).

Con esta estratagema, el gobierno pudo manifestar su desdén por el antirrevolucionario sinarquismo, al tiempo que contrajo una alianza con éste para que le sirviera en la campaña presidencial, y por encima de todo, Avila Camacho quedó como un magistrado magnánimo y demócrata devoto por permitir que tanto la derecha radical como la izquierda radical participaran en las elecciones.

En las elecciones de 1946, el Partido Fuerza Popular no presentó una lista completa de candidatos. De hecho, sólo apoyó a seis hombres para los cincuenta y ocho asientos en el Senado y a treinta y ocho candidatos para los ciento cuarenta y siete escaños de la Cámara de Diputados; de este pequeño número, además, sólo cinco de los candidatos a senadores y treinta y uno de los aspirantes a diputados, pertenecían en realidad al PFP (61). Los demás eran candidatos del PAN apoyados también por los sinarquistas.

Aunque el sinarquismo se proclamaba como la organización política más poderosa en México, fue sólo en Guanajuato -su Estado natal- en donde sí presentó un programa completo para el Congreso Federal. Con anterioridad había evitado criticar o conceder al PAN, pero con su colaboración de 1946 la UNS elogió a su compañero de derecha (62).

En suma, las elecciones de 1946 fueron un desastre para el movimiento. Muchos miles más, del número ya menguante de sinarquistas, se decepcionaron con la repentina marcha atrás que significó participar en las elecciones. El hecho justificó las quejas del sector radical del movimiento en torno a que Torres Bueno se había vendido al gobierno; esto fue tan descarado que hasta un periódico aliado de la derecha radical secular declaró que la UNS reverenciaba al gobierno (63). Además, los resultados funestos parecieron reforzar la postura de la UNS-CAC de que el sinarquismo debía permanecer al margen de toda política, fuera ésta electoral o de cualquier otro tipo. Ni uno solo de los candidatos sinarquistas al Senado salió electo, y sólo uno de los propuestos para la Cámara de Diputados ganó el puesto. Sin embargo, incluso esta pequeña victoria se vio totalmente oscurecida cuando el diputado resultó ser una herramienta dócil del PRI, y antes de un año renunció a la UNS (64). Finalmente pasó a ser un empleado de alto rango en una oficina de gobierno (65).

D. El sinarquismo vuelve a la intransigencia. 1947

La UNS-MTB estaba sumamente decepcionada con los resultados de las elecciones de 1946 y volvió nuevamente a formular fuertes ataques al gobierno por permitir tales fraudes. Sin embargo, a diferencia de los años anteriores, su violencia fue atenuada con prudentes palabras para evitar toda agitación y actuar enteramente dentro de la ley (66).

A comienzos de 1947 Orden parecía haber olvidado la injusticia cometida en las elecciones y manifestó sus deseos de cooperar otra vez con el gobierno. Ese año atacó al ganado de México una epidemia de fiebre aftosa que amenazaba gravemente a la economía nacional, Orden emprendió entonces una campaña educativa en la que urgía a sus lectores a colaborar con el gobierno para combatir el peligro.

Aparte de esta cooperación en una cuestión de interés mutuo, la UNS-MTB se mostró bien dispuesta hacia el régimen de Miguel Alemán y, a pesar de criticar a algunos de sus consejeros, demostró gran simpatía hacia la persona del presidente, a quien retrataba corrigiendo los abusos en México, pero teniendo que superar los obstáculos que presentaban los líderes políticos locales y los funcionarios del PRI (67).

Después de su ruptura con el alto mando a fines de 1944, la UNS-MTB continuó la política que había caracterizado al sinarquismo desde 1941, y en especial desde principios de 1944, de amistad con Estados Unidos. Esta postura se hizo evidente en marzo de 1947, cuando el presidente Truman visitó México y la facción sinarquista de Torres Bueno le dio una cordial bienvenida y urgió al gobierno mexicano a adoptar la política de íntima amistad con Norteamérica (68).

En 1945, cuando Torres Bueno disputaba con el alto mando el control del sinarquismo, adoptó la estrategia de ganarse el apoyo de los jefes regionales, prometiéndoles mayor intervención en la dirección. En diciembre de 1946, durante la Séptima Junta Nacional de Jefes se aprobó un nuevo programa de estatutos generales para gobernar la UNS-MTB. El artículo más importante de los nuevos estatutos era el que estipulaba que el jefe nacional prestaría sus servicios por un periodo no mayor de dos años, y que su sucesor sería electo por una junta directiva integrada en su mayoría por jefes regionales (69). Por lo tanto, el sinarquismo abandonó la práctica del caudillismo que lo había caracterizado en sus años iniciales, y adoptó un sistema más democrático.

La mayoría de los líderes sinarquistas del sector radical habían permanecido en la organización después del desgajamiento de ésta, ocurrido en 1944. Esto obedeció bien a su lealtad hacia el jefe Torres Bueno, bien a sus deseos de continuar con la lucha. Sin embargo, estaban sumamente disgustados por la postura casi servil de la UNS hacia el gobierno en 1947. Además, muchos de los líderes que no se podían clasificar como pertenecientes a la facción radical del movimiento comenzaron a preocuparse porque Torres Bueno continuaba en la dirección secreta de la organización. Cuando este último rompió con el alto mando había declarado que el sistema de tener un liderazgo dividido en secreto y visible, era muy deficiente; pero había establecido su propio alto mando y continuado con esta impopular táctica.

