Indice de la edición cibernética La derecha radical en México. 1929 - 1949 de Hugh G. Campbell | Capítulo quinto - El sinarquismo, 1941-1944 | Bibliografía | Biblioteca Virtual Antorcha |
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La derecha radical en México. A. La separación de Abascal de la UNS A mediados de abril de 1944, Abascal regresó a la capital mexicana y encendió la mecha que pondría fin al sinarquismo, e iniciaría una cadena de acontecimientos que transformarían la UNS, de la fuerza política más poderosa del país, en un pequeño grupo político, fragmentado, que había perdido toda su efectividad. El sinarquismo había subsistido a las elecciones de 1940 gracias a que se conservó intacto su gran número de miembros, y a que las fuerzas que acabaron con el resto de las organizaciones de la derecha radical no disminuyeron el número de sus partidarios. Pero al poco tiempo de que Abascal fue sustituido en María Auxiliadora, el movimiento sufrió un creciente descenso en tamaño y fuerza. Abascal regresó a la ciudad de México y se dedicó a sostener conversaciones con varios miembros del alto mando y del clero por casi un mes, durante el cual aquellos que se encontraban alarmados por el efecto de su separación del movimiento lograron mantenerlo tranquilo, aunque su presencia en México se conoció después de un par de semanas y empezaron a correr rumores de que posiblemente había abandonado la UNS (1). Finalmente fue incuestionable que no sería posible apaciguarlo de modo que no diera marcha atrás a la tendencia hacia la moderación adoptada por la organización. Así pues, la UNS anunció públicamente que Abascal había dejado su puesto en María Auxiliadora y renunciaba también a la vida pública para abrir una zapatería en Tacubaya (2). Aparentemente el inodado resolvió no prestar atención a quienes deseaban suavizar el asunto de su separación del movimiento, porque al día siguiente concedió una larga entrevista al periódico conservador Novedades, en la cual denunció al sinarquismo de entonces como un fraude y detalló con amplitud sus razones para abandonarlo (3). Declaró que a pesar de abandonar el sinarquismo no renunciaba a la colonia María Auxiliadora, argumentando que había sido inducido a abandonarla porque Torres Bueno lo había decepcionado profundamente. Atacó en especial a éste y al comité nacional por haber fallado en su apoyo a la colonia, y afirmó que Torres Bueno había mentido al decirle que no tenían dinero cuando en realidad contaban con un tesoro de 18 000 pesos, que se habían negado a usar porque querían desacreditarlo (4). Si bien Abascal atacó todos los aspectos de la tendencia moderada del sinarquismo desde que abandonó su dirección en 1941, escogió a Estados Unidos como blanco de su ira. Declaró que Torres Bueno había cometido la abominación de situar al cristianismo del pueblo mexicano al mismo nivel que el protestantismo norteamericano, sólo porque se había vendido a la embajada americana; y además, que el reconocimiento de México a la URSS en 1942 había sido meramente un truco yanqui. Ahora el temor y el recelo no están dirigidos hacia la verdadera amenaza, la masonería norteamericana, sino que se han desviado hacia Oumansky (el famoso embajador soviético) y el comunismo (5). La yanquifobia de Abascal no se limitaba al gobierno y al imperialismo norteamericanos, sino se extendía a todos los norteamericanos. Estoy completamente seguro, con una seguridad moral, de que no existe un solo periodista norteamericano, ni siquiera un turista, que no esté totalmente controlado por su embajador, o que pueda estarlo en un momento dado. Hasta el católico norteamericano es por encima de todo un yanqui: desea que la iglesia católica mexicana triunfe, pero siguiendo sus métodos (6). Abascal concluye su entrevista del 16 de mayo en Novedades haciendo a los sinarquistas un llamado a abandonar la UNS por constituir un fraude. El pueblo debe renunciar a lo que no es más que un simple engaño. Poco después, inició una serie de artículos en la popular revista semanal Mañana la que, durante varios meses, publicó una relación detallada de sus denuncias al movimiento. Esto motivó que muchos de sus miembros perdieran interés en la organización y que pronto comenzaran a abandonarla en grandes cantidades (7). Además, Abascal contaba con un fuerte apoyo entre varios líderes de la organización que eran también de derecha. Al dejar aquél la organización, muchos se le unieron, entre ellos, importantes, Alfonso Trueba Olivares y Rubén Mendoza, quienes eran miembros recientes del comité nacional. José Trueba Olivares, superado en popularidad únicamente por Abascal entre el sector radical, abandonó también la organización durante este periodo.
