Indice de la edición cibernética La derecha radical en México. 1929 - 1949 de Hugh G. CampbellCapítulo primero - La derecha radical religiosa (1929-1935)Capítulo tercero - Las elecciones de 1940 y la derecha radicalBiblioteca Virtual Antorcha

La derecha radical en México.
1929-1949
Hugh G. Campbell
Capítulo segundo
La derecha radical secular
1929-1939



A. La aparición de la derecha radical secular

A mediados de los treintas surgieron en México varias organizaciones semejantes en muchos aspectos a la derecha radical religiosa. excepto en la orientación religiosa general de su ideología. Aunque coincidían con ella en su ultranacionalismo. antiparlamentarismo y antimarxismo, su oposición al gobierno mexicano no estaba del todo motivada por la persecución religiosa.

La derecha radical secular no llegó a ser un factor de importancia durante los primeros años de las dos décadas que trata este estudio. Aunque sus precursores participaron en las elecciones de 1929 apoyando a José Vasconcelos, en realidad no fue sino hasta la victoria de Cárdenas en 1934 que esta organización ocupó un lugar importante en la política de México. A partir de entonces se vio impulsada a un crecimiento rápido y radical.

Durante su gobierno, Cárdenas rejuveneció la Revolución Mexicana adaptando el marxismo al medio mexicano; este cambio radical en la Revolución fue previsto en la convención del PNR en diciembre de 1933. El Plan Sexenal, adoptado por el partido en aquella reunión, fue expresado con terminología marxista:

Ante la lucha de clases inherente al sistema de producción en el que vivimos. el partido y el gobierno tienen el deber de contribuir al fortalecimiento de las organizaciones sindicales de la clase trabajadora (1).

El socialismo de Cárdenas se puso de manifiesto desde los comienzos de su régimen: ya el 20 de marzo de 1935 el New York Times informó que la retórica del presidente Cárdenas es el lenguaje de la revolución del proletariado, los discursos oficiales abundan en fraseología de la lucha de clases y los aparadores de las librerías rebosan de literatura marxista.

Aunque a Cárdenas se le conoce en especial por su labor en la reforma agraria, para considerar el efecto de su gobierno en la clase media y en la derecha radical secular, es más apropiado examinar su papel en la reforma laboral y en la evolución del proletariado urbano. El Plan Sexenal había prometido que el Estado intervendrá, directa o indirectamente, para que todos los individuos de la República puedan ejercer sus derechos a trabajar (2).

Cárdenas hizo gestiones de inmediato para cumplir esta promesa; el primer trimestre se caracterizó por una aguda agitación (laboral) (3).

Las compañías petroleras El Aguila y La Huasteca estuvieron en huelga durante ese periodo. así como también las industrias textiles de Puebla, los ferrocarrileros y las empresas públicas; en 1934 hubo 282 huelgas en el país, y en 1935, 793 (4): en 1936, de las 674 huelgas que estallaron, 542 fueron arregladas a favor de los trabajadores (5).

Cárdenas estableció una alianza con la CGOCM de Lombardo Toledano bajo la cual el gobierno apoyaba las demandas de los trabajadores, y éstos a su vez apoyaban a Cárdenas en su pugna con Calles por el poder político supremo en México que ya estaba tomando forma. Este choque se hizo evidente en junio de 1935, cuando los trabajadores de la compañía de teléfonos se pusieron en huelga; el apoyo que dio Cárdenas a los huelguistas en este conflicto fue un desaire directo a Calles, quien era un poderoso accionista de esa compañía (6).

En febrero de 1936 Cárdenas procedió a consolidar su apoyo a los trabajadores formando la Confederación de Trabajadores Mexicanos, CTM, tomando la marxista CGOCM de Lombardo Toledano como núcleo (7). Esta organización tenía 600 000 miembros y se mostraba marcadamente inclinada por las medidas del gobierno de Cárdenas tendientes a formar una sociedad de tipo socialista, lo cual significaba la ruina para la clase media.

Los negocios e intereses financieros que movían a esta clase no tardaron en darse cuenta de la amenaza que constituía Cárdenas. En abril de 1935, el senador Ezequiel Padilla, miembro de la facción conservadora del PNR, declaró que los primeros meses de gobierno de Cárdenas se habían singularizado por una incesante agitación en las organizaciones laborales y por una propaganda extremista, lo cual había provocado una creciente inquietud en todos los círculos inversionistas (8).

A esto Cárdenas respondió:

Debemos combatir al capitalismo, la escuela liberal capitalista, que ignora la dignidad humana de los trabajadores y los derechos de la colectividad (9).

En esta forma, el presidente declaró su franca hostilidad hacia los segmentos no progresistas de la clase media, hacia los carrancistas, los capitalistas y la ideología liberal a la que se adherían.

De la misma forma que los conservadores tradicionalistas, los defensores de la religión se habían visto asediados por algún tiempo y formado organismos para enfrentarse a la amenaza de sus ideales, como antes se mencionó; ahora era tiempo de que la derecha secular reaccionara al ataque a sus creencias e intereses.

Así como la amenaza había conducido a la radicalización creciente de la derecha religiosa durante los primeros años de la década de los treintas, de la misma forma contribuyó a la aparición de una derecha radical secular a mediados del mismo periodo. Sin embargo, esta derecha radical secular, carecía de una estructura previamente establecida y del sistema jerárquico de la Iglesia, por lo que resultó ser un movimiento fragmentado y sin coordinación. En consecuencia, a mediados de los treintas aparecieron un gran número de organizaciones encaminadas a protestar y combatir la reforma revolucionaria que realizaba el régimen de Cárdenas. Tal como lo ha señalado uno de sus partidarios:

Después de 1935, gracias a la solidaridad combativa del pueblo con el programa de la Revolución, restablecido por el gobierno del general Lázaro Cárdenas, comenzaron las grandes luchas de clase, los colosales encuentros entre los revolucionarios y los contrarrevolucionarios, entre el pueblo y sus enemigos (10).

Sin embargo, la organización más importante de éstas fue, en realidad, ligeramente anterior a las reformas de Cárdenas: la Acción Revolucionaria Mexicana (ARM), la primera organización de los derechistas radicales seculares que apareció en los años treintas, y que jamás fue excedida ni en tamaño ni en renombre por ningún otro grupo posterior.

La ARM fue fundada en marzo de 1934 por el general Nicolás Rodríguez como una organización paramilitar basada en los modelos de los camisas pardas y los camisas negras de Alemania e Italia (11). Rodríguez nombró a su grupo los camisas doradas y los vistió como tales; había luchado junto a Villa en los albores de la Revolución y sostenía que su organización descendía directamente de las unidades de caballería denominadas dorados, las cuales fueron elemento básico del ejército de aquel extraordinario general revolucionario. A pesar de que únicamente un puñado de los camisas doradas se podían vanagloriar de haber luchado al lado de Villa, su identificación estaba bien calculada para proporcionar al grupo la apariencia de ser auténticamente revolucionario, y para motivar a los jóvenes aventureros a enlistarse.