Para 1947 los radicales estimaron conveniente y oportuno regresar a la política que había caracterizado al movimiento en sus días iniciales, o sea: una oposición intransigente hacia la Revolución Mexicana y el gobierno, y profesar una hispanidad exclusivista.

Una vez terminada la guerra, los radicales no se vieron obstaculizados por el llamado a la unidad nacional. Además, había insatisfacción en la organización en virtud de las elecciones de 1946; Torres Bueno se había vendido al gobierno y éste le había pagado con moneda falsa. Les había prometido a sus miembros que si el sinarquismo cooperaba con el gobierno y participaba en las elecciones ganaría una posición importante en el proceso político, misma que nunca habían alcanzado mediante su oposición intransigente. Pero sus promesas no habían sido cumplidas y como resultado la organización estaba naturalmente desilusionada.

Los argumentos de los radicales de la vieja guardia en torno a que las elecciones eran un fraude absoluto y que no existía nada en común entre el sinarquismo y el gobierno de la Revolución Mexicana se reafirmaron.

En abril de 1947, debido a todo lo anterior, la junta directiva se reunió para nombrar jefe nacional a Luis Martínez Narezo como sucesor de González Sánchez para el periodo 1947~1949. El nuevo jefe había sido por algún tiempo dirigente de la región de San Luis Potosí y era considerado miembro de la vieja guardia (70). Poco después de ser nombrado jefe nacional Martínez Narezo (el 23 de mayo de 1947), la organización experimentaría un cambio fundamental en su orientación.

Durante algunos meses esta transición no fue muy evidente, y no fue sino hasta una reunión decisiva de la junta directiva nacional celebrada en septiembre de 1947 que salió a la luz pública que el sinarquismo estaba sufriendo otro cisma. Sin embargo, inmediatamente después de asumir el mando de la organización, Martínez Narezo tomó medidas para volver a llevar a la organización a su prístina militancia.

Uno de los primeros indicios de esta nueva política apareció en Orden el 12 de junio de 1947 cuando, conmemorando el aniversario del sinarquismo, publicó varias declaraciones pronunciadas por sus antiguos líderes militantes, incluyendo las de José Trueba Olivares, Zermeño y Abascal.

Desde su resurgimiento en 1946, Orden no publicaba casi ninguna declaración de estos radicales del movimiento, oponentes acerbos de Torres Bueno. En el mes de junio se pudo predecir que la íntima colaboración establecida entre el sinarquismo y el gobierno estaba llegando a su fin; Orden publicó en primera plana una carta abierta en la que criticaba severamente la forma en que el gobierno manejaba la campaña antiaftosa, y sugería que la UNS dejara de cooperar con aquél (71).

Al mes siguiente, Martínez Narezo declaró que el sinarquismo entablaría una nueva y más vigorosa lucha contra el artículo 3° de la Constitución. La oposición sinarquista a la enmienda educacional había estado en suspenso desde principios de 1946, cuando se habían eliminado las estipulaciones menos gratas para los católicos. Resulta significativo que el nombre de Torres Bueno no apareciera conectado ni con la amenaza de retirarle al gobierno su apoyo en la lucha antiaftosa, ni con las maniobras para iniciar una campaña por un nuevo artículo 3°, lo que representó los primeros esfuerzos de los radicales, encabezados por Martínez Narezo, para arrebatar el control de la organización a Torres Bueno y_los moderados. Otro indicio del éxito alcanzado por Martínez Narezo en su lucha velada por conseguir el liderazgo de la organización fue que, a principios de agosto, logró colocar a uno de sus seguidores como director de Orden, proporcionando así a los radicales el control del principal instrumento de propaganda. El cambio se reflejó de inmediato, entre otras cosas, en el regreso al antiyanquismo en las noticias y editoriales del periódico (72).

En los primeros días de septiembre de 1947, Martínez Narezo decidió poner en duda todos los derechos de autoridad sobre la organización que ejercía Torres Bueno o su nuevo alto mando.

De acuerdo con los estatutos generales de 1946, la junta directiva era la autoridad suprema de la organización, y el 8 de septiembre Martínez Narezo convocó dicha junta a una reunión en donde los exhortó a escoger entre la aceptación de un liderazgo visible y su respectivo regreso a la intransigencia militante o bien a continuar bajo la dirección secreta de Torres Bueno y su política de relativa moderación.

Con la votación decisiva de 28-4 los radicales obtuvieron la victoria y Martínez Narezo fue apoyado por la junta directiva (73). Esa misma tarde, poco después de que Torres Bueno fuera depuesto por votación, Salvador Abascal, su eterno antagonista, fue invitado a dirigirse a la reunión. Abascal, con Torres Bueno ya destituido, aceptó la invitación y en un agitado episodio, la junta más apasionante que tuviera la organización, declaró que perdonaba a sus enemigos y que regresaba al sinarquismo pero que, sin embargo, en el futuro, aunque daría su apoyo moral al movimiento, no volvería a ser un militante activista, y que ahora correspondía a los líderes más jóvenes desempeñar esa misión.