Como es natural, los dirigentes de la UNS estaban muy alarmados de que Abascal y/o sus seguidores intentaran realizar un golpe, con el cual les arrebatarían el control del movimiento. Al menos, les preocupaba el descenso en el número de miembros que evidentemente ocasionarían las denuncias. Aun antes de que el disidente recurriera a los medios masivos de información para manifestar su resentimiento, los dirigentes sinarquistas tomaron medidas para impedir dicha posibilidad. A principios de abril se convocó a todos los jefes regionales a una reunión para analizar los problemas nacionales (8). En ella se acordaron los planes para enfrentarse a la amenaza. A mediados de abril la sede envió un comunicado a todas las unidades con instrucciones de estar alertas para detectar impostores que quisieran pasar como representantes del liderazgo nacional. Deben rechazar enérgicamente a todo el que pretenda ser enviado de la jerarquía y no se identifique plenamente (9). El comunicado exhortaba a los seguidores del movimiento a tener confianza en el liderazgo presente y a mantener a toda costa la unidad y cohesión del movimiento (10). La séptima Acta, celebración anual de la fundación de la UNS, se llevó a cabo en León el 21 de mayo. sólo cuatro días después de que Abascal iniciara su retahíla de ataques contra los dirigentes en su entrevista con Novedades el 17 de mayo, Manuel Torres Bueno, como jefe nacional, fue el principal orador en el acontecimiento. Aunque en su discurso mencionó los cargos que le imputaban, contestó secamente que los sinarquistas no debían estar en pugna con él porque eso sólo ayudaría a los enemigos de la UNS. Calificó de falsos los ataques y argumentó piadosamente que así como perdonamos a nuestros enemigos que nos persiguen, debemos perdonar también a los que están en el error (11). Durante el verano de 1944, el gobierno mexicano reprimió severamente a la UNS, con intensidad sin precedentes, tomando en cuenta la época de Cárdenas. La organización fue empujada a la clandestinidad por varios meses. El motivo por el cual el gobierno decidió tomar esta medida no es del todo claro, pero es posible que haya sido para aprovechar la disensión de la organización. Por otro lado, pudo ser una maniobra para evitar una situación embarazosa para el gobierno: una qran huelga, En cualquier caso, la causa inmediata de la represión qubernamental fue la publicación de dos artículos en el órgano oficial de la UNS: El Sinarquista, publicados el 22 de junio de 1944 y que fueron considerados sediciosos. Uno de ellos, intitulado Esto no es gobierno, decía que Avila Camacho había permitido que lo cercaran los intentos de sovietizar la nación, asentando que para el 5 de julio se tenía proyectada una huelga qeneral con el fin de evitarle tal peligro a la nación. El otro artículo, El sinarquismo hace un llamado al ejército, era un llamado a los militares para alistarse y defender a la nación de la entrada del comunismo, prometiendo que cada soldado encontrará a un hermano entre los sinarquistas en su causa común (12). Aunque México gozaba de amplia libertad de prensa, publicar un llamado directo al ejército para cualquier acción contraria al gobierno era pisar en terreno peligroso. Existen dos explicaciones del porqué de la publicación de estos artículos. La presentada por los simpatizantes del sinarquismo asegura fue la acción independiente de un joven fanático sinarquista que temporalmente dirigía el periódico y sostiene que Juan Ignacio Padilla había jurado cumplir las órdenes dictadas por el consejo supremo de la UNS de abstenerse de publicar tales artículos. Prometió obedecer, pero no cumplió su juramento. Poco antes, el consejo nabía asegurado a Avila Camacho que el sinarquismo cooperaría con él. Si esta explicación es correcta, es posible que cuando estos artículos se publicaron el presidente sólo pudo concluir que el control de la organización se escapaba de las manos a los dirigentes moderados. En consecuencia, decidió reprimir a la UNS (13). Otra interpretación es que fue parte de una ofensiva general de los militantes moderados