La ideología de la ultra nacionalista ARM, se caracterizaba por su antisemitismo y anticomunismo; su principal actividad consistía en tratar de intimidar a los huelguistas. Existen evidencias para suponer que la organización se formó a iniciativa de Calles con el objeto de mantener controlados a los trabajadores; al tiempo de la formación de la ARM él todavía era el hombre fuerte en México, pero su inclinación conservadora, la cual sirvió para poner a los intereses de los empresarios encima de los intereses de los trabajadores. se vio amenazada por las crecientes actividades de la CGOCM que Lombardo Toledano había organizado el año anterior, Aunque en realidad el gobierno tenía la fuerza suficiente para suspender las ruidosas actividades antiobreristas de la ARM, no mostró tal inclinación; tal parece que los camisas doradas tienen el apoyo de personas con vara alta en el comité ejecutivo del gobierno (12),

Naturalmente los camisas doradas se beneficiaron con los innumerables problemas laborales que el gobierno enfrentó durante los años de la depresión.

La mayoría de los capitalistas, industriales y grandes comerciantes son responsables del financiamiento de los dorados (13).

En virtud de que la organización creció durante los años de 1934 y 1935, algunas empresas de más rango contribuyeron a sostenerla. Además, las actividades subversivas de la Alemania nazi hacían su aparición en México, por lo que la legación alemana consideró conveniente para sus intereses proporcionar un subsidio a la ARM (14).

El gobierno descubrió también evidencias de que ciertos agentes japoneses daban clandestinamente dinero a Rodríguez (15).

La ARM representaba, en su ideología, la reacción de la clase media mexicana ante la amenaza del levantamiento del proletariado urbano a mediados de los treintas y los deseos del capitalismo mexicano incipiente de obtener protección contra la competencia extranjera. Era una organización nacionalista, antiparlamentaria y antimarxista, y su lema era México para los mexicanos, considerando a la clase media como el factor preponderante para beneficiar nuestra nacionalidad ... (16).

Representaba la reacción ante la amenaza de una posible revolución socialista o comunista en el país. Su principal inquietud la causaba una confabulación judeo~comunista para subvertir la nación mexicana y sus tradiciones. Fue la reacción extrema de la clase media ante la amenaza de instauración del socialismo por la Revolución Mexicana bajo el régimen de Cárdenas.

El nacionalismo y la oposición de los camisas doradas hacia el movimiento obrero estaban fuertemente vinculados; aquellos sostenían que el surgimiento de las demandas laborales, según lo demostraban la serie de huelgas que caracterizaron a México en 1935, obedecian a la adopción por parte del gobierno mexicano de una ideología extranjera: el socialismo de Rusia (17).

Afirmaban que la lucha básica en México era entre el nacionalismo y el comunismo.

¿Cuál de las dos ideologías merece su apoyo, el nacionalismo mexicano o el llamado comunismo, importado de Rusia? (18).

El ultranacionalismo de la ARM la llevó al antisionismo. Ninguno de los discursos de los camisas doradas finalizaba sin antes condenar enérgicamente al judaísmo internacional. Demandaban al presidente Cárdenas que limitara el número de israelitas residentes en México y que les retirara su ciudadanía; que a todo judío se le prohibiera participar en política y que todas las fábricas de su propiedad pasaran a manos mexicanas (19).

Los camisas doradas diferían de la derecha radical religiosa en que, como representantes de la clase media, empapados del pensamiento político y económico del liberalismo clásico, alentado éste por la amenaza inminente del socialismo, atribuían el origen de sus males a la Constitución de 1917 cuando, según ellos, había fracasado la Revolución Mexicana. En cambio, la derecha radical religiosa consideraba al movimiento de Reforma del siglo XIX y, de hecho, a los acontecimientos posteriores a la Independencia, como los causantes de la muerte inevitable de la nación mexicana. A diferencia de la derecha radical religiosa, los camisas doradas solían decir:

Deseamos continuar la labor del cura Hidalgo, del cura Morelos (a quienes la derecha radical religiosa tachaba de renegados), de los padres de la Reforma y de la Revolución: Madero'y Carranza (2O).

La ARM no mencionaba en su programa a la iglesia católica, y en cuanto a la religión la tocaba únicamente para pedir la libertad de cultos.

Naturalmente, desde los inicios de su existencia, la ARM fue tildada de fascista, acusación que la organización negó vehementemente con su lema de México para los mexicanos. Negaban cualquier socialismo extranjero, argumentando que ellos querían un socialismo mexicano indíqena, lo que. por supuesto, lo convertía en un socialismo naciona1 (21).

Los camisas doradas decían que quienes los tachaban de fascistas no conocían el significado de la palabra:

El fascismo es el gobierno de un hombre que dispone de la libertad y vida de los ciudadanos a su capricho ... La dictadura del proletariado es justamente la dictadura del fascismo con otro nombre (22).

La historia de la ARM durante la década de los treintas se puede dividir en dos periodos fundamentales: durante el primero, que abarca desde su fundación hasta noviembre de 1935, operó en la ciudad de México principalmente, y recibió cierto apoyo oficial, al menos en forma tácita, aunque éste fue disminuyendo de manera gradual.

Desde su fundación en marzo de 1934, la ARM parece haber recibido cierto apoyo de parte del gobierno: Calles, que cada día se volvía más conservador, la utilizaba para combatir el sindicalismo militante, acrecentado enormemente de la noche a la mañana.

Las principales actividades de los camisas doradas consistían en quebrantar huelgas y luchar en las calles contra las manifestaciones izquierdistas. Como parte de la contienda de Cárdenas contra Calles por el poder durante 1935, el presidente intentó suprimir la ARM: su esfuerzo culminó el 20 de noviembre de 1935 cuando un sangriento encuentro entre la policía antimotines y los dorados tuvo lugar en el zócalo de la ciudad de México, con un saldo de seis muertos y 50 heridos; esto causó la indignación pública, lo que permitió liquidar por completo a la organización (23).

El segundo periodo de la historia de la ARM comienza en noviembre de 1935 y culmina con la rebelión cedillista en mayo de 1938, periodo en el cual la organización operó esencialmente en la provincia, en particular en los Estados del norte. Este movimiento se examina a continuación.

A pesar de encontrarse la derecha radical secular más fragmentada que la derecha radical religiosa, y carecer de la dirección central de esta última, sí tenía algo de cohesión con el movimiento de la llamada Confederación Patronal de la República Mexicana (CPRM). Sustancialmente gracias a sus recursos financieros, esta organización podía proporcionar a la derecha radical secular cierto grado de dirección global a mediados de los treintas. En sus mejores tiempos la CPRM contó con veintiséis divisiones en toda la República y con 5 000 miembros. Como su nombre lo indica, era una confederación nacional de organizaciones patronales, tanto locales como regionales: como organización era análoga a las asociaciones de las cámaras de industria y comercio, pero mientras las últimas se ocupaban principalmente de dar algunos servicios técnicos a sus miembros, las CPRM estaba encaminada a conseguir el bienestar de los intereses de sus miembros en relación a sus trabajadores.

Su origen se remonta a los tiempos del régimen de Calles. Fue entonces cuando Luis Sada, industrial de Monterrey, organizó una Unión Patronal, principalmente entre los hombres de negocios de Monterrey, pero desplegando esfuerzos para ampliarla al resto del país (24). Como resultado, en una conferencia de líderes industriales se fundó la organización en septiembre de 1929 (25). Sin embargo, dicha organización permaneció más que nada en el papel, ya que los proqresos políticos no justificaban su crecimiento. Pero las reformas revolucionarias de Cárdenas durante 1935 la activaron definitivamente a principios de 1936. Su constitución demandaba combatir las ideas sociales radicales, luchar contra la amenaza que representaban para los patrones esas ideas que, de convertirse en ley, transformarían a los latifundistas en pequeños propietarios, y defender el reconocimiento de los derechos legítimos de los terratenientes (26).