Al mismo tiempo Manuel Zermeño, predecesor de Abascal como jefe nacional y también miembro del sector radical, se unió a la organización. El regreso de estos dos líderes populares reforzó la destitución de Torres Bueno y en el siguiente número de Orden se publicó en primera plana una gran fotografía de Martínez Narezo, haciendo hincapié en que ya no era él el único jefe de la organización, y concediéndole capital importancia al retorno de Abascal y Zermeño y a la nueva unidad que significaba para el movimiento (74).

Después de la reunión decisiva de la junta directiva nacional, el 8 de septiembre, Martínez Narezo comenzó a poner en práctica sus planes para rejuvenecer al sinarquismo infundiéndole un ímpetu nuevo de militancia. Sus esfuerzos recordaban un poco lo que Abascal había hecho por la organización en 1939~1940. Su primera gestión fue quitar de todos los puestos de autoridad dentro de la organización a los cohortes de Torres Bueno y a otros moderados, lo que realizó con prontitud (75).

Los miembros de la vieja guardia los sustituyeron en sus puestos, e incluso en noviembre Torres Bueno fue suprimido como colaborador de Orden.

En la Novena Junta de Jefes, celebrada en Córdoba del 11 al 14 de diciembre, a la que asistieron jefes de menor jerarquía que a la junta directiva nacional, se apoyó la nueva política de Martínez Nazero. Lograron que varios miembros de la vieja guardia, ex líderes de la Base, y otros superconservadores, apoyaran la entrada de los radicales. Abascal pronunció estas palabras en aquella reunión:

Los felicito por el nuevo rumbo que la organización ha tomado; es el mismo que tenía en sus comienzos (76).

Entre los oradores se encontraban José Vasconcelos, Jesús Guisa y Acevedo y Alfonso Junco, todos ellos conocidos clericalistas, ultraconservadores y acerbos defensores de la tan exclusivista hispanidad (77).

Como para confirmar el regreso del sinarquismo a la ideología que lo había caracterizado en sus primeros días, cuando estaba en estrecha alianza con la falange española, González Sánchez anunció que iba a realizar un largo viaje a España durante el cual pretendía estudiar la base social del régimen de Franco y la posibilidad de implantar un sistema similar en México (78).

Una de las evidencias más claras de la nueva intransigencia adoptada por el sinarquismo con Martínez Narezo fue su actitud hacia el presidente. Después de 1944 la UNS-MTB, aunque había continuado atacando la infiltración comunista en el gobierno, se inclinaba por lo general favorablemente hacia la persona del presidente, tanto Avila Camacho como Miguel Alemán. Cuando atacaban al gobierno libraban de toda culpa al mandatario, argumentando que los culpables eran quienes lo rodeaban, lo mal informaban y mal aconsejaban. Pero bajo Martínez Narezo los sinarquistas regresaron a su vieja postura de que el presidente, como jefe de la Revolución Mexicana era la fuente misma de todos los males. Alemán fue atacado por haber sido un imposicionista, haber fracasado en su labor por superar el bienestar de todo el país limitándose a conseguirlo para un pequeño grupo de jefes políticos que se hacían llamar pomposamente revolucionarios (79).

Una vez más, como en los días en que Abascal era su líder, el sinarquismo a pesar de proclamarse pacifista, estuvo a punto de un levantamiento armado:

En nuestra opinión, en la mayoría de los casos, una revolución armada engendra más males que los que existen sin ella (80).

No obstante, Orden continuaba diciendo que en virtud de la mala administración del gobierno, el país se encontraba al borde de una rebelión; declaraba que la UNS había hecho todo lo posible para evitar esta rebelión señalando al gobierno su error, pero como éste desconoció la advertencia, ahora tendría que sufrir las consecuencias.

Blanco de los ataques más frecuentes era la campaña para combatir la epidemia de fiebre aftosa que causó estragos en las regiones rurales de México a finales de la década de los cuarenta. El gobierno adoptó la práctica del Rifle sanitario, matar y enterrar a todos los animales contagiados. Como es natural, este miedo inquietaba a los ganaderos mexicanos ya que tenían que matar ganado aparentemente sano. El gobierno, empero, afirmaba que era necesario este método tan estricto para salvar millones de dólares de la industria ganadera mexicana (81). Los fuertes ataques sinarquistas a esa práctica gubernamental contribuyeron a aumentar la resistencia de granjeros y campesinos a los esfuerzos del gobierno (82). A veces era tal que los equipos de salubridad pública del gobierno caían en emboscadas y eran asesinados (83). Los gobiernos norteamericano y mexicano trabajaron muy estrechamente para combatir la epidemia y fue por consejo y con la ayuda de los expertos norteamericanos que se empleó el sistema del Rifle sanitario. Esto a la UNS motivo para poder atacar al gobierno mexicano, y al norteamericano, lo que encajaba perfectamente en su renovada actitud de hispanidad exclusivista y yanquifóbica.