del movimiento para contrarrestar los cargos que Abascal imputaba a la organización sinarquista de haberse convertido, según él, en la sirvienta de Avila Camacho. Los artículos del 22 de junio no fueron una explosión repentina, al contrario formaron parte de una campaña que a principios de marzo el periódico había iniciado, y a partir de entonces en cada ejemplar anunciaba con grandes encabezados la inminencia de la entrada del comunismo. Cada día es más evidente que existe un plan comunista que pretende apoderarse del poder en México por medio de un golpe de Estado (14). Insinuaba que esa era la única razón por la que Oumansky estaba en México y que Cárdenas y Lombardo Toledano eran sus principales lugartenientes. En una junta secreta de algunos de los jefes, celebrada en León el 20 de mayo, se acordó emprender una ofensiva general para dar a la organización la apariencia de tener más vitalidad (15). Los mismos sinarquistas pueden haber estado planeando una huelga general durante ese tiempo. En Querétaro, en donde la Base controlaba el principal sindicato laboral, las autoridades federales tuvieron que sofocar una huelga general a finales de junio (16). Además existió un plan, que estuvo a punto de llevarse a cabo, para que los trabajadores postales realizaran una huelga espontánea (17). Sin tomar en cuenta qué fue lo que suscitó la aparición de los artículos, inmediatamente después de su publicación el gobierno procedió a tomar medidas contra la UNS en base a que estaba realizando actividades subversivas y confabulaciones para derrocar al gobierno. El procurador general de la Federación prohibió las reuniones de la UNS en los ocho Estados centrales en donde ésta era más poderosa y prohibió la publicación de El Sinarquista (18). Días más tarde, el gobierno extendió la prohibición de las reuniones sinarquistas a todos los Estados, y la policía federal invadió el cuartel general en la ciudad de México (19). Posteriormente se hicieron varias manifestaciones públicas para obtener el apoyo popular para la medida tomada por el presidente. La más aparatosa tuvo lugar el 9 de julio, cuando centenares de miembros de las organizaciones obreras y campesinas participaron en una manifestación presenciada por el primer mandatario desde el Palacio Nacional (20). A mediados de 1944 el movimiento sinarquista se encontraba en plena confusión, Un gran número de sus líderes más populares habían roto relaciones con la organización, acompañados de una amarga tristeza. Semana tras semana Abascal entablaba controversias con los líderes del alto mando y con Torres Bueno en una revista de amplia circulación. Los criticaba por sus mentiras y cobardía anticristianas, y decía que la Unión Nacional Sinarquista no era una unión, ni era nacional, ni tampoco sinarquista (21). Torres Bueno estaba por defenderse de estos cargos, cuando, después de julio, fue suprimida la publicación de El Sinarquista, órgano vital de la organización. Además, la prohibición gubernamental de las reuniones sinarquistas fue un serio obstáculo para refortalecerla e impedir su fragmentación. En 1944 varios miembros del sector radical del movimiento hicieron un conato de golpe de Estado. A principios de noviembre un grupo de disidentes, que empezaron a denominarse abascalistas, acudieron a una gran reunión en el cuartel general sinarquista, en donde manifestaron sus cargos en contra de Torres Bueno y de los líderes en funciones de la organización. Afirmaban que Torres Bueno había ocasionado las divisiones dentro de la UNS expulsando y calumniando a sus principales líderes, tales como Abascal; que había mostrado falta de valor al enfrentarse a la represión gubernamental de los meses anteriores; que había destruido la labor de más importancia que la UNS emprendiera: sus colonias; y que había malversado cerca de 20 000 pesos que usó para sobornar algunos jefes regionales para que lo apoyaran en la pugna con Abasca1 (22). Después de violento debate los radicales fueron obligados por la fuerza a abandonar la reunión (23). Argumentaban que ellos eran representantes del consejo supremo