El nuevo impulso de la CPRM en 1936 obedeció a los esfuerzos de la CTM, que contaba con el apoyo del gobierno. para desarrollar en Monterrey sus métodos de organización. El gran conflicto en esa ciudad en febrero de 1936 entre los patrones y la CTM, provocó que los primeros vieran la necesidad de formar una organización a nivel nacional para luchar por sus intereses; aquel conflicto surgió inicialmente a raíz de los esfuerzos de la CTM por hacer una huelga en La Vidriera (27).

Las asociaciones patronales locales formaron la Acción Cívica Nacionalista y subsidiaron a los camisas doradas para combatir esta amenaza; ambas organizaciones eran tan poderosas en Monterrey que tuvieron la capacidad de orqanizar una manifestación de oposición a la huelga de 60 000 personas, el 5 de febrero, y de obligar a casi todos los empresarios de Monterrey a realizar un paro de protesta el 6 de febrero. Los banqueros de Monterrey declararon que no concederían un solo préstamo hasta que los problemas laborales, fundamentalmente los paros de trabajadores, estuviesen totalmente arreglados (28). Fue sólo con el arribo del presidente Lázaro Cárdenas que volvió a reinar el orden en la ciudad. Sin embargo, el director del ampliamente interrelacionado complejo industrial de Monterrey se percató del peligro que para ellos representaban las reformas de Cárdenas y comenzó a actuar para frustrarlas. Fue entonces cuando la CPRM se hizo realidad.

La CPRM estaba esencialmente encaminada a hacer propaganda en favor de los patrones de la nación y financiar varias organizaciones de la derecha radical secular. Entre sus tácticas favoritas de propaHanda estaba la práctica de la distribución de publicaciones tales como La cartilla del comunista entre los trabajadores de fábricas cuyo propietario apoyara a la CPRM.

La cartilla pretendía hacer creer que el gobierno mexicano estaba dominado por comunistas (29); el argumento de que el comunismo era la piedra angular de los esfuerzos de la CTM para organizar a los trabajadores del país, y de las reformas sociales que realizaba Cárdenas, fue la idea fundamental de todas las actividades propagandísticas de la CPRM (30).

Aparte de estas actividades sirvió como intermediario entre los impulsores financieros de la derecha radical secular y las varias organizaciones que servían de columna vertebral al movimiento; funcionó como embudo a través del cual se distribuían los fondos después de ser recolectados tanto entre los miembros de la CPRM como de otras fuentes. Los ingresos provenían de tres patrocinadores principales: las empresas mexicanas, en especial del complejo industrial de Monterrey; las compañías petroleras norteamericanas, y Europa. Las sumas que proveían eran considerables: durante el periodo de diciembre de 1936 a julio de 1937, por ejemplo, los ingresos de la CPRM fueron de 24 700 pesos (31).

Por 1937, el procurador general disponía de toda clase de informes, testimonios y pruebas sobre las actividades de diversos grupos políticos y de algunas personas dedicadas a la tarea de agitación, las cuales eran fomentadas por la Central Patronal (la división de la CPRM en la ciudad de México) ... (32).

Al comenzar 1935, esta organización, subsidiada por la CPRM, había proliferado y provocaba agitación en todo el país, la cual llegó al rojo vivo en 1937, y la CPRM la encaminó al objetivo de realizar un levantamiento armado en el país para derrocar al gobierno de Lázaro Cárdenas; esta campaña culminó en 1938 con la rebelión de Cedillo.

La CPRM dio apoyo a la ARM para ayudar a una organización previamente establecida. Sin embargo, los subsidios que otorgaba estaban quizás más enfocados en la fundación y fomento de nuevas organizaciones de la derecha radical secular.

Entre 1935 y 1938 surgieron una miríada de éstas, muchas de las cuales figuraban sólo en el papel, pero otras pudieron afiliar gran número de miembros y obtener notoriedad a causa de sus tácticas activistas y su propaganda rimbombante.

Como la CPRM estaba integrada por hombres de negocios y profesionales, no se ocupaba en hacer campañas de agitación y activismo político; su papel estaba más bien en el área de propaganda y finanzas. Su función era la de intermediarios entre los hombres de negocios mexicanos y las fuentes extranjeras y el movimiento de la derecha radical secular. Gran parte de su ayuda financiera la concedió a otra organización que se formó en junio de 1936 para proteger a los numerosos grupos de la derecha radical secular que se organizaran durante 1935~1938; ésta fue la Confederación de la Clase Media (CCM), la cual estuvo encabezada por un tal Gustavo Sáenz de Sicilia (33).

Entre las organizaciones adheridas a esta confederación estaban la Acción Cívica Nacional, el Partido Antirreeleccionista, el Comité Nacional Pro Raza, la Unión de Comerciantes Mexicanos, la Juventud Nacionalista Mexicana, el Partido Cívico de la Clase Media, el Partido Socialista Demócrata, el Frente de Comerciantes y Empleados del Distrito Federal y la Liga de Defensa Mercantil (34).

Cada una de ellas estaba enfocada a cubrir diferentes sectores de la sociedad o ciertos grupos de interés: la misma CCM fue creada en principio para atraer a la población urbana, a la burocracia, pequeños hombres de negocios y oficinistas. En su propaganda solicitaban también el apoyo de los católicos y representaban una parte convergente de los derechistas radicales, tanto seculares como religiosos, mientras pudiera ser, a la vez, atractiva para los miembros insatisfechos de la clase media que eran también católicos devotos. Así, la CCM criticó la enmienda de 1934 al Artículo 3° de la Constitución que estipulaba la educación socialista (35).

Los orígenes y objetivos de la CCM se pueden apreciar en una carta que el 18 de mayo de 1938 envió Sáenz de Sicilia al Ing. Honorato Carrasco, director de la división de la CPRM en la ciudad de México.

En dicha carta Sáenz recordaba la formación de la CCM dos años antes: en aquel entonces se había acordado que la CPRM les entregaría un subsidio mensual de 3 000 pesos. Además de funcionar como la organización directora de varias organizaciones de la derecha radical secular que serían financiadas por la CPRM, la CCM tuvo como objetivo principal llevar a cabo un congreso iberoamericano anticomunista en Cuba, en 1937.

A fin de cuentas el gobierno cubano negó el permiso para tal efecto. Mientras la CCM se dedicaba esencialmente a organizar la derecha radical secular en las ciudades, otra organización realizaba la tarea de reunir a los elementos campesinos y rurales en un grupo que ideológicamente corriera en forma paralela a las líneas de la derecha radical secular.

Esta organización era la Unión Nacional de Veteranos de la Revolución (UNVR).

Se formó en 1935, e inicialmente se dedicaba principalmente a obtener concesiones de tierras para sus miembros. Con el paso del tiempo dio menos importancia a la comprobación de que un miembro en prospecto fuese efectivamente veterano de la revolución. y se ocupó en dirigir sus esfuerzos para conseguir otorgamientos de tierras con un anticomunismo general, especialmente marcado por el acento que ponía en el derecho a la propiedad privada (36). En un gesto conciliatorio, Cárdenas les otorgó parcelas en 1936, pero esto únicamente sirvió para incitarlos a provocar más agitación y a fomentar el incremento del número de sus miembros. La UNVR, al igual que la CCM, recibió gran parte de su apoyo financiero de la CPRM (37).