La campaña del Rifle sanitario era considerada como un plan yanqui para acabar con ganado mexicano. Además de esta crítica a Estados Unidos, el regreso del sinarquismo a su política de intransigencia lo llevó en 1947 a atacar a Estados Unidos en cualquier ocasión. Casi todos los ejemplares de Orden contenían artículos criticando a los Estados Unidos en asuntos como la discriminación de mexicanos y nexicano~norteamericanos en Texas y el maltrato que recibían los braceros (84).

Los esfuerzos para establecer la Organización de Estados Americanos en la Conferencia de Bogotá en 1948, impulsados especialmente por Estados Unidos, fueron singularmente criticados argumentándose que era una táctica para someter a América Latina al status de colonias económicamente dependientes (85).

Uno de los resultados de la yanquifobia sinarquista fue volver hostiles aun a aquellos católicos norteamericanos que habían sido fieles amigos del movimiento desde 1941 (86).

En 1947 y 1948 los ataques de la UNS contra el gobierno aumentaron, y éste soportó el abuso sin tomar represalias. A medida que las elecciones de 1949 se acercaban se hizo cada vez más evidente que no se podría hacer un trato con el PFP, como en 1946. Los radicales al mando de la organización en 1948 no colaborarían con el gobierno. Fue entonces que éste aprovechó un acontecimiento ocurrido en diciembre de 1948 para quitarle al sinarquismo toda participación directa en las elecciones.

La última reunión de la Décima Junta Anual de Jefes de la UNS se llevó a cabo frente al monumento a Benito Juárez en la Alameda central de la ciudad de México. Juárez era el supervillano de la historia de México según los radicales sinarquistas. La mayoría de los oradores se dedicaron a vilipendiar al Anti-Cristo Juárez (87). Rubén Mangas Alfaro, jefe del Distrito Federal, expresó los sentimientos de la reunión cuando dijo:

El periodo denominado la Reforma (1857-1861) fue un periodo de vergüenza e ignominia, y este gran ladrón (Juárez) fue el causante de todas las cosas inmundas que ocurrieron en ese tiempo, puesto que se dedicó a robar iglesias (88).

Durante la tumultuosa reunión algunos sinarquistas se subieron al Hemiciclo a Juárez y le cubrieron la cabeza con una capucha negra. Antes de terminar la reunión, varios líderes sinarquistas fueron arrestados e interrogados por la policía, que después los dejó en libertad (89).

A esto siguieron una serie de acontecimientos típicos del método utilizado en la política mexicana para ganarse el apoyo popular a las acciones del gobierno; el presidente Alemán hizo constar que tenía buena disposición, pero se vio obligado a tomar represalias en contra de los sinarquistas por la presión arrolladora de la indignada población. El hecho de que el PRI resultara beneficiado políticamente con eso se olvidó con la cadena de acontecimientos que siguieron.

La profanación a Juárez levantó un gran clamor exigiendo represalias; se hicieron manifestaciones y se repartió propaganda desagraviando a Juárez y denigrando a los sacrílegos sinarquistas antirrevolucionarios (90).

Los sindicatos realizaron manifestaciones masivas; el Congreso aprobó la resolución de condenar a los sinarquistas y declarar el día de nacimiento de Juárez fiesta nacional. Muchos viejos revolucionarios se ofrecieron denunciar a los sinarquistas y exigir que tomaran represalias contra ellos: ¡Si a los ciudadanos de 1949 les asusta pelear, nosotros los viejos aún estamos vivos! (91).

Los sinarquistas difícilmente ayudaron a su causa al publicar una gran fotografía de la estatua de Juárez encapuchada en el primer número que apareció después del incidente, acompañada de injurias al héroe nacional.

A medida que la campaña antisinarquista fue creciendo, Orden, en lUgar de mostrarse arrepentido, o cuando menos atenuar el asunto, se dedicó a formular ataques cada vez más violentos en contra del gobierno y de Alemán (92).

Finalmente, el 28 de enero de 1949, el secretario de Gobernación Ruiz Cortines tomó medidas punitivas contra el sinarquismo. Aunque no procedió directamente contra la UNS, la orqanización que en realidad había perpetrado el atropello al hemiciclo a Juárez, se decretó Que el reqistro del Partido Fuerza Popular, brazo político del sinarquismo, sería cancelado. Esto lo justificó el secretario de Gobernación con la siguiente decIaración:

Las actividades antipatrióticas del Partido Fuerza Popular, su rarácter de partido confesional, su campaña de proselitismo basada en remover sentimientos religiosos, sus fervientes deseos de modificar la organización política del país mediante la violencia anhelando tiempos que definitivamente ya han terminado, y la similitud de su estructura con el fascismo, han sido confirmados innegablemente con los penosos incidentes ocurridos el 19 de diciembre en el Hemiciclo a Juárez en esta capital, perpetrados por el PFP y la UNS (93).

La cancelación del registro significó que el PFP no podría participar en las elecciones del Congreso en julio de 1949.

E. Decadencia de la derecha radical, 1944-1949

Hacia 1949 el sinarquismo se había convertido en una organización políticamente insignificante, integrada por un pequeño grupo de militantes fanáticos, sin contar con ayuda externa, y de una masa de campesinos que no era suficientemente numerosa como para constituir una amenaza de rebelión y con un partido fuera de funciones, ni siquiera representaba un grupo electoral efectivo.