de la Unión Nacional Sinarquista, y que como tales destituían a Torres Bueno como jefe nacional, y como él se negara a entregar la oficina, se le culpó de estar sublevándose. Este intento por querer ser reconocidos como representantes de la legítima autoridad de la UNS fue denunciado inmediatamente como falso por los partidarios de Torres Bueno (24). Los rebeldes tuvieron una sorpresa cuando Abascal anunció que no apoyaría el golpe de Estado, mismo que para tener éxito debía ser encabezado por él, puesto que contaba con popularidad suficiente entre los jefes y miembros de la UNS para superar la fuerte presión de obediencia que se les habia infundido. Sin embargo, su devoción religiosa se impuso y rehusó entrar en estado de desobediencia ante la jerarquía oficial eclesiástica que entonces todavía apoyaba a Torres Bueno. En lugar de eso declaró: ... lo mejor que podemos hacer es no ocuparnos más de ella (la UNS), ni de actividades cívicas, porque es mejor dedicarnos exclusivamente a la acción católica, para ponernos, nosotros y los demás, bajo las órdenes de la jerarquía eclesiástica (25). A pesar de estar decepcionado del sinarquismo, Abascal era todavía, y quizás más, un fanático católico. Así pues, ni siquiera los disidentes sinarquistas estaban de acuerdo en la manera de disentir. Poco más tarde, los que decían representar al consejo supremo abandonaron sus esfuerzos para derrocar a Torres Bueno; a cambio, muchos de ellos, incluyendo a los hermanos Trueba Olivares, regresaron a Guanajuato donde fundaron la Unión Cívica Leonesa (Esto es realmente un error. La Unión Cívica Leonesa, no fue fundada de esa manera. A este respecto, Véase, haciéndo click aquí, Cortés, Omar, Los trágicos sucesos de León, y el Congreso de la Federación Anarquista Mexicana, México, Biblioteca Virtual Antorcha, primera edición cibernética, enero del 2011. Aclaración de Chantal López y Omar Cortés), que llegó a ser muy activa en la política estatal. Sin embargo, asi todos, disgustados, decidieron abandonar la política. Por lo tanto, durante 1944 el movimiento sinarquista sufrió un cisma entre sus sectores radical y moderado, el cual se vio incrementado con la represión gubernamental al movimiento. El resultado fue desastroso: para finales del año se pudo decir que durante 1941 fue notable la fuerza y capacidad combativa que perdió la UNS; sus líderes perdieron prestigio y la organización su influencia sobre las masas (26). B. La escisión de la UNS y la Base. 1945 La desintegración de la UNS no culminaría con la separación de Abascal y los radicales de la organización, ocurrida en 1944. A principios del siguiente año surgió otro cisma que en ciertos aspectos resultó más serio que el anterior. Hasta ese momento el liderazgo secreto de la UNS, el alto mando de la Base, había podido mantener su control sobre la organización mediante la obediencia que le rendían sus dirigentes visibles; aunque en 1941 tuvo problemas para controlar a Abascal finalmente, después de muchas estratagemas, se le convenció de dejar su cargo de jefe máximo para entregarlo al aparentemente más dócil Torres Bueno. Sin embargo, en 1945 el alto mando se arrepentiría de haber seleccionado a Torres Bueno como sucesor cuando éste, descaradamente, los desobedeció y se erigió como el único líder de la organización. El génesis de esta escisión se remonta a principios de 1944, cuando el liderazgo del movimiento se encontraba en caos, en virtud de los ataques mordaces de Abascal contra Torres Bueno. Como resultado de la pugna, Torres Bueno firmó su renuncia y la presentó al alto mando el 5 de marzo de 1944. La renuncia no fue ni aceptada ni rechazada por ellos, sino dejada pendiente con la esperanza de que el tiempo curaría las heridas (27). Pero durante los meses siguientes Torres Bueno comenzó a tomar decisiones unilateralmente, decisiones que habitualmente requerían la aprobación del alto mando. Un ejemplo de esto fue la campaña de militancia creciente que la UNS, debido a la disminución de miembros, emprendió durante 1944. En consecuencia de esto el gobierno empezó a reprimirla en junio