Poco después de su formación, en junio de 1936, la CCM estableció relaciones con la UNVR y ambas formaron frente común a partir de entonces (38). Además de su alianza con la CCM, y mediante ésta con la CPRM, la UNVR trabajó con la ARM hasta que se disolvió en 1936. Habían participado juntas en la marcha al zócalo el 20 de noviembre de 1935, que ocasionara aquel sangriento encuentro (39). Posteriormente, cuando el Congreso y otros grupos diversos exigían la disolución de la ARM por ser culpable de la asonada, en una asamblea general la UNVR clamó la suspensión del juicio a los dorados hasta que su culpabilidad pudiera comprobarse ante un tribunal (40).

Aparte de la ARM, la CPRM, CCM y UNVR, había centenares de organismos de derecha radical secular que surgieron durante este periodo; la mayoría de éstos estaban interconectados, en general por vínculos velados y más bien tenues, y todos contaban con el apoyo de la misma clase de personas: grandes empresarios para su financiamiento y activistas de la clase media para sus actividades militantes.

B. La derecha radical y la rebelión de Cedillo

El general Saturnino Cedillo fue el último caudillo regional de México, un tipo de figura política que ha desempeñado un papel predominante en México a partir de la Independencia. Había tomado las armas en los primeros años de la Revolución, y se había convertido en el principal líder militar de su Estado natal: San Luis Potosí. Con esta base de poder, se convirtió en una figura política cada vez más importante a nivel nacional.

Mientras pasaba por esta transición, se había ido transformando gradualmente de líder campesino, al estilo de Zapata, en terrateniente feudal y defensor del status quo.

Durante la época del pelelismo (1928~ 1934) llegó a ser uno de los hombres más poderosos en México cuando, junto con los generales Amaro, Almazán y Cárdenas, fue reconocido como uno de los jefes dominantes del ejército, sostén principal del poder de Calles (41).

Aunque Cedillo por su parte mostró tendencias decididamente conservadoras, apoyó la candidatura de Cárdenas en 1933, la cual estaban lanzando los izquierdistas del PNR (42). Aparentemente estimó que tal actitud podría servirle para sus ambiciones personales, y su estrategia a este respecto se hizo más evidente después, cuando la pugna por el poder entre Cárdenas y Calles salió a la luz pública durante 1935 y 1936.

Cuando en junio de 1935 se suscitó el primer episodio de la contienda Cárdenas~Calles. Cedillo se inclinó por el primero. Movilizó a varios miles de soldados de sus tropas en la zona bajo su control y los preparó para apoyar a Cárdenas en caso de surgir un conflicto armado (43).

En los cambios de gabinete que tuvieron lugar en ese entonces, manifestando el triunfo de Cárdenas, el general Cedillo fue nombrado para ocupar el importante puesto de Secretario de Agricultura, en sustitución de Tomás Garrido Canabal cuyo fanatismo y tácticas ruidosas no servían para los objetivos que Cárdenas quería que lograra la Revolución. Por su parte, la actitud de Cedillo, siempre amigable hacia la Iglesia, en contraste con la reputación de Garrido, era como una concesión para esa institución, además de excluir cualquier remota posibilidad de una confabulación entre la Iglesia y el depuesto Garrido (44).

Una vez que Calles estuvo fuera del camino, Cedillo se dedicó a maniobrar para lograr una posición desde la cual dirigir a la reacción en contra del extremismo izquierdista que aseguraba el gobierno de Cárdenas.

Para conseguir sus propósitos, tenía que atraer seguidores a su bandera y asegurarse un apoyo financiero para dar a sus partidarios las armas necesarias para la victoria. Para lo primero, pactó con la derecha radical secular y se convirtió en su defensor durante 1935-1938.

Para lo segundo, recurrió a dos fuentes: conseguir fondos de los elementos subversivos del Eje, y de los inversionistas en México, en particular norteamericanos, para quienes la mayoría de las reformas de Cárdenas eran totalmente inconvenientes.

Dado el personalismo inherente a la política mexicana, no extraña que, en cuanto comenzó a formarse, la derecha radical secular buscase un individuo en quien poner todas sus esperanzas.

Desde que ocupó el puesto de ministro de Agricultura en junio de 1935, Cedillo fue el punto de unión de los derechistas mexicanos.

La llegada de Cedillo a la ciudad de México en 1935 para tomar posesión de su cargo en el gabinete, fue la señal de una concentración de fuerzas derechistas. (45).

Ya tenía una reputación de moderación hacia la Iglesia y confianza en que podría contar con su apoyo en una crisis; pero fueron de más importancia las medidas que tomó para consolidar la derecha radical secular y poder manejarla a su antojo: se mostró como una muy dócil herramienta en sus manos. Las relaciones íntimas que Cedillo mantenía con la derecha radical secular fueron abiertas con los camisas doradas y la UNVR. y veladas con la CPRM y la CCM. SU inclinación en esta dirección se puso de manifiesto por primera vez al iniciar sus funciones como Secretario de Agricultura (junio 1935-agosto 1937) y, en particular, en cuanto a sus relaciones con los camisas doradas quienes, a su arribo a México en junio de 1935, le hicieron valla militar en la estación para recibirlo (46).

A los tres años de ocupar su cargo ministerial, se descubrió que Cedillo está dando ayuda financiera a la ARM y ha nombrado varios camisas doradas para ocupar puestos en la Secretaría a su cargo (47); también que los camisas doradas estaban recibiendo más ayuda de funcionarios, ya sea en efectivo o en trabajo para sus miembros (48).

La UNVR era entonces uno de los grupos derechistas radicales seculares que se encontraba más cerca de Cedillo (49); estaba destinada a atraer al sector rural, y para lograrlo recalcaba los antecedentes agrarios de Cedillo y señalaba sus logros en San Luis Potosí en la distribución de tierras al campesinado (50). Además de estos lazos, la CPRM veía en Cedillo la persona que podía integrar la unidad del movimiento derechista que aquélla fomentaba. En su persona encontraban un punto de convergencia la CPRM, la CCM, la ARM, la UNVR y el Partido Social Demócrata Mexicano (PSDM), y muchas otras organizaciones también.

Cuando la ARM fue disuelta por Cárdenas en 1936, ésta buscó refugio en las provincias del norte. Además de Monterrey, en donde la CPRM tenía mucho poder, la ARM recibió mucha ayuda de Cedillo, y San Luis Potosí, donde Cedillo tenía gran fuerza, se convirtió en el cielo para la organización (51).

Al momento de su rebelión, San Luis le sirvió de punta de lanza a sus fuerzas.

Jorge Prieto Laurens y otros líderes del PSDM simpatizaban con Cedillo y en ocasiones viajaron a su rancho en San Luis Potosí para conferenciar con él (52).

Gran parte de la propaganda de la UNVR, CCM y ARM se imprimía entonces en la misma imprenta de San Luis Potosí, que serviría más tarde para imprimir el manifiesto de la rebelión de Cedillo en 1938 (53).

Los periódicos de los derechistas radicales seculares, de los cuales El Hombre Libre y Omega fueron los más destacados, prestaron también su apoyo a la causa del general Cedillo.

Justo antes de la rebelión, en marzo de 1938, Omega, por ejemplo, publicó un amplio artículo en defensa de Cedillo por los ataques que éste había recibido de los miembros del Congreso y declaró que se dedicaria a corregir las mentiras comunistas de la CTM; existen algunos Estados que luchan por mantenerse al margen de esa maligna absorción (por parte del gobierno federal), pero esos pocos que existen como San Luis Potosí y Sonora, nos están dando una gran lección de patriotismo ... (54).