A pesar de que la organización contaba todavía con más de 100 000 seguidores, era un simple vestigio de la fuerza otrora poderosa que tuvo incluso a finales de 1944. Los motivos de esta rápida decadencia en el curso de cinco años, 1944-1949, se pueden atribuir tanto a factores internos de la organización, como a ciertos factores externos. Las causas internas, los numerosos cismas y pugnas de aniquilación mutua dentro de la organización se acaban de describir. Pero tuvieron la misma importancia ciertos factores externos que pueden clasificarse en tres amplias categorías: políticos, económicos y religiosos.

La represión del gobierno sufrida por el sinarquismo en 1944 sirvió para obstaculizar los esfuerzos del liderazgo de la organización para cerrar la brecha ocasionada por la renuncia de Abascal a la UNS. La imposibilidad de celebrar reuniones públicas o de poner en circulación las publicaciones de la organización les impedía detener el gran número de disidentes que abandonaban el sinarquismo. Y, a principios de 1945, cuando comenzó a disminuir gradualmente la represión del gobierno sobre la organización, se hizo público que el movimiento atravesaba por otro cisma, aquel entre la UNS-CAC y la UNS-MTB. La primera era completamente apolítica y no puede considerarse como parte de la derecha radical; de haber sido la manifestación dominante del sinarquismo, la historia del movimiento como una parte de la derecha radical muy bien podría terminar en 1945.

Durante ese año la rama dominante del movimiento, la UNS-MTB, se comportaba dócilmente y se mostraba muy inclinada hacia el gobierno de Ávila Camacho. Los acontecimientos de aquel año casi no motivaron su ira. A principios de año, el doctor Jesús Guisa y Acevedo, íntimo colaborador de la UNS, declaró que el lenguaje del presidente en su mensaje de Año Nuevo era muy similar al de la encíclica Rerum novarum, y que los católicos podían percibir la doctrina de la Iglesia en sus palabras.

La muerte del famoso embajador soviético, Constantine Oumansky, ocurrida en un choque aéreo en 1945 y el enfriamiento de las relaciones oficiales mexicano~soviéticas debido a que ya no era necesaria la armonía de los tiempos de guerra, disminuyeron qradualmente los ataques formulados por la derecha radical en torno a que el gobierno tenía una fuerte influencia comunista. Esta tendencia se acentuó por la merma que sufrió la influencia de Vicente Lombardo Toledano en los círculos oficiales; y también porque Lázaro Cárdenas, el revolucionario más odiado por los sinarquistas, dejó su cargo de secretario de la Defensa y rompió relaciones oficiales con el gobierno. Incluso El Sinarquista informó esto sin rencor y hasta llegó a declarar que su labor como secretario de la Defensa fue discreta (94).

A principios de 1946 el partido oficial, el PRI, publicó el programa que seguiría el gobierno durante el periodo 1946-1952; fue considerablemente sobrio y moderado en lenguaje y tono, y estaba muy lejos del llamado revolucionario a las armas del Plan Sexenal de 1934, cuya realización había contribuido a la fundación del sinarquismo (95). La UNS no pudo encontrar casi nada que criticar al candidato oficial; Alemán resultó más conservador que Avila Camacho. La crítica que pudieran haber hecho fue silenciada por la conformidad con el acuerdo electoral de 1946. A pesar de haber sufrido una amarqa decepción inmediatamente después de los tristes resultados de las elecciones, la UNS recobró su optimismo cuando Alemán tomó posesión en diciembre.

El primer número de Orden, después del inaugural, subrayaba en su encabezado: Alemán incorpora a su gobierno las ideas sociales y políticas del sinarquismo.

Ya para principios de 1946 el sinarquismo había dejado, en realidad, de oponerse al gobierno. Con esta política de aprobación general al gobierno que prevaleció durante 1945-1947, la UNS-MTB perdió a miles de sus miembros. Existían motivos muy pobres ya fuera para atraer nuevos miembros o para que los antiguos continuaran perteneciendo a una orqanización de protesta que no protestaba. La mayoría de los líderes de la organización, al encontrar poca diferencia entre el sinarquismo de Torres Bueno y el PRI de Alemán, decidieron tomar en cuenta su propio beneficio y la oportunidad de alcanzar un ascenso personal que podían lograr los que se adherían al partido oficial.

Entre los que tomaron este camino se hallaban miembros de capital importancia del sinarqnismo, tales como Rodrigo Zermeño y Herculano Delgado, quienes fueron recompensados el primero con la presidencia municipal de León, y el segundo nombrándolo diputado federal de Guanajuato (96).

Por razones semejantes muchos miembros abandonaron el sinarquismo para unirse al relativamente opulento PAN, cuya ideología difería, en realidad, muy poco de la de la UNS-MTB, y que exigía mucho menos de parte de sus partidarios (97).

Orden, en particular después de las elecciones de 1946, se quejaba con frecuencia de que el PAN estaba reclutando miembros de la UNS y lo culpaba de piratería (98).