y julio, como arriba se señala, y el alto mando se inquietó considerablemente. Más importante aún, el alto mando se preocupó cuando empezaron a surgir rumores de que Torres Bueno incorporaría el sinarquismo a la política electoral (28). Después de la represión gubernamental, Santacruz había iniciado conversaciones con Ávila Camacho y muchos otros mexicanos y norteamericanos, en las que les aseguraba que el sinarquismo no era subversivo y que no pretendía tener fuerza política. Por lo que, ¡El sinarquismo no iba a participar en la política electoral, sino que estaba dedicado a fundar escuelas, colonias agrícolas y a realizar trabajos religiosos! (29). En octubre de 1944 el alto mando llevó el asunto a su punto culminante aceptando la renuncia de Torres Bueno formulada anteriormente (30). Éste rehusó entregar el poder y, de hecho, desafió al alto mando. Para desacreditarlo, Santacruz pidió a la jerarquía que lo denunciara, pero ésta se negó a condenarlo (31), ya que no quería verse involucrada ni por asomo con el sinarquismo. Torres Bueno comprendió que excepto por la posibilidad de que el alto mando convenciera a la jerarquía eclesiástica de censurarlo públicamente. sobre la UNS no tenía más poder que su contribución monetaria. Consiguió el apoyo del jefe de la Base en su estado natal -Guanajuato- un industrial acaudalado que temía que sus intereses peligraran por la política laboral oficial del sinarquismo (32). Así pues, a fines de 1944 Torres Bueno consideró que de hecho no existía ninguna razón para seguir subordinado a la Base por lo que, en diciembre, informó a Santacruz y al alto mando que a partir de entonces la UNS sería totalmente independiente de ellos. El alto mando observó esta medida como un acto de perfidia e inmediatamente se movilizó para resistirse. Consideraba a la UNS como parte inseparable de la Base, y cualquier intento de separarlos era para ellos abominable. Por lo tanto, en febrero de 1945, el alto mando reunió a los jefes regionales que permanecían leales y eligió a Carlos Athié Carrasco jefe nacional de la UNS (33). El nuevo líder era poco conocido entre la mayoría de los sinarquistas porque nunca había desempeñado un puesto de importancia. En cambio, había fungido como maestro de la escuela para jefes sinarquistas de la ciudad de México y era conocido casi exclusivamente por el círculo interno de la organización. Ya que Manuel Torres Bueno continuó considerándose también jefe nacional, fueron dos las organizaciones que entonces se proclamaron sinarquistas auténticas. Esta partenogénesis del movimiento suscitó la confusa situación de la existencia de dos organizaciones con el mismo nombre. La Unión Nacional Sinarquista de Torres Bueno (UNS-MTB) pronto se convirtió en la más dominante de ambas, aunque antes que esto sucediera hubo fuerte lucha, en la que los dos grupos intentaron aniquilarse mutuamente, durante 1945~1946. Torres Bueno logró ahorcar al alto mando con su propia cuerda. Con el propósito de mantener el secreto de su existencia, el jefe nacional del sinarquismo fue colocado desde los comienzos del movimiento como líder absoluto de la organización, rindiéndole cuentas sólo supuestamente a Dios. Cuando un nuevo jefe era nombrado, ostensiblemente se hacía por la voluntad del líder anterior quien, por razones de su exclusiva incumbencia, había decidido abandonar su puesto. Así, cuando Torres Bueno dio su golpe, el líder, tanto visible como verdadero del sinarquismo y casi dos tercios de los miembros y jefes locales o municipales decidieron seguirlo (34). Esto obedeció a que ni siquiera imaginaban la existencia de la Base y del alto mando a quienes Torres Bueno y los jefes de alto rango habían jurado lealtad. Al convertirse en sinarquistas prometieron obediencia al jefe nacional, y para ellos Athié Carrasco era el usurpador puesto que Torres Bueno no había renunciado a su cargo. Sin embargo, muchos jefes regionales que conocían las relaciones del sinarquismo con la Base, siguieron las órdenes del alto mando y apoyaron a Athié Carrasco, presuadiendo a muchos miles de sus seguidores personales