Después de consolidar su control en todo el país, Cárdenas comenzó a abandonar gradualmente aquellas políticas de alianza que había adoptado durante el conflicto con Calles; en otoño de 1936, Portes Gil dejó la presidencia del PNR, y al verano siguiente Cedillo abandonó el gabinete y regresó a San Luis Potosí (55).

Después de esta abierta ruptura fue incrementándose la pugna entre estos dos hombres, hasta que llegó a su clímax con la rebelión abortada de mayo de 1938.

Poco después de abandonar Cedillo la Secretaría de Agricultura en agosto de 1937, se descubrió una conspiración para asesinar al presidente, de la que se supo, por deducciones, que Cedillo había estado involucrado.

La figura central de la conspiración, como luego lo describió el jefe de la policía judicial, fue una señora de nombre Carmen Calero de Pérez, directora de la Acción Femenil Nacionalista. una organización de la derecha radical secular, quien confesó estar trabajando junto con otras organizaciones semejantes, tales como la CPRM, el PSDM y la CCM (56). Sus cómplices en la conspiración fueron Pablo Massoni y Orlando Herrera, miembros de diversas organizaciones de la derecha radical secular. incluyendo la ARM. Aparentemente, después del asesinato seguiría un golpé de Estado que tendría por líder a Cedillo, quien entonces estaba desarrollando con rapidez sus habilidades militares en su reducto de San Luis Potosí. Aun cuando se supo que habría un atentado haciendo estallar una bomba en el tren del presidente, y que la policía había encontrado unas cargas de dinamita en casa de la señora Calero de Pérez, la señora fue dejada en libertad. El proseguir con la investigación y enjuiciarla hubiese implicado la participación de gobiernos extranjeros, causando conflictos internacionales en los cuales no quería incurrir el gobierno de México en ese momento (57).

Desde el momento en que Cedillo dejó la Secretaría de Agricultura, hubo muchas especulaciones acerca de si la guerra civil española repercutiría en México. Su renuncia marcó una desavenencia más intensa entre los socialistas y conservadores de todos los matices en el país. Durante algún tiempo Cedillo había estado declarando públicamente su oposición a la política de Cárdenas tendiente a la socialización de la industria y el comercio, alegando que eran necesarios para la renta pÚblica los impuestos provenientes de esas fuentes, para llevar a cabo las todavía más necesarias reformas agrarias (58).

También se especuló acerca de que Cedillo, dada su íntima relación con la Alemania nazi, pudiera estar fuertemente apoyado para encabezar una rebelión contra el izquierdista gobierno de México como lo había hecho Franco en contra del gobierno republicano español. Se llegó incluso a decir que Jorge Ubico, dictador de Guatemala, también cooperaba con él, y que estaba dispuesto a poner su país a disposición de Cedillo de manera similar a como Salazar lo había hecho en Portugal para la causa de Franco (59).

La prueba más contundente de la conspiración Nazi-cedillista fue, según se afirma, la relación entre el general y un tal Ernest van Merck, un alemán que actuaba como inspector general del gran ejército privado de Cedillo y que había convertido el bastión de San Luis Potosí en una base militar moderna y al día (60).

A través de van Merck, entre otros, las influencias fascistas de Alemania e Italia se infiltraban poco a poco en los consejeros privados de los cedillistas (61).

Se afirma también que el general Román Yocupicio, gobernador de Sonora, formó parte en esta conspiración; según se supone él había estado recibiendo armamentos y fondos de agentes japoneses y alemanes: se le acusó de tener un acuerdo con los japoneses por el cual, en caso de llegar al poder, ellos podrían tener una base naval pesquera en Bahía Magdalena, Baja California, lo cual los pondría en una posición muy estratégica en relación con la flota norteamericana del Padfico (62).

En una serie de artículos de la revista Ken, salió a la luz que Yocupicio estaba recibiendo armas de contrabando de los barcos japoneses: se quedaba con algunas y las demás llegaban a Cedillo por tierra (63). Además, se decía que desde que Yocupicio había sido nombrado gobernador de Sonora se habían esparcido en el Estado agentes secretos de Alemania y que, aunque Wilhelm Hesselman (cónsul alemán en Guaymas acusado de ser el cabecilla del eje de espionaje en Sonora) no tenía tratos aparentes con el Estado, visitaba con frecuencia al general Yocupicio en Hermosillo (64).

Es imposible creer todos estos cargos contra la derecha radical secular, puesto que muchos de ellos venían de los izquierdistas mexicanos empeñados, al hacerlo, en desacreditar a los derechistas. Aun así, parece que hay alguna validez en las aseveraciones de que, al menos, había colaboración entre los esfuerzos del Eje y los de algunos elementos de la derecha radical seglar:

Es un hecho que ciertos diarios mexicanos están publicando propaganda nazi ... (65).

La influencia extranjera era evidente también en el racismo de la propaganda de la derecha radical seglar, en particular su antisemitismo, que tenía un marcado sello nazi. En su manifiesto subversivo del 15 de mayo de 1938, Cedillo declaró que luchaba en contra de la concepción judía, y acusó a Cárdenas de disfrazar el comunismo con la palabra colectivismo ... (66).

Difícilmente podría pensarse que los judíos de San Luis Potosí representaran una amenaza para México o que Cedillo pudiera realmente esperar que fuesen el chivo expiatorio de los males que él prometía corregir. Por otra parte, hay evidencia de que Cedillo aceptó ayuda del Eje al preparar sus tropas para el levantamiento en contra del gobierno nacional; el Secretario de Relaciones Exteriores de México informó estar enterado de que Cedillo había firmado contratos con fábricas alemanas para la compra de aviones y, a través del gobierno alemán, para contratar los servicios de un aviador alemán, Erick Stephan, que sirviese de instructor para su cuerpo aéreo en formación.

En octubre de 1937, poco después de abandonar su cargo en el gobierno, Cedillo tenía fondos suficientes para comprar seis aviones en Estados Unidos, aumentando así su flota a catorce aeroplanos (67).

Durante el siguiente enero, como crecía la tensión en México a causa de la esperada rebelión de Cedillo, Jerry J. O'Connell, congresista norteamericano, predijo un levantamiento nazi en México dentro de los meses siguientes y afirmó que tenemos pruebas de que Alemania está suministrando armas y municiones para un ejército ... bajo el mando del general Cedillo (68). Como lo probarían más tarde los acontecimientos, su predicción no estuvo lejos de la verdad.

Si Cedillo recibió o no (o hasta qué grado) ayuda de las compañías estadunidenses ha sido tema de muchas conjeturas y algunos desacuerdos. Aun cuando no existe evidencia patente al respecto, es probable que sí haya recibido ayuda de las compañías petroleras de Estados Unidos antes de su rebelión, ya que ellas proporcionaron sumas a la CPRM y éstas, a su vez, pudieron haber pasado a manos de Cedillo o a otros fondos a su disposición.

Tras la expropiación petrolera de marzo de 1938, la división de la CPRM en Tampico envió una carta a la matriz de su organización lamentando el hecho de que sus ingresos habían disminuido en más de 1 000 pesos al mes a causa de la expulsión de las compañías petroleras (69).