Otro factor de la decadencia del sinarquismo fueron cuestiones económicas. El grueso de sus miembros se componía de campesinos muy pobres y, por lo tanto, la mayor parte del financiamiento tenía que provenir de fuentes exteriores. Tal vez parte de estas fuentes fuera la Iglesia, y seguramente la mayor parte viniera de los hombres de negocios que simpatizaban con las actividades de la organización. Este dinero se canalizaba por medio de la Base, controlada por el alto mando, formado por hombres económicamente sólidos. Cuando a finales de 1944 la UNS experimentó su segundo cisma, naturalmente el clero ya no quiso contribuir con los, según ellos, renegados de la UNS-MTB; es probable que esto haya acabado con la confianza de los donantes seculares respecto al uso de sus contribuciones.

Otro motivo más importante para que terminara el apoyo financiero del sinarquismo fue la orientación crecientemente conservadora y a favor de las empresas que PRI y gobierno adoptaron. Esta tendencia fue especialmente pronunciada durante el régimen de Alemán que comenzó en diciembre de 1946. El gobierno de la Revolución Mexicana, que con Cárdenas se había dedicado a mejorar las condiciones de vida del proletariado y del campesinado mediante la lucha de clases, comenzó en ese entonces a buscar la cooperación más estrecha entre el gobierno y el capital privado, con objeto de industrializar lo más rápidamente al país. Como es natural, esta política fue aceptada con gran beneplácito por la mayoría de los contribuyentes potenciales del sinarquismo, y los motivó a no cooperar ya en absoluto con una organización que ostensiblemente estaba encaminada a derrocar al gobierno.

La política del régimen de Alemán hacia el proletariado fue señalada por el nuevo secretario del Trabajo, Andrés Serra Rojas, en la convención de la CTM:

... es indiscutible que el periodo de demagogia ha terminado y que el imperio de la justicia ha comenzado; los trabajadores y los capitalistas, más que nadie, están obligados a colaborar ... (99).

La nueva orientación del gobierno mexicano se puso de relieve en 1947, cuando Lombardo Toledano se vio obligado a dejar el PRI debido a sus diferencias con Miguel Alemán. En ese entonces declaró: El régimen del presidente Miguel Alemán ... representa un cambio completo de la política del régimen anterior ...; continuó diciendo que había sido antilaborista desde sus inicios y que había impedido ejercer el derecho de huelga con la amenaza de que declararía como ilegal cualquier paro. ¡Y poniendo en práctica esa amenaza! (100).

Quizá el más claro indicio del agotamiento de recursos financieros de los sinarquistas fuera la adulación que Alemán hacía de los industriales de Nuevo León, financieros tradicionales de la derecha radical en México. El apoyo que éstos prestaron a su gobierno llegó a tal punto que, para fines de su periodo, le pedían encarecidamente que se postulara para ser reelegido (101).

Aparte de todos estos factores que contribuyeron a la decadencia del sinarquismo, una causa más importante pertenecía, sin lugar a dudas, a cuestiones religiosas. El aspecto más fundamental, la mera esencia del sinarquismo, era su catolicismo; como tal, había sido fundado específicamente con el propósito de enfrentarse a la amenaza que constituía para la Iglesia la Revolución Mexicana en su fase más radical bajo Cárdenas.

Durante esa época, las relaciones Iglesia-Estado llegaron a un punto muy bajo, ya que las prácticas tradicionales de los católicos mexicanos fueron severamente restringidas y, más importante, las escuelas católicas fueron virtualmente abolidas.

En los últimos años del régimen de Avila Camacho, estas relaciones se habían modificado notablemente:

Aunque no se han realizado cambios a la Constitución que estipulen ciertas concesiones convenientes ... se ha concedido (a la Iglesia) una gran tolerancia, bajo el gobierno amistoso y humano del presidente Manuel Avila Camacho ... (102).

Se le permitió, cada vez con más frecuencia, celebrar congresos eucarísticos, acompañados de manifestaciones religiosas públicas (103). El 15 de octubre de 1945 se celebró una fiesta popular religiosa para conmemorar el 50 aniversario de la coronación de la Virgen de Guadalupe. La celebración alcanzó las proporciones de una orgía religiosa (104). Se permitió difundir por una red nacional de radio un mensaje especial del Papa relativo al asunto (105). Sin embargo, fue en la educación en donde se hicieron los progresos más grandes, especialmente en los últimos años de la administración de Avila Camacho.

En diciembre de 1945 se enmendó el Artículo 3° de la Constitución, aboliendo la educación socialista y permitiendo la educación privada en todos los niveles (106). Esto fue recibido con gran júbilo entre los sinarquistas: el arzobispo lo denominó ... un paso importante hacia la libertad (107).

Las relaciones cordiales fueron aún más lejos bajo el régimen de Miguel Alemán.

Dándose cuenta inteliqentemente de la inevitable y única influencia que el clero ejercía sobre el piadoso campesinado, él (Alemán) incorporó con agrado los servicios de aquéllos a sus esfuerzos para mejorar la agricultura, al éxito de la campaña contra la aftosa y a la celebración de la construcción de carreteras (108).

Además, el régimen de Alemán destinó diez millones de pesos para mejoras de la Basilica de Guadalupe (109). Fue en el área de la educación que la Iglesia alcanzó sus logros más importantes hacia fines de los años cuarenta.