de apoyar a la UNS de Carlos Athié Carrasco (UNS-CAC), así que desde sus inicios esta última fue un segmento formidable, si no mayoritario, del sinarquismo. Las diferencias entre las dos facciones no sólo estaban fundadas en las ambiciones personales de Torres Bueno y sus deseos de integrar al sinarquismo a la política electoral, sino en una marcada división de sus respectivas ideologías. La orientación de la UNS-CAC era de rechazo a la política electoral, y a toda la política en general; esta facción se dedicó exclusivamente a resolver problemas sociales y económicos de las regiones rurales y llegó a ser particularmente activa en cuestiones tales como campañas de alfabetización y en el establecimiento de cooperativas de mercado (35). La UNS-CAC rechazaba por encima de todo cualquier tendencia de agitación o sublevación: La UNS, hoy como siempre, condena la violencia y declara que cualquier levantamiento armado, especialmente en las circunstancias actuales, sería traicionar a la Patria (36). En virtud del último cisma, el sinarquismo se encontró dividido en tres facciones principales. El segmento más extremista era el de Salvador Abascal, que se había separado de la organización principal en 1944. Este grupo se oponía a cualquier forma de arreglo con el gobierno mexicano y sostenía una forma de agitación y de oposición militante que continuamente estaba al borde de la rebelión armada. La facción moderada era la encabezada por Torres Bueno, que evitaba cualquier forma de violencia y deseaba canalizar su oposición al gobierno ingresando a la política electoral. El segmento más conservador era la recién formada UNS-CAC la cual, lej9s de estar en oposición al gobierno, abogaba, de hecho, por colaborar con éste en todos sus proyectos honorables y justos (37). Distinguiendo entre el gobierno, órgano permanente de autoridad, y la Revolución Mexicana, accidente transitorio de nuestra vida política (38). La facción radical, que no controlaba ni la dirección nacional ni tampoco la Base, estaba en franca desventaja para poder dirigir al sinarquismo hacia el rumbo que deseaba. Aunque esta ala tenía mucho arrastre entre las masas, cuando Abascal se negó a encabezar su rebelión fue poco lo que les quedó por hacer a los demás líderes de esta facción excepto retirarse displicentemente del movimiento o mantenerse en secreto. Sin embargo, como antes se menciona, algunos de ellos trataron de formar una especie de sinarquismo propio, alegando que las diferencias no eran solamente de índole personal entre Abascal y el alto mando y Torres Bueno, sino que se extendían a los conceptos básicos del sinarquismo. Al ocurrir la separación entre Torres Bueno y el alto mando, algunos de estos líderes radicales realizaron un último intento por recuperar el control del movimiento. Confiando en la popularidad de su actitud militante entre la mayoría de los miembros, declararon que las otras dos facciones eran ilegítimas y convocaron a una convención nacional de sinarquistas para elegir a los líderes que darían unidad a la organización. Resulta irónico que la facción ideológicamente más antidemocrática recurriera a este medio, democrático (39). Aun cuando esta proposición fue planteada por algunos de los líderes más destacados del sector radical, al no contar con el apoyo de Abascal no logró llegar a nada. Por tanto, durante 1945 y 1946 el centro de las actividades de la UNS estuvo en torno a la disensión entre la UNS-MTB y la UNS-CAC. Inmediatamente después de romper relaciones con la Base, Torres Bueno comenzó a organizar la formación de su propio alto mando. Decía que el sistema de un liderazgo secreto no era malo en sí, pero que eran los individuos que entonces lo formaban quienes no funcionaban (40); y en virtud de que la persona de Torres Bueno era el blanco de los ataques, tanto de la UNS-CAC como de los radicales, consideró conveniente desde el punto de vista político renunciar a su cargo de jefe nacional con lo cual podría continuar controlando la
1929-1949
Hugh G. Campbell
Capítulo sexto
La desintegración y decadencia del sinarquismo, 1944-1949