Sin embargo, además de esta posibilidad, se tiene la seguridad de que Cedillo recibió subvenciones de compañías no petroleras, como la American Smelting and Refining Company. No obstante, puede haber sido sólo la práctica habitual de dar su periódica mordida a los políticos locales, pero por cuestión de negocios, no como parte de una confabulación subversiva.

Entre la fecha de la expropiación petrolera en marzo de 1938 y la rebelión de Cedillo en mayo del mismo año, hubo especulaciones sobre si las compañías petroleras darían a Cedillo apoyo financiero masivo con el objeto de derrocar al gobierno de Cárdenas (70); es muy posible que consideraran seriamente este proceder y estuviesen enteradas de la tentativa de rebelión de Cedillo, ya que en abril el vicepresidente de la Standard Oil de Nueva Jersey predijo acertadamente en Nueva York que la rebelión estallaría en treinta días (71). Un funcionario de una compañía subsidiaria estadunidense en México llegó al punto de decir a sus compatriotas visitantes que su firma estaba comprometida a pagar un millón o más dólares en efectivo para lograr el derrocamiento del régimen de Cárdenas (72).

Es evidente, sin embargo, que los altos ejecutivos de las compañías fueron mucho más cautelosos; si en realidad alguna vez consideraron la posibilidad de respaldar una revolución en México, su proyecto fue, sin duda, entibiado por la incertidumbre en cuanto a la reacción del gobierno de Roosevelt, y también porque conocían la gran popularidad del presidente Cárdenas entre el pueblo mexicano (73).

Después que comenzó la rebelión, parece ser que la ayuda de las compañías petroleras se limitó a subrayar, en emisiones radiotécnicas y en artículos en los periódicos mexicanos, la determinación de los petroleros de defender sus derechos, implicando así, al menos, que Cedillo no estaba solo en su decisión de enfrentarse resueltamente a Cárdenas (74). Cedillo comisionó agentes para ponerse en contacto con las compañías petroleras y pedirles su apoyo, aunque la apreciación que éstas tenían de la situación política les impidió complacerlo.

Bajo interrogatorio policiaco, Martínez Chairea, primo de Benito Noyola, abogado consejero de la Huasteca Petroleum Company (subsidiaria norteamericana), declaró que había sido comisionado por Cedillo para conseguir un préstamo de las compañías petroleras (75). En busca de este objetivo se pronunció francamente a favor de las compañías extranjeras al publicar su manifiesto revolucionario en mayo de 1938 (76).

Las relaciones entre Cedillo y la derecha radical religiosa nunca fueron tan fuertes ni tan abiertas como las que tuvo con la derecha radical secular; los partidarios de esta última no se oponían a todos los aspectos de la revolución, como lo hacían los de la derecha radical religiosa que no otorgaban absolutamente ningún crédito a la revolución; en consecuencia, como revolucionario que era, Cedillo les era sospechoso. Sin embargo, dado su tipo de revolucionario de la vieja guardia, agrarista, del tipo de Zapata, el antagonismo entre él y la Iglesia era relativamente pequeño, no obstante haber sido Cedillo quien comandara en 1929 al ejército federal que había puesto fin, de modo tan brutal, a la rebelión cristera.

Todavía en 1931 el periódico de la derecha radical religiosa, La Palabra, había publicado un artículo altamente condenatorio sobre Cedillo y sus abusos con los profesores católicos de San Luis Potosí (77), pero a pesar de estas pasadas diferencias, a mediados de los treinta, al comenzar a buscar apoyos para proyectarse a nivel nacional, Cedillo tomó medidas para congraciarse con la Iglesia. Mientras que en casi todo el resto de la nación se ejecutaban desde 1932 las leyes restrictivas al número de sacerdotes e iglesias, San Luis Potosí se fue convirtiendo, cada vez más, en la salvación de la Iglesia, cuando en casi todos los Estados existen leyes que fijan el número de sacerdotes en cantidades ridículamente bajas ... Cedillo complace a sus muchos partidarios religiosos permitiendo que los sacerdotes oficien misa y que las iglesias permanezcan abiertas (78). De las 375 iglesias abiertas en toda la República en 1935, un número desmesurado de ellas, 63, se encontraban en San Luis Potosí (79).

De la misma manera, procurando la amistad con miembros del clero y ciertos católicos, Cedillo, en violación al Articulo 130 constitucional, invitó a las escuelas católicas, cerradas en el resto del país, a establecerse ahí (80). El obispo de San Luis Potosí estaba dentro del sector de derecha del clero mexicano y favoreció la oposición de CedilIo al tan odiado gobierno federal haciendo algunas contribuciones financieras para la causa (81).

Sin tomar en cuenta estas afinidades con algunos elementos de la derecha radical religiosa, la política oficial de la Iglesia se encontraba todavía en manos de la jerarquía relativamente moderada. Después de 1935, el gobierno de Cárdenas comenzó a suavizar casi todas las restricciones para con la Iglesia con la importante excepción de su política respecto a las escuelas por lo que, en 1938, cuando finalmente Cedillo se alzó, la corriente iba en su contra en cuanto al apoyo masivo de la iglesia católica. Los líderes de ésta no quisíeron jugarse los logros que habían alcanzado desde 1935 a cambio de las dudosas promesas de un caudillo local (82).

La punta de lanza de la rebelión de Cedillo, cuando ésta finalmente ocurrió, estuvo formada por los remanentes de la ARM.

Después de ser exiliado de México en 1936, Nicolás Rodríguez, en compañía de muchos de sus seguidores fieles, se estableció en Texas, desde donde pudo continuar muy ventajosamente sus actividades propagandistas y agitadoras y tener, gracias a la cercanía, una fácil comunicación con Cedillo en San Luis. Asimismo, la ARM fomentó una atmósfera de amistad con varios empleados públicos de ese lugar. En septiembre de 1937 Jesús L. García, líder de los dorados en el área de la costa del Golfo de México, viajó por Texas durante un mes en compañía de varios miembros de la Juventud Nacionalista de México en un viaje de propaganda; llevaba consigo una carta de recomendación del gobernador de ese Estado, James V. Al1red, quien también estaba en términos amistosos con el general Cedillo (83).

Luego de su renuncia al Ministerio de Agricultura en agosto de 1937, Cedillo fue presionado lenta pero constantemente por el gobierno de Cárdenas para que se rebelara o bien se sometiera a la voluntad del gobierno. Desde entonces hasta sublevarse finalmente en mayo de 1938, Cedillo estuvo vacilante; se daba cuenta de que su rebelión tenía posibilidades ínfimas de éxito, no obstante no quiso renunciar a sus esperanzas.

A principios de septiembre de 1937, el gobierno comenzó a acorralarlo enviando un batallón de tropas leales al gobierno federal a San Luis Potosí, en donde anteriormente sólo había tropas cedillistas; aparte de dos regimientos más, listos para seguir al primero. Esto fue parte de las medidas adoptadas por la federación para subvertir el poder de Cedillo en su mismo terreno (84). Acto seguido, Cedillo repudió cualquier intento de rebelión y sostuvo que: no haré nada contra el gobierno a menos que el gobierno me ataque (85). Sin embargo, el gobierno federal apretó aún más el cerco cuando al mes siguiente fueron confiscadas y distribuidas entre los campesinos algunas de sus propiedades más vastas de San Luis Potosí. Aun así Cedillo se resistió a levantarse en armas (86). Finalmente, a principios de 1938. inició su rebelión cautelosamente; pero, en lugar de reunir a sus tropas y dirigirlas a la ciudad de México o tomar alguna otra acción decisiva, meramente tanteó el terreno. Envió a los camisas doradas a realizar una rebelión de prueba: si provocaba una reacción suficientemente fuerte, entonces se pondría al mando de una insurrección nacional; si fracasaba, esperaría un poco más hasta que el clima fuese propicio.