Para 1950 había ochenta escuelas católicas solamente en la ciudad de México, y 2 000 estudiantes en treinta y cuatro seminarios a lo largo de todo el país (110).

Con el restablecimiento de la armonía entre Iglesia y Estado, que casi igualó la anterior a 1910, se comprende perfectamente la dirección moderada que dio a la UNS durante 1945~1947. Las organizaciones dedicadas a hacer triunfar la causa de la Iglesia encontraban cada vez menos motivos para oponerse al gobierno. Es igualmente evidente saber por qué, cuando los radicales se apoderaron del sinarquismo, no pudieron revivir la organización como fue su intención. Las circunstancias de 1947 eran sumamente diferentes de aquellas prevalecientes en 1937, ... la iglesia católica disfruta de mayor libertad, tanta como jamás había disfrutado desde la época del general Calles. La mayoría de las iglesias que estuvieron cerradas durante años, están ahora abiertas (111). Reconociendo esto último, la UNS realizó ciertos esfuerzos durante 1949 para mostrarse interesada más bien en protestas económicas, que en religiosas.

Bajo el régimen de Alemán hubo un creciente descontento entre la clase obrera que era la que soportaba la mayor parte de la política de industrialización emprendida por el presidente. Así pues, Martínez Narezo declaró: La UNS entrará a la ciudad en 1949, y se hizo el intento de atraer el proletariado al sinarquismo (112). Pero la campaña tuvo un fracaso espectacular. Así, se pudo decir a principios de 1949, cuando el partido político sinarquista, el Partido Fuerza Popular, fue disuelto por el gobierno, que la vida del sinarquismo ... ha terminado (113).



Notas

(1) Novedades, 28 de abril de 1944.

(2) Novedades, 14 de mayo de 1944.

(3) Novedades, 17 de mayo de 1944.

(4) Ibid.; véase también Abascal, Mañana, 16 de septiembre de 1944, p. 57.

(5) Abascal, Mañana, 1° de julio de 1944, p. 46.

(6) Ibid.

(7) Fuentes Diaz, Partidos políticos, II, p. 97.

(8) El Sinarquista, 13 de abril de 1944.

(9) Novedades, 17 de abril de 1944.

(10) Ibid.

(11) El Sinarquista, 19 de junio de 1944.

(12) El Sinarquista, 22 de junio de 1944.

(13) Ledit, p. 300; véase también Padilla, pp. 278 et seq., quien apoya esta versión.

(14) El Sinarquista, 6 de abril de 1944.

(15) Tiempo, 2 de juio de 1944.

(16) Tiempo, 7 de julio de 1944; también Richard Pattee, America (19 de agosto de 1944 ), pp. 489-490, describe la asociación sinarqulsta con esta huelga.

(17) El Popular, 30 de junio y 2 de julio de 1944.

(18) El Nacional, 23 de junio de 1944.

(19) El Popular, 28 de junio de 1944.

(20) El Nacional, 10 de julio de 1944.

(21) Abascal, Mañana, 12 de agosto de 1944, p. 32.

(22) Los cargos se hicieron en un manifiesto publicado en El Universal, 13 de noviembre de 1944.

(23) El Popular, 15 de noviembre de 1944, describe esta escena.

(24) Novedades, 14 de noviembre de 1944.

(25) El Universal, 15 de noviembre de 1944.

(26) Tiempo, 29 de diciembre de 1944, p. 3.

(27) Excelsior, 5 de abril de 1945.

(28) Padilla, p. 303; Ledit, p. 3.

(29) Padilla, p. 301.

(30) Excelsior, 5 de abril de 1945.

(31) Padilla, p. 304.

(32) Ledit, p. 308.

(33) El Sinarquista, 19 de julio de 1945, Tiempo, 9 de marzo de 1945, p. 7.

(34) Ledit, p. 308.

(35) Tiempo, 20 de marzo de 1945, p. 3.

(36) Boletin de Información, Consejo Nacional de UNS, 19 de febrero de 1945; este programa lo relmprimió Excelsior, 29 de marzo de 1945.

(37) Boletín de Información, 19 de febrero de 1945.

(38) Excelsior, 29 de marzo de 1945.

(39) Novedades, 2 de abril de 1945.

(40) Padilla, p. 306.

(41) Novedades y Excelsior, 21 de mayo de 1945; Boletín de Información, 3 de junio de 1945.

(42) El Sinarquismo, 1° de julio de 1945.

(43) El Sinarquista (MTB), 7 de noviembre de 1945.

(44) Ledit, pp. 270-271.

(45) Excelsior, 3 de noviembre de 1941.

(46) Novedades, 23 de mayo de 1944.

(47) Excelsior, 30 de mayo de 1945.

(48) Tiempo, 19 de marzo de 1946, pp. 6-7.

(49) Tiempo, 21 de septiembre de 1946, pp. 6-7.

(50) Articulo de Torres Bueno, El Sinarquista, noviembre de 1945.

(51) El Sinarquismo (MTB), 20 de diciembre de 1945; estipulaciones de la nueva ley, en vigor en enero de 1946, véase: Fuentes Diaz, Partidos políticos, II, p. 73; E. Abrego Ortega, Algunas consideraciones en torno a los partidos políticos de México (Universidad Nacional Autónoma de México, 1959), p. 28.