Así pues, a principios de 1938 Nicolás Rodríguez publicó un manifiesto a la nación en nombre de la ARM convocando a la rebelión armada; esto fue precedido por un viaje de Manuel Rodríguez, hermano del jefe, a la ciudad de México y al sur del país para comunícarles a todos los guerrilleros camísas doradas que se debían reunír en el norte del país (87).

El 31 de enero varíos grupos de ellos cruzaron la frontera en Brownsville, Laredo y El Paso, para reunirse en EUA. Luego atacaron varios pueblos fronterizos intentando capturarlos, pero fueron rechazados por campesínos armados y tropas federales; el mayor de estos encuentros ocurrió en y alrededor de Matamoros, en donde cuando menos muríeron cuatro dorados y varios resultaron heridos (88). A los pocos días el gobierno anunció que los invasores estaban acorralados y que se habían movilizado suficientes tropas para sofocar la amenaza (89).

Mientras todo esto sucedía, Rodríguez y algunos de sus seguidores estaban dedicados a una inmensa campaña propagandista en la que trataban de magnificar el alcance de la revuelta, pero con tan poco éxito que fue apabullada fácilmente por el gobierno que dio muy poco crédito a sus postulados, y menos que nadie por el general Cedillo que esperaba ansiosamente en San Luis Potosí.

Con el fracaso de esta pequeña revuelta a principios de 1938, Cedillo estaba menos dispuesto que nunca a precipitar una abierta rebelión contra el gobierno central. Al mismo tiempo Cárdenas, actuando con prudencia, quería meter al aro a Cedillo pero sin correr el riesgo de fomentar una insurrección, por lo que le ordenó que asumiese el comando de la zona militar del Estado de Michoacán. Si Cedillo aceptaba, esto lo separaba de su ejército personal de San Luis, mientras que, a la vez, le ofrecía la oportunidad de salir de su callejón sin salida honorablemente y le auguraba una posición de importancia dentro del liderazgo revolucionario. Sin embargo, Cedillo rehusó la oferta y el conflicto se encontró, por varios meses, en donde había estado.

Uno de los muchos efectos secundarios de la gran expropiación petrolera de marzo de 1938, fue la conclusión de la insoportable pugna entre el gobierno central y el último de los grandes caudillos regionales de México.

Cuando el presidente Lázaro Cárdenas decretó la expropiación de todas las posesiones petroleras extranjeras el 18 de marzo de 1938, dio un paso de tal envergadura para la nación mexicana que hasta la fecha se celebra anualmente considerándosele el día que marcó la independencia económica del país. Es probable que ningún otro presidente de México haya tenido nunca mayor apoyo general de la ciudadanía que Cárdenas en ese momento, en el resplandor inmediato a la expropiación. Hasta la Iglesia manifestó su apoyo al presidente cuando poco después de eso el arzobispo de México dio su bendición y respaldó el movimiento que surgió del pueblo para contribuir voluntariamente al pago de las indemnizaciones que exigían las compañías petroleras, disminuyendo así, según se pensaba, la amenaza de una intervención extranjera.

Con este gran apoyo masivo, el tiempo finalmente pareció favorable para tomar medidas y terminar con la amenaza de Cedillo; la mano de Cárdenas se vio fortalecida a principios del siguiente mes cuando el presidente Roosevelt contestó a las preguntas de los reporteros en cuanto a si Estados Unidos apoyaría a Cedillo en su rebelión como lo había hecho Franco: Roosevelt respondió que Estados Unidos apoyaría activamente al gobierno establecido (90).

A principios de mayo, el gobierno federal empezó a enviar tropas a San Luis Potosí para reforzar la pequeña guarnición que controlaba la capital del Estado; el campo estaba en manos de Cedillo, quien había instalado su cuartel general en su rancho Las Palomas (91).

Para mediados de mes había ya 8 000 soldados gubernamentales en San Luis (92), de manera que Cedillo se encontraba ahora en una difícil situación en la que tenía que deshacer su organización, o bien abandonar el país, o pelear (93).

El 17 de mayo el mismo presidente Cárdenas arribó a San Luis Potosí en donde pronunció un discurso desde el Palacio de Gobierno del Estado recordando la gloria de México a causa de la expropiación petrolera y al mismo tiempo castigó a Cedillo en virtud de la subversión por complacer a los intereses extranjeros, y lo declaró antipatriótico por estar proyectando un levantamiento (94) y les pidió tanto a él como a sus seguidores que entregaran las armas (95).

Finalmente, después de algunos meses de incertidumbre, Cárdenas se decidía a actuar; las tropas del gobierno comenzaron a desplegarse fuera de la ciudad de San Luis Potosí y, como encontraron fuerzas cedillistas hubo algunos encuentros esporádicos. Sin embargo, Cárdenas garantizó la amnistía a todo cedillista que se rindiera, con lo que, al poco tiempo, la mayoría entregó las armas. A las dos semanas se había eliminado toda resistencia considerable y, aunque Cedillo huyó a las montañas, San Luis Potosí se encontraba bajo estricto control gubernamental a principios de junio (96).

La rebelión de Cedillo se frustró a causa de una variedad de razones; por un lado careció de suficiente ayuda exterior, puesto que las compañías petroleras norteamericanas dejaron de apoyarlo porque el gobierno de Estados Unidos les había dado a entender que dicha acción encontraría oposición (97). Aun cuando los agentes alemanes pudieron haber ayudado a planificar la rebelión, les era imposible, por motivos geográficos, proveer abundantes armas y hombres para la lucha, como lo habían hecho en España (98). Además, Cedillo carecía del apoyo popular; el proletariado estaba claramente bajo el control del gobierno; los campesinos, o eran fuertes defensores del gobierno (como es el caso de aquellos organizados en la Confederación Nacional Campesina, que en su mayoría, idolatraban a Cárdenas), o bien vivían bajo el control de la Iglesia. como se verá en el capítulo siguiente y por lo tanto no estaban dispuestos a unirse a Cedillo. Además, la fuerza del apoyo principal de Cedillo fuera de San Luis Potosí, los camisas doradas, había sido exagerada por Nicolás Rodríguez y en la hora crítica no prestaron ayuda alguna. Cuando estalló la rebelión en mayo de 1938, Nicolás Rodríguez desapareció de sus cuarteles en Mission, Texas; iba acompañado por el coronel Von Merck y de ambos se informó que estaban tratando de obtener armas y aviones para Cedillo en varios lugares del sur de EUA. También se informó de numerosos agentes nazis que entonces estaban en el área fronteriza (99).

Además, la ARM dio cuerda a su máquina de propaganda por última vez y toda el área fronteriza fue inundada con un gran número de volantes antisemitas y a favor de Hitler (100). Sin embargo, éste vino a ser el canto del cisne de la ARM, y con la rápida derrota de Cedillo, las fortunas de Nicolás Rodríguez y los camisas doradas se eclipsaron para siempre. No mucho después, Rodríguez falleció, sus dorados se dispersaron y la organización se debilitó. Aunque se realizaron esfuerzos posteriores para revivirla, éstos fueron siempre en escala mínima y nunca desempeñaron un papel importante en la política de México.