(52) Orden, 14 de febrero de 1946.

(53) Tiempo, 1° de marzo de 1946. pp. 6-7.

(54) Padilla, pp. 323-335, reproduce este programa.

(55) Tiempo, 20 de julio de 1945, p. 6.

(56) Fuentes Díaz, Partidos politicos, II, p. 99.

(57) Tiempo, 10 de mayo de 1946, p. 4.

(58) Excelsior, 7 de mayo de 1946.

(59) Excelsior, 16 de mayo de 1946.

(60) Tiempo, 24 de mayo de 1946, pp. 4-5.

(61) Tiempo, 1° de junio de 1946, p. 3.

(62) Un ejemplo se puede ver en un informe sobre el PAN del director de Orden, que apareció en la misma publicación, el 14 de febrero de 1946.

(63) Omega, 28 de octubre de 1946.

(64) Tiempo, 22 de noviembre de 1946, p. 4.

(65) Fuentes Diaz, Partidos políticos, II, p. 99.

(66) Orden, 25 de julio de 1946.

(67) Orden, 19 de mayo de 1947.

(68) Orden, 13 de mayo de 1947.

(69) Padilla, pp. 309-311, detalla los Estatutos Generales.

(70) Orden, 24 de abril de 1947.

(71) Ibid., 3 de julio de 1947.

(72) Las primeras evidencias aparecieron en Orden, 21 de agosto de 1947.

(73) Tiempo, 19 de septiembre de 1947, p. 7; Padilla, p. 346.

(74) Orden, 18 de septiembre de 1947.

(75) Ibid., 2 de octubre de 1947.

(76) Tiempo, 26 de diciembre de 1947, pp. 4-5.

(77) Padilla, pp. 349-350, describe también esta junta.

(78) Tiempo, 26 de diciembre de 1947, pp. 4-5.

(79) Orden, 20 de junio y 15 de agosto de 1947.

(80) Ibid., 27 de noviembre de 1947.

(81) Cline, United States and Mexico, pp. 349-396, detal1a estos esfuerzos.

(82) Orden, 11 de julio de 1948.

(83) Tiempo, 26 de septiembre de 1947, pp. 4-5; Time, 14 de febrero de 1949, p. 38.

(84) Orden, 9 de octubre de 1947 y 18 de julio de 1948.

(85) Ibid., 15 de febrero de 1948.

(86) Esto se ilustra en un artículo de América, 24 de enero de 1948, p. 452.

(87) Simpson, Many Mexicos, p, 302, detalla esta reunión.

(88) Ibid.

(89) Orden, 26 de diciembre de 1948.

(90) Brademas, The Sinarquista Movement: Its Implications for the U.S., pp. 80-81.

(91) Simpson. Many Mexicos, p. 302.

(92) E.g., Orden, 16 de enero de 1949.

(93) Hoy, 5 de febrero de 1949. p. 6.

(94) El Sinarquista, 13 de septiembre de 1945.

(95) Partido Revolucionario Institucional, Declaración de Principios de Acción y Estatutos del Partido Revolucionario Institucional (México, 1946).

(96) Fuentes Díaz, Partidos políticos, II, pp. 100-101; Tiempo, 2 de enero de 1948, p. 4; véase Tiempo para ejemplos de los antiguos sínarquistas uniéndose al PRI, 4 de julio, 18 de julio, y 1° de agosto de 1947.

(97) Tiempo, 27 de junio de 1947, p. 8, da un ejemplo.

(98) E.g.. Orden, 27 de febrero de 1947.

(99) Ibid., 6 de febrero de 1947.

(100) Ross, p. 162.

(101) Newsweek, 17 de septiembre de 1951, p. 44.

(102) Magner, Church and State in Mexico, Commonweal, 26 de octubre de 1945, p. 41.

(103) Fuentes Diaz, El Popular, 1° de marzo de 1944.

(104) H. Cerwin, These are the Mexicans (Nueva York, 1947), p.296.

(105) El Sinarquista, 18 de octubre de 1945.

(106) Tiempo, 21 de diciembre de 1945, p. 3.

(107) El Sinarquista (MTB), 27 de diciembre de 1945; Tiempo, 28 de diciembre de 1945, pp. 6-7.

(108) F. Royer, Mexico's New Deal, Catholic World, CXXV (abril, 1952), p. 32.

(109) G. Diaz Camargo, Excommunication Used in Mexico, Christian Century, LXX (29 de julio de 1935), p. 874.

(110) Kneller. p. 55; Problemas de Latinoamérica, III (1° de febrero de 1956), p. 42.

(111) Magner, Mexico on the Move, Commonweal, XLVII (31 de octubre de 1947), p. 63.

(112) Tiempo, 30 de enero de 1948, p. 7.

(113) Hoy, 5 de febrero de 1949, p. 6.
Indice de la edición cibernética La derecha radical en México. 1929 - 1949 de Hugh G. CampbellCapítulo quinto - El sinarquismo, 1941-1944BibliografíaBiblioteca Virtual Antorcha