La rebelión de Cedillo no fue una manifestación aislada de oposición al curso que tomaba la Revolución Mexicana bajo el presidente Lázaro Cárdenas, sino una parte integral de la oposición de la derecha radical secular. El fracaso catastrófico del movimiento en esta etapa se puede atribuir a su falta de coordinación y unidad. Sin embargo, la rebelión de Cedillo no provocó el fin del movimiento de la derecha radical secular; después de Cedillo, el movimiento entró en una nueva fase en la que alcanzó una mayor cohesión y más probabilidades de éxito.



Notas

(1) Partido Nacional Revolucionario, Plan Sexenal, 1934 (México. 1934). p. 46.

(2) Ibid.. p. 45.

(3) Carlos Alvear Acevedo, Lázaro Cárdenas. El hombre y el mito (México: Editorial Jus, 1961), p. 113.

(4) Alfredo B. Cuéllar, Expropiación y crisis en México (UNAM, Tesis de licenciado en derecho, 1940), p. 333; Dulles. p. 621, proporciona unas cifras ligeramente distintas.

(5) Wilkie, Ideological Conflict, p. 82.

(6) James A. Magner, Men of Mexico (Milwaukee: Bruce Co., 1942), p. 460.

(7) Howard F. Cline, The United States and Mexico (2a. ed.; Harvard University Press, 1963), p. 222.

(8) Dulles, p. 530.

(9) Ibid.

(10) Vicente Fuentes Díaz en El Popular, 8 de diciembre de 1943.

(11) New York Times, 12 de agosto de 1940.

(12) Ibid., 20 de marzo de 1935; también hace notar la actitud benevolente del gobierno; Halperln en Current History (noviembre de 1934), p. 170.

(13) El Universal, 8 de agosto de 1936.

(14) Yema Carleton Millan, Mexico Reborn (Boston: Houghton, Mifflin Co., 1939), p. 243.

(15) Manuel Fernández Boyolin y Eustaquio Marrón de Angelis, Lo que no se sabe de la rebelión cedillista (México, 1938), p. 103.

(16) De su programa reproducido en Excélsior el 19 de enero de 1936.

(17) Excélsior, 1° de enero de 1936.

(18) La Prensa, 25 de noviembre de 1935.

(19) New York Times, 2 de junio de 1935.

(20) El Universal, 5 de marzo de 1936.

(21) La Palabra, 21 de enero de 1935.

(22) El Universal, 5 de marzo de 1936.

(23) Todos los diarios de la ciudad de México proporcionaron la descripción de esta batalla, asi como también en Dulles. p. 646 y Mario Gill, Sinarquismo: su origen, su esencia, su misión (México: Ediciones del CDR, 2a. ed., 1944), pp. 24-25.

(24) Ledit, pp. 217-218.

(25) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 55; Tiempo, 28 de septiembre de 1945. p. 4.

(26) Ibid.

(27) New York Times, 6 de febrero de 1936.

(28) Ibid., 7 de febrero de 1936.

(29) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 57.

(30) New York Times, 6 y 7 de febrero de 1936, proporciona algunos ejemplos de estos esfuerzos respecto a Monterrey en febrero de 1936.

(31) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 272.

(32) Ibid., p. 73.

(33) Ibid., pp. 62-66, lo documenta un recibo de la ayuda financiera de la CPRM.

(34) Ibid., p. 38.

(35) Ibid., p. 33.

(36) Manchester Guardian, 31 de agosto de 1938.

(37) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 27: The doctrinal identity of the Unión Nacional de Veteranos de la Revolución with the Confederación de la Clase Media, the ARM and the employer organizations leaves no room for doubt: they pursue the same seditions ends ...

(38) Manchester Guardian, 31 de agosto de 1938.

(39) La Prensa, 21 de noviembre de 1935.

(40) Excélsior, 24 de noviembre de 1935.

(41) Frank Brandenburg, The Making of Modern Mexico (Englewood Cliffs. N. J.: Prentice-Hall, 1964), p. 64.

(42 Dulles, p. 571.

(43) New York Times, 14 de junio de 1935.

(44) Dulles, p. 645.

(45) J. H. Plenn. Mexico Marches (Indianapolis: Bobbs-Merrill, 1939), p. 21.

(46) Ibid., p. 21.

(47) New York Daily Worker, 20 de febrero de 1936.

(48) Plenn, p. 91. Esto se puede comprobar en La Prensa, 20 de mayo de 1938.

(49) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, pp. 15-16, declara que desde principios de 1936 Cedillo era, en realidad, el jefe de la UNVR.

(50) Kluckhohn, p. 205.

(51) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 49.

(52) Ibid., p. 95.

(53) Ibid., p. 38; Manchester Guardian, 31 de agosto de 1938.

(54) Omega. 10 de marzo de 1938.

(55) Henry Bamford Parkes, A History of Mexico (Cambridge, Mass.: Houghton Mifflin Co., 3d. ed., 1960), p. 402.

(56) La Prensa, 16 y 21 de mayo de 1938; Femández Boyoli y Marrón de Angelis, pp. 80-81.

(57) La Prensa, 19 de mayo de 1938.

(58) New York Times, 17 de agosto de 1937.

(59) La Prensa, 21 de mayo de 1938.

(60) Millan, p. 250.

(61) Plenn, p. 91.

(62) La Prensa, 19 de mayo de 1938.

(63) Ken, 20 de abril de 1939, p. 15.

(64) Ibid., p. 14.

(65) New York Times, 15 de agosto de 1938.

(66) Manchester Guardian, 31 de agosto de 1938.

(67) New York Times, 10 de octubre de 1937.

(68) Ibid., 30 de enero de 1938.

(69) Fernándcz Boyoli y Mnrrón de Angelis, p. 67.

(70) Ibid., p. 153.

(71) E. David Cronon, Josephus Daniels in Mexico (University of Wisconsin Press, 1960), p. 212.

(72) Ibid.

(73) Ibid.

(74) Ibid.

(75) Weyl, p. 300.

(76) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 215.

(77) La Palabra, 2 de diciembre de 1931.

(78) Paul Nathan, México en la época de Cárdenas, Problemas Agrícolas e Industriales de México, VII (julio-septiembre, 1955), p. 162.

(79) New York Times, 18 de marzo de 1935; Dulles, p. 626.

(80) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, pp. 173-175.

(81) Ibid.. p. 213.

(82) Wilkie, Ideological Conflict, p. 117.

(83) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, pp. 96-99.

(84) New York Times, 12 de septiembre de 1937.

(85) Ibid., 24 de septiembre de 1937.

(86) Ibid., 24 de octubre de 1937.

(87) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, pp. 105~1O6.

(88) Ibid., p. 107; New York Times, 1° de febrero de 1938.

(89) Ibid., 3 de febrero de 1938.

(90) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 190.

(91) Graham Greene, Another Mexico (Nueva York: Viking Press, 1939), p. 60 et seq., proporciona una descripción gráfica del reducto general en este tiempo.

(92) New York Times, 18 de mayo de 1938.

(93) Ibid., 19 de mayo de 1938.

(94) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 117.

(95) New York Times, 19 de mayo de 1938.

(96) Fernández Boyoli y Marrón de Angelis, p. 116 et seq., proporcionan un relato minucioso cronológico de la rebelión desde el 17 de mayo.

(97) Cronon, Daniels, p. 212.

(98) Millan, p. 253.

(99) New York Times, 26 de mayo de 1938.

(100) Ibid.
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